Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Diez años por Takaita Hiwatari

[Reviews - 894]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Diez años:

Takaita Hiwatari

Capítulo 56: “El último obstáculo”:

 

Las semanas transcurrieron con bastante calma, dando paso a diciembre. Finalmente, Naruto había dejado de estar inquieto porque con el paso de las semanas cada vez tocaban menos el tema de revelar su relación a sus padres, hasta que llegó un punto en el que dejaron de hablar de ello. Asumió, bastante contento, que después de todo Sasuke había cambiado de parecer y no iban a hablar con sus padres.

 

No le importaba si su actitud era cobarde. Él prefería llamarlo prudencia. Excesiva prudencia quizá. Pero así era como se sentía cómodo actualmente.

 

Con los días, sus padres también dejaron de tocar el tema de su pareja. Lo último que sus padres le dijeron sobre ello, fue que esperaban ansiosos el día en que pudieran conocerle.

 

En general, todo estaba tan tranquilo que hasta parecía un placentero sueño.

 

Mikoto le trataba tan cariñosa como siempre. Fugaku, las veces que se lo había topado por la calle, le trataba con la amabilidad de antaño y le preguntaba sobre sus estudios o alguna trivialidad. Podía decir que ahora se sentía un poco menos incómodo cuando hablaba con él.

 

En su día a día sólo tenía que preocuparse por sacar el curso adelante y pasar tiempo con Sasuke. Ocasionalmente iban al parque, incluso Sasuke alguna vez se había unido a ellos a jugar fútbol por un breve tiempo. El único de sus amigos que parecía reacio a aceptar a Sasuke, era Kiba. No disimulaba las malas miradas que le dedicaba. Pero ese era un problema menor, Naruto sabía que su amigo sólo necesitaba tiempo para acostumbrarse.

 

Otras veces se juntaban con los amigos de Sasuke. Para ellos no había pasado desapercibido el paulatino acercamiento que de repente parecía haber nacido entre Karin y Suigetsu. Solían tener discusiones absurdas como siempre, pero había “algo” diferente en ellos. Antes se trataban como si realmente quisieran matarse, ahora se notaba que sólo era una actuación.

 

De vez en cuando, se reunían con Itachi y Konan, normalmente en Akatsuki; pero otras veces podían verse en el apartamento de Sasuke  o en el de Itachi.

 

Insistía en el pensamiento de que todo estaba tranquilo. Demasiado tranquilo.

 

¿Debía preocuparse? No, no, eso sería ser paranoico.

 

—Cariño, ¿te apetece algo especial para esta noche?

 

La voz de su madre entrando en el jardín interior de la casa, sacó a Naruto del letargo en el que había caído mientras regaba las plantas.

 

—¿Eh? —Atinó a decir.

—Preguntaba si te apetece algo especial para esta noche. —Sonrió—. Después de todo es Navidad.

 

Incómodo ante la pregunta, Naruto dejó la regadera a un lado y se incorporó para encarar a su madre.

 

—Lo cierto es que… no voy a cenar en casa.

 

Dos segundos después vio cómo la expresión de su madre se transformaba en una de sorpresa.

 

—¡No puede ser! ¿Vas a cenar en la casa de tus… de tus suegros?

 

Al instante Naruto respingó en su lugar, casi sintiendo un escalofrío.

 

—¿Qué?

 

Pero no pudo decir nada más porque su madre se acercó con una sonrisa y le tomó de las manos.

 

—¡Me alegra mucho escuchar eso’ttebane! Eso significa que ese chico sí va en serio contigo.

—Mamá, no…

—Si te soy sincera, había estado preocupada sobre ese asunto.

—Mamá, espera. —La interrumpió finalmente—. No se trata de eso. Él y yo vamos a cenar fuera, es sólo eso.

—Oh… —murmuró, soltándole despacio.

 

Adiós a su plan de espiar desde la ventana de la habitación de Naruto para ver a su hijo entrar junto a Sasuke en casa de los Uchiha y así confirmar una vez más lo que ya sospechaba con firmeza.

 

En unas pocas ocasiones, había pasado discretamente por el parque, comprobando que su hijo no estaba allí. Sin embargo, cuando le preguntaba a Naruto éste le respondía con una sonrisa que había estado con sus amigos en el parque.

 

Como había notado que a su hijo le incomodaba muchísimo hablar sobre su pareja, decidió junto a Minato aparcar ese tema de conversación por lo menos hasta que Naruto les tuviera la confianza suficiente como para contarles algo sobre el tema.

 

—¿Estás… decepcionada? —Medio afirmó en la pregunta, estudiando el rostro de su madre.

—No es eso exactamente. Es sólo que pensaba que tu novio iba lo suficientemente en serio como para presentarte ante su familia.

 

Y una vez más Kushina podía apreciar la incomodidad en su hijo. No entendía por qué para Naruto ese tema parecía ser algo tabú.

 

—Él… —Comenzó a decir, pero se corrigió—. Los dos vamos en serio. Pero todavía es pronto para eso.

—Entiendo. —Asintió comprensiva—. Pero… Naruto, ¿me dirías al menos su nombre?

‹‹¿Para que intentes separarme de él? ¡Ni hablar!››, pensó en actitud defensiva.

 

Fingiendo no haberla escuchado, Naruto se sacudió un polvo imaginario del pantalón y caminó hacia el interior de su hogar.

 

—Iré a ducharme’ttebayo. No quiero llegar tarde.

 

Un poco frustrada, Kushina vio a su hijo perderse de vista.

 

A veces sentía deseos de decirle que ella estaba casi totalmente segura de que el “misterioso” novio era Sasuke. Acorralarle para que confesara lo obvio. Pero el ver lo incómodo que se sentía Naruto ante el tema de conversación la frenaba. No entendía por qué su hijo parecía empeñado en creer que Minato y ella iban a separarle de su novio. Por su parte, jamás haría algo así. Si algo no le gustaba en el novio de su hijo, lo hablaría directamente con el chico y con Naruto.

 

Por ahora, lo único que la carcomía era la necesidad de escuchar de los propios labios del “misterioso” novio de su hijo que iba realmente en serio con Naruto. Sasuke había tenido varias novias antes, Mikoto se lo contó, así que… ¿y si Naruto sólo era uno más en la lista? A lo mejor Naruto sólo estaba saciando la curiosidad de un “heterocurioso” que quería probar suerte en otras aguas.

 

No quería ver a su hijo sufriendo por amor. Eso era todo.

 

****

 

—Sasuke, hay algo que necesito contarte.

 

En mencionado miró de soslayo a su acompañante. Acababa de salir del trabajo, y como en tantas ocasiones, Karin le acompañaba durante el trayecto que tenían en común.

 

—Adelante —dijo sin más.

 

Durante el día había notado a la pelirroja nerviosa y ocasionalmente patosa, como si estuviera con la cabeza en las nubes. Un par de veces estuvo por preguntarle si le ocurría algo, pero como no estaban solos no lo creyó conveniente y terminó guardando silencio.

 

—No sé muy bien cómo decir esto —balbuceó la pelirroja—. Es vergonzoso —renegó.

 

Pero él no la presionó a hablar. Se mantuvo en silencio, caminando a su lado y esperando a que se sintiera preparada.

 

—Verás, ayer yo… besé a Suigetsu.

 

Sasuke se detuvo tan repentinamente como si sus pies se hubieran quedado pegados en el suelo. Parpadeó incrédulo y miró a la pelirroja.

 

—¿Qué?

 

Bien era cierto que tanto Naruto como él habían notado que últimamente “algo” parecía haber cambiado entre ella y Suigetsu. Pero de ahí a un beso…

 

—¡Y-yo…! —exclamó acelerada, acomodándose las gafas en un movimiento casi brusco por la vergüenza—. Camino a casa me topé con Suigetsu, hacía frío y propuso ir a tomar algo caliente —explicaba un poco acelerada—. Estuvimos hablando, me sentía cómoda con él… su-supongo que me dejé llevar.

—¿Supones?

—Fue un impulso.

 

Los Uzumaki y sus impulsos, pensó Sasuke, casi rodando la mirada.

 

—¿Y…? —La animó a continuar al ver que ella deseaba seguir hablando.

—Entonces… Suigetsu me miró como si me hubiera vuelto loca y él… ¡se marchó! —Su expresión se transformó en una que mostraba que estaba herida a pesar del tono enfadado que empleó—. ¡Ese cobarde…! No fue capaz de decirme algo.

 

Escuchar eso le hizo recordar a Sasuke que él reaccionó igual cuando Naruto le besó en el hospital. Aquel beso impetuoso y torpe le dejó tan abrumado y confundido, que lo único que atinó a hacer, fue reprocharle y después salir de la habitación.

 

—Ahora no seré capaz de mirarle a la cara sin morirme de vergüenza. ¿Qué debería hacer, Sasuke? —preguntó, mirándole suplicante—. Lo he estropeado todo.

 

Sasuke meditó que probablemente Naruto se debió de sentir igual cuando él rechazó su primer beso. Pero dejando eso de lado, se centró en su amiga.

 

—¿Qué sientes por Suigetsu?

 

La pregunta sorprendió a Karin, y segundos después, le arrancó un pequeño rubor.

 

—P-pues es obvio que me gusta, ¿no? Si no, no le habría besado.

—En ese caso sólo hay una cosa que puedes hacer.

—¿Qué cosa? —preguntó con interés.

—Insistir. La terquedad es distintiva de los Uzumaki.

—No sé si tomarlo como un halago o qué —masculló arqueando una ceja.

 

Sasuke dejó escapar una suave risa. Él daba fe de que los Uzumaki eran tercos como mulas. Primero Karin estuvo durante años suspirando por él, le costó hacerla entender que lo único que deseaba de ella era una amistad. Después llegó Naruto, el rey de los tercos.

 

Cuando los Uzumaki tenían un objetivo, era muy complicado hacerles desistir.

 

—Ahora hablando en serio, Karin, deberías hablar con Suigetsu.

—Lo sé…

 

La melodía del móvil de Sasuke interrumpió la conversación. En la pantalla vio el nombre de su madre, así que no tardó en responder, saludando con un tono sereno.

