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Café Sakura por Miraku

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Notas del capitulo:

Hola!!!! Jejejeje quería subir desde el viernes el capi pero el tiempo simplmente no me alcanzó y no acaba el capítulo jejejeje pero ya intentaré estar subiendo cada semana o cada dos ^-^"

Bueno sin más los dejo para que lean:

—¿¡Quisieras apurarte?! —habló con un tono enojado una joven chica. Ella tiene el cabello de un marrón oscuro, corto y con un corte en capas, que de largo llega casi a sus hombros, tiene un fleco con mechones gruesos, dividido en tres secciones, en frente y a los lados, de él sobresalían unos delgados mechones de color morado, tiene unos grandes ojos de un color marrón mesclado con rojo con unas grandes pestañas, es de tez clara y para ser una mujer su altura era alta a pesar de no usar zapatos de plataforma.
            —¿A qué te refieres Mizuki? Ya tengo todo empacado desde ayer. —respondió un chico alto (más que su amiga), de cabello muy lacio, su color es de un negro muy oscuro, que le llegaba a casi media espalda agarrado en una coleta baja, tiene unas patillas largas pero no como su cabello, le llegan al comienzo de su cuello de color azul cayendo a negro pues las decoloró, piel blanca como la de su compañera, de su oreja izquierda sobresale una perforación y sus ojos son de una tonalidad verde esmeralda en el centro y que se van haciendo aguamarina o sea dos colores.
            —¿Eh? ¡Ah no, no! No me refería ti Kotaru, me refería a mí misma, es que me da demasiada flojera terminar de hacer mi equipaje. —respondió la chica con una sonrisa nerviosa, mientras buscaba sus cosméticos dentro de los cajones sin tener éxito alguno.

Hace cuatro años, cuando tenía dieciséis, mi vida cambió con la muerte de mi madre y aquel encuentro con Yuuki quién desde ese momento jamás se salió de mi mente la imagen de su bella sonrisa; entonces cuando él se fue,  tomé la decisión de volver a mi ciudad natal, Osaka e ir a encargarme del funeral de ella, así que decidí dejar la beca que tomé en Tokio y acabar la preparatoria en Osaka. Durante los primeros meses me era difícil saber que no contaba con nadie y que me valía por mi mismo, en el fondo claro que me sentía solo a pesar de estar rodeado de personas, pero recordaba el consejo de Yuuki sobre sonreír y era lo que hacía, pues sabía que me falta mucho para lograr mis metas y debo dar todo de mí.
             Cuando cursaba mi tercer año de preparatoria conocí a Mizuki, al principio me fue muy difícil llevarme con ella ¿por qué? ¡Habla, habla y habla y no para! Algo me decía que con ella jamás tendría una estable conversación y no fue así, me tocó un día trabajar en equipo con ella donde nos conocimos mejor, desde ahí fuimos saliendo más veces convirtiéndose ella en mi mejor amiga, casi como si ella fuera mi hermana de sangre.
            Pero… ese mismo año, Mizuki perdió a su tía quién cuidaba de ella debido a que es huérfana de padres, se sentía horrible ver como se destruía poco a poco su carismática personalidad debido a su perdida y sé perfectamente el cómo se siente aquello. Para ese entonces ya vivía solo, así que decidí que viniera a vivir conmigo, pues nos beneficiaba a los dos, ella ya no estaría sola y yo tendría más de su agradable compañía ya que mi departamento era muy grande para uno solo pero para dos era perfecto. Ya éramos mayores de edad (dieciocho años) así que no había ningún problema. Pasó el tiempo, -un año para ser precisos- y nos graduamos, ambos con honores y cómo los mejores del curso, así que gracias a ello, obtuvimos una beca en una muy buena universidad en Tokio, la cual sin dudar aceptamos enseguida. Este es el por qué empacamos, hoy nos vamos, vendí el departamento y con el dinero ganado lo hemos guardado Mizuki y yo para emergencias y gastos personales, debido a que no solo nos dieron la beca sino que también un lugar para vivir en la gran ciudad, perfecto para ambos y aparentemente muy cerca de la Universidad.
            Tokio… ¿será qué tal vez tenga la oportunidad de volver a ver a Yuuki? Tal vez sea imposible pues vive muchísima gente ahí, pero me encantaría volver a ver su sonrisa, aquella sonrisa que me dio una pequeña esperanza de que era cierto… todo saldría adelante.
            Yuuki… quiero volver a verte, ¿me recordarás? Nadie lo sabe y mucho menos yo, pero como me encantaría chocar contigo y esperar que me reconozcas, a pesar de que mi apariencia cambió conforme los años pasaron, ¿serás igual de hermoso o aún más qué antes? Recuerdo perfectamente tu apariencia, eras de una estatura baja, tu piel era un poco dorada, delgado, tu cabello, un castaño tan oscuro como el café negro con un toque de leche, era ondulado y llegaba debajo de tu nuca cortado en capas, a parte de tu hermosa sonrisa estaban tus ojos… grandes y de un color entre miel y dorado claro y brillante, con un brillo de inocencia y ternura que me capturaron por completo.
            —¡Listo Kotaru! Ya nos podemos ir, por fin. —anunció mi amiga Mizuki, sacándome de mis pensamientos.
            Le regalé una leve sonrisa en gesto de afirmación para poder irnos, tomé mi maleta y un pequeño morral color negro que siempre acostumbro a usar, Mizuki tomó sus cosas igualmente y salimos del vacío departamento que una vez fue nuestro hogar.
            Tomamos un taxi, es una mañana demasiado fresca pero sé que no durará este frío, estamos a finales de invierno y casi para la primavera, por lo que el comienzo de la Universidad también se aproxima.
            En poco tiempo llegamos al aeropuerto, Mizuki se veía mucho más emocionada que yo, fuimos a que revisaran nuestro equipaje y a nosotros por el detector de metales, después de ello fuimos a comprar una bebida en lo que nos llamaban para nuestro vuelo, que no le falta demasiado pero había el tiempo perfecto para parar y comprar un café o en mi caso un capuchino, de cual soy muy fanático.
            —Vaya… ¿creerás qué nunca he visitado Tokio? —habló Mizuki, mientras nos sentábamos en unas sillas en espera de nuestra partida.
            —¿De verdad? Pues te puedo asegurar que es realmente interesante y hermoso, eso sí, hay muchos lugares que faltan por conocer. —le respondí mientras le daba un segundo trago a mi bebida y siento la sensación caliente cuando pasa por mi garganta.
            —Confío en ti Kotaru. —sonrió mi amiga y volvió a mirar su móvil.
            Pronto se escuchó la llamada de nuestro vuelo, Mizuki muy emocionada prácticamente me llevo a rastras a la zona para dar nuestros boletos y poder ingresar al avión.
            Tiré el vaso desechable en un bote en lo que era arrastrado, dimos nuestros boletos y entramos al avión.

