— Harry – ¡no puede ser! ¡es enorme!
— ¿Pasa algo? – parece no comprender mi reacción.
— Es . . . – me quedo un tanto embelesado. Nunca antes había visto otro, además del mío pero, incluso así . . .
— ¿No te gusta? – se me queda viendo con sus hermosos ojos tristes.
— No, sí me gusta . . . – oh por dios, nunca creí decir estas palabras, bajo estas circunstancias, ¡con mi mejor amigo!
— ¿Entonces?
— Es que . . . ¿desde cuándo . . .? – no puedo con la vergüenza.
— ¿Qué?
— Olvídalo . . .
— No, ahora me lo dices.
— No me obligues – suficiente es con estar con él.
— Peter . . .
— ¡Está bien! ¡Es enorme! ¡¿Contento?! – muy bien, ahí va mi último gramo de pudor . . .
— . . . – tarda un poco en reaccionar, me sonríe con mucha ternura – No tengas miedo, Pete. No te lastimaré – me besa suavemente en la frente . . .¡un momento!
— ¡¿Cómo que “lastimarme!?!
— Claro, seré cuidadoso – besa mi cuello sin darle importancia a mi confusión.
— Espera, ¿te refieres a que yo . . . y tú . . .?
— Creí que era más que obvio.
— Pero, ¿por qué yo? – no es que mi amigo no sea mi tipo pero, ¡¿cómo espera que su chico entre por ahí?!
— Relájate, ya te dije que te cuidaré . . . – regresa a sus besos, ¿cómo es que besa tan bien? – te protegeré . . . te amaré . . .
Al final no puedo con sus encantos, besa mis labios con pasión mientras acaricia mi cabello. No puedo evitar ruborizarme al sentir su . . .qué diablos . . . al sentir su pene entre mis piernas. Sin querer, pronuncio su nombre entre suspiros, ¿cómo es que llegamos aquí? Hace apenas unas horas, sólo éramos los mejores amigos. Ahora, ruego a dios que no aparte su cálido y musculoso cuerpo del mío, que no pare ce acariciarme con sus firmes manos. Desde la muerte de mi tío, no me sentía tan protegido . . .
— Te amo, Pete.
— Harry . . . – no sé si corresponder sus sinceras palabras.
— Shh – posa uno de sus dedos sobre mis labios – Quiero que lo digas porque lo sientes, me ganaré tu corazón . . .
— Hace mucho que lo ganaste – respondo sin poder mirarlo a los ojos, es verdad, creo que Harry es la persona a la que más quiero (después de mi tía).
Parece que mi respuesta lo alegró demasiado, comienza a bajar por mi cuello. Me besa con desesperación, no tarda en llegar a mis inexplorados pezones . . .oh dios, se siente tan bien su lengua, humedeciendo cada centímetro, nunca creí sentir tanto con una simple caricia.
No puedo evitar tocarme mientras continua su sensual labor, me siento en las nubes, su aroma adereza la atmósfera de la ahora caliente habitación. Siempre creí que adoraba su colonia, me dejaba abrazar por él, con el pretexto de olerla pero, ahora sé que era su propia esencia la que me hacía sentir relajado.
¿A dónde va?, no para de besarme mientras baja por mi abdomen, saborea cada uno de mis músculos, masajea mi pecho con sus inquietas manos.
— ¿Qué haces? – me siento nervioso, casi llega a mi entrepierna.
— Te quiero hacer feliz – me sonría, tratando de ocultar su propio nerviosismo. No puedo creer que también sea su primera vez, siendo él . . .
Trato de relajarme, no tarda mucho en llegar a mi zona más íntima. Besa mi ingle con timidez, acaricio su hermoso cabello marrón para calmarlo, parece que funciona. Poco a poco se acerca a mi endurecido miembro, se arma de valor y lo toma entre sus dedos, casi salto de placer al sentir una mano que no es la mía sobre él.
No me da tiempo de recuperarme, acerca sus temblorosos labios a mi muchacho, lo comienza besar, pequeños besos sobre toda su superficie, son suficientes para hacerme temblar de placer. Somos tan inexpertos, él tratando de meterlo a su indecisa boca, y yo, trato de no morir de placer con sus torpes movimientos. Mis pensamientos son interrumpidos por el primer oral que siento en mi vida, lo saborea con delicadeza, siento su tibia y húmeda lengua pasando por cada centímetro de mi extasiado pene.
— Harry – pronuncio con dificultad mientras me aferro a sus suaves sábanas de seda.
Mis caderas comienzan a moverse, no puedo controlar ningún músculo de mi cuerpo. Me siento poseído por mi amigo, sus caricias en mi abdomen, sus deliciosas lamidas en mi miembro, sus involuntarias arcadas, mis gemidos, nuestro sudor, no puedo soportarlo más, un escalofrío recorre mi espalda hasta llegar a mi entrepeirna . . .
— ¡Ah! – suelto toda mi excitación en un potente chorro de semen, no puedo creer la intensidad de mi orgasmo, no se compara con nada.
