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¿Esto es amor verdadero? (En proceso de edición) por Princesa de los Saiyajin

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Solo tú y yo, en la habitación

 

 

Solo se lograba escuchar el sonido del tic-tac del reloj. Ambos enamorados estaban besándose con ternura. Ya había pasado un mes desde que comenzaron su relación, y se la pasaban, en su tiempo libre, con muestras de afecto.

—Espera dijo Antonio rompiendo ese beso.

Alex estaba sentado en el suelo, recargado en la base de la cama, y su novio estaba sentado en sus piernas, de frente a él.

—¿Qué pasa? —preguntó mientras se acercaba y le besaba suavemente el cuello.

—¿Vuestro padre es... homofóbico? —dijo entre pequeños suspiros.

—Sí—dijo con sencillez mientras volvía a retomar sus labios, pero él nuevamente se apartó.

—¿Y si llega... y nos ve? —dijo un poco preocupado.

El mayor, sabiendo que su pareja estaba incómoda ante esa situación, lo ayudó a quitarse de encima, cerró la puerta de su alcoba con seguro, y se acercó a la ventana, para taparla con las cortinas. Apagó la luz y se volvió a sentar en el suelo, lo atajo hacia sí y lo sentó en sus piernas, para continuar con sus cariños.

—A mí me preocupa que las aves nos vean—dijo en susurro con un poco de burla.

Lo tomó de la cadera, y lo pegó lo más posible a su cuerpo. Paseaba sus manos por su espalda con ese beso. Mientras masajeaba sus labios contra los de él, usó su lengua para delinear la comisura de sus labios. Ante ese leve contacto, abrió la boca por la sorpresa. Alex aprovechó eso para introducir su lengua.

Exploraba cada rincón de su cavidad bucal. Antonio, un poco torpe, intentó seguir su ritmo. Seguía su lengua, intentaba no despegarla de la suya. Ante eso, el ambiente empezó a calentarse. Su vista se nublaba, de su frente comenzaron a resbalar pequeñas gotas de sudor, y su respiración se aceleró un poco. Querían volver ese beso eterno, pero tuvieron que separarse por falta de oxígeno, dejando un pequeño hilito de saliva. Alex empezó a desabotonarle la camisa blanca, dejando a la vista su torso. Se acercó a su cuello, y comenzó a besarlo. Recorría cada centímetro, dejando un camino de besos, y un poco de saliva. Se acercó a uno de sus pezones, donde comenzó a succionar.

—Mgh—hizo ese sonido ahogado ante ese contacto.

Alex, tras escucharlo, no pudo evitar que a su mente regresaran viejos recuerdos...

 

***Hace ocho meses***

En la habitación sólo se escuchaba el sonido de los resortes de la cama ante el más mínimo movimiento. Un muchacho de cabello negro y ojos del mismo color se encontraba recostado, mientras que Alex estaba arriba de él, besándolo en el cuello. Ambos tenían el torso descubierto, sólo conservaban su pantalón. Se acercó a su pecho, para comenzar a dar leves lamiditas en uno de esos botones rosados, haciendo estremecer al otro.

—Mgh—gimió levemente. Era sumamente sensible ante esos contactos. —Al.. Alex...—dijo entre pequeños suspiros. —Es... Espera ..

—James, ¿no quieres hacerlo? —preguntó mientras le acariciaba la mejilla, no le iba a obligar a hacer algo que no quisiera.

—Yo te amo, pero no es lo correcto. Tú te enamorarás de alguien más, y con esa persona será tu primera vez—dijo con toda seguridad.

—Pero...

—Te conozco. Sé que así pasarán las cosas, sé que amarás a alguien más, sé que le harás el amor y estarás con él para siempre. Y déjame decirte, que eso es lo que quiero. Quiero que seas feliz, que no te aferres a mí.

*

 

Una lágrima rodó por su mejilla, tenía su mirada perdida. Sentía un pequeño dolor en su corazón, uno que tuvo cuando su James murió.

