Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Punto de quiebre por malugr

[Reviews - 172]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Cada paso retumba en todo mi cuerpo...

Mi piel grita, se rasga y siento fluir violenta la sangre. Estoy aturdido pero no lo suficiente como para ignorar el dolor que me recorre. No veo casi nada, los enormes árboles se alzan imponentes pero sus contornos se desdibujan, se fusionan entre sí confundiendome, son enormes sombras danzantes que me devoran, la tremenda oscuridad está engullendome, como un animal hambriento.

Me cuesta respirar, quiero que esto termine pero se que no será pronto. Mis pies se hunden en centímetros de espeso lodo dónde piedras, ramas y demás elementos se combinan fatalmente para infligirme aún más daño ¿podré salir de esto? Me pregunto ahogado en mi propio cansancio mientras York tira violentamente de mi lastimada muñeca obligandome a avanzar.

Manos, pies, rostro, muslo... Exactamente en ese orden el paralizante dolor emana como corrientes eléctricas, cada vez que me muevo siento que será la última. De cara a un dolor que jamás había sentido mi cuerpo se yergue. Sebastián estaba ahí, frente a esa cabaña, no puedo dejar que este maldito me aleje de él ahora que estamos tan cerca.

forcejear sería inútil, aunque éste no sea más que un viejo senil en mi estado no surtirá ningún efecto un combate, su último golpe casi me deja inconsciente y no puedo arriesgarme a desvanecereme, tengo que estar atento.

Evaluó mis posibilidades e incluso dudo de poder articular una sola palabra, mi garganta está destrozada por la sed que aguanté durante tanto tiempo y a penas consigo aliviarla con la lluvia que me cubre; abro mi boca y dejó que las frías gotas se deslicen tras mi lengua para refrescar mi árida tráquea que hierve como resultado de mi último grito, casi podría jurar que perdí mis cuerdas vocales. Trago y además del agua noto un sabor a sangre pero claro que no puedo asegurar de donde viene, todo mi cuerpo sangra y mi rostro no está excluido. ¿Sangra mi garganta? ¿Mis labios? ¿el fuerte latigazo en mi mejilla? Quien puede saberlo, solo me queda ignorar e intentar concentrarme.

Reconozco mi precaria situación y la verdad es que me cuesta imaginar algún escenario más jodido, no sólo debo escapar de York, sino ubicar mi posición y encontrar la forma de llegar a Sebastián del cual me alejo con cada paso que este bastardo me obliga a dar ¿Me habrás escuchado Sebastián? ¿Estás bien? Mi estomago se retuerce oprimido por los nervios solo con pensar en que el... No, el está bien, tienen que estarlo y me haya escuchado o no, es una carta que puedo usar a mi favor. Si algo aprendí de mis retorcidos diálogos con Tonny es que la mente es un punto vital muy frágil, si tocamos en el sitio exacto podemos destruir al adversario.

Le dedico una mirada a mi captor, no se parece en nada al orgulloso hombre que me interceptó en la playa hace varias horas. Esta empapado y su escaso y canoso cabello cae en mechones dispersos sobre su cara; Su caro traje ahora luce como desastrosos harapos, rasgados, ensangrentados y empapado hasta los huesos, el altanero anciano ahora corre a ciegas, aterrado como una liebre a la que persigue un galgo.

- ¿Crees que sirve de algo?

No me escucha, claro, en estos momentos sus miedos deben de gritar a todo pulmón dentro de su cabeza.

- El viene... ¿Lo sabes... no?

- ¿Que stupideces dices? 

- Estás pedido, pero el no, te está rastreando.

- No... Se que es por...

- ¿Por Donde? Solo esta retrasando lo inevitable.

- ¡CALLATE!

Una temblorosa mano me aprieta y dedos fríos se encajan en la herida de mi mejilla. ¿Cuanto más? Me pregunto sorprendido de que luego de tanto dolor aún me quede sensibilidad. Viendo sin mirar sus ojos me hablan de un profundo desespero.

- Tengo que escapar.

- ¿Puedes hacerlo?

Como una luz que se enciende, o tal vez como una que se apaga, mi pregunta le hace poner más atención ¿divino no? El momento en el que desglosamos las situaciones y entre un desorden de piezas encontramos la esencia. Queremos hacerlo, pensamos hacerlo, tenemos que hacerlo, pero la verdadera cuestión es... ¿Podemos?

- No tengo tiempo para que un niño me psicoanalise.

- No tienes tiempo para nada, tal vez sea hora de hacer tu última plegaria en lugar de correr.

- No intentes intimidarme mocoso, yo he salido de peores.

- Tu dinero te ha sacado de peores, pero en este momento ni el contenido de ese maletín y ni el de diez más podrán comprarte un boleto fuera de lo que te espera.

Su mano sube hasta la frente y retira el cabello del rosto, un rosto que parece envejecer con desproporcionada rapidez solo refleja cansancio y angustia.

- Hay que avanzar... Seguir avanzando...

Locura... Y mientras tanto una lluvia desmesurada amenaza con convertirse en diluvio.

- Te perdiste, hace mucho años... Ya no hay más camino por recorrer.

- No puedo acabar así, no como una rata. Yo soy klaus York.

Ni por un segundo deje de odiar a ese anciano, pero ahí, en ese momento de revelación, contemple de cerca la parte más cruda de la vejez; saberte a punto de morir, echar un vistazo hacía tu trayectoria de vida y entender que no hiciste una puñetera mierda ¿a que te sujetas cuando no hay nada firme tras de ti? Aquella noche frente a su propio abismo, toda su sólida vida de poder se desmoronaba bajo la lluvia.

