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Amor Inesperado por JessiHado

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Notas del capitulo:

Holos y holas, este fanfic lo había estado trabajando desde hace tiempo y lo tenia guardando polvo, así que dije, hey, ¿Por qué no compartirlo? y aquí estoy. Denle amor. 

Capítulo 1. El accidente

–Mmmm… – gruñó un joven removiéndose en la camilla, le dolía toda la vida, se sentía como si le hubiese pasado un camión cargando el planeta tierra por su débil cuerpo y… – Se despertó de golpe, y de inmediato le comenzó a doler la cabeza, maldijo a sus muertos y se meó en ellos. Abrió los ojos asustando a todos en aquel lugar por la forma tan brusca en que lo hizo.

–Joven, debe permanecer tranquilo – dijo el doctor que le estaba chequeando.
Quiso moverse pero no pudo, se sentía como la momia, tenía vendajes por todo el cuerpo, un collarín en su delicado cuello de ave, y un yeso en el brazo izquierdo.

– Dios, pero ¿qué me pasó? – Habló totalmente angustiado, viendo su cuerpo totalmente irreconocible. Comenzó a llorar y a tratar de moverse. Su hermana se acercó hasta él y le tomó la mano que no tenía yeso y se la apretó fuerte.

– ¿Por qué no me puedo mover Mónic? – sollozó mirando a su hermana que lo veía con lástima y quien no contestaba. – ¿Estoy cojo? ¿Manco? ¿Paralítico? ¿Tetrapléjico? ¿Me falta un órgano? – Preguntó temiendo lo peor.

–Oiga joven tiene que calmarse, mantenga la calma – Habló un enfermero.

– ¡Señorito para ti! – gritó histérico al enfermero y lo fulminó con la mirada

–Bueno, señorito… mantenga la calma por favor.

– ¡QUE CALMA NI QUE NADA! RESPONDAN MALDITA SEA, ¡¿POR QU… TENGO EL CUERPO DORMIDO?!

–Georg cálmate por favor, tienes que calmarte. – le dijo su hermana comenzando a soltar las cataratas del Niágara por los ojos.
En ese momento otro bata blanca (doctor) se acercó a Georg rápidamente y le toco los pies.

–Dígame joven, ¿siente el cosquilleo en los pies? – le preguntó el doctor chequeándole los pies y haciendo movimientos circulares en sus plantas.

– ¡No! ¡No siento nada! – Gimió a punto de soltar el llanto.

–Lo siento pero no podemos hacer nada, quizás con terapias puedas… – Y no terminó de hablar el doctor cuando George lo interrumpió hecho una fiera tratando de comenzar a moverse sin éxito alguno.

– ¡NO, NO, NO, NO! ¡POR FAVOR NO ME HAGAN ESTO!

– ¡George!... ¡George! ¡Joder Georgi despierta! – le grito su hermana Mónica viendo el desespero de su hermano y considerando que tenía una pesadilla.

– ¡¿Qué pasa?! – gritó abriendo los ojos y llorando como si acabase de salir de una tortura de esas de los tiempos de la inquisición.

–Tranquilo nene, ¿estas bien? – le preguntó con cariño su hermana pasándole la mano por la cabeza en un gesto reconfortable.

–Mónic, dime la verdad, ¿estoy paralítico? ¿Me falta un brazo? ¿Georgie Jr está en su lugar… completo? – preguntó deseando que todo aquello hubiese sido un mal sueño.

– ¿Pero a ti la mierda se te esta yendo al cerebro? si estabas lanzando patadas como loco, pensé que estabas matando a la bestia de 5 cabezas del Apocalipsis.

George suspiró de alivio y se puso una mano en el pecho, apretó los labios y empezó a mover las piernas. Bendijo la mierda cuando recibió respuesta de ellas. Maldita pesadilla… y maldito accidente.

Ese mismo día después de salir del trabajo había cogido un taxi para irse a casa. Recordaba que el auto se había coleado e impactado con otro de frente. Luego todo negro. Y luego abrió los ojos en el hospital.

Continuaba moviendo las piernas, los brazos y tocándose por todos lados cerciorándose que todos sus miembros estuviesen donde Dios lo puso cuando la puerta de la habitación del hospital se abrió. Un hombre de metro ochenta, castaño de ojos oscuros, espalda ancha, de facciones un poco rústicas pero muy, muy guapo. Traía un ramo de flores en una mano y una caja de chocolates en la otra.