—James... —murmuró.

Antonio, al escucharlo. Se puso de pie y salió lo más rápido posible de su habitación. Bajó las escaleras y salió de la casa. Alex ni siquiera se tomó la molestia de pensar si debía buscarlo. El castaño no podía competir contra eso; a pesar de estar muerto, aún le pertenecía el corazón de aquel chico de ojos azules.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas, realmente amaba a ese muchacho. Sí, sabía que las probabilidades de que aún amara a su antigua pareja eran muy altas, pero su corazón (le hizo arriesgarse a sufrir por amor.

 

***

 

—Ya pasó mucho. ¿Aún no se lo dices? —preguntó Logan.

—No. Es muy gruñón, me lo prohibirá. Con suerte me deja salir con ustedes.

—Pero... bueno, tal vez tenga razón. Hace un año se pasaron, y saliste lastimada, así que creo que no deberías ir.

—Y yo creo que no deberías opinar. Estaré bien, ese fue un simple descuido solamente, no volverá a pasar—dijo y levantó la mirada. Estaban sentados en la banca de un parque. Pudo ver a Antonio a lo lejos. Su hermano la había corrido de casa para tener tiempo a solas con él, y ahora ese chico estaba ahí. —Oigan, hablamos luego, voy con Antonio—dijo y se puso de pie.

—Andas con él, ¿verdad? —preguntó mientras la miraba fijamente a los ojos.

—No—respondió tranquilamente mientras comenzaba a caminar. —A mi me gusta Juanito—agregó con un tenue rubor que ellos no vieron.

—¿El enano del grupo uno?

—Sí. Además, no está tan chaparro...

—Sabías que él es gay, ¿verdad? —dijo y ella paró en seco.

—¡¿Qué?!

—Sí, lo vieron hacerle sexo oral al otro Juan en el baño.

—Entonces ya no me gusta nadie—dijo y ellos rieron.

Caminó, se fijó hacia ambos lados de la calle para cruzar, además había un policía de tránsito que le dio el paso a la chica. Empezó a caminar, pero a la mitad del trayecto un auto pasó muy rápido y muy apenas pudo frenar, quedando a medio metro de ella.

—¡FIJATE, ANIMAL! —le reclamó a gritos la chica mientras seguía caminando.

Al escuchar su voz, el chico de España volteó, se cesioró de que ella estaba bien, y siguió caminando. Alice por fin lo alcanzó, claro que primero le gritó varias cositas al conductor.

—Antonio, espera—dijo y llegó a su lado. —¿Qué pasó? ¿No deberías estar con mi hermano?

—Soy un bobo. Creí que se fijaría en mí, ¡por favor! —habló con cierto dolor.

—Dime, ¿qué te hizo?

—Aún no lo olvida, y yo no esperaba eso. Ya no puedo seguir esperándolo más...

—Oye, vamos. Sé que él es muy sentimental y cursi y eso, pero no es para que digas esto...

—No. Realmente no puedo esperar tanto.

—¿De qué hablas? —preguntó confundida.

—Dentro de una semana tengo que decidir si quedarme o irme de este país. En caso de que diga que sí, me iré en dos semanas. Vuestro hermano era el único motivo que me hacía quedarme.

—No... espera, que ni se te ocurra irte. Ahorita mismo voy y le reclamo por lo que te está haciendo y...

—Eso debería salir de él, no porque vos se lo menciona...

—Pero... ¿qué piensas hacer?

—No sé... Todos los hombres son iguales—dijo y comenzó a caminar más rápido, mientras ella se detenía. —Quejandoos si os tratan mal, y burlandoos si os quieren bien...

Dobló en una esquina, donde se perdió de la vista de ella. Su hermano sí que había metido la pata y, por si culpa, probablemente, ese chico se iría y perdería la oportunidad de encontrar al amor de su vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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