- ¡YO SOY KLAUS YORK!

¿alguien podría culparme por sentir lastima? El viejo gritaba su nombre a los cuatro vientos y sus puños apretados lo golpeaban todo a su paso, incluso su propio rostro... Reconocer que de pronto no valía nada lo estaba enloqueciendo.

- a este bosque no le importa, ni a la lluvia, ni a la bala que te mate... Tu nombre aquí no es más que un puñado de letras que no significan nada y tu dinero vale tanto como las secas hojas que caen muertas al suelo.

Una agotada sonrisa y ojos completamente vacíos.

-... De pronto ya no eres tú el que está peor ¿no te parece? 

- Eso creo.

-...

arroja su maletín y en realidad es un momento sublime en forma misteriosa; un hombre se deshace de lo que ha sido su carta de presentación, el dinero que lo hizo poderoso ahora solo le estorba, todo lo que ha conseguido y todo lo que sabe de control se hunde entre fango ¿Que rostro habría de poner alguien cuando se da cuenta que décadas de vida quedan sepultadas junto con un puñado de billetes?

Y casi como si leyera mi mente...

- Una vida mal vivida, un alma en banca rota ¿no te parece un justo final para alguien como yo?

- No me corresponde a mi juzgarlo, de todas formas no podré contarle a nadie ¿no dejarás testigos de su declive, no es cierto?

No ha cambiado esa expresión en su rostro y con esa misma sonrisa hace gesto con la cabeza dándome la razón.

- No moriré por nada, aunque pierda al menos te llevaré conmigo.

Asiento como si no me perturbara el hecho de que piensa asesinarme.

- ¿Que No te da miedo morir? -Me pregunta. -

- Estoy acariciando esa idea desde que me atraparon en la playa, cada minuto que pasa me atormenta menos.

- Entonces ciel...

Avanza y saca de su chaqueta un arma.

- Camina, te dejaré elegir el último escenario... A menos que estés muy cansado y prefieras que sea aquí mismo.

No puedo evitar reír y me giró como si quisiera despedirme de todo lo que dejó atrás, aunque es imposible reconocer el camino. Estás ahí en algún lugar Sebastián, lo se; nunca he estado más cansado, pero aún puedo darte algo más de tiempo, quizás sea mi último regalo.

- Quiero andar un poco más. Quiero morir sin ninguna esperanza.

- Es apropiado para los dos.

Y fueron nuestras últimas palabras en muchos pasos de absoluto silencio.

Caminaba con plomo en mis piernas, con cada músculo al borde del colapso.

York tras de mi, solo me observaba y me seguía con una fatiga similar. Llevaba su arma pero no se molestaba en apuntarme, a estas alturas era prácticamente imposible echar a correr; él sabía bien que yo no escaparia.

Avanzaba con ojos cerrados, anhelando más que nunca la fortuna de una siesta y a cada segundo la idea de morir me parecía más exquisita; mojado hasta el tuétano en mis huesos la única razón para seguir era mi ciega fe de verlo aparecer entre los árboles, no permitirme desertar si él aún luchaba por encontrarme. Pero claro que era imposible saberlo y por mis heridas ya no brotaba sangre, por ellas se escapaba toda mi voluntad... Pronto me quede sin nada.

Como el resto de la noche, el tiempo no existía. Sumergido en lo más profundo de aquel bosque bien podrían haber pasado segundos, minutos u horas; el tiempo se me escurria como arena entre los dedos sabiendo que Sebastián podría estar cerca y que debía retrasar todo lo posible las intenciones de York, pero mi nefasto estado me cargaba de agonía mientras me parecía una eternidad tal suplicio.

Nunca fui un convencido del destino, karma o de la suerte, francamente nunca fui ni un creyente ni un agnóstico, solo Alguien con muy poca intensión de elegir un bando, alguien con muy poca energía como para desperdiciar sinapsis neuronal tratando de encontrar "las respuestas" sin embargo admito que en ocasiones noto pequeñas pistas... Como si de alguna forma la vida me dejara migajas de pan que yo debiera seguir. Me produce escalofríos pues todo apunta a un caótico desenlace.

Mis pies descalzos de pronto reconocieron un suelo distinto, ahora me acariciaba hierba y ya no estaba el infernal lodo en el que me había estado hundiendo. Avance unos cinco pasos más regocijandome por la fresca agua que lavaba mis heridas y entonces abrí mis ojos.

Lo primero en lo que me fije fue en el suelo, era llano y sin las molestas irregularidades del profundo bosque, cubierto de fino pasto completamente empapado por la lluvia aunque la tierra permanecía compacta sin convertirse en fango. Levanté mi mirada y aquello me pareció hermoso, era como una especie de claro, un pequeño paraíso en las profundidades del bosque. Sobre nosotros un cielo lluvioso pero extrañamente hermoso surcado por imponentes nubes que a pesar de su tamaño no tapaban por completo los grupos de estrellas que enérgicamente brillaban muy por encima de la tempestad que por un momento parecía menguar.

Me sorprendí esbozando una sonrisa, con terrible sabor a melancolía. Me doy cuenta de que hay momentos, ya cerca del final, en los que a pesar de la desdicha podemos captar algo de belleza a nuestro al rededor y por primera vez en mucho tiempo sentí la paz de quien no tienes dudas. Este era el lugar al que tenía que llegar y la vida me regalaba un poco de armoniosa belleza para despedirme, ya no quedaba más por hacer.

- ¿No somos afortunados? ¿Poder morir en un lugar así luego de tanto sufrír?

