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Capitulo Segundo

Entrenamiento – Parte Uno

Era de tarde en Konoha, Naruto y Sáitam caminaban de regreso al departamento del rubio. Mientras caminaban por las apacibles calles de la villa, el mayor podía notar las miradas de desprecio que recibía su acompañante y en algunos casos las miradas de miedo y asombro al verlo a su lado. Todos se apartaban de su camino cuando pasaban.

Al pasar cerca de un negocio que vendía máscaras, un par de ellas llamo la atención del emperador; una era blanca y parecía un cordero con un signo de pregunta negro hacia abajo, la otra era negra y parecía un lobo con un signo de pregunta blanco hacia arriba. Sáitam paro su caminar al observar las máscaras y con él lo hizo Naruto quien observo el lugar donde miraba el mayor.

-¿Qué miras?- pregunto prestando atención a las máscaras.

-Las máscaras de oveja y lobo…- Respondió el mayor.

-¿Las compramos? Son bonitas…

-¿Quieren las máscaras de oveja y lobo?- Pregunto un anciano saliendo desde dentro de la tienda

-Si… ¿Cuánto costara?- Pregunto Sáitam. El anciano tomo las máscaras y las guardo en una caja de madera que parecía muy antigua.

-Serán gratis. Pero déjame hacerte una advertencia, los destinos de quienes usan esas mascaras están unidos…- El anciano le extendió la caja al emperador quien la recibió con cierta confusión; giro a mirar a Naruto y este lo miro a él, al volver la vista el puesto había desaparecido.

-Eso fue extraño…- Dijo el mayor caminando con la caja bajo el brazo mientras era seguido por el menor.

Caminaron juntos por las calles de Konoha, ganándose miradas de desprecio y temor por parte de los adultos, y curiosidad por parte de los niños. Muchos ninjas miraban con odio al recién llegado emperador, pues para ellos era bien conocido que el forajido había asesinado a tres ninjas hacia una noche. Sáitam ignoro las miradas de desprecio dirigiendo su vista al rubio que parecía dolido debido a como era observado.

-Naruto- Dijo llamando su atención –Los necios pueden creer lo que quieran, pueden mirarte con odio, temor o resentimiento; pero no debes dejar que sus miradas te afecten, sabes que no eres lo que ellos creen y eso debe ser suficiente. Mas si no es así, todavía tienes la opción de demostrárselos con tus acciones- El rubio lo miro confuso durante unos segundos pero finalmente asintió sonriente, el mayor tenía razón.

-¿Vamos a casa?- pregunto el rubio algo recuperado.

-Sí, vamos. Tenemos que llevar todo a nuestra nueva morada- Respondió el mayor dirigiéndose al departamento del rubio.

El camino fue tranquilo, evitaron las calles concurridas y llegaron rápidamente. Una vez dentro el dúo comenzó a guardar todas las pertenencias del rubio en mochilas y bolsas, al terminar procuraron limpiar todo el lugar y sacar todos los alimentos. Una vez tenían todo, ambos partieron rumbo a su nueva casa.

Naruto iba por las calles saltando feliz llevando una pequeña mochila de viaje, mientras que Sáitam cargaba en su espalda variedad de mochilas de diferentes tamaños, más de seis bolsas en cada mano y una más grande con los dientes; su semblante parecía tranquilo aunque se preguntaba porque llevaba él la mayor parte de las cosas.

Largos minutos transcurrieron hasta estar frente a la nueva casa, para sorpresa de ambos no se trataba de un departamento como el mayor creía, más bien era una casa de dos pisos con jardín frontal, conservada al mejor estilo del Japón feudal pero con un toque modernista. Ingresaron por la puerta con las nuevas llaves, dejando el calzado en el descanso.

