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Solamente una vez por Thirteen Wilder

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Notas del fanfic:

Ya se, debo segui "Friamente calculado" pero esto se me ocurrió en la mañana y no podia sacarmelo de la cabeza.

Hice lo posible por tratar de acomodar los momentos en la historia, Soul of gold es dificil para mi todavia.

 

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen, son del maestro Masami Kurumada

La letra final junto con el titulo del fic pertenecen a la cancion "Solamente una vez" de Agustin Lara.

Un copo, dos copos, tres copos.

Abrió sus ojos tras sentir esas frías sensaciones en su rostro, su cuerpo le dolía y estaba aún más entumecido por el viento tan helado que se estaba sintiendo.

¿Sentir? ¿Frio? ¿Dolor? ¡Pero si él estaba muerto! Rápidamente se puso de pie, tambaleándose un poco hacia atrás, miró sus manos tan blancas como aquella nieve, extendió sus brazos y contempló el lugar donde estaba, era un invierno infernal, el color azul se extendía por todo el panorama, los arboles estaban cubiertos de nieve. Miró a todos lados tratando de encontrar una explicación, un compañero de armas, o al menos una señal de vida. Un destello dorado se apoderó de su atención.

-Armadura…-rápidamente fue corriendo hacia la enorme caja, sonriendo y delineando los bordes que tenían dibujados aquellos peces.- Estoy vivo de nuevo…- tomó los tirantes y la colgó en su espalda con la única gracia que él portaba.

Tenía que encontrar un lugar pronto, desde que vivía en el santuario había perdido la resistencia a los fríos inviernos que podía haber en Suiza. Se sentía muy débil aun, no había probado alimento desde hacía ya un tiempo, su estómago estuvo vacío durante el asalto al santuario. Poco a poco pudo encontrar unas luces en el camino más delante, era una ciudad sin duda al ver cómo estas iban creciendo poco a poco, dio un suspiro de alivio al verse rodeado de gente.

La ciudad era realmente hermosa, las luces le daban un poco de calor, la gente estaba reunida en una misma sintonía, parecía un cuento de hadas el ver a todos los vendedores felices en el mercado, sin competir unos contra otros, los niños sonriendo con mucha alegría y se les podía ver sanos incluso a los más sucios pordioseros. Su belleza no pasó desapercibida por los residentes del lugar, muchos hombres y mujeres sonreían, los niños lo seguían como si fuera un animal fantástico, los ancianos cerraban los ojos dibujándose una expresión de calma con tan solo escucharlo caminar.

-Disculpe joven- una mujer mayor lo interceptó- Usted no es de por aquí-

-Así es señora- se inclinó un poco haciendo gala de sus modales- Estoy de paso, buscando unos compañeros y, de momento, buscando un lugar para pasar la noche, no tengo dinero conmigo, pero haría cualquier favor a cambio-

-Ya veo, puedes venir a mi casa, mi hijo acaba de partir de la ciudad y podrías tomar su habitación, quizá un cambio de ropas, las tuyas se ven en mal estado.

Parte del impacto que Afrodita provocaba, era que su belleza contrastaba con el montón de harapos con los que iba vestido. Se sintió aliviado al ver que la mujer tenía un poco de ropa para él, quizá con unos cuantos arreglos le quedarían mucho mejor a su cuerpo.

Como había prometido, ayudó a la señora en todo lo que estuviera en sus manos con tal de poder quedarse viviendo en esa casa. Claro que no olvidó su identidad como caballero de Athena, y si la armadura estaba a su lado, era obvio que algo importante estaba a punto de suceder, y que seguramente sus demás compañeros estarían cerca del lugar, tras haber sentido el cosmo de su buen y fiel amigo Death Mask cerca.

-Él está por aquí…-sonrió aquella noche, mirando a la ventana.

