Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Diez años por Takaita Hiwatari

[Reviews - 894]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Diez años:

Takaita Hiwatari

Capítulo 54: “Papeles invertidos”:

 

Un pequeño gruñido perezoso abandonó los labios de Naruto cuando entre sueños escuchó el molesto sonido de una alarma. Por suerte sólo duró unos segundos. Después se abrazó a la almohada, dispuesto a continuar durmiendo. Se sentía agotado, no deseaba ir a la universidad, quería estar un rato más en la cama.

 

Unos suaves besos fueron dejados en su omóplato izquierdo mientras una mano atrevida deslizándose por el contorno de su cadera le hizo salir casi por completo del sopor.

 

—Naruto, despierta.

 

El susurro golpeó contra su cuello, estremeciéndole de forma agradable y arrancándole una risilla bobalicona cuando más besos fueron dejados en su cuello. Daría lo que fuera por despertar así cada día.

 

Entreabrió los ojos, tomándole unos segundos ubicarse. Entonces, como un flash recordó todo lo ocurrido el día anterior y abrió los ojos de par en par por la impresión. Ya recordaba dónde se encontraba, y por qué.

 

Ayer Sasuke y él habían… ¡Lo habían hecho!

 

El cálido cuerpo desnudo a su espalda, las caricias en su cadera y los besos en su cuello se lo confirmaban.

 

En un impulso se sentó en la cama, y la molestia en su parte baja reafirmó su anterior pensamiento.

 

—Ugh… —musitó.

—¿Estás bien? —Se preocupó Sasuke, sentándose también.

—Estoy bien dattebayo, es sólo que… mi cadera está un poco resentida. Nada que una ducha no arregle. —Le restó importancia.

 

Sonrió al ver todavía el moño rojo anudado en el cuello de Sasuke, hecho un desastre. Tomó un extremo y tiró, quitándoselo finalmente mientras se acercaba a depositarle un cariñoso beso de buenos días en la comisura que fue respondido con una caricia en la nuca.

 

—Odio la idea de salir de esta cama, pero…

—Si no nos damos prisa llegaremos tarde —completó el pelinegro.

 

Se encaminaron desnudos al baño. Mientras se lavaban los dientes, entre pausa y pausa Naruto explicó a Sasuke el real motivo de su retraso el día anterior, lo que ocurrió en su casa entre sus padres y Fugaku. No omitió nada, incluso la pequeña charla que Fugaku tuvo a solas con él. Sasuke no podía hacer más que parpadear, tan incrédulo como Naruto el día anterior. ¿De verdad Kushina golpeó a Fugaku? ¿En serio su padre había hecho algo como eso?

 

—Y no sé, siento que quizá estoy siendo rencoroso con tu padre al no perdonarle del todo a pesar de que me pidió perdón frente a mis padres —continuó explicando pensativo, viendo a Sasuke entrar en la ducha—. ¿Debería perdonarle?

—Yo no voy a obligarte a perdonar a mi padre después de la forma en que te trató. Hazlo cuando realmente lo sientas.

—Gracias. —Le sonrió a pesar de que Sasuke no le miraba por estar ocupado enjabonándose el cabello.

 

Después quedó un pequeño silencio en el que paseó la mirada por el cuerpo desnudo de su ahora pareja. Sus mejillas se calentaron al recordar la noche anterior. Jugueteó nervioso con sus manos, meditando que a una parte de él le gustaría repetir lo de anoche a pesar de la ligera molestia en su parte baja.

 

—Además, te diré algo —añadió Sasuke minutos después, cuando terminaba de aclarar su cabello y cuerpo bajo el chorro de agua—. Aunque la relación con mi padre ha mejorado últimamente, tampoco puedo perdonarle del todo. Siento que sólo podría perdonarle el día que él te acepte como mi pareja —confesó.

 

Le llamó la atención no recibir respuesta. Se mojó el rostro por si tenía algún rastro de jabón y miró tras él. Naruto no estaba. En algún momento había salido y no lo había notado. Se encogió de hombros y cerró la llave del agua dispuesto a salir, entonces escuchó a Naruto entrar de nuevo.

 

—Ya he terminado, puedes usar la ducha. —Le miró y lo primero que captó su atención fue ver que ocultaba las manos tras la espalda—. ¿Qué escondes? —preguntó sin rodeos.

 

Todavía desnudo, Naruto se acercó unos pasos y le mostró lo que escondía, sorprendiendo a Sasuke.

 

—¿Estás seguro? —Quiso saber, viendo el bote de lubricante en una mano y el sobrecito de un preservativo en la otra.

 

Naruto asintió, con la cara más roja que antes, y caminó hasta entrar en la ducha con él, rozando sus labios en un tentativo beso. Sasuke no imaginó que Naruto querría hacerlo de nuevo tan pronto, y por otro lado, sabía que si cedía ambos se iban a retrasar, pero… en su vida le había importado menos llegar tarde.

 

Más tarde, el bote de lubricante estaba olvidado en el suelo junto al rasgado sobre del preservativo y los gemidos llenaban el baño. Naruto estaba de cara a la pared, inclinado ligeramente sobre un brazo mientras se masturbaba. Un brazo de Sasuke le rodeaba el estómago y le atraía hacia él en cada enérgica arremetida que le robaba el aliento. Sonrió ligeramente cuando la otra mano de Sasuke se posó sobre la suya en la pared, entrelazando sus dedos, y varios besos húmedos fueron repartidos desde su nuca viajando hasta el hombro derecho.

 

Todavía le parecía un sueño estar haciendo aquello con Sasuke, siendo que estaba tan acostumbrado a recibir negativas en lo referente al sexo. Pero la experiencia estaba siendo mejor que la noche anterior. Al estar un poco menos nervioso, la situación había fluido más fácilmente.

 

Naruto temblaba demasiado cuando ambos llegaron a la cima del placer, sintiendo que se desvanecería de un momento a otro, pero Sasuke le sostuvo contra su cuerpo y no pudo más que sonreír como un bobo cuando un beso lleno de afecto fue depositado sobre su sien derecha.

 

Lamentablemente, no pudieron tomarse el tiempo que deseaban en disfrutarse el uno al otro. Retrasarse un poco estaba bien, pero hacerlo demasiado le traería problemas a Sasuke y ninguno deseaba eso. Se ducharon con rapidez, juntos, sin poder evitar compartir algún beso furtivo.

 

Largos minutos después, ambos abandonaban a paso rápido el edificio. Naruto no podía parar de sonreír, y Sasuke sólo tenía ojos para estudiar la hora en su reloj muy de vez en cuando.

 

—¡Adiós, Sasuke! —exclamó Naruto cuando sus caminos se separaron—. Ten un buen día. ¡Nos vemos luego dattebayo!

 

Sasuke no pudo esconder una pequeña sonrisa al ver la efusividad con la que Naruto le despedía agitando el brazo. Como respuesta alzó un poco la mano y retomó el camino.

 

No estaría mal acostumbrarse a caminar juntos a diario y escuchar a Naruto desearle un buen día.

 

Cuando Gaara vio a Naruto entrar en clase, a pesar de llegar jadeando y casi sudoroso, se notaba un brillo desbordante de alegría en sus ojos azules. No hacía falta ser muy listo para saber que aquello significaba que las cosas con Sasuke iban sobre ruedas. Al parecer todo estaba arreglado entre ellos. Hacía tiempo que no veía a Naruto brillar como lo hacía en ese momento.

 

—¡Bu-buenos días, Gaara! —habló acelerado por la carrera, tomando asiento—. Casi llego tarde.

—¿Cómo te fue con Sasuke?

 

La pregunta había abandonado sus labios antes siquiera de poder pensarla, y un segundo después se sintió avergonzado. Quizá había sido indiscreto.

 

Vio a Naruto inclinar el rostro y esbozar una pequeña sonrisa, un poco sonrojado.

 

—Bien. —Se limitó a decir.

 

No sería prudente entrar en detalles con Gaara, no quería hacerle daño.

 

A pesar de todo, el pelirrojo sintió un molesto peso en su pecho al entender que definitivamente, no tenía oportunidad alguna con Naruto. Sabía que la culpa era sólo suya por continuar albergando pequeñas esperanzas a estas alturas. Naruto siempre le había dejado claro lo que sentía por él.

 

Se propuso que esta vez sí o sí se desharía de esos sentimientos unilaterales.

 

—Me alegro por ti, Naruto. Mereces ser feliz.

 

Éste le miró con cierta preocupación, pensando que su amigo también merecía ser feliz.

 

—Gaara —nombró en voz baja, acercándose un poco para hablar confidente—. Muchas gracias por todo. De no haber sido por ti, probablemente continuaría tan desanimado y perdido como estuve hace tiempo, y jamás habría vuelto con Sasuke. Sin duda, eres tú quien merece ser muy feliz.

 

Hizo amago de darle un abrazo, pero justo entonces el profesor de la primera clase ingresó mientras expresaba un animado buenos días. Gaara agradeció que el abrazo no hubiera llegado a realizarse, sería doloroso para él, aunque a la vez no podía evitar sentirse dichoso al ver feliz a Naruto, aún si esa felicidad no era gracias a él.

 

****

 

—Sospechoso…

 

Al reconocer la voz de Karin, Sasuke miró a su izquierda, viendo a la mujer sentada a su lado en el sofá de la sala de descanso del hospital.

 

—¿Qué?

—Sospechoso —repitió ella, hablando sin reparo gracias a que de momento estaban solos—. Hay algo diferente en ti hoy. Cuando esta mañana entré en tu consulta a entregarte unos informes, estabas siendo amable de una forma desconocida con la paciente a pesar de las miradas coquetas poco disimuladas que ella te estaba enviando. Siempre te ha puesto de mal humor cuando alguna paciente ha hecho eso, especialmente hace unos meses, pero hoy pareces imperturbable. Incluso… ¿cómo lo diría? ¿Feliz? —tanteó.

