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Capoeira por Karelin_Olfassodottir

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El piso de entrenamiento era amplio, mucho muy amplio. Parecía un sitio vacío, pero lo cierto es que sus paredes guardaban equipo de todo tipo, y tanto el techo como el piso ocultaban obstáculos según el tipo de simulador que se activaba. Contaba también con un especial recubrimiento de lo que parecía acrílico por todos lados, mas no lo era. El material era transparente y liso al tacto, pero no era resbaladizo y, de hecho, se adaptaba para simular el terreno que fuera, además de que a partir de este se formaban los hologramas que vestían al piso como todo un campo de batalla. Tecnología Stark de punta, solo lo mejor para los Vengadores. Y sí, estaba diseñado para todos y cada uno de ellos según sus necesidades, con resistencia envidiable incluso por el ejército de los Estados Unidos, ya fuera que Thor quisiera excederse con su martillo o que por azares del destino al Hulk se le ocurriera jugar un poco.

Cosa que probablemente nunca ocurriría porque, como era de esperarse, Bruce no frecuentaba si quiera el piso de entrenamiento. Si había estado ahí un par de veces era mucho, y eso por asuntos técnicos mientras estaba en construcción. Como mano derecha de Stark en asuntos tecnológicos debía estar al pendiente de esas cosas.

A pesar de eso, Tony lo mantenía equipado incluso para él porque tenía esperanza de que tarde o temprano se sintiera más en confianza, si no para intentar conciliarse con el señor Verde, sí para practicar un poco de ejercicio. Tenía entendido que había aprendido un arte marcial en Brasil. Y en efecto así era. Hacía bastante que Banner no lo practicaba, porque lo usaba mayormente para bajar su estrés y hacer ejercicios de respiración cuando estaba en constante persecución, y además le servía como defensa personal. Claro que como buen científico estaba en contra de la violencia, y más tratándose de él, por lo cual solo lo usaba si no tenía alternativa. Esos últimos años no había tenido necesidad, y sobretodo estando con los Vengadores, lo que menos usaba era su propia habilidad, más bien el otro sujeto se encargaba de los asuntos.

Una tarde de muchas dio la suerte de que a Bruce se le agotó el trabajo. Sí, no tenía nada qué hacer, y eso era una novedad, porque desde que empezó a trabajar con Tony no había parado en actividades, y eso le daba gusto. Ese día simplemente se paró frente a sus mesas sin tener nada en mente, y sin la intención de tenerlo porque la verdad era que le agradaba la idea de tener una tarde libre que no fuera la de sus días de descanso. Pese a eso, no se le ocurría qué hacer. No se le antojaba salir a ningún lado pues no tenía quien le acompañara, y si lo hacía no sabía a dónde ir. ¿Por un café? Sería muy monótono. Pensándolo bien... Se había vuelto muy hermitaño, tanto que no se le ocurría nada para distraerse en la gran ciudad. Dio un suspiro y bajó la cabeza, quedándose sin ideas para pasar el rato. Y es que a punto estaba de resignarse e ir a su cuarto en busca de una película cualquiera, pero por su cabeza pasó la fugaz idea. Tal vez podría... ¿Por qué no? No era mala idea, algo de ejercicio le caería bien, además de que ya estaba olvidando algunas cosas.

Así lo decidió. Varios minutos más tarde bajó al piso de entrenamiento, vestido con una playera blanca sin mangas, una pantaloneta gris, y unas sandalias. Se sintió desolado de estar en un lugar tan grande y solitario, pero la sensación se pasó pronto y dio paso al relajamiento mental. Escuchar su propia respiración le calmaba. Silencio absoluto en la habitación, concentración total. - Jarvis... Reproduce música para capoeira.- Habló casi en un murmullo, pero el mayordomo virtual escuchó a la perfección, y en segundos los tambores comenzaron a sonar, armoniosos y rítmicos. Bruce empezó a balancear su cuerpo lentamente, de lado a lado, dejando los brazos colgar y guiándolos con el ritmo. Ojos cerrados, cuerpo relajado. La cabeza se meneaba al compás de su cuerpo, y pronto los movimientos se hicieron más marcados hasta que tomaron forma de una danza. Sus brazos moviéndose al frente describiendo movimientos circulares, sus piernas alternándose de un lado al otro y manteniendo a su cuerpo en balance constane. Cuando estuvo listo, abrió los ojos, dio un paso al frente, y giró la cintura hasta que su mano se apoyó en el suelo, y entonces dio un giro con la pierna. Una patada de revés en un giro de trescientos sesenta grados, regresando a su posición original y volviéndo a su baile inicial. Otra patada más, y esta vez fue seguida por un combo de movimientos en los que su cuerpo quedó suspendido en el aire por un par de brincos y giros, y después sostenido por sus manos.

