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Diez años por Takaita Hiwatari

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Diez años:

Takaita Hiwatari

Capítulo 53: “Feliz cumpleaños”:

 

Aunque parecía que octubre no iba a llegar nunca, finalmente llegó. Los últimos días Naruto había estado hecho un manojo de nervios y por momentos se volvía torpe y distraído, ganándose algún regaño en casa o de parte de Gaara en la universidad, pero nada conseguía borrarle la sonrisa bobalicona que había portado los últimos días.

 

Aquella excesiva felicidad había resultado sospechosa a sus progenitores que le habían preguntado sin rodeos si aquella sonrisa permanente en su rostro se debía a que tenía novio. A pesar de responder que no, Minato había exigido conocer cuánto antes al susodicho para valorar si era digno de ser su pareja o no. Por suerte su porte excesivamente autoritario desaparecía con una amenazante mirada de su amantísima esposa.

 

Como no podía ser de otra forma, Sakura y Gaara estaban al tanto de todo, y agradecía que ambos se preocuparan por él e intentaran darle buenos consejos todo el tiempo. Sin embargo, a veces se sentía mal por Gaara, aunque no trataba de exteriorizar el sentimiento. Sabía que a Gaara no le agradaría verle sintiendo lástima de él, le haría sentir peor, así que actuaban con la mayor naturalidad posible. En el fondo deseaba que Gaara encontrara alguien que supiera valorarle y le hiciera feliz. Quería lo mejor para él, se lo merecía.

 

Dio un respingo cuando una jarra de cerveza apareció frente a su rostro. Kiba se la ofrecía con una sonrisa incitadora.

 

—¡Bebe! —animó su amigo—. Por fin cumples veinte, Naruto. —Miró al resto de sus amigos—. Ya sólo faltan Lee y mi hermosa Hinata —Le sonrió a la chica que se sonrojó—, y por fin todos seremos adultos —celebró.

 

Naruto declinó la invitación alejando la jarra con un suave movimiento mientras sonreía ligeramente. No pensaba probar una gota de alcohol, no sabía si podría tolerarlo y quería estar en sus cinco sentidos en el momento de encontrarse con Sasuke. Había esperado este momento por mucho tiempo y no iba a estropearlo presentándose ebrio en el apartamento, ¡ni hablar!

 

—Mejor en otra ocasión’ttebayo.

—¿Otra ocasión? —repitió incrédulo Kiba—. ¿Qué mejor ocasión que hoy que es tu cumpleaños? —recordó.

—Kiba, no seas pesado —reprendió Sakura, sospechando la razón por la que su amigo se negaba a beber. Después de todo sabía que iba a encontrarse con Sasuke ese día.

 

Kiba se cruzó de brazos, mostrándose casi ofendido por el hecho de que Naruto no quisiera brindar y beber con él.

 

Se habían reunido todos en Yakiniku Q, a duras penas cabían en la larga mesa, así que estaban un poco apretados, aunque a Kiba eso era lo que menos le preocupaba porque así tenía una excusa para estar bien pegado a su novia en un lugar público.

 

—No esperaba que hubieras resultado ser un adulto tan mojigato, Naruto —refunfuñó, tomando de su propia jarra de cerveza.

 

El rubio percibió una de sus cejas sacudirse en un tic, siendo su turno para mostrarse ofendido, pero no dijo nada.

 

‹‹Este mojigato va a perder la virginidad hoy, ¡idiota!››, pensó.

 

Nada le iba a hacer tambalearse en su determinación. Como que se llamaba Uzumaki Naruto que iba a llegar al apartamento de Sasuke en sus cinco sentidos.

 

Ignorando su orgullo pateado, se limitó a tomar un par de pedazos de carne cruda con los palillos y los puso a cocinar en la parrilla. Impaciente preguntó la hora a Gaara sentado a su lado. Era consciente de que no llevaba ni dos horas allí y que Sasuke todavía no habría salido del hospital, pero ansiaba verle.

 

—Naruto —habló el pelirrojo en un susurro cerca de su oreja—. Sé que estás impaciente por reunirte con Sasuke, pero ahora estás con nosotros, tus amigos. Deja de pensar en él por un momento y diviértete, es tu cumpleaños.

—Tienes razón. Lo siento —se disculpó esbozando una sonrisilla avergonzada.

 

Hizo caso a las palabras de Gaara y se centró en vivir el momento con sus amigos. El tiempo pasó bromeando unos con otros, riendo y contando anécdotas.

 

Sonriendo con disimulo, vio a Lee acercar un pedazo de carne recién cocinado a los labios de Sakura. Le hacía gracia la forma en que Sakura siempre trataba de ocultar la vergüenza bajo un ceño fruncido, pero sabía que en el fondo le agradaban las atenciones de Lee, de lo contrario jamás le habría aceptado como su novio tres meses atrás.

 

Le alegraba mucho que sus amigos hubieran encontrado la felicidad. Se les veía bien juntos.

 

—Cuando todos cumplamos la mayoría de edad, deberíamos hacer una gran fiesta —propuso Kiba.

—Tú sólo piensas en fiestas —reprochó Neji con seriedad, cruzándose de brazos—. Se supone que debemos empezar a comportarnos como adultos, no como críos.

 

Kiba rodó la mirada y se aguantó las ganas de protestar, después de todo no creía conveniente contradecir al sobreprotector primo de su novia.

 

—¡Pues yo estoy de acuerdo! —exclamó Lee con entusiasmo—. Debemos aprovechar al máximo el fuego de nuestra juventud.

—Si las fiestas incluyen pasar primero unas dos horas en Yakiniku Q, yo también estoy de acuerdo —secundó Chouji.

—Y po-podemos ir un rato al karaoke —sugirió Hinata con timidez, logrando que Neji la mirara con incredulidad.

—¿Tú también? —protestó su primo.

—¡Esa es mi chica! —exclamó enérgico Kiba, rodeando los hombros de la sonrojada Hinata.

—Quizá no estaría mal una fiesta —comentó Shino con tranquilidad, sorprendiendo a todos—. Una vez dentro de la vida adulta, con el tiempo cada vez encontraremos menos momentos para estar juntos —explicó su punto de vista.

 

Shikamaru suspiró hondo.

 

—La idea de Kiba parecía tan problemática como todo lo que propone… —comenzó a decir.

—¡Hey! —protestó éste.

—Pero pensando lo que dice Shino, la idea no me parece mal.

 

Naruto reía divertido mientras observaba el intercambio de opiniones entre sus amigos, y justo entonces, la mano de Gaara tocando suavemente su muslo le distrajo.

 

Curioso le miró. Su amigo parecía debatirse entre decir algo o no.

 

—¿Gaara? —le llamó en un susurro.

—¿Has visto la hora que es? Ahora sí, deberías ir a buscarle. —No fue necesario decir el nombre, Naruto sabría a quién se refería.

 

Fue imposible que pudiera pasar desapercibida para Naruto la seria expresión de derrota de Gaara. Por un segundo se sintió culpable, pero trató de evitar que una expresión de compasión se instalara en su rostro.

 

Quería decirle que sentía no poder corresponderle, que esperaba que pronto encontrara al amor de su vida… pero no era el momento ni el lugar.

 

—Sí… —atinó a musitar.

—Naruto… —balbuceó. Quiso decirle una vez más que si lo suyo con Sasuke no funcionaba, él estaría ahí, pero no quería ser rechazado una vez más—. Espero que todo te vaya muy bien con él, lo mereces —dijo en cambio.

—Gracias —respondió con una gran sonrisa.

 

Sus cuchicheos llamaron la atención de Chouji.

 

—¿Ocurre algo? —Se interesó éste.

—Nada importante —respondió Naruto mientras se ponía de pie—. Es sólo que debo irme ya.

 

Imitándole, Kiba también se puso de pie, aunque él lo hizo con sobresalto.

 

—¿¡Cómo que te vas!? —replicó—. Por si no te has dado cuenta, estamos celebrando tu cumpleaños. —Le señaló acusador para dar más énfasis a su comentario.

 

El rubio guardó silencio unos segundos, meditando qué excusa poner mientras encaraba a sus amigos que le observaban curiosos. Comprendía el desconcierto que sentían, después de todo no era normal que el festejado se marchara el primero.

 

—A Naruto le encantaría quedarse —intervino Gaara—, pero unos familiares lejanos han venido para festejar con Naruto también, así que debe marcharse —inventó sobre la marcha, esperando haber sonado lo suficientemente creíble.

—Oh, ¡cierto! —exclamó Sakura, fingiendo una sonrisa—. Naruto me contó ayer sobre eso. No estaría bien dejar esperando a esos familiares. —Miró al rubio y le sonrió con sorna disimulada—. ¿No es así, Naruto?

 

Agradeciendo la ayuda de sus amigos, Naruto sonrió, aunque por dentro la sonrisa socarrona de Sakura empezaba a incomodarle. Los demás podrían notarla y sospechar.

 

Se aclaró la garganta de forma un tanto exagerada para atraer la atención de todos.

 

—Agradezco mucho esta fiesta dattebayo, pero realmente tengo que irme ahora, prometí a mis familiares celebrar con ellos. Sin embargo, podemos continuar con la celebración otro día.

—¡Sí! —exclamó Lee, alzando un puño.

—No me parece mal —dijo Chouji—. Otra excusa para disfrutar de esta deliciosa barbacoa. —Casi babeando, se llevó varios trozos de carne humeante a la boca.

