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La Tríada: El dragón dorado (HELL BUTTERFLY: LIBRO 2) por ElleLover

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Notas del fanfic:

 

;) Disfruten del segundo libro de la triología.

 

ESTÁ DIVIDIDO EN 3 PARTES. 

 

Notas del capitulo:

¡¡CHAN CHAN!! :D VOLVÍ

He cortado el capítulo, se me hacía muy largo xD

Este libro parece tener 722 páginas. eeeh!?

Así que tranquilas, que tendrés para rato jajaja

 

Wenooo!! Creía que sería más jajaja

Debe ser el 3o que es más largo.

 

¡¡EN SERIO, SOY J.K ROWLING!! jajajaja

 

 

El rubio caucásico de ojos azules bajó del avión.

Había estado 4 años en China.

 

Joona no se había atrevido a volver antes para verle: pero tenía que dar el primer paso. Cogió un taxi y apretó el puño al llegar ahí… Lo vio a través de la pantalla, en la sala de seguridad. Estaba crecido. Ya no era un crío de 16 años...  aún era joven, pero se notaba que había madurado físicamente; el padre tan solo deseaba de todo corazón que en su interior también hubiera cambiado, que hubiera estado recapacitando. Temía que su posición como preso siguiera siendo la misma que había estado mantenido durante esos 4 años en los que había ingresado de mala manera en aquella cárcel: frialdad y obvia aversión disimulada de cinismo.

Ese día lo cambió todo entre ellos. Ese fatídico día en el que, por poco, su hijo se moría desangrado por culpa de ese agente secreto:

Allan Godfrey.

Pero no podía creérselo. La vergüenza de saber que su propio hijo fuera el criminal que hackeaba información para la banda Yakuza, sin que él se hubiera percatado nunca... era inmensa: su orgullo como agente especial más reputado había fraguado malamente… ahora las grietas sobresalían en aquella perfecta mansión que tanto dinero y esfuerzo le había costado mantener... para darle un legado a su familia… una reputación que Joona intentaría ahora recuperar con el caso de  la Tríada: una mafia que traficaba con cuerpos humanos, prostitución y droga... los “Yakuzas” de China y la completa reinserción de su hijo criminal.

No se había atrevido a volver a Japón, ni a verle cara cara… desde ese fatídico día; ni siquiera vio a ese agente, Allan... ni al hijo puto que había salido imputado gracias a su falta de memoria: Kazuo Takeshi, el supuesto líder de la banda. Ese… era el ser que sospechaba... que, sí, había sido el jefe de todo... por más que no hubieran pruebas; simplemente, porque Noah lo había defendido en el juicio. Él no defendería un idiota cualquiera…

 

Le dolía que su hijo fuera fiel a otro hombre: a un… criminal;

que siguiera otros ideales contrarios a los suyos…

Tal vez no le había enseñado bien.

No creía que hiciera falta.

¿Por qué hacía aquellas cosas?

 

Se sorprendía de lo poco que creía que conocía a su hijo.

 

«¿Ha sido una época rebelde? ¿Es culpa mía? Quizás yo tenía demasiadas expectativas y pensó que sería divertido hacer esto para cabrearme y llevarme la contraria. ¿Demasiada presión? ¿Le presionaron? ¿Por qué?»

 Joona no lamentaba su caída de estatus aquello eran minucias; seguía siendo una de las mejores mentes de aquel planeta; lo peor de todo era que su hijo le había más que decepcionado: su prodigioso hijo…  ¿un criminal? Y por libre elección…

Al fin… descubriría la “verdad”.

Solo tenía que verle.

Al entrar, Joona vio como ese chico de ojos azules y pelo castaño, con mezcla de rasgos japoneses y occidentales, le esperaba, sonriente.

 

Había sido consciente de ello… lo sabía.

 

Volvió a apretar su puño. Para evitar temblar. Le miraba como si no le afectara para nada aquello; como si hubiera estado ahí unos cuantos días. A pesar de todo, seguía siendo… hermoso. ¿Por qué aquella sonrisa le hacía sentirse más alejado de él? Y al padre... ese descaro... le excitó.

Pero no sería benévolo, por más sonrisas y mil perdones que diera.

Hi, isä…

Jonna se estremeció al escuchar como le llamaba padre en finlandés, su lengua madre. Pero no podía seguir esa conversación en un idioma que no fuera el japonés y él lo sabía. Todo aquello no había hecho más que dispararle recuerdos de cuando eran una familia completa y feliz.

«No... seas cruel... conmigo, hijo. No más.»

A la vez no podía evitar sentir placer por su cambiada voz: era más masculina. Su sonrisa le parecía tan dulce, aunque en realidad escondiera unos perversos, calculados y fríos pensamientos reflejados… en esos ojos grises que atravesaban su atormentada alma.

¿Le habría echado de menos? Suponía que sí... pero no había venido ahí para averiguarlo.

—Hola, Noah... —dijo secamente el padre, manteniendo las distancias.

Joona apenas había cambiado: atractivo, serio, bien arreglado… Impecable, como siempre. Trajes de tono beis, los cuales sabía que le favorecían mucho... más ese aire de serenidad propia de su edad. Noah se dio cuenta de que ya no lo veía como a su padre... sino como a un contrincante que lo miraba con cierto... ¿odio... o desprecio? Nunca había recibido aquella mirada de él...

No sabía... si le gustaba...

O le encantaba…

—Me alegra verte, padre... —continuó, ceremoniosamente, en japonés.

Era verdad.

El joven tenía un corte bastante favorecedor, media melena en la parte de enfrente, con el flequillo a un lado, cerrándose al centro. Estaba acostumbrado a vérselo mucho más corto; al menos ya no llevaba la gorra tapándole media cara y aquellos ropajes de skater que tanto había odiado en un pasado... No parecía haber perdido peso, más bien el contrario: debería tener tiempo para hacer gimnasio, aunque no le hubiera apasionado. Era pura fibra, pero su constitución seguía siendo delgada. Lo único que el padre disgustaba de todo aquello… era aquel mono de prisión, gris.

Y pensar que era un médico excelente.

Había un guardia observándolos, insistiendo en que siguieran la conversación en japonés; querían ahorrarse en traductores y entenderlo todo a la perfección. Aquella prisión era muy minuciosa. Vigilaban todas las entrevistas y todo lo que se daba a los prisioneros: castas, paquetes, etc. Desde luego, con Noah en aquella prisión, toda seguridad era aún insuficiente, creyó el padre.

—    Venga, ¿esto es lo único que tienes que decirme tras 4 años? “Hola Noah”. Esperaba un poco más de efusividad, papá. ¿Qué se ha hecho de todos esos elogios y sonrisas hacia tu querido hijo?

Su padre no podía decirle nada más que lo que había estado pensando durante todo este tiempo: nada. No le daría ese placer. “Desde luego, ahora debe verme como un idiota… No. Desde hacía ya mucho tiempo…”. Le dolía…

—Estoy decepcionado contigo... —unas lágrimas estaban a punto de caerle, y aquello conmovió a Noah por un instante, aunque lo ocultara con gesto contenido.

No se habían abrazado... a pesar de las ganas que padre e hijo tenían.

—Te dije cien mil veces que no soy tu juguete y que dejaras de fardar de hijo a todo el mundo... métete en tu vida. Ésta, es la mía —miró como el guardia le miraba fijamente y añadió, sabiamente—. Confieso que me equivoqué...  por eso estoy aquí...  pagando por mi error. Me equivoqué... pero no volverá a ocurrir... ¿Para eso has venido, no?