Desde chiquillos ese par de había llevado bien, añadiéndose Shura unos días después, eran un trio increíble y siempre estaban ahí como los “hermanos mayores” de los santos dorados más jóvenes, dispuestos a ayudarlos y guiarlos, como se supone que Aioros les había pedido. Aunque siendo sinceros, gozaban más el molestarlos por separado como una pequeña banda de rufianes que robaban el almuerzo de los desamparados después de los largos entrenamientos.

La nostalgia lo golpeó con fiereza esa noche, daba muchas vueltas en la cama, deseosos por ver a su amigo y encontrar al tercero. No iba a mentir, deseaba mucho más estar a solas con el italiano, desde siempre había tenido sentimientos muy distintos a los que él había creído. No era solo una amistad, sino un amor que no se comparaba tampoco con el que podía compartir con Shura, este sentimiento era más especial y casi exclusivo de Death Mask. Por un lado se sintió agradecido por estar al lado del hombre que amaba, a pesar de estar bajo las órdenes de un dios ajeno.

Lo había decidido, buscaría en esa ciudad alguna señal de su amigo, era el punto más llamativo en medio de todo ese paisaje blanco, era obvio que alguno de sus compañeros también llegara ahí por instinto de supervivencia, no los creía tan idiotas…no tanto.

Salió desde muy temprano en la mañana, podía tener la confianza de dejar su armadura en la casa, al fin de cuentas nadie creía que tuviera algo valioso. Subió y bajó por las primeras calles, preguntó en callejones, a vagabundos, niños, mercaderes, pero nadie le podía dar señal de algún visitante extraño. La esperanza estaba perdiéndose poco a poco, sin embargo, todo cambió al escuchar como un par de ebrios se iban quejando.

-Ese tramposo….-dijo el más alto de los dos- Seguramente no tenía ninguna carta buena

-¿estas demente?- tembló- No voy a arriesgarme a pelear con alguien así. ¡Tenía la muerte en los ojos!

-¡Que decir del asco que era!

¡Muerte en los ojos y un asco físico! ¡Definitivamente ese era su amado Death Mask! Por primera vez se sintió feliz de que el italiano fuera de unas actitudes muy raras y de poca pulcritud. Si se esforzaba lo suficiente iba a poder sentir el cosmos de su amigo. No sabía el porqué, pero se sentía débil, sin importar cuanto descansara o meditara. No hace falta decir que vio varios guardias actuando de manera sospechosa.

Después de tanto buscarlo, pudo divisarlo cerca de un puesto de flores, hablando torpemente con la chica que atendía ese puesto. ¡Ese pobre tonto no sabe cómo tratar con las personas sin tener que matarlas!

Lo observó desde ahí, estaba sonriéndole de manera nerviosa a esa mujer, lo más obvio era que él se fijara en una mujer…era lo más normal ¿no? Decidió al final interrumpir ese momento para pedirle las rosas a esa chiquilla sin gracia, como si fuera un perro tratando de marcar su territorio frente a los posibles enemigos.

Tras haber hablado con Death Mask sobre los guardias de Asgard, se retiró a su hogar de nuevo, estaba feliz de verlo de nuevo, pero no estaba para nada contento que estuviera encaprichado con una mujer así. ¡Qué decir de lo apestoso que estaba a alcohol! ¿Acaso sacaba todas sus ganancias de las apuestas? ¡Era obvio que estaba haciendo las cosas mal!

-¿Qué tiene ella de especial?- le dio un par de golpes a la pobre almohada que usaba- Es una simple pueblerina que pasa sin pena ni gloria…-dejó los golpes y miraba a la pobre víctima de su ataque de celos-…ella lo tiene a él…supongo-

-¿Pasa algo Afrodita?- la mujer escuchó sus quejidos- Te ves alterado

-Encontré a mi amigo

-¿Eso te tiene tan molesto?-

-No es solo eso,  creo que está enamorado- se dejó caer sobre la cama- No creo que sea lo mejor para él

-Las mujeres de este lugar son buenas, no te preocupes

-Eso no es lo que me preocupa, si ella permanece aquí podría estar en peligro su vida-

-¿Tan malo es para los caballeros sentir amor?