Al adentrarse por el pasillo dieron con una cocina que hacía a la vez de comedor, con una puerta que guiaba a un hermoso jardín trasero que tenía una fuente de piedra caliza; una puerta antes del comedor, por el pasillo a la izquierda daba al baño; otra puerta a la derecha daba a un living con sillones blancos de espesos almohadones, en una de las esquinas de la habitación una escalera asciende hasta el piso superior. Al subir dos grande habitaciones se hacían evidentes, cada una dotada de baño propio. En simple resumen la casa era increíble.

El rubio entro en una de las habitaciones echándose en la mullida cama con notada felicidad mientras decía cosas sobre estar en el cielo, el mayor negó con la cabeza ante los comentarios del niño y prosiguió a dejar las cosas del rubio en la habitación, luego tomo los libros y pergaminos para dejarlos en el living, finalmente llevo todos los alimentos a la cocina y los guardo en su respectivo lugar. Una vez todo estaba ordenado subió a ver como se encontraba Naruto, una visión enternecedora llego a él, el pequeño niño en su pijama dormía recostado en la cama con un ligero hilo de saliva cayendo desde sus labios.

Sin intenciones de despertarlo cerró la puerta y salió de la casa dejando una nota que anunciaba su pronto regreso, abandono la casa para ir al mercado a comprar víveres que necesitarían para la cena. Al tener todo camino rumbo a la casa hasta que se topó con una tienda de ropa, la idea de cambiar de atuendo sonaba atrayente; tener todo el tiempo la misma vestimenta no era lo suyo.

Al entrar a la tienda fue recibido amablemente por jóvenes mujeres que atendían a la clientela, una le indico lo que andaba buscando y la chica lo llevo a la sección deseada. Aunque no era su estilo la ropa que ofrecían, podría bien comprar algo que llamase su atención; al girar la vista vio un aparador aparte donde posaba una yukata negra con una cinta blanca a la cintura. Para su gran figura sería una vestimenta poco usual pero era algo que le recordaba al dios de la muerte por lo que decidió su próxima compra.

-Disculpe ¿Cuánto cuesta esa yukata?- Pregunto a la joven que lo había llevado hasta ese sector

-Esa yukata es muy antigua señor… un recuerdo. Tiene que hablar con la dueña del local

-Bien ¿Dónde se encuentra ella?

-Estará aquí a las seis de la tarde, puede venir si lo desea.

-A la seis estaré- Sin más salió con dirección a la casa para despertar a Naruto, después de todo eran las tres de la tarde y no podía permitir que durmiese más tiempo.

Con parsimonia llego a la casa, su caminar parecía un rito sagrado que llamaba la atención de todos, pues cada paso que daba parecía el de un rey que avanzaba ante sus plebeyos. Una vez ingresado en su morada, deposito las compras en la cocina ordenando los nuevos víveres como lo hizo con anterioridad; la idea de que algo estuviera desordenado era simplemente inaceptable. Al estar todo en su sitio, viajo fugaz a la habitación de su actual protegido, encontrándolo esta vez con la cabeza retirada hacia abajo, los pies formando un cuatro y sus brazos en un ángulo bastante extraño que se hacía gracioso.

Muy a su pesar decidió llamar al niño, dos o tres llamados bastaron para que este abriera las hermosas gemas que tenía por ojos; fácilmente podría perderse en esos zafiros que el niño tenía, eran como un mar o un cielo que te arrastra inevitablemente en una corriente de la que no quieres huir.

Naruto se levantó tallando sus ojos con pesar, parecía estar a gusto en su sueño. Pero el motivo por el que lo había llamado rápidamente hizo al niño despejar cualquier sueño y hacerlo alejarse a leguas de él. Una vez el emperador le dijo que comenzarían el entrenamiento el rubio casi salto de la cama y comenzó a sacar ropa de su mochila lanzando la que no serviría por la habitación, era sin dudas algo que le molestaba mucho al dictador quien cambio su semblante tranquilo por uno de evidente molestia.