 

Sasuke se limitó a encogerse de hombros y regresó su atención al café en su mano, dándole un sorbo en un intento de ocultar la diminuta sonrisa en sus labios. Pero Karin le conocía demasiado y no tardó en notarlo.

 

—¡Estás sonriendo! —Le señaló acusadora. No tardó en aferrarse a la manga de la bata médica del chico, zarandeándole ligeramente—. Ha ocurrido algo de lo que no estoy al tanto, ¿verdad? —afirmó.

 

El otro asintió. Ya no se sentía empujado a esconder a Naruto de todos.

 

—Naruto y yo hemos vuelto.

—¿¡Qué!? —Casi gritó, impresionada—. ¿Cómo?, ¿cuándo?

—Ayer —Se limitó a decir.

 

La chica parpadeó con sorpresa. Al menos ahora comprendía el aura radiante alrededor de Sasuke y el hecho de que sus comisuras se curvaran por momentos, como si de pronto recordara algo que le ponía de buen humor.

 

A pesar de todo, se sintió un poco preocupada.

 

—La otra vez no funcionó. ¿Está bien intentarlo de nuevo?

 

Nunca supo los detalles de la ruptura. Quizá Sasuke podría contarle algo ahora.

 

—Está más que bien.

 

Y no dijo más, dejando a Karin con las ganas de conocer los detalles. Ella se limitó a sonreír resignada, sabiendo lo reservado que era su amigo; pero a la vez feliz por él. Si Sasuke quería intentarlo de nuevo, le parecía bien. Le apoyaría en todo como su amiga que era.

 

—Si ese es el caso, entonces sólo puedo decirte que me alegro por ti.

 

Sasuke la miró agradecido.

 

—Lo sé.

—Al salir del trabajo podemos ir a beber para celebrarlo —propuso animada.

—Podemos ir —concedió—, pero más tarde. Primero quiero pasar por casa de mis padres.

—Como quieras. Incluso podrías llevar a Naruto, así brindamos todos juntos.

 

****

 

—Hijo, qué agradable sorpresa —expresó Mikoto un tanto animada, invitando a Sasuke a ingresar en casa—. No te esperaba.

 

Cuando entraron en la sala, Mikoto anunció la visita a su esposo, quien aparto la mirada del libro que leía y parpadeó sorprendido.

 

—¿Sasuke? —Le miró, relajando su expresión—. Hola. Me alegro de verte. ¿Qué tal todo?, ¿y el trabajo? —Antes de recibir respuesta, miró a su esposa—. Mikoto, prepara algo de té.

 

Ella obedeció la petición de inmediato y salió.

 

—Todo va bien. —Se limitó a responder, tomando asiento en el sofá cerca de su progenitor.

—Es bueno escuchar eso. —Le sonrió ligeramente, y al hacerlo su mejilla punzó. Disimuladamente se llevó una mano a la zona—. Ugh…

 

Los ojos de Sasuke se movieron sagaces hasta la mejilla de su padre, observando un pequeño moretón cerca de la mandíbula inferior. No pudo evitar tragar con pesadez al verificar la fuerza de Kushina. Esperaba que la mujer no reaccionara igual el día que se presentara en su casa como novio de su hijo.

 

—¿Qué te ha pasado en la cara?

 

Fugaku le miró y Sasuke pensó que recibiría una mentira como respuesta, pero no, sorprendentemente su padre empezó a relatarle lo ocurrido, coincidiendo con lo que Naruto le contó.

 

—Si Naruto no llega a aparecer, creo que Minato y Kushina me habrían dado la paliza de mi vida. —Sonrió de forma sutil, tratando de restar seriedad al relato—. Te confieso que estoy un poco preocupado ahora sobre cómo tratarán los Uzumaki a tu madre.

—¿Crees que también están molestos con ella?

—No lo sé. —Se encogió de hombros.

 

A pesar de que su esposa le había confesado sentirse orgullosa de él por haber hablado con los Uzumaki, él no podía evitar preocuparse. Era consciente de que Mikoto estimaba demasiado a los Uzumaki, y perder contacto con ellos la afectaría.

 

—He pensado en hablar con Kushina, pero ellos dejaron claro que no quieren saber de mí en una temporada.

—Podría intentarlo yo. —Se aventuró Sasuke.

—No sé si estaría bien meterte en este problema. Es entre los Uzumaki y yo.

 

Ahora fue Sasuke quien se encogió de hombros.

 

—Al igual que Naruto, yo tampoco quiero que vuestra amistad con los Uzumaki se rompa.

 

Fugaku sonrió ligeramente y alzó una mano, palmeándole suavemente la espalda en un gesto de gratitud.

 

—Te lo agradezco, hijo.

 

Estaba orgulloso de que Sasuke fuera un buen hombre, y a pesar de su aura de seriedad que podía dar pie a pensar que era un chico despreocupado, estaba dispuesto a ayudar a los demás. Estaba dispuesto a ayudar a alguien como él a pesar de lo que hizo en el pasado.

 

Sí, Sasuke era un buen hombre, y se sentía ridículo por haber llegado a pensar que el hecho de que su hijo fuera homosexual le convertía en una peor persona. Lo mismo le ocurrió con Naruto. Para él, el chico no era más que basura.

 

Cada día, la vida le mostraba más que todo este tiempo él fue la única basura.

 

Tanto Sasuke como Naruto, eran chicos maravillosos. Merecían obtener la felicidad que él les arrebató injustamente.

 

Ojalá pudiera hacer algo para repararlo, pero en el amor no se podía obligar a dos personas a estar juntas. Aquello debía darse solo, de forma natural, y todo parecía indicar que lo que su hijo mantuvo con Naruto ahora no eran más que cenizas que ninguno tenía intenciones de reavivar.

 

A pesar de todo, justamente ese día Sasuke parecía lucir como… No sabía cómo describirlo. Quizá decir que su expresión estaba menos seria de lo usual sería lo correcto.

 

—¿Pasó algo bueno hoy? —No pudo evitar preguntarlo—. Luces de buen humor.

 

Sasuke se incomodó un poco. Era la segunda persona que notaba algo diferente en su ánimo. ¿Tan evidente era? Bueno, si tenía en cuenta que los meses anteriores había lucido como un muerto en vida, quizá sí.

 

—Nada especial —mintió con descaro.

 

Fugaku decidió creerle y no indagar más en el asunto, era obvio que Sasuke no quería decirle la razón.

 

—Hablando de Naruto… —Comenzó a decir—, espero que algún día llegue a perdonarme de corazón —Miró a su hijo—, al igual que tú.

—Sólo necesitamos un tiempo —respondió—. Además, Naruto no es rencoroso, terminará aceptando tu perdón.

—Me gustaría que todo volviera a ser como antes. Si pudiera retroceder en el tiempo…

 

La voz de Mikoto, hablando con serenidad, le interrumpió. Había alcanzado a escuchar lo último dicho por su esposo.

 

—Por desgracia no existen las máquinas del tiempo. —Dejó sobre la mesita una bandeja que contenía tres vasos de té, una tetera y un plato con unas galletas—. Pero la parte buena es que has sabido ver tus errores…

—No sin ayuda —añadió interrumpiéndola.

—Y estás rectificando —finalizó.

—Pero… —Fugaku titubeó un poco antes de continuar—. ¿De qué sirve rectificar si la relación que destruí sigue rota?

 

Sasuke parpadeó sorprendido al entender que se refería a su relación con Naruto. ¿En serio le hubiera gustado que Naruto y él volvieran? Vio que su madre estaba tan sorprendida como él, y ninguno atinó a decir algo por un momento, hasta que ella posó una mano sobre la de su esposo para confortarle.

 

—Supongo que eso debemos dejarlo en manos del destino —musitó sin saber bien qué decir. No quería incomodar a Sasuke—. Pero siempre está bien reparar el daño causado en la medida de lo posible.

 

En silencio, Sasuke sólo pudo pensar que su padre acababa de ganar algunos puntos para obtener su completo perdón.

 

****

 

—Oh… ¿Sasuke?

 

Kushina no pudo disimular la sorpresa cuando al abrir la puerta se encontró con alguien que hace bastante no veía por allí. Era una visita inesperada.

 

—Hola —saludo serio, aunque cortés.

 

La mujer tardó unos segundos en reaccionar antes de invitarle a entrar.

 

—¡Ho-hola! Pasa, pasa. —Sonrió, cerrando tras el chico mientras éste se retiraba el calzado—. ¿Qué te trae por aquí? Hace mucho que no te veía por mi casa.

 

Mientras seguía a la pelirroja hacia la sala, disimuladamente miró su alrededor por dos motivos: el primero era para verificar si Minato estaba allí también, sospechaba que sería más complicado tratar el tema de conversación con el hombre; y segundo, porque deseaba ver a Naruto. Sonrió débilmente, como burlándose de sí mismo y su deseo, sintiéndose como un crío de quince años ansioso por ver a su primer amor.

 

No, estaba allí por una razón importante ahora.

 

—Toma asiento —invitó ella—. ¿Te apetece algo de beber? ¿Tal vez…?

—No —declinó. Sin embargo, sí aceptó sentarse y lo hizo en el sofá—. Está bien así —respondió—. La razón de mi visita es porque me gustaría hablar contigo.

—¿Conmigo? —Tomó asiento también—. ¿Sobre qué?

—Mi padre me contó lo que ocurrió ayer… —Se interrumpió al ver a la pelirroja fruncir el ceño, claramente disgustada.

—¡Ah, no! Si has venido para que me disculpe por el golpe que le di a tu padre… ¡ni hablar’ttebane! —sentenció.

