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Punto de quiebre por malugr

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Notas del capitulo:

Mil años despues, por fin estoy de vuelta. No saben el gusto que me da estar en cama relajada y volver a escribir, es algo super reconfortante despues de lo terrible que ha estado la universidad y aunque las vacaciones no solucionan los problemas personales, al menos me liberan muchisimo de tanta evaluacion y eso me deja con bastante mas tiempo. Me he sentido bastante culpable por no haber finalizado ya el fic pero bueno, la vida y sus cosas. Escribi esta primera parte tan rapido como pude, me ha ganado bastante la emocion de volver asi que espero que este bien y que le guste y al estar de vacaciones la historia deberia estar terminada esta misma semana; La pregunta del millon de dolares es ¿Debo hacer el siguiente fic con esta pareja? la verdad es que tengo una idea retorcida y le he agarrado aun mas cariño a este par asi que no se ¿que piensan ustedes? espero leer sus criticas comentarion y opiniones y que esten super bien. Gracias por el apoyo, la espera y la compresion.

 

 Saludos!

                                         - 8 años después -

 

 Avanzaba a toda prisa por la calle mientras planificaba el poco tiempo que me quedaba antes de la boda.

 La noche anterior había sido la celebración y como siempre se extendió mas de lo debido, ahora entiendo que las despedidas de soltero deberían hacerse noches antes y no justo la anterior a la boda... que maldita resaca. 

 Mi celular sonaba incansablemente pero me había quedado ya sin excusas, así que decidí no contestar y simplemente llegar, no tengo duda de que mi madre debe estar a punto de sacarme los ojos... Es muy tarde, pensé mientras vi mi reloj que marcaba las 3:30... 

 Encendí el coche y salí a toda prisa del estacionamiento, fijándome en el retrovisor noto que tengo ojeras y la sombra de algo de barba, esto es una maldita pesadilla. Una vez mas el teléfono suena y repica en todo el coche, atiendo marcando el botón del volante. 

 - Dígame

 - Ciel... ¿se puede saber donde demonios estas? 

 - Lo se maldición, lo se, necesitaba conseguir algo antes.

 - Necesitaras conseguir una cirugía si no llegas ya ¡La novia esta enloqueciendo! No saldrá del coche hasta que llegues.

 - Dile que por el amor de dios que no complique mas las cosas y haga lo que tiene que hacer, estoy a minutos de llegar.

 - No le diré un demonio, me arrancara la cara, apresúrate y punto.

 - Ok.

 Tranco la llamada y acelero el camino esta despejado y agradezco a todos los cielos, solo dios y yo sabemos lo desquiciada que puede ser esa mujer cuando las cosas no salen bien.  Mientras conduzco a toda prisa arreglo la corbata y me doy cuenta de lo ridículo que debía de verme corriendo por toda la calle con este excesivo traje, pero en fin hay cosas que hay que hacer... Observo al asiento de copiloto y veo el sobre que acabo de recoger y me estremezco, mis manos aprietan el volante y estoy tan colmado de emociones que me obligo a ver el camino con mas cautela, en vez de una boda sera un funeral sino me concentro.

 Estando a minutos de llegar recibo una llamada, oficina, y sin dudar atiendo.

 - Digame.

 - Señor soy Mery.

  Mi secretaria algo avergonzada, seguro piensa que ya estoy ocupado.

 - Lamento llamarlo ahora, quería confirmar que había ido a buscar los billetes... Acaban de llamarme para decir que fueron retirados.

 - Si Mery, te dije que los buscaras pero preferí ir yo.

 - ¿no debería estar en la...?

 - Si claro, estoy en camino, solo quería hacerme cargo de eso yo mismo. ¿Haz resuelto ya lo de mis cosas?

 - Si señor, esta tarde empacare lo que falta y luego sera enviado todo a la dirección que ordeno.

 - Excelente, entonces te dejo. 

 - Hasta luego señor.

 Colgue la llamada y respire aliviado, las mudanzas también son siempre un desastre. Los apartamentos de solteros parecen vacíos y llenos de cosas sin importancia pero al comenzar a ordenar todo te das cuenta de que realmente no es así, llevo un mes organizando miles de cosas, y siento que aun faltan mil mas. la ultima vez que me mude fue de casa de mi madre hace unos cuatro años y no puedo creer que de nuevo vaya a vivir con alguien... Francamente estoy aterrado. 

 Inmediatamente diviso el lugar a varios kilometros veo la limusina y asumo que debe seguir alli, se lo muy obstinada que es asi que puedo apostar mi trasero a que ahi esta, deseando solo asesinarme. Recibo otra llamada.

 - Dime por el amor de dios que eres tu el del coche negro.

 - Pues claro que lo soy.

 - Ella pregunta que si esta todo listo 

 - ¿ como diablos voy a saberlo? no he ni estacionado.

 - Mas te vale que apresures y le digas a todo que se organicen o nos aniquilara.

 - Lo se diablos, dame 15 minutos y todos estaremos listos.

 Con una violenta maniobra estaciono el coche en la calle de enfrente, sostengo una bolsa de ropa y el sobre con los billetes de viaje y salgo a toda prisa del coche lanzándome hacia la calle. Agradezco que es un sitio rural de poco transito, sino seguramente me habrían atropellado.