Joona sabía que aquello último lo decía para que acortaran su condena... no porque estuviese realmente arrepentido.

 «¿Qué no volverá a suceder? ¿O que no te volverán a “atrapar”? De este error me hablas, ¿Noah?» pensó, cínicamente el padre... con horror. Pues, ¿qué le impedía de hacer cosas peores? No lo sabía. Ya no lo sabía: no podría confiar nunca más en él. Había colaborado con una de las mafias que ganaban más dinero en el mundo entero. ¿Aquello era lo que quería? ¿Dinero? No. ¿Peligro? En ella había habido miles de crímenes, asesinatos, mercancías humanas... todo contra lo que luchaba él... y su hijo había ayudado a hacer que todas esas cosas tan horribles fueran posible.

 En tensión, puso una bolsa entre ellos, encima la mesa. Seguía de pie.

—Hoy es tu 20 cumpleaños, hijo... felicidades. Es de tu madre…

Noah observó cómo lo habían registrado, ya que el papel de regalo estaba roto de antemano. Cuando lo vio, sonrió…

—Bonitos cascos de música. No creo que me dejen llevarlos, pero dile que gracias.

Con gran decisión le regaló su presente; cuando sus manos se tocaron por un instante, ambos sintieron un escalofrío. Pero ninguno dijo nada…

—Toma... este es el mío.

Sus gélidos ojos hicieron que el hijo se interesara por el regalo. ¿Qué sería? No estaba acostumbrado a ver a su padre tan serio... aunque, ciertamente, la situación lo requería. Por el envoltorio no se sorprendió para nada encontrarse con varios libros. Al leer el título, en voz alta, se puso a reír, burlonamente.

—Los Derechos Humanos. El diario de Ana Frank. El cerebro ético, de Michael S. Gazzaniga. ¿Intentas… decirme algo?

El hijo no pudo evitar hacer una sarcástica sonrisa. Joona se dispuso a marcharse; pero su hijo se precipitó a hablarle, antes de que se fuera.

—¿¡Eh!? ¡¿Y YA ESTÁ?! ¿QUÉ MIERDA DE PADRE ERES!? No me hubiera importado escuchar una de tus “típicas charlas”. Sería menos aburrido que leer estos patéticos libros que crees que no entiendo. Venga, dime algo... tengo mucho tiempo libre. Un simple “estoy decepcionado de ti” me parece muy poco de tu parte; te recordaba más hablador, papaíto... ¿Te estás haciendo viejo…?

 

El padre no quiso volver a girarse. Aquello… le impactó…

 

—Exacto. ¿Por qué repetirte algo que ya sabes?

 

El hijo se quedó decepcionado con sus frías palabras. Echaba de menos hablar su opinión sobre… él mismo. Escuchar sus “sermones” Aunque no los necesitara…

—Noah... espero que recapacites sobre tu vida... Hasta dentro de cuatro años. Tengo trabajo, hijo…

Noah corrió con paso firme hacia su padre. Dolido.

—Podríamos vernos… más temprano...

¿Era una amenaza... o una propuesta?

No quería volver a girarse y encontrarse otra sonrisa…

¿Tenía intenciones de escaparse o quería que le visitara de nuevo?

 

Ya no sabía… quién era su hijo.

 

Cuando el joven se volvió a la celda, con una media sonrisa, el padre ya estaba temiendo que su criminal y rebelde hijo intentara hacer algún tipo de fuga. “Espero que no sea tan idiota como para hacerlo”.

 

Tan solo le quedaban 4 años.

Su cumpleaños 20… solo creía que, era importante verle.

Aunque no estuviera… preparado. Ni nunca, quizás.

Pero era tolerante… siempre lo había sido con los criminales.

No significaba… que odiara sus sentimientos déspotas

hacia la libertad humana.

 

La puerta se cerró y maldijo a las cámaras y el guardia por no poder decir todo lo que pensaba en su idioma natal... y menos, frente esas cámaras.

«Ni siquiera me ha preguntado cómo está su madre... ni la familia. Da por hecho que todo el mundo está pendiente de él, como si no hubiera pasado nada. No le hemos… importado nunca. Quizás... debería haberle educado mejor. ¿En qué fallé? ¿Por qué no me di cuenta de su superficialidad?»

 

¿Estaba en la naturaleza de Noah?

¿Siempre había sido así...?

¿Así...? ¿Cómo? ¿Mala… persona?

¿Y si no cambiaba nunca?

¿Quién era…?

 

*******

Habían pasado dos meses desde que Allan, Soichiro y Kazuo se habían instalado en aquel nuevo apartamento lujoso y espacioso para NADA, ya que ahora tendrían que irse a China.

Su próximo caso: un grupo de las Tríadas.

La mafia china.

No había mucho rastro de los Yakuzas desde que Kazuo fue encontrado— “qué cosa más sospechosa jajaja”, pensó el propio rubio, sintiéndose un poco orgulloso por poder ser él el cabecilla de una organización de 400.000 miembros y que ahora estuviese en la Interpol, como si nada—.

 

La sola idea de pensar que había podido escapar de la justicia le alegraba y si tuviera la oportunidad de volver a los Yakuza... y fuera consciente de todo, “no volvería ni loco jajaja”... porque tenía algo más interesante en la habitación de al lado. Ya no tenía que pagar los estudios de Sakura, ya no era un niño… Nunca le había interesado la criminalidad, solo la diversión. Estaba seguro de ello… Aunque no lo recordara.

 

Aquel agente secreto, Allan: le era tan hipnótico... incluso el otro.

Aquellos dos hombres... le resultaban bastante interesantes.

 

Hacían una pareja tan rara… que daba risa.

 

 El rubio iba poniendo sus últimos ropajes en la maleta; mientras, en la habitación de al lado, Soichiro y Allan estaban en la cama de matrimonio. El silencio podía cortarse con un cuchillo. Sonrió, perversamente.

FLASH BACK ON

—¿¡A China?! —dijo el rubio, un poco extrañado. —Bah, ¿¡y no podemos quedarnos en Japón!? Yo no tengo ni puta idea de chino... solo algunos kanjis. ¿¡Quién coño, de aquí, sabe chino!? ¿Y si nuestra vida depende de eso, eh?

Soichiro empezó a hablar mecánicamente, recordando la primera vez que se encontró con Allan:

—Allan sabe hablar perfectamente inglés, italiano, japonés, ruso, español, chino, mandarín, holandés, árabe, francés, cientos de dialectos, lenguas muertas que le son útiles en casos de criptogramas, y... bueno, no quisiera aburrirte o sonar vanidoso, pero por algo nos envían a China; sino nos hubieran limitado a enviar mensajes por la I-24/7e. Conocer el lenguaje, la historia, la cultura y la sociedad del país de los asesinos es vital para poder cazarlos; pues su pensamiento y acciones quedan determinados por éstos. Allan es nuestra pieza clave. Luesto estás tú, el antiguo mafioso y yo, la grabadora andante… podría decirse…

Allan hizo una sonrisa burlona ante aquello; veía que Soichiro recordaba exactamente cada palabra que le había dicho cuando se habían conocido. Kazuo no entendía esas miraditas entre esos dos, pero se había quedado impresionado. Como siempre, añadió su comentario al respecto:

—Bueno, no me sorprende. Los asperger tienen habilidad para el lenguaje y las matemáticas... está en su hemisferio izquierdo lógico...

Se giró a Allan y le sonrió, amablemente.

—Irónico. Tantas lenguas y tan pocas palabras. Lástima que no sepan usarlo para el beneficio social —Soichiro le miró con ojos asesinos al ver como se acercaba tanto a Allan—Sobretodo... conmigo. ¿Te he hecho algo malo, Allan-kun? ¿Te incomodo...?

