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Café Sakura por Miraku

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Notas del capitulo:

Holis!!!!!!! n.n/ espero que les guste mucho, no tengo ningúnanuncio que dar, así que,

Sin más a leer:

Me sonreía de forma sarcástica, como siempre, a veces me da hasta asco saber que este hombre es mi padre, y lo más importante ¿qué hacía aquí?, ¿Qué quería? Si de algo estoy seguro es que él vino por algo, si él viniera a verme para saber cómo estoy, es porque estoy en un mundo alterno:
            —¿Qué quieres? Y ante todo, ¿cómo sabías dónde vivía?
            —Yo igual me encuentro de maravilla hijo, gracias. —se burló de forma sarcástica.— Si me invitas a pasar, tal vez podría contarte lo que quieras saber, como también hablar de tu madre…
            Me gustaría sacarlo que aquí, pero mejor lo empujé a un lado, abrí la puerta del departamento y lo dejé pasar a mi casa, entré detrás de él, quería que se fuera, pero creo que tenemos que dejar unas cuantas cosas en claro.
            Se sentó en la sala como si su casa fuera, siempre tan confiado, veo como enciende otro cigarrillo, odio el aroma que despide, ¿pero qué puedo hacer? Recuerdo cuando de pequeño le quité un cigarro y se enojó tanto que llegó a golpear a mi madre, quién me había defendido, pero ahora la verdad me da igual el que fume o no.
            —Bueno, di lo que tengas que decir y te vas. —dije un poco enojado, ¡no había ruido alguno!
            —Bueno… —hizo un gesto para que me sentara, lo hice en el sillón individual que había.
            Me veía de reojo y sonreía, sabía que esa sonrisa es falsa y que lo más seguro es que planea ganar algo con su visita.
            —Vives bien, para ser un aspirante a artista mediocre. —comenzó, mientras le daba una calada al cigarrillo.— Bueno, ya que he venido, seré directo, ¿recuerdas el testamento de tu madre?
            Dio en el clavo.
            —Sí, ¿qué con él?
            —Bueno, para ganar mi parte de él, maté a tu madre y a tu abuelo para que por fin pasara a mi nombre, pero lamentablemente me tocó una parte no muy justa, de lo que ellos dejaron la gran mayoría es para ti, simplemente por ser el único descendiente de esa familia, ya que no te dieron mi apellido sino el de tu madre, Kogara…
            —¿Entonces viniste para decirme algo que ya sé?
            —¡Para nada! —puso porte serio.— Vine a decirte que si no me entregas tu parte, soy capaz de matarte y sin sentir remordimiento alguno, pero como eres mi único hijo te doy la oportunidad de seguir con tu patética vida de artista, solo piénsalo, sé dónde vives ahora y no tienes a nadie que te defienda, pues los únicos que lo hacían perdieron la vida en un intento de cuidarte; recuerdo que tu madre pedía que no te hiciera nada, por ahora cumplo con esa promesa, pero toma algo en cuenta, no soy nada paciente, y ella fue muy estúpida.
            Esa fue la gotita que derramó el vaso.
            —La única estupidez que ella cometió fue creer que eras tú el correcto, ni pienses que te tengo miedo, pronto cumpliré los 21, recogeré la herencia como me dijo mi abuelo antes de que muriera, le prometí no dejarte nada ¿y qué crees? Yo también cumplo mis promesas, si eso es todo lo que tienes que decirme, ¿te vas?
            Mi padre sonrió de una forma que no me dio nada de confianza, me paré del sillón al igual que él.
            —Eres bueno, claro que sabía que a los veintiún años la recogerías, pero créeme solo hoy vine a visarte pero, puede que un día simplemente venga y-
            Mizuki llegó a la casa.
            —¡Kotaru! No creerás lo que pasó en el cine… —Mizuki paró en seco al ver a mi padre.— ¿Quién es él?
            Mi padre se acercó a ella y besó su mano derecha.
            —Señorita, me presento, mi nombre es Akira Watanabe, soy el padre de Kotaru.
            —¡Ah un gusto! Soy Mizuki Takeda, amiga de Kotaru y compañera de apartamento.
            —¿Solamente su amiga? —dijo sarcástico.— Es una pena que seas nada más eso de Kotaru, me hubieras gustado como nuera, pero bueno linda me tengo que retirar, espero que cuando vuelva aquí, pueda encontrar de tu adorable presencia.
            Mizuki se sonrojó ante lo que dijo Akira, mientras que él sonreía hizo una reverencia para salir de ahí, por fin, ya no lo podría aguantar un segundo más; Akira significa: “hombre listo” ese nombre sí que le queda bien, nunca se le escapa nada, sé que volverá con un buen plan para conseguir la herencia que me dejó mi abuelo y madre.
            —Nunca me contaste sobre tu padre… —dijo Mizuki mientras se acercaba a mí.
            —Y no planeaba hacerlo, por favor Mizuki, no te acerques a él, solo saldrás lastimada, es bueno para jugar con los sentimientos de las mujeres.
            —No entiendo, ¿a qué te refieres?
            —Mi madre pensó que él era el hombre correcto para compartir su vida, pero todo cambió, cuando se casaron ella se dio cuenta de que nada más lo hizo para conseguir parte de la herencia que ella tenía y dejara, la engañaba un sinfín de veces, abusaba de ella, cuando me tuvieron él me culpó a mí de que su plan se echó a perder, ya que a mí me tocó gran parte de la herencia, mi madre siempre le disculpaba todas sus faltas a mi padre; pero él se desesperó ya que casi no le alcanzaba con el dinero que le daba mi madre, por lo que la mató y a mi abuelo lo envenenó para recibir parte de su herencia. Pero se la acabó demasiado rápido, y bueno, por mi parte, yo la podré recoger hasta los 21, por eso vino, para quitarme mi parte y seguir viviendo sin problemas, por eso Mizuki aléjate de él, te podría hacer algo y eso es lo que menos quiero.
            —N-no tenía idea que él fuera capaz de eso, ¿no estás preocupado?
            —Claro que sí, pero si me muestro débil ante él es una pérdida segura.

