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Kyūbi no kitsune por pri_sasukelove20

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Notas del capitulo:

Hola a todos, lamento la larga ausencia. Estoy con mucho trabajo. Pero he vuelto y planeo retomar algunas de mis historias, ahora más que nunca que terminó la serie. Y necesitamos de fanfics para aliviar nuestra decepción.

 

Espero les guste el siguiente capítulo que muchos esperaban. Nos estamos viendo.

 

(Personajes de Masashi)

 

El tiempo no se detenía, y cambios podrían perturbar a la familia.

—¿Por qué desperdicias tu tiempo allí? El nunca despertará.

Sasuke, que salía de lo profundo del bosque, quedó sorprendido y entristecido por el comentario frío de su propio hijo.

—No digas eso-acomodó su katana en su cintura, mientras terminaba de acomodarse las mangas—Naruto despertará pronto, yo lo sé.

—Deja de engañarte, mi madre seguirá durmiendo hasta que me convierta en un kitsune adulto. Y temo, que tú no estarás vivo para ver eso…-el joven azabache se fue alejándose con destino al pueblo humano.

—¡Menma, no me des la espalda, vuelve aquí!-levantó la voz completamente molesto. El dulce niño que él había conocido ya no existía, con pesar en su corazón, tenía que aceptar que la relación entre ellos se estaba deteriorando lentamente—Perdió la esperanza de verlo-susurró.

—Pero tú no-el tanuki apareció a su lado mirando la figura del kitsune negro perderse en la distancia—Ya no es un bebé, Sasuke-respondió serio—Tiene quince años, abre tus ojos y míralo como lo que es. Un zorro extraviado y sin la guía de su madre.

—Gaara, tú…

—Se ve exactamente igual que Naruto a su edad. Menma y él se parecen demasiado, pero tiene tu terquedad-el Uchiha sonrió nostálgico—Concéntrate en tu labor del Shinsengumi, que yo velaré por tu hijo adolescente. No quiero que albergue odio por Naruto, no quiero que cuando despierte, reciba palabras de odio de su cachorro a quien amó más que nada antes de su nacimiento.

—Te lo encargo, por favor.

—Haré mi trabajo como su tío. Ve a cumplir con tus obligaciones.

Sasuke como todas las mañanas, iba a los cuarteles, sus hombres le esperaban pacientemente. Desde hace meses no salía de su pueblo natal, había pedido expresamente ese favor, pronto supieron que tenía una familia y no era cualquiera. Era pareja de nadie más y nada menos que del guardián del templo, y habían concebido un hijo de las mismas características, finalmente se habían enterado quien era el padre y el hombre que había logrado conquistar el corazón del atractivo zorro. Tuvo un trato especial y nadie objeto nada, Naruto había servido a la comunidad por demasiado tiempo sin pedir nada a cambio, los aldeanos creían fervientemente, que era el momento de que el kitsune fuera feliz.

Aunque permanecía en un sueño eterno sin dar ni una mínima señal. Los días hasta convertirse en meses trascurrían sin esperar por él, Sasuke no perdía la fe, su gran amor pronto, muy pronto abriría sus ojos y vería aquel hermoso color que tanto echaba de menos. Ese azul zafiro que lo cautivó desde siempre, desde su primer encuentro y del cual no podrían deshacer su enorme atracción el uno por el otro. Pero Menma estaba creciendo olvidándose de su madre, su niñez era corta y la mayoría de los zorros que crecían sin familia, tenían la costumbre de formar una personalidad arisca y solitaria, aunque Sasuke estaba con él, su relación no era muy buena, no lo era porque ambos necesitaban a Naruto en sus vidas.

—Menma.

El azabache bajó la mirada hacia el suelo, el pelirrojo le veía con cara de pocos amigos, suspiró, no, otra vez uno de sus aburridos sermones.

—Baja de ahí antes que yo me enfade-le ordenó.

Alejado del poblado, se había escabullido hasta otro sitio repleto de arboles altos y con ramas lo suficientemente largas y anchas en las que podría trepar y apoyarse. No queriendo discutir con el mayor, fue bajando habilidosamente por cada rama hasta dejarse caer de un salto al piso.

—¿Qué es ahora, tío…?