Soichiro  notó como la sonrisa que Allan le había ofrecido a él ahora se la devolvía al rubio, incorregible, como siempre; le gustaban esos ingenioso comentarios. Los celos de Soichiro aumentaban. Ese maldito exyakuza no paraba de coquetear enfrente suyo: además, no solo su novio estaba suficientemente contento con el hecho de que viviera con ellos las 24 horas del día, sino que encima tenía que aguantar… esas cosas.

 —Jajajaja.. es broma, Soichiro-san… Tienes un novio un poco frío, eso sí que no es broma. Pero, bueno, si sabe chino… pues a China vamos.

A veces era... como si supiera lo que había habido entre ellos. ¿Lo sabría? Soichiro solo podía quedarse callado y de mala gana.

FLASH BACK OFF

*****

El castaño cerró los ojos para que aquel vídeo mental desapareciera de su cabeza. Los perfectos recuerdos le saltaban a la memoria sin querer, como siempre.

—Allan... llevo un mes sin tocarte...

El hombre de pelo lacio, azabache y precios ojos esmeralda seguía leyendo, uno de sus apasionantes libros favoritos: “Crimen y Castigo”. Releyéndolo por décima vez, le soltó aquello, ignorándole:

—Veo que sabes contar...

Los instintos sexuales de Soichiro empujaron a besarle por el cuello mientras él seguía leyendo. Allan no se inmutó.

—¿Eoh? — se sonrojó… “estoy aquí…”.

Aquello ponía y ponía más de los nervios a Soichiro. Eran la diez de la noche: mañana tendrían que despertarse temprano para coger el vuelo y estaba seguro que en China tendrían menos tiempo para ellos dos…

Allan, por supuesto, ya había planeado todo el viaje meticulosamente en su mente y en su pequeña maleta tenía lo justo y necesario:  botas, sandalias, sus tejanos favoritos, camisetas, pantalones de deporte, bambas... un cepillo de dientes, sus cremas: solar y nutritiva. Todo un ritual.

Y luego se había metido… a leer ese estúpido libro.

«No te hagas el duro;  sabes que si lo haces me entran más ganas...

¡¡Házmelo de una vez...!! ¡¡ALLAN!»

No quería… decirlo. Sería más que humillante…

El castaño volvió a besarle lentamente, intentando transmitirle todo el amor que sentía por él; pero Allan miró hacia la puerta y  de pronto escucharon unos golpes procedentes de la puerta. Soichiro puso los ojos en blanco. El hombre de ojos esmeralda ya se lo imaginaba. El japonés intentó que no se le notara el odio en su voz:

—¿¡Sí?! ¿Qué quieres, Kazuo?

Kazuo puso una voz extrañamente amable. Odiaba tener que decirle por su nombre, pero es que no le gustaba que le pusieran  honoríficos y menos que le llamara señor Takeshi, porque decía que le hacía sentirse viejo. Decir su nombre… como si fueran amigos, le daba urticaria:

—¡¡Esto!! ¿Puedo entrar? Me gustaría hablar con vosotros.

«Qué remedio… ¡Como si estuvieras en TU CASA!»

Allan le contestó sin consultárselo, cosa que enfureció a Soichiro:

—Sí, claro, pasa...

Soichiro se apartó hacia A un lado de la cama.

«La madre que lo parió... ¿¡y ahora qué quiere!?»

—Quería que supierais que podéis hacer lo que queráis, ¿eh? Como hace un mes os dije de mala gana que se oía todo desde mi habitación cuando lo hacíais y no os he vuelto a escuchar... me sabe mal. Se me fue la lengua...

Soichiro no quería que pensara que ciertamente era el culpable:

—No sé por qué lo dices... no tiene nada que ver contigo...

El rubio se la devolvió, fingiendo amabilidad:

—   ¿Seguro? Porque denoto cierta hostilidad en tu voz. ¿Sabes lo que son los delirios celotípicos? Podrías padecerlos, Soichiro-san... —le sonrió, con gran inocencia “JÁ… que te den” —... sé que no es de mi incumbencia, pero si no soy yo el problema es que: ¿tenéis problemas sexuales? Oh, he repasado unos viejos apuntes de psicología sobre trastornos sexuales y creo recordar unos cursillos que hice... sé tratar los celos. ¿Rutina? Podría ayudar a revivir la pasión; también podría daros consejos sobre cómo tener una relación sexual con una persona con síndrome de asper...

Allan cerró el libro de golpe, haciendo que Kazuo callara, sonriente. Luego lo puso en la mesita, dando otro golpe sordo. El rubio captó la indirecta. Soichiro se sonrojó… hasta más no poder: hundido.

Ese robot sin alma habló a Kazuo con su característico tono monótono y sensual:.

—Gracias por su preocupación, Sr. Takeshi... pero no nos pasa nada. Acordamos no tener un sexo muy fogoso mientras estuvieras viviendo con nosotros, por respeto... No queremos que no puedas dormir por nuestra culpa. Le necesitamos en el caso, al 100 %.

«¿¡Acordar NO TENER SEXO?! ¿Cuándo?»

Aquello tenía que ser una broma, pero Allan lo decía en serio.

«¿¡Ahora no podemos FOLLAR ni en nuestra propia casa?!  ¿Ni... ni... FUERA?! ¡Estamos las 24 horas a su lado! ¿¡Cuándo podremos?!» Vigilar a aquel ser se le estaba haciendo mucho más duro de lo que creía. El moreno ignoró la cara de furia de Soichiro. Lo que realmente le molestaba es que Allan no solía fijar nunca la mirada hacia la cara de las personas. Sin embargo, cuando ese rubio entraba en su campo de visión, no podía parar de mirarlo, sin ni siquiera pestañear.

Justo cuando segundos antes, le INGORABA.

Kazuo seguía con su sonrisa perversa… cada vez más amplia:

Muchas gracias... Allan-domo... y llámame Kazuo, por favor... 

Se apoyó al marco de la puerta en una pose demasiado sensual... Estaba sin camiseta, enseñando todos sus abdominales: hasta a Soichiro le pareció que parecía un modelo de perfume. Una pose que si no era estratégicamente estudiada, lo parecía… como para hacer una fotografía…

—Y gracias a Soichiro, también, claro... la verdad: se me hacía un poco violento decíroslo... pero así estaré mejor. Como compensación os diré que yo tampoco tengo pensado hacerlo con nadie mientras me estéis  “vigilando”... sería un poco... pervertido, ¿no? —aquello lo dijo de un modo tan sensual que hasta a Soichiro le afectó— No me va el rollo...  vouyerista. Soy directo...

Aquella mirada provocadora... volvía a acechar a Kazuo. “OTRA VEZ, NO, ¡ALLAN! ¡NO LE HABLES, NO DIGAS NADA!”

—   ¿Y con quién… lo harías? ¿Con amigos imaginarios?

Soichiro vio las miraditas que ahora mismo esos dos se hacían. Se puso la mano en la cabeza. “Arg…”. Kazuo se sintió herido, de verdad, ya que su estudiada pose se desfiguró totalmente, pero rápidamente sonrió.

—   Jajaja ¡Muy bueno! Un golpe bajo y con efecto... ¿cómo soy esquizofrénico, eh? … sí, usted es muy directo, también

Allan, a pesar de la broma, se sintió un poco molesto ante la idea de que ese rubio estúpido (que reía sin reconocerle en nada) hubiera pensado en traer a alguien más ahí... sin su permiso.

