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Verde y Naranja. por Alexia Ashford

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Notas del fanfic:

Este fanfic forma parte de una serie que estoy empezando, "Riko Aida y sus intentos con Momoi".

 

Riko prepara una cena para Momoi llena de diversos afrodisiacos, lista y preparada para su noche llena de acción... Hasta que los chicos de la GoM llegan a su casa y se terminan todo lo que había servido.

Las cosas entre las diversas parejas quizá se salgan un poco de control.

De acuerdo a las lecturas y comentarios de ésta, iré publicando las continuaciones de cada pareja.

 

Dedicado a; ti, que estás leyendo. :D

Notas del capitulo:

SEGUNDO INCIDENTE; MIDORIMA SHINTAROU X TAKAO KAZUNARI.

CASO 2:

VERDE Y NARANJA.

 

— ¿Está seguro de que se encuentra bien, Midorima-san?—cuestionó su secretaria.

 

El peliverde asintió, mientras le indicaba con la mano que abandonase el consultorio.

 

La chica salió entonces, dejando solos al doctor y a su acompañante.

 

—En serio tienes mala pinta, Shin-chan—comentó Takao, con un tono burlón— No sabía que ver a tus ex compañeros te causara indigestión—agregó.

 

—Cállate, Bakao.

 

El pelinegro sonrió para sí, se levantó de su asiento y se acercó al peliverde hasta acomodarse sobre sus piernas. Midorima bufó al notarlo sentarse sobre él, pero no hizo ningún movimiento para alejarlo.

 

—Ha pasado bastante tiempo desde que me llamabas así… —observó.

 

Rodeó su cuello con ambos brazos, y se acercó para besarlo.

 

Midorima se quedó tieso, lucía bastante incómodo. Cosa que no pasó desapercibida para el halcón.

 

Se alejó del rostro de su amante y le miró un poco preocupado.

 

—Estás caliente.

 

El médico dio un respingo.

 

— ¡Claro que no!—respondió de inmediato, mientras cubría su rostro con una mano.

 

Soltó una carcajada, recordando los tiempos pasados…

 

“Cuanto más cambias las cosas, más se mantienen igual” pensó divertido el pelinegro.

 

Planeaba burlarse de su novio cuando, mientras se acomodaba en su regazo, notó algo duro.

 

Miró a Shin-chan incrédulo.

 

¿Él realmente tenía eso…? ¿Justo ahora?

 

El rostro rojo, la mano tratando de cubrir su avergonzada expresión.

 

Deseo que alguien le avisara que no era un sueño.

 

Se movió un poco, tanteando el terreno. Cuando escuchó el gemido ronco se detuvo en seco.

 

Volvió a mirar a Midorima, ahora con el rostro pálido.

 

Joder, joder, joder. ¿Era en serio?

 

El rubor se adueñó de sus mejillas.

 

Ahora era difícil saber cuál de los dos estaba más sonrojado.

 

Se puso de pie, y se alejó dos pasos. Igualmente cubrió su rostro.

 

— ¿Kazunari?—llamó algo asustado Midorima, sin pararse.

 

El rubor en su rostro se negaba a irse, igual que la carpa que ahora adornaba sus pantalones.

 

¿Qué había hecho para merecer aquello?

 

La carcajada larga y limpia de Takao lo sacó de sus pensamientos. Se avergonzó aún más de ser posible. Lo fulminó con la mirada mientras trataba de cubrir su erección.

 

— ¡No te rías!—riñó, ofendido.

 

El pelinegro le ignoró.

 

Midorima se encogió en su asiento, con el ceño fruncido y la vista siendo cubierta por el reflejo de sus lentes. Dirigió su mirada hacia su pareja, tragó grueso. Observarlo ahí, de espaldas a él, apoyándose en la pared con una mano mientras con la otra se cubría el ya dolorido estómago… Dejando a la vista su perfecto trasero.

 

No, no, no.

 

¡Eso no estaba ayudando!

 

Notó que el otro se quedaba callado de pronto, se preparó mentalmente para las bromas del pelinegro. Oh, Oha Asa…. El muy maldito no iba a olvidarlo nunca.

 

Se mantuvo lo más confiado posible al verlo voltear, pero su mirada le descolocó.

 

Las mejillas rojas, los ojos llorosos de tanto reír. La inquietante ausencia de sonrisa socarrona.

 

Lo vio moverse hasta la puerta, escuchó el apenas perceptible sonido de la puerta asegurándose. No perdió de vista los movimientos del otro. Takao comenzaba a quitarse la camisa mientras regresaba a él.

 

—Kazunari… —murmuró.

 

Su voz ronca, llena de deseo, pareció provocar una reacción positiva en el nombrado, quien tembló.

 

—Doctor… No me he sentido muy bien… —comentó, y ahora se notaba una pequeña sonrisa en el rostro del menor, terminó de quitarse la camisa para luego dejarla descuidadamente sobre la silla frente al escritorio.

 

— ¿Es así…?—respondió ansioso el peli-verde.

 

Takao asintió, hasta llegar frente a Shin-chan.

 

Midorima lo observó arrodillarse entre sus piernas con un nudo en la garganta.

 

—Usted tampoco se ve muy bien… —observó, con un brillo casi felino en sus ojos.

 

—Uhm…

 

—Necesita algo de atención y cuidados… —continuó, comenzando a quitar el cinturón del otro, no tardo demasiado en ir por el botón del pantalón, llegó hasta el cierre.

 

El sonido de la cremallera bajando no pudo más que incrementar la excitación de ambos.

 

Midorima no resistió más, tomó a Kazunari por el brazo y lo puso de pie. Despejó el escritorio con un brazo,  y le acomodó sobre éste mientras le quitaba los pantalones lo más rápido que podía.

 

El pelinegro, que no esperaba este movimiento, apenas tuvo tiempo de reaccionar.

 

—Shin-chan—se quejó, cuando sintió la fría superficie.

 

Shintaro notó su incomodidad, le besó fugazmente y luego apoyó su frente en la del contrario.

 

—Lo siento… —murmuró.


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