Después de unas horas de vuelo, por fin los chicos llegaron a su destino, Tokio, Japón, y en el aeropuerto de ahí, habían dos personas que esperaban a Kotaru y Mizuki, una señora de mediana edad y su compañero, quien parecía ser mayor que ella a simple vista, tenían un pequeño letrero con los nombres de los dos jóvenes, quienes al verlo se acercaron a los señores:
            —¿Joven Kotaru y Mizuki? —habló la mujer, quitándose sus lentes de sol.
            >>¿Para qué los lentes?, ¿Se le perdió el sol?<< pensó Mizuki al ver a la mujer en frente suyo.
            —Sí, somos nosotros. —habló de forma serena Kotaru.
            La mujer sonrió, dio media vuelta y comenzó a caminar junto con el señor hacia la salida, Kotaru y Mizuki se miraron confundidos, por lo que tomaron sus cosas y siguieron a los señores, sin poder preguntar algo. Al salir del aeropuerto, caminaron a través del estacionamiento, siguiendo a la señorita, hasta parar en frente de un auto negro.
            —Bien, suban al auto. —dijo la mujer de forma seria, mientras hacía lo mismo, entrando del lado del copiloto y el señor que la acompaña como conductor.
            Kotaru y Mizuki no dijeron nada y simplemente metieron sus maletas en la cajuela del vehículo que ya estaba abierta previamente y el chico la cerró para meterse en el auto junto con su amiga.
            El auto partió y fue saliendo del aeropuerto, tomando como rumbo la gran ciudad, todo iba en silencio, uno muy incómodo por cierto, nadie decía nada o hacía sonido alguno.
            —¿Deben tenerme varias preguntas, no es así? —habló por fin la mujer mientras veía a los dos chicos a través del retrovisor.
            Ambos chicos asintieron efusivamente, como respuesta la mujer soltó una pequeña risa y negó con la cabeza:
            —Entiendo chicos, bueno primero que nada soy Kikyo —volvió a hablar la mujer.—, soy la directora dentro de la rama de artes en la Universidad a la que van a asistir, por ahora los llevaremos a su nuevo departamento, mañana conocerán el plantel y les daremos sus horarios, tengo entendido que tienen la beca del cien por ciento, ¿es así?
            —Así es, señorita Kikyo. —contestó de una forma serena Kotaru.
            —Muy bien, entonces no tendrán de mucho en que preocuparse, solamente de tener unas buenas calificaciones y sobre salir en las clases, ¿entendido? —dijo Kikyo con una gran sonrisa en el rostro.

