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El Más Especial por kpoploveever

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Notas del fanfic:

Fic basado en MLP ocurriendo en el mismo universo de Love School Boys mi otro fic

Notas del capitulo:

One shot

la historia ocurre en el mismo universo que Love School Boys mi otro fic

basado en los personasjes de Derpy Hooves y el Doctor Whooves de MLP, claro convirtiéndolos en humanos y cambiando a Derpy de chica a chico

El sol del amanecer se alzaba e iluminaba todo el bello pueblo verde y pacífico. Los chicos y chicas apenas empezaban a despertar, afortunadamente no habían clases, claro que algunos tendrían que levantarse de todos modos para trabajar. Pero todo se concentra en una de las tantas casas en una de las tantas calles del lugar. Una estructura no muy grande a pesar de ser de dos pisos, hecha de madera color crema y techo triangular de paja, la madera daba agradables detalles y las pocas flores en las masetas de las ventanas alegraban la imagen.

 

La recámara mediana permanecía en silencio, las cosas parecían dar a entender que el chico que dormía en la única cama tenía menos de diez años, posters de gatitos y conejitos, en las repisas bastantes juguetes y peluches, incluso algunos dibujos hechos con crayones y colores que parecían ser de un niño pequeño, flores, una casa, un pastel, un parque, todo eso y más se veía plasmados en las hojas de papel pegadas a la pared color crema. El que dormía era un chico de ya 14 años, piel blanca clara, cabellos rubios no muy brillantes y despeinados, delgado y con un rostro calmado sonriendo en sus curiosos sueños llenos de muffins con alas y cartas revoloteando por todas partes, sin querer despertar alguna vez.

La puerta del cuarto es abierta, unos pequeños pies suenan al dar pasos rápidos por el suelo hacia la cama junto a la ventana. Ríe divertido antes de subirse de golpe y empezar a saltar sobre las sábanas una y otra vez, “despierta despierta despierta despierta!” repetía sin dejar de reír. El mayor abre los ojos, mostrando dos orbes color amarillos lima y peculiarmente, los tenía viscos, uno miraba correctamente mientras el otro observaba a la nada. Lo primero que hace es sonreír y abrazar a su hermanito con todas sus fuerzas.

Su nombre era Darby, Darby Hooves, 14 años de edad, 8 viviendo en aquella academia con su hermanito seis años menos que él, Dinkie Doo Hooves. El hermanito menor todavía seguía en sus estudios de primaria, el mayor en cambio ya estaba en estudios de secundaria y también trabajaba.

“Rápido, el desayuno, tengo que ir con mis amigos después” explica el menor antes de salir corriendo por la puerta escaleras abajo. Darby da un bostezo para luego pararse e iniciar el día. Como todos los adolescentes de aquella academia tenía una maca en su mano que indicaba su talento especial, pero en verdad la suya no era muy clara, eran varias burbujas celestes que no daban a entender bien en que era bueno, la mayoría pensaba que era el hacer burbujas, algo normal en personas especiales como él.

 

Toma unos cuantos huevos, pan, mantequilla, harina y un montón de cosas más que llegaron a ser tocadas por sus manos, mezcló todo en un tazón acabando lleno de manchas en todo el rostro pero mantenía su sonrisa, infantilmente toma un poco de la masa con su dedo y la lame, irónicamente no se trataba del niño. Darby toma el tazón y lo mete en lo que creía era el horno cuando era el microondas. Cierra la puertita y presiona el botón de encendido, aunque el artefacto ni siquiera estaba conectado. Alegremente se sienta en la mesa y se pone a leer el periódico al revés. El hermanito menor como estaba acostumbrado a hacer, saca el tazón con masa del microondas tirándola por el caño y toma una canasta con muffins que había comprado hace algún rato.

“Te quedaron muy bien Darby” dice alegre dejando la canasta en la mesa, el mayor sonríe al haber hecho algo bien. Ambos desayunan como cada mañana, al final Dinkie se encarga de lavar los vasos, guardar la leche y dejar la canasta en la cocina para ahorrarle el trabajo a su hermano. “Ya me voy!” exclama corriendo a abrazar a Darby y luego sale de la casa a encontrarse con sus amiguitos en el parque del pueblo.

Darby hace unas pocas cosas antes de salir, regar las flores, limpiar un poco, vestirse para salir, todo esto si logró hacerlo bien por fortuna, le confundía hacer algunas cosas a veces. Se coloca una camisa a botones gris, una corbata morada que su hermanito le enseñó a colocarse solo, unos shorts azules oscuros, medias grises hasta sus rodillas y zapatos negros de meter. Se dirige hacia la puerta pero recuerda algo, regresa hasta el perchero y se coloca su gorra de cartero, en lo que trabajaba.