–Permiso. ¿Tú eres George Zimmerman verdad? – Los hermanos asintieron salivando como perros con rabia. El hombre se acercó un poco a los pies de la camilla. – Dios, ¿Tú estas bien? Venía detrás del auto que colisionó con el taxi donde venías…

–Oh, ¿tu fuiste quien sacó a Georgi del coche y lo trajo hasta acá? – Le interrumpió Mónica.

–Si…

–Hombre, gracias. – Le agradeció la chica.

–No, eso no fue nada. ¿Cómo te encuentras? – Se dirigió a George.

– ¿Pues tú como crees? ¿Eres ciego? ¡Estoy gravemente herido!

–George… – Susurró su hermana para que se detuviera. No era hora de ponerse pesado y menos con el tipo que lo único que hizo fue ayudarlo.

–No, es la verdad.

– ¡Por dios! Deja de exagerar que solo te fracturaste un brazo. – Georg abrió la boca escandalizado.

–No es cierto Mónic, me duele TODO. – su hermana negó con la cabeza y puso los ojos en blanco, sabia que su hermano era un cabezota de primera y también que no había nadie que podía llevarle la contraria.

–Vine a ver como estabas, la verdad es que te dejé inconsciente en emergencias y quedé preocupado.

–Ah, que caridad. ¡No la necesito!

– ¡Georgi!

– ¡Nada! Tengo el brazo de seguro fracturado, me duele a muerte, además, tengo moretones por todos lados… –dijo señalando cada parte de su cuerpo que fue afectada – y... ¡ah! – Gritó cuando tocó su cara. – ¿Qué es esto? ¡Un cono! ¡Mónic me salió un cono! ¡Oh dios, un espejo! – Le gritó a su hermana – ¡Pero por dios, para hoy! – Mónica puso los ojos en blanco.

–Ya Georg, suficiente. Te golpeaste un poco, ¿que esperabas? Hay que dar gracias que no pasó nada peor.

–Pues yo pienso que el karma la tiene agarrada conmigo.

–Pues algo malo habrás hecho hermanito. El señor… – dijo señalando al hombre, aunque parecía joven pero no tenia confianza para tutearlo. – lo único que ha hecho ha sido ser amable, así que lo menos que se merece es un poco de cortesía de tu parte.

–Oh dios, no se preocupe, yo entiendo, está alterado y eso es definitivamente normal. Solo quise saber como estabas y oh… aprovechar de traerte esto. – colocó las flores en una mesita y los chocolates casi George se los arranca de las manos.

–Las flores para cuando muera – dijo George en actitud de diva. –Los chocolates si los acepto, es lo mínimo que me merezco por este terrible accidente. – Mónica le lanzó una mirada fulminante a su hermano. – Ahm, bueno, la salida ya sabe donde está… – señaló con su dedo índice la salida, mientras tomaba la caja de chocolates y se concentraba en su contenido. Se relamió los labios y alzó la mirada para asegurarse de que el hombre se hubiese ido. Frunció el ceño cuando se percató de las miradas puestas en él. Su hermana con los ojos achinados amenazándolo con joderle cuando le dieran el alta, y el apuesto hombre viéndole con esos enormes ojos como queriendo tocarle la moral. ¿Qué le importaba a él si estaba bien o mal? ¿Muerto o vivo? Ese no era su jodido problema, ni tampoco era nada suyo. Jah, preocuparse, que tonterías, pensó George y se llenó de nostalgia.

– ¡Georg! – lo reprendió su hermana

– ¡¿Qué?!

–Esta bien, no pasa nada. Creo que será mejor que me vaya.

–Dios, usted disculpe a mi hermano. …l en verdad es muy dulce pero esta muy alterado.

–Por supuesto, yo comprendo. – Mónica acompañó al hombre hasta la puerta. George se comía sus chocolates y se percató de la mirada curiosa que le lanzó el hombre antes de abandonar la habitación. Eso le dio repelús. Que hombre tan raro.
Mónica volvió a la habitación en poco tiempo.