—Yo no… —Trató de decir, pero fue interrumpido.

—Seguramente tu padre omitió ciertos detalles para quedar como el bueno de la historia, ¡pero no es así! ¿Sabes lo que hizo? Él estuvo menospreciando a Naruto, hizo sentir a mi hijo como una basura simplemente por su orientación sexual. —Alzó un puño firmemente cerrado, y por un segundo Sasuke temió ser el objetivo para descargar su creciente ira—. De lo único que me arrepiento es de no haberle golpeado más. ¡No me dio tiempo!, ¿y sabes por qué?, porque Naruto defendió al idiota de tu padre.

—No estoy aquí para eso. —Logró hacerse escuchar levantando un poco la voz.

 

La mujer le miró algo aturdida.

 

—¿No?

—No —reiteró—. Conozco los detalles. Sé lo que mi padre hizo, y no me enorgullece en absoluto. Naruto es un buen chico, no merecía ser tratado de esa forma.

—Por supuesto que no —sentenció—. ¿Pero entonces qué es lo que quieres decirme?

—Después de lo ocurrido ayer con mi padre, me estaba preguntando qué ocurrirá con mi madre. ¿Minato y tú también estáis enfadados con ella? Mi madre estima demasiado a la familia Uzumaki, y sé que…

—No, no… —balbuceó interrumpiéndole, suavizando su expresión—. En absoluto guardamos rencor a Mikoto. Al contrario, tenemos mucho que agradecerle. Ella siempre cuidó de Naruto, ha sido paciente y cariñosa con él, aun cuando era un pequeño torbellino lleno de energía que no paraba de ir a su casa para molestar con su deseo de querer verte. —Sasuke apartó la mirada, rememorando aquellos días—. Además, estoy convencida de que Mikoto no sabía nada sobre el comportamiento de Fugaku, de lo contrario sé que no estaría de acuerdo y le habría reprendido su fea actitud.

 

Sasuke guardó silencio, prefiriendo no decir que Mikoto estaba al tanto de todo y que había estado su buen tiempo enojada con Fugaku, con la decepción visible en sus ojos.

 

—Mi madre ahora lo sabe todo —dijo, sin reparo en deformar la verdad. Hacía mucho que Mikoto lo sabía—. Saberlo fue duro para ella, pude ver la decepción en sus ojos.

 

Kushina suspiró y después mostró una pequeña sonrisa comprensiva.

 

—No te preocupes, Sasuke, todo está bien con Mikoto. No es su culpa que su esposo sea un idiota conservador lleno de prejuicios. Tu madre siempre será bienvenida en mi casa —Su sonrisa desapareció—, aunque tu padre no tanto.

 

Guardó silencio al escuchar unos pasos acercarse, y enseguida recordó que Naruto también estaba en casa. Por un segundo estuvo tentada a correr hacia la entrada de la sala para impedirle el paso a su hijo, no quería que viera a Sasuke. Pero no tuvo tiempo de mover ni un músculo cuando su hijo entró, rascándose la cabeza con aire despreocupado.

 

—Mamá, ya he terminado de regar las flores de… el jardín… —Finalizó en un balbuceo, descubriendo al pelinegro sentado en el sofá—. Hola…

 

Los hombros de Kushina se tensaron cuando reconoció una sonrisa de enamorado aflorando en los labios de su hijo junto con un brillo particular en sus ojos azules. Era la misma cara de idiota que ponía Minato cuando ellos empezaron a salir.

 

Regresando a ella el mal humor, entrecerró los ojos y miró a Sasuke con cierto desprecio. Seriamente se preguntaba qué demonios veía su hijo en él. Sí, debía admitirlo, los hijos de Mikoto eran atractivos, pero a parte de eso, Sasuke no poseía ningún otro encanto. Era parco, y según Minato, un mocoso con ínfulas.

 

No sabía si estaba más molesta con Naruto por poner sus sentimientos sobre Sasuke, o si estaba más molesta con Sasuke por haber despertado sentimientos unilaterales en su hijo.

 

Vale, vale, quizá estaba siendo injusta. Probablemente Sasuke ni siquiera se había propuesto despertar algo en Naruto. Evidentemente no era su culpa.

 

—Hola.

 

El saludo de Sasuke la hizo reaccionar. Le llamó la atención ver la forma en que se había suavizado la seria expresión que había mantenido todo el tiempo. Es más, incluso juraría que sus comisuras querían curvarse de forma sutil hacia arriba.

 

Volvió la mirada a Naruto, y se alarmó al ver cómo sus mejillas empezaban a colorearse.

 

De un salto se puso de pie, haciendo reaccionar a ambos jóvenes.

 

—E-eh… Sasuke había venido de visita, pero ya se marchaba. —Compuso una sonrisa y miró al chico—. ¿Cierto?

 

Los otros dos parpadearon sorprendidos, notando que Kushina le invitaba amablemente a marcharse. Ninguno entendió por qué, pero finalmente Sasuke asintió y se puso de pie.

 

—Sí, ya me iba —concordó—. Gracias por recibirme. A mi madre le hará feliz saber que nada ha cambiado entre vosotros —dijo caminando a la salida, siendo seguido por la pelirroja.

 

Naruto se hizo a un lado para permitirle abandonar la sala a los otros, mirándoles con curiosidad mientras se preguntaba qué estaban hablando. Es más, ¿cuánto tiempo llevaba Sasuke allí? No pudo evitar mirar su atuendo, un desgastado pantalón de chándal que cubría hasta debajo de la rodilla y una camiseta de manga corta. De haber sabido que Sasuke aparecería por casa, se habría vestido más presentable.

 

—Ha sido un hermoso gesto de tu parte sentir preocupación por tu madre, Sasuke. —Sonrió Kushina.

 

Éste se encogió de hombros y se puso el calzado.

 

—No me gustaría que vuestra amistad se rompa. Es todo —respondió escueto.

 

Cuando estaba por abrir la puerta, la voz de Naruto le detuvo.

 

—¡Espera! —exclamó, captando la atención de los otros dos—. No… No tienes que irte si no quieres, Sasuke. Puedes quedarte a cenar’ttebayo.

 

Ignoró la mirada de reproche que le envió su madre, quien estaba en evidente desacuerdo con la propuesta.

 

—Cariño —pronunció Kushina casi con tono meloso—, estoy segura de que a Sasuke le encantaría aceptar tu invitación, pero él tiene muchas cosas que hacer. —Miró al mencionado—. ¿Verdad que sí?

 

El otro se limitó a encogerse de hombros de nuevo. No había falta ser muy inteligente para ver que Kushina no le quería un minuto más en su casa, tampoco es como si pudiera decir otra cosa, no quería tensar más la cuerda entre los Uzumaki y los Uchiha.

 

—Lo siento, Naruto —respondió, viendo la decepción en los ojos azules—. Tengo asuntos que atender. Quizá otro día.

 

En cuanto Sasuke se despidió y se marchó, Naruto no pudo esperar ni un segundo para soltar la protesta que le quemaba en la punta de la lengua.

 

—¿¡Por qué has hecho eso’ttebayo!?

—¿Hacer qué? —Fingió inocencia.

—¡Eso! —Señaló la puerta—. Sacar a Sasuke de aquí. Daba la sensación de que no le querías en casa.

 

Kushina suspiró y dejó de fingir.

 

—Es que no le quiero en casa. Concretamente, no le quiero cerca de ti —confesó, sorprendiendo a su hijo.

—¿Por qué…?

 

La mujer se llevó las manos a la cadera y casi deseó rodar la mirada con hastío.

 

—Ya hemos tenido esta conversación otras veces. Ver tu cara de enamorado cada vez que ves a Sasuke realmente empieza a molestarme.

—¿Ah? —Logró balbucear. En serio, ¿tan evidente era?

—No te comprendo, Naruto —farfulló—. Bien, te seré sincera: tu padre y yo teníamos fuertes sospechas de que tienes novio…

—¿¡Qué!? —interrumpió alarmado.

—Pero ahora aparece Sasuke por aquí y casi te lo comes con los ojos. Hijo, yo… realmente no entiendo, ya no entiendo nada. Necesito saberlo’ttebane, ¿tienes novio?

 

La pregunta hizo sentir tan acorralado a Naruto, que lo único que atinó a hacer fue dar media vuelta y subir las escaleras con paso ligero. Pero como era de esperar, su madre fue tras él.

 

—Eso es asunto mío, mamá —respondió con creciente mal humor—. Es algo privado.

 

Dando la conversación por terminada, se encerró en su habitación y suspiró un poco tenso. Deseó abofetearse por haber sido tan obvio. Pero parecía algo imposible el controlar los alegres latidos de su corazón y las ganas de perderse mirando sus ojos oscuros cada vez que le veía.

 

Caminó a la ventana y se asomó, preguntándose si todavía podría ver a Sasuke. La calle estaba vacía. Sin embargo, aquello no le desanimó y caminó al armario, tomando un vaquero y una camiseta de manga larga de entretiempo, pronto anochecería y la temperatura sería más fresca.

 

Estaba cambiándose con prisa cuando su madre entró. Al parecer había decidido que la conversación no terminaba ahí.

 

—Sé que es tu asunto —habló, retomando el tema anterior—. Y realmente no pensaba decirte nada hasta que decidieras presentarnos a tu presunto novio, pero…

—No tengo novio —mintió, terminando de vestirse—. Y ahora me voy.

—¿A dónde?

—Al parque, con mis amigos. —Le dedicó una seria mirada a pesar de la mentira—. ¿O tampoco me quieres cerca de ellos?

 

Con gesto compungido, Kushina se acercó y tomó al rubio por los hombros.

