─ Pero, Gwen, ¿por qué defiendes tanto al patético de Parker? – Flash se encuentra discutiendo con su hermosa novia, armando una rutinaria escena en los pasillos de la escuela.
─ Tú no entiendes nada, ¿verdad? – parece bastante fastidiada de tener que repetir sus argumentos – Peter es mi amigo, ¿qué no puedes comprenderlo?
─ Lo que no entiendo es que mi chica esté tan preocupada por una basura andante como él, teniéndome…
─ No, ¡no te atrevas a decirlo, Flash Thompson! Lo que me faltaba, tener que soportar tus infantiles desplantes de ego.
─ Es la verdad. – ambos parecen que están a punto de estallar.
─ Sabes qué, me voy a la biblioteca, aún tengo mucho que estudiar para mi prueba de pasantía.
Mientras varios chicos se burlaban por la cómica escena, la rubia tomó su bolso (que era cargado por Flash) y caminó de vuelta a la escuela. El testarudo deportista trató de detenerla, pero fue recibido con una fuerte cachetada, provocando la enérgica risa de sus compañeros.
Tomó su mochila y, empujando y amenazando a quien se pusiera en su camino, salió de la escuela. Refunfuñaba cosas sin sentido, mientras la gente miraba su enrojecida mejilla.
«Maldito Parker, siempre tiene que arruinarlo todo, patético debilucho. ¿Por qué las mujeres deben ser tan complicadas? Todo sería mucho más fácil si, me doy asco de sólo pensarlo, fueran como nosotros.»
Mientras pasea por un condominio cercano a la escuela, juega con su balón de football. Parece bastante molesto, pero a la vez pensativo. Hace una breve pausa en un minisúper para comprar una bebida, y continúa su camino.
«Debo dejar de pensar tonterías; pero, bueno, qué más puedo pensar, ni siquiera entiendo la mitad de lo que Gwen me habla. Seguramente está enamorada del gusano de Parker, sí, seguramente se siente mucho más cómoda hablando con él.»
Llega a un pequeño remolque, parece bastante descuidado. En su interior, se ve la silueta de un hombre, aventando cosas. El rostro de Flash refleja su frustración; da la media vuelta y continúa caminando.
«No quiero soportar al viejo, estoy cansado de sus reclamos y burlas. Desearía largarme, vivir sólo en un buen departamento, pero soy un idiota, no tengo un solo centavo. [Yo puedo ayudarte a conseguir lo que quieres.] No, amigo, el Hombre araña no haría eso, no es correcto. Lo único que puedo hacer es tratar de conseguir una beca para la universidad, ser el mejor del equipo de la escuela.»
─ Vamos, amigo, es hora de que demos una vuelta.
Pronto, el simbionte cubre todo su cuerpo, parece obedecer sus órdenes. Salta hacia un edificio, y lanza una telaraña hacia otro. Mientras recorre las afueras de la ciudad, grita como niño en montaña rusa, emocionándose por el vértigo de columpiarse.
Llega hasta un gran edificio, y posa casi de la misma forma que su ídolo, observando la ciudad. Aunque el sol lastime sus ojos, no cambia de lugar, le encanta poder imitar al héroe que lo ha inspirado a ser lo que es.
«Seguro que si el Hombre Araña se entera de que soy un jodido marica, me parte la cara. Aunque, no sé si en verdad lo soy, me encantan las chicas, y me encanta tener sexo con ellas; es sólo que, la idea de tocar a un héroe, se ha vuelto una… diablos, ni siquiera sé qué palabras usar.
Además, no me gustaría andar por la calle, moviendo el trasero como una prostituta. Sólo tengo curiosidad, sí, eso es, tengo curiosidad. Aunque, no sé lo que me sucede con el Hombre Araña, es distinto; con él, siento otra cosa, me gustaría ser su compañero (lo que sea que signifique eso en estos momentos).
¡Ya, Flash! ¡Concéntrate! Estamos aquí para vigilar, para que Araña esté orgulloso de nosotros. Creo que esto es lo mejor que me ha pasado, la cosa negra es mi boleto para ser digno de luchar junto a mi héroe…»
En otra parte de la ciudad…
─ Siéntete como en tu casa, Pete. – Harry abre la puerta de su habitación, lo acompaña el mencionado chico nerd.
─ Llevo años viniendo a tu casa, ¿por qué siempre me dices lo mismo? – parece incómodo.
─ Se llama cortesía, pequeño suburbano. – Peter lo observa cuasi indignado por su comentario, sin embargo, decide continuar con el motivo real de su visita.
Harry se recuesta (sugestivamente) sobre su cama, mientras que su invitado se sienta frente a su computadora, escudriñando las hojas revueltas que están a un lado.
