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Por siempre juntos por SweetCandy

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Notas del capitulo:

Lamento no acualizar Animal pero me quedé en una parte y no puedo salir del bloqueo. Por si no se entiende lo primero es como quedan juntos, luego de la "actualidad" es cuando empezaría en si todo :).

Perdonen si tiene alguna falta. Sin más les dejo leer.

10 años atrás- Seirin

—Kagami-kun, veras. T..T...¡Tú me gustas!.—Dijo el peliceleste más rojo que el cabello de su acompañante.
El pelirrojo de tanta verguenza tropezó y calló junto a Kuroko. Ambos estaban en una posición comprometedora. Justo en ese momento Riko, la entrenadora, se había olvidado de comunicar algo por lo cual salió a buscar al par de chicos. Cuando los encontró Kagami estaba encima de Kuroko. Riko pensó que el menor era abusado por el pelirrojo y le castigó. Kagami tuvo que salir de Seirin totalmente desnudo y se le obligó a hacer el entrenamiento más espartano que existía.
Al otro día Kuroko, quien no pudo explicar nada en el momento, le contó a la entrenadora que no había sido culpa de Kagami, el cual no había venido a clases ni al entrenamiento ya que sus piernas parecían gelatina. 
Kuroko luego de clases y con permiso para saltarse el entrenamiento se dirigió a la casa de Kagami. Aunque quería saber como estaba su luz, la razón principal de su visita era la respuesta de su confesión. 
En su usualmente inexpresivo rostro se encontraba una pequeña expresión de miedo. 
Llegando ya a la casa caminó hacia la puerta y colocó la llave que su amigo le había dado tiempo atrás. Sus manos temblaban fuertemente al girar el pomo de la puerta. Se dirigió hacia la habitación del pelirrojo al no verle por ninguna otra parte de la casa. 
Kagami se encontraba acostado en su cama, tenía ambos brazos detrás de su cabeza. Kuroko se sentó a su lado y puso su mano en el cabello del mayor.

—Kagami-kun, te amo.— Murmuró con la mirada perdida.

—Yo también, Kuroko.— Le respondía el mayor con voz dormida.
Kuroko pegó un salto y con los ojos abiertos como plato observó a su luz. Abrió la boca para decir algo pero las palabras no salían, por lo cual solo pudo esbozar una sonrisa que jamás nadie había presenciado. Se tiró encima del pelirrojo y lo estrujó en un abrazo. Ambos compartieron su primer beso, un tanto torpe, pero cargado de un amor infinito. Ese día fue el inicio de su vida juntos.

Una semana después, luego de que Kagami se recuperara, habían ido una tarde a caminar por la orilla del mar. Jugaban, se abrazaban, se besaban y por sobre todo siempre iban tomados de las manos. Cuando llegó la noche se sentaron en unas piedras a observar el mar junto a las estrellas. Mientras se mimaban y besaban el ambiente se fue calentando, cuando se dieron cuenta ambos estaban desnudos. Esa noche se amaron por primera vez. No solo se unieron físicamente sino que pasaron a ser solo un alma dividida en dos partes.

5 años después

Ya habían comenzado a vivir juntos, con 21 años ambos se dedicaban a estudiar lo que más amaban. Kagami podía parecer alguien rudo pero no era más que solo apariencia, era la persona más dulce y atenta que podía haber. Su sueño además del basketball era ser bombero, así que se unió a la estación de la ciudad. 
Por otro lado su pareja, Kuroko trabajaba en un jardín de infantes. Podía parecer muy inexpresivo, pero si estabas con el todo los días, te dabas cuenta de que tenía muchas expresiones por más mínimas que sean, solo tenías que saber leerlas. 
Un día Kagami empezó a tornarse extraño. Kuroko sospechaba de que quizás quería dejarle. Ese mismo día ambos tenían libre y Kagami no dejaba de evitar a Kuroko a toda costa. Antes de que el sol se ocultase el pelirrojo recibió una llamada, mientras hablaba tenía una sonrisa de tonto enamorado. Para el peliceleste era como si le clavaran agujas en su corazón, probablemente Kagami ya no le quería más. Minutos más tarde Kagami prácticamente arrastró a su pareja hasta su auto. Omitiendo las preguntas de Kuroko, el pelirrojo condujo hasta que en cierto punto paró.