El kitsune de una cola larga y esponjosa al igual que sus orejas azabaches, le miró casi con molestia, era algo que no podía evitarse. Menma no era el mismo de antes, aquella ternura que expresaba su mirada, con el tiempo, había desaparecido. Se estaba volviendo un adulto demasiado rápido y eso se reflejaba en su personalidad y modo de vestir. Le gustaba andar con el pecho al descubierto, solo vestía un pantalón negro y unas sandalias de madera con agujetas, pero en ocasiones le gustaba caminar descalzo, como en ese instante que había trepado un árbol.

—Tenemos que hablar de lo que le dijiste a tu padre-se cruzó de brazos.

—Solo dije la verdad, él nunca despertará-enfrentó la mirada esmeralda—Estoy cansado de escucharlo llorar por las noches, de verlo llegar del santuario con los ojos rojos e hinchados.

—¡Tu padre llora porque lo extraña! Lo ama tanto que le duele verlo así, completamente dormido, y también lleno de culpa por no estar con ustedes, por no estar con tu padre cuando te dio a luz. Él sufre demasiado, pero no le gusta hacerlo delante de nosotros.

—Debería rendirse, yo ya lo hice.

—No es culpa de Naruto. Es algo con lo que se nace, dejar descendencia tiene su precio, no es algo que pueda evitarse. Mi amigo quería tenerte lo antes posible en sus brazos, mimarte como lo hacían otras personas, pero él bien sabía que no podría conocerte. Aún así, soñó con el día en que estarían juntos.

 —¡Y mira donde terminó!-apuntó con la mano a lo lejos, señalando el sitio donde descansaba el blondo—¡Si tener hijos significa que lo abandonaras por un tiempo indefinido, entonces yo nunca seré padre!-vociferó.

—Lo entenderás cuando madures-endureció la mirada, de verdad extrañaba ese simpático y dulce niño que había sido hace tan solo unos meses atrás.

Matar. Quiero matar. Quiero derramar más sangre.

—¿De dónde proviene esa voz?-Menma intentó buscar con la mirada a su alrededor, esa voz le daba horribles escalofríos. Definitivamente no era alguien amistoso.

Voy a matar, te mataré.

—¿Tío?

—Aléjate de aquí-lo jaló tras su espalda protectoramente—Es un demonio-exclamó lo más calmado, sin embargo, Menma estaba un tanto inquieto y alarmado—¡Vete!

—¡No voy a dejarte solo!-aún tembloroso, se armó de valor y se puso a su lado para ayudarlo—Yo también puedo ayudar.

—¡Solo tienes dos colas, es imposible que puedas ayudarme!-no quería herir su orgullo, pero no estaba en condiciones de enfrentarse a un “Oni” los kitsunes jóvenes acostumbraban a practicar con espíritus y demonios débiles, pero un Oni era una criatura muy violenta y sanguinaria.

—Tío Gaara…

—¡Lárgate, Menma!-gritó irritado.

El zorro azabache se negaba a abandonarlo con ese horrible monstruo. Tenía un apego extremadamente fuerte, incluso más que con su padre por el pelirrojo.

Matar. Quiero matar. Voy a matarlos a todos.

La gigantesca criatura de compleción musculosa y una piel oscura azulada, se dejó al descubierto y caminó a paso lento hasta su dirección. El Oni, era un demonio de afiladas garras, pelo revuelto color rojo con dos largos cuernos surgiendo de su cabeza. Su parte baja era tapada por pieles de animales y tenía como única arma un garrote de hierro. Les gustaba empujar las almas de los fallecidos al infierno, por lo que merodeaban durante la noche buscando almas perdidas o errantes, pero lo que más le divertía, era definitivamente matar gente y condenarlos al abismo.

El demonio se acercó al tanuki, este empujó al kitsune y el garrote impactó contra el estomago de Gaara atravesándolo y cortándolo por la mitad.

—¡TÍO!-gritó desesperado, levantándose del piso. Estaba impactado por lo que sus ojos observaban—¡Tío!

—¡Guarda silencio!-gritó concentrado en el adversario. Menma entonces notó entre lágrimas que Gaara estaba uniéndose otra vez, su cuerpo era arena, era algo sorprendente. Nunca había tenido la oportunidad de preguntar por sus habilidades como guardián ni verlo practicar—Estoy bien-contestó ya más tranquilo retrocediendo un poco—Quédate atrás.