-Quizá para alguien como él pueda ser bueno, pero no deja de ser una posibilidad. Ángelo es un completo imbécil para convivir con las personas, si le contara lo que hacía con los rostros de sus víctimas…

-Supongo que las personas cambian por amor, no tendría que ser algo tan malo para ellos…

-Trataré de hablar con él al respecto…aunque será difícil por lo ebrio que se pone

-Es muy noble de tu parte que te preocupes así por su bienestar- acarició su cabeza- Tu también necesitas experimentar un amor así- le sonrió para despedirse de él

La luz de la luna estaba en un buen punto, solo quería ir a ver a ese italiano borracho, pudo sentir el cosmo de Aioria acercarse al de él, sabía a la perfección que este par podía ponerse un poco pesado después de una simple conversación. Así que regresó al bar, pudo observar a Aioria tratando de discutir con él, quizá una pelea de mil días se iba a aproximar entre ellos dos, pero esta fue interrumpida por el choque de dos cosmos amigos que peleaban uno contra el otro.

Tras la partida de Aioria, y el comentario hiriente que Death Mask había hecho sobre la falta de compañerismo que existía entre los caballeros dorados, Afrodita solo se sentó a su lado.

-No hay mucho que podamos hacer- acomodó unas monedas

-Ya se lo he dicho a Aioria, pienso quedarme a disfrutar mi nueva vida aquí, no es mi asunto si él quiere ayudarle a una faldita rosada- bufó- Que patético de su parte el no poder decirle que no a un par de ojos brillantes.

-Tú no eres diferente a ellos- le vio a los ojos- Esa chica de la florería, no te es indiferente

-¡No es verdad!-

-Ángelo, no trates de mentir, y mucho menos trates de engañarme, te conozco lo suficientemente bien para saber de tus intenciones con ella. ¿Quién diría que tu ibas a encontrar calor en un lugar tan frío como este?-

-Me avergüenzas- bebió como escape a lo que el sueco le decía.

Su amigo estaba enamorado, totalmente atrapado por una mujer simple y dulce. La gente de esa ciudad era muy amable por los privilegios que existían desde la llegada de Ygdrassil, era muy extraño ver a gente de mal humor, todos vivían en su pequeña Utopía. Las botellas se iban vaciando junto con el juicio de Death Mask, el bar tender no iba a soportar una escena de ese hombre borracho, le había quitado algo de clientela con tantos juegos de cartas con su dudosa suerte.

A puros tropiezos lograron llegar a la posada donde estaba viviendo el italiano, Afrodita no tuvo el corazón para dejarlo tirado en las escaleras, así que lo llevó hasta su habitación.

-Helena…Helena…-

-Que no soy Helena…-rodó los ojos, ya le había confesado su amor más de tres veces durante el recorrido.

Con cuidado lo tumbó en la cama y cerró la puerta, era un desastre total. La habitación solo tenía la caja de Cáncer, aquella armadura que no pretendía cooperar con su amigo. Le quitó las botas y lo recostó con cuidado.

-Espera- tomó su mano- Quédate conmigo

-No voy a dormir contigo ebrio

-Por favor…

-No tiene caso…-suspiró y acto seguido se quitó sus zapatos para acostarse a su lado, como si fuera un reflejo puso su mano sobre su rostro.- Cangrejo estúpido…

-¿Tú me quieres?-

-Claro que si- sonrió con timidez- Desde siempre te he querido-

-Cuando te vi por primera vez, con toda esa belleza…tu cabello…tus labios- se fue acercando poco a poco.

-Ángelo…-entrecerró sus ojos y recibió aquellos labios en los suyos.