—Necesito que te cubras los ojos.— Pidió mientras le mostraba una venda de color negro.

Kuroko obedeció sin hacer preguntas, se tapó los ojos y el viaje continuó. Cuando pararon por segunda vez pudo oír el ruido del mar. Kagami le indicó por donde ir, pero de repente lo cargó como princesa por un tiempo hasta llegar a lo que parecía ser el destino.
Kagami aflojó el nudo de la venda hasta que dejó de cubrir los ojos de su acompañante. 
Kuroko pudo observar que había llegado la noche. A su alrededor habían velas prendidas y pétalos de rosa esparcidos por el suelo. Su mirada llena de confusión se dirigió hacia el pelirrojo.

—Al parecer aún no recuerdas donde estamos.— Mencionó con una pequeña sonrisa.—Tetsuya.

El mencionado dejó de mirar a su alrededor y volteó para ver a quien lo llamaba.

—Quiero que me escuches atentamente.— Decía mientras una sonrisa nerviosa se posaba en su rostro y con una mano se revolvía su cabellera rojiza. — Jamás en mi vida pensé que sentiría algo así por alguien. Pero llegaste tú y derribaste todas mis defensas. Hiciste de mi mente un lío, no sabía lo que estaba sintiendo, era la primer vez que me pasaba algo así. El día que te confesaste pude saber que era ese extraño sentimiento.— Carcajeó un poco al recordar lo que había sucedido luego de Kuroko se declarara. — ¿Recuerdas el día en que vinimos a esta misma playa? La gente nos miraba mal solo por ser dos hombres, más eso no nos importó. Esa noche nos entregamos por primera vez en este mismo lugar. Ahí me prometí que jamás te iba a abandonar, me prometí entregarme a ti. Tetsuya te he traído aquí para pedirte que seas mío tanto como yo soy tuyo. Quiero que el mundo sepa que te amo, que te necesito y que eres mi vida.

Kagami se arrodilló frente a Kuroko, sacó una pequeña cajita de terciopelo blanco de su bolsillo y al abrirla el peliceleste pudo apreciar un anillo con un diamante blanco en el.

—Kuroko Tetsuya, prometo serte fiel hasta mi muerte. Te amo. ¿Te casarías conmigo?.— Finalizó con un notable sonrojo en sus mejillas.

Por otro lado Kuroko era un mar de lagrimas, intentaba quitarlas con su brazo pero era inútil, seguían escapando de sus ojos.

—S..mhg....— Quería contestar pero las palabras no salían.— Qu..qui...ero, qui....ero. ¡Sí quiero!.— Dijo gritando al final.

Kagami se paró, en sus ojos se podía apreciar lo feliz que estaba, abrazó a Kuroko y dio vueltas. Dejó nuevamente a su prometido en el piso y sacó el anillo de la cajita para colocárselo en el dedo anular. 
Esa noche ambos se amaron como su primera vez y observaron hasta tarde las estrellas.

Al año ambos se casaron, con un Kagami extremadamente nervioso y un Kuroko que sorprendía con su sonrisa.

-Actualidad, 26 años-

Abrió los ojos de golpe y de un salto se sentó en la cama. Todas las noches soñaba lo mismo, Kagami y él eran embestidos por un auto. No podía recordar lo que sucedía después pero siempre se despertaba con un sentimiento de angustia.
Se asustó y pegó un pequeño salto cuando sintió un brazo rodear su cintura.

—¿Qué pasa? ¿Otra vez el mismo sueño?.— Preguntó Kagami somnoliento.

—Sí, no se porqué siempre es lo mismo.— Decía Kuroko frustrado.