El zorro asintió en silencio obedeciendo al mayor, a su pesar, solo sería un estorbo y podría ocasionar que hirieran de gravedad a Gaara.

—¡Aaaaarrrrhhh!-largó un grito estruendoso chocando su herramienta contra el suelo, esta se transformó en un pequeño cráter por el fuerte impacto recibido—¡Quédate quieto para que te mate!-su aliento pestilente obligó a Gaara a taparse la nariz y seguir retrocediendo.

—¡Tío!-Menma le advirtió de otro inesperado ataque. La criatura corrió a él completamente furioso moviendo el garrote a todas direcciones, el pelirrojo aguardó la perfecta oportunidad de atraparlo en su trampa.

—¡Tío, muévete!-Menma estaba desesperado, no lograba descifrar las intenciones del mayor. Ese demonio le golpearía el rostro, estaba quieto en su lugar y entonces, Gaara sonrió agachándose en el suelo y tocando con sus manos el suelo rocoso.

—¡Ataúd de arena!-el suelo se abrió paso a un enorme agujero justo debajo de los pies del Oni, manos de arena se extendieron de abajo jalando a la pesada criatura hasta el fondo de la tierra—Muérete, imbécil-gruñó, se levantó sacudiéndose las manos sin quitar su calmada expresión.

—¡Aaarrrggg!-gritó haciendo fuerza para liberarse, pronto, más manos se aferraron a sus brazos, cuello y cintura, comenzó a ceder al suelo hasta terminar enterrado bajo tierra. Una muerte lenta y silenciosa.

Menma miró fascinado al mayor, estaba contento de tenerlo como tío.

—Esto se ha extendido demasiado-frunció el seño—Todavía no he hecho la cena, tks.

—¡Estuviste fantástico! ¡Eres muy fuerte!

—Es mi deber el proteger mi pueblo, por ahora, cuido este lugar hasta que Naruto despierte.

—Ósea… ¿Qué volverás a tu templo?-preguntó preocupado, sus peludas orejas se doblaron hacia adelante.

 —Menma, tienes una familia que te ama demasiado. Yo tengo a mis hermanos allá que siguen esperando mi regreso, extraño mi templo y mi gente. No puedo quedarme para siempre, pero vendré a visitarte-posó la palma de su mano en su cabeza otorgándole una caricia—Ayúdame a hacer la cena-le sonrió tratando de animarle.

—Hm…

Otro día se iba. Otra noche que veía a su padre bajo la luz de la luna escabullirse en el oscuro verde a ver su madre. Miró al cielo en busca de una respuesta que sabía bien que jamás llegaría.

—Ve a dormir-Gaara salió a su encuentro del templo con una pequeña lamparita iluminando su alrededor.

—No tengo sueño.

—Solo ve-comentó de malhumor, odiaba que le contradijeran. Fue hasta el pequeño santuario donde descansaba la perla, la legendaria joya que los kitsunes protegían por generaciones. Dedicó unos cuantos rezos y llenó de incienso el aire.

El kitsune negro le observaba curiosamente apoyado contra el marco del templo, aún refrescando, Menma seguía semidesnudo mostrando su delgada y marcada figura.

—¿No es aburrido hacer eso?-preguntó de la nada.

Gaara terminó con su labor y regresó hasta pararse frente al menor.

—Naruto también lo hacía, hay que purificarlo continuamente o podría ser corrompida por malas energías. Menma, tu tarde o temprano seguirás los pasos de Naruto.

Desvió la mirada a otra dirección de mala gana. No le gustaba la idea de convertirse en guardián y quedarse custodiando una piedra. Él tenía otros sueños por cumplir, recorrer el mundo y saber, sí había más kitsunes como él.

—¿Todavía despiertos?

Sasuke llegaba con una mirada casi demacrada, exhausta, y fría. Menma sintió lastima de su progenitor, le dolía verlo así y no poder hacer nada para remediarlo, solo esperar un milagro.

—Me voy a la cama-el menor entró, siendo observado por Gaara.