Al salir de su morada recibe el saludo de algunas chicas que pasaban por ahí, este responde moviendo su mano de lado a lado aunque en la dirección equivocada, el grupito ríe enternecidas por el chico. Carga su bolso café claro y se pone en marcha. No era nada desconocida su presencia en el lugar, tristemente no todos le saludaban por la razón correcta, algunos susurraban entre sí al verlo pasar, otros se ponían a reír al pasar a su lado, otros le hacían señas o se burlaban de formas que el chico por suerte no llegaba a entender. La mayoría le usaba de punto de chiste, por qué?l, porque el chico como anteriormente se había dicho, era especial. Padeciendo de retraso mental, era obvio que tenía limitaciones para hacer las cosas o entender otras, le era un impedimento para sonreír?, al parecer no.

 

“Llegas tarde, otra vez” habla severamente el viejo que estaba a cargo de la cadena postal de la zona, Darby asiente apenado pero no deja de sonreír. Se sienta en una de las sillas a esperar su turno para salir a repartir, pues el viejo, igual de viejo en mente, siempre le daba solo las sobras de cartas que faltaban por entregar y cuando hubiera falta de chicos que trabajaran. El rubio pacientemente se puso a jugar con sus dedos, pasando cerca de dos horas antes de que a regañadientes uno de los chicos le entregara un grupo de cartas y unos cuantos pequeños paquetes para entregar, “ten retrasado, y hazlo bien esta vez” le dice el muchacho lanzándole el bolso lleno. Darby sonríe y asiente colgándose el bolso para salir. Ni siquiera estaba enterado de que el salario que recibía era la mitad del que los demás recibían al final de la semana, pero le era suficiente, o eso pensaba.

Como si no fuera más grave la discriminación hacia el chico, las cartas que le dieron le fueron dadas por descarte y eran ubicaciones muy alejadas unas de otras, le sería una larga caminata y duro día. A los primeros lugares fue dando algunos saltitos alegre y con energías, leyendo las direcciones con cuidado, ya antes se había equivocado y le habían regañado muy feo, nunca lloraba en el trabajo, pero en el fondo le dolían.

Las primeras casa por suerte eran ocupadas por buenos chicos y chicas que le conocían muy bien y admiraban su constante esfuerzo por mantener a su pequeño hermanito. Aunque algunos se rieron cuando las cartas entregadas eran las equivocadas, ya se las entregarían ellos mismos a los dueños correctos, sabían lo cruel que podía ser ese viejo con el chico cuando se equivocaba. Fue hasta la granja del pueblo, a la pastelería central, a la biblioteca, a la boutique, incluso a unas casas más alejadas del pueblo, las tardes se le iban de esta manera, entre sus constantes sonrisas y confusiones provocadas por su propia mente.

 

Llega hasta una de las casas más alejadas, una bastante linda, parecía una cabaña y estaba rodeada de animales, tocó la puerta pero nadie abrió, el niño que vivía ahí de seguro había vuelto a salir, últimamente ya no lo encontraba, pero si se apareció ese pequeño conejo blanco, le recibió la carta y también un pequeño muffin que aceptó gustoso.

 

 

Mientras iba comiendo se dirigía hacia el penúltimo lugar antes de poder ir a casa a recibir a su hermanito. El último lugar estaba en medio del pueblo, una gran casa comparada a la suya. Madera color café y bastantes ventadas por donde podía entrar la luz del día. Toca la puerta un par de veces con la carta en su otra mano, nadie contesta, vuelve a tocar insistiendo, esa era la mejor parada y quería que el que vivía estuviera ahí, vuelve a insistir, como si tocar una y otra vez haría que apareciera por la puerta. “Hey que haces?” escucha esa conocida voz. Detrás suyo ve a ese chico, de piel algo acanelada, cabellos marrones oscuros en algunas puntas desiguales, vestido algo formalmente con su corbata azul casi igual a la que traía y con esa marca de talento de un reloj de arena en la mano.

“Que bien que hayas llegado, he estado esperando una carta de mis padres desde hace un mes, ah sí y envié un pequeño presente por correo también, ojalá que lo entreguen” dice sacando sus laves para entrar a su casa. Su nombre le era divertido, Doctor Whooves, le gustaba repetirlo en su mente, no sabía por qué el Doctor pero igual le gustaba. “Adelante pasa”  asiente y se adentra, el lugar le parecía divertido, estaba lleno de relojes y más cosas antiguas, a ese adolescente al contrario de otros le interesaba más lo antiguo que lo nuevo, además le parecía más bonito que otros chicos y chicas del pueblo, era el más amable con él y ocasionalmente salían juntos, cuando este no estaba ocupado con sus extrañas investigaciones que no entendía del todo.

