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Punto de quiebre por malugr

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no podía dormirme, luchaba por lograrlo pero era inútil, casi tan inútil como intentar culpar a los dos días anteriores de sueño continuo, yo sabía bien que esa no era la razón. La causa era Sebastián.

¿Cuantas horas de insufrible angustia viví en esa maldita cabaña? ¿Y cuantas más les siguieron en aquel bosque de pesadilla? ¿Era sólo por mi vida? No, era también por la suya, no saber como estaba, el creerlo muerto... Me gire en la cama para alejar esos turbios pensamientos, ya había pasado por demasiado, no quería castigar mi mente pensando en esa mierda.

Cerré mis ojos y tome una profunda bocanada de aire, la verdad es que estaba terriblemente ansioso, como si tuviese miedo de cerrar los ojos y encontrarme de nuevo entre el fangoso lodo, bajo la lluvia, rodeado de sombras... ¡Basta! Me incorpore y me senté.

Apoyé mis manos contra el rostro tratando de despejarme, al apartarlas noté el espejo de mi habitación y entonces caí en cuenta de que no me había mirado ni una sola vez; no pude evitar sentir curiosidad.

Con cuidado fui moviendome hacía el borde de la cama pues a pesar de los medicamentos las heridas en mi cuerpo aún eran molestas. Pasos lentos y cuidadosos me pusieron frente a mi reflejo.

Lucía demacrado aún después de haber dormido dos días seguidos; mi cabello Lucía terrible, opaco y sucio, mi rosto no estaba tan mal a excepción de la venda que delataba la herida de mi mejilla, aún así Lucía algo pálido y la verdad es que hasta mis ojos me parecieron menos brillantes... Supongo que luego de estar en la absoluta oscuridad, nada puede impedir que nuestro interior se ennegrezca.

Seguía llevando una terriblemente incómoda bata, las enfermeras me la habían recomendado por ser liviana y así no lastimar más mi cuerpo; Odiaba ese maldito color y el aspecto que me daba, todo en conjunto me hacía parecer un enfermo terminal. Llegué a la resolución de que necesitaba una ducha.

En lo absoluto fue una tarea sencilla, decidí no quitar las vendas en mis muñecas, en realidad eran las que más me dolían, las cadenas me habían lastimado bastante. Retiré todas las demás y comenzó la torturadora labor de ducharme. Como era de imaginar el ardor al entrar en contacto con el agua fue una maldita pesadilla, aunque no fue nada comparado con el jabón... No estoy seguro de que fuese buena idea exponer las heridas a esas condiciones, sin embargo me sentía además de adolorido, aliviado, como si con el agua se fuese parte del recuerdo de aquella maldita noche, el tacto de aquel miserable y sus enloquecedoras palabras, la sensación de la droga en mi cuerpo, el miedo, la angustia.

Eché mi cabello hacía atrás y deje que el agua quitará el shampoo, sentía mi cabeza infinitamente más liviana a pesar del ardor en el resto de mi piel; no pude evitar sonreír al pensar que ya debía estar acostumbrado ¿Cuantas veces no he elegido sufrír penurias a cambio de una pizca de placer? ¿Que no es esa la clave de mi relación con Sebastián? Condenarme mil y un veces a las torturas más impensables solo por el premio de saberlo mio, de saberme suyo.

Sebastián ¿como estaría? No puedo decir que no moría de ganas por bajar y ver que tal, pero tampoco quería ignorar las advertencias de Grell, la verdad es que él estaba recuperándose de un disparo y no se hasta que punto mi presencia lo alteraría y eso le perjudique. Le extrañaba, le necesitaba y en esa maldita dualidad, entre mis ganas de verle y el deseo de no interrumpir su recuperación, se me fueron treinta minutos bajo la fría agua.

Por fin salí, casi rejuvenecido, luego de lo mucho que me habían ardido los cortes ahora solo sentía el alivio de mi limpia y fresca piel. Luego de secarme con sumo cuidado repuse las vendas que retiré antes del baño y avance hasta el armario... Demonios, casi había olvidado que lo único ahí eran los camisones, en fin, cualquier cosa era mejor que esa maldita bata. Escogí el más suave, era algo parecido al algodón, pero infinitamente más ligero y de un inmaculado blanco, en realidad parecía una camisa que me llegaba hasta casi la rodilla; por el borde final podía ver parte de la cortada en mi muslo.