 

—Sasuke, te llamaba porque voy a preparar la cena para esta noche y quería saber si estarás con nosotros —habló sin rodeos—. O quizá tienes otros planes.

—Iré a casa.

—¿En serio? ¡Perfecto! —exclamó animada—. Entonces prepararé comida para cinco.

—Mamá.

—Dime.

—Que sea comida para seis.

 

Al otro lado de la línea se escuchó un jadeo de sorpresa.

 

—¿Para seis? —reiteró—. No puede ser. ¿Vendrás acompañado?

—Así es.

—¡Oh! ¿Es lo que estoy pensando? ¿Puede ser que…?

—¿Qué? —La animó a continuar.

—¿Traerás a… Naruto? —preguntó esperanzada.

 

¿Podía ser que su hijo había regresado con el chico? ¿Habían arreglado la situación?

 

—Nos vemos más tarde, mamá —respondió Sasuke, despidiéndose y colgando sin más.

 

Al regresar su atención a Karin, la vio muy entretenida contando con los dedos mientras murmuraba cosas para sí misma. La miró ligeramente intrigado.

 

—¿Qué estás haciendo?

—Le has dicho a tu madre que prepare comida para seis, así que estoy contando. En tu familia sois cuatro, y si sumamos a la pareja de Itachi, cinco. ¿Quién será el sexto invitado? —No pudo esconder una sonrisilla que curvó sus comisuras—. ¿Será Naruto?

 

Pero lejos de mostrarse incómodo o evasivo como Karin pensó que ocurriría, Sasuke se limitó a asentir con la cabeza, totalmente tranquilo.

 

—¿¡Es en serio!? —Se impresionó.

—Sí. —Volvió a asentir—. Aunque hay un pequeño inconveniente, y es que Naruto no lo sabe.

—¿Um? —Arqueó una ceja, llena de curiosidad. Su preocupación sobre lo ocurrido con Suigetsu había quedado en un segundo plano—. ¿Cómo que no lo sabe?

—Le mentí. Le dije que iríamos a un restaurante en el centro.

 

Por un segundo la chica parpadeó consternada, tratando de procesar la información y atar cabos.

 

—¿Por qué has hecho eso?

—Naruto no quiere que nuestros padres sepan de nuestra relación —explicó escueto—. Digamos que ahora es él quien se ha encerrado en su “zona de confort”. Aunque entiendo sus razones —agregó lo último más bien para sí mismo.

—Entonces yo no calificaría ese inconveniente como pequeño, Sasuke —comentó preocupada—. ¿Y qué harás? ¿Inventarte una mentira para poder arrastrarlo hasta tu casa? —Ironizó. Alzó los hombros y negó con la cabeza—. Eso no va a funcionar, Sasuke. Además, Naruto podría tomarlo mal por hacer algo así sin respetar su opinión.

—Lo sé. —Fue todo lo que respondió.

 

Desde el principio sopesó los posibles desenlaces. Claro que había tenido en cuenta la opción de que Naruto podría enfadarse, y mucho; pero era un riesgo que estaba dispuesto a correr. Tenía confianza en que todo saldría bien y que eso evitaría el enfado de su novio.

 

Y por tonto que sonara, lo mejor que se le había ocurrido hasta ahora era eso: inventar una mentira para guiar a Naruto hacia su casa. Estaba seguro que de otra forma no querría ni acercarse a la puerta de entrada.

 

—Me intriga mucho saber qué ocurrirá. Tu noche de Navidad puede ser perfecta, o terminar en todo un desastre.

 

El pelinegro miró de soslayo a su amiga y soltó un seco suspiro que llamó la atención de ésta y la hizo sonreír nerviosa, retractándose al instante mientras sacudía las manos.

 

Se suponía que debía animar a Sasuke.

 

—¡P-pero en tu caso será perfecto! ¡Ya lo verás! —aseguró con ánimo.

 

****

 

Los azules ojos de Naruto se enfrentaron por un breve instante con los de Minato en un pesado silencio. Finalmente, casi pudo escuchar crujir la mandíbula de su padre cuando éste se forzó a curvar las comisuras en una sonrisa.

 

—Pá-pásalo bien esta noche.

—Gracias.

 

Apenas un segundo después, Minato se había lanzado sobre su hijo con desesperación, tomándole de los hombros sin poder contenerse más.

 

—Naruto, si el tipo ese intenta sobrepasarse contigo…

—”El tipo ese” tiene nombre —interrumpió—. Y él jamás haría algo así’ttebayo.

—Lo llamaría por su nombre si me lo dijeras —puntualizó, y le dedicó una intensa mirada esperando la respuesta, pero ésta no llegó—. Mientras tanto, le llamaré como me plazca.

 

Naruto suspiró resignado y trató de avanzar un paso, en busca de su calzado. Pero en lugar de dejarle ir, Minato le abrazó posesivo.

 

—¡Papá! —protestó, tratando de sacárselo de encima. Tenía la puerta a menos de seis pasos de distancia, y parecía que sería una odisea alcanzarla—. Llegaré tarde —refunfuñó.

—Si me necesitas, llámame y rápido iré a salvarte… ¡Ouch!

 

La queja de Minato fue provocada por el puño de Kushina estrellándose en su cabeza con fuerza moderada. Tampoco quería dejar a su esposo inconsciente.

 

—¡Suficiente! —sentenció Kushina con aire autoritario—. Deja ir a Naruto. ¡Ahora!

 

Con una expresión de derrota que a Naruto se le antojó más como la de un niño regañado, finalmente Minato obedeció y se movió a un lado para dejar avanzar a su hijo.

 

Le despidieron con una sonrisa, deseándole que lo pasara bien, y cuando estuvieron solos, Kushina se llevó las manos a la cintura y enfrentó con seriedad a su esposo.

 

—Minato, si no dejas de comportarte así, Naruto nunca nos tendrá confianza para hablarnos sobre su novio’ttebane —reprendió.

—Lo siento. Me alteré un poco, supongo.

 

La pelirroja suspiró y llevó una mano a la cabeza de su esposo, acariciando la zona golpeada anteriormente.

 

—Confía en Naruto. —Sonrió—. Todo va a estar bien.

 

El rubio asintió, más por resignación que por otra cosa.

 

Sólo tenían que mantenerse en su plan de dejar de atosigar a Naruto para que éste se abriera a ellos por voluntad propia, aunque a Minato en ocasiones le costaba demasiado.

 

****

 

Naruto hundió las manos en los bolsillos de la chaqueta, tratando de brindarse algo de calor a la par que aceleraba un poco el paso. Por culpa de su padre y su exagerada preocupación iba a llegar tarde.

 

Tal vez si corría…

 

No tuvo tiempo de meditarlo cuando a lo lejos reconoció la figura de Sasuke caminando hacia él. Desconcertado, fue a su encuentro en unas cuantas zancadas.

 

—¿Sasuke?, ¿qué haces aquí?

 

Habían acordado verse en el apartamento y desde ahí irían juntos al restaurante donde Sasuke había reservado mesa. Naruto no tenía ni idea del lugar concreto, y como notó a Sasuke un poco misterioso con el tema, no quiso insistir pensando que quería darle una sorpresa.

 

—Necesito pasar por casa de mis padres para recoger algo.

 

El otro se encogió de hombros.

 

—Está bien, te esperaré aquí.

 

Un tic sacudió de forma sutil una de las morenas cejas al notar la actitud cauta de Naruto, quien prefería aguardar a cierta distancia antes que acercarse a la casa.

 

Y el problema era ¿cómo hacer a Naruto entrar en un lugar al que no deseaba ni acercarse?

 

—En realidad… —titubeó un par de segundos—. Mis padres no están en casa hoy, iban a cenar fuera. Puedes venir.

—Nah, está bien. —Sacudió una mano—. Te espero aquí.

 

El tic se hizo más intenso en la ceja de Sasuke.

 

—Itachi está allí, me comentó que hace tiempo que no te ve y… —Dejó la frase al aire, sin saber qué más añadir.

 

El rubio bufó, fastidiado ante la idea de ir allí. Ya se le hacía pesado tener que pasar todos los días frente la casa de los Uchiha. Le incomodaba.

 

—Bueno… —Cedió—. Pero sólo entraré un momento.

—¡Hum! —Sasuke dejó escapar una sutil risilla jocosa que llamó la atención del otro—. Eres un gatito asustadizo —dijo mientras retomaba el camino con aparente desinterés.

—¡No lo soy! —rebatió ofendido, caminando a su lado—. Te dije que voy a entrar’ttebayo.

 

Sasuke sonrió en su interior, convencido de que provocándole, Naruto entraría y se aguantaría las ganas de salir corriendo sólo para demostrarle que no era un gatito asustadizo.

 

Al llegar, fue Itachi quien les recibió. Por un segundo, Naruto se sintió confundido cuando vio a Itachi parpadear sorprendido y a Sasuke alzar la cabeza con orgullo, como si hubiese logrado algo importante.

 

—Ehm… ¡hola! —saludó el rubio, rompiendo el extraño intercambio de miradas entre los hermanos.

—Hola, Naruto-kun… —Se hizo a un lado, invitándoles a pasar—. No te esperaba por aquí.

 

Las comisuras de Naruto se alzaron en una sonrisilla nerviosa. Ni loco pensaba adentrarse más en esa casa. El matrimonio Uchiha podría regresar en cualquier momento, y cuando eso ocurriera él no quería estar allí.

 

Negó con la cabeza, rechazando la invitación del pelinegro y se mantuvo en el rellano de la entrada.

 

—Esperaré aquí. Sasuke sólo vino a recoger algo y nos iremos.

 

Apenas dijo aquello cuando una voz femenina se escuchó, y no fue la de Konan.

 

—Itachi, he escuchado que llamaban a la puerta. ¿Era tu herma… no? —finalizó Mikoto en un balbuceó, parpadeando sorprendida al ver a su hijo allí acompañado de Naruto—. ¡Oh, ya estáis aquí! —exclamó con una sonrisa, acercándose.

 

Inconscientemente la tensión se apoderó de los hombros de Naruto al ver a la mujer acercarse. Al instante envió una mirada mortífera a su novio. Ese teme acababa de asegurarle que sus padres no estaban en casa.