El sabor a alcohol no era con el cual había soñado, la barba rasposa que se había dejado crecer lo acariciaba como una lija, pero no le importaba, simplemente se dejaba hacer por él. La lengua de cáncer atravesó sus labios y se unió a una pelea entre ambas, las manos se iban paseando con ansiedad por la espalda de ambos, tratando de arrancar la ropa con desesperación. El italiano no dudó en ponerse encima y sacarse su camisa, la luz era tan tenue que apenas y podía ver el cuerpo del sueco debajo de él. Afrodita se deshizo de su camisa con cuidado, a fin de cuentas esa ropa no le pertenecía.

El calor de sus cuerpos había chocado como aquellos dos cosmos en la tarde, las suaves manos de Afrodita se paseaban por el pecho del otro, lo rozaban con lentitud para poder aprenderse cada pliegue que había, donde empezaban y donde terminaban los músculos de su abdomen. Subió su pierna izquierda encima de la cadera de Death Mask, sintió como las manos del otro se paseaban por sus muslos, acariciando su trasero y como ambas hombrías empezaban a doler por estar así de apretadas entre la tela y el calor. Sin dudarlo se abrieron los pantalones y estos volaron por la habitación junto con la ropa interior.

-Ángelo…-suspiró con ansiedad mientras se rozaban, buscó sus labios de nueva cuenta y lo abrazó con fuerza, no quería perder ese momento en su vida.

El nombrado no respondió por obvias razones, acarició sus nalgas con lujuria, las apretó y las golpeó con un poco de dureza, escuchando un gemido del sueco escaparse entre los besos. Se separó y lo puso contra las sabanas, acarició su espalda y rozaba su miembro con los glúteos, bajó y besó su nuca, retirándole los suaves cabellos que se atravesaban en su deliciosa piel. Bajó por la columna haciéndole estremecerse con su barba, besando todo tramo de piel que se atravesara en su camino, lo ayudó a levantar las caderas, mordió una de las nalgas, dejando una marca que seguramente dolería después de un rato. Le abrió más las piernas y lamió la entrada de Afrodita durante un tiempo, su saliva la había lubricado bastante para introducirle dos dedos.

-Á...Ángelo…b basta- se estremecía demasiado, sabía lo que el otro pretendía, la idea lo abochornaba más y más cada que sentía como los dedos ajenos se introducían acompañada de la lengua tan caliente y mojada del otro.

Hizo caso omiso y continuó con su tarea, su miembro estaba ansioso, le dolía la erección que estaba teniendo por tanto esperar y falta de atención. Dejó la entrada por la paz después de unos dedos más e introdujo su miembro lentamente dentro de aquella cavidad, el cuerpo de Afrodita se había estremecido violentamente, un montón de sensaciones estaban recorriendo su cuerpo con leves choques eléctricos, le dolía pero era tan placentero al mismo tiempo que su respiración se estaba entrecortando más, quería tenerlo más cerca y gozar de sus labios mientras le penetraba hasta lo más profundo de sus entrañas.

Arqueó la espalda cuando estuvo totalmente dentro de él, se levantó sobre sus rodillas dejándose abrazar por él otro, con una de sus manos lo tomaba de los muslos para evitar que se apartaran y con la otra lo tomaba de la cabeza para poder cumplir sus deseos y besarlo con deseo, todo había pasado tan rápido pero estaba gozando que eso sucediera apenas tuviera unos días de haber revivido en esas frías tierras.

El sonido de la cama iba al compás de los gemidos de Afrodita y los jadeos pesados de Death Mask, quien lo tenía completamente atrapado en sus brazos, sin hablarle, solo lo acariciaba y lo besaba, se movía con cuidado de no romper a su pareja en ese instante, mordía su cuello, le besaba los hombros y los labios en cada oportunidad que había. Cambiaron de posición más de una vez, gozando ambos como sus puntos débiles se iban mostrando uno ante el otro, como si todo eso estuviera destinado a pasar en algún momento dado, quizá apresurado, pero por fin había ocurrido.