Un poco más frío y cortante volvió a hablar:

—¿Por qué sigues aquí? ¿Nos has dicho todo lo que tenías que decir?

—Sí, jajaja Muy directo. Para lo que quiere, claro… Buenas noches... hasta mañana, tenemos que levantarnos temprano, cierto…

Kazuo se consoló al ver la cara de disgusto de Soichiro.

Aunque ese hombre de piedra siguiera como años luz de sus irresistibles encantos: al menos, con los celos de ese estúpido hombre que tenía por novio... se quedó satisfecho.

—Además, no quisiera quitaros el sueño, tampoco. Mañana os haré un excelente y completo desayuno como compensación. ¿ok? Mejor que los de hasta ahora. Y perdonad las molestias. Buenas noches... —pronunció su nombre lentamente—Sweet dreams…

 

Finalmente cerró la puerta, silenciosamente.

Pero ese susurro y el ruido chirriante…

Puso a Soichiro los pelos de punta.

 

«Pesadillas voy a tener, por tu culpa…»

—Deberías poner aceite en esa puerta… Allan.

—¿El que se te cae a ti por todos los lados?

Soichiro se puso de caras a su cojín, como a punto de echarse a chillar para quitar todo el odio que sentía hacia ese horrible demonio que había emergido de las tinieblas para hacerle enfurecer día sí y día también.

—¿Vas a esperar a que regresemos de China para hacerlo? ¿¡Un mes, dos, SEIS!? 

El moreno sabía que no se refería a poner aceite a la puerta, desde luego. ¡Soichiro tenía unas ganas enormes de hacerlo violentamente con él y por culpa DE ESE IDIOTA no podía! Quería que le agarrara, le besara y le penetrara como tantas otras veces antes de QUE ESE ESTÚPIDO hubiera vuelto a interponerse en sus vidas.

«Quizás estaría mejor en el psiquiátrico», pensó cruelmente.

—   ¿Cuánto vamos a estar de pruebas con Kazuo? Llevamos dos meses y ya sabe desenvolverse bastante bien en casos pequeños. El caso de las manos cortadas lo resolvió bastante bien...

Allan calló. Sabía que Soichiro no había acabado.

—Quiera decir, quizás... deberíamos ir nosotros dos a China... SOLOS: y dejarlo a él aquí y que se hicieran cargo otras personas de su formación. ¿Qué te parece? Si tú lo dices te harán caso, otra vez, ¿¡sí!?

 

Lo dijo con ilusión, aunque más bien sonara desesperado...

Era obvio que quería quitárselo de en medio.

 

Allan le devolvió de nuevo a la realidad:

—Cuanto antes creas que puedas confiar de verdad en él como compañero... antes será agente. Mientras, seguirá de pruebas. En eso me baso.

 

Soichiro quería volver a tener esa “intimidad” con Allan, como cuando estaban ellos dos solos, viajando, durante 4 años, antes de que Kazuo aceptara ese estúpido trabajo... que ALLAN había insistido en darle. ¿Tanto confiaba en ese rubio? ¿Seguía… enamorado de él? Lo… temía.

Como si le hubiese leído el cerebro, Allan le dio las razones de “peso” para tener a ese idiota a su lado:

—Si nos ayuda con el caso de la Tríada y todo sale bien... seguramente luego le demos el visto bueno antes que si nos quedamos aquí y hacemos casos menores. Y le necesitamos: las Tríadas son grupos de mafia muy parecidas a los Yakuzas. Es el caso perfecto para llevárnoslo y que confíen en él: para que nos ayude y así podérnoslo sacar de encima con espectaculares éxitos. Ahora apenas hay señales de trapicheos entre Yakuzas desde que... bueno.. ya sabes... perdió la memoria. Así que… es lo mejor. Tienes que confiar en él… de verdad. Sino, yo tampoco me lo creeré.

Entonces...

«¿ME ESTÁS DICIENDO QUE HASTA QUE YO CONFÍE EN ESTE CRIMINAL LOCO-ESQUIZOFRÉNICO-BABOSO, NO SE IRÁ Y NOO TENDREMOS SEEXO?»

—Es… un asesino. ¿Cómo quieres que confíe en él?

Allan se calló. Miró el libro de la mesa. Se volteó… serio:

­—¿Insinúas… que los asesinos… no pueden cambiar?

«¡¡Joder, Allan!! ¡No me mires así!  ¿¡Cómo confiar en ese exyakuza?! ¡Mató a Kyo! ¡Secuestró a tu familia! ¡Dejó que te violaran 5 apestosos hombres! ¡Soy buena persona: pero no gilipollas!»

—Es que él no fue un asesino cualquiera. Si me dices: fue un crimen pasional, no sabía lo hacía. Pero no: era violento y sigue siendo un maldito manipulador impulsivo que no sigue las normas… Ya lo has visto estos meses. Incluso perdiendo la memoria: está en su cabeza… No sé si puede cambiar, pero… me cuesta pensarlo que lo haga tan rápidamente como tú dices. Lleva demasiado tiempo haciendo… lo que hace.

«Exacto. Allan… fue el EX JEFE YAKUZA MÁS TEMIDO DE TODOS LOS TIEMPOS en Japón; el jefe Yakuza que burló a la policía desde que estuvo en el mando, ridiculizándola y mandándole notitas y pasteles, siendo un mísero joven adolescente. Un prostituto. Un loco. El exjefe Yakuza que mató a mi hermano Kyo y violó a tu hermana, Allan. Deberías recordarlo cada cada vez que ves las facciones de tu sobrino, Kazu.»

¿¡Cómo confiar en ese ser que quería robarle a su novio inconscientemente a pesar de tener amnesia y no recordar su antigua relación con Allan?!  Era frustrante...

Allan se dio la vuelta para poner su cabeza en el cojín y cuando parecía que iba a decir algo importante…  Soichiro le besó. Estaba bastante activo aquella noche, nunca le había atacado de esa manera... y aquello excitó a Allan más de lo normal. Al sentir su mano en sus pantalones... y la insistencia de ese japonés, empezó a reír, cruelmente:

—¿Aguantaste más de treinta años siendo virgen, es que no puedes aguantar ni un minuto?

Le volvió a besar, esa vez, disfrutando ambos.

—Ya te dije que no era virgen. No haremos ruido... ¿vale? —su desesperación excitó a Allan.

Finalmente se le acercó, mirándolo a la cara. No quería hablar más de nada, solo quería sentirle…

—¿Sin hacer ruido... tú? —rió, irónicamente— Qué mal mientes…

Allan sintió como las suaves manos del castaño seguían manoseando su miembro... y tuvo que hacer esfuerzos increíbles para rechazarlo. Con la fuerza que le caracterizaba, logró deshacerse de él, sin problemas.

—No puedes... siempre acabas excitándote demasiado.

Soichiro se quedó con las ganas... y, enfadado, de un modo muy cómico, se levantó, para irse directo a la cocina.

—   ¡¡Genial!! Ahora sí puedo decir que tengo completamente una pared por novio... ¡¡ni me habla, ni me comprende, ni me folla!!

Allan... decidió volver a agarrar sus gafas para seguir leyendo un poco más. Odiaba “las peleas”. No hacía falta ni responderle: hacían falta dos personas para pelearse. Soichiro se indignó al ver esa indiferencia, pero aún más cuando lo vio aún a su lado, sorprendido:

—¿Duermes o te vas? ¿Cierro la luz?

Soichiro no sabía ya si quería follarle, partirle la cara, o las dos cosas... así que se levantó, cerrando la puerta de golpe, sin darle tiempo al molesto chirrido y  fue.

—   ¡Arg!

