Si fuera sarcástico, les diría que pasé la mejor noche de mi vida, que descansé como un bebé . . . pero no. No pude dejar de pensar en el asunto con Norman y sus tratos faustianos; no he podido sacarme de la cabeza mi nueva . . .¿relación?, con Harry. Para colmo, no puedo evitar recordar al maniático que habla sólo, y al abogado de bonita sonrisa.
Hace un rato que me desperté, acabo de tomar un desayuno bastante ligero, no estoy de muy buen humor que digamos. Estoy rumbo a la escuela, en mi vieja bicicleta. No me canso de decirlo, la sensación del viento sobre mi rostro es lo más relajante que encuentro.
He pensado que estoy yendo demasiado lejos con éste asunto de, que vergüenza, el sexo. Y no me malentiendan, es genial pero, hace una semana estaba totalmente apenado por ver el pequeño escote de MJ.
Me siento como cuando obtuve mis poderes. No sé qué hacer, no sé ni lo que siento, ya no sé ni quién soy. No sé si perdí un amigo, o gané algo más. No sé si soy un maldito pervertido, o sólo es algo normal. Tal vez sea algo que nos pasa a los chicos, no lo sé.
No sé con quién hablar; hace unos días, se lo habría contado a Harry, pero no sé cómo vaya a tomar el hecho de que un sujeto que ni conozco me besó, y que me perdí en la sonrisa de un suicida. A MJ no se lo puedo decir, hará demasiadas preguntas, y no estoy listo para confesar que soy Spiderman. En fin, creo que estoy sólo en esto.
Se me olvidaba lo de Norman, ayer perdí el día por tratar de encontrar algo que relacionara a Norman con la hojalata que se cree Thor. Todo para que el tonto de Flash fuera quien me aclarara las cosas (también sigo shockeado con la idea de que el bruto de Thompson sea un “héroe”, y que sea portador de Venom, me da escalofríos de sólo pensarlo). Por último, necesito investigar sobre ese chico, Mefisto, ¿qué diablos sucede con todo el mundo?
. . .
Camino por los pasillos de la escuela, todo el mundo se me queda viendo raro, como burlándose, me recuerda a la secundaria. Tomo unas cuantas cosas de mi casillero y me dirijo a mi clase, hoy no estoy de humor para . . .
— ¡Peter! – volteo hacia mi izquierda y veo a mi alegre rubia amiga.
— Hola, Gwen. ¿Qué pasa? – trato de no sonar cortante, pero creo que no lo suficiente.
— ¿Te pasa algo? – me examina como si fuera uno de sus ratones de laboratorio, casi me causa ternura.
— No pude dormir bien, no es nada.
— Ya, ¿no será que Flash no te dejó dormir? – me detengo de golpe y me le quedo viendo, está bastante divertida, creo que sólo bromea.
— ¡¿Qué?! ¿De qué hablas? – mi frente está llena de sudor, ¿acaso sabrá que su novio es Venom? ¡¿Acaso sabrá que yo soy . . .?!
— No te hagas, Peter, ya nos enteramos de todo . . .
— ¿De todo? – mi . . .mi . . . mis rodillas no dejan de temblar, estoy muerto, ¡sabe mi identidad!
— Sí . . . - ¿por qué está tan contenta con todo esto? – se lo tenían bien escondido, tú y Flash, eh – pero que pervertida.
— ¿De qué hablas?
— Ay, Peter, de que Flash y tú faltaron el mismo día a la escuela – cierto, ¿tanto drama por eso? – No pude evitar reírme, todos los “creen” pareja – muy madura, Gwen.
— ¡¿Qué?! - ¿está loca? - ¿Estás en drogas o algo? ¿Quién eres y qué hiciste con mi amiga?
— Relájate, paranoico, ¿no tengo derecho a ser algo inmadura? Te recuerdo que tenemos la misma edad, amargado - ¿amargado? ¿yo?
— Es aterrador verte así, yo quiero a la Gwen estricta y aguafiestas – dibujo un corazón con mis dedos.
— ¡Cállate! – me da un “golpe” con su bolso – Mejor dime, ¿por qué faltaste dos días?
— Mi tía . . . estaba algo enferma, un dolor de cabeza – la tía May siempre resulta afectada en mis mentiras, ya hasta parece que se la vive en el hospital . . .
