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ETERNO AMOR por Iwakura Lain

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Notas del capitulo:

Advertencias: Muerte de personaje, Drama, Semi AU, Tragedia.

Agradesco a Pao de Kagami y Dashi Schwarzung por apoyarme con mis correcciones <3

 

Los personajes utilizados no me pertenecen, son propiedad de Tadatoshi Fujimaki creador de KnB.

Mientras caía de espalda, todo parecía ir en cámara lenta, tan lenta que no quería despegar la vista de esos ojos color zafiro; estiró la mano en un intento por alcanzarlo, por tocarlo con la punta de los dedos y rozar esa piel que lo había empujado hacia atrás. Para aferrarse a la vida, a él. No cerró los ojos, quería mirarlo hasta el final.

 

El recorrido había acabado en cuanto la ley de gravedad lo dictaba; su cabeza impactó en el suelo. El golpe fue rápido y doloroso. Comenzó a ser succionado por la oscuridad y sus ojos se cerraron, dejaron de mirar aquellos ojos azules como la medianoche.

 

Su mundo se tiñó de escarlata.

 

Su cuerpo quedó tendido al pie de las escaleras, aquellas que llevaban a la cancha abandonada de basquetbol, la que el mismo pelirrojo había descubierto cuando buscaba alternativas de un camino más corto a casa. Y a la que después volvió para jugar, así se encontrara triste o feliz, siempre tirando a la canasta para ponerle un buen final a su día, y regresar a casa.

Como si fuese una despedida de la cancha para él, el balón que llevaba consigo llegó a su lado, manchándose con su sangre.

 

Estaba atardeciendo, el cielo comenzaba a llenarse de estrellas, nadie se percataba de nada. Después de las labores de un largo día de clases, las personas volvían a sus hogares. Nadie pasaba por ese camino que llevaba a la cancha, así se supone debería de ser.

 

Su antes cálido cuerpo comenzaba a enfriarse, sus pulmones dejaron de producir oxígeno y por consecuente su corazón cesó sus latidos. Y mientras su cuerpo se encontraba sin vida en el asfalto, los ojos que no dejó de observar hasta su deceso no dejaban de mirarlo.

Los ojos contrarios se bañaron en lágrimas, se acercó al otro chico, inclinándose para delinear sus ojos que habían perdido su brillo, para después posar sus labios sobre los contrarios.

 

— ¿Qué tan difícil era sólo mirarme a mí? — Susurró contra sus labios, delineándolos y manchándolos de esa sangre que rodeaba su cabeza y dándole un último beso con sabor a óxido.

 

El chico se separó del suelo y atrajo el cuerpo contrario hacia él, susurrando con voz fría una y otra vez que sólo tenía que mirarlo a él; no miraba la sangre que comenzó a mancharle el uniforme, como si no se percatara que momentos antes le había arrebatado la vida al pelirrojo.

Su semblante se mostraba tranquilo, lo miró como si su expresión fuese la que hacía al dormir, pero él era consciente de lo que había hecho, ciertamente lo era, pues habían quedado después de clase para jugar un one-on-one.

Ya lo tenía planeado desde hacía días antes, meditó las consecuencias de su acto, teniendo la mente fría, buscando el mejor momento y el lugar adecuado para la muerte. Con todo su dolor, él lo había empujado con toda la intención de que su corazón dejara de latir; el hacerlo con sus propias manos era una de las más grandes satisfacciones, y tenerlo ahora sin vida en sus brazos lo hacía sonreír de felicidad, le tranquilizaba el alma. El haberlo matado era una de sus satisfacciones y no se arrepentiría, jamás lo haría.

Se alejó del cuerpo inerte y éste era regresado de nuevo al pavimento.

 

— Siempre mío. — dijo, dándose la vuelta para regresar a casa.

 

.o00o.

 

La mañana llegó, y con ello la noticia. En las canchas de un parque un grupo de adolescentes se juntaba para jugar un partido de basquetbol. Pero más que poner el balón en juego, había escándalo por la noticia del hallazgo de un cuerpo en una calle que no era muy transitada y que al parecer había muerto la noche anterior.