–Mierda, George, ¿siempre tienes que ser tan pesado?

–Mónic, estoy mal ¿vale? Mírame, estoy horrible, me duele todo, yo no estoy de ánimo para nada. – Dejó los chocolates a un lado. Mónica se enterneció. Sabía que su hermano exageraba con respecto a su salud pero no era capaz de contradecirle. Era Dramático y exagerado por naturaleza.

–Vale, vale, vale. Mejor sigue comiendo tus chocolates ¿bien? – George puso cara de oveja de camino al matadero y asintió. Cogió de nuevo los chocolates y continuó comiéndolos.

–Esto me hace salir montañas en la cara. Pero que importa, ¿verdad Mónic? Ya parezco un adefesio. – Mónica se acercó a su hermano y le acarició el pelo.

–Tu siempre vas a ser hermoso Georgi, así te caiga agua hirviendo en la cara.

– ¿En serio Mónic?

–Sí, ególatra de mierda. – Mónica le robó un chocolate y se echó a un lado en la camilla con él.



**********


– ¿Dime cómo te sientes?

–Estoy bien. – George alzó los hombros sin darle importancia. Unas ligeras vacaciones no le vendrían nada mal. Que lo atendieran y le prestaran tanta atención, ¡menos!

– ¿Te duele algo?

–Joder que no, mujer.

George solo tuvo unos pequeños moretones nada serios, pero se debía quedar en el hospital hasta el otro día para ser sometido a exámenes y asegurarse de que todo estuviese bien.


Al día siguiente fue dado de alta, le mandaron unas cápsulas desinflamatorias y unas cremas para los hematomas que tenia en el cuerpo. Su hermana Mónica se lo llevó a su apartamento para poder atenderle mientras se recuperaba. George era un exagerado de primera y le aseguró que todavía le dolía el cuerpo y no podría hacer nada solo. Por supuesto, George era una diva y si tenia la oportunidad de ser consentido no la despreciaría por nada del mundo.



**********


Después de unos días de hacer de vago todo el día acostado en la cama comiendo y viendo TV, Mónica le convenció a su hermano de salir un rato al centro comercial.



– ¡Válgame Dios, Mónic! Me duelen hasta las pantorrillas, necesito sentarme un momento o voy a colapsar. – Se sentó en un banco y succionó el sorbete de su bebida chocolatada. Su hermana puso los ojos en blanco. –Espero que esto no me haga engordar.

– ¡Es chocolate! ¡Te engorda hasta los párpados! ¿Para qué lo bebes? – Le dijo su hermana sentándose a su lado.

–Por supuesto, está di-vi-no.

–Masoquista de mierda. – Mónica miraba las tiendas. – Joder, joder, joder, ¡Mira esa falda! ¡Mía! ¡Vamos George! – Su hermana le tomó del brazo.

– ¡Ni hablar! Ve tú, ya te espero aquí. Eso sí date prisa. – Mónica asintió y fue directo a la tienda. …l se quedó sentado de piernas cruzadas tomándose la bebida cholatada con un par de bolsas al lado de cosas que habían comprado toda la tarde. Veía todo a su alrededor, tiendas por doquier con maniquíes vestidas de ropas con el último grito de la moda, personas caminando y… el hombre del hospital, ese… raro. Maldijo en su lengua materna y se puso una mano en la frente queriendo ocultar su cara para que no le viera. ¡Sus lentes! ¿¡Dónde estaban sus lentes Prada, oscuros!? ¡Oh por todos los cielos! Los había dejado en el victoria secret de su hermana. Respiró e intentó relajarse, de seguro el tipo no se acordaba y quizás no le reconocería, o tal vez sí y por eso se acercaba a pasos agigantados. Intentó fingir demencia volteando la cabeza exageradamente hacia un lado, tanto que en cualquier momento le daría vueltas como a la niña del exorcista.

–George. – Dijo a modo de saludo el hombre cuando se hubo acercado. – ¿Cómo has estado? – Le preguntó sentándose a su lado. George aún miraba hacia el lado contrario donde el hombre se encontraba. El chocolate se acabó quedando el pote vacío sin contenido haciendo resonar con un ruido molesto cuando aún succionaba el soplete. – ¡Hey, George! – Le dijo el hombre tocándole en el brazo.
George volteó con el rostro indignado como si con el simple gesto de tocarle le hubiera dado un insulto.