—Bien, bien —refunfuñó Kiba, cruzándose de brazos—. Continuaremos otro día, ¡y brindaremos con cerveza! —sentenció.

—¡Por supuesto! —Alzó un pulgar con entusiasmo—. Nos veremos otro día, chicos —Se despidió con una sonrisa tan radiante, que bien podría competir con las de Lee.

 

****

 

Naruto se detuvo a unos escasos metros de Yakiniku Q, dudando si dirigirse directamente al apartamento de Sasuke o en cambio pasar primero por casa para ducharse, otra vez, y quizá vestirse un poco más formal. No es como si Sasuke no estuviera acostumbrado a verle en chándal, pero aquel día era especial y quizá ameritaba algo más.

 

Finalmente se decidió por pasar por casa y ducharse, de paso tomaría una muda de ropa limpia. Pensaba pasar la noche en el apartamento de Sasuke sí o sí.

 

El nudo que los nervios estaban provocando en su estómago se tensó cuando a una escasa distancia de su hogar, reconoció la voz de Fugaku.

 

—Naruto.

 

Componiendo una sonrisa amable, giró para encararle. Francamente, era la persona que menos deseaba ver en ese momento.

 

—Hola.

—Miraba por la ventana cuando te he visto pasar. Recordé que hoy es tu cumpleaños, bueno… en realidad Mikoto me lo recordó esta mañana, así que quería felicitarte.

 

Los ojos azules se abrieron por la sorpresa. Esperaba que Fugaku le dijera cualquier tontería que le haría perder el tiempo, no algo como aquello.

 

—Oh, eso… —Atinó a balbucear, sin saber qué responder.

 

Mikoto había pasado por casa esa mañana para felicitarle y llevarle un pequeño presente. Aquello no le sorprendió, después de todo la mujer siempre lo hacía, incluso en años anteriores también había sido felicitado por Fugaku, pero no esperaba que él se acercara esta vez.

 

—Feliz cumpleaños. —Inseguro por la reacción de Naruto, despacio alzó una mano y la posó en los rubios cabellos, revolviéndolos por un segundo—. Cumples veinte, ¿cierto?

—Sí —respondió casi en voz baja, apenas moviendo la cabeza por la sorpresa.

 

Vio al hombre esbozar una sonrisilla que por un momento le recordó a las de Sasuke.

 

—Por ser tu cumpleaños número veinte, supongo que mereces un regalo especial —comentó pensativo.

—¿Qué? —No había entendido del todo aquello.

—Mikoto te trajo esta mañana un regalo, ¿no es así? Pues este año yo también te regalaré algo.

—¡Oh! Te refieres a eso’ttebayo. No es necesario.

—Yo creo que sí.

 

Naruto no quería perder el valioso tiempo que podría pasar junto a Sasuke, debatiendo con Fugaku. Le mostró una sonrisa de agradecimiento y retrocedió un par de pasos.

 

—Realmente no es necesario. No quiero ser grosero, pero tengo que marcharme ahora. —Retrocedió otro paso—. He quedado con mis amigos y no quiero hacerles esperar.

—Claro, lo entiendo. —Asintió.

—Pasaré primero por casa para tomar unas cosas…

—Ve. —Y de nuevo asintió, sin expresión en el rostro.

 

Le vio marcharse ligeramente azorado. Se notaba que al chico todavía le incomodaba su cercanía.

 

Inspiró hondo y tras un par de minutos, con pasos decididos caminó a la casa de los Uzumaki. Fue Kushina quien le recibió con una sonrisa y le invitó a ingresar en la sala, donde estaba Minato, mientras ella preparaba té.

 

—¿Y Naruto? —preguntó sin muchos rodeos cuando se quedó a solas con su amigo, tomando asiento en un sillón.

—Arriba, duchándose. —Suspiró y por un segundo compuso un mohín casi infantil—. Ha quedado con sus amigos, dice que va a pasar la noche fuera.

—Supongo que es normal, cumple veinte años.

 

El rubio no respondió, pero no era aquello lo que le tenía un poco inquieto. Últimamente Naruto había estado excesivamente sonriente y más brillante que el mismo sol; como padre aquello le hacía sentir dichoso, pero a la vez preocupado de que el motivo de aquella excesiva felicidad fuera un presunto novio. Kushina había llegado a la misma conclusión que él. Aquellas sonrisas bobaliconas y el eterno brillo en sus ojos sólo podía deberse al amor. Era altamente probable que hubiera un chico en la vida de su hijo, y con aquello surgían las dudas y la preocupación.

 

¿Quién era ese chico?, ¿cómo se llamaba?, ¿dónde vivía?, ¿estudiaba o trabajaba?, ¿era buena persona o en cambio sería alguien que pudiera desviar a su hijo del buen camino?, ¿y si era alguien que sólo quería jugar con su pequeño?

 

Y así continuaba una larga lista de preguntas sin respuesta que no hacían más que agobiarle. Realmente quería acorralar a Naruto y presionarle para obtener todas las respuestas con lujo de detalles, pero Kushina le disuadía de hacerlo, alegando que debían confiar en su hijo y no tratarle como si tuviera seis años.

 

Entendía lo que Kushina decía, y tenía razón, pero no podía evitar estar preocupado. Aunque tenía veinte años, para él Naruto continuaba siendo su pequeño. Aquel que debía proteger de cualquier amenaza.

 

Pero lo que realmente le inquietaba era, ¿de verdad iba Naruto a pasar la noche en casa de Kiba, como había asegurado, o iba a pasarla con su probablemente existente novio?

 

Después de todo él también fue joven una vez, y recordaba haber soltado alguna que otra mentira a sus progenitores para estar con Kushina.

 

—Aquí está el té. —La voz de su esposa le sacó de su letargo.

 

La mujer dejó tres vasos sobre la mesa y un plato con dangos.

 

—Nos alegra mucho tu visita, Fugaku, hacía tiempo que no pasabas por aquí.

—Mucho tiempo —secundó Minato, sin querer disimular su reproche.

—He venido a entregarle un regalo de cumpleaños a Naruto —respondió, ignorando con descaro el reproche.

 

El matrimonio Uzumaki no pudo evitar mirar las manos vacías de Fugaku. A simple vista no parecía traer nada, y eso alimentó la curiosidad de ambos que se preguntaban qué regalo había traído.

 

—Naruto no debe tardar mucho en bajar —aseguró ella—. También se alegrará de verte aquí después de tanto tiempo.

 

El hombre sonrió con cierta sorna antes de responder.

 

—No lo creo.

—¿Y por qué no? Naruto te estima tanto como nosotros lo hacemos.

 

La determinación de Fugaku flaqueó con las palabras de Kushina. Sabía que los Uzumaki le apreciaban, habían sido amigos durante largos años. Y sabía que aquella estima que ellos decían sentir, moriría aquel día.

 

—…Naruto no me estima. —Se animó a decir finalmente, alzando una comisura en una sonrisilla de resignación—. Por mi culpa, me detesta.

 

Los otros dos le dedicaron una mirada de puro desconcierto, dejando a un lado el té que bebían.

 

—¿Qué? —Atinó a preguntar Minato, repentinamente serio—. ¿Qué quieres decir, Fugaku?

 

La preocupación nació en Minato cuando percibió la mirada de arrepentimiento que su amigo le estaba dedicando. Fugaku jamás había mostrado una expresión como aquella.

 

—Kushina, Minato… —Les nombró con cierta dificultad—. Yo… me porté mal con Naruto.

 

Los otros dos le miraron con una mezcla de sorpresa y confusión.

 

—¿Por qué harías algo así? —preguntó la mujer.

 

Fugaku tragó con dificultad antes de continuar. Estaba siendo más complicado de lo que imaginó.

 

—Hace bastante tiempo, un día que salí a beber con Minato, me confesó que Naruto es gay. Estaba deprimido porque jamás tendría nietos.

 

Kushina le envió una mirada de serio reproche a su esposo que no tardó en excusarse.

 

—¡E-eso fue hace mucho, querida! Tú sabes que ahora acepto completamente a nuestro hijo.

 

La pelirroja asintió con seriedad y encaró de nuevo a Fugaku.

 

—¿Y…? —le animó a continuar.

—Bueno, después de eso… hice sentir mal a Naruto en varias ocasiones por el hecho de ser homosexual. Le dije cosas horribles y…

 

Interrumpió su relato y se puso de pie de un salto al ver los ojos de Minato encenderse de ira.

 

—¡Tú…! —masculló el rubio poniéndose de pie—. ¿¡Cómo pudiste!?

—¡Así que fuiste tú! —exclamó Kushina, tan visiblemente enojada como su esposo—. Una vez Naruto nos contó que alguien le hizo sentir mal por su orientación sexual. —Le señaló acusadora—. ¡Fuiste tú!

 

Minato se acercó amenazante al otro hombre.

 

—¿Tienes idea de lo deprimido que estuvo mi hijo? —Empuñó la camisa de Fugaku entre sus manos—. ¿¡Cómo pudiste!? —insistió en un grito, empujándole lejos.

 

Sin poder evitar sentirse intimidado, Fugaku retrocedió un poco más, admitiendo su culpa.

 

—Fui yo. Lo lamento. Estaba tan decepcionado de Naruto… era algo anormal para mí, y la única forma en que supe reaccionar fue haciéndole sentir como una basura.

 

Abrió los ojos de par en par al escuchar fuertes pisadas acercarse. Minato, su amigo de toda la vida, se acercaba como un toro embravecido, con las pupilas contraídas por la rabia y el puño alzado firmemente cerrado.