Después de aquella plática, Mizuki decidió ir a su habitación a dormir, estaba preocupada por lo de Kotaru, más aparte durante la tarde le pasó algo curioso, se encontró con Nagisa Abadinchi y recordó sobre el Hanami, después de todo no lo pasó tan mal junto a ella, pero lo que le dio curiosidad era que estaba en una tienda de telas, por su naturaleza, Mizuki le dio curiosidad y literalmente jaló a Shin y  a Wataru para ver “disimuladamente” lo que compraba la castaña, se veía feliz, pero ¿para qué compraría tela?
            >>Mejor hago como que no me importa<<

El fin de semana se fue volando, se sentía como si tan solo ayer era viernes en lugar de domingo, o sea, de vuelta a la jornada, Kotaru traía demasiada pereza, unas grandes ojeras se le notaban debajo de los ojos, ¿razón? La tarea, más aparte comenzó a hacer su escultura para la entrega del proyecto que era el viernes de esa semana, tenía una idea clara de lo que haría, pero todos los materiales que probaba para la elaboración de esta no le daban el resultado que él quería, más aparte hay que agregar que tenía la preocupación de que su padre viniera, ya le dejó una nota ayer de que él vendrá en dos semanas debido a unos negocios que tenía que arreglar:
            >>Ya hasta quisiera que tuviera negocios de verdad para que me deje en paz<< pensó Kotaru mientras se dirigía a la salida de su departamento, donde Mizuki ya lo esperaba algo desesperada.
            Cuando lo vio, lo jaló y salieron del hogar corriendo, para llegar con tiempo a la escuela, Kotaru con la adrenalina de casi chocar con un sinfín de gente lo despertó por completo y le hizo olvidarse de todos sus problemas actuales; llegaron a la Universidad con bastante tiempo de sobre de hecho, solo que a Mizuki jamás le ha gustado llegar a la hora justa, siempre prefería al menos 10 minutos antes de que sonara la campana de inicio, Kotaru subió a su salón y se dirigió a su lugar, no había casi nadie ahí, si acaso unos dos estudiantes sin contarlo a él; una vez sentado, Kotaru sacó su libreta de dibujos y una lápiz HB y con el aburrimiento que traía se puso a dibujar el rostro de su madre, con rasgos delicados hizo el mentón, el cuello y su cabello lo dibujó largo y liso, su flequillo de tres secciones y mechones gruesos, siempre ella se lo agarraba en una trenza pero a Kotaru le gustaba mucho más cuando lo traía suelto, por lo que lo hizo así con los mechones fluidos hacía una misma dirección, como si en aquella escena viniera el aire desde el este, sus ojos, como él los tenía solo que más grandes y largas pestañas siempre enchinadas, con un brillo de felicidad y ternura, tomó sus colores y nada más coloreó los ojos, empezando por la pupila aplicando negro y luego pasó sobre él un color verde acuoso oscuro para darle la profundidad, pasó de forma casi superficial un verde claro alrededor de la pupila y alrededor de esa parte pasó el mismo aguamarina oscuro, para empastelar la parte verde pasó aguamarina claro y blanco para darle brillo y la parte sobrante usó un color verde que le hacía recordar a los cuentos de hadas, combinado con blanco y un poco de dorado para el brillo, pasó la sombra para que el bello brillo de los ojos sobresaltaran, lo restante del dibujo lo hizo a escala de grises, su cabello negro como el de él siempre brilloso, su piel blanca con pocas sombras para darle realismo y el fondo difuminado con polvo de lápiz.
            —¿Estabas tan aburrido que te dibujaste en versión mujer? —era la voz de Wataru.
            Kotaru sonrió, le relajaba ver a su amigo, siempre alegre y bromista.
            —No, es mi madre…
            —Es linda, oye recuerda que hoy acabaremos la pintura.
            —Lo sé, lo sé, ¿ya empezaste la escultura?
            —Sí, pero creo que tendré que volverla a empezar, no me gustó la arcilla.
            Aún quedaba tiempo para que las clases comenzaran, los chicos se pusieron a platicar sobre el fin de semana, y claro, hacerse bromas con su respectivo amorío, Wataru ya parecía un poco desesperado en cuanto a ese tema, pero no podía hacer mucho, Shin era el que daba el punto final a su historia o el comienzo de una nueva, pero verdaderamente Wataru ya quería saber, aunque creía que ya sería pronto, debido a que Shin se ha puesto muy cariñoso con él y era algo que le encantaba, en especial cuando su niño le pedía besos, eso era clara señal de que Shin dará una respuesta pronto y afirmativa, pero Wataru ya la quería escuchar.