Cuando la puerta se cerró Allan suspiró, riendo. Le encantaba cuando Soichiro se ponía así... y él no lo sabía. La tenía durísima solo al pensar en lo que estaba a punto de decirle. Por suerte, se había callado…

Leyó el capítulo IV, cuando Raskolnikov le decía aquello a Dunia:

 “La naturaleza puede ser corregida, enmendada, pues de no ser así quedaríamos sepultados bajo los prejuicios. Sin eso no habría ni un solo gran hombre.”

Finalmente… volvió a dejar Crimen y Castigo en la mesita.

Puso una cara parecida a la tristeza.

Desde que Kazuo le había dicho que escuchaba cada detalle de lo que hacían… que no podía hacerlo con Soichiro. ¿Cómo podía decirle aquello con una sonrisa en la cara? El antiguo Kazuo… estaría loco de celos… y parecía que le diera igual todo…¿De verdad no recordaba nada de él?¿Debería hacer algo para que le recordara?” Aunque si lo hiciera, aquello no gustaría mucho a Soichiro. Y suficiente celoso estaba ya sin “razones” de peso, más que las de antes del accidente.

Se dispuso a dormir.

Mañana tenía planeado hacer su tabla de ejercicios hit, como cada mañana. «Vivir con estos dos...  es más duro de lo que pensaba».

Estaba tan acostumbrado a estar solo… que fuera uno, dos o tres pesonas… le era igual de molesto. Pero no podía decirle aquello a su pareja, tras 4 años de “noviazgo”.

Echaba de menos… la soledad.

Más tiempo para él…

********

Soichiro había ido directo a la cocina.

Agarró la leche, el chocolate en polvo de la estantería de arriba y se hizo una gran taza de chocolate caliente, la cual después de sonar el microondas agarró y empezó a beberlo, como poseído. Aun así, ni el rico chocolate podía calmarle.

Al terminar la taza se encontró con una figura en la cocina.

Creía que sería Allan… pero era… demasiado alta.

—No te ibas… ¿a dormir?

 El exyakuza se acercó a la luz de cocina: seguía sin camiseta, mirándole... provocativamente, desde el marco de la puerta de la salita. Veía sus tatuajes, sus piercings... los cuales se difuminaban en la oscuridad... y al acercarse se apreciaba su musculoso y grande cuerpo. Parecía el fantasma del antiguo Kazuo: el asesino yakuza. Su cordial voz, ingenua y sin tonos de burla, pero, logró apartar esos pensamientos de él:

—   Lo siento... ¿te he asustado, Soichiro-san?

Recordó la cara de Allan. Y sus palabras: “¿Insinúas… que los asesinos… no pueden cambiar?”. Aquella media sonrisa le hacía creer que el antiguo Kazuo había vuelto... que se recordaba de todo... que estaba jugando con ellos. Pero luego cambió la expresión, como si realmente fuera... otra persona.

¿Y si ya no existiera ese Kazuo?

 

Pero seguro que quedaba algo en él. Sino, ¿por qué le odiaba tanto? ¿Cómo explicar su pasión por Allan?¿¡POR QUÉ ESTABA TAN OBSTINADO EN HACER QUE ÉL Y ALLAN NO DISFRUTARAN DE NADA?!

Tenía que ser consciente de TODO. No podía enamorarse locamente… otra vez… de la misma persona. ¿O … sí? “vaya… esto sería increíblemente romántico, de su parte”. Y… peligroso…

—Jajaja. Te juro que he ido a dormir. Pero he tenido una pesadilla... Bueno, siempre se me repiten varias. Por suerte no soy de los que chillan.

Soichiro se sorprendió de que le hablara como si realmente fuera su amigo. Debería odiarle, ¿no? Pero le trataba diferente. Si fuese el antiguo Kazuo… debería odiarle. Pero bueno, ahora… él estaba con Allan.

Claro: estaba.. con Allan. Era una situación distinta.

No había lucha… ya lo tenía…

“¿Pero… por cuánto?”.

 Ni siquiera le daba un beso frente a nadie... y ahora, ni siquiera le daba muestras de cariño a solas. El sexo era la única muestra de cariño que recibía de él... y Kazuo se lo había quitado.

Kazuo empezó a andar, como si estuviera a punto de confesar algo que quería decir desde hacía tiempo. Andaba, arriba y abajo, en alguna especie de manía, mientras bebía un vaso de agua.

—Antes de conoceros… no seguía ninguna rutina. Tenía insomnio y estaba como una alma en pena. No entendía exactamente dónde estaba ni quién era. Ahora puedo dormir mejor... pero las pesadillas han aumentado.

Soichiro intentó ponerse comprensivo.

“Venga, Soichiro... un poco de compasión por este hombre, aunque sea un farsante. Intentaste matarlo: por suerte, esto tampoco lo recuerda…”

—¿Se lo has dicho a alguien? Tú no puedes auto-tratarte... por más buen psicólogo que seas... ¿no? Y tampoco… tienes amigos…

Kazuo asintió.

Muy agudo. ¿Quieres que me suicide? Me acabas de llamar inútil en toda la cara jajajaja— volvió a beber agua, se le veía ansioso— Bueno, se lo he dicho a mi psiquiatra. Es buena, me recetas algunas pastillas, pero... no importa cuántas veces lo ignore o se lo diga a ella... siguen apareciendo las mismas pesadillas. Dice que tengo que luchar contra ellas para ganar. Pero no es la típica pesadilla en la que un monstruo o un cadáver te persigue... sino que... —sus ojos se abrieron—… es igual…

 

—    Ey, venga… no, dilo… a lo mejor te ayuda…

—    No, es… igual, no tiene sentido. Esto ya empieza a parecer el diálogo barato de una película de esas, donde dicen la típica frase que hace que el público diga “ooooh”… jajaja Es patético…

—    Venga…

Soichiro sabía que Kazuo siempre usaba la risa para evitar mostrar parte de su ser, pero esa risa era distinta. Era incómoda. Finalmente se quedó quieto… y lo admitió:

—El monstruo de la pesadilla… soy yo. ¿Cómo me gano a mí mismo? Es… muy filosófico, ¿eh? “Somos nuestro peor enemigo”, uh… 

El corazón de Soichiro se paró, como si sufriera de arritmias.

Quizás Kazuo realmente sí no recordaba nada.

Entonces, sería un poco injusto tratarle como le trataba: odiándole, sin razón. El castaño intentó ser amable con él.

—¿Y qué ocurre en el sueño? Quizás te ayude a afrontar tus miedos o algo... Uno mismo… también puede cambiar, ¿no? Los monstruos no existen… ¿mh? Solo están… en nuestra mente. Eso ya debes saberlo.

Kazuo sonrió ante aquello. Soichiro... no había visto nunca esas facciones en él. Era como si … se le estuviera abriendo por primera vez.

—¿Cómo sanar una catarsis freudiana, eh? Buena idea...

Soichiro no tenía ni idea de qué palabrejas le había soltado, “¿cataqué?”... Kazuo se puso a contar su sueño. Parecía estar en trance:

—   Tengo... bastantes pesadillas repetitivas... pero hay una que creo que tiene relación contigo—paró, en seco—. Estoy… en una habitación... Es raro... pero se me aparece una persona… parecida a ti. Creía que eras tú, pero no… tenía gafas y era un poco más joven…

Soichiro se atragantó con el chocolate que le quedaba. Kazuo no se atrevía a mirarle, el castaño se puso pálido y sin fuerzas...

—Está atado a una silla...

El rubio no percibió cómo Soichiro empezaba a abrir los ojos al darse cuenta de que estaba describiendo la muerte de su propio hermano...