 

Trató de mantenerse inmutable, esperando el golpe. Aquel golpe que sabía se merecía y que rompería con su amistad.

 

—¡Minato, no! —exclamó de pronto la mujer, alcanzando a su esposo justo a tiempo y reteniendo su brazo.

—Kushina… —murmuró sorprendido Fugaku. ¿Tal vez ella no estaba tan enojada y le estaba perdonando?

—Aparta —dijo empujando ligeramente a su esposo a un lado—. Tú no golpeas tan fuerte’ttebane.

 

Y diciendo aquello le soltó un brutal puñetazo a Fugaku que le derribó al suelo de forma estrepitosa.

 

Permaneció varios segundos en el suelo, con la mandíbula palpitando de dolor y sintiendo los oídos zumbarle, ligeramente mareado. Siempre supo que Kushina tenía carácter, pero no esperó que poseyera semejante fuerza casi monstruosa. Estaba casi seguro de que le había partido la mandíbula. Ahora entendía por qué a Minato siempre le asustaba hacer enojar a su esposa cuando salían a beber.

 

Después la escena podía resultar casi graciosa. Minato y Kushina se habían enfrascado en una pelea por ser quien le diera un segundo golpe.

 

—¡Quería golpearle yo, Kushina! —replicó.

—¡Yo tengo más fuerza que tú!

—Pues yo no pienso quedarme con las ganas. —De inmediato se agachó a la altura de Fugaku, tomándole de la camisa y tirando con tal fuerza de él que le dejó sentado—. Pensé que eras mi amigo, ¡pensaba que nos estimabas! —Le zarandeó—. Y no tuviste reparo en hacer sentir una basura a mi hijo. ¡Tú eres la única basura en esta casa!

—¿¡Papá!?

 

La voz alarmada de Naruto le hizo detenerse en seco. Su hijo le miraba atónito bajo el marco de la puerta. Había bajado alertado por los gritos.

 

—Naruto, sal de aquí —ordenó serio.

 

Pero él no obedeció. Miraba perplejo la escena. La forma violenta en que su padre sostenía a Fugaku y la mirada matadora que su madre le estaba dedicando. Parecían dos lobos a punto de despedazar a un cordero. Es más, desde ahí percibía un tono rojizo en una de las mejillas de Fugaku.

 

—¿Le has pegado’ttebayo? —preguntó impactado.

—Le he pegado yo —respondió Kushina con firmeza—. Y si tu padre no le da otro puñetazo pronto, se lo daré yo —amenazó acercándose un paso.

—¡Espera, no! —Raudo se acercó y se agachó junto a Fugaku, mirando a sus padres casi sin parpadear—. ¿Qué está pasando aquí? Fugaku es amigo de la familia.

 

Minato empujó con desprecio al otro hombre antes de incorporarse.

 

—Eso era antes de conocer la clase de basura que es este tipo. Tu madre y yo jamás seríamos amigos de alguien que te ha despreciado por tu orientación sexual.

 

Y si Naruto pensaba que la sorpresa y el desconcierto no podían crecer más en él, con aquella respuesta de su padre entendió que estaba equivocado.

 

Confundido, encaró al padre de Sasuke que se acariciaba la mandíbula inferior.

 

—Les he contado la verdad, Naruto. Lo que te hice.

—¿¡Todo!? —preguntó casi en un hilo de voz, alarmado.

 

Fugaku notó el repentino pánico en los ojos azules, y sabía por qué. Seguramente le preocupaba que hubiera dicho algo sobre su pasada relación con Sasuke.

 

—Necesito que me perdones, Naruto. Que me perdones de corazón.

 

Casi sin parpadear, Naruto no podía hacer más que pensar. ¿Hasta dónde había contado Fugaku? ¿Había hablado sobre su pasada relación con Sasuke? Por otro lado, no se sentía preparado para perdonarle de corazón, no en ese momento, aunque valoraba que se hubiera atrevido a ir allí para pedirle perdón frente a sus padres. Ese acto le había hecho ganar algunos puntos.

 

Pero aprovechando la situación, rompió la corta distancia y abrazó a Fugaku, sorprendiendo a todos.

 

—¿Les has hablado sobre Sasuke? —le murmuró nervioso al oído.

—No —respondió tan bajo que casi ni él mismo logró escucharse.

 

Naruto afirmó el abrazo.

 

—Por favor, no lo hagas’ttebayo.

 

Fugaku no respondió. Sin embargo, en realidad en ningún momento había tenido intención de hablar sobre la relación que su hijo y Naruto mantuvieron. En primer lugar, porque no sabía cómo reaccionarían los Uzumaki, le preocupaba que pudieran tratar a su hijo con el mismo odio que él trató a Naruto al saberlo. En segundo lugar, no dijo nada porque aquel era un tema íntimo que sólo le concernía hablarlo a Sasuke y a Naruto.

 

El chico rompió el abrazo, tratando de componer una pequeña sonrisa que no terminaba de aparecer.

 

—Te perdono —le dijo.

 

Pero por dentro se sentía un hipócrita. Aunque una pequeña parte de él quería hacerlo, no perdonaba totalmente a Fugaku, sin embargo, se sintió empujado a decir aquello para salvar la situación. No quería que sus padres y los de Sasuke estuvieran peleados, habían sido amigos desde hace mucho.

 

—Naruto —llamó su padre—. ¿Cómo puedes perdonarle? ¿Ya has olvidado lo triste que estabas por su culpa?

 

El nombrado se puso de pie y extendió una mano a Fugaku para ayudarle a incorporarse.

 

—Tú también me despreciaste al principio cuando te confesé mi orientación sexual —le recordó, y a pesar de no haber reproche en su voz, Minato bajó la mirada avergonzado—. Pero él, al igual que tú, se siente arrepentido.

 

A pesar de no poder perdonarle de corazón, quería creer en el arrepentimiento de Fugaku, de otro modo no habría ido allí a contarle todo a sus padres a riesgo de destrozar su amistad.

 

—Los dos sois unos idiotas llenos de prejuicios’ttebane —acusó Kushina con las manos en la cintura, reprendiéndoles con la mirada.

 

Naruto miró a Fugaku y después a sus progenitores.

 

—No quiero que estéis peleados por mi culpa.

—No es tu culpa —replicó Minato—. Es sólo suya. —Señaló a Fugaku con un movimiento de cabeza.

—Sé que es mi culpa, ¡y lo siento!

—Papá, ¿no puedes perdonarle? —insistió—. Deberías entender cómo se sentía Fugaku.

 

Dejó de hablar cuando sintió los brazos de su madre rodearle de forma protectora desde atrás.

 

—No mereces que Naruto te esté defendiendo, pero mira, este chico que despreciaste sólo por su orientación sexual, ahora intercede por ti.

 

Antes de que Fugaku pudiera asumir nuevamente su culpa, Naruto habló:

 

—Sólo quiero que os llevéis bien, sois amigos desde antes de que yo naciera. ¿No podéis simplemente aceptar sus disculpas? —Miró a Minato—. Papá, yo te perdoné cuando rectificaste —le recordó de nuevo, presionándole.

 

El hombre chasqueó la lengua. Naruto tenía razón. Él, siendo su padre, despreció a Naruto. Si lo pensaba, podía entender que Fugaku reaccionara así, su amigo siempre había sido incluso más conservador que él. Pero aun así… descubrir que había tratado mal a Naruto, dolía.

 

—Papá… —insistió.

—¡Ugh! Está bien —cedió a regañadientes—. Puedo perdonarle, pero no quiero verle en una temporada.

—Pero…

—Pienso igual que Minato —secundó Kushina.

 

Naruto miró a Fugaku y se encogió de hombros con resignación. Al menos había logrado que la amistad no quedara totalmente destrozada. Sabía que cuando sus padres estaban de acuerdo en algo, no había nada que se pudiera hacer para que cambiaran de opinión.

 

—Gracias, Naruto —dijo Fugaku. El ver cómo el chico había intercedido por él, le hacía sentir más culpable por la forma en que le trató en el pasado—. Ahora será mejor que me vaya.

—Sí, será lo mejor —rumió Minato.

—Papá —riñó Naruto.

 

Fugaku observó nuevamente al matrimonio Uzumaki, en su mirada se notaba su arrepentimiento.

 

—Realmente lamento lo que hice. —Y sin más se dio la vuelta y caminó a la salida.

—Papá, mamá, tengo que irme’ttebayo, me están esperando —habló un poco impaciente.

 

Fugaku, que logró escuchar aquello antes de cerrar la puerta, decidió abandonar las inmediaciones del hogar de los Uzumaki y detenerse a esperar al chico.

 

—Un momento, alto ahí —habló Minato cuando vio a su hijo caminar hacia las escaleras—. ¿Dónde dijiste que ibas a pasar la noche?

—En casa de Kiba —respondió, sin querer preguntar por qué de repente su padre tenía esa duda.

—¿No te parece que te has arreglado demasiado?

 

Naruto se observó a sí mismo a la par que sus padres lo hacían. ¿Sí se había arreglado demasiado? Su atuendo eran unos simples vaqueros de color gris oscuro que dejaban al descubierto sus tobillos, una camiseta de manga corta de color blanco y, destacando, una delgada chaqueta de entretiempo de color rojo con las mangas dobladas hasta los codos.

 

—¿No me veo bien? —preguntó inseguro. Estaba más acostumbrado al chándal.

