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Entrelazados por el destino. por KushMigoni

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Notas del fanfic:

Hola~ Bueno, este es el primer fic que hago, en general, espero y les guste. Me encantan los AU, posiblemente así sean todos mis fics, así que la idea de reyes y eso simplemente me encanto. Aún no se cuantos capítulos tendrá, pero no será corto~

Disclaimer:

Haikyuu y sus personajes no me pertenecen a mí, sino a su respectivo autor Haruichi Fuurudate.

La historia me pertenece totalmente a mí.

 

Era una mañana tranquila en el reino Aobajousai -o al menos eso parecía- podría decirse "como de costumbre" pero la verdad era que últimamente no era así; a pesar de los esfuerzos de los soldados y el rey, seguían habiendo varios delincuentes, pero la cantidad iba disminuyendo notoriamente durante las semanas pasadas, ¿La razón? Tal vez solo era suerte.

El rey del dichoso reino, Tooru Oikawa se encontraba vistiéndose en su habitación, debía encontrar pareja pronto, así que se arregló bastante -cosa que hacía siempre después de todo- para entonces salir de su habitación, donde lo esperaba su querido sirviente Hanamaki, el cual al verle hizo una reverencia y caminó a su lado en dirección al salón principal donde los deberes del rey iniciarían.

— Mi rey, hoy hay varias señoritas adineradas que desean ser su prometida.

 — ¿Más? Creí que las de ayer habían sido todas durante un tiempo... — Refunfuño el castaño.

—Debe entender que para ellas es una oportunidad y no la van a desaprovechar, y usted debería tomarlo con un poco de más seriedad... — Aunque haya dicho eso, sabía que no serviría de mucho, pues en cuanto más opciones le daban a aquel rey, más exigente se volvía.

 Mientras tanto, en el pueblo de ese mismo reino se encontraba un chico -que podría ser descrito con cabellera poco arreglada y tez algo morena- recargado sobre un muro y comiendo una manzana que apenas y había robado con facilidad. Tan solo veía a su alrededor, veía como las personas caminaban tranquilamente por los puestos de comida y accesorios. Hasta que algo llamo su atención. Vio como un chico de unos once o doce años de edad era empujado al suelo por uno de los guardias que cuidaban de la zona.

 — ¿Qué no te había dicho ya que no volvieras "rata inmunda"?

Esas últimas palabras alteraron al joven que se encontraba aún recargado en el muro. El niño al intentar levantarse del suelo dejó caer un pedazo de pan de entre sus prendas, notoriamente había sido robado. El guardia al ver esto no dudo en darle una patada sin medir su fuerza al chico que ni se había levantado por completo.

 — ¡¡Hey!! — Gritó casi enfurecido el joven lanzando con bastante fuerza la manzana que tenía en la mano al rostro del guardia tan solo para llamar su atención y al mismo tiempo desquitarse un poco.

 — ¿Cómo te atreves...? — Dijo el guardia acercándose a paso apresurado hacia la dirección del joven. — ¡¡Desgraciado hijo de-— El guardia no pudo terminar de hablar pues el joven de tez morena, sin dudarlo le había dado un puñetazo en el estomago sacándole así el aire, haciendo que el guardia tuviera que agacharse durante unos instantes. Deprisa se enderezó y dirigió un puñetazo al rostro del joven antes de que este pudiera reaccionar.

— Desearás no haber hecho eso. — Dijo con un tono confiado el "rufián" devolviendo el golpe con el doble de fuerza. La gente que se encontraba en el mercado estaba algo asustada por la escena que veían. Y no mucho después el guardia parecía no poder continuar, sin embargo mas guardias llegaron de apoyo desde direcciones distintas. En total eran tres, superaban al chico por número y de esta forma lograron dejarlo inmóvil y obviamente herido, mientras un guardia lo sostenía de un brazo y dos del otro, el guardia que había sido el primero en pelear contra el, al desear desquitarse le dio un puñetazo en el estomago sin contenerse ni un poco.

 — Dime, ¿Ahora quién se arrepiente de haber hecho eso?

 El chico tan solo le miraba con odio sin decir ni una palabra ni mostrar debilidad.

 Mientras tanto en el castillo...