 La iglesia tiene un mágico aire y la luz la baña de manera exquisita, mientras corro hacia ella admiro las sendas de arboles y los amplios jardines, es un lugar magnifico. 

 Vuelvo a la realidad y en la entrada veo a cualquier cantidad de invitados, bromeando, fumando y pasando el rato, al menos ellos no están preocupados por la hora, por su puesto, nos conocen bien. Corro aun mas rápido al llegar a la acera y entonces varios me dedican una mirada... 

 - Ciel ¿Donde has estado? 

 - Estaba encargándome de algo pasen todos esta por comenzar.

 A toda prisa se apagan cigarros y corren invitados al interior de la iglesia, mientras ellos se ubican en sus asientos yo me dispongo a subir a las habitaciones donde están los padrinos y algunas de las damas de honor. Observo las preocupadas caras pero me adelanto a sus preguntas...

 - ¿Donde diablos esta Bob? 

 - Maldición .- Exclama una voz dentro del baño del cuarto.-  Gracias a dios que estas aquí.

 Bob aparece, un corpulento hombre de 1.80 canoso, 57 años de edad, avanza hacia mi mientras la angustia en su rostro va disipándose. 

 - Lo siento, tuve que buscar otra cosa antes de venir.

 - Por un minuto pensé que me casaría sin anillos.

 Todos en la sala nos reímos.

 - Nada de eso, tómalos. 

 - ¿Donde esta tu madre ciel?

 - En la limusina, esa mujer es insufrible, dijo que no bajaría hasta que yo llegara.

 - ¿Le dijiste que fui yo quien olvido los anillos?

 - Por su puesto que no, no desataría esa furia sobre ti. Si en condiciones normales actúa como loca no quiero pensar que hubiera echo hoy que esta por casarse.

 - Demonios Ciel te debo esta. 

 - Solo apresúrate, le dije que estaríamos listos en 15 minutos.  

 Bob me estrecho en un abrazo y todos nos dispersamos, a prisa avance con la bolsa de ropa a través de los pasillos buscando algún baño disponible. 

  Todo era un caos con decenas de personas corriendo arreglando sus trajes, vestidos, maquillajes, peinados, sentí que no habría ni un solo lugar disponible pero entonces encontré cuna pequeña habitación con su puerta medio abierta. Avance con cautela y la vi vacía, sencilla y sin ningún decorado especial como era de imaginar pero tenia algo que inspiraba paz y frescura... la pequeña cama pegada a la pared derecha con sabanas blancas, una sencilla mesita de noche a su lado y una pequeña cómoda de madera antigua en la pared contraria era todo el mobiliario con el que contaba la acogedora recamara cuyo mayor encanto era el tierno balcón por el cual soplaba la divina brisa primaveral que aliviaba un poco el calor de mi estresante y agitado día. Blancas cortinas danzaban graciosamente dejándose llevar por el soplido del viento obstruyendo un poco la visión, pero sin duda eran parte del encanto y antes de poder correrlas para apreciar la vista tras ellas recordé que mi tiempo era limitado y junto a la cómoda vi la pequeña puerta del que seria el baño. Saque una toalla y la apoye junto al lavabo mientras me lavaba la cara tan rápido como podía, estaba sudando y se que mi madre me mataría si llegaba a arruinar sus fotos. Me deje calmar por el agua fría y sin duda me sentí agradecido por el silencio y la paz. 

 Mi madre conoció a Bob en su trabajo, el es otro editor que entro a su compañía hacia algunos años, antes de que me diera cuenta estaban saliendo y pronto estuvieron comprometidos. Al principio fue sumamente extraño, ver a tu madre enamorarse de alguien y verla iniciar otra vida es algo inusual, pero ciertamente me complace verla feliz, saber que aunque yo me marche ella tendrá alguien para cuidarla... Bob sinceramente es un tipo ejemplar y no podría desear algo mejor para ella. 

 Tome la toalla y me seque, el rostro, luego saque de la bolsa lo necesario para arreglar un poco mi cabello que con las prisas había comenzado a alborotarse, lo peine con firmeza hasta que el reflejo en el espejo me dio el visto bueno. Una ultima arreglada a mi corbata y una ojeada a mi reloj... Aun tengo cinco minutos, seria genial tener cigarrillos. Deseche el pensamiento y simplemente guarde mis cosas en la bolsa. 

 Abandone el baño y apoye mis cosas sobre la graciosa cama, que parecía mas la de un niño que la de un adulto, sin embargo quizás nadie durmiera aquí, esto esta lleno de habitaciones que en su mayoría no son ocupadas y a juzgar por la poca cantidad de cosas y la falta de artículos personales, lo mas probables es que nadie la utilizara. Aspire el aire delicado que inundaba la habitación y entonces saque el sobre de mi bolsillo... Ahí estaban ambos billetes...

 Los sostuve entre mis manos con delicadez suprema y sentí el calor de mi alma arder con fuerza... Luego de tantos años, al fin había llegado el momento. Cualquiera pensaría que un hombre de 26 años no debería temblar emocionado por algo tan simple, pero para mi no habla nada de simple u ordinario en aquello, para mi era la culminación de todo lo que había querido y por lo que había luchado. En los pasajes pude ver el destino "Japon-Tokio" y mi corazón dio un vuelco. Una nueva vida...