Después de una media hora de viaje, llegaron a un edificio con departamentos bastante alto, en un muy buen lugar de Tokio y, aparentemente a menos de diez minutos de la Universidad caminando.
            El auto se estacionó en la entrada del edificio y todos salieron del vehículo, el señor ayudó a los chicos a bajar sus cosas, Kotaru y Mizuki tomaron sus maletas y siguieron a Kikyo a la puerta, entraron y subieron por el elevador al último piso, caminaron a través de un pasillo y llegaron a una puerta con la placa del número “120” de color dorado, Kikyo sacó una llave y abrió la puerta, se hizo a un lado y dejó espacio para que Kotaru y Mizuki entraran y se impresionaran de lo que sería su nuevo departamento.
            Un espacio muy abierto, todas las habitaciones como la sala, el comedor y la cocina estaban conectados y sin ninguna puerta, al lado derecho del comedor había un pasillo, de un lado de él había dos puertas y del otro solo una y hasta el fondo había una más.
            —Como verán, ya está básicamente todo instalado a excepción de sus habitaciones, cada uno la podrá escoger, eso sí, hay solo un baño. —habló Kikyo seria mientras veía el alrededor del lugar.— Bueno, les dejó sus llaves, mañana vendré por ustedes para ver la Universidad a primera hora, los quiero listos y sin excusas, hay mucho que ver, las clases empezarán pronto.
            Kikyo dejó dos juegos de llaves sobre un mueble junto a la puerta y salió del apartamento, dejando solos a los dos chicos. Mizuki suspiro aliviada y dejó caer su cuerpo sobre un sillón individual en la sala, se veía feliz:
            —¡Por fin en Tokio amigo! —exclamó feliz Mizuki mientras veía a Kotaru quien con una leve sonrisa solo se quedó viendo sobre la mesa del comedor.
            Mizuki negó con la cabeza, se paró del sillón y jaló a Kotaru hacia el pasillo, la chica abrió las puertas, dos eran cuartos para los chicos, pues ya habían bases para camas instalados, un nuevo escritorio de madera y las cajas con pertenencias personales de los chicos, el otro cuarto restante estaba totalmente vacío -a excepción de más cajas- y una puerta lo conectaba con unos de los cuartos.
            —Bien, tengo una idea, dejemos el cuarto vacío como un estudio para ti, así que el cuarto que está junto a él es tuyo. —habló serena Mizuki mientras entraba con Kotaru al nuevo “estudio”.
            —¿Segura Mizuki? —preguntó Kotaru.
            —Sí, de nosotros dos, tú eres quien más lo necesita, yo no soy escultora o pintora, pero tú sí.
            —En eso tienes razón, me quedó con el cuarto, gracias Mizuki. —contestó Kotaru, mientras iba a ver las cajas.
            >>Se nota su caballerosidad, insistió e insistió porque me quedara el cuarto<< pensó Mizuki mientras hacía lo mismo que su amigo, las cajas tenían sus nombres para poder diferenciar de quien era cual.