— Hm... Lo siento, ¡La que sigue!

En el salón principal había una larga fila de jovencitas -y algunos jovencitos- que se dirigía a una habitación apartada, en la cual había un escritorio donde el rey estaba sentado y del otro lado estaba la chica que estaba interesada en ser su esposa, sin embargo al rey no le interesaba ninguna realmente, todas parecían aburridas, o algunas no, pero simplemente no estaba interesado.

 Pasaron las horas y el rey ya estaba cansado, hasta que por fin tuvo un "descanso", en el cual todos esos extraños saldrían de su palacio y el podría encargarse de algo mas, en ese momento para el cualquier cosa sería mejor.

 Las puertas del palacio fueron abiertas, llamando así la atención de Tooru -que se encontraba en su trono hablando con su sirviente- ya que dos de sus guardias se encontraban heridos.

 — Mi rey. — Dijo uno de los guardias mientras ambos se inclinaban. — Hemos capturado a un... "Joven". El cual a violado la ley...

 — Háganlo pasar... — Dijo el castaño de orbes chocolate sin levantarse de su trono.

Los dos guardias nuevamente salieron y volvieron a entrar junto con otros dos quienes "arrastraban" consigo a un chico el cual el rey no alcanzaba a ver su rostro muy bien, pero parecía estar bastante molesto e igual herido.

— Entonces, ¿De qué se le acusa? — Dijo el rey.

 — Ha infligido la ley al atacarnos descaradamente sin razón alguna. ¿Qué desea que hagamos con él?

"¿Pero qué?" Fue lo que el mencionado pensó levantando la vista rápidamente. Chocó la mirada con el rey, el cual por primera vez pudo ver con detalle el rostro del moreno. Había algo en aquel rostro que "llamó la atención" del rey, con ojos rasgados que veían con sorprendente concentración a su objetivo, adornados con unos hermosos orbes verdes. Si se usara una palabra para describirlo el rey usaría "exótico".

— ¿Cuál es tu nombre? — Dijo el rey ignorando a su guardia.

 — Hajime... Iwaizumi. — A pesar de que no quisiera decirlo, después de todo estaba ante el rey, tenía límites.

— Muy bien, con eso me basta.

— Em... Mi rey, ¿Qué desea hacer con el? — Dijo su sirviente y prácticamente mano derecha.

 — ¿Uh? ¿No es obvio? Llévenlo a mi habitación.

Al oír la orden del rey, tanto los guardias como Hajime se sorprendieron, aunque de distintas formas; los guardias parecían preocupados mientras que el rufián molesto, aunque a la vez confundido y eso lo noto el rey.

 — Pero mi rey, eso es peligroso, logró herir bastante a varios guardias...

 — Entonces no le dejen ahí simplemente suelto, ustedes piensen en algo, solo llévenlo a mi habitación.

 Y tras un movimiento de mano del rey, los guardias nuevamente arrastraron a Hajime. Mientras lo llevaban a aquella habitación, el moreno miraba con odio al rey, y cuando este se percató de ello, le sonrió de una forma un tanto maliciosa durante unos instantes, hasta que la distancia les impedía seguirse viendo.

 

Nekoma

 

A pesar de la apariencia despreocupada y/o irresponsable del rey de Nekoma, Tetsurō Kuroo, podía ser bastante estricto si se lo proponía, después de todo era un rey y tenía que ser responsable.

 En ese momento este se encontraba leyendo y firmando cartas, nuevas leyes, etc. Hasta que su mano derecha abrió la puerta del estudio del rey, cerrándola tras él, aunque Tetsurō pudo ver por un breve instante en el que la puerta estuvo abierta la figura de una persona desconocida para el, pero no le pudo ver con detalle.

 — Mi rey. — Dijo dando una leve reverencia y entregándole una carta.

 El rey de oscura cabellera al ver de dónde provenía la carta dibujó una sonrisa en su rostro para después abrir el sobre y leer el contenido. Pero al hacer esto esa sonrisa se borró.

 — Creí que la reunión sería el año que viene...

Los reinos cercanos se reunirían en Karasuno este año, ya que se supone que los reyes ya deberían de tener pareja y presentarla en esa reunión, sin embargo ninguno tenía pareja aún. Por lo que todos estaban estresados, pues en un mes tendrían que encontrarla.