Lo demás fue cepillar mi cabello, ver que el color Negro azabache había recobrado su brillo me renovó parte del ego, ahora Lucía mil veces mejor, solo me quedaba algo pendiente... Ir por algo de agua.

En la mesilla de noche había un vaso por la mitad, sin embargo baje con la excusa de que estaba muy caliente para mi gusto, que patético, valiendome de esas pendejadas todo con tal de ir al piso inferior... A pesar de que sabía lo que hacía no me detuve y con la piel crispada por el dolor de ir bajando los escalones llegué por fin a la sala en penumbras.

Recordé otro pedazo de aquella historia, yo salí corriendo luego de verle en la puerta con una chica.. La beso y le dijo que le quería, el corrió tras de mi y me alcanzó en el cuarto. Yo solo tenía ocho años y ya era tan posesivo, no podría decir exactamente como, pero le sentía mío.

Avance lentamente y pronto estuve frente a la puerta de su cuarto, él reposaba tras ellas, el rosto que he adorado desde que sólo era un infante. Comparaba su rostro de veinte años y el de treinta y noto que en realidad no ha cambiado demasiado, a excepción de ese aire solemne y maduro que ahora es pertubadoramente atractivo, su cuerpo cambio un poco más, ahora era más alto, más musculoso, mucho más elegante al andar; me hubiese encantado ver como te transformabas en el hombre que eres ahora... Pero no estuviste, te fuiste...

Y comencé a alejarme de las puertas, adentrandome en la cocina.

¿Podía culparlo? Me dije mientras tomaba un vaso de los estantes y me dirigía a la nevera. ¿Que tanto había pasado esa noche? Esa primera vez que nos tocamos. Yo era un niño... Pero le deseaba, no sabía lo que estaba sintiendo, ni como pedirle que se quedara conmigo, pero el si lo supo, tenía veinte años. Le recuerdo mirándome con ternura, y al mismo tiempo de una forma tan lasciva ¿como es que pude olvidar aquello? ¿como no pude reconocer esos ojos a penas los ví? Y las manos quitandome la ropa y las puntas de sus dedos recorriendome... Lo quería de verdad y en mi inocencia no pude entender que era lo que hacíamos, solo sabía que quería permanecer ahí, con él.

Bebí unos sorbos de agua tratando de recordar, pero en mi mente solo estaban aquellos ojos, en la absoluta oscuridad de nuestra habitación hacía diez años. Me moví de frente a la nevera y avance hacia las puertas de cristal que daban justo al mar, era hermoso. Mi historia no llega al final, recuerdo sentir un delicioso escalofrío y luego no hay nada más en mi memoria, ahora puedo comprender que hizo que me corriera, ¿pero como? ¿En realidad tomaste a un niño de ocho años? ¿A tu sobrino? Si fue así, no me cuesta imaginar porque te fuiste, te debiste sentir como basura... ¿Desde cuando sufres las desventuras de no poder risistirte a mi presencia?

Veía el mar como si fuese a darme las respuestas, como si el pudiese contarme que fue de Sebastián cuando se descubrió poseyendo a un niño. Yo podría estar enfurecido, pero por alguna razón lo único que en relidad detestaba era el hecho de que se había marchado y que jamás volvió, hasta ahora.

La brisa silbaba, era fresca y con el agradable olor a mar, la sentía deslizarse entre mi camisón y mi piel, no pude evitar cerrar los ojos y abandonarme a esa deliciosa sensación.

- No estabas...

Abrí mis ojos de golpe, y me quedé petrificado sin poder siquiera voltear a verle. Escuché con claridad sus pasos acercándose a mi.

- Cuando desperté no estábas. - Dijo a unos centímetros de mí. -

- No deberías estar de pie...

Lo podía escuchar tras de mí, con su respiración...

- Tampoco tú.

- Solo baje por algo de agua... Tenía sed.

Dio algunos pasos más, y sentí sus dedos retirar el cabello húmedo de mi cuello. Todo mi cuerpo se estremeció.

- En el futuro, si deseas entrar a mi habítacion, no te detengas.

Mierda ¿como supo eso?

- No se de que hablas...