 Por unos instantes no hice mas que mirarlos, hasta que de nuevo recordé que aun había cosas por hacer, no era tiempo de fantasear.

 Avance varios pasos hasta la gastada puerta y puse mi mano en la cerradura mientras apretaba el sobre contra mi pecho...  -Tan solo unas horas mas Ciel-. Me dije a mi mismo mientras me convencía de girar la manilla y abrir la puerta. - unas horas mas y finalmente habrá terminado... y todo podrá comenzar... -.

 - Sebastian...

 Murmure al tiempo que mi muñeca giraba con el pomo de la puerta... Pero desde el balcón...

- La ultima vez que te vi usando un traje...

 Resonó la potente voz a mis espaldas.

 - Fue hace tres años, el día de tu graduación.

 En mis venas la sangre se congelo, y mis ojos abiertos de par en par voltearon para buscarle, si, a EL, al dueño de esa voz, la misma que hace poco mas de ocho años me entumeció los sentidos mientras yo aguardaba en aquella sala esperando, sin saber, al que era el amor de mi vida. 

 Me sentí al borde de asfixiarme y luego pude ver su silueta, una esbelta sombra tras las blancas cortinas que seguían danzando al compás del viento. Mi corazón arranco de nuevo y ahora me quemaba con cada lento y cauteloso paso que daba hacia el fino telón que nos separaba. Imito mis movimientos y casi pensé que alucinaba, pero no, era su andar, era el caminar de sebastian michaelis.

  Ambos nos detuvimos ahí, en el punto exacto hasta donde las cortinas nos limitaba a solo vernos la silueta, pero le sentía respirar, y entre el gentil silbido de la brisa podía escuchar el palpitar desbocado de nuestros corazones. Vi con la emoción de un niño como su mano se alzaba y salia del blanco manto de telas buscando mi rostro. Cerre los ojos y sentí el calor de su tacto, lo recordaba bien, tan bien, yo recordaba mas la yema de sus dedos que a mi propio reflejo. 

Se pasearon dos de sus dedos desde mi mejilla hasta mi mentón y sólo podía sentí la piel arder, la fría brisa de pronto me quemaba los pulmones.

- ¿recuerdas ese día?

Me dejaba ir con el sonido de su voz que era como un sedante, hechizado por completo mis ojos se negaron a abrirse mientras le escuché dar dos pasos hacia mi.

Yo asenti a su pregunta.

- Lo recuerdo. - Musite. - Llegaste tarde.

Sebastián río.

- Así fue.

Una de sus manos se deslizó por mi cintura y aún a través del traje sentí su calor.

- Recuerdo llegar corriendo y justo cuando entré dijeron tu nombre...

Se apretó más contra mi y sus labios besaron mi frente.

- La multitud aplaudía, gritaban y festejaban... Pero yo no pude hacer otra cosa más que mirarte. Pensé que uno se enamoraba solo una vez en la vida y estuve a punto de asfixiarme al darme cuenta de que me había enamorado de mil formas diferentes, pero siempre de ti.

Inconscientemente mi manos subieron hasta su pecho aferrandome a su camisa.

- Mírame...

Aún sin poderme ver a mi mismo sabía que estaba totalmente ruborizado, agitado, tan estremecido que fácilmente pude haberme desmayado... Abrí mis ojos... 

Sebastián me observaba con una ternura embriagadora, ahí estaba, llevando las pulsaciones y mi ritmo cardíaco al límite. La luz de la tarde entraba y le bañaba por completo, el no había cambiado ni un ápice, tan imponente como hacía unos meses, como hacía ocho años.

Me sonrió con sutileza mientras su pulgar acariciaba mi mejilla, y yo solo pude temblar avergonzado.

La blanca tela de las cortinas danzaba a nuestro al rededor mientras el olor de las silvestres flores invadió todo el lugar. La atmósfera combinaba la emoción con la ternura y todo era como una melodía que arrullaba el alma, luego de la espera por fin estábamos ahí, frente a frente, para no volver a decir adiós.

- ¿En que piensas?

algo parecido a una risa avergonzada escapó de mis labios.

- ¿Que?. - Se río el. -

- Nada. - Dije haciendo una pausa mientras subía mi mano para acariciar la suya aún en mi mejilla. - Pensaba en que han sido unos cuatro meses muy largos sin ti.

Su rostro fue acercándose al mío y mis humedecidos ojos se entrecerraron...

- Lo sé. - Susurro rozando mis labios. -

Nuestras bocas se unieron en un profundo beso, de esos que alborotan hasta el alma. Despacio sus labios fueron seduciendo a los míos, saboreandolos con determinación... Su brazo me rodeó por la cintura, juntandonos y levantandome ligeramente del suelo.

Sebastián hizo una pausa y apartó su rostro del mío.

- ¿Son esos?. - Dijo mientras veía los boletos que aún sostenía en mi mano. -

- Si, los tengo.

- Pensé que no los tendríamos hasta mañana.

- No pude esperar más... -Susurre intentando disimular mi Emoción.-

Está vez Sebastián se acercó para besarme hasta quitarme el aliento. Nuestras lenguas se recorrían con intensidad y deseo, mis brazos rodearon su cuello y con un impetuoso movimiento Sebastián me alzó en brazos.

Me recostó en la mullida cama y yo no podía dejar de aferrarme a él. La saliva escapó por la comisura de mis labios mientra su boca busco mi cuello y con sensualidad fue saboreandolo.