 

—Compréndeme, estoy preocupada por ti. Llevo años viéndote suspirar por un imposible, y últimamente pensé que eso había cambiado. Tu padre y yo hemos notado que de repente estabas tan feliz, con la cabeza en las nubes… así que dimos por sentado que habías encontrado a alguien que te hacía feliz.

‹‹He encontrado a alguien que me hace feliz››, pensó, y sólo por un segundo odió no poder decírselo en la cara. No lo haría hasta que Sasuke y él lo decidieran.

—No quiero ser cruel, no quiero hacerte daño, pero me veo en la obligación de decirte esto.

—¿Qué cosa? —preguntó ceñudo. Sospechaba que no le gustaría.

—Sasuke no te corresponde, entiéndelo. Deja de suspirar por un imposible. Sal y conoce a otros chicos. Probablemente para él no eres más que el hijo de los amigos de sus padres, o algo así como un amigo no muy cercano.

 

Si su madre le hubiera dicho aquello meses atrás, cuando Sasuke salía con Ino, estaba seguro de que sus palabras le habrían destrozado y hasta habría llorado. Pero ahora no. Estaba más seguro que nunca de sus sentimientos y los sentimientos de Sasuke.

 

Tras un pequeño silencio, esbozó una pequeña sonrisa que destilaba seguridad en sí mismo, desconcertando a su madre.

 

—¿Hijo? —Pensó que se deprimiría, no que sonreiría.

—Yo también te diré algo: amo a Sasuke. —La miró lleno de determinación—. Le voy a amar siempre. Y te aseguro que un día vendré a casa y lo presentaré como mi novio, ¡y tú y papá tendréis que aceptarlo!

 

Kushina sintió que se atragantaba con su propia saliva. Naruto aspiraba muy alto, y parecía imposible romper su determinación, así que ya no supo qué más decirle. Siempre era así cuando se trataba de Sasuke.

 

¿Quizá debería dejar que se estrellara contra el suelo para que reaccionara por sí mismo?

 

Inspiró hondo y acarició los hombros de su hijo, tratando de imponer calma en el ambiente.

 

—Está bien —cedió, viendo la sorpresa en los ojos azules—. ¿Todavía quieres luchar por Sasuke? Está bien. Tanto si sale bien, como si sale mal, sabes que siempre podrás contar conmigo cuando me necesites.

 

El enojo se evaporó en Naruto y sintió cierto remordimiento por no decirle la verdad. Pero esta vez no pensaba meter la pata, lo hablaría con Sasuke, lo meditarían y darían el paso cuando ambos lo decidieran.

 

—Gracias, mamá. —Le sonrió—. No estés preocupada, confía en mí, sé lo que hago.

—Claro —respondió, tratando de componer una sonrisa—. Bueno, ve con tus amigos, seguro te deben estar esperando.

 

Naruto se marchó sintiendo un mal sabor de boca por aquella discusión. A pesar de lo enojado que había estado, había percibido lo preocupada que estaba su madre. Sabía que a pesar de todo, lo único que su madre deseaba era verle feliz.

 

Una parte de él ansiaba contarle toda la verdad para que dejara de estar preocupada, pero la otra parte tenía miedo. Le preocupaba la reacción que tendrían sus padres, quizá reaccionarían tan mal como Fugaku y no quería volver a pasar por el mismo suplicio. Definitivamente no.

 

Sacudió la cabeza, decidiendo dejar la mente en blanco, y aceleró el paso para caminar con más rapidez. No había rastro de Sasuke por ningún lado, probablemente estaba bastante alejado de camino a su apartamento. Bien, se encontraría con él allí.

 

Sin esperarlo, cuando estaba por llegar al parque un brazo le rodeó desde atrás, reteniendo también sus brazos.

 

—¿¡Pero qué…!?

 

Una mano cubriendo su boca le interrumpió y sobresaltó. ¿Qué demonios…? ¿Acaso estaba siendo secuestrado? Para su mala suerte la calle estaba vacía. Aturdido caminó cuando el cuerpo tras él le empujó, viendo que le encaminaba a un callejón a unos escasos pasos de distancia. Gimió contra aquella mano en forma de protesta y se sacudió en cuanto se adentraron, tratando de liberarse y negándose a dar un paso más. Fue tal el forcejeo que logró que el agarre alrededor de su torso se aflojara y consiguió propinarle un codazo al secuestrador en el costado, escuchándole lamentarse.

 

—¡Ugh…! Usuratonkachi.

 

El miedo y la tensión abandonaron a Naruto al instante, y un segundo después, cuando aquellas manos le liberaron, giró raudo. Sasuke se sostenía el costado golpeado con una mano, tratando de disimular una mueca de dolor.

 

—T-tú… ¡Teme! —protestó, dándole un pequeño empujón—. ¿¡Tienes idea del susto que me has dado!? ¡Pensaba que eras un secuestrador, o un maldito violador!

—Te vi a lo lejos y sólo quería sorprenderte —murmuró, acariciándose el costado.

—¡Bonita forma de sorprenderme! —Se cruzó de brazos—. Te mereces ese golpe, ¡hum!

 

Sasuke se propuso no alterar jamás a Naruto hasta el extremo de recibir un golpe. No era la primera vez que el rubio le golpeaba y daba fe de que tenía fuerza, probablemente herencia de la monstruosa fuerza de Kushina.

 

A pesar de sus palabras, segundos después Naruto se acercó y le abrazó, acariciándole el costado. Había golpeado sobre las costillas.

 

—Lo siento. ¿Estás bien? —Le dejó un beso bajo la oreja.

—Sí. No es nada. —Dejó de masajearse la zona dolorida, dejando que Naruto se encargara, y se enderezó.

—Pensaba que estabas rumbo a tu apartamento. ¿Cómo es que caminabas detrás de mí?

—Cuando salí de tu casa, pasé un momento por la de mis padres para contarles sobre lo que hablé con la tuya.

—¿Y qué hablaste con mi madre? —preguntó curioso.

—A mi padre le preocupaba que después de lo de ayer tus padres extendieran su enojo hacia mi madre —comenzó a explicar, relatando la pequeña conversación que había mantenido con la pelirroja.

 

Sin soltarle, Naruto escuchaba atento. Sasuke recordaba las expresiones aliviadas de sus padres cuando hace un momento les contó que Kushina aseguró que todo estaba bien con Mikoto y que sería bien recibida en su hogar. También les explicó que, en un intento de no estropear más la situación, había mentido a Kushina y había asegurado que Mikoto se había enterado recientemente de lo que Fugaku le hizo a Naruto.

 

A Mikoto no le agradó aquella mentira, pero Fugaku estuvo de acuerdo con su hijo y aseguró que era lo mejor para no estropear más aquella rasgada amistad.

 

—Me alivia saber que mis padres no están enojados con Mikoto. —Se alejó una corta distancia para enfrentar los ojos contrarios—. Sasuke, siento lo que pasó hace un momento con mi madre’ttebayo. Ella sólo…

—Se nota que no le caigo muy bien —interrumpió—. Pero no te preocupes por eso.

—No es así exactamente. Ella sólo está preocupada por mí.

—¿Mn? —musitó, alzando una ceja con curiosidad.

 

¿Qué tenía que ver el hecho de que Kushina estuviera preocupada por su hijo, con que él no fuera de su agrado?

 

—Ella conoce mis sentimientos por ti, ya sabes… —Comenzó a explicar—. No quiere verme cerca de ti para que no sufra por un “imposible” —Simuló las comillas con una mano y suspiró—. Es por eso que te echó con poco disimulo de mi casa. —Se pasó la mano por la nuca, sin dejar de rodear a su pareja con su otro brazo—. Fue incómodo, me dijo que saliera a conocer a otros chicos, que tú no me correspondes. Dijo que últimamente me habían visto tan feliz que ella y papá empezaron a pensar que tengo novio, pero el hecho de ver cómo hace un momento casi te comía con los ojos la hizo sentir inquieta.

 

Recargó la frente en un hombro del mayor, sintiendo al instante una mano en su espalda, brindando cortas caricias.

 

—Supongo que puedo comprender a Kushina, ella sólo se preocupa por ti.

—Lo sé, pero… —balbuceó.

—Es un problema que seas tan expresivo, usuratonkachi.

 

A tientas Sasuke alzó su mano libre, pellizcándole una mejilla con firmeza.

 

—¡Teme! —protestó, pellizcándole el costado lastimado como venganza. Sonrió al escuchar un pequeño lamento ahogado—. No es mi culpa, no puedo evitarlo dattebayo.

—Podríamos solucionar el problema hablando con tus padres, así Kushina dejaría de estar preocupada… supongo.

 

Al estar tan cerca, pudo percibir la ligera tensión en el cuerpo de Naruto. Se alejó un paso, mirándole contrariado al ver que éste le dedicaba una pequeña sonrisa mal fingida.

 

—¿Ya? ¿Tan pronto?

 

Para Sasuke la sensación fue de déjà vu con aquella respuesta, sólo que con los papeles invertidos.

 

—Por tu respuesta asumo que no estás de acuerdo con mi propuesta —habló sin ningún tono en concreto.

—Lo siento, es sólo que tengo miedo —confesó sin rodeos, apartando un poco la mirada al decirlo.

 

A pesar de que hace un momento, cuando el enojo le cegó, había deseado confesarle todo a Kushina, ahora que estaba más tranquilo la idea de hablar con alguno de sus progenitores le resultaba nada tentadora cuando no habían pasado ni veinticuatro horas desde que habían vuelto a ser novios. A una pequeña parte de él le parecería maravilloso no revelar jamás su relación a ninguno de ellos, así vivirían su amor con tranquilidad, sin terceros interponiéndose.

 

—Crees que reaccionarán mal —afirmó.