No era una pesadilla...

ERA UN RECUERDO.

La boca se le quedó seca.

—   Y entonces suena una canción de The Queen... bohemian rapsody... Él llora y llora y me dice que lo siente, que no quería traicionarme, que me quiere, que era yo el que primero le había traicionado con ese policía, que prefería seguir adelante sin mí antes que ver cómo me iba con otro... que por eso me había traicionado...  por celos. Quería que le perdonara…

Soichiro dejó el vaso vacío y tembloroso en la mesa.

—Y tú... —Soichiro... estaba conmocionado... — ¿Qué sientes al soñar esto? ¿Tienes... ganas de matarle?

Kazuo parecía inmerso aún en su supuesto “sueño”, sentado en la silla; le miró, fijamente, como si aquella respuesta fuera crucial:

Sí y no… —Soichiro se conmocionó al ver sus ojos, humedecidos.

Estaba sufriendo... de verdad, por la muerte de su propio hermano. ¿Estaría en estado esquizofrénico cuando lo mató?

 Soichiro... ni siquiera quería saberlo... Le dolería, aún más, si la respuesta fuera la que no deseaba escuchar en absoluto. ¿Pero acaso la respuesta no era lo único que importaba? ¿La verdad? ¿Qué más daba? El resultado era el mismo: estaba muerto. Y ellos dos… no.

—No... Lo retiro, creo que yo no: no quería... matarle, para nada...

Parecía agarrarse el pecho, como si pudiera sentir lo mismo que Soichiro... pero incluso con más intensidad:

—Me sentía... muy mal... como si él me hubiera hecho una cosa terrible: pero yo no quería matarle... pero... tenía que hacerlo. No sé por qué. Luego un montón de voces, una niña, unos demonios, me obligaban. Y de repente... todo estalla en mil pedazos... y veo manchas de sangre y cientos de restos humanos... pero es algo confuso: tan real… y a la vez, exttraño… como cuando estoy en ataques agudos de esquizofrenia... no lo sé... pero siempre acaba igual: muerto... no hay más que este final. Miro desde el hotel… abajo, siento algo muy horrible. Pero ya está hecho…

Soichiro recordó la conversación que había mantenido con Allan en el Rizt de Tokio, cuando le había explicado con una sonrisa que el paté le recordaban los sesos desparramados de su hermano. En Kazuo había una mirada más depresiva y más humana que la que Allan le ofreció aquella noche; tembló ante la idea de que su propio novio fuera más psicópata que el propio Kazuo... que tenía pesadillas aún sobre lo ocurrido.

 

El japonés castaño intentó ser fuerte... Él no era el Kazuo que recordaba haber hecho aquello... y aunque lo fuera, le confesaba que no lo había encontrado bien haclero... que no tenía más opción... que lo había empujado su locura. No tenía sentido odiarle después de aquella confesión... porque ciertamente... los únicos que sufrían ahora mismo eran... ellos dos.

Tal vez… si él mismo le perdonaba, podría dormir tranquilo.

Aunque costara tanto… de decir…

Así que le puso una mano en la espalda y Kazuo cambió el posado triste, por uno de interrogativo. Con el contacto Soichiro evitaba sus temblores de odio. “Lo siento hermano...”

No te preocupes... eso es que hemos estado mucho tiempo juntos. Esto de ser un “agente especial” te está empezando a afectar: los casos, los cadáveres... todos los agentes tenemos pesadillas de estas. Tu imaginación te hace malas jugadas. Eso te lo ponía yo en el 4º apartado, página 347 del manual que te dimos... ¿el que te leíste, recuerdas?

«Ah sí... claro, el manual que tiré, sin leérmelo»

Kazuo sonrió, un poco aliviado.

—Gracias Soichiro... tienes razón. Jajaja… Y yo que creía que mi mente me estaba intentando decir que tengo que quitarte del medio para estar con Allan... matándote o algo...  uh, que te robo el novio, ¿eh? jajaja

Al sentir los ojos amenazadores de Kazuo, Soichiro revivió un montón de vídeos del antiguo yakuza, con el bate, golpeando a Allan y apartó su mano de él inmediatamente, con cierto miedo.

 Entonces el rubio empezó a reír...

—   Jajajaja ¡¡¡Es broma...!!! Vaya cara se te ha puesto jajajajaja—Soichiro empezó a temer... —No temas. Hacéis una pareja extraña, pero me caéis bien ambos. ¿Sabes? Yo nunca me he enamorado de nadie... Tampoco creo que lo haga… no hay nadie que pueda aguantarme jajaja

Aquello hizo que Soichiro se quedara paralizado al darse cuenta que era lo que Allan le había dicho en aquel restaurante, hace mucho tiempo, antes de que le secuestraran. “¿Novia? Nadie me aguantaría, igualmente… ni yo tampoco.”.

—Seguro que… te has enamorado de alguien de pequeño.

—Jajaja Amor utópico: Kurt Cobain. Esa voz depresiva y esa desgana por vivir, a la vez que canta y demuestra un montón de emociones… es genial. Me encantaba.

Soichiro… sentía que acababa de describir a Allan.

“Joder… ¿es que no se da cuenta?”.

Pero si él siempre ha sido la personificación del más puro e irracional amor. ¿Así que no iba en serio... con las tonterías e indirectas de Allan...? ¿Lo hacía para... molestarles?

—Con toda la mierda esta de los casos, le he pillado mucha manía a los policías, funcionarios y todo lo que tenga algo de “poder”, así que… quizás he sido un poco injustos con vosotros. Pero… sois buenas personas.

Notaba que ese rubio sentía atracción por Allan... pero... ¿no se daba cuenta? ¿Qué es lo que hizo que Kazuo se enamorara locamente de Allan?, si es que había perdido la memoria de verdad, aún no conocía a esa parte de Allan.. que le había enloquecido. Le alegraba saber que durante aquellos meses Allan y Kazuo no habían intimado nada; tan solo le veía como alguien frío que le vigilaba para poder llegar a ser agente especial. Pero aún podía descubrir fuera lo que fuera que le enamoró…

Soichiro se sintió... incómodo.

“Si se enamora otra vez de esa parte de Allan: ya no sería mío. ¿Qué hay... que se me escapa? ¿Qué ocurrió entre esos dos... para que la llama dela pasión de Kazuo se encendiera hasta... volverle loco?”

 

¿Cómo había sucedido... su amor?

¿¡Cómo había surgido!?

¿Cuál fue el detonador?

 

Soichiro creía que entre ellos debía haber un flechazo... como le había ocurrido a él, que desde el primer momento en que le vio en el aeropuerto y las primeras palabras se sintió atraído por aquel agente de misteriosos ojos esmeralda... aunque no fue hasta esa noche del Ritzt que Soichiro y Allan descubrieron lo que había entre ellos.

No bastaba el simple físico, los recuerdos, el descubrimiento de algo que le hizo click. Su físico no era lo único que le llamaba la atención de Allan... aunque, obviamente, era una parte importante. ¿Qué era, entonces? ¿Qué sería? Tenía que descubrirlo.¿Qué había pasado durante esos meses en los que le secuestraron y él no supo nada de él? Nunca se lo había explicado... Tampoco podría preguntárselo ahora. Le habían violado muchos Yakuzas: eso es lo que había pasado. ¿La frialdad de Allan ante aquello?

Tenía que evitar que surgiera de nuevo lo que fuera que propició esa relación enfermiza entre esos dos: «maldita sea... soy un ser maquiavélico... pero es que tengo tanto miedo...».

No quiero... perderle.

