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Pillado por AquaTheFreak

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El joven príncipe de todo el reino Chuche nunca se hubiese imaginado a sí mismo en aquella situación. Y mucho menos el modo en el que había llegado a él.

- Bien, dime de una maldita vez qué es lo que quieres de mí, por favor.

- ¿A qué te refieres? - preguntó Marshall riendo entre dientes.

- A todo. ¿Qué quieres? ¿Que sea tu puta o qué?

- Ah, no lo sé, ¿lo quieres ser tú?

El príncipe Chicle respiró profundo. Sabía que tratar con el rey de los vampiros era algo complicado, y nunca había estado tan molesto con él. Se dio la vuelta y caminó para alejarse del pálido, viéndose obligado a salir de su propia habitación. Cruzó los dedos para que el otro no fuese tras de él.

Era sencillo el cómo habían llegado a eso. El vampiro pilló al chicle dándose placer en su habitación, pues teniendo los dieciocho años que tenía y tanto estrés por trabajar en el laboratorio y demás, necesitaba algo que le hiciese relajarse. Pero las consecuencias fueron desastrosas. El moreno hizo un trato con él, sería horrible que todos los chuches se enterasen de lo que su monarca hacía en su tiempo libre, o quizá no, pero así le pareció al rosa. Y por ello acabó comenzando a salir con el vampiro. Aquello sólo consiguió que su estrés aumentase, pues dudosamente podría volver a tocarse como hacía antes.

Y después de cuatro días no habían hecho nada, que era lo que el más joven hubiese esperado. Estaba seguro de que el vampiro lo hacía sólo para fastidiarle, siempre lo hacía.

Se dio cuenta de que sus deseos no fueron concedidos cuando sintió la mano del vampiro en su hombro.

- Vamos, Gumball, no puedes estar tan molesto -dijo.

El príncipe se dio la vuelta, encarando a Marshall.

- Entonces dímelo ya. ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Por qué quieres salir conmigo? ¿Qué tengo que hacer para que volvamos a la normalidad? Maldita sea, me pones de los nervios.

El vampiro se sorprendió ante las palabras del príncipe Chicle. Él también quería avanzar en lo suyo, pero conociendo al rosa, no podía estar seguro de nada.

Entonces sonrió.

De repente agarró al príncipe por la cintura y le colocó sobre su hombro izquierdo, como si de un niño pequeño se tratase.

- ¿Qué-?

- ¿Sabes por qué quise salir contigo? Porque me gustas, ¿qué más si no? Y si tan desesperado estas por sexo, no te preocupes, que ahora mismo te lo daré.

PC se sonrojó como pocas veces podía hacerlo, y comenzó a patalear.

- Suéltame, no necesito que TÚ me des sexo. Maldita sea. ¡Guardias!

Pero ya era demasiado tarde. El vampiro le había metido de vuelta en su habitación y le tiró en su cama, sin haberse olvidado de cerrar la puerta antes, por supuesto. Se subió encima del príncipe y se relamió los labios mirándole con lujuria. El rosa le devolvió una mirada asustada de vuelta. No quería hacer eso con el vampiro.

Entonces el mayor le besó y el menor abrió los ojos como platos. Era la primera vez que besaba a alguien de su mismo género. Sin pararse a pensar bien su situación pegó un empujón al pálido, rompiendo el beso. Respiraba agitadamente y sus mejillas estaban de un tono más rosa de lo normal. Se limpió los labios con el brazo derecho, tratando de limpiar el sabor de los del hijo de la Nochesfera. Mantuvo una mirada sorprendida sobre el otro.

Marshall no se lo había esperado, creía que le gustaba al monarca del reino Chuche, aunque fuese sólo un poco. Aquel empujón le había dolido más de lo que nadie se hubiese podido imaginar. Y todavía el príncipe le seguía mirando con esos ojos, tentándole. Agachó la mirada y se incorporó en la cama de su pareja. Gumball le miró sorprendido, aunque con una cara de sorpresa diferente a la anterior. El mayor se levantó y comenzó a levitar. Le lanzó una mirada de tristeza al chicle antes de salir por la ventana.