—Ese no es el punto —respondió Minato, alzando un dedo—. El punto es si realmente vas a ir con tus amigos o si vas a…

—¡Estás guapísimo! —interrumpió Kushina, yendo a abrazar a su hijo—. Venga, venga, vete. No hagas esperar a tus amigos.

 

Le empujó hacia las escaleras. En los primeros peldaños descansaba la mochila de Naruto. Le animó a tomarla mientras Minato les seguía balbuceando incoherencias, tratando de decir algo que Naruto no sabía si quería escuchar.

 

—Pero… —Trató de decir el hombre.

—¡Pásalo bien, hijo! —interrumpió Kushina, mientras Naruto terminaba de ponerse las zapatillas—. Saluda a tus amigos de mi parte.

—Claro. —Le sonrió, notando que su madre quería protegerle de un nuevo sermón de su padre.

 

Tras dedicarle una mirada de agradecimiento, finalmente salió de casa.

 

—¡Pero Kushina…! —replicó Minato, disgustado cual niño pequeño—. ¿Acaso no te importa si Naruto nos está mintiendo? ¿Y si va a verse con un chico? Sospecho profundamente que nuestro hijo tiene novio.

—¿Acaso tú no mentías a tus padres para verme a mí? Y eras incluso más joven que Naruto.

 

Tocado y hundido, pensó el rubio. Sabía que debía confiar en que Naruto sería responsable, ya tenía veinte, oficialmente era un adulto. Parpadeó cuando sintió una mano de su esposa tocar suavemente su espalda, incitándole a caminar hacia la sala.

 

—Ven, vamos a sentarnos para tranquilizarnos. —Caminó con él. Todavía estaban un poco inquietos por lo ocurrido con Fugaku—. Si Naruto tiene novio o no, ya lo averiguaremos, tarde o temprano lo traerá a casa para que lo conozcamos.

—Y entonces yo…

—Y entonces tú… —interrumpió—. Serás un buen anfitrión y harás sentir cómodo al novio de tu hijo.

‹‹En tus sueños, Kushina››, pensó al instante.

 

En cuanto el mocoso novio de su hijo entrara por la puerta, le enviaría la mirada más fulminante de su repertorio en una silenciosa amenaza de que si jugaba con su hijo o lo lastimaba simplemente un poco, le haría conocer el verdadero dolor. Después lo acribillaría a preguntas, especialmente le interrogaría acerca de las intenciones que tenía con Naruto.

 

Dependiendo de las respuestas, aceptaría al mocoso o no.

 

****

 

Cuando Naruto salió a la calle pensando que por fin su camino hacia Sasuke se había despejado, iba llegando a la casa del matrimonio Uchiha cuando vio a Fugaku. No hacía falta ser muy listo para darse cuenta de que evidentemente el hombre le estaba esperando.

 

Liberando un hondo suspiro, continuó sin detenerse hasta llegar a él.

 

—Naruto, ¿podemos hablar? Sé que tus amigos te están esperando, no te quitaré mucho tiempo.

 

Un sutil escalofrío le subió por la espalda al escuchar esas palabras. Recordó las veces que Fugaku le había propuesto hablar en el pasado, cuando le presionaba para que dejara a Sasuke.

 

—¿E-es algo sobre Sasuke de nuevo? —Se adelantó.

—Sí.

—Nosotros ya no tenemos nada que ver’ttebayo —respondió rápidamente, interrumpiendo cualquier cosa que Fugaku pudiera decir.

 

El hombre alzó las manos al ver al chico alterarse ligeramente, pidiéndole que se calmara. Aquello era una clara prueba de que Naruto no confiaba en él. Pensaba que iba a atacarle como hizo en el pasado.

 

—Tranquilo —pidió—. Aparta cualquier cosa que esté pasando por tu cabeza. Es cierto, quiero hablar de Sasuke, pero no es ni de lejos lo que debes de estar pensando.

 

Aunque lo intentó, Naruto no pudo relajar la ligera tensión en sus hombros.

 

—¿Entonces de qué se trata? —preguntó prudente.

—En realidad quería preguntarte si todavía estás interesado en mi hijo, pero asumo que no vas a querer responderme, y lo entiendo. —Asintió—. Así que, resumiendo: lo que quiero decirte es que, si algún día quieres intentarlo de nuevo con Sasuke, cuentas con mi aprobación.

 

Los ojos azules se abrieron por la sorpresa. De no ser por la seria expresión de Fugaku, pensaría que le estaba gastando una broma de mal gusto.

 

—¿Q-qué…? —balbuceó.

—Lo que escuchas. —Se acercó un paso, descansando una mano sobre un hombro de Naruto—. No sé cómo están ahora las cosas entre tú y mi hijo, pero si algún día el destino os vuelve a juntar, no me opondré —prometió.

 

Naruto negó. No daba crédito a las palabras de Fugaku.

 

—¿Por qué? —Entre todas las dudas que bombardeaban su cabeza, sólo atinó a preguntar eso.

—¿Preguntas por qué? Creo que la respuesta es obvia. Me entrometí, os separé, te desprecié, traté de manipular la vida de mi hijo… Lo que hice estuvo mal, muy mal. Rompí la buena relación que mantenía con mi familia. Fui un idiota.

—Un poco… —murmuró.

—¿Um?

 

El rubio respingó en su lugar.

 

—¡E-estoy muy sorprendido’ttebayo! —exclamó en cambio, azorado.

—Me imagino —respondió—. Pero quiero que entiendas que estoy realmente arrepentido y quiero reparar el daño que hice. —Guardó silencio un momento por si el chico tenía algo que decir, pero éste se limitaba a mirarle con expresión sorprendida—. Te agradezco mucho que hayas intercedido por mí ante tus padres, Naruto. Sé que tu perdón no fue sincero, pude verlo en tus ojos, pero aprecio que hagas el intento de perdonar a alguien como yo.

 

Naruto bajó la mirada con cierta incomodidad, esperando que sus padres no se hubieran dado cuenta de que su perdón no fue totalmente sincero.

 

—Sólo intentaba proteger vuestra amistad.

—Y te lo agradezco, especialmente por Mikoto, ella siempre ha estado muy unida a tu madre.

—Lo sé —susurró.

 

Que sus padres y los de Sasuke siempre se habían estimado, no era nada nuevo.

 

—En fin… —Suspiró Fugaku—. Supongo que no tengo nada más que decir. Este fue mi regalo de cumpleaños para ti: pedirte perdón frente a tus padres, y aceptarte como pareja de mi hijo, si la situación vuelve a surgir, claro.

—Gra-gracias… —pronunció en un balbuceo atropellado debido a la sorpresa.

 

Después, Fugaku se despidió y sin más se marchó, ingresando en su hogar con tranquilidad. En su mente había quedado grabada la mejilla enrojecida del hombre, seguramente debía dolerle.

 

¿Realmente podía confiar en Fugaku ahora? Quería creer en sus palabras.

 

Volviendo en sí, percibió que el día estaba muriendo y se alarmó al pensar que Sasuke probablemente debía estarle esperando desde hace un buen rato.

 

Porque le estaba esperando, ¿verdad?

 

¡No! ¡Fuera miedos de última hora!, se gritó estrellando las palmas de sus manos contra sus mejillas.

 

Se acomodó la mochila y retomó el camino con pasos decididos.

 

****

 

Un corto suspiro abandonó los labios de Sasuke cuando al mirar por la ventana descubrió que el sol emitía sus últimos rayos. Había estado impaciente durante todo el día, incluso algo distraído en el trabajo, debía admitirlo. En todo momento su mente la había ocupado Naruto, preguntándose qué estaría haciendo, si realmente iría a buscarle o si habría cambiado de opinión en el último momento.

 

Pensó que para cuando llegara a su apartamento, Naruto estaría esperándole frente a la puerta. Pero no. El tiempo pasaba y no aparecía.

 

Tuvo tiempo de darse una ducha y ordenar un poco el apartamento, sin embargo, no había querido comer. Debía admitirse que estaba algo nervioso y no le entraba bocado.

 

Naruto le aseguró que el día de su cumpleaños le buscaría. ¿Quizá se había arrepentido?

 

Un pequeño respingo apenas perceptible le sacudió cuando escuchó unos toques en la puerta, y entonces una maraña de nervios se acumuló vertiginosamente en su estómago mientras caminaba hacia allí dispuesto a abrir. A pesar de todo, se empeñó en no dejar ver sus emociones y mostró un porte calmado.

 

Al otro lado de la puerta, lo primero que vio fue la sonrisa de Naruto.

 

—Hola.

—Hola —respondió, satisfecho de que su voz no hubiera dejado ver los nervios que sentía.

 

Apostaba que Naruto debía sentirse igual. Es más, con sólo fijarse un poco en él, era evidente su sonrisa nerviosa y el movimiento inquieto de su mirada. Naruto no sabía disimular, o probablemente no le preocupaba tanto como a él aparentar normalidad.

 

—Ehm… —balbuceó el rubio, pasándose una mano por la nuca—. ¿Puedo pasar?

 

Moría por colgarse de su cuello y besarle allí mismo. Pero se obligó a frenarse por si a algún vecino curioso se le ocurría salir justo en ese momento. Podría verles.

 

La pregunta hizo reaccionar a Sasuke que al instante se hizo a un lado, dándole libre acceso al apartamento.

 

Sonrojado, Naruto ingresó con un par de zancadas, escuchando al instante la puerta cerrarse tras él.

 

—Siento el retraso —comenzó a decir para evitar que se formara un silencio entre ellos—. He tenido un cumpleaños un poco agitado’ttebayo.