Kagami hizo una señal para que se acurrucara en su pecho. Kuroko no entendía por que siempre que Kagami le abrazaba podía dormir bien.

—Duerme bien, mi amor.— Kagami besó la frente del menor y con su mano acariciaba su cabello celeste. Ya era una rutina, todas las noches hacía lo mismo, acurrucaba a Kuroko en su pecho y le susurraba que todo estaba bien.

—Perdóname, lo siento tanto.— Murmuró el pelirrojo a un Kuroko ya dormido. También era parte de la rutina pedirle perdón al menor hasta caer en manos de Morfeo.

Ya en la mañana todo era normal para la pareja, el pelirrojo se levantaba más temprano que Kuroko para llevarle el desayuno en la cama. Realizaba dos tazas de café y varias tostadas. 
Luego de comer ambos se vistieron y salieron a hacer compras para la casa ya que era el día libre de ambos. Aprovecharon para tener una cita como cuando eran jóvenes. Vieron una película, comieron hamburguesas y tomaron batidos de vainilla en su lugar favorito. Por la tarde caminaron por el parque y antes de que la noche llegara compraron lo que necesitaban para la casa.
En la noche como de costumbre se acurrucaban los dos en el sofá para ver la televisión.

De un momento a otro al televisor se le cortó la imagen y las paredes parecían derretirse. Kagami se tensó.

—Ya es hora.— Murmuró el pelirrojo.

—¡Kagami-kun!.— Gritó asustado Kuroko al notar lo que estaba pasando.

El más bajo sintió como si su apoyo se desvaneciera y calló al piso. El lugar se torno blanco su casa había desaparecido, solo estaba Kagami frente a él.

—Lo siento tanto, Kuroko. Perdóname.— Repetía con voz cortada el pelirrojo.

—¡¿Qué quieres decir?!.— Gritaba el peliceleste, su voz parecía perderse en el vacío. Alcanzó a levantarse pero sus pies parecían estar pegados al piso. Estaba desesperado por intentar alcanzar a su esposo.
Kagami se acercó y abrazó al menor, éste quiso devolverlo pero sus brazos tampoco respondían.

—Kuroko, te amo. te amo, te amo.— Repetía en su oído.— Es hora, tengo que irme.

—¡¿Qué?! ¡¿A dónde?!.— Gritaba Kuroko.

—Adiós, te amo tanto. No lo olvides.— Luego de que Kagami diga esto Kuroko pudo volver a moverse, rodeó con sus brazos el cuerpo de su esposo pero este se desvaneció como un suspiro.

—¿Kagami-kun? ¿Dónde estás?.— Kuroko corría por el gran universo totalmente blanco. El piso empezó a desmoronarse y Kuroko cayó al vacío.— ¡Taiga!.— Fue su último grito.

---o---

Sus ojos celestes se abrieron de golpe, la gran cantidad de luz que entraba de repente por su pupila le obligó a volver a cerrarlos. Lentamente los abría nuevamente mientras se acostumbraba a la luz. Cuando sus ojos pudieron enfocar bien pudo observar gente a su alrededor y varios aparatos que hacían sonidos que aún no descifraba. Se percató de que su rostro estaba todo húmedo, sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz.

—Sr. Kagami, ¿Me escucha?.— Los orbes celestes se dirigieron hacia la persona que le hablaba y asintió como respuesta a la pregunta.

—¿Dónde estoy?.— Preguntaba el peliceleste con un hilo de voz.

—Usted ha sufrido un accidente, ha estado en coma por un mes.— Hablaba el doctor mientras observaba una planilla.

¿Accidente? Obligó a su mente a pensar sobre que había pasado. Los recuerdos llegaron como un balde de agua fría. Empezó a sudar y su ritmo cardíaco aumentó.

—Cálmese Sr. Kagami.— Hablaba una de las enfermeras.

—¡Taiga!.— Gritó.

—¿Habla de su esposo? ¿Verdad?.— Preguntó el doctor. Kuroko asintió. —Bueno, lamento informarle que su esposo, producto de las graves heridas ocasionadas en el accidente, ha fallecido.