Tan pronto el blondo hubo de vestirse el mayor lo miro escudriñándolo con la mirada, analizando cómo se veía la vestimenta en él. Sin dudas el pantalón azul corto combinaba muy bien con las sandalias ninjas que traía, pero dudaba de la blanca remera con el símbolo del fuego en el pecho y espalda; sin embargo no pronuncio su disconformidad, más bien sonrió al niño mientras le indicaba que debían salir.

A las cuatro menos siete minutos se encontraban en el campo de entrenamiento más apartado de la aldea, uno tan inhóspito y desolado que ni las plantas parecían querer vivir allí ya que la mayoría se encontraban muertas. Para los propósitos de entrenamiento ese campo era ideal, el piso tenía arena, arenas movedizas, tierra reseca, tierra arenosa, tierra con pastos, lagunas poco profundas y de gran profundidad, pero lo más importante; un bosque espeso, un prado abierto a la vista, un bosque de troncos secos y una pequeña montaña. Era un conjunto de biomas impresionante que Sáitam nunca creyó ver, pero en ese instante se alzaba ante su vista. Era un panorama digno del deleite.

Girando la vista el mayor encaro al menor quien se deleitaba observando el inusual paisaje, como hace uno segundos lo había hecho el mismo. Odiaba la idea de molestar al niño pero su entrenamiento se volvería pronta prioridad.

-Naruto- Lo llamo captando su atención –En este lugar entrenaremos durante un mes, te enseñare todo lo que pueda y cuando este lugar ya no sirva te llevare a nuevos lugares.

-¡Eso será genial!- Grito el rubio sonriente

-Te asignare 4 maestros, uno para cada semana, dependiendo de tu desempeño podrás darte ciertos lujos. El primer día de cada semana veras a tus maestros en combate, tu misión será aprender sus movimientos y ver como contrarrestarlos, también deberás tomar cada punto fuerte y débil de sus técnicas. Si logro convencer a alguien de que nos ayude nos quedaremos otra semana o el tiempo necesario para que aprendas técnicas especiales. Mi entrenamiento será los fines de semana, lo que quiere decir que entrenaras sin descanso. Espero estés preparado porque nos levantaremos al alba y acostaremos al ocaso.

-¡Lo are!

-Escucha Naruto… mi entrenamiento será mucho más complicado que los que te impongan tus maestros, ellos se enseñaran en áreas particulares pero yo te enseñare y probare en cada área, te exigiré un doscientos por ciento y te maltratare como si fueras mi enemigo. Pensaras que te odio pero te juro que no lo hago, cuando el entrenamiento termine te compensare todo el daño que te haga. Tal vez esta confesión te asuste pero yo creo en ti, confió en que puedes hacerlo.

El rubio comenzó a soltar pequeñas lágrimas y giro veloz para que el mayor no las vea, esas lagrimas no eran de dolor si no de felicidad, era la primera vez que se sentía tan bien, era la primera vez que le importaba a alguien, era la primera vez que confiaban en él. Giro con una gran sonrisa aun teniendo lágrimas en los ojos y levanto el pulgar en señal de confirmación.

El mayor asintió feliz para luego cambiar de semblante a uno más obscuro, al levantarse su rostro estaba serio, como si no tuviera vida. Extendió la mano haciendo un gesto de señalar todo, abrió la boca en señal de decir algo y con voz áspera pronuncio.

-Mil vueltas al campo será el calentamiento, luego cien sentadillas, cien flexiones y cien abdominales; eso para empezar. Comienza Naruto, este es el comienzo de un infierno donde tus huesos se quebraran- El niño asintió con cierta duda y bien infundado miedo, corrió en dirección al campo comenzado a dar vueltas, el lugar tenia fácilmente cien metros de diámetro. Sinceramente el mayor pensó que se rendiría a la tercer vuelta, pero el menor lo sorprendió cuando llego a la numero cien y siguió corriendo sin titubear. La vuela numero doscientos parecía más corta de lo que era, llevaba la cuenta de cada una mirando al rubio desde la espesura del bosque, el sol le daba a esas horas de la tarde y creyó que él día pasaba demasiado rápido.