— Oh, espero y se encuentre mejor, eres una lindura por quedarte a cuidarla – me da un beso en la mejilla. Saben, si otras fueran las circunstancias . . .
— ¡Aléjate de mi chica, Parker! – ¡sentido ar . . .! Vamos, ¿de dónde salió el animal de . . .?
— ¡Flash! – Gwen lo sujeta de la chaqueta - ¡¿Qué sucede contigo?!
— . . . – si no fuera porque tengo demasiado sentido común . . . Me levanto del piso y limpio mi ropa.
— Nena, sabes que me pongo celoso cuando estás tan cariñosa con otros – él trata de besarla, pero la vieja Gwen lo recibe con un puño en el rostro - ¡Auch!
— ¡Ja! – lo siento, no puedo evitar reír con esto.
— ¡Cierra la boca, perdedor! – se le acaban los insultos, bueno, con esa inteligencia – Linda, necesito que me pases la tarea de ayer.
— Lo siento, Pete, nos vemos después – me besa ante la mirada de enojo de Flash, y caminan por el otro lado del pasillo.
Continúo caminando hacia mi clase. Cada vez me sorprende más que Flash sea uno de los chicos buenos, siempre creí que si tuviera poderes, terminaría siendo un criminal barato.
. . .
Terminaron mis primeras clases y es hora del almuerzo. Camino por los corredores, no he visto a Harry en todo el día. Ahora que lo pienso, tampoco he visto a Mj, ¿me estarán evitando? No lo creo, seguramente lo veré en la cafetería, como siempre.
El día ha estado bastante aburrido. Álgebra, ni siquiera han pasado del tema de la semana pasada, es frustrante que no sepan ni despejar. Y en arte, bueno, es arte . . . Esperen, acabo de llegar a la cafetería, y sí, ahí está él, distraído, como siempre.
— Qué hay – le doy una pequeña palmada y me siento frente a él.
— ¡Pete! – dios, esa sonrisa, ya no la puedo ver de la misma forma - ¿Dónde te habías metido?
— Ya te lo había dicho, mi tía estaba enferma – mi voz suena tan nerviosa, es que sus ojos . . .
— Mmm . . . – frunce sus labios y me mira retadoramente, alzando su ceja – Te creeré.
— . . . – sólo le sonrío, me intimida demasiado esa mirada.
— Te extrañe.
— Yo . . . también – rasco mi sien por la vergüenza, parece que me está desvistiendo con su mirada. También me siento extraño por mentirle, hace unas horas estaba siendo besado por un mercenario, y suspiraba por un abogado.
— ¿Te pongo nervioso, Petey? – casi escupo mi jugo.
— No, ¿por qué lo dices? – finjo una sonrisa mientras siento el jugo escurrir por mi nariz.
— Te ves adorable . . . – casi de inmediato, me toma una foto con su móvil – Ya sé cómo me alegraré cuando pelee con papá.
— ¡Borra eso, Harry Osborn! – trato de arrebatárselo.
— ¡Oblígame, Peter Parker! – si no fuera porque nos comienzan a ver extraño . . . – Ahora que me acuerdo, yú y yo tenemos un asunto pendiente.
— . . . – ésta vez me atraganto con mi emparedado - ¡Harry! – susurro en reprimenda.
— ¡¿Qué?! – me observa con extrañez, luego comienza reírse a carcajadas - ¡Eres un pervertido! Yo hablaba del trabajo que le debo a Connors.
— Ah . . . – debo estar más rojo que la cátsup de mi comida – Sí, perdón por no ayudarte ayer con eso.
— No te preocupes, ayer por fin leí los libros que me dijiste.
— ¡¿Apenas?!
— Lo siento, sabes que no soy rápido leyendo – siempre he detestado sus pucheros, pero ahora es peor.
— Está bien, tienes que redactarlo hoy mismo. Si no, estarás bien muerto.
— Lo sé, no quiero más problemas con mi padre.
. . .
El almuerzo pasó rápido, como siempre. Caminamos por el pasillo, planeando los últimos detalles de su ensayo. Me abraza por la nuca y me revuelve el cabello, casi me tira las gafas al suelo. Decidimos pasar al sanitario antes de entrar a nuestra siguiente clase.
— . . . y después comimos helado mientras me contaba toda la temporada . . . – escucho que cierran la puerta, volteo y Harry está recargado sobre ella, con una expresión bastante perturbadora - ¿Qué haces?