Mi mente se nublaba con cada caricia y cada roce de sus labios, mi cuerpo incapaz de rechazarle solo podía sucumbir ante sus deseos. Su mano buscó la mía y beso la palma y la punta de cada uno de mis dedos, lamiendolos mordisqueandolos con suavidad...

- Ciel, pideme que pare ahora o no podré hacerlo luego...

Lo miré perdido en mi propio limbo de ansias y deseo, clamando por ser suyo, fulminado por el calor que emanaba de nuestros excitados cuerpos.

- No quiero que te detengas. - Susurre contra su mandíbula. -

Lo único que escuché fue el aire abandonar sus pulmones como en un aullido y con violento desespero me giró, dejando mi pecho contra la cama y levantando mis caderas. Su cuerpo sobre el mio me cubría totalmente y su respiración quemaba mi nuca.

- Conseguirás que me vuelva loco...

Su pelvis se apretó contra mi trasero y pude sentir su hombría ansiosa por poseerme. Su lengua recorrío mi oido y un escalofrío me atravesó como electricidad. Su mano bajo, deslizándose por mi abdomen hasta llegar a mi cinturón... Sebastián lo abrió con agilidad y en un instante sus dedos avanzaron entre la tela de mi bóxer. 

Un gemido escapó de mi al sentir su mano rodear mi pene. Lo sostuvo con firmeza mientras uno de sus dedos acariciaba mi glande.

- Tan húmedo... -Susurro contra mi oído. -

Palpitaba entre su mano y mi cuerpo se estremecía, no podía contenerme, respiraba con fuerza contra la almohada sofocando mis gemidos.

- Quiero... Ve... Ve...nirme...

Comenzó a masturbarme y todo mi cuerpo se tenso, Sebastián besaba mi nuca, sentía su lengua, su saliva, su brusca respiración y el palpitar de su miembro contra mi trasero. Estaba por completo en mi límite...

De pronto las voces de un agitado grupo comenzaron a acercarse. Sebastián se detuvo.

- ¿Dónde están?... Ya todo está por comenzar!

- No lo sé Sebastián debería estar por aquí

- ¿alguien puede llamar a ciel?

Nos incorporamos en la cama y sin aliento luche por acomodar mi ropa. Estaba terriblemente desorientado...

- Maldición, lo siento ciel, no debí... ¿Estas bien?

Asenti aturdido, pero consciente de que aquello tendría que esperar. Uno de sus dedos limpio mi mentón y luego arreglo mi corbata

- Hay que salir...  

- Lo sé. - Susurre algo agitado. -

Sostuvo los billetes y los metió dentro de mi bolsillo.

- Te compensare...- Dijo mientras me ayudaba a levantar. - Tendremos mucho tiempo...

Mi respiración volvía a su normalidad y entonces sonreí y asenti... El tenía razón, todo el tiempo del mundo.

- Vamos.

Y entonces abandonamos la habitación.

De inmediato nos encontramos con el grupo que estaba a unas tres habitaciones de la nuestra.

- ahí están, apresurense ya está todo listo.

- ¿Que diablos hacían?

- Saludarnos. - Dijimos los dos. -

- Vamos vamos, ya no hay tiempo para esto.

Y a toda prisa avanzamos por los pasillos, camino al altar. 

----

La multitud había ocupado sus asientos. 

 Sebastian estaba a mi lado, eramos padrinos junto a dos hermanos del novio. Al otro lado del altar cuatro mujeres eran la damas de honor, me divertía ver lo incomodo que lucia sebastian tratando de evitar la picaras sonrisas de las solteronas mujeres. 

 - Me parece que ha sido todo un éxito tu atuendo.- susurre cubriéndome con su hombro.- Estas causando estrago en las damas.

 Sebastian rió con suavidad y con disimulo se inclino para susurrarme algo también.

 - No creo ser el único que este triunfando.- y miro hacia uno de los bancos.- Tu también tienes lo tuyo.

 En el banco dos mujeres de unos treinta años se susurraban con risitas mientras me veían con intención. 

 - Son guapas.- Susurre.- 

 Sebastian me miro como si me comentario le hubiese retado y me sonrió con altanería aceptando el desafió, entonce se giro y pude ver con claridad como guiñaba un ojo a las mujeres que en el acto se ruborizaron hasta las orejas.

 - ¿no fue eso un poco infantil?

 - Te amo, no lo puedo remediar. 

 Y esta vez fui yo quien se ruborizo, pero gracias a dios la atención de todos se redirigió hacia la puerta y con el comienzo de la marcha nupcial apareció mi madre...

 No era ninguna niña y casarse de blanco cuando tu hijo de 26 años esta entre los padrinos es algo que quizás muchos puedan cuestionar, pero en ese momento para mi no había mujer mas hermosa y mas digna de felicidad que ella. Mi abuelo la llevaba de su brazo, y podía ver en el un orgullo que se transmitía. 

 Me conmoví casi hasta las lagrimas al ver la reacción de Bob, sus ojos se iluminaban mas y mas con cada paso que ella daba hacia el altar.

 - Queridos hermanos...

 Y el casamiento comenzó.