Sáitam temía que las seis se le pasaran y para su fortuna un rostro conocido paso por la zona; el tercer Hokage deambulaba por el lugar, seguramente se había escapado de su trabajo y pensaba que nadie lo encontraría allí. Se mantuvo oculto mirando al mayor y noto como centraba su vista en el rubio quien corría cansado en la vuelta número 342, estaba seguro que iba a llamarlo pero prefería que su concentración no se viera interrumpida. Camino hasta el hombre haciéndose notar; el anciano giro la vista, al verlo se decidió a preguntar él porque del correr del rubio.

-A su pregunta- Dijo el emperador –Naruto está a mitad de un entrenamiento. Su llegada resulta perfecta Sarutobi, podría cubrir mi puesto algunos momentos mientras voy por algo que olvide. Solo debe contar cuando Naruto pase a través del arco de piedra, en ese momento debe contar el número de vuelta.

-Estoy un poco sorprendido de que este entrenando así, pero estoy feliz de que Naruto allá comenzado a entrenar. Claro que lo cubriré Sáitam, pero dígame ¿Cuántas vueltas son? Y ¿Por qué número va?

-Gracias Hiruzen. Son mil vueltas seguidas y lleva 345 a partir de esta que acaba de pasar- Respondió el dictador sonriendo, el anciano asintió sorprendido.

El emperador partió sin esperar más respuesta, corrió hasta las calles de Konoha y luego por ellas, no conocía muy bien la aldea; con algo de dificultad llego a la tienda, seis en punto. Entro buscando a la chica que antes lo había atendido, esta estaba hablando con una señora de edad avanzada, sus cabellos plateados no le quitaban la belleza inmaculada que alguna vez poseyó, más bien acentuaba el vestigio de lo que alguna vez fue la definición de belleza; a pesar de los años aún mantenía una increíble postura, una figura de envidia que aria hervir de rabia incluso a mujeres jóvenes. Era sin dudas una señora peculiar.

El emperador avanzo dentro de la tienda haciéndose notar por la joven quien advirtió de su presencia a la señora, intercambiaron palabras y la muchacha se alejó con una reverencia. La dama miro atento a Sáitam, cosa que el susodicho noto enseguida, rápidamente tomo sus posturas imperiales y se dirigió a ella con un caminar casi ceremonial, parecía que estaba dando una alabanza al cielo en sus pasos. Al llegar ante la mujer, el dictador sonrió cortes y se presentó ante ella besando ligeramente su mano, no porque le causase alguna sensación desagradable, sino porque representaba un respeto infaltable en su educación. La señora sonrió ante el gesto y luego lo guió silenciosamente al lugar que deseaba ir.

Una vez en el apartado sector donde yacía la yukata que el emperador deseaba, la dama lo miro con curiosidad, era poco usual que un hombre de sus dimensiones pidiese una yukata negra, aún más si no pertenecía a ningún clan. Lo observo durante largos minutos silenciosos, analizando su situación, hasta que por fin profirió palabra.

-Esa yukata es especial- Dijo con una voz dulce como la miel, te enredaba en una telaraña que juraría era mortal –Fue usada por un hombre que juro lealtad al dios de la muerte

-¿Pero que la hace tan especial? Si solo fuera eso no sería problema…

-La yukata sagrada del dios de la muerte, tiene dos poderes; puede regenerarse a sí misma para jamás ser destruida; y puede soportar grandes cantidades de daño como si fuera una armadura- Prosiguió –Pero quien la use estará maldito por la muerte, condenado a matar sin final.

-Estoy interesado. Vera usted soy un dictador de un lugar lejano, mi especialidad es torturar enemigos; una yukata que sirve de defensa y no puede ser destruida es muy buena para mí.