─ Pete, ¿no quieres descansar un poco antes de estudiar? – sugiere de manera burlona, mientras da unas suaves palmaditas en su edredón.
─ … - alza su ceja y lo mira de manera penitente - ¿Quieres reprobar bioquímica?
─ Aguafiestas.
De mala gana, el joven millonario se sienta junto a su tutor. Comienzan a revisar las notas que había hecho sobre las estructuras celulares, todo parecía bastante confuso para el menor de los Osborn.
Luego de tediosas horas de estudio, Harry no pudo resistir más la cercanía con el inteligente castaño que tenía a agobiantes centímetros. Posó su mano sobre su rodilla y, mientras aparentaba poner (sobre exagerada) atención, comenzó a acariciar sus definidos muslos.
El pobre Peter sintió de inmediato la intención del roce, todo acompañado de ese molesto (para él) escalofrío que recorría su espalda. Trató de continuar con la explicación del tema, sin embargo, la persistente (y atrevida) mano de su compañero no se daría por vencida.
Harry, al notar la dulce cara de agobio de su amante, no pudo evitar sonreír con algo de orgullo y ternura. Subió más y más, acariciando la rasposa mezclilla que cubría las piernas del encantador nerd. No tardó mucho en encontrar la firme herramienta, que era aprisionada por su pantalón.
─ ¡Harry! – replicó Peter, entre escandalizado y agitado.
─ ¡¿Qué?! – frustrado por no poder satisfacer su necesidad de él.
─ ¡¿No puedes pensar en otra cosa?!
─ No sé de qué hablas…
─ Olvídalo. Por favor, enfócate en el ensayo. – vuelve a hojear las notas, buscando el párrafo en el cual se quedó.
─ Lo que digas.
Pasados minutos de tensión, terminan de organizar la información. Peter lo deja a Harry frente al ordenador, y le pide que redacte el ensayo. Nuestro héroe se recuesta en la cama, boca arriba, como tratando de descifrar los bellos detalles del techo.
─ Son relieves turcos. – comenta el anfitrión.
─ ¿Qué? – alza un poco su cabeza (como haciendo una media abdominal), no tiene idea de lo que habla su impetuoso amigo.
─ El techo, son relieves turcos. – señala con el dedo.
─ Ah… - más confuso, regresa a su posición inicial.
─ Estás muy raro, ¿pasa algo?
─ No es nada, sólo estoy distraído.
Aunque no está satisfecho con la respuesta, Harry decide no darle más vueltas al asunto, no quiere que su querido suburbano se vuelva a molestar con él.
«Mef… Mefi… Mefisto… Demonios (literalmente), no tengo idea de qué hacer, o qué pasará. Mi sentido arácnido está muy extraño, como si algo bastante peligroso estuviera por pasar.
¿Será un demonio de verdad? No sería la primer cosa extraña que me sucede, pero esto ya es preocupante. ¿Cómo se supone que lo enfrentaré, si no sé absolutamente nada de él? (Salvo algunos artículos mitológicos que leí, pero vamos, eso no sirve de nada.)»
Luego de minutos de preocupación, Peter fue sorprendido por un abrupto movimiento. Harry se había lanzado sobre él, cual luchador. Sin perder tiempo, sujetó su barbilla y le dio un fuerte y ansioso beso.
─ ¡Harry!
─ ¡Peter! – respondió burlón, recostándose a su lado, con toda la despreocupación que lo caracteriza.
─ Te dije que escribieras el ensayo.
─ Ya lo hice, no tienes ningún pretexto, joven maestro.
Incrédulo, se levantó hacia el escritorio. No pudo esconder su sorpresa al ver que todo el ensayo estaba terminado, y de manera bastante satisfactoria.
─ Wow, Harry, está perfecto. – leía cada párrafo, chechaba cada imagen, cada fuente, todo estaba en orden.
─ Es porque tú me ayudaste, Pete.
─ Yo sólo te dije qué estudiar, tú hiciste todo. – se notaba orgulloso.
─ Lo que digas, modesto. – se levanta de la cama y se posa detrás del desprevenido cuerpo de su invitado – Ahora, ¿qué te parece si me ayudas con otro asuntito?
Peter sintió la cadera de su es complicado, meciéndose con lentitud sobre su trasero. Volteó para encararlo, y fue recibido con un meloso beso.
─ Me haces tan feliz, Pete. – pronunció con esa sinceridad que otorga la debilidad de aliento.
─ Yo… - en ese momento, recordó los acontecimientos de la noche anterior, y la confusión que trajeron. No se sentía cómodo con el sincero cariño de Harry, se sentía un sucio traidor.