¿Y qué significaba ese “ya estáis aquí”? Sonaba como si les hubiera estado esperando.

 

Pero… Un momento. Si Mikoto estaba en casa, eso significaba que muy probablemente Fugaku también estaba allí.

 

Como si le hubiera invocado con el simple pensamiento, vio a Fugaku salir de la sala y caminar por el pasillo, mostrando la misma sorpresa que Itachi y Mikoto al verle allí.

 

—Bienvenidos —saludó el hombre con bastante tranquilidad cuando la sorpresa inicial desapareció—. ¿Por qué no entramos?

 

Antes de que alguien pudiera siquiera pensar en decir algo, Naruto respondió, dejando ver su nerviosismo.

 

—¡No! —habló más alto de lo que en realidad quiso—. Yo ya me iba dattebayo, así que…

 

No pudo terminar de hablar porque sintió la mano de Sasuke aferrarse a la suya con suavidad, como tratando de transmitirle una calma que le era imposible sentir, y menos cuando Itachi se posicionó a su espalda y le escuchó cerrar la puerta con llave.

 

Sintiéndose acorralado, rompió el contacto con Sasuke de un manotazo y retrocedió un paso.

 

—¿¡Qué significa esto!? —Los miró a todos, clavando la mirada finalmente en Sasuke—. ¿Es una broma de mal gusto?

—Usuratonkachi. Sólo vamos a cenar con mi familia —respondió con una obvia calma.

 

Naruto juró que por un segundo estuvo a punto de sufrir un infarto. En un acto reflejo llevó la mano al bolsillo de la chaqueta donde guardaba el móvil, recordando las palabras de su padre donde le aseguraba que si le necesitaba que le llamara y rápido iría a salvarle.

 

Ahora mismo necesitaba ser salvado.

 

Mikoto entonces tomó su mano libre entre las suyas.

 

—Creo que estamos poniendo a Naruto un poco nervioso —dijo a los demás, viendo la tensión en el chico. Le dedicó una suave sonrisa—. Tranquilo, todo está bien. Tendremos una cena agradable.

 

Al instante Naruto enfocó a Fugaku con miedo mal disimulado. Él no estaba tan convencido de ello. Lo mejor sería marcharse él mismo antes de que el hombre le sacara a patadas. ¿Pero cómo se supone que iba a salir de allí con la puerta cerrada con llave y con Itachi custodiando la salida?

 

—¿Podéis dejarme un momento a solas con Naruto? —habló finalmente Fugaku.

—N-no es necesario’ttebayo… —balbuceó nervioso. Ahora sí, seguro que Fugaku iba a sacarle a patadas de su casa—. Yo ya me iba —insistió, mientras veía a los hermanos entrar en la sala y a Mikoto encaminarse a la cocina.

 

Fugaku soltó el aire en un largo suspiro cuando se quedaron solos. Podía percibir de forma palpable el nerviosismo y el miedo de Naruto, probablemente se estaba haciendo ideas equivocadas y pensaba que iba a reprenderle por estar allí o algo similar.

 

—Por lo que veo, no tenías ni idea de esta cena familiar.

—¡Claro que no! —respondió al instante—. Ese teme me dijo que necesitaba pasar un momento por aquí para recoger algo. ¡Me engañó! Si lo hubiera sabido, no habría venido.

 

Ante aquella respuesta, Fugaku entendió por qué Sasuke había llevado allí a Naruto mediante un engaño.

 

—Relájate, todo está bien.

 

El ceño de Naruto se arrugó más en respuesta, pensando totalmente lo contrario. ¡Nada estaba bien! Estaba allí, en casa de los Uchiha, y para colmo Sasuke se había atrevido a sostener su mano frente a sus padres.

 

La situación sólo podía empeorar.

 

Probablemente ahora es cuando escucharía un sermón de Fugaku donde le decía que Sasuke no era homosexual, que era una mala influencia para él y ese tipo de cosas.

 

—Piensas que seré hostil contigo, ¿cierto? —aseguró ante el silencio del chico—. ¿Por qué piensas eso?, ¿acaso ya has olvidado todo lo que te dije en tu cumpleaños?

 

No sé cómo están ahora las cosas entre tú y mi hijo, pero si algún día el destino os vuelve a juntar, no me opondré

 

—Mn… —musitó sin más.

 

Fugaku arqueó una ceja, confuso. Notaba que Naruto quería decirle algo, pero no se atrevía, probablemente porque pensaba que si lo hacía tensaría más la situación.

 

—Lo que quieras decir, dilo libremente.

 

Ante eso, Naruto no se lo pensó y respondió.

 

—No he olvidado lo que me dijiste, pero no te creo.

 

La sinceridad del chico se sintió como un puñetazo en el estómago. ¿Qué más tenía que hacer para que confiaran en él?

 

Frustrado, se masajeó una sien, pensando qué debería hacer o decir.

 

—Está bien —habló finalmente—. Si no crees en mis palabras, te lo demostraré con actos. —Posó una mano en el hombro de Naruto, sorprendiéndole—. Sólo te pido una cosa —añadió mientras guiaba al chico a la sala.

—¿Q-qué?

—Haz feliz a Sasuke.

 

Las comisuras de Naruto se curvaron en una pequeña sonrisa y asintió en un movimiento decidido. Al entrar a la sala, se toparon de lleno con Sasuke y casi chocan con él. De los tres, Fugaku fue el único que no se sorprendió. Es más, soltó una risilla divertida.

 

—Sabía que estarías tras la puerta, escuchando la conversación.

 

Sasuke no respondió, no había forma de excusar lo obvio. Sólo atinó a parpadear cuando su padre empujó a Naruto con suavidad hacia él, invitándoles a acercarse.

 

—Como ves, Naruto está de una pieza. Y ahora, vamos a disfrutar de esta cena familiar. —Se remangó hasta los codos—. Iré a la cocina a ayudar a tu madre.

 

En cuanto Fugaku salió, Sasuke se vio sorprendido con un ligero pero firme empujón.

 

—Creo que ahora mismo te odio, teme —masculló, pero no lo suficientemente bajo como para no ser escuchado por Itachi que unos pasos más allá rió bajito mientras colocaba la cubertería en la mesa.

—No te rías, Itachi —renegó Sasuke, mirándole con seriedad.

—Sólo recordaba la expresión de pánico de Naruto-kun, y tu expresión preocupada que rayaba casi el miedo cuando papá dijo que quería hablar a solas con él. —Rió de nuevo, viendo a Sasuke rodar la mirada y a Naruto inflar las mejillas y fruncir el ceño, como aguantándose las ganas de replicarle—. Todo va a estar bien. A mamá no le disgusta esta situación, y puedo asegurar que papá aprendió de sus errores.

 

El timbre sonó, interrumpiéndoles. Konan finalmente llegó, llevando con ella una ichigo shortcake que había preparado especialmente para la ocasión. La chica también se sorprendió bastante de ver a Naruto allí, pero después sonrió encantada ante la idea de que el chico entraría a formar parte de la familia de forma oficial.

 

Pero Naruto no pudo deshacerse de la tensión por completo ni cuando empezaron a cenar, incluso sentía el estómago cerrado. No le entraba bocado, pero a la vez no quería rechazar la comida de Mikoto, así que a regañadientes se llevaba un bocado de vez en cuando a la boca. Tampoco se atrevía a intervenir en las conversaciones de los demás. Sólo quería pasar lo más desapercibido posible aquella noche.

 

Casi se atraganta cuando una mano de Sasuke, quien estaba a su izquierda, se coló bajo la mesa y se posó sobre su muslo. Rápidamente posó una mano sobre la de su novio con intención de alejarla antes de que quizá el matrimonio Uchiha pudiera notarlo, pero en cambio Sasuke entrelazó sus dedos.

 

—Cálmate, dobe —susurró confidente, mirándole con cierta preocupación—. Sólo sé tú mismo.

 

Naruto sólo podía pensar en que deseaba vengarse. Llevar a Sasuke a su casa para que enfrentara a sus padres y hacerle sentir lo mismo.

 

—¿No tienes hambre, Naruto?

 

La tranquila pregunta de Fugaku le hizo respingar de forma notable. Era normal que preguntara aquello teniendo en cuenta que todos tenían sus platos vacíos, o casi, y el suyo estaba prácticamente intacto.

 

—N-no, yo… La comida está deliciosa’ttebayo… —balbuceó casi en voz baja—. Pero…

 

Mikoto soltó una suave risa que llamó la atención de todos.

 

—Ahora mismo estás tan nervioso que no te entra bocado, ¿cierto? —adivinó la mujer, dedicándole una mirada comprensiva—. No te fuerces a comer. Lo entiendo. —Después encaró a su esposo y su sonrisa se amplió—. El día que Fugaku vino a mi casa para que mis padres le conocieran, le ocurrió lo mismo. Apenas tocó la comida, y a mi madre aquello la disgustó porque decía que Fugaku no sabía apreciar el tiempo y dedicación que le tomó elaborar todo.

 

Como si estuviera viviendo aquel momento, el rostro de Fugaku se torció en uno de desagrado.

 

—Recuerdo que para complacerla comí todo a la fuerza y después sólo quería vomitar.

 

Conforme avanzaban en aquel relato, Naruto por fin pudo empezar a relajarse, intrigado por lo que contaban. Le sorprendió escuchar de boca de Fugaku que sus suegros en un inicio no le querían para nada, y que lo mismo le ocurrió a Mikoto con los suyos.

 

La mano de Sasuke sosteniendo la suya dejó de sentirse incómodo y molesto, y empezó a disfrutar de la calidez de su piel.

 

Tras unas horas que se le antojaron una eternidad, Naruto se despidió agradeciendo la comida y el trato recibido. Lo cierto es que todo había sido armonioso y con un agradable ambiente familiar que le habría gustado poder disfrutar más, lástima que los nervios no se lo permitieron del todo.

 

El matrimonio Uchiha le despidió con el mismo afecto que podrían despedir a un hijo, especialmente Mikoto, y le aseguraron que las puertas de su hogar siempre estarían abiertas para él y que podría pasar por allí cada vez que quisiera.

 

En cuanto se vio fuera, respiró profundamente el aire frío de la noche, tratando de serenarse por completo. La mano de Sasuke sobre su hombro le hizo girar.