– ¿Es conmigo? – Le dijo haciéndose el desentendido y quitándole su mano de encima como si fuese un bicho.

–Con quien si no. ¿No te acuerdas de mí? – George puso cara de confusión.

– ¿Debería?

–Bueno, fue a verte al hospital. ..

– ¿Hospital? ¡Jesús! ¿Y quién eres tú? – Dijo levantándose y tomando las bolsas. – ¡No hay respeto! Uno no se puede sentar para tener un momento de tranquilidad porque vienen y te confunden con cualquier loco. No, no, no, me voy de aquí.

–George. Soy yo, Darius.

– ¿Kto? (Quién) Ejem, no conozco nadie con ese nombre. Seguro me ha confundido con alguien, permiso. – Iba a comenzar andar hacia la tienda donde se encontraba su hermana cuando el hombre le detuvo poniéndose frente a él. Miraba a Georg con sus enormes ojos color miel como pidiéndo a gritos que le reconociera.

–Vamos, hombre. Soy yo, Darius. El hospital… los chocolates… dijiste que odiabas las rosas… – George negaba con la frente plisada. – El hospital… vamos, fue hace dos semanas, ¿Cómo pudiste olvidarlo tan rápido?

– ¡Oh! – George adoptó expresión de sorpresa. El hombre pensó que había recordado y sonrió esperando que el chico le reconociese. – Tuve un accidente sí. Tuve heridas graves de muerte y también amnesia debido a una fuerte contusión cerebral. No fue tan grave pero perdí la memoria de los últimos dos meses…

–Dios, ¿en serio? – George asentía. – Cuanto lo siento. Realmente lo desconocía, el otro día te veías bien.

–Georgi… – El aludido le peló los ojos a Mónica que se acercaba con un par de bolsas. – ¿Qué sucede? Se te va a derretir la retina si no pestañeas. Oh, tu eres Darius, ¿no es así? – George maldijo mentalmente. Pero luego se tranquilizó, todavía le quedaba el plan B.

–Mónica, ¿Que tal?

– ¿Por qué tienen esas caras? – pregunto la mencionada.

–Oh, no te preocupes. Tu hermano está algo alterado, no sabía lo de la contusión, e intenté hacerle recordar. No fue mi intensión.

– ¿Qué contusión? – Preguntó incrédula.

–La que sufrí en el accidente Mónic. – Le respondió George con los dientes apretados haciéndole señas. Que por supuesto no captó.

– ¿Pero tu estás idiota? – le regañó su hermana.

–Oh, no importa, no le presione, si intenta recordar forzado le puede comenzar a doler la cabeza.

–George no tuvo ninguna contusión.

– ¡Mónic! – chilló George por haberlo delatado.

–Pero… – Susurró el hombre con el ceño fruncido.

– ¡Te mintió hombre! – Le dijo Mónica a Darius.

–Mónic, dame mis lentes. – George le extendió la mano a su hermana esperando que le diera sus Prada. Esta, saco de su bolsa los lentes y se los dio. Darius lucía confundido.

–Es decir, ¿que me mentiste? Tss, y yo que te creí.

–No solo tienes pinta de idiota sino que resulta y acontece que también lo eres. – George negó con la cabeza mientras se colocaba sus lentes oscuros de diva. –Necesito otros Prada.

–No le hagas caso. ¿Quieres ir a comer con nosotros? – Le pregunto Mónica al hombre.

– ¡No! – grito George.

–Claro. – acepto Darius sonriendo.



**********


–Estuvo genial. Gracias por invitarme. – George reviró los ojos sin disimulo alguno.

– ¿Tanto te emociona una simple comidilla? De seguro eres un forever alone. –Su hermana le miró con los ojos estrechos. Georg alzó los hombros sin importancia.

–No le hagas caso, se comporta así pero en el fondo le caes bien. –Habló Mónica a Darius.

–O sea, never in the life. – replicó Georg.

– Si quieren les doy el aventón. – propuso el mayor de los tres.

–Te lo agradeceríamos. – Repuso Mónica.

– ¡¿Qué?! ¿Y saber nuestra dirección? ¡Ni hablar! ¡No! ¡Niet!