La jornada de clases pasó rápido, Wataru y Kotaru recogían sus cosas para irse a la casa del último y por fin acabar el proyecto del semestre, por suerte no había deberes para la casa ese día, unas cosas salían a pedir de boca y otras simplemente no para  Kotaru, se sentía inseguro, como si algo le faltara, y que por culpa de ello todo se echará a perder, todo saldría mal, simplemente un fuerte dolor de cabeza.
            Kotaru y Wataru caminaban al departamento, Mizuki se fue con una amiga también para acabar su proyecto, justo como la última vez, Kotaru estaba de una forma ya muy conocida por todos sus amigos, estaba distraído:
            —¡Tierra llamando a Kotaru! —gritó Wataru una vez ya enojado de que su amigo no le hacía caso.
            —¿Eh?, ¿Qué sucede? —con aquella llamada de atención Kotaru volvió en sí, pero sin saber que ocurría.
            —¡Amigo! ¿Ahora qué te aqueja?, ¿Es por Yuuki?
            —No, no es por eso… Tengo demasiadas cosas en mente.
            —Dicen que es bueno que compartas eso cuando algo te aqueja, vamos el tío Wataru es todo oídos.
            Y era cierto, si en alguien podía confiar era en un amigo como Wataru que siempre te apoya en todo; Kotaru le empezó a contar todo desde que su madre conoció a su padre hasta cuando él lo vino a visitar, Wataru lo escuchaba atento, y comprendió lo que sucedía con Kotaru, si a él mismo le pasara lo que a su amigo, estaría igual o peor, cuando a uno le pasan esas cosas, la mente se llena de cosas que son totalmente innecesarias y no se sabe que se puede hacer.
            —¿Entonces cuando tengas 21 años, tendrás esa herencia?
            —Sí, por eso mi padre quiere que firme un papel donde diga que acepto pasar mi parte de la herencia a él, si no lo logra es capaz de matarme antes de que recoja la herencia.
            —Y por lo que me has contado, él sí que es capaz de cumplir aquello…
            —Sí, pero solo tendré que evadirlo y retrasar sus planes, todo a su tiempo, por ahora hay que acabar el trabajo.
            Wataru sonrió y abrazó a Kotaru por el cuello con un solo brazo, le sonrió y siguieron caminando, lo bueno es que solo faltaba el lobo en la pintura, y esta misma ya estaba medio seca, por lo que simplemente acabarían y tal verían que material usarían para la escultura, lo bueno es que no tenía que ser grande. Llegaron al departamento del chico, calentaron la comida que Mizuki les dejó en el refrigerador, la calentaron y comieron, para después pasar al estudio de Kotaru y acabar el lobo, se pusieron la enorme camiseta que ya estaba algo manchada debido a la jornada anterior, Wataru con pintura gris oscuro, un clero, negro, café claro, blanco y un blanco un poco más oscuro comenzó el pelaje del lobo, en la parte del lomo, pasaba pinceladas superficiales de negro, combinando con los grises y un poco de aceite de linaza para darle realismo y brillo al pelaje, dando pequeños toques con café, por su lado Kotaru pintaba el pecho, que aunque era blanco, habría que darle realismo, aplicando blancos y un gris claro para hacer las sombras y textura, poco a poco el lobo estaba cobrando vida, pintaron el hocicó haciéndolo parecer húmedo, y por último Wataru con dos azules, uno rey y otro parecido al cielo azul de los días de primavera, pintó primero de negro la pupila para después pasar el azul rey en la parte superior e irlo acarando con el otros azul, blanco y aceite, y ponerle un brillo en la parte de arriba en la izquierda, el dibujo ya estaba acabado.
            Wataru se quedó un rato más en la casa de su amigo, viendo películas y viendo en internet algunos materiales para esculturas, realmente estaban aburridos; pronto se oscureció, Wataru para ese momento ya se había ido, Mizuki le mandó un mensaje a Kotaru diciéndole que pronto llegará, por su lado el chico estaba viendo la tele aburrido, con demasiadas cosas en mente, respiró hondo y tapó su rostro con ambas manos, se sentía cansado, de pronto sonó su teléfono, era un mensaje, Kotaru lo tomó con pereza de la mesa que tenía en frente, vio la pantalla para ver que el mensaje de texto era de Yuuki, sonrió y desbloqueó el móvil y ver qué era lo que ocurría con su adorado castañito.
            “Kotaru, ¡hola! Oye olvidaste una libreta aquí en mi casa, ¿crees que puedas venir por ella mañana?” decía el texto.
            El chico sonrió, y se acordó había sacado esa libretita para medio dibujar el modelo para la elaboración de la escultura de los novios, probablemente la dejó ahí en la mesa olvidada, tendía que ir por ella, ahí habían unos datos que necesitaba en la Universidad, pensando en aquel día, se acordó de algo que le dio una gran idea para su escultura, sin nada que perder le contestó:
            “Cierto, gracias Yuuki, la estaba buscando” mintió la última parte. “Oye pequeño, ¿te puedo pedir un favor?”
            Envió su respuesta, esperando que Yuuki le pueda ayudar con lo que necesitaba, pronto el chico le envió un mensaje:
            “Claro Kotaru, ¿qué necesitas?”
            “Necesito chocolate moldeable…”
            “¡Claro! Aquí hay demasiado, ¿de qué colores y cuánto?”