No me contesta. Camina hacia mí, con lentitud y sin quitar su mirada de mis ojos. Me sujeta por los hombros y me empuja hasta uno de los cubículos del baño. Cierra esa puerta y me aprisiona contra la pared.
— Te deseo, Pete – me susurra y besa mi cuello. Dios, ¡¿qué le pasa?! ¡Estamos dentro de la escuela! – No sabes cuánto te extrañé.
— Aquí no, Harry – trato de quitármelo de encima, pero mi carne es débil. Mete su mano por debajo de mi pantalón, por debajo mi bóxer.
Nos besamos con desesperación, mientras mi amigo crece entre sus manos. Siento como la tela de mi ropa se vuelve cada vez más incómoda, siento su enorme bulto, intimidante entre mis piernas.
— Espera – intenta bajar mi bragueta , ¿qué tal si alguien nos descubre?
— No te preocupes, no creo que tardemos mucho . . .
Saca su miembro, está tan húmedo por su excitación; me sorprendo al ver que el mío se encuentra igual que el suyo, tan deseosos el uno del otro.
Se pone de cuclillas, o dios, su boca es tan cálida. Se lo mete con tanto afán, no bromeaba cuando decía que me extrañaba. Me dejo llevar por el movimiento de su fuerte lengua, masajeando cada centímetro de mi pene.
— Se siente bien . . .
Bajo la mirada y hacemos contacto visual, parece tan orgulloso de su maestría con su boca. Sostiene a mi muchacho con su mano derecha, me sonríe y lo lame cual yogur helado, cada contacto me causa un perverso escalofrío.
— Te toca, amigo – dios, es un maldito pervertido.
Me hinco, con algo de temor y nerviosismo, no se me olvida lo grande de su herramienta. Se lo masajeo con más torpeza, a él no parece importarle, parece que lo disfruta bastante.
Relamo mis labios antes de lamer su terso glande, el brillo de su piel lo hace tan jodidamente apetecible (¡¿en qué me convierto?!). De a poco, lo introduzco en mi boca, salivando para lubricarlo.
— Peter, que boquita . . . - ¿enserio? ¿Ni en ésta situación deja de ser él?
No puedo evitar enseñarle mi dedo, casi me atraganto por sus tonterías. Retomo mi labor; mientras me frustro con el grosor de su monstruosidad, acaricio sus fuertes piernas, parecen dos postes bien clavados en el pavimento.
Su cadera me embiste, siento su vello rozando mi piel. Su líquido pre sabe tan bien, es como una droga que me excita más y más, como un viagra que me hace sudar de calor.
Me sujeta por las axilas y me levanta con prisa. Me acerca a su rostro y me besa con suavidad, yo también extrañaba sus resecos labios. Nos masturbamos el uno al otro, con bastante rapidez.
Nuestros besos intentan callar nuestros, cada vez más intensos, gemidos y gruñidos. Me abrazo a él con mi mano libre, encajo mi rostro en su cuello y siento como nuestras manos se llenan del cálido semen que escurre por nuestros penes. Mis piernas tiemblan por el calambre que provoca el genial orgasmo que acabo de sentir . . .
— ¿Escuchas? – nos quedamos viendo mientras oímos el abrir de la puerta exterior.
— ¿Hay alguien ahí? – es la voz de Flash. Harry está bastante entretenido con la intromisión; se asoma por una pequeña rendija de la puerta del cubículo y lo observa.
— Está parado frente a los lavamanos – no podemos dejar de reír, tal vez sea nerviosismo, tal vez sea descaro.
— Cállate – intento tapar su boca, pero me muerde y me saca un quejido, bastante parecido al que di hace unos segundos.
— ¡Ah, sí! – finge, con otra voz, gemir.
— Shhh – se asoma de nuevo, su rostro refleja cuan divertido se encuentra. Me asomo por otro lado y lo veo, totalmente sonrojado y mirando hacia todos lados. El pobre Flash sale corriendo del baño, no esperaba esa. Nos subimos los pantalones y salimos, casi nos orinamos de la risa.
— ¿Viste su rostro? Seguro tendrá pesadillas.
— Pudieron cacharnos, Harry.
— Pero no lo hicieron.
Nos lavamos las manos y, antes de salir del baño, me besa por última vez, antes de volver a la realidad.