–MI dirección, para que te enteres, y te recuerdo que estas recostado en MI apartamento. Si no quieres venir con nosotros, entonces te vas a pie mi rey, pero lo que soy yo, no pienso caminar ni un ápice más. Vamos Dar.
– Georg abrió la boca sin recato estupefacto.

– ¡Mónic! ¡Usaste diminutivo con él! ¡Oh my god! ¡Que alguien me ayude! – se puso la mano en la frente y flexionó las piernas dramáticamente fingiendo un desmayo. Darius corrió y le sujetó de la cintura luciendo preocupado.

– ¡Oh, no le vayas a creer nada! Si él es un actor de primera…

– ¡Mónic, no puedes! – George retomó su compostura y se abanicaba con la mano haciendo drama. Su hermana puso los ojos en blanco.

– ¿No puedo qué, idiota?

– ¡No puedes sentir cariño por él!

– ¿Por qué no?

– ¡Porque no y punto!

–Hermano, estas delirando y fuerte. Yo solo quiero irme a casa. ¿No vamos ya Dar? – Mónica se tapó la boca con la mano mientras reía. George volvió a fingir desmayo. Darius le sostuvo de nuevo entre sus brazos y le acarició la mejilla suavemente para que despertara.

–Oye, George, ¿estas bien? – La voz de Darius sonaba preocupada. George abrió un ojo y luego el otro, ahora que le veía de cerca se dio cuenta que Darius tenia los ojos miel, claros y brillantes. Muy bonitos a su parecer, aunque claro, no pensaba decírselo nunca. –…sé que no te caigo muy en gracia, pero… deja que te lleve a casa ¿sí? Es algo tarde y estas cansado.

– ¡Oigan, después tendrán tiempo para los morreos! ¡Tengo sueño y quiero irme a casa, a las once empieza la novela! – Se escuchó el grito de Mónica.

– ¿Te cargo? ¬– Le preguntó Darius a George quien recobró rápidamente su compostura y negó con la cabeza.

–E-estoy bien, puedo caminar, gracias. – Darius asintió y caminaron hacia el coche. Mónica iba delante de ellos haciendo maniobras para poder hablar por celular mientras sostenía las bolsas de las compras. Darius iba en el medio y George caminaba lento más atrás, mirando hacia el suelo. Iba pensando, dándole y dándole vueltas a un asunto en su cabeza. De pronto chocó con algo duro, cuando levantó el rostro se encontró con la mirada de Darius.

–Te estabas quedando atrás. – George solo sonrió de medio lado y juntos retomaron el paso. No tomados de la mano como Darius hubiese querido pero al menos iban juntos casi chocando hombro con hombro, eso ya era mucho, un verdadero milagro que George no le hubiese gritado cuatro cosas y empujado para caminar delante de él pavoneándose como un pavo real. Como la diva que era. Cada cierto tiempo le miraba de reojo, lucía extraño, de momentos estaba casi histérico, otros, totalmente repugnante, pero ahora… ahora lucía tan vulnerable que parecía frágil. Tenia la miraba perdida en el pavimento mientras se mordía el labio con ansia. Suspiró, tendría que quedarse con la duda, no era como si pudiese preguntarle sin antes salir volando como una resortera.
Al llegar al coche Darius desactivó la alarma, ayudó a Mónica con las bolsas y luego le abrió la puerta del copiloto a George, que entró sin rechistar. Mónica se sentó en el puesto trasero mientras continuaba parloteando por el teléfono.



**********



–Es aquí. – Señaló Mónica y Darius detuvo el coche frente a un bonito edifico. – Gracias.

–Parece que se quedó dormido. – Señaló Darius a George que dormía plácidamente acurrucado en el asiento.

–Uh, uh, míralo bien, porque es el único momento del día en que es agradable, y eso porque tiene la boca cerrada, a veces es como hiedra venenosa. Pero es un amor, en serio que te lo digo yo. – Darius lo estaba mirando bien. Si era cierto que era más agradable cuando estaba dormido pero también más hermoso, totalmente adorable y comestible, también cuando estaba despierto aún cuando trataba de ser odioso. Darius sabia que por dentro quizás no tan en el fondo George era muy simpático. Le había visto ser amable con otras personas. La vez cuando estaba en el hospital y estaba aquel primo suyo, o cuando estaban en el centro comercial y se encontraron con la amiga de Mónica, también ser amable con el mesero que les atendió durante la cena, le había visto sonreír, ser educado, afable, y cariñoso. Quizás solo se comportaba así con él porque no le caía bien. El pensamiento le entristeció un poco.