- Llevo bastante tiempo sentado en la sala, te vi detenerte frente a las puertas de mi cuarto.

- Pudiste haber avisado que estabas ahí, solo pensaba en sí sería buena idea entrar a a ver como estabas.

Sus dedos subieron por mi cabello.

- ¿Y que pasó?

- Lo mismo que a ti ¿Porque no subiste las escaleras?

Sus dedos se detuvieron y en mi interior sonreí, claro que te conozco.

- La última vez que las subí para buscarte me rechazaste...

- Hace diez años no lo hice.

Su mano se apartó por completo. Maldición, quizás este no era el momento.

- Tú... Lo recuerdas?

- Pude hacerlo, en realidad lo había olvidado, era muy pequeño...

Ya no era tiempo para rectificar mis palabras, ahora que había abierto ese archivo, iría hasta el final. A mis espaldas Sebastián dio dos pasos atrás.

- Nunca sabrás todo el remordimiento que sentí luego de reconocerte en aquella oscuridad.

- ¿Reconocerme?

- Solo veía tus ojos ciel, ojos brillantes, ojos sin edad, aquella noche oscura me olvide de que sólo eras un niño, me mirabas con tal insistencia, con ternura y con firmeza. Cualquiera se hubiera vuelto loco por ti.

- Entonces tomaste lo que quisiste y luego huiste arrepentido.

- Hui porque era un mocoso, no sabía cómo manejar aquello, pero no era arrepentimiento, era remordimiento.

- ¿Cual es la diferencia?

- Me sentía culpable por no arrepentirme...

En mi pecho algo brinco Emocionado, como si me alegraran sus palabras.

- Además nunca tome todo lo que quise.

No dije nada, esta era la parte que quería escuchar.

- Supongo que no lo recuerdas, pero aquello no llegó tan lejos como seguramente imaginas.

- ¿puedo creerte?

- Jamás te hubiese hecho daño, jamás te lo haría.

Que molestia aquella voz herida, me hablaba con tanta culpa, como si aún no pudiese perdonarse y yo no podía evitar sentirme mal por causarle aún más dolor.

- Entiendo que no puedas perdonarme ciel, solo necesito que no dudes de lo que te he amado.

- Siendo así pudiste haberte quedado.

- ¿Y cuanto tiempo crees que hubiese pasado antes de que te hiciera algo peor?

Por algo peor se refiere a...

- ¿Cuantos años habría tenido que soportar hasta que pudiese hacerte mio? ¿Y si crecias y resultabas ser más consciente que yo y concluias que lo nuestro era un error que jamás debió darse? ¿Y si me veías y sólo podías sentir asco? ¿Y si tenía que dejarte ir cuando fueses mayor y llegarás enamorado de alguien más? No hay bala que no reciba por ti ciel, pero si eres tú quien me dispara moriría en el acto. Tu desprecio sería mi infierno terrenal.

Quería escucharlo, aunque parecía algo cruel de mi parte someterlo a ésto luego de todo lo que había pasado, después de lo que había luchado por mi, pero era algo que necesitaba saber, aún cuando su dolor también era parte del mío. Seguía dándole la espalda con ojos fijos en el mar.

- ¿preferiste dejarme a otros marchandote?

- Te entregaste a quienes tu elegiste ciel, eso era algo que sucedería tarde o temprano ¿no es cierto que cuando te dio miedo el rumbo que tomó nuestra relación te fuiste a los brazos de otro hombre? No porque me hubiese quedado hubieses sido sólo mío, y preferí no verlo ¿Puedes culparme por elegir no querer sufrír de esa forma?

- Te culpó por ser un cobarde.

Silencio, casi me arrepentí al instante de haber dicho aquello, fue como apuñalarlo y era muy consciente de lo mucho que mis palabras lo herian. aún así seguí. 

- Y estuviste a punto de volver a hacerlo, me Ibas a dejar ir.

- Te di la opción de hacerlo ¿Que derecho tengo yo de retenerte a mi lado? ¿luego de que en tantas oportunidades me habías rechazado que era lo que debía hacer?

- ¿Y si no tienes garantía de que pueda serte fiel y yo no puedo esperar que tu luches por mi, como podríamos hacer funcionar algo así? ¿Como podríamos seguir juntos?

Ahí estaba el punto más crucial de todo nuestro enredo.

