Gumball jadeo cuando de un jalón su ajustado pantalón color negro entró por fin en su lugar. El pantalón le quedaba muy apegado a su cuerpo; sus esbeltas y bellas piernas se marcaban con él, siendo la envidia de cualquier mujer.
Sonrió satisfecho cuando vio como su trasero se marcaba con los pantalones, haciéndolo ver grande.
Como a él le gustaba verse.
Había estado usando pantalones desde que su mamá le prohibió usar sus faldas, qué anteriormente usaba muy a menudo, todo gracias a una fiesta que organizó el fin de semana pasado, donde casi literalmente destruye la casa.
Gumball era muy afeminado a pesar de ser hombre; tenía obsesión por las faldas de colegialas y una atracción por sentirse sexy y poderoso.
Su cuerpo era esbelto, con curvas que parecían ser de una mujer, piel un poco bronceada, sus ojos color violetas y un hermoso rostro de ángel.
A pesar de su pequeña estatura, Gumball era un chico rudo dejando al lado lo femenino.
Caminó fuera de su habitación moviendo sus caderas, el pantalón estaba apretando mucho su miembro, pero debía soportarlo.
Llegó a la cocina y tomó una barra de gramola del estante.
Su hermana le dio una bolsa de papel en donde contenía el almuerzo del rosado.
-Toma tu almuerzo, Gumball. Esfuerza te mucho en la escuela, no quiero que me decepciones este semestre jovencito.
-Sí Bonny-Gumball tomo la bolsa y le sonrió
falsamente.
Tomó su mochila y emprendió camino a la escuela.
*
Estando en la escuela, se dedicó a buscar a su mejor amigo Flame. Moviendo sus caderas, se dirigió a la puerta principal, en donde su amigo estaba hablando con otros chicos más.
Gumball llegó, carraspeo unos segundos y luego sonrió inocente.
-Hola.
-Hey buba, al fin llegas-Flame le dio un pequeño golpe en su hombro.-Hoy es el examen de Matemáticas. ¿Estudiaste?
-Te juro que no sé absolutamente nada-Gumball bufó molesto.
Los números no eran su fuerte.
-Vamos entremos, la clase está por empezar.
Flame y Gumball caminaron por los pasillos, recibiendo algunas miradas.
Gumball sonreía a todo el mundo, caminaba con elegancia junto a su amigo. Se sentía poderoso. Varias chicas miraban a Gumball, diciéndole algunos piropos o solamente quedando estupefactas por la belleza del peli-rosa.
Al entrar al salón, buscaron algún asiento y se sentaron a esperar; Gumball jugueteó con sus dedos mientras pensaba en miles de cosas. Un toque lo despertó de sus pensamientos.
-Hola, Buba.
Gumball volteó a ver a Finn, que estaba sobre las piernas de Flame mientras se acurrucaba como un bebé. Finn fue siempre así con Flame; a él no le molestaba el comportamiento de los dos, al contrario, eran muy tiernos, en especial el rubio.
-Hola Finn.
-Finn y yo cumpliremos dos años este sábado, ¿quieres venir a mi casa?-Flame habló besando las mejillas del rubio mientras este se sonrojaba.
-Lo siento, no me apetece. Es mejor que tengan la casa sola para que así follen mejor.
-¡Gumball!-Finn recriminó completamente
sonrojado. El peli-rosa solo rió ante la expresión de Finn.
-Hijo de puta-Gumball rió cuando Flame lo insulto burlona mente.
El timbre sonó y Finn bajo del regazo de Flame y se sentó adelante de él. Gumball se dedicó a sacar su lápiz y borrador mientras el profesor tardaba en llegar.
La puerta se abrió, dejando ver una cabellera negra muy bien peinada, con un traje negro azulado y sus típico portafolios que nunca faltaba. Gumball mordió su labio, debía admitir que el profesor Lee se veía ardiente ese día.
-Saquen sus lápices, les entregaré su examen final, alumnos.