            Kotaru sonrió, sabía que su lindo chico no podría fallarle, le anotó los colores que necesitaba y la cantidad de cada uno, Yuuki por su parte le dijo que no había ningún problema, que podía pasar mañana por el material y su libreta, él lo estaría esperando.
            >>Más aparte una buena excusa para ir a verlo<< pensó feliz Kotaru.
            Si algo lograba perfectamente Yuuki, era hacer que Kotaru se sintiera más relajado y feliz.

Al día siguiente, Kotaru se veía mejor descansado, no se veía tan perdido, simplemente era perfecto, hablaba con sus amigos sin distraerse, el segundo día de la semana salió cien veces mejor que el anterior; las horas pasaron volando, sin darse cuenta, ya era el toque de salida, Kotaru tomó sus cosas y salió con Wataru, ambos ya relajados y sin el problema de acabar la pintura, ahora simplemente habría que esperar a que seque que eso tomaría dos días más, o sea que para el viernes, día de la entrega del proyecto, estará listo. Kotaru le dijo a Mizuki que se fuera con Shin, debido a que él iría al “Café Sakura” para recoger el material que le tiene listo ya Yuuki, su amiga no perdió la oportunidad de hacerle algunas bromas al más alto, quién respondió con una sonrisa que indicaba que se debía callar, Wataru ya se había adelantado a su casa momentos antes.
            Kotaru tomó camino hacía el parque, pasó por el bello sendero, aún había lámparas que probablemente se prendían en la tarde-noche, cuando llegó al lugar, sonrió y entró, Yuuki en un mensaje le había dicho que se sentara en la barra, junto a la caja registradora, y él mismo chico iría a darle las cosas, hizo lo indicado, lo que no esperó fue que Nagisa llegó a él sonriendo:
            —¡Kotaru, que sorpresa verte! —le saludó de forma coqueta la chica.
            —Hola Nagisa, vine por unas cosas. —respondió Kotaru sonriendo.
            —¿Qué cosas son? —Nagisa se sentó en frente del chico, reposando su barbilla en sus dos puños, viendo atenta al chico que le gustaba.
            —Bueno…
            Yuuki llegó sonriendo como siempre junto a su hermana y a Kotaru con una gran caja en manos:
            —¡Hola Kotaru! Perdón por tardar. —dijo feliz Yuuki, sus ojos brillaban.
            —No te preocupes, Yuuki, es más gracias, por cierto ¿estás segura qué no quieres que te pague por el material?
            —No, no, no, enserio no hay problema, cuando quieras, esa cosa nos llega en toneladas y toneladas y casi no la usan los escultores de aquí.
            —Pues, enserio muchas gracias pequeño.
            —¿Qué hay en esa caja? —preguntó molesta Nagisa.
            —Chocolate moldeable, Kotaru me lo pidió para un trabajo en la Universidad.
            —¡Ah!, ¿Así que era para eso? Bueno, está bien…
            Nagisa se fue de ahí molesta, perdió la oportunidad de invitar a un baile a Kotaru, todo por culpa de su entrometido hermano, además tenía trabajo.
            —Oye Yuuki… —habló Kotaru viendo cómo se iba la chica castaña de allí.
            —¿Qué sucede, Kotaru?
            —¿Tienes el sábado libre?
            Era de poner su plan en acción.
            —Sí, ¿por qué?
            —¡Perfecto, hay que salir! ¿Te apetece?
            —La verdad es que sí —contestó emocionado Yuuki.—, ¿a qué hora?
            —Vendré por ti a cerca de las cinco, ¿vale?
            —Claro, aquí te espero.
            Yuuki acompañó a Kotaru hasta la puerta de la entrada, ambos dejando bien definidos los planes, era ese momento o nunca, Kotaru lo tenía decidido, se despidió de su castañito y se fue a su casa, la tarde aún era joven, por lo que decidió apurarse para acabar la escultura ese mismo día, al menos así tendría menos problemas en la cabeza.