- No lo sé, yo seré asesinado, así que eso distorsiona mi percepción.

- Suicidarme también altera mis nervios, pero me siento aliviado en cierto modo. Lo prefiero así.

- ¿Eso tiene algún sentido?

- puedo controlar al menos eso, el como morirme.

- ¿Asesinarme a mi es parte de eso?

- Es solo una forma de ganar algo, ha sido tu culo lo que me ha destruido, sería patético haber arriesgado todo por tenerte para que al final acabes en las manos de alguno de ellos. 

Le miro y sonrio, entiendo bien que es un pobre viejo tratando de justificar su vacía existencia con un pequeño triunfo que ni siquiera podrá saborear. No pienso rogar por piedad, ni pienso prolongar un segundo más lo inevitable.

De nuevo me pongo en marcha y me ubico en lo que parece ser el centro del claro.

No dejó de ver el cielo, que parece infinito y acogedor, como si estuviese en casa y al mismo tiempo me resulta tan ageno. La vida, la muerte y el agridulce espacio entre ambos puntos.

Giró sobre mis pies y quedó frente a frente con mi futuro asesino.

- ¿llegamos?

Su pregunta me estremece, no es como si hubiese estado en búsqueda de algún sitio en particular, aunque tal vez si fue ese el caso, quizás ya me había resignado aún cuando me obligaba a pensar que sólo ganaba tiempo.

- Me parece que si.

- No me extraña ciel.

- ¿El que?

- Que se haya vuelto loco por ti.

Una punzada terrible en mi pecho y me expresión me delató.

- Que jodido, que el único ápice de amor en tu vida sea en sí mismo tu pecado más grave. Enamorarse en tu caso, es por completo la esencia del caos.

- No puedo negar eso, no hay belleza en nuestra historia.

- Bueno, de joven adoraba romeo y julieta. Precisamente era lo trágico de su historia lo que la hacía magnífica.

- a mi también me gustaba, pero hace muchas lunas que la nuestra se volvió aún más bizarra.

A minutos de morir podíamos hablar con tal ligereza, como si no nos odiaramos.

- Quizás en otra vida ciel, puedas encontrar un amor menos turbio.

- No quiero eso...

- ¿En serio?

- En serio.

- ¿Y que quisieras entonces?

Pase mi mano por mi rostro y aparte todo el cabello que me estorbaba.

- Haber sido un poco más fuerte.

- ¿Para esperarle más tiempo?

- No, para ser yo quien lo buscara. Hoy, hace días, hace años. Siempre huyendo temeroso de admitir lo obvio, siempre esperando que el viniera por mi. Si hubiese vida después de esa bala en tu arma que lleva mi nombre, jamás me encogeria nuevamente de hombros mientras mi autocompasión y mis temores me lo arrebatan todo.

- Ese es un buen deseo.

- Pero no se cumplirá cierto?

- Cierto, ya me prometí asesinarte.

- Entonces me iré con ese dulce pensamiento, mientras jalas del gatillo.

Le veía tan enérgicamente como podía y sorprendido sus ojos me correspondían. Este era el final del camino.

- Me parece justo ¿morirás de pie? 

Una sonrisa burlona se me escapa. Como si pudiera ser posible que ciel phantomhive muriera arrodillado.

- Claro que sí ¿no es cierto? La belleza, más impura y orgullosa. Te queda bien este fondo ciel, la mismísima muerte corre peligro de enamorarse de tan desgarradora magnificencia.

- Que suerte, me han hablado mucho de ella y también comienza a gustarme.

La mano de York se alza y el frívolo cañón de su arma queda justo a la altura de mi pecho.

- No tengo intenciones de profanar más ese precioso rostro, sin embargo tu Negro corazón no puede mancharse más, no con una simple bala.

Siento como se prepara para el disparo y a unos seis pasos de York subo mi rostro para contemplar el impetuoso cielo, único testigo de mi merecido final. Me permito una última bocanadade aire y...

- Adiós ciel.

Lágrimas suben a mis cansados ojos que se cierran y un último susurro se pierde casi inaudible, es como mi testamento, son las últimas palabras en mi garganta.

- Adiós amor mío...

Y me despido a la distancia de mi única certeza en una vida vacía de emociones... Sebastián, me llevaré el dolor de nuestro amor inconcluso y aún después de la muerte lo atesorare eternamente...

Un disparo, la detonación, la trayectoria perfecta de la bala... Y silencio. 

Hay cosas para las que nunca nos preparan, sin duda morir es una de ellas ¿Quien puede estar realmente preparado para la más aterradora de nuestras realidades? Todo lo que hacemos, cada paso dado, cada decisión nos lleva directamente hacia ella, sin embargo nos resistimos a valorar las miles de posibilidades que tenemos de morir a diario, nunca paramos a pensar en cómo se sentirá.

Mi mente se concentró en recorrer cada espacio de mi cuerpo, vagamente podía sentir el dolor de mis múltiples heridas, pero ¿Porque no siento nada más? ¿No debería ser un disparo suficiente como para retorcerme de dolor? ¿No debería estar agonizando? O acaso... ¿A caso ya estoy muerto?