Los labios de Afrodita estaban totalmente partidos, no había rastro de aquel brillo labial que acentuaba más su belleza, su cabello se veía alborotado como jamás lo había estado, su cuerpo cubierto en sudor y ardiendo en calor, sus manos temblaban junto con sus piernas, una ya se había adelantado a su miembro para darle la atención que requería en esos momentos, estaba llegando a un punto cúspide, no podía más y mucho menos con Death Mask penetrándole, golpeando su próstata con fuerza y chocando ambos testículos por la fuerza del acto. Se aferró a la almohada para soltar ahí un jadeo de alivio al terminar con fuerza, el semen se escurría entre sus dedos y solo deseaba que su amante continuara con todo ese juego sensual en el que estaba perdido. Poco tiempo le faltaba al caballero de cáncer en culminar su acto también, Afrodita podía sentir el líquido escurrirse un poco entre sus piernas, se mordía el labio, deseaba tener todo de él en su interior, le ayudó más moviéndose hacia atrás, haciendo que el otro gimoteara más fuerte, tomó sus caderas y le embistió unas cuantas veces más, soltando suspiros junto con toda su semilla. Afrodita se mordió los labios al sentirlo salir y como el líquido se escapaba esporádicamente de él.

-Te quiero tanto…-sonrió y besó sus labios de nuevo, estaba tan feliz.

-Yo también…sé que es poco…pero todo este tiempo te he adorado…

-¿Qué tonterías dices?- rio en voz baja

- Te cuidare tanto Helena…lo prometo- besó sus manos.

-Si…sé que lo harás- su sonrisa se despareció junto con las estúpidas ilusiones que se había hecho.

No hablaron más pues se quedaron dormidos, Afrodita aprovechó para levantarse antes y darse un baño, hizo todo lo posible para que no se pudiera dar cuenta del acto que se había llevado a cabo la noche anterior. Miró a su amigo durmiendo a sus anchas, con una sonrisa, no podía estar enojado con él, después de todo aprovechó de la misma manera el estado seminconsciente del otro caballero.

-¿Afrodita?- susurró al ver la figura en su habitación, agradecía que le cubriera la luz para evitarle más dolor en la resaca.

-Por fin te despertaste…- miró a otro lado- Aioria se ha marchado de la ciudad…

-Ya te dije que no tengo nada que ver con todo esto-

-¡Podrías estar en peligro! ¡Solo estas embriagándote día a día!-

-¡Ya basta, entre tú y Shura actúan como mis padres!- se levantó con pereza- Ustedes dos deberían de ser novios

-Ya lo creo…

Poco tiempo después, en el mismo día se enteró de aquel plan ideado por los dioses guerreros, cuál fue su sorpresa al ver a la dichosa Helena atrapada en una de las muchas piedras que estaban en el lugar. No quería salvarle, le había arrebatado la oportunidad de ser alguien con otro título más en la vida de Ángelo, sin embargo ella lo hacía increíblemente feliz, había despertado la bondad en el corazón de su amigo, y si las cosas salían lo suficientemente bien, su amigo lo juzgaría por no haber salvado a la mujer que quería. De modo que la salvó, los hechos son bien conocidos por todos nosotros.

-¡Escapa Death Mask!- gritó por última vez, en dirección a la persona que amaba, al menos lo vio feliz, disfrutó de sus brazos y su tiempo, todo en un pequeño lapso de tiempo que no se comparaba con todos los años que habían pasado juntos en el Santuario.

Tu también necesitas experimentar un amor asi”

Recordó la voz de la mujer antes de concentrar su cosmo, en sus adentros había sonreído.

-Solamente una vez....

Una vez, nada más 
se entrega el alma 
con la dulce y total 
renunciación, 
y cuando ese milagro realiza 
el prodigio de amarse, 
hay campanas de fiesta que cantan 
en el corazón...

Notas finales:

Bueno, ustedes saben bien lo que sucederá despues.

Gracias por leer!!!


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