 

No podía reprocharle a Naruto el hecho de que tuviera miedo. Él siempre lo tuvo en el pasado. Además, era evidente que le preocupaba que lo ocurrido con Fugaku volviera a repetirse.

 

—Sinceramente, no sé qué creer. Cuando era un mocoso iluso siempre decía que no me importaba si mis padres no te aceptaban, porque yo intercedería por ti ante ellos. Pero ahora, no sé… —finalizó en un balbuceo.

 

Sí, sabía que ahora era mayor de edad, que sus padres no podían controlar su vida de la forma que podrían hacerlo si no lo fuera. Pero Sasuke también era mayor de edad cuando Fugaku se interpuso y convirtió sus vidas en un caos del que les tomó su buen tiempo salir.

 

Parpadeó cuando las manos de Sasuke le alzaron el rostro, y antes de poder decirle algo, apaciguó su intranquilidad con un beso sosegado.

 

—Si vamos en serio con esto, y estoy convencido de que es así, pienso que lo mejor sería enfrentar esta situación cuanto antes.

—Sí voy en serio con esto, pero… no quiero perderte de nuevo.

 

Sasuke trató de ignorar los golpeteos en su corazón que aquellas palabras junto con la mirada anhelante de los ojos azules le provocaron.

 

—Si nos mantenemos juntos en esto, todo irá bien. —A pesar de sus palabras, todavía notaba la inseguridad de Naruto—. Sólo debemos ser sincero con el otro, y no permitir que nadie se interponga. —Esperó una respuesta, pero sólo hubo silencio—. Vamos, no seas un gatito asustadizo.

—¡No soy un gatito asustadizo! —exclamó ofendido—. Sólo quiero ser prudente esta vez —se excusó.

—La prudencia y tú sois polos opuestos, dobe —expresó burlón.

—¡Ja!, ¡ja!

 

Entonces Sasuke dejó la mofa a un lado, regresando al tono serio.

 

—Entiendo si tienes miedo y quieres ser prudente, y en parte es un alivio que no vayas por la vida con la excesiva despreocupación de antes, pero tal y como yo lo veo, insisto en que cuanto antes afrontemos esto, mejor. Nuestro mayor problema era la diferencia de edad, tú eras menor de edad, pero ahora ese problema por fin ha desaparecido.

 

Naruto chasqueó la lengua ante la insistencia del mayor. Jamás creyó vivir para ver a Sasuke insistiendo para hablar con sus padres sobre su relación. En el pasado era Sasuke quien siempre había querido mantener lo más lejos posible ese momento, así que pensó que ahora ocurriría lo mismo y que intentaría posponerlo a toda costa.

 

—Está bien, está bien. —Sacudió una mano—. Podemos decirlo en la navidad del año que viene.

—Naruto… —siseó.

—Vale, teme, no te sulfures. —Le sacó la lengua.

—De acuerdo, lo diremos en navidad —concedió.

—¿En serio? —Sonrió aliviado.

—Sí, tienes dos meses y medio para mentalizarte.

 

La sonrisa desapareció de los labios de Naruto.

 

—¡Teme! Yo dije la del año que viene, no la de este año.

—Está decidido —sentenció, enderezándose con porte orgulloso por haber ganado aquella batalla.

 

Las manos de Naruto se aferraron a la camisa de Sasuke, tentado a zarandearle.

 

—¡Eres un mandón!

 

La melodía del móvil de Sasuke interrumpió la discusión. Naruto se obligó a calmarse y liberarle, escuchando la breve conversación de su novio. Al parecer era Karin y estaban quedando para verse en algún lugar.

 

—¿Te vas? —curioseó en cuanto Sasuke finalizó la llamada.

 

El mayor asintió en silencio. Karin le había recordado que habían quedado, y le había preguntado la hora y un lugar concreto donde verse.

 

—¿Te gustaría acompañarme?

—¿Está bien si voy?

—Sólo voy a beber con los chicos, nada serio. —Además, recordaba que Karin le dijo en el hospital que podría llevar a Naruto.

 

El rubio pareció meditarlo un segundo y después curvó los labios en un fingido mohín infantil.

 

—Pensé que hoy pasaríamos la tarde en el apartamento.

—¿Haciendo qué?

—Gastando tu bote de lubricante, teme, ¿qué más? —respondió tan obvio, que Sasuke no pudo evitar ruborizarse ligeramente.

—Hormona con patas… —masculló.

—¡Te he oído! Y me da igual si lo soy. Además… —Sonrió ladino y posó un dedo en el torso del mayor, descendiendo en una caricia—, ahora sé que no eres tan frígido como pensaba. Sobrepasaste mis expectativas dattebayo.

 

La mandíbula de Sasuke se tensó a la par que sus cejas se fruncían, ofendido y con el orgullo pateado. ¿Frígido? ¿Él?

 

—Nunca he sido frígido, dobe. Pero me vi obligado a fingir que lo era, o si no cierto mocoso calenturiento menor de edad me habría comido vivo.

 

Naruto no pudo evitar llevarse una mano a la boca para sofocar una carcajada, no quería llamar la atención por si alguien pasaba cerca del callejón.

 

Con aire juguetón se acercó y le rodeó entre sus brazos, manteniéndoles cerca.

 

—Pero ahora este mocoso calenturiento es mayor de edad, así que no hay problema si quiero comerte.

 

Se inclinó un poco, mordiendo de forma sutil el blanco cuello en la zona donde latía el pulso. Sonrió satisfecho al percibir el pequeño estremecimiento del otro.

 

Liberó una exclamación de sorpresa cuando sin esperarlo sintió las manos contrarias aferrarse a sus glúteos y alzarle del suelo. Un segundo después, su espalda estaba contra la pared más cercana y Sasuke le miraba a una corta distancia, esbozando una repentina sonrisilla divertida.

 

—Como el mocoso calenturiento es mayor de edad, supongo que tampoco hay problema si quiero comérmelo.

 

El rubor no tardó ni dos segundos en encender el rostro de Naruto, sorprendido con aquellas palabras. Aquello era nuevo. Estaba demasiado acostumbrado a que Sasuke fuera esquivo en los momentos íntimos.

 

—¡Wouh, wouh, qué impetuoso’ttebayo! —Sasuke rió ante la tonta expresión sorprendida de Naruto, viendo cómo al instante éste inflaba una mejilla en un efímero berrinche—. ¡No te rías! Me sorprendiste…

 

Pero un beso silenció la protesta. Naruto no tardó ni dos segundos en deslizar los brazos por los hombros del mayor, atrayéndole un poco más en un intento de profundizar el contacto entre sus bocas. Se tomaron todo el tiempo que quisieron, sin prisa por abandonar aquel callejón a pesar de que Sasuke sabía que había quedado con sus amigos en menos de media hora.

 

Cuando los labios de Sasuke abandonaron los contrarios y comenzaron a descender por el cuello, Naruto no pudo evitar resoplar un poco frustrado.

 

—Sasuke… ¿estás seguro de que no prefieres que vayamos al apartamento?

 

El pelinegro emitió una risita burlona, alejándose con un brillo complacido en su oscura mirada por ver las ganas de Naruto. Ganas con las que pensaba dejarle… por ahora.

 

—Vamos —respondió sin más, rozando sus labios en un último beso antes de dejarle en el suelo con cuidado.

 

El otro ya no protestó más, sabiendo que no haría ceder a Sasuke, aunque su ceño levemente fruncido y los labios curvados hacia abajo delataban su descontento.

 

Al incorporarse a la calle principal, se dio cuenta de que el callejón donde había sido empujado era el mismo donde en alguna otra ocasión había estado con Sasuke. Sonrió algo divertido, con cierta nostalgia, al recordar aquella vez en la que Sasuke le metió en aquel callejón y él le dio sus buenos golpes.

 

Al rememorar aquello, se dio cuenta de todo por lo que habían tenido que pasar para llegar hasta ese punto.

 

Suspiró, ligeramente desanimado al pensar que todavía quedaba por superar el obstáculo que suponían sus progenitores

 

—¿Naruto?

 

El nombrado alzó la cabeza, viendo que Sasuke le esperaba a unos pasos de distancia. Entonces una pequeña sonrisa esperanzadora curvó sus labios, tratando de ver el futuro con optimismo y contagiarse con la determinación del otro.

 

Quién diría que algún día los papeles se invertirían de esa forma.

 

—¡Voy! —respondió ampliando su sonrisa.

 

****

 

—Ese bastardo de Sasuke, siempre haciéndose de rogar —farfulló Suigetsu con cierto hastío, apoyando los codos contra la mesa del bar.

—Deja de hablar mal de Sasuke —rumió Karin, no queriendo alzar la voz para no inquietar a Juugo—. Seguro le surgió un imprevisto.

—Sólo llevamos esperando quince minutos —comentó Juugo con tranquilidad, dando un trago a su refresco.

 

Suigetsu recargó el rostro en una mano y apartó la mirada, bufando con molestia. Fue entonces que vio a Sasuke entrando en el bar.

 

—¡Por fin…! —Su reproche murió cuando vio a Naruto caminar detrás. Consternado, miró a sus amigos—. ¿Alguien me puede explicar qué significa eso?

 

Karin sonrió, sin poder contener las ganas de contarlo todo.

 

—Sasuke y Naruto han vuelto.

 

No tuvieron tiempo de decir más, porque los recién llegados se detuvieron junto a ellos, saludándoles. Era apreciable que el rubio lucía un poco nervioso, así que Juugo decidió ayudarle.

 

—Cuánto tiempo —le dijo con una diminuta sonrisa—. Nos alegra verte de nuevo.

 

Naruto le dedicó una sonrisa de agradecimiento y tomó asiento junto a Sasuke. Ahora fue el turno de Suigetsu de decir algo, sin dejar de recorrer al chico con una mirada descarada.