-Puedo ver lo podrido de tu alma, aunque aún hay redención en ella, un nombre.

-Neko…

-Sí. Escucha muchacho, a pesar de todo puedo ver buenas intenciones en tu estadía, no creo que tu deseo de gobernar sea solo un capricho, creo que hay más detrás de tus acciones. Te dejare llevarte gratis la yukata con una advertencia, no la uses si no entraras en combate. Y si por algún motivo la maldad se apodera de ti, la yukata podrá equilibrar tu espíritu por algún tiempo.

-Gracias por el consejo y la advertencia, la tendré en cuenta. Es muy generosa al regalármela pero… ¿Segura que no quiere que pague?

-No podrías aunque quisieras. Llévatela y as el bien

-Lo intentare- Ambos sonrieron cómplices y el emperador abandono el lugar, al mirar el cielo la noche había caído, parece que hablar con aquella mujer hace pasar el tiempo más rápido.

Con tranquilidad llego al campo de entrenamiento y vio como Sarutobi miraba atentamente a Naruto, el niño apenas podía seguir dando vueltas. Era evidente su cansancio ya que la hora había pasado con rapidez y la noche se cernía sobre ellos, se acercó al Hokage y se sentó a su lado mirando al blondo.

-¿Cuántas lleva?

-999

-¿Solo falta esta? Valla que aguanto el mocoso- Dijo casi riendo, el mayor pareció ofenderse ante la reacción del emperador pero este ignoro su molesta mirada y se levantó caminando hasta el arco de piedra, al llegar Naruto estaba cruzándolo, cuando dio la vuelta mil callo de frente, pero el suelo no llego a tocarlo ya que Sáitam lo sostenía entre sus brazos mientras le sonreía.

-Lo hiciste bien Naruto, por hoy es suficiente.

-N-No…- Respondió el rubio ganándose una mirada de asombro –Aún faltan cien flexiones… cien sentadillas… cien abdominales… y eso es solo el principio

Sáitam miro incrédulo al albino, luego estallo en carcajadas limpias mientras se levantaba con el rubio en brazos –Continuaremos mañana Naruto, ya es tarde y si no descansas no rendirás, el día inicial es solo correr pero mañana no hay perdón- El rubio asintió y luego se dejó caer en los brazos de Morfeo que lo estaba llamando desde hacía un rato. El emperador cargo con el rubio y paso de lado de Sarutobi dedicándole una sonrisa

-Yo cuidare de él- Dijo tranquilo haciendo que el mayor asintiera y lo dejara marchar, pero antes de irse el dictador volteo a verlo –Necesito ayuda de algunos ninjas ¿Podrías mañana mandar a un ninja con datos de los profesores y en que se especializan? Necesito cuatro nada más; hay cosas que yo no le puedo enseñar- El Hokage asintió dudoso ganándose un gran sonrisa por parte del azabache.

Sin más Sáitam se marchó del lugar cargando a su hijo político. Al llegar a la casa lo deposito en su cama y le quito la ropa dejándolo en bóxer para que durmiera más cómodo, saltearse la comida no era buena idea en mitad del entrenamiento pero no tenia de otra.

La noche paso tranquila y apenas comenzó a salir el sol, Naruto fue echado de su cama de una patada agresiva, su padre adoptivo lo había obligado a asearse y desayunar cuando aún eran las cinco de la mañana, ese hombre parecía no dormir ya que siempre estaba despierto a horas tempranas como si nada. Con pesar el niño hizo lo que el mayor le pidió, a las seis en punto estaba parado en el campo de entrenamiento.

-Bien Naruto, volverás a dar mil vueltas pero esta vez debes tardar menos tiempo. El menor asintió y sin más comenzó a correr. El mayor pensó que se demoraría hasta las cuatro de la tarde o más tiempo incluso, pero el menor era una caja de sorpresas, para las diez de la mañana ya había completado la prueba, casi lo hizo parecer sencillo. Esta vez no cayó desmallado, más bien quedo muy agotado pero no por eso pararían.