–Tu hermano no me desagrada para nada. Y pienso que es muy dulce. Quizás soy yo que no le caigo bien. – Mónica levantó una ceja.

–Oh, no te eches a morir por eso. A mi hermano a veces le pega la luna. Estoy segura que le caes bien. Es solo que aún no lo reconoce. ¬– Mónica miró con afecto el rostro impasible dormido de su hermano. Luego le dio un manotazo en el hombro. – ¡Despiértate mierda! Llegamos y no pienso cargarte. – Cogió las bolsas y salió del coche. Una vez afuera tocó ruidosamente la ventanilla donde por fuera se veía Georg durmiendo como un angelito. – ¡Muévete plasta! – Darius también salió del coche y se paró junto a Mónica.

–Yo lo puedo llevar, no hay problema, solo dime qué piso es, tu ve abriendo la puerta.

–Si él siempre que puede se hace el dormido para que le carguen. – Respondió Mónica bufando.

–No lo sé. Parece dormido de verdad. – añadió Darius.

–Si lo quieres traer, allá tú. Piso nueve. Sino, lo dejas en la carnicería – Mónica sonrió con maldad ¬– es vegetariano. – Empezó a reírse como loca mientras caminaba a la entrada del edificio. Darius negó con la cabeza, estos hermanos eran un caso. Abrió la puerta del lado de George, le miró un poco, totalmente embelezado y luego pasó un brazo detrás de las rodillas de Georg y el otro por la nuca. Es peso pluma, pensó. Cerró la puerta del carro con el pie y caminó con él. Subió en el ascensor y cuando se detuvo en el piso nueve, salió mirando hacia todos lados, no le había preguntado a la chica qué número era su apartamento. Se cacheteó mentalmente.

– ¡Por aquí! – Escuchó el grito inigualable de Mónica y cogió dirección hacia ella. Lo bueno era que George no pesaba nada. –Pasa, pasa – le indicó la chica quitándose del umbral de la puerta. –Tíralo en cualquier lado.

–Por favor, dime donde duerme, le dejaré allí. – Mónica alzó conjuntamente las cejas y silbó.

–Pasillo, última puerta a la derecha. – Darius siguió las instrucciones y rápidamente encontró la puerta, gracias a la vida estaba entreabierta, así que la empujó levemente con el pie. Solo la luz de la pequeña lámpara sobre el velador alumbraba tenuemente la habitación que estaba perfectamente ordenada. Dejó el cuerpo del ruso sobre la cama con cuidado, le quitó los zapatos y le echó una manta encima. Le apartó un poco el pelo de la frente disfrutando el tacto, tanto de su piel como el de su cabello. Ambos eran suaves e incitantes. Dejó un beso en su frente y apagó la lamparita. Se volvió para salir de la habitación y…

–Déjala encendida, el bebé odia la oscuridad.

–Mónica… – susurró Darius aterrado de verla, un tanto por el susto y como por… ¿Será que lo habrá visto cuando besó a George? Oh, mierda santa, pensó y apretó el culo. Se volvió a la lámpara y la encendió.

–Ajá. – Siseó esta cruzada de brazos. – Voy a vigilarte de cerca Darius – dio varios pasos hasta quedar muy cerca frente a él ¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬– Muy… cerca. – Darius abrió los ojos espantado. A la chica se le notaba un aura oscura. De pronto ella comenzó a reírse escandalosamente sosteniéndose el estómago. –Ay por dios, tenias que haber visto tu cara. ¬– Continuó riendo y salió de la habitación. George empezó a removerse en la cama como un gatito. Darius empezó a pasarle la mano por el pelo.

–Shhh, tranquilo, duerme. –Cuando cercioró que George dormía salió de la habitación sin hacer ruido. Mónica estaba acostada en el mueble viendo alguna telenovela. –Hey, me voy ya.

