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¿Qué pasaría si...? por MrsCollins

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Notas del fanfic:

Un "headcanon" se puede definir como una idea de un fan sobre una serie, que no es real, solo en la imaginación del mismo. Bueno, yo he hecho mi pequeño headcanon sobre el final de Sobrenatural, pero más largo, no solo una idea. Espero que les guste.

Notas del capitulo:


 Ni Sobrenatural ni sus sexys personajes me pertenecen, solo este posible final, aunque espero que no termine todo así.

 


Entonces...


 


Todos muertos. Todos, menos Cas. Mientras sostenía el cuerpo ensangrentado de Dean, entre el dolor, decidió parar todo esto, arreglarlo, volver al pasado para parar a Azazel antes de que mate a Mary aquella fatídica noche.


Al llegar, se quedó mirando a Sam en la cuna, recordando su cuerpo inerte muy cerca del de Dean. Entonces la puerta se abrió, y se asomó una figura cubierta en un abrigo negro y largo. Castiel sacó su espada, y antes de que nadie se diera cuenta de su presencia todo había acabado. El dolor, el sufrimiento. Todo. Ahora todos tendrán una vida normal, una familia. Pero antes de irse y dejar a la familia en paz para siempre, no pudo evitar ver a Dean. Al verlo tan chico, tan inocente durmiendo, se le escapó una sonrisa, ya que había ahorrado el mayor sufrimiento y el peor de los destinos a, a su juicio, el mejor hombre que ha pisado la Tierra. Aún así, recordó los momentos que habían pasado juntos, los sentimientos que no había podido confesar, y junto a la sonrisa apareció una solitaria lágrima, que pronto fue acompañada por muchas más. El ángel del Señor se derrumbó al sacrificar todos sus recuerdos con el humano de brillantes ojos verdes por su propio bien. Entonces escuchó a Mary levantarse y se volvió invisible. La mujer se acercó a la cama de su hijo, quien se revolvió inquieto y se despertó sobresaltado.


 


-Shhh, shhh, tranquilo Dean.


 


-Mami, he tenido un sueño muy raro. Había demonios, y ángeles, y vampibos, y hombes lobo... y papá y tú estabais muetos... todos mobían... hasta Sammy y yo.


 


-Dean, no temas, ha sido todo un sueño. Recuerda que los ángeles cuidan de ti.


 


Le dio un beso en la frente, y se quedó acariciándole el pelo hasta que se volvió a dormir. Sam empezó a llorar en su habitación, seguramente por el mismo “sueño”. Se encargaría de eso más tarde, ya que las palabras de Mary flotaban en su cabeza una y otra vez... los ángeles cuidan de ti... Eso haría. Se quedaría cuidando de Dean siempre, invisible, o como el amable hombre de los helados que le apartó de la carretera cuando un coche le iba a pillar, o como el vagabundo que le enseñó dónde estaban sus padres cuando se perdió por las calles, o como el pesado hombre de negocios que, ya entrado en los veinte, le entretuvo hasta que unos ladrones terminaron de atracar un banco una calle más adelante.


 


30 años después de la noche en la que todo debería haber cambiado para los Winchester, Dean celebraba en un pub que su hermano Sam se había casado con su novia de la universidad, Jess. De repente se dio cuenta que oculto entre la multitud dos ojos azules le observaban con demasiado interés.


 


Castiel no lo tenía previsto, se había distraído demasiado. Le había visto. Una parte de él quería que se quedase a su lado, que hablaran, pero otra quería que se alejase, porque si se quedaba no tendría la vida normal que le había construido. Ahora todo dependía del humano.


 


 


Decide acercarse, y desde el principio le agradó el hombre, ya que se notaba muy nervioso al rededor suya y eso le hacía gracia. Castiel. Se llamaba Castiel. Curioso nombre. Le sonaba de algo, aunque al poco decidió de intentar averiguar de qué. Pero había algo raro en él: en sus ojos cuando le miraba dejaba ver una tristeza incomprensible para Dean, y se comportaba como si no necesitase saber nada de él porque lo sabía todo.


 


-Eh tío, ¿estás bien? Pareces deprimido. ¿Un desengaño, tal vez?


 


-¿Eh?


 


-Bueno, si estás aquí solo te ha tenido que pasar algo grave.