 Contemple la ceremonia absorto, me parecia el dia mas feliz del mundo, como si luego de tanto tropezar por fin mi felicidad y la de quienes amaba estaba a la par y la vida entonces me parecio asombrosa. 

 Sonrei al verla ruborizarse mientras decia sus votos y al ver temblar a Bob poniendo la sortija en su dedo. 

 - Yo los declaro marido y mujer... Puede besar a la novia. 

 Un coro de voces festejando se alzo con furor y los novios avanzaron tomados del brazo, Fui avanzando lentamente mientras me maravillaba con la vista, despues de haber pasado por tanto ahi estaba, la felicidad de la que hablan en los libros, toda para ella, y yo no podia estar mas en paz. 

 De pronto algo me dijo que me girara, Sebastian estaba a unos pasos tras de mi, solo mirandome con una sonrisa que casi dolia. Me alcanzo y se detuvo a mi lado a mitad de la iglesia mientras obeservabamos  a la multitud que rodeaba a la pareja mientras iban abandonando el lugar... 

 - Muy hermoso ¿no?

 - Así fue.- Comente.- 

 La iglesia iluminada por el sol del atardecer parecía una pintura, capaz de hacer romper en llanto a quien la viese. Lentamente avanzamos hacia la puerta por el pasillo alfombrado por pétalos de rosas que se deslizaban con gracia movidos por la brisa que se escuchaba con mas claridad ahora que el bullicio se alejaba. Sebastian tomo mi mano.

 Me detuve y al sentirle gire asombrado, el solo miraba hacia la luz que entraba por la puerta y suspiro aliviado al sentir el viento que ahora entro en una rafaga mas densa, a nuestro alrededor los pétalos se alzaron, revoloteando como en un carnaval de tonos rojos y rosados...

 - Se que hay cosas que están fuera de nuestro alcance... - hablo mirando hacia el atardecer.- Pero no significa que no muera por hacerlas.

 Le mire en silencio incapaz de comprender y su mano se apego mas a la mía hasta que nuestras palmas por completo se tocaron, pero había algo entre ellas, aunque no podía descifrar que era.

 - Así que aunque nunca seamos nosotros los que caminen por un pasillo siendo festejados por nuestros familiares.- Su mano se fue retirando y lo que había en ella pronto quedo en la mía.- Aun siendo así.- Susurro nervioso y ahora veía el suelo.-

 Mis ojos abiertos de par en par se desviaron hacia mi mano y en mi palma abierta relucía un brillante anillo de oro, liso sin ningún decorado, de una sencillez exquisita y aun así tan cargado de significado que mi pecho ardió entre la emoción y la nostalgia.

 - Aun asi...- Dijo todavía sin mirarme y creo que fue la única vez sebastian michaelis tartamudeo, sin palabras, nervioso ante mi.-

 Aquello no era una propuesta convencional, pues las blancas bodas no existen en historias como la nuestra, pero mientras los pétalos iban regresando al suelo lentamente sentí que todo lo que yo era le pertenecía a el por completo y nada tenia mas sentido para mi que permanecer a su lado por siempre. 

 Coloque mi mano en su mejilla y sus ojos me buscaron ansiosos. 

 - Yo seré tuyo incluso después de extinguirme. - Dije con firmeza mientras apretaba el anillo contra mi pecho.-

 Sebastian sonrió casi como un niño y sus dedos se deslizaron por su cuello dejando ver la fina cadena que llevaba oculta por la camisa, al estar completamente fuera un anillo idéntico al que me había dado apareció, lo llevo a sus labios y lo beso con dulzura.

 Le devolví la enorme sonrisa, sabiendo que aquel gesto significaba mas que cualquier palabra, mi sebastian había enmudecido mientras pedía mi vida y me pagaba con la suya... Mio, mio hoy y para siempre.

 Escuchamos las cornetas de los coches que ya eran abordados por los invitados y mientras corríamos riendo fuera de la iglesia, supe que no necesitaba nada mas.

---

La celebración era lo siguiente, y durante la cena los brindis se realizaron uno tras otro, emotivos cada uno en su particular forma fueron arrancando a los presentes algunas sonrisas y como no, algunas lágrimas. 
En la mesa de los novios estábamos la familia directa de ambas partes y entre hijos, hermanos y padres éramos once personas. Las bromas y risas iban y venían de un lado a otro, todos en completo regocijo, sin embargo, en algún momento no pude evitar sentir algo de culpa, pues aunque mi felicidad era infinita por mi madre en este momento de quien no podía apartar mi mirada era de él.


Estábamos totalmente de frente y no podíamos evitar intercambiar miradas furtivas y sonrisas emocionadas, mientras que con diligencia y elegancia Sebastián respondía a la conversación que reinaba en la mesa. Las mujeres a su lado le miraban cautivadas por completo y con una caballerosidad intensa el se mostraba atento frente a los coquetos intentos de las féminas por llamar su atención.


A pesar de la incansable atención que recibía, el permanecía atento a lo que hacía, en ese momento yo terminaba lo que había sido el postre y al levantar mi mirada lo descubrí, hipnotizado viendo casi con descaro una fresa que desaparecía entre mis labios, tuve que apartar la mirada antes de ruborizarme, aunque la sonrisa en mi boca sin duda me delataba ante el.


Pronto la cena había concluido y todos fuimos abandonando el comedor para entrar al salón de festejo.