—¿Qué?.— Fue lo único que pudo exclamar Kuroko. Un silencio se formó en la sala. Había quedado procesando las palabras. Creía que era una pesadilla y que cuando despertara estaría en los brazos de su pelirrojo. Le diría que todo estaba bien y volverían a dormir. —¿Esto es un sueño? ¿Verdad?. Si es así quiero despertar, ¡Ahora!.— Decía suprimiendo su llanto.

—Señor esto no es un sueño. Lamento informarle sobre su pérdida en su condición, pero tiene el derecho de saber lo que pasó si desea.— Hablaba el doctor mientras las enfermeras aplicaban un calmante.
Kuroko había quedado más pálido de lo que estaba pero aún así pidió que le contaran lo sucedido.

"Se encontraban ambos chicos en el auto. Iban a cenar para festejar un acenso del trabajo del bombero. Iban escuchando su música favorita, haciendo bromas y pensando que iban a comer. Hablaban de ir de vacaciones a América para que el pelirrojo vea a su madre, Alex. Planeaban invitar a Himuro con su esposo Atsushi. 
Mientras ambos hablaban, un auto venía de frente y cruzó el carril. Kagami reaccionó ante el grito de Kuroko, pero fue demasiado tarde. Ambos autos chocaron de frente. Las bolsas de aire se habían activado y por suerte su auto no rodó, pero aún así, Kagami no pudo salvarse de ser herido. El pelirrojo no sentía dolor por lo cual en desespero rompió la ventana de la puerta y salió del auto. Kuroko no salía así que asustado forzó la puerta de lado del acompañante y sacó a su inconsciente esposo. Kagami se percató de un charco rojo debajo de él, miró hacía su abdomen y su ojos no creían lo que veían. Una barra de metal atravesaba su abdomen del lado derecho, por la adrenalina del momento no la había sentido, pero cuando esta empezó a irse un dolor infernal apareció. Como pudo atinó a tomar el móvil de su bolsillo para llamar a emergencias. 
Minutos después llegaron los médicos junto a la policía. Como era una ruta transitada se demoraron menos en llegar. Kagami negó ser atendido primero, por lo cual los doctores se vieron obligados a revisar primero a Kuroko. Kagami lo sabía, era en vano que lo ayudaran, ya eran sus últimos momentos.
Los médicos decidieron no quitar la barra de metal ya que podría hacer más daño, por lo cual los llevaron así hasta el hospital.
Ya en la sala médica Kagami estaba sentado en una camilla, no podía acostarse ya que la barra no se lo permitía. El dolor era inexplicable, tenía sueño, mucho sueño, producto de la pérdida de sangre. Pero no iba a irse sin antes asegurarse de que Kuroko estuviera bien. Le habían aplicado morfina para aliviar su dolor.
Minutos después entró a un médico a la sala junto a su esposo en una camilla.

—Tiene unos golpes en su cabeza. También un brazo y una pierna fracturada. No tiene riesgo de vida.

Kagami sonrió, dio las gracias como pudo y pidió que lo acercaran hacia el peliceleste. Su cuerpo había perdido su tono moreno, podía competir con la blancura de Kuroko. Levantó con mucho esfuerzo su mano y delineó el rostro con la misma. Como última acción pidió ayuda a los doctores para ponerse de pie, se inclinó como pudo y con sus pálidos labios beso a Kuroko.

—Adiós, te amo tanto. No lo olvides.— Sus ojos, con un par de largimas, fueron vencidos por el sueño y los cerró para jamás volverlos a abrir. Los doctores lo acostaron de lado en la camilla y se lo llevaron."

—Su esposo no se fue hasta asegurarse de que usted estuviera bien

Kuroko al oír toda la historia, se tocaba los labios mientras sollozaba suavemente. De sus ojos caían gruesas lágrimas.

— Pero si yo ayer estaba con él sentado en el sofá.