—Luces muy cansado, Sasuke, creo que estás sobre esforzando demasiado tu cuerpo.

—¿Tú crees?-suspiró, se pasó una mano por su pálido rostro—¿Cuándo crees que abrirá los ojos? Siempre que llega un nuevo día, pienso… “Naruto hoy vas a despertar y voy a estar allí para verte” pero él sigue exactamente igual desde que he vuelto…-sollozó—Creo que no soy tan fuerte como creí, lo necesito, Menma también lo necesita… lo perdí a él y ahora estoy perdiendo a mi hijo-se lamentó quitándose las molestas lágrimas que resbalaban por su rostro—¿Acaso él despertará cuando yo sea un anciano? Prefiero morir ahora a que me vea envejecer…

—No digas eso. Mantén la calma, nunca he visto un kitsune que durmiera años, solo descansan meses. A Naruto aún le falta un poco, si tu y yo no somos optimistas, ¿Quién lo será? Hazlo por tu hijo.

—Intentaré ser fuerte, lo intentaré.

Gaara lo vio entrar al hogar y observó el bosque oscuro y basto de arboles, suspiró.

¿Cuánto más seguirás durmiendo, amigo? Tu familia está desesperada, despierta pronto, por favor.

Esa noche solo sería el principio de una inevitable tragedia.

Menma escuchó pasos y una sed siniestra rondando alrededor de su casa. Fue suficiente para quitarle el sueño, procurando no despertar a su padre, salió al exterior con la luna iluminándolo todo, parecía una noche tranquila, pero supo de inmediato que algo malo estaba ocurriendo.

Su olfato no le engañaba, ese inconfundible olor, el aroma de Gaara al fondo del bosque. Él y algo más. Salió corriendo en su dirección preocupado.

Entonces con cada paso dado, su voz llegó a sus oídos.

—¿Crees que no te había notado, maldito?

—¿Tío?-¿A quién le hablaba? Menma guardó distancia detrás de un árbol. Entonces notó en la mano del pelirrojo dos sellos en papel, sellos para exorcizar demonios muy peligrosos.

Me recuerdas a él. No pensé que nadie más me notaría.

—Me temo que Naruto no es el único que podía sentir tu presencia, como su temporal reemplazo, es mi obligación mandarte al otro mundo. Devorador de almas.

Menma vio en ese instante, en la negrura de la noche, una mano con enorme garras, una mano negra tras la espalda de Gaara.

—¡Atrás de ti!-gritó saliendo de los arbustos.

—¿Menma…?

Un kitsune… perfecto.

El tanuki reaccionó rápido. No tuvo tiempo de preocuparse por su vida, el devorador de almas fijó su vista en Menma, le sacaría el alma delante de sus ojos, no podía permitirlo.

El azabache solo tuvo segundos para saber lo que estaba pasando, Gaara se puso frente a él y la mano del demonio lo atravesó de golpe.

—Morirás aquí y ahora…-susurró, escupiendo sangre. Tomó la mano del demonio, su figura completa quedó al descubierto, cuernos y una cara deformada que daba terror, ojos color sangre, la mitad de su cuerpo cubierta de pelo negro como un  fauno.

Tú… maldito, llegar tan lejos como para suicidarte.

—Yo te condeno al infierno por donde llegaste-llevó los sellos a su boca y los cortó por la mitad, estos brillaron desasiéndose en el aire.

Yo algún día volveré a pisar la tierra de los vivos… pero tú, estúpido tanuki, tu no…

Menma estaba en shock. La mano del demonio se desvaneció, todo de él, se volvió cenizas. Pero el cuerpo de Gaara… tenía un enorme agujero en el pecho que no podría sanarse con nada.

—Men-ma…

—No…-el kitsune lo tomó en sus brazos, Gaara cayó sin fuerzas contra él, Menma lo abrazó contra su cuerpo—¿Qu-qué está…? Pasando…?-estaba aturdido. No creyó lo que estaba sucediendo.

—El… devorador de al-almas… solo puede ser vencido… si uno está… dispuesto a morir…

—¿Cómo has…-comenzó a llorar—¡Eres idiota!-gritó molesto.