Por su puesto el primer baile fue de los novios y contemplaba con adoración la felicidad en mi madre, al terminar fui yo quien avanzó, la levante en un abrazo y luego de cubrirla de besos bailamos entre risas. Sebastián también tuvo su oportunidad y poco a poco la pista fue llenándose de numerosas parejas.


La música que se había vuelto menos formal inundó el lugar. Yo permanecía hablando con algunos amigos y familiares del novio, y aunque yo no era amante del baile, luego de varias copas no pude evitar notar a la tímida joven que me observaba a lo lejos y entonces simplemente crucé el salón y con una sonrisa acepto mi invitación.


Nos reímos de la poca sincronía que teníamos al principio pero luego realmente estábamos bailando y con gracia y complicidad nos moviamos por la pista.


No demasiado lejos de nosotros Sebastián también bailaba con una de las damas de honor, entonces nuestras miradas se cruzaron. Sabiendome bajo su atención me concentre en mis movimientos y pronto note que con sencillez agradecía el baile a su compañera y se retiró yendo directo a por una copa justo en el bar, desde donde me observaba sin pudor con una sonrisa tan pícara como insinuante.


La canción terminó y con ella el baile que compartí con la joven que no debía tener más de 20 años, con un beso en la mejilla le agradecí y me propuse ir por un trago y claro que a ver al espía que había calcado cada movimiento que yo hacía simulando no notarlo.


Me quedé al pie del bar donde el había estado pero no podía encontrarle, sorbi algo del dulce líquido y entonces escuché un siseo justo tras de mi.


Gire con cautela a mi al rededor no había nadie, la multitud concentrada hacía el otro lado de la sala disfrutaba demasiado de la música como para siquiera voltear en mi dirección. Clave mis ojos en la oscuridad a mis espaldas y vi la puerta del comedor entreabierta, me acerque un poco...


- ¿hola..?


- Jajajajaja


Escuché la risa desde el interior y de inmediato la reconocí entonces avance.


Me asome despacio, el lugar estaba levemente iluminado por la luz que entraba por los ventanales, aún así era bastante oscuro. Entre por completo y pregunte aún sin poder verle.


- ¿Dónde estás?.-Susurre sonriendo. -


Entonces me levantó desde atrás en un abrazo girandome en el aire. Ambos nos reímos entre la oscuridad y me dejo en el suelo, al fin pude voltear y ahí estában sus azules ojos respaldecientes.


- ¿Que estas haciendo aquí adentro?.-Pregunté aún disimulando mi risa. -


Avanzó y pronto me dejo acorralado contra una pared.


- Necesito un beso.


Mis manos rodearon su rostro y lo detuve a unos milímetros del mío. Ambos nos burlamos de su intención.


- harás que nos descubran.- Susurre.-


Se acercó aún más y habló en la base de mi cuello.


- No sabía que bailaras así de bien.


- No es para tanto.- Me reí. -


- Claro que sí, eres magnífico.- su mano bajo y sostuvo mi cintura.- baila conmigo.


Tuvimos que hacer un esfuerzo para no reír demasiado fuerte, entre aquella oscuridad ambos pareciamos un par de niños a mitad de una travesura.


- ¿No crees que sería un poco raro dos hombres bailando? Podrían sospechar Jajajaja.


- Y que más da, Muestrales el anillo y diles que eres mío.- susurro contra la palma de mi mano mientras la besaba. -


- Jajajajaja eso me encantaría. - Murmure contra su mandíbula. -


Besé su mejilla despacio, y un beso suyo se clavó en mi cuello, antes de poder reaccionar nuestras bocas se habían encontrado. Sus labios eran tiernos y con decisión saboreaban los míos, mientras que la punta de su lengua se habría camino dulcemente entre mis labios. Así estuvimos algunos segundos hasta que nos detuvimos y algo agitado pude hablar.


- Bueno, ya ganaste.


- Sigo siendo mejor abogado. -Ambos nos burlamos. -


- ¿Sabes que? me iré antes de que nos encuentren desnudos aquí - Dije mientras besé su frente y me aparte hacía la puerta. -


- Jajajajaja buena idea.


Sin embargo su mano sostuvo mi muñeca y de nuevo estuve entre sus brazos, esta vez un beso más apasionado me saco algún gemido mientras me apretaba con lujuria. 


- Pero luego de esta noche, no dejaré que escapes nunca más. 


- No planeo hacerlo.


Musite acalorado, Emocionado y con un rápido beso a su mejilla escape hacía la puerta entre risas. Asome el rostro para comprobar que nadie me viese salir y a punto de hacerlo volvió a sisearme.


- Te amo. - Me sonrió. -


Y con una sonrisa igual de radiante...


- Yo también a ti.


Entonces abandoné el comedor.

Me paseaba de un lado a otro, de conversación en conversación, de brindis en brindis entre un mar de personas que bailaban, reían... tanto regocijo a mi al rededor no hacía más que acumularse en mi pecho, en ocasiones me quedaba absorto questionandome si era cierta está realidad, Si tanta felicidad junta podía existir, si verdaderamente por fin era el tiempo de ser despreocupadamente dichosos más allá de la razón. Metí la mano en mi bolsillo y sentí el anillo que hacía horas me dio Sebastián y una voz en mi interior susurro -si- como si por fin todas las sombras que oscurecian mi propia existencia se disiparan y por fin me dieran la libertad de creer, de querer, de tener paz.


