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¿Esto es amor verdadero? (En proceso de edición) por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

¡Hola! Sé que tardé un año, pero lo siento u.u fue inevitable esta ausencia.

     Espero disfruten el capítulo.

11

Spiegazioni e lotte

 

—¿Qué estaban…?—no terminó de hablar, seguía en shock por haber visto a su amigo, su mejor amigo, besándose con otro chico. El pelinegro se había parado inmediatamente e intentado acercarse, pero sólo atinó a volverse a sentar en el sillón, viendo fijamente a sus amigos, quienes lucían sorprendidos.

     —Escuchen, puedo explicárselos—el más bajo asintió lentamente, pero el alto seguía en su estado algo asustado—. Yo… soy gay… Lamento no habérselos dicho antes, pero—soltó aire—. No sabía cómo reaccionarían.

     —Alex…‍—susurró Steve, quien parecía ser el más cuerdo en esos momentos—. ¿Por qué no intentaste decirlo?

     —No lo sé, sólo… sólo me aterré—soltó una risita irónica—. Iba a hacerlo, pero… sus bromitas homosexuales hacia los demás del equipo de fútbol me hacían dudar.

     —Oh…—bajó la mirada, sintiéndose algo culpable. Se quedó pensativo unos segundos, el pelinegro respetó su silencio, no quería presionar a sus amigos—. Tuviste algo con James, ¿cierto?

     ‍—¿Eh?—se sorprendió al escuchar eso—. ¿Cómo lo sabes?

     —Siempre estabas con él—comentó Logan, algo ido.

     —Además, parecían inseparables… Su muerte te deprimió más que como lo hace normalmente la muerte de un amigo—el castaño levantó la mirada y lo vio fijamente a los ojos—. Alex, yo no tengo nada que disculparte, al contrario. Discúlpame tú a mí por no haberte inspirado la confianza para decirlo—le dedicó una sonrisa y extendió su mano—. Somos amigos, nunca lo olvides.

     El pelinegro sonrió y chocó esa mano, la tomó con fuerza y después atrajo al castaño a sí para darle un abrazo amistoso, donde ambos se palmearon las espaldas para mostrarse apoyo.

     Al separarse, Alex volteó a ver al otro chico, quien permanecía callado observando la escena.

     —¿Logan?—preguntó. El aludido suspiró.

     —Sólo promete que no me cambiarás por él—el pelinegro sonrió—. Sólo puedes tener un mejor amigo y ese soy yo, así que no se te ocurra remplazarme por tu noviecito.

     —Jajaja —lo atrajo y lo abrazó. Cuando el más bajo correspondió y su mirada se conectó con la del castaño de ojos azules y anteojos, le sacó la lengua algo burlón. Antonio sólo soltó una risita al notar eso. Por lo menos ahora estarían bien.

     —Chicos, no es por correrlos ni nada, ¿pero por qué están aquí?—volteó a ver a Steve, sin soltar al pelinegro.

     —¡Es cierto!—Logan se separó y lo miró a los ojos—. Alex, se trata de Alice. Tu hermana está saliendo con un chico que tiene dieciocho años.

     —¿Qué?—frunció el ceño.

     —Dejó de hablarnos hace tres semanas, por eso no nos habíamos enterado—explicó el castaño, apoyando a su amigo en lo que iban a hacer.

     —La vimos esta tarde besándose con ese sujeto… Fue con el que peleó la otra noche…

     Suficiente. Esas palabras bastaron para que el pelinegro tomara su playera y se la colocara—. ¿Dónde está ahora?—preguntó terminando de vestirse. Abrochó su cinturón, el cual apenas se habían percatado de que estaba desabrochado.

     —En el parque frente a la dulcería—el pelinegro tomó su bate de béisbol y salió de la casa enfurecido. Los tres chicos lo siguieron, algo preocupados por la reacción.

      Su preocupación residía en qué haría su amigo, la mirada llena de molestia y sus pasos firmes llegaban a inquietar a cualquiera que se cruzaba en su camino, se notaba la furia en la mirada del joven. Cuando por fin llegó al lugar mencionado, pudo comprobar viendo con sus propios ojos que lo dicho por sus amigos era cierto.

     Sin pensarlo dos veces se acercó, tomó al pelirrojo del hombro para que se pusiera de pie y lo golpeó fuertemente en el rostro. El chico cayó al suelo con el impacto, mientras la pelinegra se ponía de pie a encarar a su hermano.

     —¿Cuál es tu problema?—le reclamó.

     —No, ¿cuál es tú problema? Es mayor de edad—la miró a los ojos.

     —Alex, no me hagas golpearte. Eres mi hermano, no quiero hacerlo. Pero lo haré si…

     —Si ¿qué?, Alice—la interrumpió—. ¿Si no te dejo salir con este asaltacunas?

     —Escucha, maldito. Si quieres pelear, adelante—se puso de pie y confrontó al pelinegro—. Pero a ella no me le gritas.

     —¿Qué?—sonrió con burla y superioridad—. ¿En serio quieres pelear conmigo? Porque sólo te recuerdo que perdiste contra una niña—la señaló—. Y que yo soy más fuerte que ella, así que tú elige si quieres o no intentarlo.