 

—Vaya, has crecido bastante desde la última vez que te vi. —Su insistente escrutinio estaba incomodando al rubio—. Y por qué no decirlo, te ves mucho más atractivo que ante… ¡Argh! —Una queja interrumpió lo que estaba por decir cuando sin esperarlo una mano de Karin alcanzó una de sus orejas y tironeó con violencia—. ¡Bruja! —protestó.

—¡Deja tus coqueteos absurdos, idiota!

 

Ceñudo, Suigetsu se acarició la oreja lastimada cuando ella le soltó, pero después no pudo evitar dedicarle una sonrisa socarrona.

 

—¿Te molesta? ¿Será que acaso estás celosa?

 

No pasó desapercibido para nadie la forma exagerada en que Karin se acomodó las gafas y se enderezó en la silla, tratando de mostrar una actitud ruda a pesar del pequeño sonrojo en sus mejillas.

 

—¿¡Q-quién estaría celosa, imbécil!? ¡Te mataré si vuelves a preguntar una tontería como esa!

 

Entonces la tranquila voz de Sasuke dio fin a la discusión:

 

—Será otro quien nos matará si no os calláis de una vez.

 

Repentinamente temblorosos, Karin y Suigetsu miraron a Juugo, quien tenía un rictus sumamente serio y sostenía su vaso de refresco con tal fuerza que daba la sensación de que en el cualquier momento lo haría estallar.

 

—Bueno, entonces… —La chica alzó una mano, llamando la atención de un camarero—. Así que estáis juntos. No sabemos los detalles porque Sasuke nunca cuenta nada —Le dedicó una mirada de frustración al mencionado que ni se inmutó—, pero esto merece ser celebrado con unas cervezas —Miró a Naruto—, y un refresco.

 

Un poco inseguro, Naruto se pasó una mano por la nuca.

 

—Creo… que yo también beberé cerveza’ttebayo.

 

Los otros cuatro le miraron sorprendidos.

 

—¿Seguro? —preguntó Sasuke.

—¿Qué? Ahora soy mayor de edad, brindar con un poco de cerveza no me hará daño.

 

Sasuke no dijo más y se limitó a encogerse de hombros. Después de todo no era la madre de Naruto.

 

Cuando el camarero se acercó, Karin pidió cervezas para todos. En cuanto la orden fue puesta sobre la mesa, Naruto miró un poco inseguro el tamaño de las jarras de cerveza. Quizá era demasiado para la primera vez.

 

Sin mucho ánimo tomó su jarra y dio un pequeño trago, arrugando ligeramente la nariz ante el sabor que no le agradó demasiado. En realidad el alcohol era algo que nunca le había llamado la atención.

 

—¿Demasiado fuerte para ti, primo? —preguntó Karin, sonriendo con burla.

 

El chico se ruborizó de vergüenza y enojo por un instante.

 

—¡Claro que no!

—Bien. Entonces brindemos —propuso alzando su jarra.

 

Todos la acompañaron y brindaron por la nueva unión de la pareja, deseándoles felicidad. Después, el tiempo pasó entre bromas y risas. No sabía si era por la cerveza, pero Naruto empezaba a sentirse más cómodo, y se atrevió a unirse a cualquier conversación, bromeando con los demás.

 

La segunda ronda de cervezas llegó, pero el rubio declinó. Apenas podía terminar la primera.

 

—Hey, ¿esa no es Ino? —La pregunta de Suigetsu hizo que todos olvidaran el motivo por el que reían y al instante buscaron a la mencionada con la mirada—. Allí. —Señaló al fondo del local.

 

Naruto no pudo evitar sentirse inquieto cuando localizó a la chica a varias mesas de distancia, estaba sola y se entretenía mirando por la ventana. El local estaba a rebosar, tal vez por eso ella no les había notado.

 

Automáticamente llevó la mirada hacia Sasuke, recordando que ella había sido su novia durante un tiempo en dos ocasiones.

 

—¿Qué hará aquí sola? —preguntó Juugo.

—Quién sabe. —Se encogió de hombros la pelirroja.

 

Como sintiendo el peso de sus miradas sobre ella, la rubia miró a su izquierda y les divisó, luciendo tan sorprendida como ellos. Justo cuando Naruto deseó que Ino les ignorara, la mujer se puso de pie y caminó hacia ellos.

 

—Pero qué coincidencia —comentó cuando estuvo junto a ellos.

—Lo cierto es que sí —respondió Suigetsu.

—Estamos brindando por la felicidad de Sasuke y Naruto. —Karin señaló a la pareja con ambas manos para dar más énfasis—. ¿Y tú qué haces aquí?

 

La sonrisa de la rubia se suavizó en el instante en que enfocó a la pareja. Sasuke la miraba inmutable, mientras que Naruto la observaba con evidente incomodidad. Al parecer después de todo ellos estaban juntos, y aunque una parte de ella se alegró por Sasuke, la otra continuaba un poco dolida por aquella relación que no pudo ser.

 

—¿Yo? —habló finalmente, recordando la pregunta de la pelirroja—. He quedado con un amigo, pero se está retrasando.

 

Pero Naruto no la creyó del todo. La presencia de Ino le creaba cierta inseguridad, y para disimularla sólo atinó a tomar su jarra de cerveza y terminarse el contenido con premura.

 

—¿Un amigo? —reiteró Karin. Al igual que Naruto, ella tampoco la creía.

—Sí. No hace mucho tiempo lo conocí, en mi tienda. —Sonrió—. Es un chico muy guapo, y… algo peculiar.

—¿Peculiar? —Volvió a repetir la otra, esta vez con sumo interés.

 

Pero Ino no quiso dar más detalles y se hizo la desentendida. Enserió un poco su expresión y clavó la mirada en Sasuke.

 

—¿Qué tal todo? Hace mucho que no nos vemos—. Desde que lo dejó con Sasuke se había distanciado del grupo. Necesitaba tiempo a solas.

—Bien —respondió escueto, desviando por un instante la mirada hacia Naruto al escucharle pedir una cerveza a un camarero que pasaba junto a su mesa.

 

Ino sonrió ligeramente. Siempre tan parco, pensó. Después desvió la mirada hacia Naruto, quien justo entonces recibía en sus manos una jarra de cerveza y daba generosos tragos. Arqueó una ceja, confusa.

 

—Juraría que me dijiste que no bebes porque eres menor de edad.

 

El rubio no pudo evitar mirarla con cierta molestia, incómodo con su presencia.

 

—Era menor de edad. —Trató de que su tono sonara cortés a pesar de todo, haciendo énfasis en el tiempo pasado.

 

No había razón para sentirse amenazado, Sasuke estaba con él ahora, y ella acababa de decir que esperaba a un amigo muy guapo. A pesar de su razonamiento volvió a dar unos buenos tragos a la cerveza.

 

—¿No estás bebiendo muy rápido? —Pero antes de recibir respuesta, continuó—. Como sea. ¿Os importa si me uno un momento para brindar con vosotros?

 

Las miradas del grupo recayeron sobre la pareja. Naruto se negó a decir algo porque lo único que quería salir de su boca era una negativa. Sasuke se limitó a encogerse de hombros.

 

—Bien. —La chica lo tomó como una afirmativa y fue a su mesa a por su vaso.

—Oye —susurró Sasuke al rubio—. ¿No estás bebiendo demasiado rápido? —repitió las palabras de Ino.

—En absoluto.

 

No tuvo tiempo de decir más cuando Ino llegó, sonriente y alzando su vaso, animando a los demás a imitarla.

 

—¡Por la pareja! —exclamó.

—¡Por la pareja! —respondieron, y acto seguido bebieron.

 

Después, con bastante normalidad la chica se despidió, dedicándole una última mirada a la pareja.

 

—Os deseó lo mejor. —Fue lo último que dijo antes de regresar a su mesa.

 

El grupo de amigos quedó en silencio uno segundos, mirándose unos a otros.

 

—Bueno, no parece muy afectada —comentó Karin, encogiéndose de hombros.

 

Sasuke no respondió, pero él también lo había percibido y aquello le alivió. A pesar de que las cosas no hubieran funcionado con Ino, esperaba que ella saliera adelante y estuviera bien.

 

Después continuaron charlando sobre asuntos sin importancia. Nadie quiso decir nada más sobre Ino, primero porque sabían que Sasuke no diría nada sobre el tema, y en segundo lugar, para no incomodar a Naruto.

 

Sasuke ignoró la charla cuando, algunas cervezas más tarde, Naruto arrastró la silla con desgano y se puso de pie.

 

—¿A dónde vas?

—Al baño.

 

Naruto hablaba con la misma pereza que lo haría un recién levantado.

 

—Te acompaño.

—No es necesario. —Sacudió una mano, restando importancia, y sin más se alejó.

 

El otro pensó que lo mejor sería ir tras él, pero la voz de Suigetsu le distrajo.

 

—Parece que Naruto no tiene mucha tolerancia al alcohol. —Se mofó—. Esa cerveza es la cuarta, ¿no?

 

Miró la jarra que Suigetsu señalaba. Estaba casi intacta, y Naruto parecía incapaz de terminarla. Definitivamente en cuanto ese tonto regresara, le prohibiría seguir bebiendo. No tenía ganas de lidiar con un borracho más tarde, y menos cuando no sabía qué tipo de borracho era su novio.

 

Poco después, Naruto salía del baño queriendo pensar que se sentía un poco mejor después de haberse empapado la cara con agua fría. No podía seguirle el ritmo a Sasuke y los demás bebiendo cervezas. ¿Cuántas llevaban ya? Sin embargo, lucían frescos como lechugas. Mientras que él a duras penas pudo terminar la tercera, y una cuarta cerveza casi intacta le esperaba en la mesa.

 

Era un poco frustrante.