Las copas chocaban una y otra vez y con cada salud la multitud se volvía más jovial y bulliciosa, solo había lugar para júbilo y entre los despreocupados invitados cada vez eran más frecuentes las miradas entre Sebastián y yo que pasaban desapercibidas, a pesar de que cada vez eran más intensas.


Un mar de carcajadas estalló al momento en que las ya pasadas de copas damas del evento se agruparon revoltosamente unos pasos tras mi madre. Todos reiamos con desdén viendolas recoger sus vestidos, quitarse los tacones, ajustar sus escotes, sin duda darían una gran pelea. La multitud, al rededor de mi madre y de quienes pretendían el ramo, se fue estrechando en un círculo, nadie quería perderse del espectáculo. Estaba tan distraído que no note a Sebastián.


Estába en la parte más externa de aquel círculo cuando lo sentí tras de mí. Poco a poco el ruido a mi al rededor se fue minimizando.


Podía escucharlo respirar, su cuerpo se acercó tanto al mio que casi podía sentir su corazón palpitar contra mi espalda.


Sentí su mano bajar por mi brazo hasta que sus dedos acariciaron los míos. Me sentía tan caliente y aún así me pareció que el ardía más; en ese momento agradecí haber estado bailando, ahora podía usarlo de excusa, pues aunque nadie notaba nuestras manos entrelazarse yo no podía evitar estar ruborizado hasta el infinito al darme cuenta de lo mucho que deseaba voltear y pedirle que me hiciera suyo, entonces vi a lo lejos un espejo, justo en nuestra dirección, entre su marco nuestro reflejo parecía casi una fotografía; no lo había notado, pero en mi cara estaba plasmada una sonrisa que incluso me impactó, sonreía enrojecido mientras Sebastián, miraba mi nuca, mi espalda. Aprete su mano y pude verlo cerrar sus ojos al tiempo que suspiraba y reía.


Los sonoros aplausos me sacaron de mi letargo y nuestras manos se separaron para imitar al resto de los invitados que aplaudían a la afortunada.


El ramo cayó en las manos de quien había sido la compañera de baile de Sebastián en las últimas 3 pistas, un sin fin de silbidos y bromas cayeron sobre ambos cuando la joven ya algo bebida y terriblemente ruborizada volteó a verle con las flores en sus manos. Incluso yo no puede evitar bromear al respecto mientras el solemne Sebastián sonreía en respuesta con esa elegante postura que le caracteriza. Pronto la multitud volvió a dispersarse con la intención de que continuara la fiesta y Sebastián no pudo evitar ser arrastrado por otra de las damas de honor para otro baile.


Nos miramos con ternura y sonrisas de complicidad mientras trataba de concentrarse en seguir a su compañera.


Hacía ya cuatro años cuando Sebastián pretendió dejar todo en América y mudarse lejos conmigo, recuerdo que lo susurro contra mi oido una de despedida de esas que tanto nos dolían, habíamos pasado un mes entero juntos, pero nos supo a poco en esas últimas horas y entonces resolvió que era demasiado duro, que debíamos encontrar una forma de pasar más tiempo juntos. Yo estaba a unos meses de graduarme, también había optado por las leyes y entonces el hombre de los millones de dólares besaba mi espalda desnuda mientras me explicaba su plan de renunciar a todo, dejar negocios, su buffet y retirarse para vivir una vida tranquila conmigo, tener nuestra propia oficina lejos de todos los que lo conocían a él y a mí, lejos de la vida que teníamos antes y de las cadenas que esta implicaba. Esa noche me gire con ojos asombrados y me aferre a él y a esa idea ¿sería cierto que podía haber algo más para nosotros? ¿Podía permitirme pensar en una vida a su lado? Esa mañana Sebastián se fue, pero en mi solo vibraba la emoción de que podría ser la última vez que debía de despedirle.


Pero claro que las cosas no podían ser tan sencillas.


A dos meses de mi graduación mi madre descubrió bultos en uno de sus senos. Esa mañana recibí llorando su llamada. Al llegar al casa la vi desplomada en la terraza con ojos llorosos e hinchados, me tendi a su lado y abracé con fuerza.


- No quiero morir aún ciel.


Mi corazón se comprimio y el pánico y la rabia se peleaban en mi interior.


Conduje con ojos vacíos camino del hospital y ella me pidió que sólo la dejara, no quería que fuese con ella. Nunca lo supo pero ese día llore como un niño mientras apretaba el volante de mi carro estacionado, justo en el mismo lugar donde mi padre había muerto hacía tantos años.


- No te lleves a mi madre. -Musite con un dolor insoportable, esperando que si existía un dios, este me escuchara. -


Finalmente al mes llegaron los resultados de cientos de pruebas y estudios que mamá estuvo haciéndose durante semanas. Los bultos eran benignos, no era cáncer y luego de una operación ella estaría bien, aunque desde ese momento debía ser terriblemente cuidadosa con su salud.


El disgusto fue sólo eso y el miedo poco a poco fue pasando, un mes después mi madre lloraba emocionada al verme graduado y aunque Sebastián había volado exclusivamente para verme ese día, yo no podía estar contento.