—Lo que le ha pasado a usted es que en este mes de estar en coma su cerebro ha creado recuerdos. Todo lo que usted cree que pasó solo es producto de su imaginación.— Luego de decir eso Kuroko no volvió a hablar. Pasó la noche en el hospital en silencio. No lloraba y no hablaba. Sus ojos que antes eran de un celeste vivo ahora eran opacos. 

Al día siguiente, por estar recuperado de sus fracturas, le dejaron ir a su casa. Aunque en silla de ruedas ya que sus piernas no tenían fuerza para sostenerse luego de un mes sin moverse. Himuro había venido a recogerlo, se notaba que el pelinegro había llorado.
Llevaron a Kuroko hasta el apartamento que compartía con Kagami. Himuro le dejó solo unos momentos ya que creía que el menor lo necesitaba. 
Kuroko al verse solo por primera vez permitió dejar que su dolor fluyera. Gritó mil y una maldiciones, lloró, rompió varios jarrones y al final cayó dormido mientras sollozaba.

—¿Por qué? ¿No siempre íbamos a estar juntos?.— Decía entre sueños.

Un año después.

Kuroko aún conservaba su anillo de casado en su dedo. Sus amigos al enterarse de que había despertado vinieron a acompañarle. Intentaban animarle y decirle que no podía quedarse estancado en su pasado, que debía seguir adelante y en un futuro volver a enamorarse. Pero Kuroko no lo creía así, él no quería que nadie que no fuera Kagami tuviera su corazón. 
Todos y cada uno de los días por las tardes iba a la tumba del pelirrojo, allí le contaba de como le iba con los niños y lo que le sucedía durante el día. 
También cada día le llevaba flores. Durante su cumpleaños y su aniversario pasaba todo el día sentado bajo un árbol que había por allí. Podría verse solitario pero para Kuroko era todo lo contrario, el sentía que la suave brisa eran caricias y susurro de su amado. Por eso en esos días se sentaba a leer debajo de ese árbol. 
El la fecha de su accidente era el único día que se permitía llorar y recordar sus momentos más felices.

---o---

Pasaron 3 años más en el cual Kuroko llevaba una vida sin color, le faltaba su otra mitad. Sus amigos estaban realmente preocupados por él, había caído en una grave depresión. No quería comer, había renunciado a su trabajo y su apartamento parecía un basurero. 
El día del accidente había llegado, Kuroko como todos los días se dirigió a visitar la tumba de Kagami. Allí le llevó el ramo de flores más grande de todos estos años, pues presentía que ese día iba a ocurrir algo.
Se sentó debajo del árbol como todos los días y miró al cielo. Pasaron las horas y una pequeña sonrisa se forma en su rostro. Un suspiro se escapó de sus labios y sus ojos se cerraron.
Ese día Kuroko también había fallecido, no había podido recuperarse del gran golpe que fue perder a su esposo y terminó por irse el mismo día que su esposo hacía ya 3 años.

---o---

—Me has echo esperar bastante.— Una voz conocida se escuchó.

—Ka...g...ami-kun.— El peliceleste volteó a ver al dueño de esa voz que tanto amaba.

—Te he extrañado, ¿Sabes?.— Decía con una pequeña sonrisa.

—¡Kagami-kun!.— Corrió hacia el pelirrojo tirándose en sus brazos y hundiendo su cabeza en su pecho.

—Te amo.— Decía mientras unas lágrimas escapaban de sus ojos y besaba el cabello del menor.

—¡Te amo tanto! ¡No sabes cuanto te he necesitado! Y...— Su frase fue interrumpida por los labios contrarios sobre los suyos.

—Estaremos siempre juntos, desde ahora jamás te volveré a dejar solo. Lo prometo.— Hablaba Kagami mientras tomaba ambas manos de Kuroko y lo volvía a besar.

—Juntos para siempre, mi amor. Juntos para siempre...

Notas finales:

Si has terminado de leer, muchas gracias :3
Les ruego que me dejen un comentario así me anima a seguir escribiendo. Hasta la próxima, saludos.


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