 

—¿Te sientes más tranquilo?

 

Con movimientos airados se acomodó mejor la chaqueta, cerrándola hasta arriba.

 

—Casi me da un infarto ahí dentro, ¡teme! ¿Por qué no consultaste esto conmigo?

—Cada vez que lo proponía te negabas. —Fue su excusa, encogiéndose de hombros.

 

El rubio bufó molesto, mascullando insultos hacia el otro mientras se cruzaba de brazos en un intento de darse calor. Las puntas de sus narices se estaban poniendo un poco rojas y salía vaho de sus bocas al hablar.

 

—Bien, pues ahora no me negaré más. —Posó un dedo sobre el torso de Sasuke que se sintió mullido por la chaqueta que usaba—. El día 31 irás a mi casa y se lo diremos a mis padres.

 

Pensó que Sasuke se pondría nervioso ante la idea, como le ocurría en el pasado. Pero no fue así. Le vio asentir con tranquilidad y después se vio envuelto entre los brazos de ese teme traidor. En un primer momento quiso negarse, todavía algo molesto, pero finalmente no pudo resistirse al calorcito que le estaba brindando.

 

—Mis padres se sienten impacientes por conocer a mi novio. —Una sonrisita maligna torció sus labios—. No me hago responsable sobre cómo puedan reaccionar ellos dattebayo —habló con falsa inocencia—. Mi madre a veces puede ser una bestia sedienta de sangre, y mi padre es un poco… sólo un poquito sobreprotector. Soy su único hijo, así que no está dispuesto a dejarme un manos de cualquier teme…

—Te estás divirtiendo con sólo imaginarlo, ¿cierto? —masculló interrumpiéndole.

—Un poco.

 

Rió en su interior al visualizar a Sasuke teniendo que pasar por la misma tensión que él había sufrido toda la noche.

 

Esa noche sería muy dulce para él. La noche de la venganza.

 

—Será mejor que vayas a casa, está haciendo mucho frío.

 

Antes de que Naruto pudiera decirle algo, tomó su rostro en sus manos y le besó con suavidad. Sus labios apenas se acariciaron unos instantes cuando su labio inferior fue mordido con firmeza. Adolorido y desconcertado, rompió el contacto.

 

—Eso por haberme mentido. —Le sacó la lengua y sin más se marchó corriendo—. ¡Adiós! ¡Te veo mañana!

 

El pelinegro se tocó la zona en su labio inferior que palpitaba ligeramente de dolor, viendo a Naruto hasta que se perdió de vista.

 

—A veces no sé si tiene veinte años, o quince —se murmuró.

 

Sin tener nada más que hacer allí, rápido dio media vuelta y entró en casa de sus padres. En el fondo entendía que Naruto estuviera enojado, incluso reconocía que él también se habría enojado si la situación hubiera sido a la inversa.

 

Pero no tuvo otra opción.

 

No negaba que él también estuvo un poco nervioso, especialmente al inicio de la velada, pero conforme el tiempo pasaba y no percibía miradas de incomodidad o de enojo en sus padres, empezó a relajarse. Es más, su padre fue inesperadamente amable con Naruto las pocas veces que había cruzado palabra con él. Su madre también, pero de ella no le sorprendía.

 

—¿Sigue enojado por haberle traído aquí con una mentira?

 

Sasuke salió de sus pensamientos y alzó la mirada, encontrando a su padre apoyado en una de las paredes del pasillo, de brazos cruzados.

 

—Un poco. Pero se le pasará.

—Naruto lucía como si quisiera que la tierra se lo tragara. —Rió—. No puedo evitar que me resulte un poco divertido recordarlo.

 

Después de aquello hubo un pequeño silencio. Fugaku miró confundido a Sasuke que decidido cortó la pequeña distancia entre ellos, deteniéndose enfrente de él.

 

—¿Realmente estás bien con esto? —preguntó Sasuke sin rodeos—. Si hay algo que tengas que decir, dímelo ahora.

 

Ligeramente sorprendido, Fugaku descruzó los brazos y alejó la espalda de la pared, tomando un porte menos relajado.

 

—Si tú estás bien, yo también lo estoy —aseguró con sinceridad, y se mentalizó a abrir su corazón—. Yo… Esta noche me sentí feliz al ver que tú también lo eras. Tus ojos brillaban de una forma que jamás vi cuando estuviste con Ino. Durante mucho tiempo pensé que mi vida                     cayó en desgracia porque tenía un hijo confundido por modas homosexuales. Pero no es así. Tengo a mi lado a una mujer maravillosa que sabe apoyarme incluso cuando cometo grandes estupideces. Mis hijos encontraron a quien amar y que les ame, y son felices. —Respiró hondo—. Esta noche me di cuenta de que mi vida es perfecta. Me siento orgulloso de ti.

 

Si hubiera querido añadir algo más, se olvidó por completo de lo que iba a decir porque se vio sorprendido por un inesperado abrazo de su hijo. No recordaba cuándo fue la última vez que Sasuke le abrazó con aquella firmeza, como queriendo decirle sin palabras que era el mejor padre del mundo. Un poco emocionado, respondió el abrazo, palmeando la espalda de Sasuke con afecto.

 

—Te perdono, papá.

—¿Eh? —murmuró. ¿Había escuchado bien?

 

Sasuke rompió el abrazo y se alejó un paso para verle a los ojos.

 

—Te perdono —reiteró.

 

Aquellas palabras emocionaron visiblemente a Fugaku que sintió algo hormiguear ligeramente en sus ojos. ¿Lágrimas? Lágrimas de felicidad. Pero era vergonzoso mostrarse en ese estado, así que sólo atinó a ser él quien estaba vez iniciara un abrazo, siendo Sasuke quien ahora le daba suaves palmaditas en la espalda.

 

—Gracias —respondió segundos después.

 

A Sasuke le resultó imposible continuar adelante con aquel pequeño rencor que todavía guardaba hacia su padre. No después de la forma en que esa noche trató a Naruto, no después de escucharle decir todo eso.

 

Su padre realmente quería hacer las cosas bien esta vez.

 

—Vamos —habló Fugaku segundos después, rodeando los hombros de su recuperado hijo para encaminarles a la sala.

 

En cuanto entraron,  los ojos de Mikoto, Itachi y Konan se fijaron en ellos y dejaron a un lado su conversación donde exponían su opinión sobre la velada. Los tres habían notado al instante la repentina y gran cercanía entre Fugaku y Sasuke, estaban expectantes.

 

—¡Vamos a brindar! —exclamó Fugaku de buen ánimo. Dedicó una mirada significativa al menor de sus hijos—. Esta noche tenemos mucho que celebrar.

 

****

 

En cuanto Naruto cerró la puerta de su hogar, se sintió protegido y la tensión que quedaba en su cuerpo se esfumó, dejándole repentinamente agotado. Casi arrastrando los pies caminó a la cocina en busca de un vaso de agua, pero antes de llegar vio la luz de la sala encendida y se escuchaban voces desconocidas, probablemente era la televisión.

 

Cuando se asomó, sonrió ligeramente al ver a sus padres sentados en el sofá, cubiertos con una manta mientras Minato abrazaba a Kushina contra él. Estaban dormidos.

 

Era una lástima tener que despertarles, pero apostaba que ellos se habían quedado dormidos ahí por estar esperándole.

 

—Estoy en casa’ttebayo —habló en voz baja para no asustarles.

 

Ambos progenitores abrieron los ojos con rapidez y se enderezaron. Lo primero que hizo Minato fue mirar su reloj, comprobando que eran la una de la madrugada.

 

—¿Cómo te fue? —preguntó Kushina, poniéndose de pie y tomando el rostro de su hijo entre sus manos—. ¡Estás helado’ttebane! —exclamó alarmada. Rauda le tomó de la mano y le guió a la cocina—. Ven. Te prepararé un té para que entres en calor.

 

Naruto aceptó en silencio y se dejó llevar, siendo seguidos por Minato. La idea de un té bien calentito era apetecible.

 

—Ha estado bien —respondió finalmente sin querer entrar en detalles, viendo a su madre poner el agua a calentar—. Mn, yo…

—¿Qué? —habló Minato al instante—. ¿Ese tipo dijo o hizo algo molesto?

 

Un tic sacudió una ceja de Naruto al recordar la trampa de Sasuke. Por primera vez no le molestaba que se refirieran a él como “ese tipo”

 

—No. En realidad… ¿Está bien si él viene a cenar a casa el 31? —Miró a sus padres, pero estos sólo le miraban fijamente, con los ojos abiertos de par en par—. Si es un poco precipitado, puede ser más adelante cuando…

—¡Es perfecto! —exclamó Minato, conteniendo los deseos de hacer crujir los nudillos de sus manos—. Por fin… —se susurró lleno de satisfacción.

—A mí también me parece bien. Perdona nuestro silencio, estábamos sorprendidos. —Sonrió Kushina—. Es sólo que ambos pensábamos que ese día todavía estaba muy lejano.

 

Naruto se limitó a asentir en silencio, en el fondo un poco ansioso de que el día llegara nada más para deleitarse viendo a Sasuke con cara de “tierra trágame” durante toda la cena.

 

—Nos alegra mucho saber que vais a dar un paso tan importante como lo es formalizar vuestra relación de esta forma. Te prometo que haremos sentir cómodo a tu novio. —Sonrió—. ¿Cierto, Minato?

 

El nombrado sonrió ampliamente, con la expresión más inocente de su repertorio.

 

—¡Sí! —aseguró, cabeceando repetidas veces.

—No. —Pero la seria negativa de Naruto les sorprendió a ambos—. Por mí está bien si queréis intimidarlo un poco dattebayo. —Sus comisuras se curvaron en una sonrisilla de satisfacción—. Será divertido.

 

Kushina parpadeó confusa ante aquellas palabras. Naruto siempre se había mostrado protector con su novio, sin embargo, ahora decía eso. Quiso preguntarle el por qué, pero ver el brillo intenso en los ojos de su esposo la hizo olvidarse de ello. Al parecer Minato estaba feliz, muy feliz ante la idea de poder intimidar al novio de Naruto.

