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White Room's Secrets por AliceNya

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Notas del capitulo:

Este capítulo es corto, lo compensaré subiendo uno mañana mismo jeje n_n'. Espero y les guste.

- Sanada, ¿puedes traerme un vaso con agua? –se había quedado dormido y había despertado con ese recuerdo.


- Ahora vuelvo –respondió saliendo de la habitación. Al parecer él no había conciliado el sueño.


¿Por qué ahora tenía que volver a recordar esos días?


- Aquí tienes.


- Gracias –dijo tomando el vaso entre sus manos, pero al parecer no pudo sostenerlo bien porque se le cayó y toda el agua se derramó.


Soy un completo inútil, odio esta vida, la odio, la odio…


Viendo que Yukimura ya iba a explotar de rabia y en llanto, se acercó hacia él y lo cargó con sus brazos, mientras le decía que se sujetara de su cuello para no resbalarse. La gentileza, el calor que provenía del cuerpo del moreno hizo que Yukimura se apretujara más hacia su pecho, llorando silenciosamente mientras éste lo cargaba hacia la silla donde se sentaba. No quiero soltarme, quiero quedarme así.


- Yukimura, siéntate por favor.


- No.


- Yuki… Por favor, necesito que te sientes para poder limpiar.


- No quiero, Sanada –se enrollaba más en el cuello del vice-capitán.


- ¿Entonces limpiarás tú? No tiene remedio, Seiichi es muy terco.


- No, llama a alguien si quieres.


- Es de madrugada, Seiichi. Las personas del hospital también duermen.


- No quiero… Que me sueltes.


Sanada se rindió ante las exigencias del buchou y lo dejó en su pecho, donde éste se durmió con los ojos un poco hinchados porque había seguido llorando. A Sanada esto le dolía: ver a su mejor amigo postrado en una cama sin poder hacer nada, haciendo que esto sacara lo más vulnerable de él. Sabía que él era a quien más necesitaba Seiichi, pero todavía no estaba listo para corresponder el cariño, que demostraba de forma tan extraña, su compañero.


Hay cosas que son difíciles de cambiar, Seiichi. Tu frialdad aún me aterra, tus caprichos los cumplo porque realmente me importas y me gustaría que sonrieras un poco más para verte feliz como antes, pero no te quiero como sé que aún me quieres tú. No sé si algún día llegaremos a estar al mismo nivel, ya que no puedo sentir en mi corazón ese calor que he esperado tanto tiempo. Nadie nunca ha sido capaz de agitar mi corazón, y aunque hemos pasado tanto tiempo juntos, creo que la frialdad de tu corazón ha llevado a la frialdad del mío. Lo siento, Yukimura.


Luego de estos pensamientos, él también cerró los ojos y se durmió con Yukimura entre sus brazos. Por otro lado, si bien Yukimura había podido conciliar el sueño, se despertó relativamente temprano y sonrió ante la escena que daban. Esto hizo resurgir esperanzas en el frágil muchacho, sin saber que los sentimientos de Sanada eran los mismos que hace 3 años. Eran sólo lazos de amistad, de fidelidad, de confianza, pero no de amor.


- Yukimura, despierta –dijo creyendo que seguía dormido. ¿En serio nos quedamos así toda la noche?


- Estoy despierto hace bastante rato.


- Ah. Bueno, creo que tus sábanas ya están secas, te dejaré ahí para que puedas seguir descansando.


¿Tan pronto quiere deshacerse de mí? ¿Es que no significó nada para él que durmiera en sus brazos?


- Está bien, pero cárgame –dijo con resignación, aunque tenía un plan. Eres mío, Sanada. ¿No lo ves?


Al momento de dejar a Yukimura en la cama, éste no soltó el cuello del vice-capitán, sino que lo atrajo hacia la cama para darle un beso, uno con bastante deseo y pasión, algo que ni siquiera el capitán sabía que tenía guardado. Esta vez, Sanada sintió como sus labios eran lentamente saboreados,  como si algo quemara, no se parecía en nada a la primera vez; ya no era un simple beso entre dos niños, sino un beso real cargado de deseo como si la vida le fuera en ello. Sin embargo, esto le pareció demasiado, por lo que unos segundos después, tomó los brazos de Seiichi y los soltó de su cuello, haciendo que separara también el rostro del suyo.


- No vuelvas a hacerlo –dijo con firmeza.


- Sanada…


- No, Seiichi. Y no esperes una tercera vez –dicho esto, se fue de la habitación sin siquiera despedirse, dándole la espalda al capitán, quien se deshacía en lágrimas por haber sido tan egoísta al pensar que los sentimientos de su más grande amor habían cambiado al menos un poco.

Notas finales:

El capítulo siguiente se llama "Aceptación". Se los digo para que vayan pensando en cómo se desenvolverá la historia; tal vez los sorprenda.

¡Nos vemos!


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