Agudice mis sentidos y aún notaba el olor de la hierba empapada, la fría brisa. Me notaba completamente mojado y las súbitas gotas chocaban contra mi rostro. Seguía respirando, con pulso acelerado. Y entonces entendí que debía abrir los ojos, pues la bala no me había alcanzado. Aún seguía vivo ¿Que diablos ocurrío?

clave mis pupilas en el profundo cielo, ahí estában las nubes, las gruesas gotas, las vivaces estrellas. Entonces baje mi mirada y contemple aterrado como de la boca de York aún en pie brotaba la sangre en un torrente escandaloso. Sus ojos frente a mi fueron vaciandose, estaban casi sin vida. Torpemente avanzó y su mano se estiró hacía mi rostro; tan fríos como la muerte sus dedos rozaron mi mejilla abierta y casi me pareció verle sonreír, luego sin más su cuerpo se desplomó primero sobre sus rodillas y después por completo en el suelo. No entendía que había sucedido, estaba en shock y baraje varias posibilidades, incluyendo la de que se hubiera suicidado perdonandome la vida en un acto de piedad... Entonces lo ví...

algunos metros frente a mi, su brazo recto empuñaba el arma que había aniquilado a york, la autora del disparo que escuché. Un escalofrío me recorrío por completo y mis ojos perplejos solo consiguieron humedecerse mientras contemplaba el alivio en aquellos ojos azules, que me parecían más claros que nunca mientras me transmitían infinita ternura. Mi perfecto Sebastián... 

La lluvia, el viento, el dolor, las ansias, el principio y el final, dos meses y diez años, la adoración y las heridas... Cada fracción de mi ser, lo que fui lo que soy y todo lo que creí ser, se volcó tras mi espalda como energía que emanaba de la propia fatalidad y sin darme cuenta mis ya casi devastadas piernas echaron a correr... Un pie tras del otro, una carrera ¡ahí estaba! ¡por fin! Sebastián.

Su arma bajó y casi al mismo tiempo que yo comenzó a avanzar con ansiosa rapidez.

No dejábamos de mirarnos mientras los metros que nos separaban se iban reduciendo y cada célula de mi cuerpo lo anhelaba más que nunca. Unas terribles ganas de llorar me poseyeron cuando luego de haber estado tan perdido, pude, en los brazos de Sebastián, encontrarme de nuevo.

Nuestros cuerpos chocaron con tierno desenfreno. Sus manos al rededor de mi cintura me alzaron y me atraparon en un abrazo tan reconfortante que sentí como se unían todos los pedazos de mi alma fracturada.

Me aferraba a su cuello como si en ello se me fuese a ir la vida y mi cara contra su Negro cabello me permitía respirarle, me embriagaba el olor de su cuerpo; mis dedos recorriendo su piel como mármol, su tacto, la sensación de su agitado pecho contra el mio, dios mio, aquello era como renacer.

Fue bajandome, deslizandome despacio por su cuerpo y me sostuvo a la altura de sus ojos mientras se acomodaba en el suelo, sentandome sobre sus piernas. Reposar acomodado en el, alivió mi destruido cuerpo.

Me veía con alivio y asumo que con preocupación por las heridas y el estado poco armonioso en el que me encontraba. Sus dedos recorrían mi rostro y con cautela fueron acercándose a la herida en mi mejilla. Le miré avergonzado de que tuviera que verme en tales condiciones y no pude evitar agachar mi rostro, hudiendome en su pecho, pero pronto su mano fue a por mi, levantando mi cara hacía el. No son muchas las veces en que me ruborizo, pero frente a frente con sus intensos ojos clavados en los míos no pude evitarlo y se muy bien que lo nota, una sonrisita algo cansada, pues asumo que este dia ha sido igual de mortificante para el, se asoma entre sus labios y su rostro me parece tan hermoso, todo el no deja de parecerme un milagro.

Se acerca y siento sus labios sobre mi frente, no puedo evitar estremecerme al recordar el beso de la mañana cuando se despedía de mí, pero su cuerpo que ya conoce al mio me reconforta y separando su rostro lo suficiente como para verme a los ojos, me estrecha en sus brazos aún con más fuerza, un quejido teñido de placer escapa de mi boca que permanece apretada contra su mandíbula. Ya casi había olvidado lo mucho que nos deseamos aúnque esta vez es diferente.

De nuevo sus labios se acercan a mi rostro y besa mi sien, mi oreja. Le siento más vividamente que nunca y recorro con mis dedos su cuello y sus fuertes hombros, abriendome paso por su empapada camisa. Su pecho, tan descontrolado como el mío, se debate entre la calma y la desesperación, tanto alivio y tantas ansias al mismo tiempo, de pronto la helada lluvia no es rival para el calor que emana desde mi interior.

Le siento lamer las gotas de agua que se deslizan por el borde de mi cara mientras que sus manos bajan a mis muslos hasta donde me cubre la vieja franela. Se abre camino con dedos ágiles y es como metal al rojo vivo que me quema al tiempo que va subiendo y desnudando mis piernas. Sube por mis caderas y me aprieta contra su cuerpo. No puedo articular palabra, recorro su abdomen y pecho aferrandome, como si quisiera fundirme en el. Mi rostro hacía arriba le permite deleitarse con mi cuello, me mordisquea y besa con dulce intención de volverme loco... Pronto está en mi mentón, sus manos en mi trasero y sus labios a milímetros de los míos me hacen abrir los ojos despertandome de mi trance.

- Sebastián... Aquí no...

Mordisquea mi mandíbula y desliza sus labios sobre mi mojada piel yendo y viniendo, acercándose a mi boca. Parece ignorar mis palabras y mientras sigue sujetandome una de sus manos se va deslizando por mi abdomen, bajando hasta mi sexo.

- Te necesito... No puedo esperar más.

Y sus labios se apoyan más tierna y sensualmente que nunca contra los míos.