     —Pff, ¿sólo porque eres boxeador? Te recuerdo que si me haces algo, tus puños se considerarían armas blancas y podrías ir a la correccional, niño—lo miró a los ojos.

     —Ah, qué considerado—fingió un tono de felicidad—. Escúchame bien, ¿quieres meter a la policía? Adelante, hazlo. Sólo te recuerdo que tu relación con ella no es legal y te ganarías varios años de cárcel, tú decide.

     —…—desvió la mirada y bufó molesto—. Te veo luego, Alice…

    —No te preocupes, nunca más la verás—se acercó a su hermana y la cargó en su hombro, a pesar de que pataleaba y lo golpeaba para que la bajara.

    El chico se llevó a la menor, todos los que pasaban veían completamente sorprendidos la escena, les era muy extraño ver algo así. Los dos castaños y el otro pelinegro siguieron con debida distancia a los hermanos, hasta que llegaron a su hogar. Ahí, el adolescente la bajó en el sofá.

     —¿Qué es lo que te pasa, Alice?—la regañó frente a los otros tres muchachos—. ¿Acaso crees que te ves muy linda haciendo lo que hiciste?

    —¡Tú no tienes derecho a meterte en mi vida!—le reclamó.

     —¡Maldita sea! ¡Eres mi hermana!‍—ella desvió la mirada—. Últimamente estás comportándote muy mal, ¿estás en esa etapa de hacer estupideces? Porque si es así, créeme que vas por buen camino…

    —¡Cállate ya!—se puso de pie—. Estoy harta de que me trates como a una niña…

    —Tienes trece años, ¿cómo quieres que te trate?—respondió irónico. Suspiró hondo y colocó sus brazos en su cintura—. Estás castigada, no saldrás más que para la escuela… Y sobre ese tipo, no volverás a verlo nunca más.

    —¡No puedes hacer eso!

    —Claro que puedo—guardó silencio, pero mantuvo su semblante de seriedad—. A tu habitación, ¡ahora!

    La pelinegra miró a su hermano con el ceño fruncido y sus puños cerrados con impotencia. Miró al otro pelinegro y castaño, a quienes consideró alguna vez como sus hermanos mayores.

    —Traidores—sin decir más, se fue a pasos pesados a su habitación, cerrando con un portazo.

    —¡No azotes la puerta!

    Pudo escuchar el sonido de la puerta abrirse y cerrarse nuevamente con mayor fuerza, para que el sonido al golpearse fuera mayor. El de ojos azules se quedó mirando hacia las escaleras, todavía muy molesto. Suspiró y miró a sus amigos.

     —Gracias por decirme—dijo ya calmo.

     —Eh, de nada—respondió el castaño algo apenado por la situación—. Alex, nosotros ya nos vamos…

     —Sí, yo tengo que hacer tarea…

     —Y yo también…

     —Pff, ¿desde cuándo les preocupa la tarea?—sonrió burlón, luego suspiró—. Está bien, sé que no es la mejor situación. Aun así les agradezco su preocupación.

    

***

 

—Bien, yo iré. No te preocupes por eso, ahí estaré… ¿Qué? ¿Ahora me culparás por lo que hizo Alex?... ¡Ya te dije que no le dije nada!... Bah, ¿es en serio?... Espera ahí, iré en un momento…—colgó su teléfono y se levantó de la cama. Se puso una chaqueta grande y, tal como era su ritual todas las noches desde hace dos semanas, salió por la ventana y brincó al jardín, para huir de su habitación.

     Caminó por las calles oscuras, dispuesta a llegar al lugar acordado. Sin embargo, una mano salida de un callejón apresó su boca, mientras que otra retenía sus brazos. Los intentos de gritos se hacían presentes, quería librarse pero le era imposible. Esa mano bajó a su cuello y aplicó presión sobre él, cortando el paso de oxígeno.

     A los pocos segundos todo se volvió oscuro...

   

***

 

—Me haces tan feliz—susurró en el oído del castaño, recién consumaban su acto de amor, una única sábana cubría la desnudez de sus pieles y el calor de su cuerpo lo compartían con un abrazo.

     —Y tú a mí…

     Ambos jóvenes se durmieron abrazados, ignorando el silencio total que había en la casa. Pero, ¿qué no era así el amor, tan distraído del entorno? Ambos disfrutaban de su compañía sin percatarse del resto del mundo, encerrándose en un murmullo perceptible sólo para ellos dos.

    ¿Acaso eso influiría de manera negativa?, ¿se volverá en su contra? O, peor aún, ¿llegarán a notar esos pequeños detalles extras de la vida que ahora pasan por alto? Sólo el tiempo lo dirá.

    Ahora, sólo queda esperar disfrutando de su compañía, sonriéndole a la vida por poner al otro en su camino y, además, darles la oportunidad de estar juntos.

     Juntos…

     Pero, ¿para siempre?

     Ansiaban que así fuera:

Para toda la vida

Notas finales:

Seré sincera, me estoy quedando sin inspiración para este fic. No lo voy a abandonar, pero necesito algo lo suficientemente fuerte para que me haga derrochar pasión al escribir aquí.

     Perdonen si no fue lo que esperaban.

(Publicado 11/07/2018  10:46 p.m.)


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