—Sabía que… te molestarías-sonrió—Mucha gente estaba… siendo asesinada en otros pueblos… pero antes que… acabara con este lugar, yo pude encontrarlo a él primero… nadie ha muerto. Estoy feliz-su mano apretó la espalda del joven zorro—Menma… déjame aquí… pronto mi cuerpo desaparecerá…

—Ti-tiene que haber una forma de poder-

—No la hay-le interrumpió—Deja de llorar y cálmate… es el momento de que tomes mi lugar… para proteger…

—¡Si tú no estás conmigo, no hay forma de que yo…-

—Tonto…-le tomó de la mejilla—Eres más fuerte que yo, más fuerte que Naruto y tienes la fuerza de tu padre humano, no hay forma de que puedan… derrotarte…-sonrió orgulloso—Tienes lo mejor de ambos…

—No puedes dejarme…-se dejó caer de rodillas con Gaara en sus brazos, no podía dejar de llorar, llorar de rabia, por ser tan débil, por no poder haber hecho nada—Tengo tanto que debo decirte… yo…

—Menma…-él lo intuía, siempre lo supo—Es mejor que no digas nada… déjalo como está…

—Tío…-sus ojos azules se volvieron rojos escarlata por el borde de emociones a punto de explotar, ese color característico de su linaje antiguo—No voy a dejar que mueras-le tomó dulcemente del rostro—Espérame aquí, por favor, resiste un poco, iré por ayuda…-lo acostó suavemente en la maleza.

—Menma…-Gaara no tenía esperanzas. ¿En donde buscaría ayuda?

—¡Solo espérame, tío Gaara! ¡Tú no cierres los ojos!

Gaara lo vio perderse rápidamente, su voz dejó de sonar y todo era calma. La luna estaba sobre él. Y solo pensó en él.

Naruto… protege a tu hijo, cuida a Menma, por favor.

Solo tenía algo en mente. Solo venía a sus pensamientos ese lugar. No había tiempo para despertar a su padre, solo corrió, corrió desesperado, tropezó con la maleza, volvió a levantarse, agitado, siguió su camino al fondo del bosque. Y le vio. Respirando entrecortadamente, subió los escalones al pequeño santuario. Las puertas estaban selladas por el lado de adentro. Las golpeó con sus puños una y otra vez, sin parar, sus nudillos salpicaban sangre.

—¡DESPIERTA! ¡DESPIERTA MADRE! Por favor…-imploró con sus últimas fuerzas de voluntad—¡Levántate de allí y sal a ver a tu hijo!-le ordenó, sus emociones se estaban desordenando—¡DESPIERTA!

En medio de esa acalorada muestra de furia, anhelo, dolor, de la nada, surgió su tercera cola. Tres colas negras se levantaron en su espalda baja, por un momento quedó sorprendido, pero incluso ahora, eso ya no le importaba. El tiempo era valioso.

Se dejó caer rendido ante el muro que lo separaba con su madre, no podía parar su llanto.

—¿Por qué…? ¿Por qué no abres tus ojos…? Incluso ahora… que tu mejor amigo está agonizando… ¡¿Es que no te importa lo que le pase?!-gritó furioso—¡Dímelo! ¡Te las pasas durmiendo ahí todo el tiempo, mientras papá llora por ti, mientras yo… yo sigo creciendo y olvidando como era tu voz… tu esencia… incluso tu rostro…-bajó la voz, no podía parar de llorar—Gaara está muriendo, madre, porque soy débil, porque no pude hacer nada. Porque fue mi culpa-se inclinó ante el santuario hasta tocar con su rostro el piso—Te lo suplico, despierta… yo… lo amo, madre. ¡AMO A GAARA!

Llévame con él.

La voz en su cabeza lo hizo levantarse estupefacto, frente a él, las puertas del santuario se abrieron lentamente. Y ante sus ojos, pudo ver un poder inimaginable alrededor de esa persona, una autentica divinidad, un muchacho rubio con orejas de zorro, vistiendo un kimono blanco, y nueve colas levitando tras de él.

—¿Ma-mamá…?-preguntó desconcertado.

La mano del kitsune adulto se posó suavemente en la cabeza del menor, regalándole una tierna sonrisa. Aún en la noche, aún así, Menma pudo verlo claramente.

—Llévame con Gaara, hijo.

 


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