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Punto de quiebre por malugr

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Aún no sabía dónde estaba y tampoco quería pensar en eso, pero si traté de recordar lo anterior a mi estado de inconsciencia. Por supuesto, Sebastián me había encontrado luego de haber pasado la noche con otro tipo ¿luego de eso que pasó? Ah si, lo golpeó y luego fue a por mi, no me tocó solo me durmió pero si me amenazó. Eso significa sin lugar a dudas, que ahora estoy a su merced.


¿Que sería? Tal vez un ático, o un sótano. Alguna habitación lúgubre llena de aparatos de tortura, por dios definitivamente no quiero abrir los ojos. Pero quizás no era eso, no sentía ataduras, ni vendas, o mordaza.


Al mismo tiempo que fui consciente de que nada me sujetaba, mi piel también me aviso de que una cálida brisa soplaba en hacía mi. De pronto sentí el olor del salitre. Mis ojos se abrieron.


Note en primer lugar que me encontraba acostado en una enorme cama, mullida, de sábanas blancas y rodeado por almohadones. La decoración era magnífica de un exquisito refinamiento, el blanco, el cobre y el dorado eran los colores dominantes. Ahora mis ojos fueron en dirección de la brisa.


Una pequeña terraza se divisaba tras los enormes ventanales abiertos de par en par y se asomaba un cielo azul casi como si presumiera de su belleza. Junte todas mis fuerzas y me senté, aún con la cabeza dándome vueltas, me di cuenta que vestía una delicada bata de seda azul, no era para nada la que llevaba en el hotel donde pase la noche.


Me senté al borde de la cama y aunque con dificultad, logré ponerme en pie. Avance seducido por la belleza de aquel cielo hasta que pude llegar al marco de los ventanales, entonces pude verlo, el mar que magestuosamente rugia bajo la terraza, ahora mis oídos reaccionaron y pude escucharle con claridad, las aves, las olas bañando la costa, la espuma que se formaba al chocar con las rocas. Era una playa, las más hermosa que jamás había visto.


- ¿Joven ciel?


La voz tras de mi sonaba delicada, era una mujer. Voltee con la rápidez que mis reflejos me permitieron y entonces note que era una asistenta, muy hermosa, demasiado ¿Que este lugar está encantado? Comienzan a arderme los ojos con tanto brillo.


- Joven no debería estar en pie aún, debe descansar. Le he traído algo que le ayudará a pasar los efectos del cloroformo con mayor rapidez.


Me quedé sorprendido al escuchar aquello ¿como lo sabía? Esto era cosa de Sebastián.


- ¿Dónde está Sebastián, trabajas para el?


La joven me guió hasta la cama dónde me senté y ella comenzó a preparar una especie de té.


- En este lugar todas estamos a la disposición de los amos. Aunque no puedo decirle dónde se encuentra exactamente el amo Sebastián, no le he visto por aquí en algunos meses. ¿Acaso es usted su adquisición?


- ¿Adquisición? No, el me ha traído aquí, yo estaba con el...


- Los amos llegan y se van, son atendidos por diferentes partes del personal, quizás el amo Sebastián si este en la isla pero le este atendiendo otro grupo.


- ¿Como sabes mi nombre y como sabes que el me durmio con cloroformo?


Extendió una taza y una pequeña cucharilla de plata para revolver el líquido.


- Tome esto joven ciel.


- ¡Respondeme!


Sus ojos me miraron sorprendida pero aún sonriente y amable respondió.


- Este lugar es muy exclusivo, solo los amos conocen su ubicación, es por eso que todo el personal ha llegado aquí por solicitud de algún amo. Somos "adquisiciones" y absolutamente todas hemos llegado inconscientes, es una medida de seguridad para que jamás se divulgue nada sobre la isla.


- Esto tiene que ser una maldita broma.


- Para nada, el cloroformo es lo más usual, por eso sabemos como eliminar sus efectos, tratamos seguido con el. En cuanto a su nombre joven ciel solo se me ha mandando a atenderle y junto con la orden se me informo de como debía llamarle.


La joven me alentó a tomar el contenido de la taza.


- Beba joven ciel, es importante que se reponga pronto, tengo orden de alistarlo y llevarlo a destino.


- ¿Que destino?


- Aún no lo se, en lo que usted este arreglado saldremos y el destino se nos dará para ese entonces.


- ¿Y que diablos se supone que se hace en "el destino"?


- Pues lo más seguro es que se encuentre con el amo responsable de que usted este aquí y el dispondrá de cual será su función de ahora en adelante.


- Sebastián no es mi maldito amo y acabare con ese desgraciado en lo que le encuentre.


La joven dejo la jarra con fuerza sobre su carrito y me miró exaltada por mi comentario. Se inclinó a la altura de mis ojos.


- Joven ciel usted es nuevo aquí y por eso voy a darle un consejo que debe atesorar. En este lugar no hay más ley y verdugo que los amos, todo se hace según sus órdenes y si alguna adquisición es ofensiva o irrespetuosa con cualquiera de ellos será castigada de la forma que ellos lo prefieran, días sin comer o un tiro en la cara, pues aquí las adquisiciones solo están para complacer y cuando dejan de hacerlo son desechadas sin vida al océano. Así que si valora su vida joven, controle su lengua o no verá un próximo amanecer.


Mi garganta se seco, no daba crédito a lo que escuchaba ¿que horrible pesadilla era está? De pronto sentí como los efectos del cloroformo abandonaban mi cuerpo, pero los del pánico me invadían. Yo había sido recluido en un hermoso palacio que amenazaba con ser la peor de las prisiones.


Ahora la joven abría un paquete del que sacó ropa al parecer nueva.


- ¿Que me obligarán a hacer en este lugar?


- Como ya le dije joven ciel, eso se lo comunicará su amo en el destino. Ahora vistase, entre más pronto este más rápido solventaran sus dudas.


La joven me asistió para levantarme y quitarme la bata, no se inmuto ni un poco por mi desnudez incluso cuando se agachó para ponerme el delicado pantalón blanco y mi miembro quedó frente su rostro, parece que estaba muy acostumbrada a los hombres desnudos. Luego de vestir mi parte de abajo puso la ligera camiseta beige, jamás había sentido tela tan fina como aquella, era casi como estar desnudo.


Me indicó de un espejo para que me viese, sonrió complacida por mi buen aspecto sabiendo que ella era quien me había vestido, estaba orgullosa de su trabajo. Yo por otra parte estaba aturdido, me importaba un carajo la ropa, ahora mismo solo estaba interesado en saber que diablos ocurriría conmigo.


- Muy guapo si señor. El joven ciel es muy bien parecido. Es raro ver adquisiciones masculinas pero alguien con ese rostro por supuesto que resulta llamativo.


Yo seguía sin concentrarme en lo que ella decía. De pronto se puso junto a la puerta y me miró.


- ¿Listo joven ciel?


Casi por inercia asenti y ella abrió la puerta.


- Entonces vamos, ya es hora.


Salimos y entonces me di cuenta que estaba aguantando la respiración ¿Sebastián dónde me has traído?


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