- No podremos estar juntos.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, de tristeza, de rabia. Aquí vamos de nuevo...

- Pero no quiero perderte, aunque la vida nunca me permita hacerte del todo mío. Y si puedes perdoname, y yo puedo hacerme más fuerte, quizás podamos encontrar un punto donde amarnos justo en la mitad de lo que queremos y lo que es posible.

Me gire de inmediato... Y ahí estaba, con una venda que cruzaba su pecho y envolvía el hombro, manos a los lados llevaba un pantalón delgado, descalzo, pero ese no era el punto, el punto eran sus oscuros ojos, melancólicos y húmedos perforandome hasta el alma.  

Ninguno se movió, solo nos veíamos con algo parecido al asombro, pues por primera vez en estos meses, nos volvimos a encontrar, en aquella oscura noche tan parecida a la de hace diez años volví a encontrar al tierno amante que me marcó la vida.

- ¿Me pregunto, como fue que no pudimos reconocernos?. - Musite alarmado por lo claro que podía recordar todo ahora. -

Sebastián avanzó los pasos necesarios como para estar a centímetros de mí, su mano tomó mi mentón.

- Había demasiada luz.

Y sus labios contra los míos sellaron nuestra condena, la terquedad de seguir amandonos con la plena consciencia de que jamás podríamos estar del todo juntos.

Mi espalda sintió el frío cristal de los ventanales contra el que quede acorralado por Sebastián; la palma de su mano ardía contra mi mejilla mientras sus labios se deleitaban con los míos, despacio, como si aquella noche le prometiera ser eterna y todo el tiempo estuviese a su favor. No podía pensar con claridad, me sentía tan vulnerable, no podía reconocer ese gentil y delicado ritmo con el que me besaba. Su otra mano se acercó a mi hombro y poco a poco fue descendiendo segura, firme por mi brazo, despertando cada terminación nerviosa con su tacto. Todo era una cadena de estímulos, mi piel erizada respondía aún más a las yemas de sus dedos y ahora estas se movían por la palma de mi mano, Buscando entrelazar sus dedos con los míos. Estaba completamente sobrecogido y al tiempo que su mano se hacía una con la mía sentí la punta de su lengua acariciar despacio la mía, inexplicablemente moví mi rostro interrumpiendo el beso, no entendía que me sucedía, estaba casi avergonzado, me sentía arder entre su pecho y el cristal a mi espalda, solo pude agachar mi rostro.

- No hagas eso por favor...

Sentí su otra mano acariciar mi rostro y se inclinó lo suficiente como para clavar sus ojos en los míos. Se acercó despacio a mi boca y con un breve beso fue alzando cara de nuevo.

- No te apartes de mí.

- Estas actuando muy extraño...

La punta de su nariz rozó mi mejilla y siguió subiendo hasta mi cabello, donde inhalo despacio, casi como si tratara de respirarme.

- Esta vez si voy a tomar todo lo que quiero.

Levanté mi rostro y le miré con el alma revuelta entre nervios y ansias, casi con inocencia esperando a que fuese el quien diera el primer paso ¿Que diablos pasaba conmigo?

Beso mi frente y con cautela fue recorriendo mi cara sin apartar sus labios de mi piel, que pronto estuvieron contra los míos.

- Y esta vez no se nos olvidará jamás.

Su brazo me rodeó por la cintura y me apretó contra el. 

- Dejame Quedarme en tu memoria ciel y permite que te lleve en mía. Permiteme tenerte está noche, para sufrír tu ausencia cuando me faltes.

De nuevo su mano subió a mi rostro, me acariciaba con ternura y deseo mientras que hablaba con sus labios rozando mi piel, recorriendome con delicadeza.

- ¿Y que necesitas?

- Que me lo entregues todo.

Estaba totalmente embriagado por sus palabras, por sus caricias ¿es que ya no te lo he dado?

- Ahora que entiendes lo que pasó hace años, ahora que puedes juzgar lo que ha pasado estos meses, ahora que eres un hombre y sabes exactamente de que se trata todo ésto, te pido Egoistamente que me elijas. Dejame amarte está noche y luego sufre conmigo el adiós. 