“Y que tal tu día?” pregunta, encontrándose al rubio tocando una de sus esferas de estática haciendo que su cabello se le elevara en puntas, “jaja mejor no toques eso” le toma la mano para alejarlo, “todo bien?” el rubio asiente, “sigues sin hablar mucho, bueno eso te hace lindo” le acaricia la cabeza, “entonces tienes una carta para mí?” vuelve a asentir emocionado, dándole la carta, “oh que bien” lee la carta. Para la mejor amiga que he conocido en un gimnasio, espero que te guste la nueva bufanda. “Amm…gracias sí, la he estado esperando” dice para no ofenderle, el rubio asiente otra vez.

“Te falta mucho que entregar?” niega mostrando solo un último pequeño paquetito en su bolso, “genial, tengo que terminar unas últimas cosas pero después si quieres podemos ir a tomar algo o a pasear como la última vez” el otro asiente feliz, “ah cierto, quieres?” saca de la bolsa que traía unos muffins, “sé que te gustan mucho y que ibas a venir hoy, pensé regalártelos” se los extiende, el chico los toma, peor se les cae de la mano. “Mejor ten la bolsa también” sonríe divertido.

Se tenían bastante cariño, a pesar de verse muy pocas veces por el trabajo de los dos, pero el poco tiempo era suficiente para saber que se querían. Si no fuera porque todavía no estaba clara la aceptación de una pareja de dos chicos, Whooves ya le hubiera dicho el me gustas al rubio, pero ni modo, ser su amigo era suficiente por el momento, pero ese pensamiento lo tenía hace mucho, y esperaba que cambiara luego de ese día.

Se quedaron hablando un rato, más bien, el doctor era el que más hablaba, el único que hablaba, Darby no solía hablar en ningún momento, casi nunca, muy pocos sabían que si podía hablar. Poco después se despidieron, el rubio tenía que hacer una última entrega y luego por fin podría volver a casa a comer muffins con su hermanito.

 

 

El último lugar, otra casa del pueblo, para entonces ya estaba increíblemente cansado, podía ser alegre y todo pero en algún momento sus fuerzas debían ceder. Toma el pequeño paquete viendo la hora en su inexistente reloj, al notar esto ve la hora en la torre de reloj central del pueblo, ya se le habían pasado como veinte minutos de su recorrido, su jefe no estaría feliz. Toca la puerta.

Pasan pocos segundos antes de que se abriera, “al fin llegas, es que te tengo que esperar todo el día?” dice el chico, Darby sonríe nervioso dándole el pequeño paquete que el enojado chico toma, “por supuesto, equivocado, y que se podía esperar de ti retrasado?, con razón te abandonaron aquí” le tira el paquete de regreso y le cierra la puerta en la cara.

Darby desaparece su sonrisa, mira el paquete y vuelve a leer el nombre. Fuerza sus ojos, no podía entender bien las letras, y tampoco la dirección, como cada vez que se sentía sin energías, todo le parecía un lío, la frustración era indescriptible. Guarda el paquetito y se regresa por donde vino.

 

 

 

Ya era casi de noche, el hermanito menor estaba esperando en la pequeña sala viendo la televisión a que su hermano llegara, odiaba esos días en que se tardaba en regresar, estaba al tanto del trato que recibía pero no podía hacer mucho siendo solo un niño, aunque hacía muchas tareas de la casa por la discapacidad de su hermano no sentía que estuviera haciendo suficiente por él, una que otra vez le enseñaba a hacer las cosas por él mismo, tampoco era algo bueno que hiciera todo por él, tenía que acostumbrarlo a hacer las tareas, en los estudios apenas se mantenía y encima tenía que trabajar.

Por fin oye un golpe contra la puerta, se levanta del sillón y corre a la puerta abriéndola, se encuentra con la imagen del rubio sobándose la frente, otra vez había venido distraído y se había chocado contra la puerta. “Hola, pasa” le recibe sonriendo, aunque el mayor no se veía del todo bien. Darby se quita su bolso y lo deja a un lado encima de un mueble, pero calcula mal y este cae al suelo, frustrado se agacha y lo recoge volviéndolo a colocar encima, se sentía algo mareado por el esfuerzo. “Estas bien?” pregunta el menor, el rubio alcanza a asentir con una falsa sonrisa, de nuevo se frustra, no podía enfocar bien su vista en su hermanito. Luego de esto se adentra en la cocina.