–Oh, voy por las llaves. – Las cogió de sobre la mesa y se dirigió a la puerta. Darius la siguió. –Oye, allá dentro, estaba bromeando.

–Lo sé, lo sé. Aunque no voy a negar que me entró el frío de la muerte cuando te vi en el umbral de la puerta. – Ambos rieron recordando el episodio hasta que Darius se despidió y se fue. Mónica cerró la puerta y le pasó llave, lanzó el llavero a alguna parte y se volvió de un brinco al sofá.




**********



– ¿Piensas pasar todo el jodido día echado como una plasta? – Mónica salió de la cocina y se sentó en el mueble al lado de George que estaba echado sobre el sofá mirando la tv.

–Mónic, no fastidies. Ayer me hiciste pasar las negras.

–Oh, ahora yo soy la mala, no te hagas, “Ah, me desmayo”, “Ah, me quedo dormido en el carro” – Su hermana le lanzó un cojín a la cara mientras decía esto. – ¡Te gusta Darius!

– ¿What?

–No te hagas. Te conozco muy bien, Antes de Darius hubieses castrado al que intentara tocarte, pero bien que te dejas con él eh.

– ¡Cállate!

–Oh, Darius cárgame. Oh, Darius arrópame – Imitaba la voz de George. Su hermano le lanzó el cojincillo de vuelta con fuerza.

– ¡Basta Mónic!

– ¡Tan tiernooooo! Hasta te dio un beso en la frente hermano.

–Cállate, ¿de qué hablas?

–De anoche petardo, de eso hablo. ¿Quién mierda crees que te subió, acostó en la camita, quitó lo zapatos, arropó y te dio las buenas noches? ¡Por mí como si dormías en el sofá y amanecías con dolor de cuello!

– ¡Mentira!

– ¿Ah no? ¿Te crees que subiste volando o qué? ¡Yo no puedo contigo gilipollas profundo!

– ¡Que asco! ¡Me tocó mi bella piel!

–Ajá, bien que lo disfrutaste, yo no escuché ni una queja anoche.

– ¡Shut up!

– ¡Hermano!

– ¿Qué?

– ¡Estas rojo! – Mónica se burlaba a posta de su hermano. George en su lugar se tapó las mejillas con las manos.

– Es… ¡insolación!

– ¡Insolación! ¡JAJAJAJAJAJAJAAJAJAJA! – Cogió otro mueblecillo lanzándolo con todas sus fuerzas a su hermana. Luego corrió a su cuarto y se encerró dando un portazo.

–Dramático. – Cogió el mando del televisor y cambió de canal. – ¡Oye, en un rato voy a salir con Daniels! ¡¿Quieres venir?! – George salió de su habitación y se echó de nuevo en el sofá.

–Buagg. – George abrió la boca y fingió meterse el dedo. Simulando provocarse el vómito.

–Oye, por cierto, ¿No has visto la falda que compré ayer? No la consigo.

–En el maniquí, si, ayer.

– ¡George, idiota! ¡En la bolsa!

– ¡No! ¿Y yo para que la quiero? ¡Ni que me la fuera a poner!

–Bah. Me pondré la otra de encaje. – Se puso de pie y fue a su habitación.

–Como sea. – George cogió el mando y comenzó a cambiar los canales buscando algo bueno que ver. Bostezó y se puso de pie para ir por un bote de helado al congelador. Se devolvió a la sala y se tiró nuevamente en el sofá con el helado y la cucharilla en las manos.

–Hey, ¿Cómo me veo? – Mónica salió de su habitación y se colocó frente al televisor para que su hermano le diera su opinión. Tenia puesta una falda a la mitad de los muslos de encaje color negro, una camisa de escote vinotinto oscura y un sweater negro también a juego con la falda, unos botines y unos pocos accesorios.

–Ajá, sí, bien. – Le dijo apenas tratando de ver la pantalla detrás del trasero de su hermana.

– ¡George!

– ¡Jesús! ¡Te ves divina! ¡Si me gustaran las mujeres definitivamente me casaría contigo! ¿Contenta?

– ¡Extasiada! – Le dio un beso en la mejilla a su hermano, cogió su bolsa y salió dando un portazo. George suspiró.
Notas finales:

Espero que les haya gustado. Dejen sus comentarios. Bybyeeee <3


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