Pasaron unas horas, Mizuki llevaba un muy buen avance en cuanto a desempacar acomodar, arreglar y guardar sus cosas, en cambio Kotaru… con suerte había abierto unas cuantas cajas y echo su cama, estaba totalmente distraído, ¿qué será en lo qué piensa? Una respuesta muy fácil: Yuuki. A sabiendas de que por fin se encontraba en Tokio, sentía esa emoción de querer volver a verlo y hablar, sabía que era casi imposible poder volver a verlo, por varias razones. Mizuki se percató del comportamiento de su amigo, ella sabía que había momentos en que se perdía por completo en sus pensamientos, pero eso sí, es la primera vez que estaba en otro planeta, pues intentó incontables veces en llamar su atención y nada, normalmente le hace caso a la segunda llamada.
            —¡Tierra llamando a Kotaru! —gritó Mizuki mientras que con una almohada le daba un golpe en la cabeza a Kotaru.
            —¿Eh?, ¿Qué sucede Mizuki? —contestó el chico cuando por fin volvió a la realidad.
            —Te he llamado varias veces, ¿te encuentras bien? No haz desempacado casi nada.
            —No, no, estoy bien, solo estaba un poco distraído.
            —¿Solo un poco? ¡Ja! No me hagas reír, estabas lo que le sigue de distraído, ¿por qué no mejor vas a dar una vuelta? Para que tomes aire fresco, te relajes, despejes tu mente y para que cuando vuelvas, desempaques y actúes como siempre.
            Para cuando iba a responder Kotaru, Mizuki ya lo había sacado del nuevo departamento, sabía que no lo dejaría entrar a la casa en esos momentos, suspiro derrotado, sabía que lidiar con esa chica en estos momentos era como hacer que un pingüino vuele, así que tomó el ascensor y bajo a la recepción para salir del edificio y dar una vuelta, tal vez y después de todo eso era una buena idea.
            Salió y comenzó a caminar por los alrededores de donde ahora vivía, los carros pasaban, había gente caminando algo apresurada por las calles, empujando a veces a Kotaru. Él decidió no darle importancia, sabía que por fama Tokio, era una ciudad donde la gente siempre va apresurada.
            Caminaba sin rumbo alguno, veía todo a su alrededor, eran cerca de las cuatro de la tarde. Kotaru sin darse cuenta acabó en un parque, un parque muy conocido por él. El chico salió de sus pensamientos y miro a su alrededor, al ver los miles y miles de árboles de cerezo sin florecer y las bancas debajo de ellos, el sendero, una gran cantidad de recuerdos llegaron a Kotaru ¡era el parque de hace cuatro años! El lugar donde se dio cuenta de la muerte de su madre, el lugar donde conoció a Yuuki, este último recuerdo provocó que Kotaru sonriera, como le encantaría que se lo pudiera encontrar ahí, en la misma banca donde lo vio por primera y -aparentemente- última vez.

Ahora recuerdo, caminaba por este mismo parque porque quería dibujar unos cerezos y un compañero de la preparatoria a la que asistía aquí en Tokio me dijo del lugar, caminaba y desde una banca me gustó como se veían esos árboles, me había sentado y estaba dispuesto a sacar mis cosas para dibujar pero me llamaron por teléfono, era mi abuelo, él me dio la noticia de mi madre y que si era posible viniera al funeral, cuando colgó me quedé devastado, mi madre y mi abuelo eran los únicos familiares con los que podía contar, toda mi demás familia tengo una muy mala relación con ellos incluyendo a mi padre, ¿qué podía hacer yo? Nada. Solo atiné a llorar, me era muy difícil digerir aquello, solo lloraba y lloraba, pero llegó Yuuki tratando de ayudar a un completo desconocido, como si él ya me conociera desde hace mucho tiempo, me sentí en confianza con él por alguna extraña razón y pude desahogarme sobre lo que sucedía, Yuuki sonreía y siempre decía que todo estaría bien, que siempre debía sonreír, eso es muy cierto.
            Estaba sentado en aquella banca y veía a mí alrededor, todo aquí era muy tranquilo a comparación de las calles llenas de gente, ahora recuerdo algo, jamás vi que había al final de este camino…

