Despertó a regañadientes, sólo para encontrar el otro lado de la cama frío y vacío. Se desperezó, estirándose todo lo que pudo y tomó su teléfono de la mesita de noche. Tenía algunos mensajes de conocidos felicitándolo por su cumpleaños. Sonrió, respondiendo rápidamente, y volvió a dejar el aparato a un lado. Bostezó. Se quedó algunos minutos allí, en silencio, pero no pudo oír ningún ruido. Parecía que estaba solo en la casa.
Finalmente se levantó y caminó hasta la cocina con pesadez. Allí se encontró un desayuno servido y una nota. "Feliz cumpleaños, Daniel. Tuvimos que salir temprano por un horario, traeremos pastel cuando volvamos. Hay café en la cafetera". Reconoció la letra de Chanhee y sonrió. Luego se resignó a desayunar sin compañía. Entonces todos tenían trabajo hoy, suspiró. Su agenda estaba vacía ese día, aunque él no lo había pedido. Eso significaba que debía encontrar algo para hacer en las próximas horas.
Calentó el café y comió todo lo que le habían dejado servido. Luego se dio un largo y relajante baño. Encendió la computadora y pasó un buen rato leyendo los saludos de sus fans. Revisó su teléfono, pero no tenía nuevos mensajes. Entonces se decidió a salir a dar una vuelta.
Cuando regresó horas más tarde, las luces encendidas le indicaron que los demás miembros habían vuelto. Cruzó la sala, que estaba desierta y oyó sus voces al acercarse a la cocina. Se detuvo un instante al escuchar que Changhyun mencionaba el nombre de Byunghun.
-¿Creen que en verdad lo haya olvidado?- murmuraba contrariado.
-En la mañana me dijo que se iba durante el día a ver a su familia… Ni siquiera lo saludó antes de marcharse.
Jonghyun sonaba molesto. Al parecer Byunghun no estaba con ellos y eso lo sorprendió un poco. Había imaginado que su agenda había sido el motivo por el cual no despertó a su lado. Nunca se le ocurrió pensar que se había tomado el día libre y se había marchado.
-¿Intentaste llamarlo, Minsoo?
Changhyun preguntó, pero Niel ingresó en la cocina antes de poder oír la respuesta. No quería oírla. En cuanto apareció, todos transformaron sus expresiones y se abalanzaron sobre él para felicitarlo.
Comieron torta, conversaron, bromearon, rieron. Pero el tiempo transcurría y la ausencia de Byunghun se hacía más evidente a cada segundo. Niel revisaba su celular constantemente, pero no había señales de su parte. Aquello le molestaba, ya que era él siempre el primero en escribirle cuando estaban separados durante varias horas al día. Y ahora este repentino silencio le inquietaba.
¿Por qué justo ese día? No era como si le diera un valor demasiado especial a su cumpleaños, pero definitivamente quería tenerlo a su lado. Aunque lo hubiera olvidado, si sólo hubiera estado allí al abrir los ojos… Se sentía tonto, pero lo extrañaba. Secretamente había albergado la esperanza de que estuviera preparando una sorpresa para él, pero esa ilusión se había desvanecido al oír aquella conversación. Si fuera así, ellos deberían saberlo y sólo entretenerlo hasta que todo estuviera listo, ¿no es así? Sin embargo, aquel tenso ambiente no ayudaba precisamente a distraerlo…
Largos silencios. Balbuceos. Suspiros. Miradas fugaces a las manecillas del reloj. Un ciclo que fue interrumpido por el sonido de un celular sonando. Era el suyo. Al ver su nombre en la pantalla, no supo si sentirse molesto o aliviado. Atendió.
-Hola, Byunghun.
-Niel, ¿estás en casa?- saludó como si nada.
-Sí, estamos todos aquí. ¿Tú dónde estás?
-Fui a casa de mis padres y luego salí con unos amigos… ¿Crees poder venir a buscarme?
Niel se quedó sin palabras un momento. Mordió su labio inferior e inhaló profundamente.
-Claro, dime dónde…
Niel condujo hasta la dirección que Byunghun le había indicado y se detuvo frente a una gran casa de aspecto antiguo. Había algunas luces en las ventanas, pero no parecía haber movimiento en las habitaciones. No conocía la zona, y no imaginaba que podría estar haciendo Byunghun en un lugar como aquel. Tampoco se sentía con ánimos para averiguarlo.
Tomó su teléfono y lo llamó para avisarle que ya había llegado, pero no respondió. Esperó algunos minutos, mientras volvía a intentarlo, pero continuó sin obtener respuesta. Comenzaba a impacientarse. Bajó del auto y se dirigió hacia la puerta de la casa. Se sorprendió al encontrarla entreabierta. Se asomó por ella, algo inseguro, y vislumbró un cartel justo enfrente. “Si estás molesto y quieres golpear a Lee Byunghun, sigue las flechas”. Alzó las cejas y no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en sus labios. Cerró la puerta por la que acababa de entrar y observó a su alrededor. No tardó en encontrar las flechas que atravesaban una amplia sala y lo guiaban escaleras arriba. Eran grandes y de brillantes colores. Desiguales y desprolijamente cortadas. Las siguió. Cruzó la sala y subió las escaleras. Atravesó una habitación con una enorme cama y se detuvo frente a lo que debía ser la puerta de un balcón. Sonrió con anticipación al ver que muchas flechas señalaban hacia aquel lugar.
Abrió la puerta y se encontró ante un hermoso balcón, techado en falsa parra. Pequeñas luces blancas se entremezclaban entre las hojas y descendían en espirales por las columnas de los costados, enmarcando el claro cielo estrellado de verano. En el centro del balcón había una mesa de escasa altura, rodeada de almohadones en los cuales sentarse, y servida con variados alimentos. En uno de los almohadones había un extraño peluche con cara de pez. Ese que Byunghun había dicho le recordaba a él, al verlo en una juguetería. Sin embargo, Byunghun no se encontraba allí. Estaba a punto de dar la vuelta y marcharse, cuando unas manos cubrieron sus ojos por detrás.
-¿Realmente creíste que lo había olvidado?
Su voz murmurando cerca de su oído lo hizo estremecer. Apartó sus manos y se volvió hacia él. Entonces le dio un fuerte golpe en el brazo, lo que arrancó un quejido de sus labios.
-Allí decía que si seguía las flechas, podría golpearte.
-Lo sé, lo merezco...
-Si vuelves a dejarme por la mañana de esa manera, te mataré- advirtió. Un tierno puchero ofendido se formó en sus labios.
-No volveré a hacerlo- aseguró.
Niel pareció satisfecho con eso, y no opuso resistencia cuando Byunghun rodeó su cintura con sus brazos.
-Entonces, ¿qué es esto que has preparado?- preguntó curioso, mirando hacia el balcón.
-Bueno, no hay rosas, caminos de pétalos ni velas… pero quería hacer algo especial, así que pasé todo el día intentando preparar la comida por mí mismo.
Niel lo miró sorprendido.
-¿Enserio?
Byunghun rió de su cara de incredulidad.
-De verdad. Pero descuida, hay pizza y helado en la cocina… Por si acaso nada resulta comestible.
Él le devolvió la sonrisa. Los brazos de Byunghun lo estrecharon con fuerza, pegándolo a su cuerpo. Niel, sin poder contenerse más, cerró la distancia entre ellos y lo besó. Un beso necesitado, por el que había esperado todo el día. Byunghun le correspondió con entusiasmo, robando su aliento a cada instante. Al separarse sus labios, lo estrechó con más fuerza.
-Feliz cumpleaños, Niel- dijo al fin.