— Rápido, anuncia que busco pareja en el pueblo.

 — De acuerdo. — Al decir esto, el sirviente abrió nuevamente la puerta para salir, así que el rey con la mirada intento buscar nuevamente a esa persona que había visto, pero ya no se encontraba ahí.

La mano derecha del rey dio el anuncio como se le había ordenado, y no mucho después las doncellas ya estaban esperando fuera del palacio.

 Al terminar con el papeleo, el rey salió a su jardín tan solo porque quería desestresarse un poco de estar tanto tiempo dentro del palacio. Pero ahí vio nuevamente a la persona de baja estatura que desconocía, parecía de su misma edad y le había llamado la atención. Este no hacía nada, solo estaba parado dándole la espalda al rey -ya que pensaba que estaba solo- mientras veía las hermosas flores y exóticas plantas de aquel jardín y de vez en cuando daba unos pequeños y lentos pasos. El rey sin dudarlo se encaminó hacia esta persona con suma curiosidad y al estar a menos de un metro de distancia le tomó del hombro para así con facilidad darle la vuelta y ver su rostro. Tenía unos hermosos y enormes ojos, orbes felinos color miel, con cabellera lacia y oscura, su piel era más pálida que la de él. Aquel chico desconocido veía al rey con algo de temor y a la vez estaba confundido, mientras que el rey parecía no dejar de verle, había algo en el que, simplemente no sabía que era, pero quería saberlo.

Esos pocos instantes en los que el chico y el rey estuvieron callados y mirándose mutuamente -de forma distinta cada uno claro está- terminaron cuando el sirviente del rey llegó a tomar del ante brazo al chico y jalarlo hacia él.

 — Mil perdones mi rey, me disculpo por mi hijo, esto no volverá a suceder. — Dijo inclinándose ante el rey para luego enderezarse nuevamente pero ahora su palabra fue dirigida al chico de orbes miel. — Siempre perdiéndote de mi vista, a partir de ahora, hasta que vayamos a Karasuno, te quedaras en mi habitación. — El chico tan solo asintió sin decir nada.

— No... Está bien, no me molesta, no sabía que tenía un hijo. — Dijo el rey con un tono sereno.

 — Lo que pasa es que siempre ah estado al cuidado de su tía, pero ella se mudará y no puede llevárselo con sigo, así que por ahora lo tendré en mi habitación, hasta que vallamos a Karasuno, ahí tengo un amigo que podrá encargarse del él, así que no se preocupe en tener que volverlo a ver. Si me disculpa. — El sirviente se dio la vuelta jalando con sigo al chico -que parecía no entender lo que pasaba, o tal vez entendía demasiado- mientras parecía estarle regañando hasta entrar al palacio nuevamente.

El rey no tuvo tiempo ni de preguntarle su nombre al joven, e igual no pudo escuchar su voz, a pesar de la "explicación" que su sirviente -o más bien mano derecha- le había dado, seguía teniendo varias dudas, demasiadas. Pero no debía preocuparse por eso en ese momento, necesitaba volver a sus labores y encontrar pareja.

 

 Fukurodani.

 

 El rey de Fukurodani, Koutaro Bokuto, era bastante... "Peculiar", su mano derecha lo describía diciendo que se comportaba como "un niño".

— ¡Akaashi!~ — Llamó el rey de Fukurodani que se encontraba en su silla de escritorio sentado de una forma poco formal con su cabello extrañamente decaído.

 — ¿Me llamó mi rey? — Dijo el mencionado entrando al estudio.

— Si... Ya estoy cansado del papeleo... ¿No hay nada mas que pueda hacer? — Decía "exhausto" aunque realmente exageraba.

— Bokuto-san, sabe que el papeleo es importante...

 — ¡Pero es aburrido...! — Este era uno de los muchos "berrinches" diarios que el rey hacía.

 El joven cabellera ondulada suspiró acercando una silla al lado del rey para el sentarse sobre esta, eso significaba que como de costumbre, Keiji le ayudaría con sus deberes, o a veces terminaba haciendo todo el trabajo.