En su corazón sabía que Allan y Kazuo estaban predestinados...

Tenía la sensación de que él, en aquellos momentos, sobraba.

¿Por qué Allan estaba con él?

 

Su autoestima empezaba a decrecer... Intentó seguir la conversación con Kazuo, después de ese monólogo mental, ocultando su tristeza... como si también fuera un amigo de toda vida, le sonrió, positivamente.

—Seguro que te enamoras pronto. En el amor nunca se sabe: cuándo o dónde...

—Bah, tonterías... lo dices por quedar bien…

—No, en serio... tienes una parte bastante romántica y apasionante en ti, aunque no lo creas...

El rubio se sorprendió ante aquello:

—¿Romántico y  apasionante, yo? Pff… No me hagas reír.

No supo por qué, pero aquella sonrisa empezó a quemarle la mirada... y el beso que se dieron en aquel parque se le apareció en la cabeza otra vez.

—¿Así me ves tú…? Mh, cuidado con lo que dices, Allan podría malinterpretarlo jajaja

«¡¡M-maldita sea!! ¿¡Por qué nadie me cree!? M-mierda... yo con exceso de memoria, y éste amnésico perdido... parece una broma de mal gusto»

Volvió a pestañear para que ese beso no le hiciera latir aún más el corazón, pero ver a aquel rubio, sin camiseta, frente suyo... lo empeoró. Se estaba acercándole... lentamente. “¿¡IBA A BESARLE!? ¡¡NOOO!!”

—   ¡¡Bueno... ettoo... quiero decir...!! Que... yo, ehmmm.... tampoco te conozco tanto como para decirte que..., p-p-pero... me das la impresión de que sí... puedes... p-pues... ser alguien... así... ¿no? Qué sé yo... jajaja ¿mh? N-nada, t-tonterías... B-buenas.... noches...

Hacía tiempo que no le volvía su faceta tímida.

«¿¡Qué me está pasando!? ES EL IDIOTA DE KAZUO»

Le saldó con la cabeza baja para irse a dormir después de esa cortante conversación; pero Kazuo le agarró por la mano. Al sentir su mano... Soichiro se acordó de cuando Allan se la agarró también en el restaurante, segundos antes de que entraran para atacarles. “¡¡CORRE!!”. Las imágenes le confundían. Luego vio la cara asesina de ese  yakuza, con ropas de cocinero. Pero el que ahora le sonreía era... parpadeó, intentando deshacerse de la antigua imagen de él... No era ese Kazuo. El “corre” de Allan rezumbaba aún en su cabeza, como si fuera un mensaje del subconsciente.

—Soichiro, gracias... —su mirada era ardiente.

Aquella faceta seria gustó demasiado a Soichiro, era sincera.

—Y lamento ser tan cabrón... con todo esto del sexo: supongo que también os tengo un poco de envidia...

“Envidia... claro... no tiene por qué ser celos... ¿no?”

—Me gustaría poder enamorarme de esa manera tan romántica y apasionante que dices que tengo... Soichiro. Gracias...

 Soichiro se sonrojó como nunca. Sus manos empezaron a temblar. Y apartando la visión de esos... malditos músculos que solo hacían que sus ganas por el sexo... se incrementaran más y más... se apartó.

“¡ES KAZUO, ES KAZUO, ES KAZUO, ES KAZUO!”

 Pero por más... que fuera “Kazuo”... por primera vez había visto una parte de Kazuo... que... no le disgustaba... para nada. Incluso podía ser simpático... cuando se lo proponía. Volvió a rememorar esa sonrisa y los remordimientos le entraron cuando se puso en la cama. Allan se acercó para abrazarle de espaldas y decirle a media voz, con la misma voz de siempre:

—¿Sigues enfadado conmigo? — le dio un beso de buenas noches.

¿Enfadado? No.

Soichiro estaba tenso. Asustado.

Ese beso tan tierno lo empeoraba todo.

Era raro que él... le diera mimos. ¿¡Acaso sabía lo que había entre Kazuo y él!? “PERO QUE NO HAY NADA, ¡¡SOICHIRO!! ¡¡NO HA PASADO NADA!! ¡HEMOS CHARLADO SOBRE PESADILLAS, YA ESTÁ!”

—No no estoy enfadado... es solo... que... pienso que... me va a costar confiar en ese hombre... no me fío mucho de él...

—Bueno, buenas noches…

“Ni de mí con él al lado… diciendo cosas raras”

—Buenas noches, Allan…

*******

Los tres estaban con su rutinaria carrera matinal.

Kazuo y Allan eran altos y fuertes... Soichiro tenía que hacer muchos pasos para seguirles... pronto se paró para intentar coger aire.

 Kazuo avisó a Allan:

—¡Creo que deberíamos descansar un poco!

Allan sabía que lo decía más por Soichiro que por ellos; el japonés no supo si aquella nueva y extraña consideración hacia él le gustaba o no. Cuando Kazuo le dio un poco de su agua al castaño, definitivamente, descubrió que… esa nueva consideración le asustaba un poco.

—Uh, lo siento, Allan… me la ha terminado... —dijo Kazuo, sonriéndole— ¿Puedes ir a por más en el súper de al lado? Te esperamos aquí.

Se la había bebido toda para que Allan no pudiera beber. Puso su mirada en Soichiro... y sintió, por primera vez, una punzada de lo que éstos debería haber estado sintiendo todos estos años: celos. ¿Qué había de repente entre esos… dos?   El interior de Allan se empezó a oscurecer. Cada vez más, odiaba estar al lado de ese rubio.

—Vale… ahora vengo... —dijo Allan, tranquilamente.

Kazuo se limpió el sudor con la toalla que llevaba Soichiro en su mochila. El castaño escuchó cómo le hablaba de forma divertida:  

—Oye... es un poco estirado, Allan, ¿no? Jajaja ¿No sabe lo que es divertirse? Parece el típico que se aísla de la gente y del mundo. Vale que tiene la excusa de la enfermedad esta... pero joder, yo soy esquizofrénico y sé disfrutar de la vida. ¿no? No estoy todo el día con el tópico jajaja Creo que es un poco mimado… en este sentido. No le gusta cambiar por nadie…

Se le hacía raro que hablara tanto con él... cuando durante meses le había estado ignorado. ¿Acaso había cambiado de táctica? ¿O de… víctima? Además, sentir que Kazuo decía aquello sobre Allan le dolió. S enfadó... y el rubio lo notó, antes de que le dijera nada:

—Eh, eh… no quería meterme con tu novio... —entonces lo miró, como si quisiera recordar algo— Tampoco... es que lo conozca mucho. Solo digo lo que parece desde “fuera”…

Soichiro estuvo a punto de llorar. incluso.

Le molestaba… que le despreciara…

“¿¡Cómo puede tratarle así, ahora?! ¿Acaso no estaba interesado en él? Le había pedido su número de teléfono la primera vez... y ¿ahora se ríe de él a sus espaldas?” Soichiro debería estar dando saltos de alegría por su falta de interés... pero le dolía que Kazuo no recordara lo mucho que le había querido, e incluso que ahora llegara a despreciarle... de ese modo. Quería que la gente lo admirara, no que le insultara: al principio era difícil de tratar, pero…

Antes de que Soichiro se diera cuenta de la jugada de Kazuo, éste se acercó a su oreja, hablando a media voz, demasiado seductoramente:

—Ya entiendo por qué estás con él: ¿es bueno en la cama? ¿La tiene grande? Yo podría hacértelo mucho mejor...

Soichiro abrió los ojos como platos. Se apartó de inmediato.