 

—Yo en tu lugar no bebería más.

 

La inesperada voz de Ino hizo a Naruto tropezar con sus propios pies y mirar a un lado cuando abandonaba el baño. Como si fueran mejores amigos, la chica le sonrió y movió una mano, saludándole.

 

—Lo que yo decía: en tu lugar no bebería más.

 

Sin poder disimular su desagrado esta vez, Naruto arrugó ligeramente el ceño.

 

—¿Quieres algo? —Apostaba lo que sea que ella quería hablar con él, pero no cualquier cosa, sino algo sobre Sasuke.

—Sólo firmar una tregua —respondió sincera, desconcertando al rubio—. No tienes que sentirte amenazado con mi presencia. Entre Sasuke y yo todo terminó, y todo está claro. Te digo esto porque, si alguna vez me ves con ellos, no es porque tenga intenciones de robarte a Sasuke. A pesar de todo ellos me caen bien, así que me gustaría continuar siendo su amiga

 

En un primer momento Naruto se sorprendió, Ino sonaba muy sincera.

 

—Lo dices como si yo estuviera celoso.

 

La rubia soltó una carcajada.

 

—No hay más que verte para notarlo. Todo tú lo grita: estoy celoso —expresó con un falso tono dramático.

 

Naruto se sintió ruborizar de vergüenza al ser tan obvio. Quiso decirle algo, pero ella volvió a hablar.

 

—¡Ah, mira! Mi amigo acaba de llegar. —Señaló—. ¿A que es guapísimo? Se parece mucho a Sasuke.

 

El rubio miró hacia donde ella señalaba, totalmente intrigado. Vio a un chico de cabellos negros y piel incluso más blanca que Sasuke que miraba a su alrededor incansable, seguramente buscando a Ino. Torció la boca en un mohín de disgusto que no pudo ocultar. ¿Ese tipo parecerse a Sasuke? ¡Ni hablar! Sasuke era mejor. ¡Mucho mejor!

 

—Sasuke es mejor. —No pudo evitar exteriorizar su pensamiento.

 

La chica rió, divertida. Estaba por decir algo, pero Sasuke apareció en ese momento.

 

—Usuratonkachi, ¿por qué tardas tanto? Ya nos vamos… —Guardó silencio al ver a la rubia. No hacía falta ser muy listo para notar que estaban hablando—. ¿Todo bien? —preguntó cauto.

—Sí —respondió.

—Perfectamente —añadió la rubia con una sonrisa—. Mi amigo me está esperando, así que será mejor que me vaya. —Miró a Sasuke—. Ese de allí es Sai. —Señaló—. Quizá un día te lo presente a ti y a los demás.

—Claro. —Se limitó a decir.

—Espero que todo os vaya bien. —Con un gesto presumido, se hizo la larga coleta hacia atrás y se alisó la ropa con las manos, queriendo verse presentable—. ¡Nos vemos!

 

Sasuke miró con cierta curiosidad el chico con el que se reunía Ino, después su expresión se relajó, sintiéndose en el fondo contento por ella.

 

—¿Puedes creerlo…? —comenzó a preguntar Naruto con hablar casi pastoso—. Ino dice que ese tipo se parece a ti dattebayo, pero no… tú eres…

—Usuratonkachi —interrumpió, reprendiéndole con la mirada—. Definitivamente no volverás a beber alcohol en mi presencia —sentenció.

 

Los ojos de Naruto brillaban más de lo normal, sus mejillas estaban rojas, y ni qué decir de la expresión de idiota rematado que adornaba su cara en ese momento, obviamente producto del alcohol.

 

—Suenas como una madre. —Soltó una risilla floja.

 

Sasuke chasqueó la lengua y rodó la mirada. Tomó al rubio del brazo, incitándole a caminar hacia la salida.

 

—Vamos. ¿Te sientes bien? ¿Puedes caminar?

—¿Por quién me tomas? —balbuceó—. ¡Estoy perfectamente!

—Sí, puedo verlo —murmuró.

 

¿Qué se suponía que debía hacer ahora? ¿Llevaba a Naruto a su casa? Prefería que los Uzumaki no le vieran, no de momento. Podrían surgir preguntas incómodas. Quería presentarse ante los Uzumaki como novio de su hijo con el dobe en sus cinco sentidos, ¡no así!

 

Quizá acompañarle a casa y marcharse antes de ser visto sería lo más razonable.

 

Karin y Suigetsu no pudieron contener las burlas al ver el estado de ligera embriaguez de Naruto, aunque el rubio insistía en que se sentía perfectamente y amenazó con tomar su cerveza, pero Sasuke se lo impidió finalmente.

 

—Será mejor que lo lleves a casa —comentó Juugo una vez que salieron a la calle.

—Quizá el fresco de la noche le ayude a serenarse. —Se unió Karin, mirando a su primo que de repente tenía una permanente sonrisa en el rostro. Parecía la felicidad personificada.

—¡Estoy bien! —renegó el rubio—. Sólo tengo un poco de sueño —confesó.

 

Sasuke suspiró.

 

—Nos vamos.

 

Pasó un brazo de Naruto sobre sus hombros y sin decir más se marcharon. El camino fue lento, con la esperanza de que como dijo Karin, el fresco de la noche serenara a ese dobe. Conforme avanzaban, Naruto parloteaba de forma más insistente, al principio eran cosas sin importancia, puras estupideces, pero después empezó a decir cosas que le llamaron la atención.

 

—¿Sabes? Me alegro de que Ino se esté viendo con un chico. Estaba celoso pensando que ella se acercó porque quería conquistarte… o algo así…

 

Una sonrisilla curvó las comisuras de Sasuke, sintiéndose tontamente satisfecho al escuchar a Naruto admitir que estaba celoso.

 

—¿Ella es mejor que yo en la cama? —preguntó de pronto.

—¿Q-qué cosas preguntas, cabeza hueca? —tartamudeó por la impresión.

—¡Yo no tengo experiencia! —admitió avergonzado—. Probablemente me comparas con ella…

 

De repente Naruto lucía tan triste que cualquiera pensaría que iba a ponerse a llorar en cualquier momento.

 

—No haría algo así —aseguró Sasuke de inmediato.

 

Pensó que le costaría mucho hacer entrar en razón a Naruto y que le creyera, pero apenas un segundo después le vio alzar el rostro con una sonrisa, como si de nuevo fuese el hombre más feliz del mundo.

 

—¿En serio? ¡Menos mal! —Giró un poco, pellizcando las mejillas del mayor como si de un niño pequeño se tratase—. Eres tan lindo, Sasuke nii-chan…

—¿A quién llamas lindo, idiota? —masculló, aferrando las muñecas de Naruto para romper el contacto.

—Estabas tan preocupado por mí en mi primera vez…

 

La mano de Sasuke fue veloz en tapar la boca de su novio, aunque casi llegó tarde. Miró a su alrededor, había algunas personas en la calle y Naruto a veces hablaba innecesariamente alto.

 

—Usuratonkachi, ¿podrías cambiar de tema? —propuso con falsa amabilidad, y le incitó a volver a caminar, dejando que Naruto se sostuviera en él.

—No había sentido tanta vergüenza en mi vida’ttebayo —continuó diciendo, como si no hubiera escuchado lo que Sasuke le dijo—. Me daba miedo hacerlo mal, ser un pésimo amante…

—Naruto… —masculló amenazante—. Deja de hablar de eso.

—¿Podemos repetirlo esta noche? —preguntó esperanzado, casi balbuceando por querer decirlo tan rápido.

—Seguro —susurró irónico.

 

Pero en su estado Naruto no supo detectar el sarcasmo, mucho menos notaba que el camino que llevaban no les guiaría al apartamento de Sasuke. Para alivio del pelinegro, después hubo un largo momento de silencio sólo roto por algunas pequeñas risas que Naruto parecía soltar de la nada.

 

—Deja de reír como un demente.

—Es que estoy tan feliz… —Por unos segundos tarareó una canción que Sasuke no supo identificar—. Mi vida fue un desastre el tiempo que estuvimos separados… pero Gaara me ayudó a seguir en pie.

 

Al escuchar eso, Sasuke miró de soslayo a Naruto, siendo consciente una vez más de que debía estar agradecido con el pelirrojo que tanto detestó en el pasado.

 

—No quiero volver a pasar por eso de nuevo, Gaara. —Negó y después frunció un poco el ceño—. Por eso no quiero hablar con mis padres y que ellos sepan quién es mi novio. Pero no se lo digas a Sasuke, ¿vale?

 

El otro se limitó a rodar la mirada. Naruto parpadeaba con pesadez mientras caminaba casi arrastrando los pies por momentos, de no ser porque prácticamente caminaba colgado de él, seguramente ya habría caído.

 

—¿Crees que tus padres se enojarán mucho al ver tu estado? —Cambió de tema sin más.

 

Era cierto que Naruto ahora era mayor de edad, pero seguía viviendo en casa de sus progenitores y al ser la primera vez que llegaba en ese estado era muy probable que se sintieran disgustados.

 

—Mamá pondrá el grito en el cielo. —Rió como si aquello fuese divertido.

 

Les hizo detenerse cuando estaban apenas a una casa de distancia de la de los Uzumaki. Tomó al rubio del rostro con ambas manos para que le mirara, pero los ojos azules enfocaban con cierta dificultad.

 

—Naruto, ¿crees que podrás mantener tu bocaza cerrada y no hablar de lo nuestro a tus padres? Quiero que cuando el momento llegue, estés en tus cinco sentidos.

—¡Por supuesto! No le hablaré a lo nuestro de mis padres —aseguró efusivo—. Lo nuestro no sabrá nada.

 

Sasuke se llevó una mano a la frente, perdiendo cualquier pequeña esperanza que hubiera albergado en Naruto.