 

*□*□*□*□*□*□*□*□*□*□*

 

Habían pasado seis días desde aquello y Marshall Lee no se volvió a presentar ante el castillo. PC estaba realmente preocupado por ello. Al principio estaba enfadado y se dijo que estaba bien que no apareciese, pero al tercer día la culpabilidad le pudo. Quiso ir a verle para saber si le había ocurrido algo malo, aunque interiormente supo que era culpa suya y el cómo le había tratado la otra vez. Aquella misma tarde tenía unas horas libres en su agenda, y después de mucho discutir consigo mismo decidió ir a visitarle.

Salió del castillo a las cuatro de la tarde, y tras mucho caminar, dos horas más tarde llegó a la casita de madera que el vampiro de vez en cuando moraba. Justo cuando iba a tocar la puerta se dio cuenta de cuán nervioso estaba. Usó su truco de respirar profundo para relajarse, pero justo entonces la puerta se abrió, mostrando a un sensual vampiro delante.

- Sentí la aceleración de tu corazón - respondió a la pregunta no formulada del chuche.

Marshall se hizo a un lado para dejar pasar a su pareja. El menor vio que nada había cambiado, el vampiro había vuelto a su vida corriente, incluso se dio cuenta de que ya no le miraba con aquellos ojos pícaros de antes. Se preguntó la razón de todo aquello.

- ¿Por qué no has vuelto al castillo? Creí que te había pasado algo y me preocupaste, pero por lo que veo has vuelto a tu vida corriente, ¿no? Aunque sin venir a molestarme de vez en cuando, claro.

El pálido se encogió de hombros.

- Dijiste que querías que volviésemos a estar como antes, ¿no? Pues mira, principito, deseo concedido. Ya no estamos saliendo juntos, ya no te volveré a molestar. Ahora eres feliz, ¿no?

Algo se derrumbó dentro del pelirrosa. Dijo lo primero que se le vino a la cabeza.

- Pero... mi secreto...

- Tranquilo, Gumball, nadie lo sabrá, te lo juro. Ahora... ¿te puedes ir ya? Estaba viendo una película muy interesante cuando tú me interrumpiste.

Un escalofrío recorrió la espalda de PC. Se dio media vuelta, listo para irse. Sí, así era exactamente como quería la situación entre Marshall y él, pero algo no estaba bien en aquello. Tenía ganas de llorar, pero no lo iba a hacer ante él. Dio otra vuelta de ciento ochenta grados y le pegó un puñetazo en la mejilla al moreno, cuya cara giró hacia la izquierda por el golpe.

- ¡Eres imbécil! - gritó - ¿Por qué me haces todo esto? Primero me obligas a salir contigo y de repente desapareces por una semana diciendo que quieres cortar conmigo? ¡Que te den! ¿Por qué no tratas de pensar aunque sea un poco en mí?

Algunas lágrimas trataron de asomar por los ojos del príncipe Chicle, pero él las retuvo dentro.

Marshall se volvió a sorprender, con los ojos como platos y su mano frotando donde fue golpeado, tratando de alejar inconscientemente el picor que comenzaba a aparecer. Cuando el chicle trató de volver a irse, el vampiro le sujetó de la muñeca, tiró de él, le agarró por la cintura, acercándole, y le besó por segunda vez. La reacción del príncipe fue la misma que la de la anterior vez, solo que ahora le empujó más fuerte, como para hacerle dar un par de pasos hacia atrás.

- ¿¡Pero a ti qué te pasa!? -volvió a gritar.

Marshall Lee sonrió de medio lado.

- Estaba dudando si te gustaba o no -dijo-, muchísimas gracias por confirmarlo.

-¿Qué?

