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Shi, Mi, Me, Yu, Ki, Sa, A por KurageHime_

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Notas del capitulo:

Kiseru:  antigua pipa japonesa, usada para fumar diferentes sustancias, desde opio hasta tabaco. 

Para Hiyu ♥ ¡Feliz cumpleaños! 

No importó que, al principio, le pagaran un profesor privado, después lo enviasen a una buena escuela de paga, y por último consideraran que quizá la experiencia de una escuela pública sería beneficiosa. Para mala suerte de los padres de Ryutaro, el sentido común era algo que  aparentemente no se podía enseñar, y su hijo único tenía menos ganas de cultivar.

Aprendieron a vivir con sus excentricidades. Porque cada que intentaban disuadirlo con alguno de esos cuentos con los que se intenta asustar a los niños para que dejen de hacer algo, parecían, por el contrario, incentivarlo a ser más imprudente. Y desde que su madre le había dicho que si tocaba la flauta durante las noches, llamaría a los fantasmas, Ryutaro se levantaba religiosamente a la hora muerta a ver si tenía suerte invocando a alguno desde el tejado de su casa. Pero para su decepción ni fantasmas ni serpientes se le acercaron. Si tenía suerte, algún ave rapaz nocturna, sino, un resfriado seguro al amanecer después de pasar una noche de invierno a la intemperie. En las últimas semanas, su escucha más recurrente era un gato negro con lo que parecía ser una extraña división en la cola. Era un público exigente, cuando desafinaba, maullaba airado. Si la pieza le gustaba, se ponía a ronronear para acompañarlo. Ryutaro muchas veces intentó tocarlo, pero el gato era arisco y siempre saltaba a los tejados vecinos.  

Esa noche lo que le hizo estornudar no fue una gripe anunciada, si no el humo de una pipa de bambú. Al “buenas noches” que el forastero sentado a su lado le dirigió, acompañado de la sonrisa más burlona que había visto en su vida, Ryutaro le respondió con una mueca de sorpresa, porque no le había escuchado subir, luego una de emoción y al final, con la decepción pintada en el rostro, porque su visitante era más sólido y mundano de lo que esperaba.

─¿No sabías que si tocas la flauta de noche, puedes atraer a las serpientes? ─Le dijo el desconocido.

Ryutaro hizo un mohín de incomodidad. Pareció encogerse en su sitio, encorvarse un poquito más.

─Eso dice mi madre.

Guardó silencio, no muy seguro de qué decir.

─Aunque parece que tengo más habilidad para ahuyentar hasta a los pájaros, que para atraer fantasmas.

Ese hombre recibió el comentario con una carcajada. Se apartó el largo cabello negro de la cara y  caló la pipa. Al exhalar el humo Ryutaro volvió a toser;  pero se sintió algo más confiado. Él no hacía reír a nadie, sus comentarios presuntamente graciosos no le arrancaban  sonrisas de cortesía ni a sus padres.

Habló largo rato con él. Le dijo que se llamaba Tatsurou.

 

─De donde yo vengo, es muy común ver fantasmas ─le comentó Tatsurou cuando Ryutaro le habló de sus inútiles esfuerzos por invocar algo, lo que fuera. No se burló del muchacho, todo lo contrario, parecía tomarse el asunto bastante en serio.

─¿De dónde vienes?

─Del pueblo de los gatos.

Ryutaro levantó las cejas. No parecía una broma; pero era difícil saberlo enfrentándose a esa perpetua sonrisa burlona.

─Me gustaría verlo algún día ─resolvió, hallando en ello la forma más elegante de salir del asunto.

─Puedo llevarte cuando sea.  ─Por cada comentario, Tatsurou dejaba escapar un montón de curiosas volutas de humo, que tomaban formas caprichosas. Ryutaro se entretuvo un buen rato mirándolos─. Hoy mismo, si lo quieres.

El muchacho se detuvo un instante a considerar lo que le habían dicho sobre aceptar las propuestas de los extraños; pero la curiosidad lo estaba carcomiendo. No tenía sueño, no tenía nada mejor que hacer, y a diferencia del vinilo que se repetía interminablemente dentro de su habitación,  era viernes y ni siquiera estaba enamorado. “No me alejaré demasiado”, se prometió antes de meterse a su habitación para tomar un abrigo. Bajó las escaleras corriendo.

 Afuera, en la calle, no había nadie. Por un instante se le hizo un agujero en el estómago mientras la certeza de que Tatsuro sólo se había reído de él comenzaba a tomar forma en su cabeza. La idea fue disipada cuando volvió a escuchar sus carcajadas burlonas y molestas.  Tatsuro saltó del tejado. Al piso, llegó un gato negro con la cola bifurcada. Y fascinado, el muchacho echó a andar detrás de él.

A la madre de Ryutaro la despertó la ausencia de ruido. Subió a la habitación de su hijo para darse cuenta de que el reproductor de discos había dejado de tocar, la ventana estaba abierta y el muchacho no estaba en la cama, ni en ningún sitio de la habitación, ni siquiera lo escuchaba en el tejado. Salió corriendo a la calle y lo distinguió a la distancia, siguiendo a un alto desconocido vestido con una yukata roja.  Lo llamó a gritos para que volviera, pero el  sonido infernal del maullido de todos los gatos de la cuadra ahogaron su voz. Ryutaro ni siquiera volvió el rostro.

La diminuta luz que emanaba del kiseru encendido de Tatsurou seguía brillando, brillando, brillando. Hasta que se perdió en la lejanía y desapareció, junto al menor de los Arimura.

Todavía hay quienes dicen que no pueden pasar una noche en esa casa, sin que por la madrugada los despierte la interminable canción de una flauta en el tejado. 

Notas finales:

"Si silbas o tocas una flauta de noche, las serpientes vendrán a ti" Es un dicho popular japonés, usado para disuadir a los pequeños de que hagan ruido por las noches y molesten a los vecinos. Se cree también que con "serpientes", se refieren a los ladrones.

 

La hora muerta, se supone, son las 3:33 de la madrugada. Se cree que es el momento de la noche en el que las barreras que separan el mundo sobrenatural con el terrenal, se disuelven.

 

Tatsuro es un Nekomata. Un gato con la cola  dividida en dos. Estos gatos tienen habilidades sobrenaturales, cercanas a la nigromancia, y pueden adoptar forma humana. 

 

Y eso sería c: ¡Gracias por leer! 


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