Su Voz como anestesia me adormece y excita hasta desorientarme, estoy embriagado mientras nuestros labios juegan a acariciarse como en una sensual danza. Me toma con fuerza y a ratos me obliga a verlo a los ojos, casi como si quisiera verme por completo entregado a él. Me tortura lo mucho que le deseo, pero aquel lugar impregnado aún con la muerte de York me enferma, siento que debemos huir lejos, para estar a salvo, juntos.

- Sebastian, sacame de aquí antes.

Sus labios se apartan un poco y vuelve a escrutarme con su poderosa mirada.

- llévame a un lugar seguro.

Una de mis manos sube hasta su rostro y acaricio con deseo y ternura su perfecta mejilla, el besa las yemas de mis dedos, tocandolos levemente con la punta de su lengua.

- Quiero hacerte mio ciel...

Su mirada me atraviesa y el tono de su declaración me eriza la piel por completo. Puedo sentir su corazón perdido en sus propios latidos incontrolables. Sebastián cuanto has hecho por mi ¿pudiera yo tranquilizar un poco tu agitada alma? Puedo...

Aparto con cuidado su mojado cabello y subo hasta sus labios. Me aferro a su cuello y le beso como para transmitirle la paz que merece. Nuestras lenguas danzan y se entrelazan con un dulce frenesí y le noto respirar excitado mientras lucha por no devorarme de inmediato.

- Yo soy tuyo Sebastián, te he pertenecido desde siempre.

- Ciel...

Sus ojos abiertos me observan anonadados mientras mis manos acarician su cabello.

- Te amo.

Nunca fui más honesto en dos palabras y todo el contenido de mi vida viaja hasta el en esa confesión; sin evitarlo, sin darme cuenta, sonrió repleto de la felicidad que me invade el ver su rostro perplejo transformarse frente a mi. Sonriendome lleno de gratitud, como si mis palabras le hubiesen salvado la vida, no pude evitar pensar que sin duda era el ser más hermoso del mundo, está noche más que ninguna otra, el es perfecto y yo me ilumino con la luz que el me comparte. Ya lo sé Sebastián...

- Te amo ciel, desde siempre.

Ya lo sé mi amor...

Con un beso firmamos aquella declaración mientras las gotas se colaban por nuestras sonrisas. Me doy cuenta de que no hay felicidad mayor que esta.

- Temía tanto por ti ciel

- Lo sé, Pero ya pasó todo.

Su sonrisa conmovida por mi consuelo era desgarradoramente preciosa. tan magnífico, mi Sebastián... Mio así como yo soy suyo.

- Tu ganas...- me besa la punta de la nariz. - Te sacaré de aquí.

Me calmo con sus palabras y asiento complacido.

Sebastián se levanta y luego me ayuda para hacer lo mismo, pronto estamos avanzando.

- Por aquel lado saldremos hacía una playa, desde ahí será mucho más fácil llegar a los edificios.

- ¿Hay que avanzar mucho?

Sebastián me mira conmovido. Mierda, no debí preguntar.

- Ciel te carga...

- No te atrevas ni a decirlo, no soy una maldita princesa.

- No seas obstinado.

Le miro rechazando por completo la idea de ir cargado y le escucho respirar resignado.

- Al menos dejame ponerte mis zapatos...

- Solo me estorbarian, son demasiado grandes.

- Ciel no puedes andar así.

- De acuerdo, dejame tus medias.

Vacila un momento pero al final asiente.

- Está bien, será mejor que nada.

Sebastián se inclina y luego de quitarselas me las coloca con cuidado de no lastimar aún más mis pies.

- Dios esto luce mal ciel.

- No es gran cosa, dijiste que la playa está cerca.

- Lo está, lo prometo.

Sus ojos se desvían y pronto se concentra en mi muslo. Una expresión de dolor surca su rostro al ver mi herida y su mano se alarga para seguir la escandalosa cortada, me apresuro y detengo su trayectoria.

- Sebastián, no es nada, no te preocupes.

- Te atenderán a penas lleguemos a casa, estarás bien.

- Lo sé.

Sebastián me ofrece su brazo y me parece justo aceptar esa ayuda. Caminamos a buen paso hasta el otro extremo del claro, si avanzamos en línea recta por lo que queda de bosque estaremos pronto en la playa, lejos de la vegetación y sus tortuosos terrenos, ese pensamiento me relajaba. Avanzaba y pronto dejamos atrás el cadáver de York, le vi de reojo, aún tenía esa extraña sensación de nerviosismo, como si fuese a levantarse y la pesadilla volviera a comenzar. Al límite del claro Sebastián se giró hacía mí.

- ¿Listo para seguir?

Dijo refiriéndose a el bosque que se alzaba imponente frente a nosotros. no pude hacer otra cosa más que asentir aún perturbado por el cuerpo sin vida de York. De pronto sentí la mano de Sebastián atrayendo mi rostro hacía el suyo, sus ojos encontraron los míos.

- Ciel no le mires, ya terminó. Estas a salvo, lo prometo. 

Sus palabras me arullaban el alma tranquilizandome, asenti luchando por esbozar una sonrisa que le hiciera ver que estaba bien y pronto estuvo inclinado frente a mi para besarme... Y Entonces...

- No, no, no Sebastián...

Todo mi mundo comenzó a tambalearse de nuevo.

- Prometer imposibles no es correcto... Jajajajajaa.

La siniestra y burlona voz provenía del otro lado del claro, no había aún rastro de su dueño, pero esa risa desquiciada no necesitaba presentación. Yo supe de inmediato a quien pertenecía y a juzgar por la expresión de Sebastián, el también.

- debo reconocer que me han conmovido, si ciel no hubiese sido tan ridículamente arrogante y si tú Sebastián no me hubieses disparado quizás no estaría tan decidido a asesinarlos ¿no odian cuando esas cosas pasan?