 

Sasuke parpadeó al escucharle. Probablemente había estado reunido con sus amigos, pensó.

 

—Eso me recuerda… —dijo más bien para sí, caminando hacia su habitación.

 

El otro permaneció en su lugar, desconcertado, dudando si ir tras Sasuke o mejor esperarle ahí. Los segundos en los que permaneció debatiendo qué sería mejor hacer, Sasuke regresó con un regalo entre sus manos.

 

Sonrió interiormente emocionado. ¡Un regalo!

 

—Realmente no tenía idea de qué comprarte —explicó extendiéndole el presente—. Quizá otro día podríamos salir para comprarte algo que sea de tu agrado —tanteó.

 

Naruto asintió con enérgicos movimientos de cabeza, aceptando la propuesta. No porque quisiera que Sasuke le comprara algo, sino porque quería salir con él. Al rasgar el papel, vio lo que presumiblemente parecía un videojuego.

 

—¿Un videojuego? —expresó en voz alta.

 

Sasuke se encogió de hombros. A Naruto siempre le habían gustado los videojuegos.

 

—El dependiente me dijo que era el más popular ahora mismo.

 

El rubio alzó la cabeza para encararle por un segundo mientras continuaba rasgando el papel.

 

—Jeh… Sasuke, ya no soy un niño —habló sonriendo orgulloso—. Ahora soy oficialmente un adulto y… ¡No puedo creerlo! —exclamó cuando terminó de descubrir el regalo.

—¿Qué? —preguntó al instante. ¿Quizá no le gustaba?

—¡Es el Ultimate Ninja Storm! —Alzó el juego de ninjas sobre su cabeza como si de un trofeo se tratara, con los ojos brillantes de emoción—. No puedo creerlo. Soñaba con tener este videojuego. ¡Voy a ser la envidia de mis amigos!

 

Una de las cejas de Sasuke se alzó mientras se cruzaba de brazos.

 

—¿No que ahora eres un adulto? Quizá debería devolver ese videojuego y comprar algo más acorde para un adulto.

—¡Ni lo sueñes dattebayo! —bramó abrazando el juego contra su pecho con afán protector.

 

Bien, quizá era un adulto ahora, pero su amor por el fútbol y los videojuegos era el mismo que cuando tenía diecisiete años. El juego entre sus brazos era altamente demandado, era un milagro que Sasuke hubiera alcanzado a comprar uno, por no mencionar su elevado precio.

 

Desconfiado, se desprendió de la mochila y guardó el juego en su interior, lejos del alcance de Sasuke. A pesar de ello, después sonrió.

 

—¡Muchas gracias! No esperaba un regalo como este.

—¿Y qué regalo esperabas exactamente?

 

Naruto clavó sus ojos azules en los contrarios durante unos segundos. Después de pensarlo, dejó la mochila sobre el sofá y se atrevió a agacharse, recogiendo del suelo un lazo rojo que reposaba junto los pedazos de papel de regalo. Tras incorporarse, pasó el lazo por el cuello de Sasuke, anudándolo suavemente.

 

Se alejó un paso, contemplándole con una mirada de aprobación.

 

—No es una sorpresa para ti si te digo que tú eres el regalo que he esperado.

 

Sasuke no pudo evitar sentirse pequeño al ver el anhelo en los ojos contrarios. Por supuesto no era nada nuevo para él escuchar eso. Sin embargo, llegado el momento se sentía más nervioso de lo que había imaginado. Desde que vio a Naruto la última vez, en la boda de Itachi, se había estado informando sobre relaciones homosexuales. No se perdonaría hacer el ridículo o lastimar a Naruto de alguna forma por su inexperiencia en ese campo.

 

—No es una sorpresa —repitió, mostrando un sosiego que en absoluto sentía—. Y ya que eres un adulto, supongo que puedes obtener el regalo que tanto has esperado.

 

Una sonrisa bobalicona curvó las comisuras de Naruto, pero segundos después, cuando procesó a fondo lo escuchado, abrió los ojos de par en par y dejó escapar una exclamación de sorpresa.

 

¿En serio Sasuke…? Casi quería llorar de la emoción.

 

—¿Ha-hablas en serio’ttebayo?

 

No necesitó más que ver a Sasuke asentir una vez para romper la distancia y rodearle entre sus brazos, uniendo sus labios en un beso casi efímero. Rompió el contacto, sintiendo los labios hormiguear suavemente, y no tardó en iniciar un nuevo beso. Repartió pequeños besos sobre los labios de Sasuke, haciendo reaccionar a éste que no tardó en corresponder el abrazo, devolviendo cada uno de aquellos impacientes besos.

 

Naruto parecía querer darle en un minuto los besos que no había podido darle en meses.

 

Sus manos abandonaron la espalda baja del rubio para ascender hasta las mejillas, tomando suavemente el rostro entre sus manos para alejarle apenas unos centímetros y mirarle a los ojos.

 

—Tranquilo, estoy aquí. No te detendré esta vez, no habrá excusas ni mentiras.

 

Un pequeño rubor apareció en las mejillas de Naruto a la par que sonreía ligeramente, avergonzado.

 

—Lo siento, estoy un poco nervioso y emocionado —confesó.

 

Tanto tiempo siendo una hormona con patas, y ahora estaba ahí, con las piernas temblándole como gelatina y la emoción bullendo en su interior con tal intensidad, que no sabía ni por dónde empezar.

 

Agradeció en silencio la suave caricia que Sasuke brindó en sus alborotados mechones. Después la mano descendió hasta posarse otra vez sobre una de las mejillas, confortándole.

 

—Es normal estarlo, no te inquietes. —Una de sus comisuras se curvó en una sonrisilla burlona—. Sólo deja salir a esa hormona con patas que hay dentro de ti.

—¡Teme! —protestó, aumentando el sonrojo en sus mejillas.

 

A pesar de la protesta, ambos rieron ligeramente antes de que Sasuke se acercara lentamente para besarle. Sus labios se encontraron en una suave caricia que se prolongó durante un momento, aumentando de intensidad paulatinamente. Con cada nuevo roce buscaban más cercanía, mayor contacto, más profundidad.

 

Un pequeño jadeo se ahogó en la garganta de Naruto. Le parecía un sueño volver a probar aquellos labios después de tanto tiempo. Sin perder tiempo, sus manos viajaron hasta los primeros botones de la camisa de Sasuke, comenzando a desabotonarla con un poco de torpeza. Las manos le temblaban. Una vez logrado su objetivo, deslizó las palmas sobre los pectorales, el estómago y los costados una y otra vez, tomándose su tiempo para deleitarse con cada centímetro de piel.

 

Finalizó el beso cuando Sasuke deslizó la chaqueta sobre sus hombros, y él sin dudar se movió para facilitarle que le desprendiera de la prenda. Apenas se habían besado y él ya empezaba a sentirse acalorado por la emoción. Vio a Sasuke lanzar la chaqueta sobre el sofá, apenas a dos pasos de ellos. De inmediato, se retiró la camiseta y la lanzó sin preocuparle dónde caía. Sasuke sonrió ligeramente, notando su impaciencia, y se quitó la camisa. Como si fuera una competición por ver quién se deshacía antes de las prendas restantes, continuaron desnudándose mutuamente mientras entre beso y beso se estudiaban con la mirada sin disimulo alguno, brindándose caricias cada vez más atrevidas.

 

Naruto era consciente de que su cuerpo había cambiado desde la última vez que estuvieron juntos. Había ganado algunos centímetros, y como no dejaba de ejercitarse, su cuerpo era algo más fibroso que el de aquel Naruto de diecisiete años. Percibía los ojos negros recorrer cada parte de él mientras las manos del mayor descansaban sobre sus caderas, a la altura del elástico de la ropa interior. Como tenía altas sospechas de que la ocasión podría ser especial, había decidido dejar de lado la holgada ropa interior con peculiares estampados y colores chillones que solía vestir y había optado por uno de color negro que se ciñera a su cuerpo.

 

Por su parte, Sasuke esperaba que a Naruto le gustase lo que veía. Era consciente de que descuidó bastante su condición física después de que su relación se rompió. Pero desde que habló con Naruto en casa de sus padres, se prometió retomar el ejercicio. En parte porque era lo mejor para su salud, pero el motivo más importante era que quería verse bien para ese usuratonkachi. Había puesto especial énfasis a su rutina de ejercicios en los últimos tres meses. No buscaba alcanzar un cuerpo excesivamente musculoso, de hecho sólo algunos músculos estaban ligeramente marcados.

 

A juzgar por la forma en que los ojos azules no dejaban de recorrerle, quería pensar que sí, le gustaba lo que veía.

 

Una pequeña sonrisa pretenciosa curvó sus labios, sus dedos estaban ocupados jugueteando con el borde de la ropa interior de su compañero, amenazando con bajarla pero sin llegar a hacerlo.

 

—¿Te gusta lo que ves, dobe?

—Sabes que sí —masculló con franqueza, a pesar de saber que su respuesta sólo le inflaría el ego.

 

Pero era imposible negar lo evidente. No pasaba desapercibido para él que Sasuke había estado ejercitándose, y si la primera vez que le vio desnudo quedó fascinado con su físico, ahora no era la excepción.

 

Acercó sus cuerpos hasta que sus pieles se acariciaron. Sus labios dejaron besos sobre la blanca piel del cuello, bordeando el lazo rojo, mientras sus manos tiraron del elástico de la ropa interior de Sasuke, dejando que la prenda se deslizara por sus piernas. Continuó repartiendo besos, descendiendo hasta la clavícula, y entonces sin poder evitarlo se detuvo por un momento para brindarle una mirada poco disimulada a la entrepierna.