            Llegó a su casa y saludó a Mizuki quién estaba entrando a la sala, probablemente iba por agua, la chica le ofreció algo de comer a su amigo el cual negó, tenía -la verdad era que ya quería acabar- su proyecto, le despeinó el cabello a su amiga, quién sonrió y se fue a su estudio, la verdad ese cuarto sí que le resultó de mucha ayuda. Prendió el estéreo, se quitó la chamarra negra que traía, se agarró el cabello en un chongo feo dejando caer solo sus patillas, hacía demasiado calor ese día, o solo tal vez dentro del departamento, así que se dejó en solo una camiseta de tirante ancho blanca y su pantalón de mezclilla, se sentó en el suelo, sobre una base de unicel un poco grande, ubicó lo que sería el “esqueleto” de la escultura, dándole forma a lo que él haría, lo que tenía que lograr en este caso es el realismo, algo que se le daba muy bien. Al tener el esqueleto ya hecho, sacó de la caja el chocolate moldeable, primero un café oscuro, para formar un gran tronco, con palillo y rodillos, le dio la forma que quería, las raíces que salían del pasto que previamente ya puso, con chocolate rosado como el de los sakuras, comenzó a hacer pétalos, flores, y la ilusión de que el árbol estaba lleno de flora, hasta el último detalle él lo tomaba en cuenta, aparte se puso a hacer una mujer, a su madre, la comenzó a moldear, su figura delgada, ella era de estatura mediana, piel blanca como al de Kotaru o hasta un tono más claro, la esculpió con un vestido largo hasta a media rodilla con holanes de color blanco, de tirantes delgados que ella acostumbraba a usar cada vez que iba de día de campo con su abuelo, padre y él, su cabello lo hizo largo y liso, que se fue “esponjando” hasta abajo, el flequillo bien detallado, hasta el pelo que se saldría de él, debido a la “brisa” y sobre su cabeza una corona de flores de varios colores, azul, blanco, rosa, amarillo, un collar dorado, y sus ojos, con las largas pestañas que ella tenía, colores fríos que con ella se veían tan cálidos, un brillo que a ella la caracterizaba, todo esto último con pintura comestible, negra, blanco, aguamarina y verde limón y con unos rosado, perfeccionó sus mejillas y labios, para que así la posicionara, saliendo detrás del árbol para ver la luz, se veía hermoso y casi realista, faltaba unos detalle, que con un aerógrafo, detalló los colores rosados para hacer las flores más realistas, colores cafés muy oscuros para el tronco, el pasto con verdes oscuros, un azul y plateado para el cabello de su madre y gris para el vestido, por in acabó, ya estaba oscuro, deberían ser cerca de las diez de la noche.
            Kotaru sonrió al ver el resultado, y paso vapor con una máquina que tenía Mizuki para darle brillo a la escultura además de dureza, la bese de unicel la pintó de café, haciendo como di fuera una mueble de aquel material y lo dejó secar.
            —Kotaru, ahora sí debes estar muriendo de hambre, ¿vienes a cenar, amigo? —dijo Mizuki al ver que Kotaru salía por fin del estudio, ella estaba en su cuarto jugando en la computadora pero cuando escuchó abrir la puerta corrió a ver a su amigo.
            —La verdad es que sí.
            —Ven, te estuve esperando, para que cenemos juntos, la comida ya está lista prácticamente.
            Mizuki se colgó en su amigo en la espalda y este la cargó como caballito para llevarla a la cocina, mientras él ponía la mesa, pronto ambos ya por fin estaban comiendo:
            —¿Qué te hizo no venir a comer y estar todo el día encerrado? —comenzó Mizuki sonriendo.
            —El proyecto, así ya me quito dos dolores de cabeza.
            —Bueno… ¡Oye! ¿Qué tal te fue con Yuuki? —preguntó emocionada Mizuki.
            Kotaru se acordó y sonrió, ella podría ser de ayuda.
            —Bien, bien, por cierto ¿tendrás alguna idea de donde podría rentar una motoneta?
            —¿Motoneta? —hizo una pausa para pensar.— Una amiga de mi clase, su padre es dueño de un lugar donde puedes rentar vehículos, debe tener motoneta, sí… ¿Por qué?
            —Para rentar una…
            —¡Kotaru dime! ¿Por cuál motivo?
            —No estoy muy seguro si decirte o no…
            —¡Por favor, por favor!
            —Bueno, es lo justo que te diga, si tú me dices donde es ese lugar.
            Mizuki asintió feliz, Kotaru le comenzó a contar que era lo que traía en manos, cada que avanzaba Kotaru, su amiga se emocionaba demasiado, ¡era una idea muy linda! Estaba dispuesta a todo para ayudar al chico que la ayudó cuando su tía murió. Por lo que después de la cena y que Kotaru se fuera a dormir, la chica tomó su teléfono y marcó al número de la tía de Yuuki y ponerla al tanto de la situación, que por su parte al escuchar se emocionó y dijo que hará lo que se vea necesario para que el sábado resulte ser un día perfecto.