La oscuridad era absoluta dentro de la inmensidad del bosque y era justo tras esa línea que Tonny se ocultaba. Su Voz me aterraba, era el mismísimo demonio el que hablaba a través de su garganta. Ya he visto lo que es capaz de hacer su locura y ahora nos tiene a ambos en su mira.

Sebastián respiraba furioso con ojos fijos en la otra punta del claro, su pecho subía y bajaba y su brazo comenzó a moverme, obligandome a ponerme tras su espalda.

- Sebastián...

- Silencio, solo quedate tras de mí.

Su Voz sonaba irritada, nerviosa... No era algo que se viera a diario.

- ¿Para que Sebastián? No podrás protegerlo solo con ese caballeroso gesto.

- Muestrate bastardo.

- No seas ridículo ¿para que quieres verme? No hay nada que puedas hacer.

Su mandíbula estaba tensa y sus puños cerrados, ojos negros...

- ¿Porque no eres más honesto con ciel y le dices que tu arma se quedó en el suelo con aquella linda confesión? Que adorable... Al menos estas dispuesto a recibir la primera bala. Te la mereces, por no habernos ahorrado a todos este disgusto.

Aquella pesada atmósfera viciaba todo el aire y me sentí mareado y confuso. ¿Si Sebastián le disparó como es que no murió? Y Mas importante aún, ¿sin un arma como vamos a salir de esta? Seguí escrutando el horizonte tratando de verlo, aunque en realidad sólo recordar su cínica cara me hacía estremecer.

- No necesito un arma para acabar contigo.

- Claro que la necesitas ¿sabes que desde aquí tengo en la mira a tu sobrinito?

- ¡MUESTRATE!

- Como lo prefiera el condenado...

Su rostro salió de entre la maleza y su cuerpo inmediatamente después... La visión era espantosa.

Del lado derecho de su cabeza la sangre brotaba, su oreja estaba mutilada asumo que a causa de un disparo, su dorado cabello empapado en una oscura sangre que parecía brea; más abajo en su costado otra herida se abría violentamente con cada respiración de Tonny, otra bala de seguro. Rasguños, cortes y heridas completaban el panorama, sin duda estaba destrozado

Contemplaba la imagen atónito, se estaba desangrado, y sólo era odio lo que le mantenía en pié. Sebastián miraba con rabia...

- Eres un maldito muy persistente, ya tendrías que estar muerto...

- No te preocupes, yo me desangrare en unos minutos, solo he venido para ajustar cuentas... En lo que tu y tu perra estén muertos, ne iré.

- Esto es entre tu y yo.

- Ahí te equivocas. Siempre se ha tratado de ciel.

- No te lo daré, pero tu y yo podemos entendernos si lo que quieres es vengarte...

Avanzó un paso hacia delante y mi garganta se secó de pánico, mis ojos se clavaron en Sebastián.

- ¿Que estas diciendo? - Susurre aterrado. -

- Silencio.

- Jajajajaa ya es tarde Sebastián, te ofrecí la libertad y así me lo pagaste. - Dijo Tonny mientras señalaba sus mortales heridas. -

- No puedo dártelo a él.

- ¿Y piensas que tu mezquina vida es suficiente? No lo creo. Tendrás que hacerlo mejor.

... La presión en mi pecho me estaba retorciendo de dolor. Tonny tenía un arma que iba directamente a Sebastián, en cualquier momento podría abrir fuego y eso sería todo.

Todo lo que había ocurrido de pronto me pareció una broma cruel, dejarme sentirlo una vez más solo para que este loco me lo arrebate... La idea me torturaba ¿como diablos vamos a salir de aquí?

- Vamos Tonny, estas por morir a causa mía, no me digas que no te gustaría vengarte antes.

- ¿Que mierda estas haciendo? - Grite enfurecido -.

- El hermoso ciel está disgustado, mira como le has dejado Sebastián, que lastima, tan mal herido... Yo le hubiese cuidado mejor.

- Ha sido tu amigo York, yo jamás le haría daño.

- Eso es lo que entiendo, muy noble de tu parte considerando que lo ensucias solo tocandolo con tu impuro deseo.

- ¿Ya hablamos de eso no? Es inútil.

- No del todo Sebastián, pudiste ahorrarle todo este dolor, corrompes al niño, le engañas vendiendole ese asqueroso morbo como si fuera el más puro de los amores y todo para que? Solo para tener que verte morir. ¿Lo escuchas ciel? Este maldito se va a morir a tus pies, pues ese es el precio para tu vivas.

Sebastián y yo palidecimos.

- Sebastián Michaelis conoce bien la historia de cómo murió mi padre, y conociendo tu escabroso sentido del humor no me cabe duda de que trajiste un cuchillo, para darme un fin similar... ¿No es cierto?

Durante unos segundos solo hubo silencio.

- ¡RESPONDE! -Grito Tonny agitando su arma hacía nosotros. -

- Si, lo tengo...

- Jajajaja perfecto, pues este será mi último trato. Querido Sebastián, si quieres que tu amado sobreviva, debes darle ese cuchillo a ciel y será el quien te asesine...

No hay forma...

- ¡Debes estar completamente loco maldito bastardo! - estalle a gritos. - ¡Termina de dispararme infeliz, no tengas tu show!

- ¡No! -Dijo Sebastián. - Basta ciel.

Tonny lo observaba sonriendo y la angustia en el el rosto de Sebas me hizo enmudecer... No puede ser cierto que lo este considerando. Mis manos se aferraron a su camisa, estaba desesperado. no hagas esto, no te atrevas ni a pensarlo.