 

Un intenso rubor apareció en sus mejillas. ¿En serio había llegado el momento de la verdad? Le estaba costando horrores mostrarse tan osado como en el pasado, los nervios y el temor de hacer el ridículo se lo comían por dentro.

 

No podía negarse que se sentía más seguro de sí mismo cuando vivía creyendo que Sasuke era tan virgen como él. Pero ahora sabía que no era así, él ya había tenido otras experiencias y el sólo pensar que Sasuke podría compararle, le inquietaba.

 

¿Y si lo hacía mal?, ¿y si no estaba a la altura?

 

Respingó y su cuerpo se tensó cuando sin esperarlo, las manos de Sasuke se aferraron a sus glúteos para alzarle del suelo. Al instante se aferró a él con manos y piernas, dándose cuenta de que se estaban encaminando al dormitorio. Un nuevo rubor se apoderó de su rostro, y juraría que el calor se había extendido incluso al resto de su cuerpo.

 

—¿Por qué tan quieto de repente? —Por un momento Naruto le había estado besando en la clavícula y después se había detenido, aunque sin alejarse—. ¿En qué piensas?

 

Naruto cerró los ojos por un instante cuando Sasuke le acomodó con cuidado sobre la cama.

 

—En nada —mintió con descaro.

 

Reaccionó justo a tiempo para alzar las caderas cuando Sasuke hincó una rodilla en la cama y tomó el borde de su ropa interior, facilitándole la tarea de quitarle la prenda. Le sorprendió que lo hiciera sin titubear.

 

Después odió la sensación de sentirse pequeño cuando Sasuke se posicionó sobre él, mostrándose tan confiado en sí mismo; aunque por otro lado amó el suave roce de sus pieles desnudas.

 

—¿En nada? —reiteró, acariciando sus labios en un efímero beso.

 

Sabía que mentía. Naruto era como un libro abierto, sus ojos dejaban ver el deseo y miedo que sentía.

 

—En nada —insistió, tratando de sonar más convincente esta vez.

 

Antes de poder recibir una respuesta, les hizo invertir posiciones en la cama, quedando él arriba. Con una sonrisa triunfante, se acomodó en los muslos de Sasuke.

 

—Para bien o para mal, eres demasiado expresivo —explicó, sin molestarle tener a Naruto sobre él. Así podía deleitarse observando cómodamente cada detalle de su cuerpo—. Puedo ver el miedo y la preocupación en tus ojos.

 

Naruto respingó, y no fue por la mano que comenzaba a acariciar su muslo derecho, si no por haber sido descubierto. Está bien, debía ser sincero.

 

—Es que… ¿y si lo hago mal?, ¿y si no soy lo que esperas’ttebayo? —exteriorizó su preocupación.

 

A Sasuke no le sorprendieron aquellas cuestiones, y eso se dejó ver en su expresión.

 

—No esperes que todo sea perfecto la primera vez, dobe.

—Pero tú ya has… —Comenzó a decir, inseguro—. Antes…

 

A pesar de las frases incompletas, entendió lo que Naruto trató de decirle.

 

—Nunca he estado con un hombre, así que es mi primera vez también.

 

Naruto frunció los labios en un sutil mohín infantil. Por mucho que Sasuke dijera eso, él ya tenía una noción sobre el sexo. No era lo mismo.

 

Sofocó una exclamación de sorpresa cuando sintió un tirón y de nuevo se vio debajo de Sasuke.

 

—Teme —protestó en voz baja.

—Silencio —demandó posando un dedo sobre los labios contrarios—. No pienses más, sólo siente.

 

Entendía que Naruto estuviera inquieto, era normal. Probablemente pensaba que le compararía con sus experiencias anteriores. Quería que dejara de estar preocupado sobre si no era lo que esperaba. Por supuesto Naruto era todo lo que esperaba. Le daba igual que sus movimientos fueran temblorosos y a veces dejaran ver su inexperiencia. Además, el hecho de saber que sería el primero le emocionaba de cierta forma. Por supuesto no se conformaría con ser el primero, trataría de ser también el último.

 

En su mano estaba hacer que esa mentecilla inquieta se quedara en blanco.

 

Sus labios trazaron un lento camino de besos descendentes, iniciando en el cuello y llegando al hombro. Mientras, su mano se había movido sin preámbulos al bajo vientre, acariciando hasta llegar al pene, brindando caricias poco tímidas.

 

Había estado mucho tiempo conteniéndose, y ahora nada le detenía de hacer lo que siempre había deseado. La odiosa barrera que suponía la edad de Naruto, había desaparecido. Ahora podría vengarse una y otra vez de todas aquellas veces en las que Naruto trató de ir más allá y él se vio obligado a decir “no”. Serían unas venganzas muy placenteras.

 

Aunque a juzgar por el nerviosismo de Naruto, ¿quizá debería ir más despacio? Por otro lado, le divertía ver a quien siempre fue una hormona con patas envuelto en la incertidumbre, y en ese momento, temblando bajo él gracias a sus caricias. Eso le motivaba a continuar.

 

—¿Dónde ha quedado la hormona con patas que siempre me tentaba para ir más allá? —susurró con mofa contra el hombro del chico, lamiendo la suave piel.

 

Naruto se removió un poco en modo de protesta.

 

—¡Muy gracioso, teme! —Un pequeño jadeo se le escapó en aquella réplica.

 

De acuerdo, nada estaba saliendo según lo planeó. Cada vez que había buscado información en internet, en su mente siempre se había imaginado tomando las riendas de la situación y que todo sería tan perfecto cual película adolescente, pero siempre que llegaban un poco lejos, terminaba siendo arrollado por los nervios y la inseguridad.

 

Era algo frustrante.

 

Y esta vez era peor porque había estado bastante tiempo alejado de Sasuke, sin contacto físico, así que el nerviosismo era mayor.

 

Se ordenó a sí mismo dejar de estar quieto como un tonto y se decidió a responder de igual forma lo que el otro le hacía, comenzando a masajearle los testículos con más vergüenza de la que le gustaría sentir. Percibió a Sasuke moverse sobre su cuerpo, pero no prestó atención y prefirió centrarse en tratar que su mano dejara de delatar su nerviosismo con pequeños temblores.

 

Reaccionó y se detuvo al escuchar el característico sonido de un tapón siendo abierto. Las caricias habían cesado sobre su cuerpo. Al mirar, reconoció un bote de lubricante en la mano de Sasuke que apretaba para dejar caer una pequeña cantidad en la palma de la otra.

 

—Con esto será más fácil —explicó al ver los ojos azules fijos en él.

 

Naruto asintió con un movimiento mecánico, como si entendiera a la perfección y estuviera de acuerdo con aquello. Recordaba haber leído en internet acerca de la importancia del uso del lubricante, y también, sobre lo primordial que era ir despacio, especialmente la primera vez, para que fuera menos doloroso y más placentero.

 

—Naruto. —El llamado le regresó a la realidad—. ¿Te sientes bien con esto? ¿Quieres continuar?

 

Casi de un salto, el rubio se incorporó lo suficiente como para sostener su peso sobre sus codos.

 

—¡S-sí! ¡Por supuesto! —A pesar de que los nervios le hicieron balbucear, se percibía la emoción en su voz.

 

Ahora fue Sasuke quien asintió. Teniendo en cuenta lo nervioso que estaba Naruto, existía la posibilidad de que quisiera echarse atrás, y él no quería presionarle de ninguna forma.

 

—En ese caso, intenta relajarte.

 

Sin esperar respuesta, se posicionó mejor y se inclinó entre las piernas de Naruto, depositando pequeños besos sobre el bajo vientre y la ingle mientras sus dedos lubricados se abrían paso entre los glúteos, acariciando superficialmente. Percibió a Naruto contraerse en los primeros toques, nervioso. Pero no trató de ir más allá por el momento, sólo se mantuvo acariciando y tocando de forma sutil para que el otro se acostumbrara a la sensación.

 

Alzó un poco la cabeza para mirarle, encontrándole aferrado a la almohada con ambas manos, muy sonrojado y expectante.

 

—Relájate —reiteró, tratando de transmitirle serenidad.

 

En respuesta Naruto flexionó las piernas y las separo más para él, cosa que agradeció en silencio. Sus dedos tenían más libertad de movimiento ahora. Con su mano libre tomó la base del pene, acariciándolo; el dobe estaba tan nervioso que le costaba excitarse.

 

Volvió a inclinarse y repartió lamidas sobre el glande, atrapándolo por momentos entre sus labios en una suave caricia. Conforme su mano se mecía en un suave vaivén, podía percibir como el cuerpo bajo él comenzaba a dejar la tensión a un lado, dando paso a la excitación. Supo que no lo estaba haciendo mal cuando la boca de Naruto empezó a emitir jadeos y ruidillos ahogados que delataban lo bien que se empezaba a sentir.

 

Entonces se decidió a empujar un dedo a la vez que tomaba en su boca la erección que masajeaba, recibiendo como recompensa un gemido más sonoro que los anteriores y una involuntaria sacudida de cadera del chico.

 

Se tomó su tiempo para dilatarle mientras le distraía de una posible sensación de malestar empleando su boca y su mano libre. Momentos después, tres dedos lubricados entraban y salían repetidamente, moviéndose con mayor facilidad cuando Naruto se entregó al placer que aumentaba en su interior.