Llegó el viernes, Wataru se había quedado a dormir la noche anterior a ese día para obviamente a ayudar a su amigo al transporte de la pintura, Mizuki y Shin les ayudaría con sus esculturas, como hubiera convenido que alguno de los cuatro tuviera un auto, por lo que muy temprano -debido a Mizuki- los cuatro amigos estaban ya batallando con el proyecto de dos de ellos, Mizuki y Shin deteniendo las bellísimas esculturas de Kotaru y Wataru (que eran tapadas por una tela blanca para evitar llenarlas de polvo) tuvieron que bajar por las escaleras debido a que los otros dos chicos y la gran pintura abarcaban gran parte del ascensor, la obra era igualmente tapada por una gran tela blanca, salieron del edificio y caminaron, aún quedaba bastante tiempo para la hora que uno puede entrar normalmente, caminaron por las calles, había poca gente, Shin y Mizuki iban delante de sus dos amigos, ambos platicando amenamente y por su lado, Wataru y Kotaru con el miedo que algo le pase a su trabajo, por fin llegaron a la Universidad, también habían otras parejas subiendo con bastidores del tamaño que del de Kotaru y Wataru entrando a la escuela, los chicos subieron a su salón y dejaron su proyecto recargado e un enorme caballete que habían apartado ayer y bajaron con sus otros dos amigos para recibir sus esculturas y poder respirar tranquilos, Mizuki y Kotaru hablaban junto con la amiga de la chica para ver la renta de la motoneta, la cual podría recoger hoy mismo y entregarla hasta el lunes, o sea todo un fin de semana con el vehículo, sinceramente demasiado tiempo; Wataru hablaba con Shin, más apartados de los demás, ya iba a sonar la campana de comienzo de clases, por lo que Wataru le robó un beso en los labios a Shin quién sonrió y se despidió igualmente del mayor con un beso pero en la mejilla:
            —Wataru-san, ¿cree que pueda venir a mi casa después de clases? —preguntó sonrojado el chico.
            —…Claro, claro que sí, Shin.
            El mayor revolvió los cabellos del menor y se fue a su salón donde Kotaru estaba dándole retoques a su escultura, realmente todo ese día sería entorno al proyecto.
            El día se fue, entre exposiciones de cada una de las parejas y sus trabajos, estos era por rifa, a Wataru y Kotaru les tocó ser de los últimos, cuando mostraron su trabajo, recibieron varias ovaciones, se veía impresionante y dejaba bien en claro a la primera estación, la primavera, explicaron cuáles fueron sus materiales, el tiempo que tardaron en hacerlo, el significado, y también sus esculturas, que para nada se quedaban atrás, la de Kotaru bien ya sabemos que era el árbol con la mujer bajo él, y la de Wataru esculpió a una loba con dos crías también bajo un árbol de cerezo, el profesor quedó encantado con su trabajo que hasta pidió quedárselos para la que estos se usaran en una exposición de jóvenes artistas en un importante museo de artes en Tokio, ambos chicos emocionados, aceptaron emocionados. El toque de salida dio por fin, después de unas cuantas exposiciones más, Wataru y Kotaru, tomaron sus cosas y bajaron, y salieron, Kotaru se fue con Mizuki y su amiga al negocio del padre de esta última, Wataru se fue con Shin.
            Al llegar, el señor de forma amable, aceptó el trato y le dio ese mismo día la motoneta de color plateado con detalles negros, parecía ser que era nueva, le entregó las llaves y dos cascos del vehículo y un papelito para que el lunes viniera a entregarla, Kotaru pagó la renta, la amiga de Mizuki dijo que se quedaría ahí mismo con su padre, así que le dio un casco a Mizuki para que se subiera con él y regresar a su departamento, Kotaru sabía andar en las motonetas, así que no había problema alguno, Mizuki al ser miedosa se abrazó demasiado fuerte a su amigo, sintiendo que podría caerse, Kotaru simplemente se rió, su amiga siempre era así.
            Al llegar, Mizuki le ayudó a Kotaru a arreglar los últimos retoques a su plan de mañana, pues ese día tenía que ser muy, muy especial.