- ¿Si lo hace, le dejarás vivir?

- Sebastián que mierda estas diciendo.

- ¡Se acabó ciel!. - Sebastián se volteó y sus ojos desperanzados me fulminaron. - Ya no hay otra forma.

- No puedes pedirme algo así.

Su mano se extendió acariciando mi mejilla.

- Debes hacerme este último favor ciel... Concédeme la paz de saberte a salvo.

Estaba petrificado mientras el hablaba y yo no entendía como podía siquiera insinuarme que hiciera algo así. Era enfermizo, era imposible... ¿Porque te estas rindiendo ahora que ya nos habíamos alcanzado? De nuevo se giró hacía el sonriente y complacido Tonny.

- ¿vivirá?

- sin duda alguna.

- ¿Que garantía tengo?

- Hay condenas mucho peores que la muerte Sebastián y se que desde mi infierno disfrutare ver la tortuosa vida que llevará ciel sabiéndose tu asesino ¿no es eso suficiente?

No podía moverme, ni hablar estaba petrificado ante la idea y lo peor era que Sebastián parecía estar aceptandola.

- ¿Que pasará si no lo hago?

- les destrozare las piernas a balazos y mientras estás desplomado en el suelo te obligare a ver como lo desollo vivo...

Tonny permanecía inmutable desde su posición, no se acercaba pues en su estado su mayor ventaja era dispararnos desde lejos, si quedaba al alcance de Sebastián este lo destrozaria. Pero eso no iba a pasar, Tonny no nos dejaría movernos y sus dos opciones eran igual de escabrosas. Sería lo que su voluntad pedía. Sebastián levantó un poco su camisa y con impasible calma saco el arma blanca, un cuchillo de al menos 30 centímetros con una hoja filosa que destellaba con la tenue luz de las lejanas estrellas.

- ¡No puedo hacerlo! ¡no lo haré! ¡No!

Gritaba asqueado por la idea y Sebastián me Sujetó por un brazo. Me agitaba furioso y el luchaba por sostenerme son su mano desocupada, con un firme tirón mi cuerpo se sacudió hacía delante, frente a frente con sus ojos.

- No te perdonare jamás si me obligas hacerlo.

- Ciel tienes que...

- ¡No quiero!

En un acto desesperado por retenerlo conmigo mis brazos le rodearon y mis labios buscaron con violencia los suyos. Sentí su fuerza correspondiendome, y en un abrazo me envolvió con furia, aquel era un beso que sabía a final. Sus rodillas se doblaron y en un seco movimiento estuvo en el suelo.

- Levántate maldita sea, no me hagas esto...

Mi boca le ordenaba y rogaba al mismo tiempo contra la suya. Seguía besándome y sus manos me recorrían de arriba a abajo, me acariciaba con delicadeza, con deseo, con nostalgia... Pronto su mano se entrelazo con la mía y mi palma sintió el puño del cuchillo.

- ¿Como puedes pedirme algo así?

- Ciel, al menos uno se salvará.

- ¿Y porque debo ser yo?

- Porque para mí no hay vida después de ti...

Sus ojos brillaron frente a mi y sentí las lágrimas en mis ojos... Calientes, me quemaban como el dolor que me desgarraba por dentro. Levanté mi mirada y ahí estaba el, no había dejado de apuntamos ni una sola vez, sonreía con ojos vacíos mientras su propia vida le abandonaba.

- Apura ciel, no tenemos toda la noche.

- Eres un maldito hijo de puta...

- No sigas ciel, solo mirame a mi.

Aquello era infinitamente peor... Estaba arrodillado frente a mi y sujetaba mi mano evitando que soltara el cuchillo, me miraba como si nada estuviese pasando.

- Calma, no durará mucho.

Todo mi cuerpo temblaba de angustia mientras Sebastián levantaba nuestras manos y colocaba el filo de la metálica hoja en su garganta.

- Hazlo...

Su mano fue deslizándose y su rostro se crispo al sentir el corte dejando escapar un quejido.

- No puedo

- Si puedes, confía en mi.

Algo en su tono... Era diferente.

- Debe ser rápido y en el momento justo.

- ¿Cual es el momento justo...?

- Solo tu puedes saberlo...

No podía entender lo que que era, pero sin duda no hablábamos de lo mismo... "Solo tu puedes saberlo" trataba de concentrarme, de disipar la angustia que me impedía razonar. "debe ser rápido" Sebastián me miraba atentamente, como si esperará algo más de mí y casi como si pudiera leerlo en sus ojos pude, darme cuenta... "Solo tu puedes saberlo" Sebastián estaba dándole la espalda a Tonny, así que no podía ver lo que hacía... Pero yo si...

Un vistazo rápido sobre la cabeza de Sebastián y entonces le ví... Tonny que saboreaba el primer grito de dolor de Sebastián y el sufrimiento en mi rostro, había dejado de apuntarnos... "rápido y en el momento justo"

Sebastián me dedico una sonrisa y entonces entendí todo... Aún no era hora de morir.

- ¡Ahora!

Grite y casi al mismo tiempo Sebastián se lanzó sobre mi empujandome hacía atrás... Caímos e inmediatamente me gire y comenzó la frenética carrera.

- ¡Malditos!!!!

Tonny gritaba a nuestras espaldas, pero ya era tarde, Sebastián y yo habíamos llegado arrastrandonos con increíble rapidez a la línea que separaba al claro del bosque justo antes de que él pudiera hacer su primer disparo, entonces pudimos levantarnos... Al tiempo que la primera bala estallaba contra uno de los árboles a nuestro lado mientras que Tonny corría hacía nosotros...