 

—¿Te gusta? —susurró Sasuke, alejándose un poco mientras se pasaba la lengua por el labio inferior, deleitándose con la visión bajo él.

 

La erección de Naruto, bastante despierta y goteando, era una clara respuesta a su pregunta.

 

—Ahora sí —respondió en un jadeo, sofocado.

 

Al principio la sensación de tener un dedo dentro había sido incómoda y no sabía decir si le había gustado o no, pero ahora indudablemente le encantaba lo que su cuerpo estaba sintiendo.

 

Estaba tan perdido en las nuevas sensaciones, que no había notado que había desatendido a Sasuke. Sólo se limitaba a escuchar la vocecita en su cabeza que le susurraba que todo aquello se sentía muy bien, que estaba cerca del orgasmo y que quería más.

 

—¿Quieres continuar?

—¡Sí! —exclamó al instante.

 

Una risita socarrona escapó de los labios de Sasuke, pero el otro estaba tan perdido en su placer que ni lo notó. Empujó sus dedos más profundamente y se inclinó, atrapando entre sus labios uno de los sonrosados pezones, succionando. Las manos de Naruto se aferraron ansiosas a los oscuros mechones de su nuca y le sintió estremecerse bajo él, gimiendo nuevamente.

 

Todo su cuerpo vibraba de gozo al ver el estado en el que había conseguido poner a Naruto: caliente y derretido de placer bajo su cuerpo. Siendo sincero consigo mismo, por un momento pensó que no llegarían demasiado lejos en aquella ocasión estando el rubio tan nervioso. También le había preocupado hacerlo mal, que Naruto no se sintiera bien y le pidiera detenerse.

 

Por ahora no lo estaba haciendo mal. Por ahora.

 

Ascendió hasta la boca entreabierta del rubio, besándole con urgencia. Ansiaba ir más allá, enterrarse en el cuerpo que se estremecía bajo él. A pesar de que su entrepierna apenas había recibido atención, estaba algo despierta. La simple visión de Naruto, desnudo y excitado, ansiando más de él… le encendía.

 

Cuando los gemidos ahogados de Naruto aumentaron de intensidad y lo sintió tironear inquieto de los mechones de su nuca, dio por finalizado el beso y despacio retiró los dedos. A pesar del placer que nublaba los ojos azules, percibió la expresión de ligera frustración en Naruto por haber interrumpido su escalada hacia el orgasmo.

 

—Sasuke… —protestó.

—No seas impaciente, usuratonkachi —rebatió con aparente calma. No pensaba permitir que terminara todavía—. Yo también necesito algo de atención.

 

El comentario hizo a Naruto salir de su burbuja de placer, donde sólo pensaba en sí mismo y en obtener más. Parpadeó avergonzado al darse cuenta de que se había limitado a permanecer recostado, recibiendo todo lo que Sasuke quería darle. ¡Se suponía que su primera vez no iba a ser así! Siempre había fantaseado con que sería un amante bastante activo, que aunque ansiara tener a Sasuke entre sus piernas, él también podría tomar las riendas de la situación.

 

Seguro Sasuke pensaba que estaba siendo un amante lamentable.

 

—¡Lo siento! —exclamó azorado, incorporándose sobre sus codos.

 

Y antes de que Sasuke tuviera oportunidad de decir algo, se aferró a él y les hizo girar en la cama, posicionándose arriba dispuesto a devolverle el placer que le había hecho sentir.

 

Con decisión posó una mano sobre la cadera del mayor y con la otra tomó la base del pene, masajeando con movimientos lentos pero firmes. Escuchó a Sasuke balbucear su nombre, sorprendido por su arrebato. Sin más, se inclinó y pasó la lengua por los testículos y después el glande, percibiendo el sutil espasmo que sacudió al otro.

 

Sonrió interiormente. Le demostraría a Sasuke que podía ser un buen amante.

 

Cuando más tarde una mano de Sasuke se aferró a algunos de sus rubios mechones con impaciencia mal disimulada, dejó de repartir lamidas y se limitó a hacer lo que el otro le pedía sin palabras: metió cuanto pudo en su boca, moviéndose despacio arriba y abajo. El gemido que recibió en respuesta fue motivador, sonó como música para sus oídos.

 

Un gruñido de satisfacción se ahogó en la garganta del pelinegro, disfrutando la atención que le brindaba aquella boca decidida pero con experiencia casi nula. A duras penas contenía el deseo de empujar la cabeza de Naruto para que introdujera un poco más en su boca, pero aun perdiéndose en la niebla del placer, se dijo a sí mismo que no debía presionarle y que lo mejor era dejarle ir a su ritmo.

 

Lo importante era que ambos se sintieran cómodos.

 

Poco después, se incorporó sobre un codo para ver mejor a Naruto. De pronto le escuchaba emitir jadeos ahogados, así que sintió curiosidad. Le descubrió masturbándose mientras le atendía con su boca. El sonrojo en sus mejillas aumentó ligeramente ante aquella visión. Al parecer Naruto había conseguido dejar por fin el miedo y los nervios a un lado, eso era bueno.

 

Cuando le supo lo suficientemente excitado, Naruto se alejó con una sonrisilla maliciosa adornando sus enrojecidos labios. Se pasó el dorso de la mano por una de las comisuras para retirar un pequeño rastro de saliva, sintiéndose satisfecho por haber sido él quien ahora dejaba a Sasuke con ganas de más.

 

Normalmente no era rencoroso, pero la venganza ahora se sentía muy dulce, especialmente cuando vio el ceño ligeramente fruncido con el que Sasuke le miró por un instante.

 

—¿Qué? —preguntó con falsa inocencia, sin dejar de sonreír.

 

Pero Sasuke no respondió. Se limitó a tomar a Naruto del brazo y tirar un poco para que se recostara sobre él. Satisfecho con su pequeña venganza, el rubio se acomodó mientras veía al otro estirar un brazo hacia la mesa de noche, hurgando un momento hasta sacar algo en lo que en un primer momento no se fijó hasta que reconoció que se trataba de un preservativo.

 

—¿Quieres continuar? —preguntó Sasuke una vez más, enfocando los ojos azules.

 

Entonces Naruto se dio cuenta de la constante preocupación de Sasuke y no pudo evitar sentirse valioso y querido, con un calorcito llenando su pecho. Le acarició una mejilla y unió sus frentes por un momento.

 

—Iré contigo hasta el final’ttebayo. —Rozó sus labios en una suave caricia y la determinación en su voz flaqueó ligeramente—. Sólo… no seas brusco.

—No lo seré —prometió, y ahora fue él quien propició una nueva caricia entre sus labios. No quería que Naruto quedara con el recuerdo de una primera vez desagradable. Ya habría oportunidad de dejar ir la pasión en encuentros futuros—. Confía en mí.

 

Confiando, Naruto asintió y se movió, sentándose sobre los muslos de Sasuke mientras éste rasgaba el sobrecito del condón. Quiso decirle que le dejara ponérselo, pero presentía que su pulso temblaría lo suficiente como para sacarle una sonrisa burlona a Sasuke y no quiso arriesgarse. Quizá para la próxima vez, pensó sonrojándose hasta las orejas.

 

—¿Cómo me pongo? —Se atrevió a preguntar una vez que Sasuke se colocó la protección, untando después un poco de lubricante en la punta de su erección.

—Lo haremos así para que tú puedas marcar el ritmo —respondió—. Ven.

 

Naruto asintió y permitió que Sasuke le ayudara a posicionarse un poco alzado sobre su pelvis. Los nervios regresaron como una explosión cuando una mano de Sasuke se aferró a uno de sus glúteos y le incitó a descender un poco, comenzando a abrirse paso en su interior. Emitió un ruidillo de protesta y se detuvo cuando apenas el glande estuvo dentro, intentando acostumbrarse a la sensación otra vez. Sintió las manos de Sasuke aferrarse a sus caderas con premura y le escuchó resoplar. Estaba tan perdido en sus propias sensaciones que en ese momento no entendió que estaba aguantándose las ganas de tirar de él hacia abajo.

 

Respiró hondo y continuó descendiendo. Ascendió ligeramente y después bajó un poco más, haciendo jadear a Sasuke. Pudo apreciar la tensión en cada músculo del cuerpo bajo él, la forma en que los dedos se atenazaban a sus caderas, el llamativo rubor en el blanco rostro, y destacando, el lazo rojo todavía anudado alrededor del cuello. Guardaría esa excitante visión en su memoria para siempre.

 

Aunque su cuerpo se estaba debatiendo entre la incomodidad y el placer, no podía dejar de pensar que aquel estaba siendo el mejor regalo de cumpleaños de toda su vida.

 

Sasuke resopló y ahogó un gemido cuando se supo finalmente dentro de Naruto. Estaba tan apretado que a duras penas podía contener las ganas de empezar a moverse, no podía evitar que su cadera le traicionara dando sutiles movimientos ascendentes. Alejó una mano, comprobando que sus dedos habían quedado marcados en la bronceada piel, y acarició uno de los muslos del chico tratando de confortarle más que excitarle.

 

—¿Estás bien?

 

Naruto sonrió ligeramente y asintió.

 

—Teme, deja de preocuparte. —Se movió apenas un poco, lo suficiente para deslizar una mano por el sonrojado rostro de Sasuke—. Si no me gustara esto, te habría detenido.

 

A pesar de todo a Sasuke no podía evitar preocuparle lastimarle. Tal vez se estaba preocupando en exceso.

 

—Está bien —dijo finalmente, rogando en su interior que Naruto empezara a moverse. Su respiración se estaba volviendo pesada por la necesidad.