Comenzaron a murmurar sobre el asesino; empezaron a cuestionarse quién podría haber sido, nombrando a compañeros que vivieran cerca de ese lugar: esto fue lo que Aomine se encontró al entrar a la cancha, portándose como solía siempre, ignorando a los que se acercaron a contarle la historia; así que se sentó en la banca alejada de todo alboroto.

Esa noticia él la sabía de primera mano.

 

—Aún no ha llegado Kagami. — Aomine escuchó la voz, y puso atención en aquella persona. —Seguro como siempre llegará tarde.

—Quizá no venga hoy. — Respondió con tono aburrido y desvió su mirada hacia otro lado.

— ¡Se perderá la noticia del mes!

 

Sabía que el pelirrojo no se presentaría a jugar esa tarde, ni mañana, ni pasado mañana, ni nunca. ¡Cómo perderse la noticia, si la noticia era el propio Kagami Taiga!

Al sentirse ignorado, el chico volvió hacia el grupo que seguía especulando y descartando a los posibles culpables.

Avanzaba la tarde, y con ello el juego, nadie notó nada extraño en el comportamiento del moreno, ni cuestionaron la falta de presencia de Kagami a su lado, siempre con él, como una sombra y una gran sonrisa en su rostro. El tiempo que Daiki pasaba al lado del as de Seirin era precioso para él, era tan precioso que en la noche, cuando no lo veía, era una tortura para él.

El moreno lo conocía más que a sí mismo, y viceversa; tal vez esa fue la razón del por qué si Aomine decía que Kagami no llegaría, era porque sería así.

El día siguió pasando con el partido que se suscitaba, sin nada anormal en su actitud… pero eso acabaría pronto.

 

A la entrada de la cancha un grupo de personas, vistiendo de negro, comenzaban a acercarse. Él supo quiénes eran, el miedo comenzó a tomar presencia, sabía por qué estaban ahí.

Una sonrisa apareció en su rostro al sentir la mirada de su antigua sombra que trataba de controlarse, alzó la vista del suelo y clavó sus ojos en él, tenía los puños cerrados y sus ojos celestes se notaban ojerosos.

Uno de los hombres uniformados que se encontraba a lado, sostenía del brazo a Himuro Tatsuya, quien en vano trataba de controlarse.

 

Se adelantó unos pasos antes de que otro uniformado dijera su nombre, las miradas de los jóvenes con los que jugaba momentos antes se posaron sobre su persona, altiva y desganada como siempre había sido. Sonrió como jamás lo había hecho, cuando, antes de encaminarse hacia el grupo, una mujer de cabellera rubia se interpuso para propinarle un golpe en el rostro.

 

—¡¡Hijo de puta!! —Gritó, lanzándose contra el moreno para golpearlo de nuevo, con el cuerpo tembloroso. — ¡No debí haber dejado que saliera contigo! Sabía que terminaría mal a tu lado. ¡¡Maldito!!

 

Los presentes se paralizaron, la mujer lo miraba horrorizada y la risa de él se escuchaba satisfactoria; se carcajeaba como nadie jamás lo había escuchado. Para él era tan gratificante, jamás imaginó que aquel suceso le diera tal sensación.

Gozó del dolor de la mujer que lo golpeaba con ganas: Alexandra García, aquella rubia entrenadora que cuidaba a Kagami como si éste fuera su hijo, y dando lo mejor de sí para ver al pelirrojo feliz, y por conseguir algo mejor para él. Eso último fue el mayor error de su vida, y se lamentaría por ello.

 

Alex conocía la otra cara de Aomine; lo que ella desconocía era, que Kagami también lo sabía… ese lado malo de su persona que ante todo, el de Seirin amaba.

— ¡¿Por qué lo hiciste?! — Exigió una explicación la chica, cansada, destrozada, tratando de darle sentido a la muerte de su pupilo, aunque muy en el fondo conocía la respuesta, al igual que el propio Kagami, antes de ser empujado y caer.

Él me pertenece, jamás dejaría que lo apartaran de mi lado.

 

Alex sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo, se paralizó al escuchar las palabras del asesino; el pelinegro y el chico de cabellos celestes comprendieron las palabras, más de lo que hubieran querido:

 

Aomine había asesinado a Kagami porque Alex planeaba enviarlo a Estados Unidos con su padre… planeaba alejarlo de su lado.