- JAJAJAJA ¡está noche mueren conmigo!

Miré con espanto como avanzaba a toda velocidad por el claro y por un momento me paralice hasta que las manos de Sebastián me tomaron para sacudirme...

- ¡Corre ciel! ¡Corre, corre!

Sentí como me empujó y sorprendentemente mis piernas se echaron a correr...

Sebastián corría tras de mi con su mano en mi espalda impulsandome hacía delante. Me sentía indetenible, mis piernas se movían despreciando las heridas y el cansancio que hacía casi una hora estuvo por matarme. De pronto el lodo y los sinuosos obstáculos no eran rival para toda la adrenalina que quemaba mis venas. Ni siquiera la oscuridad parecía problema.

- ¡JAJAJAJAA! ¡Ya no habrá escape par de desgraciados!

La voz de Tonny resonaba distante y a la vez pertubadoramente cerca.

- ¡No mires atrás ciel, sigue corriendo, sigue!

Saltaba, me deslizaba y esquivaba todo lo que hubiese en mi camino, avanzaba a un ritmo implacable. Teníamos que escapar, si llegamos a la playa estaremos a salvo... Lo estaremos, se que así será.

Otra corriente de adrenalina me recorrío de pies a cabeza, un estallido de vitalidad y un impulso frenético de saborear la libertad, estábamos cada vez más cerca y el olor a salitre me lo confirmaba... Pronto mi velocidad fue tal que la mano de Sebastián ya no pudo alcanzarme.

- ¡así, sigue así no te detengas! Estoy tras de ti, Falta poco.

Seguí, seguí y seguí... Sin fijarme en nada y sin detenerme, así como el me dijo... Y pronto pude escuchar el mar.

- ¡Ahí está!

El sonido se metió en mi cabeza y ni siquiera podía oír la lluvia o nuestras pisadas... Estaba enloquecido por completo el aire entraba y salía de mis pulmones quemandome en un torpe intento por respirar. Me sentía a desfallecer y entonces ya no me hundía en tierra... Era húmeda arena bajo mis pies.

El final, era el final... Sonreía impaciente, lo habíamos logrado y por encima de algunos árboles pude ver una pequeña torre, su luz brillaba y era el lugar seguro al que debía llegar. Mis ojos ardían, no parpadeaban... Solo veían la luz.

Como un milagro los árboles terminaron... Y ante mis ojos solo quedó la arena y el Negro y profundo mar. Pero entonces me di cuenta de algo... No había escuchado las pisadas de Sebastián...

Me detuve en seco y clave mis ojos en el horizonte. Mi pecho convulsionaba, pero no era por la falta de aire. De pronto un fatal sentimiento me apuñaló. Mis ojos se humedecieron...

Completamente inmóvil frente a las oscuras aguas inspire tan profundo como pude y me obligue a llamarle... Hubiese querido gritar, pero únicamente emiti un susurro para el cual no hubo respuesta.

-... ¿Sebastián?

Mi estomago se comprimio dolorosamente, como si me estrujaran las entrañas. Toda mi cabeza daba vueltas conmocionado y aturdido. Una vez más, toma aire y...

- ¿Sebastián?

Claro y completamente audible mi voz corto el silencio, pero todo mi cuerpo tembló al no recibir respuesta.

Mis ojos repletos de lágrimas se cerraron con una fuerza dolorosa... No por favor, no... Mis manos se apretaron y un dolor diferente a nada que hubiese sentido me estaba abriendo desde adentro... Desde mi garganta un gruñido seco de angustia y desesperación se mezcló con mi llanto.

- ¡Sebastian!!!

Seguía de espaldas al bosque, incapaz de moverme, esperando respuesta para mi llamado, pero nada... El silencio era una navaja que me apuñalaba sin piedad mientras cada segundo me asfixiaba aplastando mi pecho que sin esperanza seguía clamando su nombre.

- ¡Dijiste que Ibas tras de mi!!!!

Gritaba sin consuelo no quería decirlo pero lo imaginaba... Sebastián no saldría de aquel bosque.

Me gire con terror y la vista me destrozó... Nada, solo mis pisadas y el oscuro bosque, Sebastián no estaba, no respondía y sin aliento caí al suelo sujetando mis propios brazos, como consolando aquella infinita desolación... Entonces mi llanto fue interrumpido... El eco de tres disparos.

"si tu amante trata de jugar al héroe nuevamente, voy a matarlo como a un perro, de tres tiros en la cara."

Aquellas fueron las palabras de Tonny cuando me rapto...

Un grito de dolor abrió mi pecho, Sebastián, Sebastián, Sebastián... Era insoportable, me estaba desmembrando.

- Sebastián... Ibas tras de mí...

Gritaba entre susurros asfixiado por el infame dolor. Todo había terminado y desesperadamente me mesia de atrás hacía delante luchando por despertar de aquella pesadilla. Con desesperación contemplaba el bosque mientras mi vida se desquebrajaba...

Entonces sentí el veneno... Como si algo roto dentro de mi hubiese liberado algo diabólico... Venganza. Seque mis ojos y de la arena tome el cuchillo que no había soltado en toda mi carrera. Con ojos colmados de odio contemple la oscuridad en la que le había perdido

- Me las vas a pagar... Lo juro por mi vida...

Y de nuevo me encontré corriendo, retorciendome de dolor, con el alma vacía, mientras todos mis demonios liberados me susurraban el nombre de mi presa... "Tonny"

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).