Kotaru, al día siguiente despertó y sonrió, se paró rápidamente, él era un chico que en días de descanso acostumbra a despertar hasta tarde, ¡y ya eran casi las doce del día! Mizuki le respetaba pero la verdad le gustaría que su amigo no tuviera esa maña y la de dormir como piedra, aunque esta última, anoche lo envidió ya que ella escuchó unos sonidos extraños cuando fue a la cocina por agua, se preocupó pensando que podría haberle pasado algo a Shin, ya que la pared de la cocina estaba pegada a lo que sería el departamento de Shin y el sonido provenía de ahí, decidió no hacerle caso y volver a dormir pero perdió el sueño hasta varias horas más tarde.
            —Bueno días, Kotaru. —saludó su amiga mientras tomaba una taza de café.
            —Buenos días, Mizuki. —respondió su amigo, quién ya estaba bañado, traía puesto unos pantalones a cuadros en tonos negros y grises oscuros, una playera debajo de una blusa negra cayendo al gris la cual enrolló dejándola a tres cuartos, unos tenis blancos y estaba secando su cabello.
            —¿Nervioso-emocionado?
            —Nervioso-emocionado.
            Mizuki sonrió, deseaba lo mejor a Kotaru y Yuuki al igual que la tía Mary.

Ya eran casi las cinco de la tarde, Kotaru tomó sus cosas, y las guardó en su morral negro de siempre, tomó las llaves de la motoneta, los cascos y salió de ahí, cuando Mizuki lo vio salir, cruzó los dedos esperando lo mejor de le mejor.
            Encendió la motoneta y se dirigió a la casa de Yuuki, quién por su lado, estaba emocionado, le encantaba pasar tiempo con Kotaru, aunque sus padres se opusieron rotundamente cuando se dieron cuenta de que saldría, Mary les dio una buena excusa para mantenerlos trabajando, ella cubría a Yuuki para que pudiera salir con Kotaru, tenía que cumplirse el plan que le contó Mizuki, cueste lo que cueste, y por eso Mary estaba emocionada.

Yuuki esperaba sentado en su cama, abrazando al panda que le ganó Kotaru para él, traía puesto unos pantalones negros, una playera roja y sobre esta una camisa grande gris y tenis tipo converse negros, sonó su teléfono, era un mensaje:
            “Yuuki, baja ya llegué” era de Kotaru.
            Yuuki sonrió y se le hizo curioso que le mandara un mensaje para avisar que llegó, aunque agradeció que fuera así.
            “Está bien, ¡voy en un minuto!”
           