 

—Es al revés, idiota —masculló—. Como sea. Entra ahí, toma una ducha fría y vete directo a la cama.

—¿Y un besito?

 

Cerró los ojos y puso unos graciosos morritos.

 

—Te lo daré si prometes hacer lo que te he dicho: una ducha fría y a la cama.

—Sí, sí…

 

Entonces Naruto recibió su beso de buenas noches. Apenas fue un toque efímero que no duró más de un segundo, pero sonrió tontamente, satisfecho.

 

Caminó a la puerta de su hogar, y entonces giró para sacudir el brazo con una torpe efusividad.

 

—¡Nos vemos mañana’ttebayo! —exclamó—. ¡Te quiero mucho!

 

Un escalofrío ascendió por la columna de Sasuke ante el griterío del rubio. Sin pensarlo, dio media vuelta y comenzó a alejarse con rapidez, rogando no ser descubierto por los Uzumaki. No. ¿Qué imagen daría como novio si se presentaba allí con el rubio bastante ebrio?

 

Sólo le quedaba rogar que Naruto pudiera controlar su bocaza, de lo contrario sospechaba que Minato le detestaría mil veces más, y Kushina… quién sabe, tal vez le golpearía.

 

****

 

—¿Qué ha sido ese grito? —Se alarmó Kushina.

—Es Naruto.

 

Preocupado, Minato saltó del sofá donde tranquilamente veía la televisión con su esposa y corrió hacia la puerta. Al abrirla, se encontró a su hijo hurgando con torpeza en los bolsillos del pantalón, probablemente buscando la llave.

 

—¡Hey, papá! —Sonrió.

—¿Naruto?

 

Parpadeó consternado. Había algo que no estaba bien en su hijo. Le analizó detenidamente y no tardó mucho en llegar a la conclusión.

 

—¿Has bebido? —Se escandalizó.

—¿Todo bien’ttebane? —preguntó Kushina deteniéndose a su lado—. ¿Era Naruto quien ha gritado?

—Aquí nadie ha gritado —desestimó Naruto al instante, agitando una mano.

 

Avanzó un par de pasos y procedió a quitarse el calzado ayudándose con sus propios pies, pero su equilibrio no era el mejor en ese momento y terminó cayendo antes de que sus progenitores pudieran sostenerle.

 

—¡Naruto! —Se alarmó la mujer, agachándose a su lado—. ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?

—¿Cómo se te ocurre llegar a casa en este estado? —reprendió Minato con una seriedad que rara vez mostraba—. Para colmo has llegado solo. Alguien podría haberte asaltado al verte vulnerable, o te podría haber atropellado un coche.

 

Entonces Kushina se fijó mejor en el rostro de su hijo y sofocó una exclamación de sorpresa, sin dar crédito a lo que veía. Quiso unirse a Minato en aquel regaño, pero una risilla brotando de labios de éste les hizo guardar silencio, intrigados.

 

—No he venido solo dattebayo… —Todavía tirado en el suelo, rodó para acomodarse de lado y ver mejor a sus progenitores.

—Has llegado solo —insistió Minato—. Al abrir la puerta, sólo estabas tú.

—No, no… —Con pereza alzó un brazo y negó con un dedo—. Me acompañó el hombre más guapo del mundo…

 

Minato sintió que su corazón se saltaba un lado. Escuchar eso le había provocado un escalofrío y un mal presentimiento. Kushina se acercó un poco más a su hijo y le palmeó una mejilla al verle más somnoliento a cada segundo que pasaba.

 

—Naruto, no te duermas —ordenó la pelirroja—. ¿Quién…? ¿Quién era ese hombre guapo que te acompañó?

—Mi novio… —respondió con pereza debido al sueño, tratando de componer una sonrisa orgullosa que no le salió bien.

 

Un chillido femenino de espanto se escuchó al instante, haciendo punzar las sienes del adormecido Naruto.

 

—M-mamá, no grites… es molesto —balbuceó torciendo los labios en un mohín infantil.

—No he gritado yo, ha sido tu padre —respondió ella, enfocando a su esposo que lucía pálido de repente—. Minato, no seas dramático. Este momento iba a llegar tarde o temprano.

 

Minato se alejó un paso y negó con la cabeza, alejando las imágenes que llegaban a su cabeza donde un hombre de rostro desconocido incitaba a beber a su pobre Naruto para después poder hacerle cosas obscenas.

 

Sin pensarlo se tiró al suelo junto a su esposa y tomó el rostro de su adormecido hijo entre sus manos temblorosas.

 

—Na-Naruto, ese hombre… ¿te hizo algo? —preguntó temeroso, sembrando inquietud en su esposa que también esperaba la respuesta.

—¿Algo? ¿Qué es algo? —respondió bastante sosegado.

—¿Se propasó contigo? ¿Te tocó en lugares indebidos?

 

Naruto estalló en carcajadas por unos segundos, sorprendiendo a los otros.

 

—Ojalá.

—¡Naruto! —reprendió Kushina, sonrojada.

 

Sin pensarlo, Minato ayudó a su hijo a quedar sentado. El movimiento fue tan rápido que por un segundo el chico se sintió mareado y eso se notó en su expresión.

 

—Hijo, no te duermas, aguanta un poco más —pidió Minato con premura—. Ese hombre, ¿lo conocemos? O quizá es un compañero de la universidad.

 

Como toda respuesta, Naruto se llevó un índice a los labios, indicándoles guardar silencio.

 

—Ssh… No debo hablar a lo nuestro de mis padres —les susurró.

—Creo que querías decirlo al revés —murmuró Kushina, suspirando resignada al ver el estado de su hijo. Miró a su esposo—. Deberíamos llevar a Naruto arriba para que duerma.

—No. ¡No! Él me dijo que primero una ducha fría, sí… eso me dijo. —Trató de ponerse de pie. Sentía el cuerpo pesado. Por suerte sus padres le echaron una mano—. A veces es idiota y me saca de quicio, pero se preocupa por mí’ttebayo.

 

Disgustado, Minato rodeó el cuerpo de su hijo con un brazo para ayudarle a subir las escaleras.

 

—Sí, ya veo cómo se preocupa por ti: llevándote a beber y trayéndote ebrio a casa. Y quién sabe si te hizo algo aprovechándose de tu estado. —Una vez arriba se encaminó al baño—. No le conozco y siento que ya le odio demasiado.

—Minato —le llamó su esposa que caminaba tras ellos—. Se supone que los borrachos dicen la verdad, ¿no? Naruto no ha dicho nada sobre que ese hombre le haya hecho algo indebido.

—¿Y tú crees que cómo está ahora mismo sería capaz de recordarlo?

—Bueno, eso… —titubeó, insegura—. P-prefiero pensar que simplemente salieron a beber y se les pasó un poco la mano con el alcohol.

 

Minato bajó la tapa del retrete y sentó a su hijo allí, quien ahora parecía sentirse cómodo estando callado, y se limitaba a esforzarse en abrir los ojos cada vez que parpadeaba. Éste se dejó hacer cuando su padre comenzó a desnudarle de cintura para arriba.

 

—Pues yo encontraría a ese desgraciado y lo denunciaría…

—¿No crees que te estás precipitando? —Se preocupó ella, y después se acercó a su hijo—. Naruto… ¿puedes decirnos qué ocurrió? ¿Por qué estás borracho?

 

El mencionado alzó la cabeza con cierto esfuerzo, luchando por enfocar a su madre. Le tomó unos segundos procesar las preguntas, entenderlas, y pensar la respuesta.

 

—Estábamos con unos amigos… en un bar… —Fue lo único que logró articular, después se abrazó a lo que tenía más cerca, que resultó ser Minato—. Tengo sueño dattebayo. —Restregó el rostro contra el estómago de éste.

—¿Ves? ¿Lo ves? —interrogó aliviada Kushina—. Si estaban con unos amigos y en un lugar público, su novio no pudo hacerle nada malo.

 

Aunque Minato no estaba convencido del todo. ¿Amigos? ¿Qué amigos? Quería sus nombres y el del novio de su hijo, sus direcciones, a qué se dedicaban, sus rutinas diarias, qué clase de personas eran… ¡todo!

 

—Kushina, deberías salir. Ayudaré a Naruto a bañarse —le dijo, ayudando a su hijo a ponerse de pie para desabrocharle el pantalón.

 

Después, cuando quedó a solas con Naruto y le ayudaba a bañarse, aunque trató de sacarle información, de repente parecía imposible. Era como si Naruto hubiera perdido todas las ganas de hablar que había tenido minutos atrás. Quién sabe si por culpa del sueño que sentía, o que gracias a la ducha fría se estaba sintiendo más despejado.

 

Fuera como fuera, no logró sacarle nada más que un agradecimiento susurrado cuando, ya con el pijama puesto, le ayudó a meterse en la cama.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

¡Hola! Lamento el retraso, mi salud no es la mejor en este momento, incluso me ha costado una visita a urgencias. Por otro lado, el trabajo me roba bastante tiempo. Pero una vez más, aquí está el capítulo, como compensación es bastante largo, 35 páginas :) Espero que os guste.

 

Este capítulo es mi autoregalo de cumpleaños, me hacía ilusión. Probablemente esta sea la última vez que me regalo una actualización -lanza confeti-

 

Sobre los reviews, no, no me he olvidado de responderlos. Como dije arriba, no tengo mucho tiempo y si tengo que esperar a poder responderlos para actualizar (como hago siempre), me habría retrasado varios días más. Los reviews del capítulo 53 los iré respondiendo estos días, las personas que se tomaron su tiempo para escribirme merecen un agradecimiento y respuesta :D

 

¡¡Millones de gracias por vuestro apoyo y paciencia!! -corazones-

 

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).