 


-Sí, es complicado.


 


-¿No quieres hablar del tema?


 


-No mucho, la verdad.


 


Él también sentía que le conocía de siempre, y eso ayudó a que enseguida se sintiera cómodo a su alrededor. Como si cada gesto, la forma en la que levantaba la comisura de los labios con lo que era una tímida sonrisa, o como inclinaba la cabeza hacia un lado y entrecerraba los ojos cuando no entendía algo. Todo le sonaba ya, como si lo hubiera visto antes o... en un sueño. No, qué tontería.


Después de un rato suena “Carry on my wayward son”, de Kansas, y Dean lo invitó a bailar. Por primera vez en lo que iba de noche, Castiel parecía feliz. Mientras sonaba la última estrofa, algo pasó.


 


Carry on my wayward son...


 


Dean dejó de bailar, y así lo hizo Castiel. Se quedaron mirándose fijamente.


 


...there will be peace when you are done..


 


Se acercó a él, pensando que, como todo en esa noche, era una tontería, pero sintiendo que era lo correcto.


 


-¿... Dean?


 


...lay your weary head to rest...


 


Despacio, casi con miedo, juntó sus labios con el hombre de profundos ojos azules. Dean tenía los ojos cerrados, así que no pudo ver las lágrimas de felicidad del otro.


 


don't you cry no more.


 


Se separaron, y al mirarse rompieron a reír nerviosamente, para luego volver a juntarse, los brazos de Castiel rodeando la cintura de Dean para atraerlo más a él, las manos de Dean en las mejillas de Castiel para no dejarlo ir, porque sentía que durante toda su vida le había faltado algo. Bueno, algo no, alguien. Él. Y no iba a dejar que se fuera. Nunca.


 


Ahora...


 


Habían pasado 10 años desde entonces, y Dean y Castiel habían adoptado a dos niños huérfanos. Un niño de alegres ojos azules y pelo dorado, al que le dieron la oportunidad de llamar Sam, de cuatro años, y una niña de ojos verdes pero apagados y pelo negro como la noche, de 2. Decidieron llamarla Jo. Ambos habían estado con ellos desde recién nacidos, y sentían que eran sus padres biológicos.


Castiel había salido a trabajar, mientras que Dean se había pedido el día libre por el cumpleaños de la niña. Al llegar de noche se encontró la casa a oscuras, así que pensó que Dean había acostado a los niños más temprano de lo habitual.


 


-¿Dean?


 


Al subir las escaleras vio los cuadros que adornaban las paredes de Sam y Jess con su hijo de 6 años, Thomas, y de Bobby con Ellen, una amiga del viejo hombre que había pasado a ser algo más. A pesar de que Bobby se ausentaba muchas veces de casa por algo que él llama “caza”, era un buen hombre. Cuando llegó a la habitación de Sam, se encontró con que dormía profundamente. Mientras iba al cuarto de la cumpleañera, recordó el día en el que pidió a uno de sus hermanos que le quitase la Gracia para poder vivir una vida humana junto a Dean, y sonrió. Antes de llegar al cuarto, escuchó a la niña decir bajito:


 


-¿Papi?


 


Al entrar, se la encontró en la cama tapada hasta la cabeza, temblando. Otra vez una pesadilla.


 


-Jo, ¿dónde está Dean?


 


Ella solo se encogió de hombros los ojos abiertos de par en par.


 


-Anda te voy a cantar una nana.


 


Castiel no sabía muchas, así que empezó a cantar una de las tantas canciones que había escuchado cantar a Dean mientras hacía el desayuno, y a pesar de que desentonaba un poco, enseguida la respiración de Jo se volvió profunda y acompasada. Se levantó, y buscó a Dean por su habitación. Nada. Cansado, se tiró en la cama para dormir él también, ya que seguramente haya ido a comprar comida. Pero entonces...


Sintió unas gotas cayendo en su frente, en su mano. Se tocó la cabeza poco a poco. Rojo. Sangre. Miró poco a poco hacia arriba, mientras el fuego comenzaba.


 


-¿¡Dean?!


 


La vida de los cazadores es un círculo que no tiene fin. Una vez que entras, es imposible escapar.

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Acepto todo tipo de críticas. Gracias por leer y, si quieren, comentar ^^).


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