Sebastián beso mi frente y me soltó para retroceder algunos pasos. Sus ojos brillaban esperanzados esperando mi respuesta, necesitaba saber que esta vez no estaba seduciendo a un niño y necesitaba decir las cosas tan crudas y dolorosas como eran para que no hubiese mentira alguna entre nosotros. Ambos tendríamos que separarnos, eso lo sabíamos, lo único que nos quedaba era la inmensidad de esta noche, para elegir que llevarnos del otro en la memoria.

Le vi sufrír mi tardanza, reducido solo a deseo y ansiedad, pero no había nada que temer; Yo no quería más en ésta vida, que poder romperme el corazón a voluntad con su recuerdo.

Sentí que aquella era la noche más importante de mi vida, era como un compromiso, para unir por siempre a quienes jamás deberían estar juntos.

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Todo mi cuerpo se estremeció cuando ciel comenzó a desnudarse.

La tela fue deslizándose por su cuerpo y revelando su anatomía, la Inmaculada piel, aún estando herida no dejaba de ser perfecta, todo el y toda su esencia. Pronto su sexo estuvo al descubierto, su abdomen, su pecho al final la prenda quedó arrojada en el suelo y algo dentro de mi ardía de ganas por poseerlo.

Ciel me veía con sus intensos ojos azules, había dejado de lado parte de su fiereza natural y ahora estába casi ruborizado mientras me permitía deleitarme con la visión de su esbelta figura. Cada músculo definido con delicadeza, él sin duda algúna era arte.

La poca luz de luna que pasaba a través de los cristales intensificaba cada detalle, su cabello Negro como el ébano, sus ojos azules, y su piel porcelana frágil... No pude evitar exhalar todo el aire en mis pulmones mientras le contemplaba totalmente excitado, era sin duda el más amado hijo de afrodita y yo un simple mortal sin más opción que rendirme ante su erótica presencia.

Ciel avanzó, y sus manos tocaron mi abdomen recorriendolo despacio. Podía sentir su fragancia, lo miraba enloquecido por tenerlo mientras sentí sus labios en mi pecho que subía y bajaba furiosamente con mi respiración.

- Estás muy lastimado...

Dijo concentrado en mi hombro herido, con una voz casi preocupada. Me incliné lo suficiente como para hablar en su oído.

- No es nada.

Le note temblar al sentir mi aliento, todo su cuerpo me estaba llamando. Entonces sus ojos y los míos se encontraron y una de sus manos rodeo mi cuello.

- Después de ésta noche, no habrá cuerpo en el que puedas refugiarte si es que intentas reemplazarme. 

Su mano me apretó con fuerza, casi dejándome sin aire. Esa era la fiera belleza que me había sometido, me seducia con los mismos ojos con los que me amenazaba. Lo levante con suavidad y sus piernas envolvieron mi cintura, avance y deje su espalda reposar en la pared y su trasero se acomodó sobre mi erección. Ciel se estremeció al sentirme y echó la cabeza hacía atrás ofreciendome su cuello, tan apetecible me dispuse a devorarlo, recorriendolo con mi lengua y mordisqueandole.

- No me tortures más ciel.

Su piel era seda que se crispaba con cada roce de mi cuerpo, temblaba excitado en mis brazos mientras recorría sus clavículas con mi lengua. Su mano apretaba más mi cuello, y yo subí succionando cada espacio hasta su mentón. Ciel inclinó su cabeza hacia mi y entonces me beso, como solo el podría...

- Hazlo y jamás olvides el placer que sólo yo puedo darte.

Su mano soltó mi cuello y respire aquel aire viciado de deseo, ciel era toxina que entraba a mi sistema a través de todo mi cuerpo, su voz en mis oídos, su fragancia que saturaba mi olfato, su gusto en mi boca, su esencia que se diluia y penetraba mis poros. Tenía éste infernal amor calandome los huesos.

Yes, my lord.

Lo sujete con firmeza y le separé del cristal, sus manos estaban aferradas entre mi cabello mientras nos besabamos despacio... Llevaba su desnudez entrelazada a mi cuerpo y avanzaba hasta mi habítacion.

Ciel se estremecía mientras una de mis manos recorría su espalda, hasta su trasero, bajando por su muslo. Tenía tantas ansias de tocarlo, de sentirlo. Cruce la puerta y pronto estuve frente a la cama dónde le acomode.

