Ya se hacía cada vez más tarde, cerca de 5 horas buscando al peliplata y no lo hallaba por ningún lado. “Maldición, el entrenamiento ya debe haber acabado y Atobe debe estar hecho una furia”, se dijo. Para su suerte, Gakuto y Oshitari le explicaron a Atobe la situación y, gracias a que Jirou se había emocionado por tal romance, lo dejó pasar por esta vez. Mientras tanto, Shishido aún seguía en la búsqueda del peliplata.
- ¡Choutarou! ¡CHOUTAROU! –gritaba por todos lados. Vio a lo lejos, una cabeza cubierta de cabellos plateados que se situaba entre las piernas de un muchacho sentado bajo un árbol. Seguía llorando.
- Choutarou… -dijo en voz baja Shishido mientras se acercaba.- Choutarou, lo lamento, no era mi intención hacerte llorar. Yo…
- S-Shishido-san… ¿C-crees que yo quiero algo con A-Atobe? –preguntó el peliplata entre lágrimas.
- Yo creía que sí, te escuché hablando con Hiyoshi acerca de ti y Atobe, y que eras su kouhai y que él lo tenía todo…
- Shishido-san… El único que lo tiene todo para mí eres tú –dijo Choutarou alzando la cabeza, con los ojos todavía llorosos que rompieron la barrera entre Ryou y él. – ¿Es tan difícil notarlo? –añadió.
- Yo… no sé qué decirte –balbuceó Shishido sin poder encontrar las palabras-, para mí todo esto es nuevo y no… no sé qué hacer…
- ¡Buaaaaa…! –siguió llorando Ootori, quien se levantó y se fue corriendo de nuevo, esta vez Shishido se quedó donde estaba, agachado, pensando…
“Maldición, maldición, maldición” pensaba para sí “eres un completo idiota, Ryou, ¿por qué no le dijiste lo que en verdad sentías?”. Porque tienes miedo –dijo Shishido en voz alta.
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Ya era de noche, y Shishido sólo tenía en su mente la declaración un poco torpe de su kouhai, aquél que siempre lo había ayudado sin que se lo pidiera. Estaba claro en su mente, él le debía tanto al peliplata pero sentía que el amor que quería darle aún no estaba listo, mientras que Choutarou no podía más con tanto amor que emanaba de su corazón, únicamente para el castaño de gorra azul.
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Choutarou estaba también en su casa, deseando no haber dicho nada aunque la respuesta de Shishido no había sido un NO rotundo, pero tampoco era un SÍ como él se lo había imaginado. Ya no lloraba, el pobre se había quedado sin lágrimas de tantas horas llorando por lo que pasó, y por la cara de confusión que puso Shishido cuando le dijo lo mucho que significaba para él.
- Shishido-san… ¿Algún día me querrás como yo a ti? –preguntó retóricamente.
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- Te quiero, Choutarou –respondía Shishido en su habitación–, y ya no quiero tener miedo de poder decírtelo a los ojos.
Ambos se quedaron dormidos, cada uno en su respectiva habitación. Como el día siguiente era sábado, no había escuela pero sí entrenamiento, aunque Atobe ya había mandado mensajes a cada uno de la cancelación de las prácticas, pues también él quería pasar un fin de semana con su pareja. Así decía el mensaje: “Queridos inútiles, mañana no hay práctica. Diviértanse, pero no más que Ore-sama. No olviden que el entrenamiento del lunes será doble porque se acerca el Torneo Nacional. Au revoir.”
- ¡KEI-CHAN! ¡VEN A LA CAMA DE UNA VEZ!
- No te pongas pesado, Jirou. Ya voy… -respondía Atobe, luego de mandar el mensaje casi a medianoche. – Ya me lo agradecerás mañana…
Así, mientras unos dormían juntos, otros tendrían que esperar un poco más, sólo un poquito más...