No puede ser . . . me vine en la boda mi amigo, ¡seguro me odiará! ¿O no? Lo observo con detenimiento mientras mi pecho sube y baja por mi agitada respiración, su rostro está muy sonrojado, de sus labios escurre aún un poco de mi éxtasis. Me ve a los ojos y sonríe con confusión, se acerca amenazadoramente hacia mí y me obliga a besarlo.
— Espera – trato de alejarlo.
— Me lo debes – sonríe seductor.
No logro evitar su húmedo beso, pasa su aún pegajosa lengua por toda mi boca, no lo creo, me prende aún más sentir mi propio esperma entre nuestras inquietas lenguas. No tardo mucho en recuperar mi erección, sin embargo, creo que es mi turno para agradecerle el favor a mi amigo . . .
— Acuéstate – ordeno seductor, Harry no tarde en obedecer. Muy bien, ¿ahora qué hago? Debería besarlo, acariciarlo . . .¿qué hago?
— Bésame – pronuncia sonrojado mientras pasa sus manos sobre mi espalda.
Beso sus suaves y tersos labios, creo que voy entiendo. Deseo sentir su musculoso pecho, es casi una fijación. No tardo en acariciar su excitante torso, es tan firme, quiero besarlo y lamerlo para la eternidad.
— Así, Pete – se relaja mientras sucumbo ante mis deseos, no puedo dejar de atender sus erectos pezones.
Como sí de un imán se tratara, mis besos comienzan a ser atraídos hasta su enorme muchacho, claro que disfruto todo el recorrido. Masaje su sexy abdomen, amo como los huesos de sus caderas sobresalen desde sus músculos, me conducen hasta su definida ingle. Harry no para gemir, lo hace de una manera tan disimulada y masculina, siempre creí que hacerlo con un hombre sería distinto (y no es que lo haya imaginado).
Su piel comienza a ser interrumpida por una suave capa de vello, estoy tan cerca de su hombría. Puedo sentirla, firme e inmutable detrás de mi mejilla. Un instinto me invita a sujetarla con firmeza, algo que mi amigo agradece con un sonoro gruñido de placer.
Con un poco de pena, comienzo a besarlo desde su gruesa base, siento como palpita a cada roce de mis labios. Su olor es como una trampa, me obliga a continuar mis besos hasta llegar a su húmeda punta, se nota toda la excitación de Harry, todo su líquido preseminal lo delata.
Esa transparente de gota, me pare lo más subliminal que hay visto, me siento atraído hacia ella, no puedo evitar sacar mi curiosa lengua, probar su enorme miembro. Oh dios, el sabor no tiene comparación, creí que sería muy desagradable pero, al contrario, es un sabor exquisito, tentador.
— Eres el mejor, Pet. No pares – me suplica mientras apoya su cabeza sobre sus brazos.
Verlo así de excitado es tan sexy, trato de meter su herramienta dentro de mi boca pero, apenas pude introducir algunos centímetros. Fue suficiente para iniciar mi sube y baja, con cuidado paso mi lengua por sus marcadas venas, evitando lastimarlo con mis aprisionados dientes.
Harry comienza a retorcerse sobre la cama, parece que hago bien mi trabajo. Sus caderas comienzan a moverse, haciendo mucho más fácil la entrada de su pene a mi boca. La intensidad aumenta, trato de no ahogarme con su pene pero, mi amigo está muy entusiasmado, sus embestidas se hacen cada vez más fuertes, no duda en gemir y gruñir por toda la excitación que siente. Su pene está palpitando, pareciera tener vida propia, se engrosa cada vez más y más, hasta que me ataca con una última estocada, liberando un caliente líquido de su interior. Todo acompañado con el frenesí de gemidos de mi ahora amante.
— ¡Ah, Pete! – alcanza a pronunciar mientras se desploma sobre las sábanas.
Aún con mi boca llena, subo hasta su rostro y acerco mis cansados labios a los suyos. No opone ninguna resistencia, me abraza con firmeza y compartimos un morboso beso entre amigos. Nuestros lentos besos continúan, acaricia mi trasero con recelo, pareciera que fuera suyo . . .¿o lo será?
— Quiero sentirte – me suplica con su masculina voz, sus susurros a mi oído hacen flaquear mi voluntad.
— Tengo miedo – es verdad, no sé que esperar de todo esto.
— Yo siempre te he protegido, Pete. No dejaré que te pasa nada malo – acaricia mi cabello con una actitud protectora, detesto que me manipule con tal facilidad.
— ¿Lo prometes?
— Te lo juro por mi vida.
¿Qué puedo decir?, me ha ganado . . . me dejo someter por sus fuertes brazos, recorre todo mi cuerpo con su calidez. Sus caricias me vuelven loco, me hacen querer más contacto, comienzo a mover mi miembro sobre el suyo. ¿Cómo se recuperó tan rápido?
Aún abrazados, me recuesta sobre el suave colchón y se postra sobre mi abdomen. Ahora él tiene el control, comienza a erguirse entre mis cooperantes piernas, es una visión tan excitante, sus masculinos músculos, sudando por nuestro encuentro. De pronto siento uno de sus dedos, aventurándose dentro de mi trasero, es lo más incómodo que he sentido en mi vida.