  Ahí estaba, entre mis sábanas y no dude ni por un segundo que la mismísima Venus de milo se reduciría a cenizas muerta de envidia, incluso la luna extendió su luz en mi habitación lo suficiente como para acariciar su piel.

Pude notar su rostro ruborizado, ciel tenía debilidad por mi mirada y yo permanecía al pie de la cama, devorandolo con mis ojos...

- No sigas.

Era fuerte, pero de vez en cuando se escapa algo de su inocencia y esconde su rostro para que no pueda verle del todo. Puse mis dedos al borde de mi pantalón y lo baje hasta Deshacerme de él por completo. Ciel giró de nuevo hacia mi, más ruborizado aún, pero sin dejar de mirarme. Despacio fui acomodandome sobre el.

Aparte el cabello de su rostro y besé su frente.

Me veía con ojos entrecerrados ya has follado con muchos ciel, pero ésta noche será como la primera.

Seguí bajando por su rostro hasta llegar a su boca, mis labios acariciaron los suyos y sentí sus dedos entre mi cabello. Su lengua comenzó a recorrer mi boca y no pude negarme a corresponderle. Sentí como mordió suavemente la punta de la mía y sólo pude apretarme más contra su cuerpo, entonces sus manos fueron a mi espalda marcandome con sus uñas, no pude evitar arquearme con gruñido placentero separando nuestro beso que dejó a mi agitado ciel respirando con dificultad y un hilo de nuestra saliva en la comisura de sus labios, nunca en tres décadas de vida había tenido tantas ganas de penetrar a alguien.

Tan hermoso como diabólico ciel me apretó con sus piernas e instintivamente moví mi pelvis contra la suya frotando nuestras erecciones separadas solo por la tela de mi bóxer; está vez fue el quien gimio, suavemente y yo solo pude exhalar casi aturdido, a punto de perder todo mi autocontrol. Le besé con más fuerza de la que hubiese querido, como si intentara sofocar está maldita sed de él que me estaba destruyendo.

- ¿Que es lo que has hecho conmigo?. - Susurre mientras me separaba de su boca y me alojaba en su cuello. -

Sus uñas se enterraban en mi espalda mientras mi lengua y labios le succionaban... Lo quería todo, absolutamente todo quería devorarlo, sin que quedara nada, quería fundirme con el y así aquietar este infernal deseo.

Su pecho... Mis manos acariciaban cada una de sus costillas mientras que le mordisqueaba con diligencia, sus tetillas rígidas respondían a mis atenciones. Muerto de ansiedad recorrí el camino desde el centro de su pecho hasta su ombligo con mi lengua, sentía su agitada respiración y desde mi lugar su rostro Lucía perdido, perdido en un limbo de placer. Antes de darme cuenta estuve en su pelvis, bajando por su vello fino y tentador hasta que su erecto miembro estuvo frente a mi.

Lo tome entre mi mano y con mi pulgar presione su glande, todo su cuerpo se tenso en la dulce agonía, su fluido como néctar emanaba humedeciendolo por completo, estaba a punto de correrse.

Mi lengua recorrío su miembro, casi de inmediato lo succione con mi boca, empapandolo con mi saliva, mezclándose con su sustancia. Sus manos tiraron con fuerza de mi caballo, de inmediato me detuve. 

Ciel respiraba con fuerza por su boca, en el total descontrol del extasis y entonces con fuerza le tome por los muslos separando sus piernas, abriendole completamente para mi; Empapada con el rastro de su excitación y mi saliva, la estrecha entrada de ciel clamaba ser penetrada y sin mayor preámbulo uno de mis dedos le profano... Suave, ardiente, su interior me recibía y se contraia absorbiendome, atrayendome cada vez más con cada embestida.

- Basta...

Casi enmudecido mi irresistible amante aún se resistía a reconocer que no hay más placer que el de nuestros cuerpos juntos. Mi otra mano sujeto de nuevo su pene para masturbarlo con suavidad y al tiempo en que un segundo dedo irrumpió en su cuerpo, su espalda se volvió un arco, su respiración un gemido que erizo cada milímetro de mi piel y su excitación un orgasmo que se esparció por su abdomen y cuyas últimas gotas bajaron por mis nudillos... Ese rostro, que me observa satisfecho y a la vez insaciable.