Pero el vampiro le volvió a besar. Esta vez no se resistió, era cierto, a él le gustaba el vampiro. Bajó sus párpados tratando de disfrutar del toque entre sus labios, hasta que se dio cuenta de que el mayor había separado los suyos y le lamía por encima de los del rosa. Abrió los ojos y trató de separarse colocando sus manos en el pecho del mayor, pero él le mantenía sujetado fuerte contra sí, agarrándole por la cintura. Entonces se rindió y abrió los suyos propios, dejando paso adentro para el vampiro, que entro con su lengua en la húmeda cavidad del otro.

De repente, Marshall agarró a PC por el trasero y le levantó, haciendo que el pequeño le rodease la cintura con sus piernas inconscientemente sujetándose con sus brazos al rededor de su cuello. El vampiro le subió hasta su habitación mientras se seguían besando, paraba de vez en cuando para dejar al rosa exhalar e inhalar por el oxígeno imprescindible. El más joven ya no era consciente de lo que hacía, y sus ojos estaban sumidos en lujuria. No se había vuelto a tocar desde la última vez, y llevaba ya un desconocido tiempo a dos velas.

Cuando llegaron a su destino, el rey de los vampiros le tumbó en su cama, posicionándose encima entre sus piernas. El beso no se rompió hasta que el pálido metió la mano por debajo de la camiseta del otro y le pellizcó el botón derecho, haciéndole soltar un gemido. El príncipe Chicle se sonrojó mucho más de lo que él creía posible. Giró la cabeza hacia un lado y se tapó la boca, como queriendo que el vampiro no le viese así, pero el vampiro le sujetó por la barbilla y le hizo darle la cara, acto seguido le mordió el labio inferior, haciéndole gemir de nuevo.

De un modo u otro el rosa acabó sin camiseta y siendo tocado descuidadamente por todo el cuerpo. El mayor comenzó a dar besos mariposa bajando de sus labios lentamente a su cuello, auto tentándose con sacar los colmillos y chuparle todo el líquido vital que el chicle tuviese en sus venas, sabía que no debía hacerlo y se pudo contener. Aunque, por supuesto, no se resistió al dejarle unas cuantas marcas como recordatorio de lo que iban a hacer.

El Príncipe Chicle soltó un grito de sorpresa cuando el vampiro le metió la mano por debajo de los pantalones y le acarició suavemente el miembro, por encima de su ropa interior y haciendo que un escalofrío le recorriese la espalda. Y el mayor rio entre dientes ante aquella reacción.

Fue bajando con sus besos mariposa por el torso de su amante, hasta llegar a donde comenzaban sus pantalones. Miró arriba, y se enamoró de la cara completamente roja que le miraba tapándose la boca, tratando de no soltar gemidos que le pudiesen avergonzar. Sonrió. Con una mano apartó la del rosa de sobre su boca y con la otra pegó un tirón hacia abajo del pantalón. El menor no pudo hacer más que soltar otro grito, de algún modo feliz porque fue liberado de la jaula que aprisionaba a su erección, que entonces se alzaba impotente frente a la cara del vampiro. El moreno lo miró ansioso, relamiéndose los labios.

 

*□*□*□*□*□*□*□*□*□*□*

 

PC no volvería a ser capaz de mirar a los ojos del vampiro. Había despertado completamente desnudo y recordaba perfectamente todo lo que habían hecho anoche. El vampiro apenas dormía, así que se había pasado toda la noche observándole. Cuando el rosa despertó y le vio, lo único que pudo hacer fue hundir su cara en la almohada, completamente avergonzado.

Marshall Lee se rió, enternecido.

- ¿Te gustó?

- Cállate – dijo, sin llegar a responder la pregunta.

El vampiro, sonrió, feliz. Se tumbó al lado de su amado y le abrazó.

Notas finales:

Escribí esto hace un año, y no lo acabé xDDD

Ahora, hace unos segundos, añadí las últimas líneas. Y bueno, espero que os haya gustado :)


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