─ ¿Qué te parece si te invito algo de cenar, y luego…? – susurró varios planes a su oído, todos bastante apetecibles.
─ No creo poder, Harry, tengo muchos asuntos pendientes en casa. – otra mentira, otro peso que sentía sobre sus hombros.
─ Oh, entiendo. – ese rostro, esa decepción, mataban al pobre Peter – Bueno, ¿quieres que Roland te lleve a casa?
─ No te preocupes, quiero caminar un poco.
Pasada una insípida despedida, Peter salió de la mansión Osborn. Mientras, su confundido amante se preocupaba por su comportamiento. Se preguntó si, quizás, todo esto había sido un error, si el pasar la línea de la amistad haya roto el lazo tan fuerte que los unía. Sin embargo, no quería separarse de él, era lo único que lo ayudaba a soportar la solitaria vida que llevaba. Todo eso lo atormentó hasta llegar la noche.
Horas después, en el centro de la ciudad…
«Parece una noche bastante tranquila, más bien aburrida. Todo éste asunto del chico Mefisto, el mercenario violador, Flash-Venom y, como olvidarlo, el lindo abogado suicida, me van a volver loco. Ahora, como cereza del pastel, me siento sucio cuando estoy junto a Harry; no puedo mirarlo a los ojos, sin recriminarme el haber sentido lo que sentí con aquel (forzado y malintencionado) beso sobre la azotea, o al conversar con el sujeto que salvé. Dios, creo que necesito comer.»
No tarda mucho en bajar hacia su fiel proveedor de perros calientes; como siempre, pide una salchicha con mostaza y pepinillos. Bastante hambriento, sube hasta otro edificio a comer su aperitivo.
Da la primer mordida a su salchicha, parece que los visores de su máscara brillaran por la satisfacción que siente. Aunque, el sentimiento es reemplazado rápidamente por la desesperación de ahogarse con su bocado.
─ Parece que las grandes mentes piensan igual, ¿verdad?
─ Agh… - tose para aclarar su garganta, voltea hacia su derecha y encuentra al mismísimo Flash Thompson, sentado junto a él y comiendo lo mismo. - ¡¿Venom?!
─ Qué hay, Araña. Linda noche, ¿no? – no es posible decir quién está más nervioso, si Peter por estar cerca del peligroso simbionte, o Flash por compartir su cena con su ídolo.
─ ¿Qué haces aquí? – su acompañante le enseña su comida – Ya…
Ambos continúan comiendo; mientras Peter evita el contacto visual, Flash trata de parecer lo más despreocupado posible, sin darse cuenta que lo observa con inquietante detenimiento.
Peter termina su salchicha y guarda la basura en un bolsillo de su traje; se recarga en el muro que está a sus espaldas y soba su vientre, con satisfacción.
─ Y, ¿planeas hacer algo heroico? – Flash rompe el silencio, aunque desearía no haber dicho algo tan idiota.
─ Pues… sí, supongo que sí, a menos que me quieras invitar al cine. – ambos ríen por lo último (aunque a Flash no le parece mala idea).
─ ¿Te gustaría?
─ ¿Eh?
─ ¡Digo…! ¿Te gustaría ser…? – tartamudea mientras trata de encontrar una manera de completar su pregunta.
─ ¿Un Vengador? – intenta adivinar.
─ ¡Sí, eso! ¿Te gustaría ser un Vengador? – salvado por la campana.
─ Claro, ¿a quién no? Pero, no creo que me dejen entrar al club, soy demasiado cool para ellos.
─ Sí. – nuestro arácnido amigo lo observa de manera suspicaz, pero termina por no darle mayor importancia.
─ Y, ¿cómo se porta nuestro amigo el simbionte?
─ ¿Quién?
─ La masa negra que tienes encima… - responde molesto.
─ Ah, pues, supongo que bien. – en realidad, no sabe qué debería contestar.
─ ¿De verdad? ¿Nada de antojo de cerebros humanos, atacar héroes o masacrar inocentes? – trata de sonar o más casual posible.
─ ¡¿Qué?! ¡No! – parece indignado – Dios, ¡soy tu mayor admirador! ¿Acaso crees que haría esas cosas?
─ Relájate, lo digo porque tu amigo tiene fama de homicida.
─ Me lo han dicho, pero yo no he tenido ningún problema con él. De hecho, me siento mejor persona desde que lo tengo.
─ ¿A sí? – “pues deberías demostrarlo en la escuela…” – Pues, supongo que es bueno tenerlo de lado de los buenos, ¿no?
─ Claro, siempre puedes contar conmigo, ¡hasta podríamos ser pareja!
─ ¡¿Qué?! – eso ha sonado bastante extraño para Peter (Run, bitch! Run!).