-Muy bien Naruto, es hora de hacer mil sentadillas- El ejercicio paso relativamente rápido a las once había finalizado pero cayó exhausto al suelo, sus músculos dolían horrores.

-Descansa cinco minutos y continúa con los abdominales. Si completas todas las pruebas temprano puede que tengas una recompensa- El chico asintió y sin más se levantó ignorando el descanso, prosiguió a hacer los cien abdominales dichos. A las doce en punto había finalizado con la mayor parte de la rutina y solo le quedaban las flexiones, era un progreso extraordinario, aunque estaba seguro que cierto zorro tuvo algo que ver.

-Comeremos algo y a la una de la tarde continuaremos- Dijo Sáitam caminando hacia la apacible sombra que ofrecían los árboles. De su mochila saco dos almuerzos, uno al estilo ninja para Naruto y una hamburguesa para él, el niño lo miro con un mohín bastante chistoso, pero resistió a reír en voz alta.

-Debes comer esa comida, necesitas nutrir tu cuerpo con la comida adecuada que te mantendrá en forma, prometo que al acabar te dejare darte un festín- Sin más que decir ambos comenzaron a comer. Cuando hubieran acabado se recostaron en el pasto a mirar las nubes pasar, algunas tenían forma de animales, otras de casas, y otras simplemente no la tenían, pero era divertido verlas pasar. Dieron la una y Naruto no dudo en continuar con su entrenamiento, después de todo faltaba poco para concluirlo.

Mientras Naruto se esforzaba por hacer las flexiones con su cansado cuerpo, la vista de un ninja llegando le llamo la atención; este venia ataviado en un inusual traje verde y además corría a toda velocidad como si estuviera por perderse la rosa de Guadalupe. Llego ante él en una nube de polvo haciendo que el emperador se corriese para no ensuciar sus ropajes. Al disiparse la polvareda podía verse al hombre recién llegado; de cabellera negra en corte de taza, cejas pobladas y sonrisa de espanto. Este le entrego los documentos y aguardo la elección.

-Se lo envía el Hokage, señor…

-Sáitam. Emperador Sáitam.

-Es un gusto emperador. Mi nombre es Maito Gai

-Dígame Maito, en que área se especializa como profesor- Dijo mientras buscaba sus papeles entre tantos hasta que dio con ellos.

-Soy profesor de Taijutsu- Dijo emocionado

-¿El arte del combate cuerpo a cuerpo?

-Así es. La máxima demostración de juventud- Grito levantando el puño cerrado mientras fuego salía de sus ojos.

-Ya veo. Mi alumno Naruto Uzumaki está aprendiendo de mí, me gustaría que nos ayudara en el entrenamiento ¿Sería posible Maito?

-¡Claro que si su alteza! Pero solo dígame Gai.

-Muy bien Gai, le importaría enfrentarse a mí en un combate uno a uno para que mi alumno vea una batalla real

-¿Enfrentarme a un emperador?

-No tenga miedo de un castigo, si me lastima saldrá impune, solo deberá llevarme al hospital- Dijo sonriendo haciendo que el cejotas también sonriera

-¿Cuándo empezamos?- Pregunto ansioso

-Tan pronto mi alumno termine- Ambos giraron la vista encontrándose con un Naruto cansado que acababa de terminar las flexiones.

-Lo hice Sai. Mil vueltas, cien sentadillas, cien abdominales y cien flexiones.

-Muy bien Naruto, ahora siéntate. El señor Maito Gai y yo aremos una pequeña exhibición de Taijutsu, aprende todo lo que puedas de esto ¿de acuerdo?- Con el asentimiento del menor ambos se dirigieron al centro del lugar.