 

Como leyendo su deseo, Naruto posó las manos en el colchón, tratando de buscar una postura cómoda.

 

—Voy a moverme’ttebayo —murmuró apenas audible, un poco avergonzado.

 

Se alzó un poco y descendió sin más preámbulos, al inicio propiciando cortas y lentas embestidas, tanteando cómo se sentía su cuerpo al recibirlas. Buscó la mirada de Sasuke, notando que éste parecía devorarle con los ojos y que por momentos prestaba especial atención al lugar donde sus cuerpos se unían. Aquello le avergonzó terriblemente, pero no dejó de moverse a pesar de ello. Estar arriba le había sentir demasiado expuesto a la vista de Sasuke, pero a la vez le estaba agradando la sensación de tener el control, poder manejar la intensidad y el ritmo. Guió una mano a su olvidada erección, masajeando al compás con el que se mecía sobre Sasuke. Gimió. Aquello empezaba a sentirse bien.

 

Por momentos las caderas de Sasuke se unían al compás, ascendiendo enérgicamente cuando él descendía, entrando profundamente, haciendo estremecer y gemir a ambos.

 

—Sasuke… —pronunció en un gemido, desinhibido por el calor que amenazaba con derretirle hasta los huesos.

 

Arqueó la espalda cuando una corriente placentera le azotó como un latigazo, pronunciando una vez más el nombre de su amante en un gemido más audible que el anterior. Empezaba a sentirse bastante bien. Demasiado. Y eso le animaba a moverse con más ímpetu, ansiando más.

 

Al ver que Naruto quería aumentar la intensidad, Sasuke estuvo muy dispuesto a ayudarle. Reemplazó la mano del chico, siendo ahora él quien le masturbaba, dándole a éste oportunidad de volver a sostenerse en el colchón y moverse con mayor libertad. Su mano libre masajeó por un momento uno de los redondeados glúteos y después volvió a aferrarse a la cintura en un intento de facilitarle cada ascenso y atraerle con necesidad en cada descenso.

 

La habitación se llenó de constantes gemidos y jadeos. Las preocupaciones habían desaparecido en ambos chicos, lo único que ocupaba sus mentes era el deseo y sus ganas de obtener más de su amante.

 

Aunque trató de contenerse, Naruto no tardó mucho más en alcanzar el clímax, manchando al otro con su orgasmo. El placer tan intenso le mareó unos segundos en los que sus fuerzas flaquearon y cayó sobre Sasuke. Las manos del mayor se aferraron a sus glúteos y sacudió las caderas con energía, sin frenar la intensidad en absoluto cuando él también se sintió llegar poco después. A Sasuke le aturdió la intensidad con la que el orgasmo le arrolló. En sus anteriores experiencias sexuales, jamás se había sentido tan satisfecho como ahora. Incluso a pesar de que en sus experiencias previas no se había contenido, y sin embargo con Naruto al principio todo había sido bastante suave.

 

Estrechó al rubio contra él, sintiendo el cuerpo pesado. Ambos trataban de regular su agitada respiración. La de Naruto golpeaba contra su cuello, provocándole cosquillas agradables que paulatinamente la ayudaron a relajarse. Parpadeó cuando Naruto alzó el rostro y se encontró con los ojos azules, brillaban de felicidad aunque a la vez reflejaban cierto cansancio.

 

—Esto parece un sueño —balbuceó. Un pequeño rubor todavía adornaba sus mejillas.

 

Con calma, Sasuke alzó una mano y la deslizó por el rostro del otro, recogiendo una pequeña gota de sudor en la sien. Después, movió un poco a Naruto para poder abandonar su cuerpo y retirarse el preservativo. No pasó ni un segundo para que Naruto volviera a acomodarse sobre él, a pesar de estar un poco sudorosos y pegajosos.

 

—¿He estado bien? —preguntó con interés de inmediato.

—Tonto, deja de pensar en eso. —Suspiró Sasuke, sosegado—. Ambos lo hemos disfrutado, ¿no es así?

—Yo sí. Mucho —respondió sin vacilar, esbozando una sonrisa—. De haber sabido que se sentiría tan bien, no habría estado tan nervioso y preocupado dattebayo. Aunque admito que al principio sí fue incómodo, incluso dolió un poco.

 

La otra mano de Sasuke se movió y acarició uno de los glúteos del chico, confortándole.

 

—Es normal. —El alivio le invadió al escucharle decir que lo había disfrutado.

—La próxima vez lo haré mejor —prometió.

 

Sasuke entendía que Naruto estuviera preocupado por no haber estado a la altura, él también tuvo la misma preocupación su primera vez.

 

—No tienes que forzarte a nada. Sólo sé tú mismo, es lo único que quiero.

 

Como respuesta recibió una amplia sonrisa que resultó ser contagiosa, ya que sus comisuras se alzaron sin pretenderlo. No podía negarlo, estaba tan feliz como ese tonto.

 

Los labios de Naruto se posaron sobre los suyos, acariciándole despacio incluso después de profundizar el contacto. Disfrutaron de una tanda de besos sosegados, transmitiendo los sentimientos que habían reprimido tanto tiempo.

 

—Te extrañé tanto… —susurró contra los labios del mayor, alejándose lo suficiente para poder verle a los ojos. Incluso sin plasmarlo con palabras, sus ojos azules dejaban ver todo el amor que sentía por el hombre bajo él—. No volveré a dejarte ir, lo prometo. —Sasuke no pudo evitar sonreír ligeramente, convencido de que Naruto cumpliría su promesa—. Serás mi novio para siempre dattebayo.

—¿Novio? —Arqueó una ceja con sorna—. No recuerdo haber aceptado ser tu novio.

 

Un puño de Naruto se estrelló con fingida fuerza contra un hombro del mayor, inflando una mejilla en actitud infantil.

 

—¡Teme! —protestó—. Quieres escucharme pedírtelo, ¿no es así? —adivinó.

 

Una sonrisilla maliciosa curvó las comisuras de Sasuke. Anteriormente fue él quien “propuso” a Naruto ser su novio tras buscarle en varias ocasiones, aunque más bien lo dio por sentado y le costó lo suyo que el chico aceptara sus sentimientos porque desconfiaba de él. Ahora quería que fuera Naruto quien lo propusiera.

 

—Tal vez…

 

Naruto suspiró y finalmente sonrió. Cómo le gustaba a ese teme que alimentaran su ego, pensó.

 

—Bien —aceptó. Tampoco es como si le resultara muy complicado decir lo que sentía—. ¿Cómo empezar? Bueno… —Se rascó una mejilla, pensativo, y después se acomodó mejor sobre Sasuke—. ¿Sabes? Desde la primera vez que te vi te he admirado, me fascinaste, después me gustaste, y ahora estoy perdidamente enamorado de ti. —Contuvo una sonrisa triunfal al ver aparecer un sutil rubor en las mejilla del otro. Sabía que su franqueza siempre perturbaba a Sasuke en mayor o menor medida, y en parte por eso disfrutaba soltándole todo tal cual lo sentía, sin filtros—. ¿Aceptarías ser mi novio? Prometo hacerte feliz.

 

Se llevó una mano a la boca para ocultar la sonrisa que ya no podía disimular al ver lo afectado que había quedado Sasuke, quien sólo atinaba a desviar la mirada y se esforzaba en colocarse su máscara de rostro sereno.

 

—Hn, claro… Supongo —dijo finalmente.

 

No esperaba que Naruto fuera tan explícito. Pensó que sólo se lo preguntaría y ya. Y ahora no sabía cómo disimular el agitado palpitar de su corazón.

 

Esta vez Naruto no pudo aguantar una pequeña risa. En absoluto le molestó la respuesta.

 

—¿Supones? —respondió divertido. Después se obligó a componer una seria expresión y alzó un dedo, negando—. No, no… esto no funciona así’ttebayo. Tú debes responder algo como: ¡Oh! Me siento halagado. Sería un honor para mí ser el novio del gran, inteligente y guapísimo Uzumaki Naruto-sama. Yo también te amo muchísimo.

 

La mano de Sasuke se alzó de inmediato y pellizcó una mejilla del otro.

 

—Usuratonkachi —dijo sin más—. Tu ego no cabe en esta habitación.

 

Naruto rió y se acarició la mejilla.

 

—Aunque tienes razón en lo último que has dicho —añadió en un susurro, sin estar seguro de si quería ser escuchado o no.

 

Entonces Naruto se preguntó qué era lo último que había dicho, y al recordarlo, se detuvo en seco y ahora fueron sus mejillas las que enrojecieron.

 

—¿Qué? —Atinó a decir.

—Ahora somos novios —dijo en cambio, sin querer repetirlo por la vergüenza.

 

Una gran sonrisa curvó los labios de Naruto, emocionado. Pero no quiso insistir para no incomodar más a Sasuke.

 

—Feliz cumpleaños, Naruto.

 

Definitivamente, era el día más feliz de su vida.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

¡Feliz cumpleaños, Sasuke y Charasuke! –lanza confeti- Es una ironía que siendo el cumpleaños de Sasuke, el capítulo trate sobre el cumpleaños de Naruto XD

 

Lo siento, pero no he podido resistirme a retrasar la actualización una semana para hacerla coincidir con el cumpleaños de Sasuke, quería regalarle algo :D Pero el capítulo es más largo como compensación.

 

Tal día como hoy empezó a publicarse este fic. “Diez años” cumple cuatro años. Su último cumpleaños.

 

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


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