La voz ronca del profesor resonó en todo el salón. Gumball mordió aún más su labio cuando imaginó la voz del profesor Lee gimiendo y jadeando...borró aquellos pensamientos de inmediato.
Había odiado al señor Lee desde que entró en la escuela. Obvio, era su profesor de matemáticas, ¿Cómo no odiarlo? Pero Gumball tenía que admitir que sentía una pequeña atracción por él. Una atracción sexual.
-Señor Gumball-El peli-rosa miró hacia arriba juntando sus ojos con los de Marshall.-Espero que no falle esta vez.
Dijo Marshall tajante y le dio la papeleta. Gumball miró con cara de confusión aquel examen; la única pregunta que entendía ahí era cual era su nombre.
Suspiró y se dedicó a responder.
Sabia que saldría mal en eso.
*
-Entreguen sus papeletas ya.
El profesor Marshall ordenó cuando su temporizador marcó una hora exacta.
Gumball mordió el borrador de su lápiz por milésima vez; aún le faltaba por hacer cinco ecuaciones, sin contar las respuestas erróneas que había inventado.
Decidió darse por vencido y entregar su examen, había sido un fracaso.
La ansiedad de Gumball aumentaba más y más mientras veía como el Profesor revisaba los exámenes, hoy le darían su promedio final. Estaba casi seguro de que saldría mal. Era un 90% de probabilidades de que lo hiciera.
Se dedicó a pensar en algo más que lo fuera eso, pero su corazón se alteró cuando escuchó el timbre de receso sonar. El profesor se levantó de su silla antes de que todos salieran.
-Gumball Bublegum y Grumosa Spaice, por favor acérquense a mi escritorio.
El peli-rosa cerró sus ojos. La había cagado. Tal vez era para reprobarle la materia, o peor, el semestre. Se levantó juntando su mochila y despidiéndose de Flame. Gumball y la chica se acercaron al escritorio.
-Tengo algo que decirles.
El peli-rosa observó como Marshall guardaba unos papeles en su portafolio. Remalió sus labios al ver aquellas manos; se imaginó qué podía hacer Marshall con esas manos. Su bulto empezó a crecer en sus pantalones.
-Señorita, usted ha obtenido la mejor nota de la clase. Felicitaciones, ha pasado el semestre sin problema alguno. Ahora puede retirarse.
La chica salió sonriendo del salón. Gumball bufo y se cruzo de brazos esperando a que el profesor hablara.
-Señor Gumball, usted está en un caso muy grave. Lamento decirle que su examen fue un cero.
El peli-rosa jadeó sorprendido.
-Gumball Bublegum, usted ha dejado el semestre.
-P-pero-o...-tartamudeó.
-Lo lamento mucho.
Gumball salió furioso del salón, furioso con el señor Lee. Sabia que él no tenía la culpa de su fracaso, pero estaba muy molesto. Dejaría el año escolar y tendría que repetirlo, él no quería eso.
Tenía que pasar el semestre, y no podía ir a los cursos de verano. Sus padres lo matarían.
Mordió su labio sonriente cuando se le ocurrió algo. Marshall era su profesor guía, podía hacer que él pasara su materia, si es posible, el semestre. Solamente tenía que convencerlo de alguna manera, con algo.
Sexo.
Gumball era un chico muy guapo; nadie podía negar eso. Deseado por hombres y mujeres, el peli-rosa era catalogado como un seductor de primera. Podía lidiar con alguien como su profesor. Además, obtendría puntos extras al acostarse con alguien como Marshall. Un hombre de verdad, guapo, sexy y tentador. Marshall Lee era la belleza andante, y al igual que Gumball, la debilidad de su querido profesor podía ser el sexo.
Gumball sonrió y caminó moviendo sus caderas sensualmente, mientras se llevaba la mirada de todos.
Tenía un plan magnífico, que no tenía que fallar.
Y mañana seria el día.