Se acaba de correr pero su miembro no deja de estar erecto, excitado, esperando lo siguiente, pero antes recorro su muslo con mis labios, sigo el trazo de una larga cortada, que sacrilegio marcarle así, pero no puedo concentrarme en eso, mi mente está nublada por completo y sólo puedo pensar en hundirme entre su carne.

Ya no puedo esperar más, busco con desespero mi lugar entre sus piernas. Ahora mi mano apartaba el bóxer, lo suficiente como para que mi miembro se alzara imponente frente a la entrada de ciel. Lo sostuve con firmeza y lo guíe sin titubeos, hasta que sentí su calor en mi glande, entonces me detuve...

Ciel aferro sus brazos a mi cuello y me acercó para besarme, aún lo notaba exhausto, luchando por restablecer su respiración, sin embargo el sabía bien lo que quería... Sentí como levantó sus caderas haciendo presión contra mi pene, aunque no la suficiente como para que entrara y entonces pude ver las ansias desbordarse.

- Hazlo de una vez...- susurro contra mi boca. -

Y me dejé ir dentro de él.

Cada centímetro de mi virilidad le penetró con firmeza mientras que ciel se arqueaba bajo mi cuerpo, mientras se aferraba a mi cuello... Su rostro no mentía, podía sentirme en lo más profundo de su ser. Con una de mis manos sujete su rostro, y le obligue a mirarme. Me moví y de nuevo saque mi miembro, estaba extasiado viendo como se desesperaba por sentirme, como me seducia con sus besos y caricias, como sus caderas se ajustaban a mi con sus lascivos movimientos. Intentaba safarse de mi mano para que no le viera, pero no le dejaría, no me privarias el placer de verte así, solo yo puedo poner esa deliciosa expresión en tu cara. De nuevo entre y a mitad de camino salí por completo de él. Sus ojos perdidos se cerraron.

- Sebastián... No sigas...

- Abre los ojos y mírame.

El obedeció.

- ¿Que No siga que?

- No... Lo saques...

Le besé con ternura mientras me adentraba nuevamente en su interior, esta vez para permanecer ahí. Me movía con intensidad, alzaba mi rostro para tomar bocanas de aire, sentía que me asfixiaba, que mi pecho se abriría cortado por mis gemidos que hacían coro junto a los de ciel. Su calor era enloquecedor, y mis caderas tomaron un ritmo casi frenético... Le penetraba con fuerza y sus manos se apretaron en puños contra mi. Sus gemidos se desenfrenaron, sus dedos arañaron mi pecho y su interior se contrajo hasta fracturar mi límite, sofocando mi carne; al tiempo que ciel llegaba al clímax, yo me venía en lo más profundo de su ser sin poder dejar de embestirlo, hasta que sin aliento me desplome luchando por no aplastarlo con mi peso.

Sofocaba mis toscos gemidos contra la cama y me enloquecia la idea de que ciel estaba por completo lleno de mi, hasta lo más profundo. Gire un poco y pude verle con los ojos humedecidos, pelear contra sus gemidos tratando de respirar... Era imposible imaginar algo más excitante que el rostro de satisfacción de ciel. Me acerque con su guardia baja y le besé mientras lo penetraba levemente, su interior estaba totalmente empapado de mí. Pronto sentí que se ahogaba, me separé y respiró con fuerza, nuestra saliva seguía como un fino hilo deslizándose por su mentón. Tan provocador ¿como no podría yo desearlo si era el quien me incitaba? su cuerpo me apretaba tan lascivamente en su interior y su ojos me exigían más... acerque mi frente a la suya, ciel bajo su mano desde mi mejilla, por mi cuello, hasta mi pecho jugueteando con las gotas de sudor que se deslizaban por mi abdomen.

- Dilo de nuevo ciel.

Ciel comprendió de que hablaba y sus pupilas se dilataron. Sentí su rodilla empujar suavemente mi cadera y siguió haciéndolo hasta que fui yo quien quedó acostado en la cama. Ciel se colocó sobre mi besando mi pecho, mis hombros, recorriendo mi mandíbula con su lengua, besándome... Dentro de él toda mi virilidad permanecía erguida, anhelando el roce de su movimiento.