— Auch – replicó con un poco de malestar.
— Relájate, así no dolerá – más que sus palabras, lo que me tranquiliza es su reconfortante voz.
Poco a poco se relajan mis músculos, incluso se siente bastante bien, extraño, pero bien. Ni siquiera me inmuto cuando mete otro de sus dedos, pareciera que está jugando conmigo. Un cosquilleo invade esa zona al meter su tercer dedo, es . . . placentero cuando te acostumbras, es como comer una sola papita . . . te quedas con ganas de un poco más . . .y más . . . y . . .
— ¿Estás listo? – me pregunta con autoridad.
— Eso creo – esperemos . . .
Me amigo se masturba un poco, alcanzo a ver su intimidante miembro acercándose a mi aún no estrenada entrada. Me quedo expectante, con temor mientras él posa su punta entre mi trasero. Aquí viene . . . está caliente y es enorme . . . duele demasiado . . .
— Harry – me quejo mientras intento no derramar una lágrima (no es cool).
— Tú puedes, Pete - ¿quién se cree? ¿el coach? Siento como sí me taladraran por dentro, no puedo creer que esté entrando el miembro de mi amigo . . .
— ¡¿Ya entraste?!
— Aguanta, apenas entró la punta – trata de reconfortarme con caricias en mis piernas . . . Esperen, ¡¿qué?!
— ¡¿La punta?! - ¡¿todo éste dolor, sólo por la punta?!
— Estás muy tenso, amigo. Relájate, estoy contigo – está bien, sólo por sus tiernos besos a mis piernas.
Trato de obedecer, relajo todo mi cuerpo, estoy muy concentrado, respiro con calma y . . . ¡Demonios!
— ¡Entró! – grita de lo más feliz.
— ¡Ah! ¡Ya lo noté! – es enorme, es como sí llegara hasta mi estómago.
Permanecemos en esa agonizante (para mí) posición, sigo respirando con lentitud, trato de no ver el impaciente rostro de Harry. Pasan pocos minutos y desaparece casi todo el dolor, creo no se siente tan mal, después de todo.
— ¿Estás mejor? – me pregunta con ternura y desesperación
— Sí.
Habiendo pasado lo peor, comienza moverse dentro de mí. Suave y son delicadeza, mis cuerpo aprisiona a su palpitante miembro. Siento una excitante presión dentro de mí, es como sí me masturbaran desde adentro. Con cada vaivén de Harry, me siento más y más caliente, es tan extraño, es potente y delicada, me somete y me protege a la vez.
— ¿Te gusta? – su rostro muestra un orgullo masculino y satisfacción.
— Sí – respondo apenado entre mis sutiles gemidos.
La juventud y la pasión nos ganan, poco dura la gentileza de mi amigo. Sus caderas me embisten cada vez con más fuerza, creí que dolería más pero, no puedo controlar mis sensaciones. Quiero ahogar mis gemidos de placer pero, lo único que consigo es gritar del placer.
Para rematar, Harry toma mi erecto pene entre su mano. Con un armonioso ritmo, me embiste y masturba a la vez. El placer llega desde adentro y desde fuera, nuestra respiración se agita y nuestros músculos se tensan con cada estocada.
Mi amigo se agacha para besarme, me aferró a su fuerte y húmeda espalda. Nuestros abruptos besos enmudecen nuestros gruñidos y gemidos. Siento toda su pasión y su amor hacia mí, creo . . . creo que . . .
— Te amo – saco las palabras desde mi interior, Harry no se lo cree, su rostro se llena de alegría.
— ¡Yo te amo más, Pete! – me besa con más fuerza.
Aún abrazados, su ímpeto aumenta por mis palabras. Abrazo su firme trasero con mis piernas, lo obligo a adentrarse más profundamente. Su pene encuentra mi inexplorada próstata, la presiona con firmeza. Cada roce me hace gritar de satisfacción, Harry gruñe cual bestia.
Sus caderas me embisten con furia, me entrego por completo, ahora soy totalmente suyo. Su palpitante pene entra y sale con rapidez, nuestros gemidos nos impiden respirar. Más y más rápido, me hace el amor con toda la energía de nuestra edad. Oh por dios, creo que no puedo soportarlo más, y él tampoco. Trato de introducirlo más, juego con mis caderas para sentir las últimas y potentes estocadas de mi mejor amigo, no podemos controlarnos.
— Pete – gruñe mientras arquea su musculosa espalda - ¡Ah! – su miembro crece aún más dentro de mí, mi amigo se pasma con un fuerte movimiento dentro de mí, sus brazos tiemblan mientras siento humedecido mi interior, su cálido semen se abre paso por todo mi cuerpo.
— ¡Harry! – sin necesidad de tocarme, expulso un potente chorro de esperma que cae sobre nuestros ya húmedos torsos.
Terminó, mi amigo se desploma sin energía sobre mi agitado pecho. Nuestros corazones laten a mil por hora, nunca imaginé así mi primera vez. Es mucho mejor de lo que pensé . . .