Kotaru se paró de donde estaba sentado y comenzó a caminar a través del sendero, hacía viento, uno frío provocando escalofríos en el joven pues no traía abrigo alguno. Caminaba y caminaba, y empezaba a pensar que tal vez no había nada o solo más pasto o algo por el estilo. Llegó al final del camino y se encontró con lo que jamás imaginó, un gran establecimiento, aparentemente un café, habían mesas afuera son sombrillas para cubrir del sol, el lugar parecía ser como una cabaña de madera de dos piso, ventanas dejando a exposición unos bellísimos pasteles, algunos de tres piso algunos de hasta cinco, había unos sillones con mesitas junto a las ventanas, en el techito que cubría dichos muebles colgaban unas lámparas con pequeños pasteles dentro, todo era rodeado de cerezos y en el medio de la cabaña y en las ventanas se veían letreros de color dorado con una tipografía muy delicada que decía: “Café Sakura”.
            A Kotaru le entró curiosidad el lugar y decidió echar un vistazo ¿y por qué no? De paso comprar algo para beber y comer pues su estómago exigía alimento. Se acercó a la puerta donde tenía un pequeño cartel de “abierto” junto con los horarios del lugar y que aceptaban tarjetas de crédito. El chico abrió la puerta provocando el sonido de la campanita que se encontraba sobre ella, había poca gente, pero el ambiente que se percibía era ameno y familiar. Kotaru se fue a sentar en una mesa junto a una de las ventanas con vista a la bella vista de afuera, por dentro tampoco se quedaba atrás, las mesas eran de madera pulida, los asientos ya sean altos o bajos era como sillones negro, cafés o blancos con un cojín para recargarse, los centro de mesas variaban y tenían de lado un servilletero, en frente de cada asiento se encontraba un menú para ver la variedad de bebidas y alimentos que habían en el lugar, Kotaru tomó el que tenía frente suyo, todo se veía realmente delicioso.
            —Bienvenido al Café Sakura, ¿qué le sirvo? —habló un chico, quien parecía ser el mesero.
            —¿Qué me recomienda? —contestó Kotaru quien no desviaba su vista del menú.
            —Bueno… si me permite opinar, le recomiendo el capuchino de vainilla y si es de comer bueno mi favorito es el pastel de chocolate y el de tres leches. —contestó el mesero con aire de emoción.
            —¿No es mucha azúcar? —agregó burlesco Kotaru, sin dejar de ver el menú.— Pero vale pediré el pastel de chocolate y el capuchino de vainilla, confío en usted.
            —Y no se arrepentirá. —dijo feliz el mesero mientras anotaba el pedido.— Lo atiende Yuuki Abadinchi para cualquier cosa, con permiso.
            El nombre del mesero resonó fuertemente en la cabeza de Kotaru, rápidamente bajó el menú y volteó a ver al mesero quien se estaba retirando.
            —¿Yuuki? —preguntó al aire Kotaru, el chico lo volteó a ver.

No cabía duda era Yuuki, jamás olvidaría esos ojos, sus ojos no son muy comunes y se ve exactamente a como era hace cuatro años a excepción de unos rayos rubios que tenía en las puntas, pero él era Yuuki, el Yuuki del que me enamoré.
            —Kotaru-san. —dijo Yuuki y se acercó a mí con su gran y hermosa sonrisa en su rostro, eso me confirma que él es a quien me quería volver a encontrar.
            —¿Te acuerdas de mí?

—Claro que sí. —contestó Yuuki.
            No parecía ser que solo Kotaru deseaba reencontrarse con Yuuki, esto también sucedía con el menor que deseaba verlo, pero siempre que recordaba que Kotaru era de Osaka perdía las esperanzas de verlo.
            Yuuki jamás olvidaría a Kotaru, cambió mucho desde que lo vio por última vez, su cabello ahora era muy largo, creció en estatura, sus facciones eran mucho más maduras, pero sus ojos seguían siendo igual de hermosos, dos colores fusionados en ellos, ¡era imposible olvidarlos!
            —Kotaru-san e-en un momento le traeré su pedido. —habló Yuuki con un leve rubor en sus mejillas.— Además mi turno acabará en unos minutos…
            —Me esperaré a que acabes y hablamos, ¿vale? —se anticipó en hablar el mayor, adivinando lo que diría Yuuki.
            —¿No le molesta?
            —Para nada, te espero.
            Yuuki asintió y se fue corriendo para ir por el pedido de Kotaru.
            Tal vez después de todo si pudo volver a ver al tierno chico de sonrisa encantadora. Kotaru sonrió y en lo que esperaba decidió ver hacia fuera viendo la bella tarde que había en Tokio, las clases vienen pronto junto con varios problemas.

CONTINUARA
¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!¡!
Perdón por las faltas de Ortografía.

Notas finales:

Bueno enserio, enserio espero que les haya gustado, jejeje que cosas de la vida...

Bueno comenten que tal les peareció y nos vemos en el próximo capítulo.

Los Quere Musho Miraku SAYO~


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