Mis brazos lo rodearon y una se mis manos quedó en su trasero y la otra en la parte baja de su espalda. Seguía besándome y yo apretaba una de sus nalgas con fuerza, sin poder aguantar más alce mi pelvis en un movimiento seco que clavó mi miembro por completo en el, estaba desesperado por que comenzara; de su boca salió un quejido y sentí su piel erizarse, me dio otro beso y entonces se levantó con sus manos en mi pecho y comenzó la dulce danza de su vientre que dejaba todos mis sentidos en jaque.

Toda mi piel se crispo y un sudor frío me recorrío al sentir su interior devorarme. Ciel se alzaba majestuoso y mis manos sostenían sus caderas, subía y bajaba despacio deslizándose por mi pene que endurecido hasta el límite lo penetraba sin titubeos. Se dejaba ir sobre mi cada vez usando un poco más de su peso, dejándome llegar más profundo dentro de él, pronto cada centímetro de mi se acomodó por completo en su interior, el silencio en la habitación fue pronto interrumpido por sus suaves gemidos. Mis ojos se entrecerraban y respiraba con dificultad abandonado por completo a la técnica de mi amante, aquel placer insoportable me llevaba a un limbo extasiado.

Incapaz de soportar más, mis manos le guiaron para aumentar el ritmo, casi al instante los gemidos que parecían murmullos, se escuchaban con toda claridad, una erótica sinfonía. Ahora ciel cabalgaba desenfrenado sobre mi, su rostro se enrojecia por la fatiga y mis manos en su cintura comenzaron a sentir las finas gotas de sudor. Me incorpore quedando sentado y mis manos fueron cada una a sus nalgas apretandolas con fiereza, mientras me dedicaba a saborear su cuello. Su trasero subía y bajaba obedeciendo a mis manos engullendome por completo, haciéndome chocar contra su vientre una y otra vez. Se aferró con fuerza a los músculos en mi brazo clavandome hasta las uñas y su otra mano sujeto mi mandíbula para arrancarme un violento beso en el que se confundían nuestras enloquecidas respiraciones. 

- Te amo Sebastián... -declaró contra mi boca. -

Me sentí a punto de explotar y una especie de electricidad me recorrío, le sujete por los muslos y me levante de la cama sin separarnos.

Con furia su espalda chocó contra el ventanal de mi habitación. Estaba desquiciado, y lo embestia Sin consideración alguna. Sus dedos se clavaron en mi nuca, atrayendome más hacia él mientras permanecía suspendido en mis brazos recibiendo mis estocadas. A su espalda el cristal amenazó con quebrarse al dejar ver una grieta.

No pude pensar en aquello, estaba frenético y ciel gemia contra mi mandíbula apretandome más contra el, su interior se contraia al rededor de mí y aquella sensación me cegaba, me aturdia, era una insana necesidad de sentirlo mio, de poseerlo más allá de todo límite.

- M... Más... Sigue...

Las grietas comenzaron a multiplicarse en el cristal contra el que ciel chocaba al recibir las fuertes embestidas con las que se tensaban todos mis músculos.

- Me... Ven...go

Un último coro de gemidos resonó con furia en toda la habitación y ciel tembló en tensión entre mis brazos al correrse, mientras que yo sucumbia a su interior contraído y me dejaba ir por completo. Mis piernas casi flaquean al tiempo que todo mi semen le inundaba por segunda vez.

Retrocedi con ciel en brazos sentandome en la cama, sus ojos que se habían puesto en blanco ahora volvían a la normalidad. Pude besarle con suavidad mientras sentía el sudor bajar por mi frente, mis brazos lo rodearon y los suyos a mi...

- Te amo ciel.

Su mano acaricio mi mejilla y su nariz rozó la mía... Ese acto, tan delicado y tan sutil estuvo a punto de partime el corazón.

- Leí en un libro que eso hacían las parejas enamoradas. -Sonrió. -

No pude evitar reírme por su comentario, mientras permaneciamos abrazados.

- ¿Así que somos una pareja enamorada?

- Esta noche soy tuyo de la forma en que  más quieras. -Dijo sonriendo. - 

Y estremeció toda mí alma con aquellas Tranquilizadoras palabras, esta noche era mío, y al menos por esta noche, todo era perfecto.

En mi odio susurro...

- Hazme el amor así de nuevo.

Y comencé a saborearlo desde el principio.


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