La danza era cada vez más rápida, y los golpes más marcados. Su cuerpo entero se movía en equilibrio con su mente, su cintura girando y formando ondas en el espacio que cambiaban de forma de manera hipnótica, el sudor comenzaba a perlarle el cuerpo y su rostro de infinita concentración le hacían ver tan sensual, magistral, casi erótico y perfecto... ¿Quién diría que Bruce Banner podía moverse así? Ya giraba en el aire con más ímpetu, volteretas, saltos mortales y todos terminaban en perfectos aterrizajes que lo regresaban al equilibrio. El esfuerzo hacía que la musculatura se le marcara. Pobre de aquel que pensara que el doctor Banner era débil, porque nunca le habían visto en tal actividad, y tampoco le habían contemplado sin esa camisa sin mangas que ahora se le entallaba por el sudor. Y la persona que desde el marco de la entrada le observaba ya se lo imaginaba sin ella, danzando solo para él con esa virilidad impresionante que ahora demostraba. ¿Qué clase de pensamientos estaba teniendo? Bruce se le antojaba tanto en esos momentos que sintió su piel estremecer y los vellos en esta se erigieron por el escalofrío que le recorrió. Un deseo arrollador lo inundó, el deseo de sentir esa piel húmeda contra la propia, su entrepierna lo resintió. La música se detuvo, Bruce junto con ella. Y cuando se volteó hacia él, mirándole con esos ojos que brillaban esmeraldas, se quedó sin aliento ahí mismo, y por mera inercia su cuerpo se movió para caminar hacia Bruce... su Bruce...

- Tony...- Banner apenas y alcanzó a pronunciar su nombre, porque en un instante los labios del genio ya estaban sobre los suyos. La sensación le hizo estremecer, porque todo él estaba a flor de piel luego de tan extenuante actividad física. Su autocontrol estaba bajo en esos momentos, y lo tomó indispuesto como estaba. No se contuvo de aferrar su cintura, acercarlo a él, y demandar el dominio de su boca, colando su lengua para conquistar el interior y saborear a la residente. Stark ahogó un gemido contra sus labios al sentir al científico tan imperioso como lo deseaba. Le enloquecía que correspondiera de inmediato a sus demandas, que le siguiera el juego sin preguntar. Y es que sabía que jugaba con fuego, pero no le importaba porque sabía que Bruce nunca le haría daño. Ya se lo había demostrado antes.

El capoeira dejó al físico sin un suministro de aire adecuado, por lo que se vio obligado a separarse del magnate para poder respirar a bocandas grandes en busca de oxígeno. Tony también respiraba agitado, pero no tanto. Curvó una sonrisa traviesa mientras le miraba a los ojos.

- No sabes cuánto me alegra que usaras el piso de entrenamiento...- Comentó sin poder contener una risita. Bruce rodó los ojos.

- Creí que... sería buena idea...- Se alzó de hombros, sonriendo ladino. Aún respiraba agitado, pero sin tanto trabajo.

- Una muy buena...- Stark pasó sus brazos por su cuello, casi colgándose de él, y acercando su rostro a milímetros del ajeno. - Te veías muy sexy haciendo todos esos giros.- Confesó, aún con esa sonrisa en los labios, y depositó fugaces besos en Bruce. - Se me ocurren otras cosas que podríamos hacer... Claro, si quieres entrenar conmigo...- Un guiño de ojo, y Banner amplió su sonrisa.

- Me gustaría escucharlas...- Ahora fue el científico quien depositó besos en los labios de Tony, hasta que se fundieron en un solo contacto que se fue intensificando con el paso de los segundos.

Era la primera vez que Bruce Banner usaba el piso de entrenamiento, pero después de aquella sesión, era seguro que no sería la última.

Notas finales:

Yo sé, yo sé. Todos esperaban lemon. Siento romperles el corazón *en realidad no (?)* pero sinceramente no se me antojó añadírselo. Prefiero que se quede a la imaginación en este oneshot.

 

Críticas, tomatazos, pedradas, condones (?), lo que sea en la cajita blanca de los reviews :'v Espero que les haya gustado, aún sin el +18~


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