Al volver Allan, Kazuo no cambió su expresión. Por la cara extraña de Soichiro... sospechaba que entre aquellos dos... estaba ocurriendo algo.

—Algún chiste del que deba enterarme, ¿Kazuo?

El rubio agarró su lata, descaradamente... tocando parte de su dedo, disimulada y lentamente... cosa que hizo que se crearan chispas entre ellos dos... Soichiro sabía que seguía habiendo una atracción mastodóntica entre ellos. Pero Allan no podía parar de sentir un odio... que no podía parar de incrementar cada vez que veía a ese rubio... con Soichiro... juntos, o escuchándole sobre cómo quería hacerlo con otros tíos en su propia casa. Nunca había experimentado antes ese tipo de sentimientos.

 

Soichiro se puso serio en sus adentros:

¿Odias que Kazuo te ignore?

No estaba celoso… por él.

¿O sí? ¿Por los dos?

 

«Es el karma, Allan. Así es como debió sentirse Kazuo contigo... él queriéndote locamente, y tú ocultando tu amor... sin expresarle cariño. Como conmigo...» pensó, Soichiro, un poco malévolamente, alegrándose de que recibiera algo de su propia medicina.

—Sí, he contado un chiste muy gracioso. Pero no creo que a ti te haga gracia... Allan...  ya sabes, eres asperger ¿eh? No tienes sentido del humor.

Los dos se miraron, provocativamente. Allan serio. Kazuo riendo, con perversidad.

—Quizás... tengas razón, solo… en lo último.

Agarró la lata, se bebió el resto y la aplastó con una mano, encestando de espaldas. Soichiro y Kazuo vieron como se iba solo: sabían que no le volverían a ver hasta que llegasen a casa. Él siempre era el primer en ducharse.

Kazuo rió.

—Vaya, chulo Jajaja Tirado latitas de espaldas… Qué gratuito…

Soichiro empezaba a sentirse confuso. Los dos hombres por los que sentía aprecio y admiración (por qué no decirlo, ya, porque por Kazuo también había sentido envidia)... ¿se estaban peleando... por él? O…

Aunque le gustaría que así fuera; no... no era tan ingenuo.

1.    Kazuo le estaba seduciendo. Aquello era un hecho... obvio.

2.  ¿Por qué?

Si seguía siendo como el antiguo Kazuo: manipulador y locamente enamorado de su novio, Allan ...¿Podría ser una táctica de distracción para seducirlo, utilizándome a mí?

Cada vez más Soichiro pensaba que no había sido una buena idea hacer que Kazuo se uniera a la Interpol... y, menos, que ambos le vigilaran durante ese periodo de tiempo. 

Todo era... confuso...

¿Cuánto tiempo tendrían que soportar aquella tensión sexual?

Kazuo y Soichiro se daban cuenta...

Incluso Allan... también.

 

Ese rubio volvía a manipularles para su propio beneficio. ¿Qué buscaba? ¿Diversión? Ni siquiera el rubio lo sabía.

A Kazuo le vino a la mente un espectacular sueño erótico que había tenido con ese moreno que le miraba fijamente con aquellos preciosos ojos esmeraldas. Kazuo intentó ignorarlo y se puso a correr.

Soichiro sintió que el aire… y la cordura le faltaban…

Aquella noche... tendría que hablarlo con Allan. No podía hacer que el sexo o la atracción se mezclaran en temas de trabajo.

Se sorprendieron al ver que Allan les había estado esperando en la esquina. Kazuo llegó hacia él y pasó de largo. Esperó a  Soichiro y le sonrió.

—Supongo que… esta noche tenemos que hablar o algo, ¿no?

Soichiro intentó acelerar el ritmo, antes de llegar con Kazuo, el cual sonreía, delante de todos. Disfrutando con todo aquello.

—Suponges… bien…

Kazuo sacó un refresco de la bolsa que tenía Allan sin preguntar; ya estaban frente a su piso. Lo bebió y empezó a moverse como si tuviera cuatro tíos enormes queriéndole robar la lata.

—El grande Takeshi, hace cinta a la derecha… oh, oh… tira, tira: ¡¡CANASTA!! jajaja

 Después de aquella demostración, Allan puso los ojos en blanco mientras Soichiro y él ya hacían estiramientos. El rubio se les acercó:

—Me encanta el ejercicio por las mañanas. ¿Nos duchamos?

Soichiro y Allan se quedaron mirándose. Había sonado… pervertido.

—Cada uno por separado, ¿eh? Jajajaj más quisierais, perversos…

 

Habían sentido una especie de sensación extraña... con aquella insinucióna. Kazuo seguía riéndose, en sus adentros.

“Es bueno... seduciendo” reconoció, Soichiro.

“Es un idiota” pensó, Allan, excitado.

 

Notas finales:

Song para Soichiro ^^  con el tema KyoyKazuo

Sweet Dreams, Beyoncé:

https://www.youtube.com/watch?v=Pu-72y4IJMY

 

Kazuo: JAJAJA es tan puto que se enamorara en serio de mí a pesar de saber que voy tras de Allan!! ey ey, por qué no nos hace sun bailecito, a lo Beyoncé... te va que ni pintado...

 

Soichiro: CADA VEZ TE ODIO MÁS!!

KAZUO: LEERTE EN ESTE CAPÍTULO HA SIDO UN SUFRIMIENTO!!! ¿¡ES QUE NO TE DABAS CUENTA DE QUE SOBRABAS?! BBBFFFFF... madre mía... porque no tengo memoria, que sino te...

Soichiro: PUES YO TENGO MEMORIA Y BIEN TE HE PERDONADO QUE MATARAS A MI HERMANO!!!!! HIJO DE PUTA!!!!

Allan: resumen... los asesinos no puedes cambiar... pero los idiotas que se los creen: sí.

Kazuo: jajajaj ay, mi amor, qué elocuente...

Soichiro: QUÉ OS DEN!!! SIEMPRE TENÉIS QUE ESTROPEARLO TODO. ¡¡CLARO QUE PUEDEN CAMBIAR Y HAY... PARTES BUENAS!! INCLUSO EN EL PUTAZO TOCA-PELOTAS DE KAZUO, AUNQUE SEA UN PESADO Y...

kazuo: ssh... shh... sit!! patita!! jajaja

Noah: EH EH!!! 

JOONA: CALLA!! NO MERECES ATENCIÓN, NOAH, ERES UN CRIMINAL, PEOR QUE ESTOS DEGENERADOS.

Noah: ¿¡POR QUÉ NO ME LO DICES A LA CARA, VIEJO!?

¬¬u...  pero bueno... habrá alguien que no se pelee aquí!? EMPEZAMOS BIEN, EH!? Xdddddd

soichiro!!! yo también quiero verte bailando como beyoncé: single ladys!!! jajajajaja

Soichiro:... que os den... nadie me entiende... Soy la única persona con corazón en esta historia y me creen el idiota. ¿¡Por qué no hiciste prsonas más normales a mi alrededor?

Joona: hmm.. perdón?

Soichiro: ohm.... etto... hahaha... **desaparece** 

Kazuo: SI,ES MUY NORMAL KERER FOLLARTE A TU HIJO, EH!? JAJAJAJAA

Joona: maldito... desvergonzado... prejuicioso: YA NO TIENE 16 AÑOS, TIENE 20. NUNCA LE HE TOCADO. El tabú del incesto son prejuicios que...

Allan: si ya he dicho que el más normal... soy yo.

Kazuo: JAJAJAJAJAJAJA... sí, mi amor, sí...

Noah: yo soy un genio, no puedo ser normal... un genio convicto, pero genio, al fin y al cabo...


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