 

Para él, era como un sueño hecho realidad. Podría mirarle con disgusto y proferirle amenazas sin despertar el enfado de Naruto.

 

Era maravilloso. Tenía una semana por delante, y se debatía entre planificar formas de intimidar al chico, o dejarlo todo a la improvisación y hacerlo sobre la marcha.

 

Ansiaba que el día llegara.

 

****

 

—Siento llegar tarde —habló Sasuke con cierto desgano, deteniéndose frente la entrada del parque.

 

Por el contrario, Naruto brillaba casi como el mismo sol y parecía nervioso a la par que impaciente.

 

—¡Hola! ¿Qué te ha retrasado? Es raro en ti.

—Tenía un poco de trabajo acumulado, así que he salido más tarde del hospital. —Suspiró con fastidio al recordarlo. Había tenido que ir corriendo al apartamento a ducharse y cambiarse de ropa—. No tuve tiempo de avisarte.

—Está bien. Todavía tenemos tiempo.

 

Al instante Naruto comenzó a caminar acompañado del otro.

 

—Para ser alguien que tenía miedo de que sus padres supieran lo nuestro, luces demasiado animado, ¿no te parece?

—¿Miedo?, ¿yo? —preguntó fingiendo incredulidad, señalándose a sí mismo—. ¡Jamás! No soy un gatito asustadizo.

—Claro… —musitó Sasuke, rodando la mirada ante la gran mentira.

—¿Y qué hay de ti? —preguntó Naruto sin poder esconder una sonrisa de diversión. El momento de la revancha había llegado—. ¿No tienes miedo? ¿Estás nervioso?

 

Sasuke se encogió de hombros, fingiendo despreocupación. No iba a negarse a sí mismo que estaba un poco inquieto. Kushina era agresiva y Minato demasiado protector. Podría tolerar algún tipo de sermón con amenazas incluidas, sin embargo, le preocupaba que alguno de ellos tratara de apartar a Naruto de su lado con una jugarreta sucia.

 

Pero si no daban ese paso y lo intentaban, jamás lo descubrirían. Así que era un riesgo que debían correr.

 

—No me compares contigo, usuratonkachi.

 

Naruto frunció el ceño, ofendido.

 

—Te recuerdo que durante mucho, mucho tiempo, tú eras el gatito asustadizo de la relación.

 

Tocado y hundido, pensó Sasuke mirando de soslayo a su ofendido novio.

 

—La situación era diferente. —Se defendió—. No puedes comparar.

—Claro… —murmuró Naruto esta vez.

—Cállate, dobe —demandó tomándole de una mejilla con firmeza durante escasos segundos

 

El rubio emitió una pequeña queja de dolor y se acarició la zona.

 

—Le diré a mi madre que me maltratas dattebayo —dramatizó con gesto compungido.

 

Los hombros de Sasuke se tensaron de forma sutil ante aquella amenaza.

 

—No serías capaz. —Trató de sonar convencido al decirlo.

 

Naruto sonrió con estudiada maldad mientras sacaba la llave para abrir la puerta.

 

—Ponme a prueba —respondió. Sin darle tiempo al otro de decir algo, abrió la puerta—. ¡Hola! —exclamó animado.

 

No pasaron ni dos segundos cuando se escucharon pasos estrepitosos que corrían hacia ellos. Ambos jóvenes parpadearon expectantes. No tardaron mucho en ver aparecer a Minato, quien nada más reconocer a Sasuke abandonó su expresión de pura intriga y en cambio se mostró desilusionado.

 

—Oh, sólo es Sasuke. —Le restó importancia. Confundido miró la hora en su reloj de muñeca y después a su hijo—. Pensaba que habías venido con nuestro invitado, después de todo es la hora acordada…

 

De súbito se interrumpió al ser consciente de sus propias palabras. Ya era la hora acordada, y efectivamente Naruto había llegado con un acompañante.

 

No. No podía ser lo que estaba imaginando. Prefería que la tierra se lo tragara.

 

Pasó saliva con pesadez cuando vio a Naruto poner una mano sobre un hombro de Sasuke en un gesto lleno de confianza.

 

—Él es nuestro invitado’ttebayo.

 

Después Minato parecía haberse quedado petrificado y les rodeó un pesado silencio, así que Sasuke decidió romperlo alzando apenas una mano para saludar.

 

—Hola.

—Papá, ¿estás bien? —preguntó Naruto ante el mutismo de su padre—. Estás un poco pálido de repente.

—No puede ser… —musitó éste.

 

Por segundos su expresión se iba transformando en una de terror. No, eso debía tratarse de una pesadilla, una retorcida pesadilla. No podía ser cierto.

 

¿Este era el famoso misterioso novio de su hijo?, ¿el chico que a veces era más arisco que un gato?, ¿el chico que llevó a Naruto ebrio a casa?

 

¡Definitivamente el interés amoroso de su hijo no podía ser ese mocoso con ínfulas!

 

—Como imaginaba, no le gustas en absoluto —susurró Naruto con una despreocupación que nada tenía que ver con el miedo que había sentido semanas atrás.

—Gracias por los ánimos, usuratonkachi —murmuró en respuesta, irónico.

 

Trataba de afrontar la situación con entereza, pero la expresión de terror de Minato se iba transformando en una de furia que pronosticaba dolor para él. Ver la forma en que apretaba los puños le hizo preguntarse si acaso le golpearía.

 

Un poco acelerada, Kushina abandonó la cocina. Había escuchado a su hijo saludar, pero la había pillado ocupada finalizando la preparación del postre y no había podido dejarlo hasta ahora. Al llegar al pasillo, impresionada se llevó ambas manos a la boca para ahogar una exclamación de sorpresa.

 

‹‹¡Lo sabía’ttebane!››, pensó.

 

Era cierto que había tenido fuertes sospechas acerca de quién era el novio de su hijo. Pero realmente ver a Sasuke allí, junto a Naruto, no dejaba de sorprenderla.

 

—¡Bienvenidos! —exclamó llegando junto a ellos, llamando la atención de la pareja que no la había notado—. Podéis entrar y poneros cómodos —invitó con una sonrisa cordial.

 

Pero ellos no se movieron del lugar, simplemente volvieron a clavar la mirada en Minato. Entonces parpadeó curiosa y encaró a su esposo. Parecía un volcán a punto de explotar, parecía debatirse entre tomar a Sasuke de la chaqueta y sacarlo de la casa con una patada en el culo, o contenerse para no provocar el enfado de Naruto. Mantenía el ceño fruncido, los dientes apretados, la mandíbula tensa y las manos empuñadas con firmeza.

 

Justo cuando vio a su esposo tomar aire y abrir la boca con intención de proferir un grito mientras avanzaba un paso, rauda se posicionó tras él y le rodeó el cuello con un brazo, deteniéndole en el acto.

 

—Tranquilo, Minato —ordenó con calma, y después encaró a la pareja con una sonrisa que se volvió nerviosa al ver que Naruto se había posicionado frente a Sasuke a modo de escudo, protegiéndole mientras enviaba a su progenitor una mirada desafiante. Debía serenar el ambiente si no quería que todo fuera un desastre—. Minato y yo iremos a la cocina para ver que todo está en orden’ttebane —explicó mientras caminaba hacia atrás, arrastrando a su esposo con ella—. Insisto, mientras podéis poneros cómodos en la sala. —Soltó una boba risilla nerviosa.

—¡Su-sueltame, Kushina! —El hombre forcejeó por liberarse, pero su cuello estaba firmemente apresado por el brazo de su esposa—. ¡No quiero a Sasuke aquí! —exclamó molesto—. ¡Él no merece a Naruto…! —Fue lo último que pudo decir antes de entrar a la fuerza en la cocina.

 

Después todo quedó en un asfixiante silencio. Naruto presintió que su madre había utilizado uno de sus “cariñosos métodos” para tranquilizar a Minato. Cuando la sensación de peligro pasó, la tensión en su cuerpo se suavizó y giró para encarar a Sasuke, quien en ese momento tragaba saliva con esfuerzo, al parecer tan nervioso como él.

 

—Todavía podemos salir corriendo de aquí —propuso el rubio.

 

Pero al instante Sasuke sacudió la cabeza en un intento de hacer regresar la calma. Se suponía que la bestia sangrienta era Kushina, pero si ella no hubiera aparecido, quién sabe lo que Minato le habría hecho. De momento había dejado claro que no le quería en su casa. ¿Se podía empezar peor con un suegro?

 

—No. Terminemos con esto.

 

Apenas dijo aquello cuando vio a Naruto alzar una mano frente a él.

 

—De acuerdo. Vamos.

 

Sasuke tomó la mano que le era ofrecida y se dejó guiar a la sala. Quería pensar que si dejaba claras aquella noche sus buenas intenciones con Naruto, la situación mejoraría.

 

Apenas tomaron asiento, uno al lado del otro, cuando Minato entró mascullando protestas mientras se acariciaba la cabeza.

 

—Esa Kushina es una salvaje… —rumió tratando de contener el mal humor.

 

Pero en cuanto alzó la cabeza y vio a Sasuke sentado junto a su hijo, sus nervios volvieron a crisparse y el dolor que hasta hace un segundo sentía en la cabeza por el puñetazo que su esposa le había dado en la cocina, desapareció. Fue peor cuando al mirar hacia la mesa, vio sobre ésta la mano de Naruto tomando la de Sasuke.

 

Se contuvo de decir algo cuando vio a Kushina entrar, sonriendo como si hace un segundo no le hubiera golpeado y regañado en la cocina como si fuera un niño pequeño.

 

—Sólo estaba ultimando los detalles del postre —comentó la pelirroja, tomando asiento—. Podemos empezar ya’ttebane.

 

Todo estaba dispuesto en la mesa, y aunque la comida se veía apetecible, esta vez era Sasuke quien sentía el estómago cerrado. La sensación de nudo en el estómago se intensificó cuando Minato tomó asiento frente a él, sin quitarle la mirada de encima como si fuera un depredador a punto de saltarle a la yugular.

 

Con un movimiento discreto, liberó su mano de la de Naruto. No quería aumentar la furia de Minato, o peor, despertar la de Kushina. Escuchó a su novio emitir una risita burlona en voz baja y eso le hizo chasquear la lengua. Al parecer el usuratonkachi estaba disfrutando.