- No puedo irme... -Susurre odiandome a mi mismo y a mi maldita suerte. -


Junto a mi Sebastián aflojó su corbata y lo escuche tragar adolorido. Respiraba entre cortado, como si lo único que quisiera hacer fuese llorar.


- Ella está bien... - Pronunció tratando de convencerse a si mismo. -


- ¿Pero por cuanto tiempo? ¿Y si algo pasa y no estoy? No puedo dejarla sola y lo sabes.


Esa noche nos abrazamos profundamente y abandonamos todas las ilusiones y sueños que hacía unos meses construimos en esa misma cama. Esa vez no pude despedirlo en el aeropuerto como solía hacer, lo vi salir con ojos humedecidos del cuarto y a lo lejos escuché la puerta principal abrir y cerrarse con amargura. Me quedé desnudo y desgarrado respirando su esencia entre mis sábanas ahí donde solo el me había amado, en ese departamento alquilado que desde hacía dos años era mi domicilio y cada tanto tiempo era lo más parecido que el y yo teníamos a un hogar, cuando durante uno o dos meses nos amabamos con ansias acumuladas, tratando se saciarnos. Afuera el sol brillaba y el odioso cielo azul parecía burlarse de mi y de los pedazos regados de nuestra ilusión... La vida de nuevo me abofetaba, me escupia a la cara "de verdad Creíste que tal pecado podría tener final feliz" me susurraba el viento y el siguiente año fue el más duro de nuestra relación.


- ¿Ciel?


La voz de mi madre me trajo de vuelta. La miré y la noté algo preocupada así que de inmediato sonreí.


- ¿Pasa algo?


- Por supuesto que no.- reí mientras la abracé con su hermoso traje de novia. -


Ahora igual de sonriente me beso la frente.


- Te vi muy serio me asustaste.


- No es nada el alcohol me mareo un poco solo eso.


- ¿Quieres ir al baño?


- Si, buena idea lavare mi rostro y estaré aquí en un segundo listo para otro baile, ¿Crees que Bob me preste a su esposa?


- No tendrá más opción, no puede competir con un hombre tan guapo.


Ambos reímos, besé sus manos y fui al baño.


Fría agua recorrío mis dedos y enjuague mi cara acalorada varias veces, estaba bastante enrojecido por el calor y sonreí pensando que Sebastián también tenía algo de culpa. Abrí mi saco y tome los dos billetes, justo entonces se abrió la puerta.


Era Sebastián.


Tras él sonó el seguro de la puerta.


- ¿Estás bien?. - Me inspeccionó algo preocupado. -


- mi madre es muy alarmista, deberías saberlo.


- Si, pero dijo que estabas algo mal por el alcohol, y yo se bien que puedes beber mucho más que eso.


Se acercó a mi despacio hasta estar frente a frente.


- Yo...- Murmure. -


Su mano levantó mi rostro.


- Yo solo estaba recordando... Aquella vez cuando pensamos en irnos por primera vez.


Me abrazo, acariciandome el cabello tiernamente mientras recoste mi rostro en su pecho.


- Basta


Me aparte de él un poco, para poder contagiarme de su sonrisa.


- Ya no tengo nada de miedo en mi, tampoco quiero que tu lo tengas.

 

- No es miedo...-susurre.- Solo estoy algo asombrado de mi suerte.

 

 Durante unos segundos no dije nada, solo contemplaba los boletos en mis manos.

 

- Han pasado tantas cosas, he sufrido tanto tiempo aferrandome a un amor que pense estaba condenado al fracaso y ahora...

 

 Me estanque en sus profundos ojos.

 

 - Y ahora resulta que soy el ser humano mas feliz del mundo ¿Como debo lidiar con tanta alegria? No puedo evitar pensar que...

 Su pulgar silencio mis labios


- No se va acabar Ciel ¿Que pensaste? ¿que el mundo me iba a tener alejado de ti por siempre? Por mi parte puedo decir que me dan gusto todas las piedras que he tenido que patear hasta llegar aqui, se bien que estamos forjados en el fuego lento de las mas irracionales dificultades, pero esta bien, un amor asi de grande no podia ser barato, no existe en anaqueles ni estra prefabricado, es nuestro porque asi lo hemos construido y sera eterno porque asi mismo lo defenderemos. Que este maldito mundo de las vueltas que le vengan en gana, jamas seran suficientes como para alejarnos.

 Lo abrace con fuerza, solo el podia sacarme de mis turbias inseguridades y llevarme a puerto seguro.

- Solo un poco mas Ciel, y la vida que venimos soñando desde hace tantos años, comenzara.

 Guardo los billetes en el bolsillo de mi chaqueta, beso mis manos y sujetandolas fue acercandome a la puerta.

- Asi que manten los ojos bien abiertos, no te pierdas absolutamente nada, hoy comienza nuestra infinidad...

 Una corta y jovial carrera nos llevo de nuevo al centro del salon de baile.

 Cerca de las 2 am fue la hora que marco mi reloj cuando los novios anunciaron su baile final... No sabia bien en que parte del salon estaba Sebastian pero casi podia escucharlo "tic tac tic tac" contando ansioso cada segundo entre este salon y el lugar que nos veria amarnos toda la noche...

- Tic tac tic tac.

 Susurre mientras la multitud salia del salon jubilosa tras mi madre y bob, y descubri la furtiva mirada de mi amante ¡por fin era hora!


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