 

A los ojos de la chica, la “amistad” entre ambos ases comenzaba a ir más allá de los límites, empezaba a tornarse peligrosa. Lo que llevaba a la pregunta… ¿Cuál era la verdad de lo que realmente había sucedido?

 

——Flashback——

Kuroko y Tatsuya habían notado el peligro; los mismos compañeros de Aomine también, incluso el propio Aomine.

Cómo no notarlo, cuando pasaba la mayor parte del tiempo a su lado, los celos habían comenzado a ser más notorios y los problemas con los amigos del pelirrojo habían comenzado. Una relación peligrosa, dependiente, que  Kuroko y Himuro notaron enseguida, pero que ilógicamente el pelirrojo parecía ser feliz con eso.

 

Kagami tampoco podía entenderlo, sólo quería estar a su lado y tal vez ese sentimiento de amor que tenía hacia Aomine lo había cambiado hasta alcanzar ese punto, no podía asegurarlo; pero cada gesto, las palabras de amor que se decían a cada encuentro cuando le entregaba su cuerpo y hasta cuando le perdonaba al moreno cada pequeña cosa, sólo hizo crecer ese amor que Aomine sentía hacia él. Y lo que para Daiki había comenzado como un pequeño deseo de posesividad, se había desarrollado a una fuerte obsesión de monopolizar a Taiga.

Kagami sólo debía mirar a Aomine, sólo a él, porque le pertenecía, no más amigos para él, no los necesitaba porque tenía al moreno. Sus ojos sólo debían mirarlo a él, a ningún otro ser viviente que no fuera Aomine.

El pensamiento del as de Tōō de encerrar a su novio había comenzado a tomar forma en su mente.

 

A pesar de que Kagami comenzó a notar ese lado oscuro, no le puso un alto al asunto. ¿Por qué se lo había permitido? Entonces aquella noche que Kuroko le había pedido que se alejara de él, fue que lo noto; el pelirrojo sonrió con el pensamiento que cruzó su mente, simplemente no quería, porque al igual que Kagami pertenecía a Aomine, Aomine también le pertenecía al de Seirin, y no se alejaría sólo porque se lo pidieran.

Kagami corría peligro; ni Kuroko ni Tatsuya se quedarían con las brazos cruzados, fue por ello que con toda la confianza enfrentaron a Alex, rogando para que se llevaran al pelirrojo lejos del chico de Tōō; claro, no esperaban que Alex también ya hubiese notado lo peligroso que podía ser el peli azul.

 

Todo estaba planeado y preparado; separarlos ya no era una opción. El padre de Kagami, después de haber sido informado por la entrenadora, había arreglado el papeleo para su transferencia a Estados Unidos, y al terminar el segundo año de su preparatoria, él personalmente llegaría a Japón para recoger a su hijo.

¡Oh! Pero no contaron con la cuarta persona que había escuchado todo, cosa que lo llevó a arrebatarle la vida a Kagami.

 

Taiga sabía que su novio estaba más que mal, y lo confirmó cuando éste lo empujó; pero decidió mentirse e intentar cambiarlo, confiando en que sus sentimientos lo alcanzarían y le harían comprender que sólo estaría con él, lamentablemente para Aomine no fue suficiente.

 

——Fin flashback ——

 

De un movimiento rápido, Aomine tomó el arma de uno de los uniformados y con ella se apuntó a sí mismo, retrocediendo unos pasos sonriendo victoriosamente; antes de jalar el gatillo dirigió su mirada al trío de personas conocidas que lo miraba con el rostro de estupefacción y con ese odio en sus ojos, para decirle sus últimas palabras.

 

—De no haber querido llevárselo lejos de mí, esto no habría sucedido. Ustedes jamás comprenderán lo que él y yo teníamos. ¡Kagami me pertenecerá, será mío siempre! — Y el disparo se escuchó.

 

Si en vida Kagami le había pertenecido, por eso Aomine sería el único que te la arrebatara, porque también en la muerte el pelirrojo le pertenecería.

Notas finales:

GRACIAS POR LEER !!


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