 

—Gatito asustadizo. —Logró escuchar que le dijo en un susurro confidente.

 

No tuvo tiempo ni de sentirse ofendido cuando la voz de Kushina captó su atención.

 

—Sasuke, siéntete como en casa. —Después sonrió y palmeó la espalda de su esposo con algo de fuerza, sacándole una queja ahogada a éste—. Y no hagas caso a Minato, es un poco protector con Naruto.

—Lo dejaré claro —habló Minato con tono severo, tratando de actuar como si su espalda no hormigueara de dolor. Señaló a Sasuke—. No me gustas. Naruto merece algo mejor.

 

Naruto rodó la mirada con hastío.

 

—Cierto, Naruto merece algo mejor —concedió Sasuke con tranquilidad—. Pero él me quiere a mí.

 

¡Mocoso engreído!, pensó Minato con irritación.

 

—¡Suficiente! —cortó Kushina la posible disputa, y esta vez fue ella quien se mostró severa—. Hay que comer, o la comida se enfriará, y no me he pasado toda la tarde en la cocina para nada.

 

De inmediato todos guardaron silencio y empezaron a comer con premura, incluido Sasuke que se esforzaba por pasar cada bocado por la garganta.

 

—Mamá… —llamó Naruto escasos minutos después, sin poder contener la curiosidad—. ¿Por qué tú no estás… molesta, o siquiera sorprendida?

 

Su madre estaba actuando con tal naturalidad que no sabía si preocuparse o no.

 

Ante la pregunta, ella dejó de comer y sonrió.

 

—Yo ya tenía mis sospechas, ¿o acaso lo has olvidado?

—Cierto… —murmuró para sí mismo.

—¿Sospechabas “esto” y no me dijiste nada, Kushina? —Minato sonó ligeramente ofendido.

—¿Para que te pusieras paranoico? —Sacudió una mano—. Ni hablar.

—¡No soy paranoico! Sólo… ¡quiero lo mejor para nuestro hijo! —Dedicó una mirada rencorosa al pelinegro frente a él—. Y Sasuke no lo es. Todavía recuerdo cómo le despreciabas cuando él era un niño…

—Papá, por favor… —habló Naruto un poco avergonzado, interrumpiéndole. No podía ser que su padre le guardara rencor por ello cuando ni siquiera él mismo lo hacía.

—Y hablando de eso, Naruto es un niño.

—¡No soy un niño! —rebatió el mencionado, pero no captó la atención de su padre que en ningún momento apartó la mirada de Sasuke—. ¡Ya tengo veinte años!

—Naruto es inocente, confiado y despistado —continuó diciendo el hombre—. Si me entero de que lo lastimaste siquiera un poco, o que te aprovechaste de él de alguna forma, te haré conocer el dolor.

 

Un puño de Kushina estrellándose en la mesa les arrancó un respingo violento a los tres. Una sombra amenazaba con oscurecer su mirada, viéndose aterradora.

 

—No voy a tolerar que la cena en la que tanto me he esforzado se convierta en un circo. —Volvió a estrellar el puño contra la mesa, haciendo saltar la vajilla, incluso logrando que Naruto liberara un gritillo ahogado de pánico mal contenido—. Vamos a cenar tranquilamente y hablaremos como los adultos que somos. ¿Entendido? —Forzó una amable sonrisa al final que empeoró su apariencia aterradora.

 

Los tres asintieron con movimientos de cabeza y a continuación se pusieron a comer con renovada energía.

 

—Mn… ¡delicioso! —exclamó Naruto en un intento de apaciguar la ira de su madre.

—Sí, nunca he conocido a alguien que cocine mejor que tu madre —le respondió Minato, ayudando a inflar el ego de su esposa.

 

Los halagos suavizaron de inmediato el enfado de Kushina que esta vez sí compuso una dulce sonrisa, como si fuera una mujer inocente. Se llevó una mano a la mejilla, tratando de disimular un pequeño rubor que de repente le calentó el rostro.

 

—Gracias, gracias… —Miró disimuladamente a Sasuke—. Pero nuestro invitado aún no ha comentado nada.

 

Sasuke sintió que lo que acababa de tragar se atoraba en su garganta. Una mano de Naruto se posó sobre su muslo con discreción, y entendió que con ese gesto su novio le pedía que le dijera algún halago a Kushina para terminar con vida aquella noche.

 

No es como si la comida estuviera mala, no mentiría si decía que estaba deliciosa. El problema era su estómago cerrado, así que cada bocado se convertía en una tortura. Sin embargo, no creía conveniente para su integridad física dejar siquiera una migaja.

 

Bebió un poco de agua, forzándose a pasar la comida. Después, tomó la mano que todavía descansaba sobre su muslo y encaró a la mujer.

 

—La comida está deliciosa —atinó a decir sin más, esperando que eso fuera suficiente.

 

Y la sonrisa de Kushina se amplió al instante, radiante y satisfecha ante el hecho de que apreciaran todo lo que había cocinado.

 

—Espero que el postre también sea de tu agrado.

 

Sasuke se limitó a asentir con expresión afable, prefiriendo omitir por precaución que las cosas dulces no eran precisamente algo que le fascinara. Escuchó a ambos rubios suspirar, probablemente de alivio, y entonces la mano de Naruto comenzó a moverse ligeramente, jugueteando con la suya y delatando sin pretenderlo lo nervioso que estaba.

 

Después Kushina preguntó a Sasuke sobre su trabajo, y comentó algunas anécdotas sobre cuando Itachi y él eran niños… pero la paz no duró demasiado.

 

—Hay algo que no puedo evitar preguntar. —Momentos después, Kushina volvió a tomar la palabra—. ¿Desde cuándo estáis saliendo exactamente?

 

Ante la pregunta, la mirada curiosa de Minato se sumó a la de Kushina, poniendo tensos a los jóvenes que no pudieron evitar dedicarse furtivas miradas, ambos preguntándose lo mismo.

 

¿Qué deberían decir?

 

No tenían algo planeado sobre eso, pero ambos sentían que sería mejor no decir que aquello inició cuando Naruto tenía diecisiete años.

 

—Hace poco… —pronunció Sasuke casi en un balbuceo, sin querer ser conciso.

—Muy poco —puntualizó Naruto de inmediato.

 

La mirada de Kushina les decía que no les creía ni un poco. Después de todo ella tenía algunos cabos sueltos en sus recuerdos. Como aquella vez que vio a Sasuke besando a Naruto con todo el descaro del mundo en su casa. De eso hacía bastante tiempo. Quizá dos o tres años.

 

Quizá lo suyo se hubiera tornado serio hacía poco, pero no tenía dudas de que la llama entre ellos empezó a arder hace mucho.

 

—¿Y qué te gusta tanto de él?

 

La pregunta de Minato sorprendió a Naruto.

 

—¿Qué?

—Quiero saber qué es lo que te gusta de él. Es imposible que sea su carácter. Sólo es un mocoso arisco y con ínfulas. ¿Es su físico quizá? Es que… ¿lo has mirado detenidamente, Naruto? —Lo señaló con obviedad, como si en aquella silla hubiera sentado un adefesio—. No es precisamente un chico guapo.
—¿Eh? —balbuceó consternado.

 

Por inercia miró a Sasuke, quien trataba de mantener un rictus inexpresivo ante el enésimo ataque de la noche. No entendía las palabras de su padre. Desde siempre, cuando miraba a Sasuke éste parecía brillar de una manera que le cautivaba.

 

Se encogió de hombros, decidiendo que en general le gustaba todo de Sasuke. Pero no tuvo oportunidad de expresarlo en voz alta cuando su madre se puso de pie y empezó a recoger los platos haciendo más ruido de la cuenta.

 

—Bien, es hora del postre —sentenció con ánimo, como si la conversación anterior no hubiera existido—. Sasuke, ¿me ayudarías a limpiar la mesa?

 

A los otros tres les desconcertó la petición, especialmente a ambos rubios

 

—Lo haré yo —dijo Naruto mientras se ponía de pie—. Sasuke es nuestro invidado’ttebayo.

—He dicho Sasuke —sentenció ella con una sonrisilla forzada.

 

Palideciendo ligeramente, Naruto volvió a tomar asiento y asintió en silencio. Todos entendieron al instante que Kushina quería estar a solas con Sasuke, y a eso se debía aquella inusual petición.

 

Reuniendo valor, Sasuke se puso de pie, sintiendo sobre él la mirada de compasión que su novio le dedicaba y la complacida de Minato. En silencio tomó algunos platos y fue tras la mujer hacia la cocina.

 

—Como dije antes, no le hagas caso a Minato —comenzó a decir ella en cuanto estuvieron solos—. Sólo está molesto porque, cómo decirlo… siente que estás robándonos a Naruto. Sólo necesita un poco de tiempo para aceptarlo.

 

Asintió en silencio, dejando los platos sucios donde la mujer le indicó y preguntándose si se vería muy cobarde si regresaba a la sala con la excusa de que todavía quedaban un par de platos y un vaso por recoger.

 

—Además, no es que quiera inflar tu ego, pero creo que ambos estamos de acuerdo en que no eres feo. —Se llevó una mano a la barbilla, pensativa—. Quizá algo arisco sí, pero si a Naruto le gustas así… —Se encogió de hombros.

 

Sasuke trató de mantener la compostura, sabiendo que Kushina no le había llevado allí para decirle aquello. Escuchó a la mujer reír ligeramente cuando ella notó su nerviosismo.

 

—Sasuke, estás tenso. Ven. —Posicionándose tras él, le hizo moverse unos escasos tres pasos, guiándole hacia la silla más cercana en la cocina—. Siéntate un momento y relájate.

 

Lo último que Sasuke quería hacer era sentarse, pero lo hizo para complacerla. Al instante sintió las manos de la mujer en sus hombros, brindando un suave masaje que lejos de relajarle le hizo sentir más amenazado.

 

Definitivamente no saldría vivo de esa casa.