Yuuki bajó rápidamente, vio a su tía, esta le sonrió en forma de buena suerte, Yuuki devolvió la sonrisa y salió en frente de la cabaña y al ver a Kotaru quedó sin palabras: el chico le sonreía  y junto a él había una motoneta y recordó, Kotaru le preguntó a él algo que le gustaría hacer, ahora el mayor le estaba cumpliendo un lindo sueño, y se hizo mucho más al saber que sería junto a Kotaru, del chico del cual se enamoró y está seguro que no se equivocó como la última vez:
            —¿Vamos, Yuuki?
            Le extendió un casco, Yuuki lo tomó y le sonrió ampliamente.
            Kotaru subió a la motoneta y el castañito detrás de él, se puso el casco, y cuando iba arrancando el vehículo, Yuuki lo abrazó fuertemente por la cintura, el mayor sonrió, aceleró un poco, levantó su pie quitando el freno y comenzó a dejar andar a la motoneta, le quería mostrar un lindo lugar que gracias a Mizuki descubrió y era perfecto, el andar con el vehículo a través del sendero de sakuras era bellísimo, Yuuki sonreía y veía a su alrededor, pronto pasaron a otra vista, la ciudad se veía atareada, algunos lugares ya habían luces encendidas y se veían fugaces, así estuvieron un rato; hasta que llegaron un poco fuera de la cuidad, a otro parque, habían árboles normales, un río cristalino y se veía como el sol se comenzaba a poner. Kotaru estacionó la motoneta y con Yuuki, el cual le tomó la mano y lo llevó a la cima de un pequeña colina donde había un enrome árbol, se sentaron debajo de él para ver el atardecer, los colores amarillentos y anaranjados combinados y las nubes rosadas junto con una brisa tenue que jugaba con los cabellos de los chicos, si algo supo Kotaru cuando fue a la arcada, era que a Yuuki le encantaba verlas:
            —¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó Yuuki.
            —No lo sé, la verdad cuando vi este lugar me dije a mí mismo “tienes que venir con Yuuki sí o sí”.
            Ante la respuesta Yuuki se sonrojó y sonrió.
            —Que locuras se te ocurren, por eso dicen los artistas están locos. —bromeó Yuuki.
            Kotaru rió y abrazó a Yuuki, haciendo que se sentara en el espacio que había entre sus piernas debido a que las tenía abiertas, Yuuki se dejó abrazar y recostó en el pecho del mayor y puso escuchar su palpitar era acelerado ¿estará nervioso? Mientras tanto Kotaru jugaba con el cabello castaño oscuro de Yuuki.
            —¿Entonces, los artistas son unos locos? Pues sí, sí tal vez estén locos…
            Yuuki se rió.
            —¿Te digo una locura que soy capaz de hacer? —siguió Kotaru.
            —Haber dime. —contestó riendo Yuuki mientras levantaba el rostro para ver a Kotaru quien le veía sonriendo.
            —Soy capaz de gritar algo que tal vez te haga enojar o tal vez no.
            —¿Es enserio?, ¿Qué sería lo que gritarías?
            —Lo mucho que te amo, Yuuki.
            Yuuki abrió los ojos a más no poder, ¿hablaba Kotaru enserio?, ¿Lo amaba? Sentía una gran emoción, no sabía qué hacer, lo tomó de sorpresa.
            —¿Q-qué?, ¿Ha-hablas enserio Kotaru?
            Kotaru se separó de Yuuki y le dio la vuelta para que lo viera a los ojos.
            —Si algo saben bien los demás y también tú, es que odio mentir, Yuuki, y te lo vuelvo a repetir, te amo, te amor, y si quieres lo grito.
            Kotaru abrazó fuertemente a Yuuki quien correspondió al instante. Cuando se separaron, Kotaru sacó de su morral, la caja que Yuuki le regaló cuando murió su madre en aquel parque, estaba en perfectas condiciones hasta con el listón intacto, y tenía algo adentro.
            —Ábrela. —pidió Kotaru.
            Yuuki abrió la caja y vio una gargantilla negra que tenía el dije de la isla de Japón, la sacó y se lo dio a Kotaru para que se lo pusiera el cual lo hizo al instante, vio de nuevo a la caja y había dos papeles, uno tenía la nota que decía “abrir primero” Yuuki lo hizo y se tapó la boca con una mano, era el retrato de él en pasteles que Kotaru hizo hace tiempo, luego abrió la otra, y en una bella caligrafía decía: “Yuuki Abadinchi, ¿serías mi pareja?”
            Yuuki volteó a ver a Kotaru, quería llorar de tanta felicidad.
            —¿Y bien?, ¿Aceptas? —preguntó Kotaru.
            Yuuki se lanzó a él y lo abrazo con suma fuerza diciendo millones de veces “¡Sí!” Kotaru se sintió sorprendido pero terriblemente feliz, tomó con sus manos el rostro de su ahora pareja y la llenó de besitos fugaces por todo el rostro, mejillas frente, parpados, y por fin unió sus labios con los de Yuuki, en un beso que significaba sus verdaderos sentimientos, Kotaru movía ágilmente sus labios sobre los de Yuuki que también correspondían con tal pasión, ambos se sintieron completos, se separaron poco a poco, Yuuki le sonrió a Kotaru de una forma que jamás vio, pero de algo estaba seguro Kotaru, era la sonrisa más bella que había visto en su vida:
            —Gracias, gracias Kotaru.
            Y volvieron a unir sus labios.

CONTINUARA
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Notas finales:

Espero que les haya gustado! Un gran saludo!!!

Espero con anisas sus rews! :)

Los Quere Musho Miraku SAYO~


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