-Seré gentil con usted su alteza- Dijo el ninja mientras se ponía en posición de combate

-Lo mismo digo Maito, perdona si te lastimo- Sin más Sáitam adopto la pose de ataque del karate.

El primero en atacar fue Gai con un patada ascendente que el emperador contrarresto con un golpe de puño cerrado en el talón haciendo trastabillar al ninja, el dictador aprovecho para realizar un barrido por el piso y tumbarlo, el hombre de cejas pronunciadas salto hacia atrás alejándose del inminente peligro que representaba caerse.

-Veo que no es de jugar- Dijo el maestro en taijutsu al momento de retomar su posición de combate –Entonces atacare como si fuera un enemigo

Se lanzó al frente en una patada voladora. Sáitam giro de costado dejándolo pasar a su lado, en el momento justo lo tomo del brazo y lo azoto contra el piso en una llave curva. El maestro en taijutsu se levantó de un salto y golpeo frontalmente al emperador quien se cubrió con los brazos, el impacto lo lanzo volando varios metros hasta entrar al bosque derribando algunos árboles.

Sáitam se levantó limpiando un pequeño hilo de sangre que escapo de la comisura de sus labios, uso su mano para limpiarlo; una sonrisa prepotente fue lo que diviso Maito justo antes de que el monarca se abalanzase sobre él en una tacleada frontal, lo derribo sobre el agua y comenzó a propinarle repetidos golpes en el rostro una y otra vez, el profesor de taijutsu uso sus brazos para cubrirse de los repetidos golpes que estaba recibiendo.

Varios segundos de golpes continuos sin descanso fueron lo que recibió Gai, de un salto el dictador se alejó lo suficiente para patear a su contrincante, arrojándolo contra la montaña provocando una grieta durante el impacto.

-Eso fue brutal- Dijo Maito saliendo de la roca, se sacudió el polvo mientras observaba al dictador quien se ponía una vez más en posición de combate –Tendré que subir de nivel- Grito llamando la atención de Sáitam. Respiro hondo y se preparó para su siguiente ataque –Formación de las Ocho puertas internas, Tercera puerta abierta

La energía verde rodeo al profesor como un manto mientras que su piel se volvía roja e hinchada, sus ojos se tornaron blancos y su cuerpo parecía tensionarse. Con un movimiento veloz desapareció de la vista del emperador y apareció agachado en frente suyo, una patada ascendente mando a volar al monarca por los aires; de inmediato un segundo golpe, esta vez por la espalda, hizo escupir sangre al dictador. Un tercer golpe en el abdomen mando a Sáitam contra el suelo, el fuerte choque provoco un gran cráter y una humareda que nublaba la visión de los presentes.

Maito desactivo las puertas listo para socorrer al emperador cuando un golpe en la rodilla lo hizo caer, un segundo golpe esta vez en la espalda lo hizo soltar un quejido de dolor, finalmente un golpe en el cuello lo neutralizo.

-Con eso se a acabando el duelo- Dijo Sáitam sosteniendo su brazo adolorido mientras observaba a Gai tirado en el piso, noqueado –Espero que hallas aprendido algo, Naruto- Volteo a ver al rubio quien dormía plácidamente recargado en la roca donde con anterioridad se sentaba –Este niño es un caso perdido- Pensó en voz alta mientras se acostaba en su lugar.

Sostuvo su hombro con fuerza y luego lo empujó hacia atrás acomodándolo en su lugar, se le hacía doloroso pero bajo ninguna circunstancia iría a un hospital. Al cabo de unos minutos donde descanso, un ninja apareció ante él; su cabello era plateado y usaba el uniforme estándar ninja, lo más curioso era que a la vista solo se encontraba uno de sus ojos negros, el otro estaba oculto tras su banda ninja.

-¡Hola!- Saludo feliz -¿De casualidad viste a un hombre adulto con un ridículo traje color verde y cejas pronunciadas?