 

—¿Sabes, Sasuke? Esto te va sonar muy cliché, pero me estaba preguntando qué intenciones tienes con mi hijo. —Preguntó con naturalidad, sin dejar de masajear los hombros contrarios—. Hay algo entre las tonterías que dijo Minato esta noche que es cierto: Naruto es inocente, confiado y despistado. Indudablemente, a ambos nos preocupa el bienestar de nuestro hijo.

 

Sasuke no estaba seguro de estar de acuerdo acerca de que Naruto fuera inocente. Dependiendo del ámbito en que se enfocara aquello, ese rubio no tenía nada de inocente.

 

—Lo entiendo. —Asintió comprensivo, aunque interiormente rogaba que ese masaje finalizara ya. Temía que esas manos se deslizaran hacia su cuello para estrangularle. Kushina le tenía a su merced.

—Naruto ha estado interesado en ti desde hace mucho. —Continuó diciendo—. Sin embargo, una vez supe a través de tu madre que habías tenido algunas novias. ¿Es cierto?

—¿Por qué quieres saberlo?

 

No pudo evitar responder con otra pregunta al tener un mal presentimiento que aumentó cuando de pronto el masaje en sus hombros se intensificó ligeramente, amenazando con tornarse doloroso.

 

—Sólo quiero saber cómo un hombre que ha tenido varias novias ha terminado con un chico. —Su voz ya no se escuchaba tranquila y cariñosa, ahora tenía un tinte de seriedad—. Eso es todo.

—Yo no…

—No estarás jugando con mi hijo, ¿cierto? —Sus manos imprimieron más fuerza, pareciendo cada vez menos un masaje—. ¿Quizá eres uno de esos hombres heterocuriosos? ¿Dejarás a Naruto cuando hayas saciado tu curiosidad? ¿Serías capaz de romperle el corazón sin más?

—¡No es así! —negó más alto de lo que deseó debido a la molestia en sus hombros. No pudo evitar removerse incómodo, pero ella le tenía firmemente sujeto—. No he tenido varias novias. Fue una mentira que conté a mis padres hace tiempo para ocultarles mi orientación sexual.

 

Entonces la tortura sobre sus hombros por fin cesó, pero las manos no se alejaron. El tono serio de Kushina se vio reemplazado por uno curioso.

 

—Entiendo —respondió—. Pero sí hubo una chica rubia, la vi entrar en casa de tus padres varias veces.

 

Sasuke quiso que la tierra se lo tragara. ¿Cómo explicarle toda la verdad a Kushina? No quería que la enemistad entre su padre y los Uzumaki creciera.

 

—Aquello quedó en el pasado. Ino es sólo una amiga.

—Pero fue tu novia —insistió Kushina—. Sasuke, si sólo estás con Naruto para saciar tu curiosidad, dilo ahora.

 

No paraba de preguntarse qué había empujado a alguien que había estado con una mujer a salir con un hombre. Para ella, era muy probable que Sasuke sólo fuera un heterocurioso.

 

Seguramente había notado los nada disimulados sentimientos de Naruto hacia él y había decidido aprovecharlo.

 

—Lo mío con Naruto es serio —respondió con firmeza.

—Lo siento, pero no puedo terminar de creer eso.

 

Sasuke suspiró, sintiendo los hombros adoloridos y el estómago encogido. Quería vomitar por haber comido a la fuerza. Y ahora estaba allí, siendo intimidado y maltratado por su suegra mientras trataba de mantener la compostura.

 

Era un asco de noche. Pero todo fuera para que su relación avanzara de una buena vez sin impedimentos.

 

—Mi familia también lo sabe —soltó sin más—. Llevé a Naruto a cenar con ellos la semana pasada.

 

El hecho de tener a Kushina detrás, en cierta manera le ayudaba a hablar con más facilidad.

 

—¿¡En serio!? —Casi gritó por la sorpresa—. ¿Qué pasó? ¿Cómo lo tomó tu madre?, ¿y el homófobo de tu padre?, ¿qué dijo Itachi? —Le asaltó a preguntas—. ¿Trataron bien a mi hijo? Porque si no fue así… —masculló amenazante, apretando ligeramente los adoloridos hombros del chico.

—Todo fue bien —interrumpió, tratando de transmitirle a Kushina una calma que no sentía—. Mi madre adora a Naruto, eso no es nada nuevo. Itachi y Konan también, pero ellos son menos expresivos que…

—¿Y tu padre? —interrumpió ella esta vez, casi zarandeando al pelinegro—. Él se portó muy mal con mi hijo una vez. Le hizo sentir mal por su orientación sexual.

 

Una queja se ahogó en los labios de Sasuke ante el insistente agarre en sus maltratados hombros. Lo peor es que sospechaba que si se lo proponía, Kushina podría dejar sus pobres hombros peor todavía.

 

—Todo fue bien —reiteró—. Todos intentamos hacer sentir cómodo a Naruto. No tienes que preocuparte. Mi padre aprendió de sus errores y está arrepentido.

 

Los labios de Kushina se torcieron en un gesto de disgusto. Recordaba que Fugaku se disculpó, pero todavía pensaba en que no pudo descargar toda su furia sobre él. Lástima que Naruto interrumpió aquella vez.

 

—Kushina, confía en mí. —Su petición sacó a la mujer de sus recuerdos—. Si sólo quisiera saciar mi curiosidad, te aseguro que esta noche no estaría aquí —Y añadió en un susurro—… soportando todo esto.

—En eso tienes razón, pero por si acaso, mantendré un ojo sobre ti. Y si lastimas a mi hijo de alguna forma, aunque sea un poco, seré yo quien te hará conocer el dolor’ttebane. —Sasuke tragó en seco ante la amenaza y respingó al sentir sus hombros siendo apretados con firmeza, logrando retener un gemido de dolor a duras penas—. ¿Ha quedado claro?

—Muy claro —respondió rápidamente.

 

El ambiente amenazante se rompió al escuchar unos pasos acercarse y el sutil tintinear de la vajilla. Al mirar a la puerta, vieron a Naruto entrar llevando un par de platos y un vaso apilados.

 

Sasuke nunca imaginó que alguna vez vería a Naruto como una tabla de salvación. Su novio parecía brillar, y sólo faltaba que empezara a sonar una melodía celestial de fondo para completar el cuadro.

 

—Quedó esto sobre la mesa’ttebayo —explicó Naruto su entrada en la cocina mientras dejaba todo sobre la encimera—. Estáis tardando mucho en volver. ¿Ocurre algo? —preguntó perspicaz, mirando las manos de su madre sobre los hombros de su pareja.

—¿Algo? —reiteró Kushina con aire desentendido—. ¡En absoluto’ttebane! Es sólo que… Sasuke mencionó estar un poco tenso, así que decidí darle un pequeño masaje.

 

Los ojos azules de Naruto pasaron de su madre a Sasuke, como queriendo que éste corroborara aquello.

 

—Así es.

 

Pero con sólo ver la cara de “tierra trágame” que tenía Sasuke, no les creyó ni un poco.

 

Cuando se quedó solo con Minato, le estuvo reprendiendo ligeramente por el trato que le estaba dando a Sasuke y le pidió que, a pesar de que él mismo les dio permiso para intimidar un poco a su pareja, dejara de hacerlo. En algún punto había dejado de divertirle ver lo mal que estaba pasándolo Sasuke. Su padre le respondió entonces que él no era el malo allí y que probablemente Kushina en ese momento estaría dándole una bonita amenaza a Sasuke. Nada más escuchar eso, no pudo evitar recoger lo que quedaba en la mesa e ir a la cocina para interrumpir lo que fuera que ocurría a pesar de que Minato le pidió que mejor aguardara en la sala con él.

 

 Pensó en algo que decir para salvar la situación.

 

—¿Y el postre? Estoy deseando comerlo —comentó de pronto.

 

Entonces Kushina sonrió, y como si de repente Sasuke no existiera fue a la nevera dispuesta a complacer a su hijo y sacar el postre. En ese breve lapso, Naruto se había acercado raudo a su pareja, tomándole de la mano y sacándole de la cocina. El pelinegro le siguió casi arrastrando los pies, desanimado al pensar que huían de Kushina para ir con Minato. No sabía cuál de los dos era peor.

 

El resto de la cena transcurrió algo más tranquilo debido a que cuando todos se reunieron de nuevo en la mesa, Kushina comentó sonriente a su esposo que Sasuke ya había llevado a Naruto a cenar en casa de sus padres y que todo fue bien.

 

Aquello había apaciguado bastante la preocupación de los Uzumaki sobre si Naruto era sólo un entretenimiento para Sasuke. Además, Minato trató de complacer al máximo la petición de su hijo y dejar de molestar a Sasuke aquella noche.

 

Cuando llegó el momento de la despedida, Sasuke se sentía agotado física y mentalmente. Juraba que aquel había sido el peor día de su vida. Pero por suerte había salido vivo de aquella casa. Aunque antes tuvo que soportar que su suegro le despidiera con un apretón de mano donde juró que quería partírsela, y una hueca sonrisa que dejaba claro que no le apreciaba ni un poquito.

 

—Puedes pasar por aquí cuando quieras, Sasuke —comentó Kushina.

—¿Cuándo quiera? ¡Ni hablar! —respondió Minato, ganándose una seria mirada por parte de su esposa.

 

Gracias al cielo escuchó a Naruto bajar las escaleras y le vio llegar con una bufanda en la mano. Su novio se había puesto terco en que esa noche hacía mucho frío y debía abrigarse más, así que había subido a buscar una bufanda para él.

 

—¿Estás bien? —preguntó extendiéndole la prenda—. Estás un poco pálido’ttebayo.

—Sí —susurró desganado.

 

Pero el rubio no quedó convencido, así que giró a mirar a sus progenitores que tenían la misma expresión inocente de un bebé, como si ellos no tuvieran nada que ver con el estado de su pareja.

 

—Acompañaré a Sasuke a casa de sus padres. —Por su forma de decirlo se notaba que no estaba pidiendo permiso, y sin esperar respuesta empezó a ponerse el calzado, preparándose para salir.

 

Una vez estuvieron fuera, y prudencialmente alejados de la casa de los Uzumaki, el rubio se dispuso a hablar, mirando con preocupación a su pareja.

 

—¿Y bien?

 

Liberando un suspiro de cansancio, Sasuke se detuvo. Ahora entendía cómo debió de sentirse su padre el día que conoció a sus suegros.

