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Creo que comenzaré de nuevo
Antonio, una vez que terminaron la tarea, regresó a casa. Alice, antes de ir a dormir (ya que eran las ocho y el trabajo realizado le causó sueño), fue a la habitación de su hermano mayor. Lo vio recostado en su cama, viendo al techo. Entró y cerró la puerta, se recostó a su lado, de costado, para verlo.
—¿Ya se fue tu "amiguito"? —preguntó mientras también se ponía de costado para verla.
—Sí, Antonio ya se fue... ¿pero por qué el "amiguito"?—dijo imitando su tono de voz.
—No quiero que te pase nada, yo sé hasta qué son capaces de llegar unos chicos...—hablaba por experiencia.
—Pero él no es así, ni siquiera le gustan las chicas—dijo.
—¿De verdad?—preguntó arqueando una ceja.
—De verdad... tal vez deberías acercarte a él y conocerlo mejor...
—Ya te dije que no pienso salir con nadie—le dijo con firmeza.
—¿Y por qué no? Si bien recuerdo tenías su aprobación...
—¡Pero no es así de fácil!—dijo intentando no levantar mucho su tono de voz—Lo amaba con toda mi alma, ¡y murió! ¿Cómo quieres que supere eso?—estaba conteniendo las lágrimas.
—Alex... Sé que no lo olvidarás, pero tal vez puedas seguir adelante... ¿Recuerdas lo que te dijo? Te dijo que debías salir con alguien más, jamás te prohibió eso... Te conocía mejor que nadie, sabía que te enamorarías de otra persona, te quería ver feliz.
—Pero...—intentaba excusarse ante esas palabras, pero debía admitir que tenía razón.
James sabía que moriría, y por eso le dijo que rehiciera su vida. Lo conocía mejor que nadie, así que por eso se lo dijo. Tal vez, debía comenzar de nuevo.
—Una oportunidad... si no es como yo pienso, jamás insistirás de nuevo con eso, ¿es un trato?
—Es un trato... así que comenzaré a hablarte de él.
—Depende de lo que me digas, lo comprobaré después. Si no es así, no volveré a escucharte...
—Si ya entendí... Empecemos con lo primero...
—Ni modo que con lo último...—dijo en voz baja y con burla.
—Bien, si sigues con eso te daré una buena cachetada—le dijo molesta y como amenaza.
—Ya, no te enojes, empieza...
—Es estudiante de intercambio, vino de España. Lo mandaron aquí por sus excelentes notas. Sus padres aceptan su orientación. Es alérgico al maní. Hace un rato me dio un discurso de por qué debo respetar a Mike, de por qué tengo que ser más amable con los adultos, y de por qué no debo usar goma de mascar... ¡Ah! y usó la palabra "reciproco" en una oración...
—¿Es español?—preguntó con cierto interés.
—Sí... me atrevería a decir que es de tu tipo... Sinceramente no sé por qué te gustan los inteligentes y que se la pasan dando sermones con palabras complicadas, ¡tú ni siquiera entiendes lo que dicen!
—Tú no sabes...—dijo con una sonrisa mientras se acomodaba mejor, volviendo a ver al techo.
—Saber ¿qué?
—Verás... Me gusta cómo se escuchan, tal vez no entienda nada, pero la voz... No puedo explicártelo...
—No me expliques... Entonces, ¿le darás una oportunidad?
—Mmm...—se puso a pensar—¿Así que dijo la palabra "recíproco" en una oración? Mmm... Creo que tal vez hable con él un día...
—Gracias, Alex...— dijo y se acercó a él, dándole un beso en la mejilla, a lo que él se limpió rápidamente.
—¿Acaso ese tal Antonio te lo pidió?
—¿Qué? ¡Claro que no! ¿Acaso no puedo estar alegre porque mi hermanito volverá a ser feliz?
—¿Te creeré?—dijo dudando de aquellas palabras.
—Me creerás—le respondió con toda sinceridad.
Así se quedaron un rato, en el cual ella se quedó dormida. El mayor la dejó a su lado, podía llevarla cargando a su habitación, pero quería tenerla a su lado. Era como un padre para ella, y ella era como su hija.
Lo curioso es que nunca tuvo un verdadero padre ejemplar, eso nació de él con el paso de los años.
Se quedó dormido, pensando que quizás debía comenzar de nuevo en el amor. Sin embargo, ninguno de los dos se había percatado de una presencia al otro lado de la puerta.
—"Así que Alex es gay... Y esa chiquilla siempre lo encubrió... Me las pagarán los dos por denigrar mi imagen de esa manera"—pensaba Mike al otro lado de la puerta.