-Eh… Si… Esta por allá tirado- Dijo señalando a Maito quien roncaba a un lado de Naruto, justo donde lo había dejado.

-Oh ¡Gracias! Er... ¿Sabes cómo termino así?

-Estábamos haciendo un duelo amistoso cuando uso algo llamado “formación de las ocho puertas internas” o algo así, y me vi obligado a noquearlo para que no destruyera el campo de entrenamiento; Es poco usual encontrar un lugar tan interesante como este.

-¿Gai uso las puertas para pelear contra ti? ¿Quién eres?

-Mi nombre es Sáitam no Yokai, Emperador de OSAC

-¿Emperador? Lo lamento su majestad, eh estado hablando de manera irrespetuosa, no sabía quién era.

-No pasa nada, no sabías a quien te dirigías ¿Cuál es tu nombre?

-Hatake Kakashi, Instructor.

-Hatake ¿Eh?- El monarca tomo del piso las hojas con información de los ninjas, rebusco algunos segundos hasta que dio con la hoja que buscaba.

-Ya veo. Kakashi ¿Me arias un favor?

-Dígame y are lo posible por cumplirlo

-Mi protegido, Naruto Uzumaki, está iniciando un entrenamiento. Yo no soy capaz de enseñarle ninjutsu ya que no poseo esa habilidad ¿Podría usted entrenarlo en esa área?

-Si… Creo que podría…

-Veo que algo lo inquieta ¿Podría decirme que es?

-Es solo que…

-¿Es el demonio en el interior del niño?

-Er… Si… Perdone la insolencia pero ¿Cómo sabe usted de eso?

-El demonio se manifestó ante mí, e dialogado con él hasta que finalmente me pidió que cuide del niño, claro que es algo que tenía pensado hacer.

-¿El niño y el demonio no son un solo ser?

-Claro que no… Los demonios no pueden tomar el control de un humano sin que su cuerpo sufra un mínimo cambio, cualquier tonto sabe eso- Kakashi se sintió ofendido pero a la vez un idiota, el al igual que muchos había despreciado a Naruto por la creencia de que era el Kyubi.

-Pues yo no sabía eso…

-Eres un idiota entonces.

-Sus palabras son hirientes

-Más herido resulto Naruto por la ignorancia, que tú por palabras. Y te lo advierto Kakashi, si le haces algo a Naruto voy a darte más que palabras duras.

-No es necesario que me amenace Sáitam, le juro que jamás le are daño a Naruto.

-Entonces prométeme que lo protegerás también, yo no sé cuánto tiempo podré hacerlo.

-Es una promesa. ¿Cuándo quiere que comience a entrenar a Naruto?

-La próxima semana, esta que comienza será Maito quien entrene a Naruto en el arte del taijutsu, luego tú en el ninjutsu, otro profesor deberá enseñarle el genjutsu y por ultimo alguien deberá enseñarle el control elemental. Yo personalmente lo instruiré en kenjutsu.

-¿Puedo sugerirle dos personas para que ayuden en el entrenamiento?

-Dime quienes son

-Sarutobi Asuma y Kurenai Yuhi

-De acuerdo… déjame revisar sus áreas… ¿Un experto en control de chakra y una maestra de genjutsu? Serán de gran utilidad, pero tendría que ir a hablar con ellos en persona…

-Puedo avisarles por usted, así de paso me llevo a Gai que tiene responsabilidades que cumplir.

-Por mi está bien. Dile a Maito que el lunes a las seis en punto debe estar aquí, ni un minuto tarde. También diles a los instructores que mañana estaré en mi morada durante la tarde, puedes preguntarle al Hokage la dirección. Temo que esta es la despedida Kakashi, debo llevar a Naruto a su cama y amanecerá entumecido

Sáitam tomo al blondo entre sus brazos y abandono el campo de entrenamiento, no sin antes tomar los documentos donde estaba la información de los maestros, parecía que sería un largo mes de entrenamiento.


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