 

—Ha sido una pesadilla —confesó—. Me duelen los hombros, la cabeza, y tengo unas horribles ganas de vomitar. Tu padre me detesta, y sobre tu madre no sé qué pensar, pero creo que si doy un paso en falso va a querer mi cabeza en bandeja de plata.

 

Después le contó brevemente su conversación con Kushina en la cocina y la tortura a la que fueron sometidos sus pobres hombros. Naruto sólo pudo dedicarle una mirada de pura lástima, pero a la vez se sintió culpable porque él mismo alentó a sus padres a intimidar un poco a su pareja. Pero un poco, ¡no tanto!

 

En silencio, tomó la bufanda de las manos de su pareja. Con las prisas por salir, Sasuke ni siquiera había querido detenerse a ponérsela. Le rodeó el cuello con la prenda de lana y después le abrazó, dejando que el otro buscara cobijo en él y descansara la frente sobre su hombro.

 

—Ya pasó. Ya pasó… —Le palmeó suavemente la cabeza.

—Usuratonkachi, no me consueles como si fuese un niño —renegó sin demasiado ánimo.

 

Naruto rió ligeramente, sus dedos acariciaron los oscuros mechones.

 

—Miremos el lado positivo, nuestras familias ya lo saben. Aunque la cena con mis padres ha sido un poco desastrosa, me siento liberado’ttebayo.

 

No pudiendo evitar estar de acuerdo, Sasuke se enderezó y asintió en un suave movimiento de cabeza. Él también se sentía liberado.

 

—Tienes razón.

—Por fin podré decir adiós a las mentiras.

 

Había mentido durante mucho tiempo a sus padres, y aunque al principio le remordía la conciencia al final no le quedó más remedio que aceptarlo.

 

—Vamos, haré una visita a tus padres.

—¿Y eso? —Se sorprendió Sasuke.

 

Desde la cena de navidad, no había querido volver a aparecer por allí. Se lo pidió una vez, un par de días después, y al ver la forma vehemente en que su novio se negó, no insistió más.

 

—He decidido que terminaremos esta noche de forma redonda.

—¿A qué te refieres?

—Tu padre espera una respuesta de mi parte desde hace tiempo.

 

Lamento la forma en que te traté. Te culpaba de toda la situación y te guardaba rencor por ello, pero ahora veo que fui injusto contigo.

 

Recordaba que Fugaku le dijo eso el día que le reunió con Sasuke para que pudieran hablar. El día que Sasuke y él acordaron tratarse como simples conocidos.

 

Sobre tu disculpa, aprecio el gesto, pero prefiero que Naruto no te dé una respuesta hasta que comprobemos que tu arrepentimiento esta vez es sincero.

—¡Teme, no decidas por mí!

—Lo siento, pero todavía no me fio.

—Entiendo. Esperaré su respuesta.

 

Ahora que lo meditaba, tal vez había sido un poco frío con Fugaku la noche de Navidad. Después de todo, él y todos en aquella casa le habían tratado como a uno más de la familia. Si lo comparaba con el trato que sus padres le habían dado a Sasuke aquella noche, Fugaku había sido un ángel con él.

 

Además, sabía gracias a Sasuke que él ya había perdonado a su padre. Sólo faltaba él. Y si algo caracterizaba a Uzumaki Naruto, es que no era rencoroso.

 

—Entiendo.

 

Vio a Sasuke curvar los labios en una pequeña sonrisa, seguramente agradándole la idea de que él y su padre oficialmente hicieran borrón y cuenta nueva.

 

Ambos esperaban que la relación entre los Uchiha y los Uzumaki volviera a ser tan buena como antaño.

 

La alegría en los progenitores de Sasuke fue evidente cuando les vieron llegar juntos. Pero aquello quedó a un lado cuando notaron la palidez en el rostro de su hijo. Ellos sabían que ese día iba a cenar a casa de los Uzumaki, así que por eso ambos estaban despiertos a pesar de ser un poco tarde. Esperaban impacientes saber cómo había ido todo.

 

—¿Te sientes bien? —preguntó Mikoto de inmediato, invitándoles a tomar asiento.

—Sí —mintió Sasuke para no aumentar la preocupación de sus padres—. Sólo tengo un poco de nauseas —explicó, acariciándose ligeramente el estómago—. Pero pasará pronto —añadió para detener a su madre al verla con intención de abandonar la sala, seguramente para buscar algo que le aliviara el malestar.

—¿Cómo ha ido? —preguntó Fugaku sin poder contener más la curiosidad.

 

Sasuke guardó silencio, sin querer mentir pero a la vez sin querer decir algo que pudiera crear discordia entre sus padres y los de Naruto.

 

—Un poco regular —respondió Naruto al final—. Mi madre piensa que Sasuke sólo está jugando conmigo, y mi padre… eh… —titubeó al final.

—¿Qué? —Le animó a continuar la mujer.

—No lo ha tomado muy bien dattebayo. —Se llevó una mano a la nuca—. Pero se le pasará. —Aseguró con una sonrisa, sacudiendo su mano libre

—Es normal que ellos estén preocupados —habló Mikoto—. Pero confío en que terminarán aceptándolo de buena manera.

—Entonces fue mejor de lo que pensaba —comentó Fugaku un tanto aliviado—. Después de lo que… le hice a Naruto, y el encontronazo que tuve con los Uzumaki, temía que no te trataran bien, Sasuke.

 

El rubio apartó la mirada al recordar lo que el hombre acababa de mencionar. Fugaku carraspeó de forma sonora, como tratando de hacer desaparecer la pequeña incomodidad en el ambiente.

 

—Sobre eso… —Comenzó a decirle a Fugaku, un poco inseguro, con la vista clavada en el suelo—. Sasuke me comentó que ya todo estaba bien contigo…

—Así es. —No supo qué más responder al no tener idea de lo que pretendía decirle el chico con eso.

—Y yo todavía te debo una respuesta dattebayo.

—¿Una respuesta? —reiteró.

 

Los primeros segundos no lo comprendió, pero después lo recordó.

 

Entiendo. Esperaré su respuesta.

 

Sasuke sonrió divertido al ver la vergüenza que de pronto sentía Naruto. Daba fe que no era fácil hablar con los suegros, así que le entendía. Por otro lado, Mikoto se llevó las manos el pecho, emocionada al darse cuenta de lo que el rubio quería expresar.

 

—¿Quieres decir que…? —susurró expectante.

—Podemos empezar de cero —propuso con una sonrisa.

 

Incrédulo, el hombre pasó la mirada de Naruto hacia su esposa, como pidiendo en silencio que ella le corroborara que era cierto lo que acababa de escuchar. Escuchar a Naruto decirle aquello le hizo entender que había estado deseando su disculpa más de lo que imaginaba. Vio a Mikoto asentir con una sonrisa y hacerle un pequeño gesto con las manos, como indicándole que se acercara al chico.

 

Se levantó del cómodo sillón en el que reposaba y caminó al sofá, sentándose junto al rubio y rodeándole los hombros con cariño fraternal.

 

—Me parece una buenísima idea, Naruto.

 

Sus palabras le arrancaron una gran sonrisa al mencionado, pero no sólo él, notó que Sasuke tampoco había podido contener una pequeña sonrisa.

 

Mikoto suspiró llena de emoción, y deseó haber tenido una cámara en ese momento entre sus manos para captar el momento y no olvidar jamás el brillo de felicidad que los tres tenían en sus ojos en ese momento.

 

—¿Por qué no brindamos para celebrar? —propuso el hombre—. ¿Qué tal… cerveza? —Miró a Naruto, como esperando la respuesta de éste.

—Lo que sea estará bien.

—Mejor sake —comentó Mikoto llena de ánimo—. Yo también brindaré.

 

El hombre rió y junto a su esposa fueron a la cocina a traer lo necesario para el brindis.

 

—No vas a beber, usuratonkachi —sentenció Sasuke cuando estuvieron solos, recordando lo ocurrido la última vez.

—Sólo brindaré y no beberé más —prometió, componiendo una expresión de niño bueno.

—Está bien —cedió. Todo fuera para no hacerle un feo a Fugaku.

 

Cuando los cuatro estuvieron reunidos, cada uno con un vasito de sake en la mano, Mikoto empezó a hablar.

 

—Brindemos por la felicidad de la pareja —propuso alzando el vasito.

 

Los otros la acompañaron alzando también sus vasos y empezaron a beber. Cuando Sasuke apenas mojaba sus labios, vio con horror y casi a cámara lenta, a Naruto empinarse el vaso y beberlo como si fuera agua. De haber tenido algo en la boca, lo habría escupido.

 

—¡Usuratonkachi! ¡No!

—¡Puaj! ¡Sabe más fuerte de lo que pensé’ttebayo! —gimoteó el rubio en protesta, sintiendo la garganta arder.

 

Mientras Fugaku y Mikoto reían al ver la expresión de disgusto del rubio y proponían otro brindis, el pobre Sasuke sólo pudo ver su vida pasar frente a sus ojos.

 

Si Naruto llegaba ebrio a su casa por segunda vez, definitivamente los Uzumaki no le dejarían ver la luz de un nuevo día.

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

¡Hola! En diciembre avisé en mi Facebook que entraría en hiatus por motivos familiares bastante serios, pero después la cosa se alargó porque pasé una infección respiratoria bastante severa, y después vino la Navidad. Se suponía que el hiatus sería pequeño, pero entonces decidí aprovechar la pausa para ya terminar de escribir lo poco que me quedaba de fic y así poder cuadrarlo todo.

 

Porque sí, como podéis ver, ya estamos llegando a la línea de meta con este fic :D Esto se termina YA. Para compensar la tardanza el capítulo es bastante largo, 37 páginas.

 

Cuando corregía el capítulo, la escena donde Kushina sujeta a Minato del cuello y le dice “Tranquilo, Minato” me recordó al meme ese de “Tranquilo, Toretto”, jaja…

 

¡Millones de gracias por vuestra paciencia y apoyo! Espero que podáis seguir acompañándome en esta recta final ;)

 

¡Se agradecerán reviews! Cualquier pregunta que tengáis, no dudéis en decírmelo. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).