La luz de una estrella fugaz.
¿Qué tanta fe pueden tener las personas?
Cuando nos preguntamos, muchos podrían contestar según sus creencias. Los religiosos dirán que todo lo que abarca su dios, y los que no lo son, dirán que no lo tienen pero mienten: tienen fe que un dios no existe, esa es su fe.
¿Qué desean los humanos?
Podrían ser infinidad de cosas según sus necesidades o gustos, emociones o características. Puede ser riqueza, salud, paz, felicidad y miles de cosas más; el humano es egoísta y por más que diga que no hay algo detrás de sus acciones, el simple hecho de no pedir nada a cambio y sentir satisfacción con uno mismo, eso es lo que busca, sentirse bien.
¿Realmente es necesario?
El hecho de desear cosas no es malo, nos ayuda a tener una visión, querer lograr objetivos y cumplir metas, algunas no podrían ser buenas, claro está, pero ¿quiénes somos para juzgar?
¿Qué tan fuertes pueden ser los deseos?
Tanto como nuestro corazón lo anhele, sin importar sus intenciones.
¿Qué deseas tú?
Yo... deseo encontrar alguien para mí.
De niño fui muy reservado, eso de formar parte de una familia donde los padres trabajan todo el día y ser hijo único no es que ayude mucho.
Siempre rehuyendo de las personas gracias a una singular habilidad de poder conocer sus intenciones. No, no puedo leer mentes, pero soy muy observador, frío y calculador. Los gestos, las acciones de las personas al interactuar con otras miles: una sonrisa, movimientos de manos, contacto visual, entre otras. Yo puedo ver la falsedad debajo de una brillante y encantadora sonrisa, reconozco el tono forzado de una melodiosa risa, veo los sentimientos en los ojos contrarios y noto los movimientos que hace una mano al clavar una daga en la espalda, no literalmente, claro.
Muy pocas personas me conocen tal como soy, y con las demás, primero muestro lo que quieren ver, fingir como ellos de seguro lo harán conmigo, después de la primera plática, considero si vale la pena seguir o no con el trato, y si es así, como será este. Me han llegado a llamar ‘Chico frío’ porque no suelo tener emociones en mi rostro, pero si las tengo, solo que puedo contar con los dedos de una mano aquellos que me han sacado una sonrisa sincera, y me sobrarían dedos.
No desprecio a las personas, pero es que a mis veinticuatro años, aún no encuentro en alguna de ellas lo que busco. ¿Qué es? Ni yo lo sé. Supongo que lo sabré cuando lo encuentre. Creo que todos somos especiales y no lo dudo, pero yo no busco algo especial, busco lo que va conmigo, mi estilo... Pensándolo bien, sí, busco algo especial.
La escuela me distrae. Me encontraba ya en el octavo semestre y siento que solo es el pasar de materias que me servirán para cumplir mi meta de terminar la carrera. La carrera formaba parte de mis tantas opciones, pero no era a la que mayor gusto tenia. La psicología es algo que realmente me gusta aprender. Es leer a las personas por medio de sus gestos y acciones, es conocerlas con solo un contacto y es estudiarlas gracias a sus palabras. Para mí, eso y más es la psicología. Mi primera opción fue el canto, más bien el rapear, eso va conmigo y me deja soltar mis emociones, pero mis padres no aceptarían a alguien que se dedique a entretener a la gente y era mejor estudiar una carrera.
Sueño roto.
Salía de la universidad. Era la tarde del viernes y había terminado las clases por lo menos de esta semana. En la salida, amigos me hablaban invitándome a ir con ellos de fiesta, pero yo los despedía con un simple “Gracias, pero no estoy de humor”, y no mentía, lo menos que quería era seguir rodeado de personas ruidosas y que con el paso del tiempo y el alcohol corriendo por sus venas, serían más insoportables.
Uno de esos era mi amigo Chanyeol, que es buen tipo y con gran alegría, pero no puedo con su ritmo, para luego encontrarlo en algún rincón besuqueándose con su novio Baekhyun, un niño bajito con una fascinación por el delineador negro. No tengo nada contra ellos, pero ese tipo de demostraciones en público no son mi estilo.
El regreso a casa me lo lleve caminando. El aire fresco de la noche chocaba en mi cara y era agradable, despejaba todas las ideas de mi mente y solo me dedicaba a disfrutar de la sensación del viento corriendo por mi rostro y la música a todo volumen de mis audífonos puestos.
En mi camino se encontró una pequeña caja de cartón abandonada, pero lo que me sorprendió más fue que se movía. Mi curiosidad ganó y la abrí para ver su contenido.
Un pequeño gatito de color café, eso es lo que había dentro.
Lo tomé y lo acomode en mis brazos, no lo dejaría abandonado cuando el cielo amenazaba con llover. De día era un calor infernal y de noche había frío, los cambios de clima en esta época del año son muy drásticos, era el aviso que muy pronto estaríamos en otoño.
El cielo ya había oscurecido mostrando a la hermosa luna con una suave luz plateada, ya que las nubes intentaban ocultarla. Una vez en casa, la encontré como siempre: vacía. Antes de dormir, siempre salía al patio trasero para acostarme en el suelo y contemplar el cielo, y esta noche no sería la excepción.
Estaba recostado con los brazos debajo de mi cabeza cuando un sonido chillón me hizo girarla. El pequeño gatito (ya limpio y con la pancita rechoncha por haber comido y que resulto ser niño), llego a mi lado, escaló hasta mi pecho, se acomodó haciéndose bolita y comenzó a ronronear para luego cerrar sus ojos. No le di mucha importancia y lo deje ser. Volví mi vista al cielo, las nubes se habían despejado dejando ver el nocturno firmamento lleno de estrellas. Transcurrieron unos minutos antes de que una estrella fugaz pasara.
– ¿Se supone que ahora debería pedir un deseo, no? – me dije a mi mismo pero el gatito me escuchó y abrió sus ojos dejando ver sus iris color ámbar. Me miraba de una forma como si quisiera escuchar mi deseo. Maulló. – Bueno... ¿Qué debería desear?
¿Salud? Ya tengo. ¿Dinero? Me sobra. ¿La paz mundial? Muy copiado.
¿Qué realmente deseo con el corazón?
– Deseo encontrar alguien para mí. – Un maullido chillón llamó mi atención. – Cierto, ya te encontré a ti. – el gatito me miraba intensamente con sus pupilas dilatadas. – Entonces creo que tú eres el perfecto para mí.
Lo levanté y entramos a la casa para luego ir a dormir.