 El rey al ver esto una sonrisa de oreja a oreja se formo en su rostro teniendo ahora -igual extrañamente- el cabello levantado.

 — La carta que envió hace una semana ya a de haber llegado a Nekoma, Bokuto-san.

— ¡Es cierto! ¡Ya lo había olvidado!

— Bokuto-san, debe encontrar pareja.

— ¿Eh? ¡Claro que no, pero si te tengo a ti!

 Keiji tan solo suspiró, volviendo al papeleo, aunque una pequeña sonrisa se formó en su rostro.

 

 Karasuno.

 

 El rey de Karasuno, Sawamura Daichi, podría decirse que era de los más responsables, pero no dejaba de ser amable y caballeroso, era un rey justo, pero de temer al estar enojado.

— Según las cuentas, todos los reinos ya deben de estar enterados de la reunión, ¿Cierto, Asahi? — Dijo el rey caminando al lado de su mano derecha por el palacio.

— Así es, mi rey... Pero si dijo todos... ¿Eso quiere decir que igual vendrá "él"? — Dijo con un tono un tanto preocupado.

 — Cuando digo todos son todos, no tenemos opción. Ahora, dejando eso de lado. ¿Están todos los preparativos listos?

 — Casi todo, falta pan para el festín... Pero, mi rey, aún no encuentra parej-— El rey al no querer hablar del tema le interrumpió.

— De acuerdo, entonces que vengan los mejores panaderos del pueblo a mostrar su trabajo. Hazme saber cuando estén listos, tengo que encargarme de algo... — Al terminar de decir esto el rey cambio la dirección en la que caminaba para dirigirse a su habitación, al ver esto Azumane ya sabía de que hablaba, así que el siguió adelante para hacer lo que su rey le había ordenado.

 En el pueblo de Karasuno, vivía un panadero de tez pálida y figura delgada, con una dulce mirada adornada con un lindo lunar bajo su ojo izquierdo.

 — ¡Suga-san! ¡Suga-san! — Decía un chico de cabellera alborotada casi gritando mientras corría emocionado a la panadería del mencionado.

— Oh, ya se me hacía raro que no habías llegado hoy, Hinata.

 — Eso nunca, Suga-san.

— Entonces, ¿Quieres lo de siempre?

— ¡Si por favor! Y, ¿Hoy no necesitas ayuda?

 Pues Shoyo no solo era el "cliente número uno" de Koushi, si no también era un aprendiz, aunque aún no era muy bueno. Pero le encantaba ayudarlo aunque fuera con algo simple como cargar sacos de harina.

 — No realmente. — Decía entregándole a Shoyo su pan preferido. — Pero si gustas, puedo ver en que podrías ayudarm-— No pudo terminar de hablar, pues un guardia se había puesto entre el panadero y el jovencito, entregándole un sobre a Koushi.

 — Espero verlo en el palacio. — Y sin ninguna explicación el guardia partió.

 Shoyo y Koushi se quedaron algo atónitos, más Koushi, ya que Shoyo no sabía lo que sucedía realmente. El panadero al salir de la sorpresa, una sonrisa se formo en su rostro y abrazó fuertemente al menor, a lo que este parecía no entender aún.

— ¿S-Suga-san? ¿Qué es ese sobre?

 — ¡Me han elegido! ¡Seré uno de los panaderos que se presentará con el rey para tener una oportunidad de trabajar como su panadero personal!

 Koushi parecía realmente feliz, así que Shoyo le apoyó abrazándole igual. Después de esa pequeña "celebración", el panadero abrió el sobre para leer la carta. Aparentemente tendría que preparar el pan en el mismísimo castillo, así que el solo sería difícil, por lo que se les autorizaba tener un ayudante. El panadero volteó hacia el chico al leer esto y le tomo de los hombros.

 — Hinata, necesito que seas mi ayudante. Así que hazle saber a tu madre que mañana irás al castillo.

 Al oír esto los ojos del mas bajo brillaron por un momento, y luego esa tierna y contagiosa sonrisa que tenía se formo en su rostro.

 — ¡Claro! ¡Lo haré! — Y ni un momento después, el muchacho partió hacia su casa a toda prisa.

 


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