Tenía que preparar la cena aunque se sintiera mal, va hasta el refri leyendo una de las notas con recetas que había anotado para no olvidarlas, de nuevo, no podía leerlas. Toma una haciendo el esfuerzo por entender, ve un tazón junto al fregadero, lo toma, pero se da cuenta que estaba lleno de algo. De esa misma masa que había hecho él mismo en la mañana, después de todo él no había hecho esos muffins que tanto le habían gustado a su hermanito, no había hecho eso bien, no podía hacer nada bien, ni siquiera podía leer, quizás ese chico tenía razón y fue por su culpa que sus padres les abandonaron en las puertas de esa academia.

“Todo bien hermano?” pregunta el menor sentado frente al televisor preocupado, cuando él no llegaba sonriendo es porque algo malo había pasado.

Darby sobre la nariz con los ojos medios cristalizados, con pasos pesados regresa hasta la sala viendo al pequeño sentado en la alfombra, el cual al notar su presencia voltea a verle, Darby le sonríe y se acera hasta arrodillarse a su lado. Separa sus labios un tanto dificultosamente para hablar.

“E-es-estoy muy…f-fe-feliz que tu…ha-hayas nacido…no-no-normal”

Lo siguiente que pasa no se lo espera, recibe un fuerte golpe en su mejilla derecha que le deja una marca roja que se soba. “Cállate!” le grita el niño molesto, Darby se queda viéndole confundido, hasta que el niño empieza a llorar aun con el ceño fruncido.

“Tú eres normal también!” le grita señalando con el dedito.

Darby sonríe, conmovido hasta las lágrimas, su hermanito se lanza a abrazarlo sollozando, le envuelve con ambos brazos acurrucándolo contra su pecho, llorando en silencio, pero sonriendo, se querían como nadie más, sin padre, sin madre, solo ellos, dos, uno estudiando para ser mejor y el otro luchando contra su condición trabajando día a día para mantener a su hermanito. Las lágrimas se le derramaban a los dos, era difícil vivir así, pero estaban juntos, y abrazarse así les hacían sentir que todo estaba bien.

 

 

Cubre con las sábanas el pequeño cuerpo de su hermanito, le da un beso en la frente y lo deja durmiendo en su cama, apaga la luz y cierra la puerta. Se sentía un poco más tranquilo. De pronto oye unos golpes contra la puerta, se extraña, ya era tarde y casi nadie llegaba a su casa a esa hora. Al abrir la pieza, se encuentra con el mismo doctor de nombre gracioso.

“Hola, este…dejaste esto en mi casa” le muestra la gorra de cartero, Darby sonríe apenado, la toma formando un inaudible gracias con los labios. Se voltea para colgarla en el perchero, “oye, creo que no entregaste un paquete no?” Darby asiente, otra vez, apenado. “Bueno…” el chico camina hasta el bolso, sacando ese paquetito, “toma” se lo extiende. Darby no entendía, hasta que al leer la etiqueta se vuelve a sentir tonto.

“Para: Darby Hooves, De: Dr. Whooves”

Se abofetea mentalmente, “jaja no te preocupes, ábrelo” asiente, lentamente abre el paquetito, con mucho cuidado, no quería arruinar lo que estuviera dentro. Saca un papelito, lo lee “p-pa-p-para…t-t-ti-ti” dice con dificultad, termina de desenvolver, y ve lo que había dentro. Las lágrimas se le vuelven a salir, se acerca hasta el chico y lo envuelve con los brazos escondiendo su rostro lloroso en su hombro. El chico sonríe y le abraza también.

“Me Gustas” le susurra al oído del rubio, mientras este apretaba en su mano la cadenita dorada con un adorno en forma de reloj de arena, y varias burbujitas en su interior.

 

“Te Amo por lo que eres…

 

Eres hermoso…

Eres único…

Eres diferente…

Eres incomprendido…

 

Eres como yo…

 

Y no te querría de ninguna otra manera...

porque eres especial...

mucho más para mí”

 

Se separan, pero no dejan de abrazarse, se miran un corto rato que les pareció infinito, y juntan sus rostro, en un beso simple, pero que llenaba el corazón de ambos, de un modo que jamás creyeron sentir alguna vez. Sonríen, y esta vez, con una muy buena razón para hacerlo.

 

 

 

 

FIN

Notas finales:

Comenten si lo desean

Gracias por leer


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