─ Ya sabes, como el Capitán América y Bucky Barnes. Podríamos ser la mejor pareja de héroes, todos los villanos temblarían al escuchar la llegada de “Los Asombrosos Spiderman y Venom ”. – mientras Flash visualiza su fantasía geek, Peter no sabe si reír o llorar.
De nuevo el silencio, Flash cree que acaba de meter la pata, pero lo que en verdad silencia a nuestro hablador héroe, es la constante molestia que le causa su sentido arácnido. No tarda en dar un audible suspiro de preocupación.
─ ¿Qué sucede? – su acompañante nota su humor. - ¿Tienes problemas?
─ No, pero los tendré. – antes de que volviera a preguntarle… - Ya sabes, lo que nos contó Doc. Oc.
─ Sí, lo del demonio ese y esas cosas, ¿no?
─ Sí, mi sentido arácnido me está volviendo loco; sea lo que sea que vaya a pasar, será grande.
─ No te estreses, Araña, todo saldrá bien. Recuerda, somos “Los Asombrosos Spider…”
─ ¡Ya te entendí! – interrumpe con el ánimo más relajado – Gracias por… lo que sea que haya sido esto.
─ No hay problema, hermano, cuando quieras.
Su charla continúa por unos minutos más, cosas de arañas. A Peter le sorprende lo agradable que puede llegar a ser el bruto de Flash, cuando no está molestándolo en la escuela. Sin embargo, unos disparos interrumpen el descubrimiento empático.
─ ¡¿Escuchaste?! – Venom se alista para la acción.
─ Sí, parece que se cumplirá tu deseo, Asombroso Venom.
─ ¡Genial!
Los nuevos compañeros se lanzan desde el edificio y siguen a un grupo de patrullas, en una persecución a alta velocidad. Un auto rojo trata de evadir la ley, los héroes logran escuchar el motivo de la movilización, un violento asalto en la joyería de la 96.
─ ¡Desarma a los clientes de Tiffany, yo detendré el auto!
─ Claro, hermano.
Sin pensarlo dos veces, Flash se adelanta a cumplir la orden de su arácnido ídolo. Se aferra al techo corredizo del lujoso Chrysler con tentáculos provenientes del simbionte, destrozando gran parte de éste.
─ ¡Qué demonios! – ambos ladrones comienzan a disparar hacia el techo, tratando de eliminar al Agente Venom. Sin embargo, Flash logra introducir todo su brazo derecho en el auto y, con ayuda de sus poderes, roba sus armas y las absorbe como suyas.
─ ¡Bien hecho, Fl… Venom! – nuestro arácnido amigo ha estado a punto de meter la pata.
Con sus lanzadores, Spidey alcanza los costados del auto y, con una ágil maniobra, se sujeta de dos postes de luz, formando una improvisada telaraña que detiene a los criminales. Aunque, antes de terminar toda su hazaña, Venom aprovecha para dejarles un recordatorio, a manera de lección.
─ ¡¿Qué haces?! – Peter lo sujeta por la espalda, evitando que siga golpeándolos.
─ Es la única forma en la que estas basuras aprenden. – pareciera otro, está fuera de sí.
─ Calma, hermano, está bajo control. – poco a poco, su ira disminuye (y se da cuenta de que el mismísimo Hombre Araña trata de calmarlo).
─ Lo lamento, es sólo que me enfurecen los sujetos como estos. – suelta los lastimados cuerpos de los criminales.
No pasa mucho tiempo para que ambos héroes salgan de la escena, dejando el asunto en manos de los policías. Se balancean por unas calles, mientras comparten un extraño sentimiento de compañerismo. Paran en un (acostumbrado) techo, y chocan las palmas.
─ Nada mal, viejo. Serías un buen compañero.
─ ¡¿De verdad?! – el corazón de Flash no aguantará más la emoción.
─ Sí… - parece que debió medir sus palabras – Pero, deberíamos hablar después de eso, ¿sí?
─ Lo que diga, señor Araña – saluda con el clásico estilo militar.
«Es como un sueño, ¡podré ser el compañero de el Hombre Araña! Debo aprovechar la oportunidad, seguro que entenderá lo que pienso (o lo que siento) por él…»
─ Araña…
─ ¿Sí?
─ Tengo algo que decirte, sé que sonará raro, pero… - se escuchan los desgarradores gritos de un hombre, cerca de su ubicación.
─ Tendrá que esperar, tenemos otro problema.
Así, a medio discurso sentimental, Flash tiene que seguir Spidey a una desconcertante aventura; la cual, será más abrumadora que enamorarte de un abogado ciego suicida con hermosa sonrisa…