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EXTRAS por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Sigue esta OVA especial en Extras... los capítulos extras de T'HY'LA... (Igual tendría que cambiarle el título) Nuestros protagonistas se enfrentan a una inminente guerra contra el Imperio Cardassiano; después de haber arreglado las cosas con los klingons tras la tragedia de Praxis, de haber conseguido que Rómulo se anexionase a la Federación, y de haber acabado con los últimos coletazos del Tal'Shiar y las facciones rebeldes de Kronos, la siempre frágil paz está a punto de romperse una vez más. Los cabeza de cuchara son la última amenaza.

HELADO DE CHOCOLATE Y UNA SESIÓN DE FOTOS


 


                                                               Anton aguantó estoico todo lo que su padre tenía que decirle. El discurso de Pavel no era en absoluto ordenado; saltó de su declaración inicial, que ya le dejó fuera de combate, (¿cómo que él había matado a Christine Chapel?) al momento en el que sintió el tel *(vínculo) por primera vez con su madre, cuando ella estuvo en el vientre de dedushka *(abuelo) en el planeta Metafisto. Intentaba explicarle lo que supuso para él saberse comprometido a una niña que aún no había nacido. Luego se fue a la criogenización de Khan por parte del abuelo Bones; Anton ya sabía que éste cumplía órdenes de la flota y, a pesar de que dedushka y sa'mekh'al *(abuelo, en ruso y vulcano) trataron de convencer a su padre para que huyera, él no quiso y se dejó congelar.


 - Me quedé solo, con una niña de tres años que aún tendría que cresser mucho para llegar a ser mi esposa. - Pavel seguía mirándose los pies, le llamó la atención que los de su hijo eran algo más finos y de aspecto bastante más femenino que los suyos, probablemente herencia de Amy. - Dieron por finalissada la misión y regresamos a casa después de la muerte de los otros Jim y Spock, los del universo alternativo. Jim se trajo a Peter de Nuevo Vulcano, todos nos mudamos a la Tierra. Ya aquí, Sulu se hisso instrustor de vuelo y consintió en vivir conmigo pero no te equivoques, no éramos amantes. Yo tardé algo más en conseguir, grassias a Spock, un puesto como profesor en la Academia. Ahí empessó mi caída.


       Guardó silencio, sopesando qué debía contarle a Anton y cómo hacerlo. Levantó un poco la vista hasta alcanzar a vislumbrar a las manos de su hijo, las tenía entrelazadas sobre el regazo en un gesto bastante vulcano de paciente espera. Pavel tomó aire y siguió con su confesión.


 - Alcohol, drogas, sexo desenfrenado con desconossidos... Anton, yo... ¡No podía comunicarme con tu padre mientras estaba en el criotubo! ¡Me sentía tan solo, tan desgrassiado! La noche en la que condussía mi moto y choqué contra Christine, yo iba hasta arriba de anfetaminas y vodka, no había dormido en cuatro días. Ni siquiera me di cuenta de lo que había pasado... y cuando lo supe ya era demasiado tarde. Tuve que irme de la Tierra. Vagué por ahí hasta dar con mis huesos en Kronos, el lugar que más temía de toda la Galaxia. La primera vess que vi a un klingon no entendía su lengua pero, por sus gestos, supe que quería violarme y destrossarme... Por eso entré al servissio de Assetbur: para ressibir mi castigo.


 - ¿Qué castigo, papa? - Preguntó con suavidad, su padre aún no había consentido en mirarle a los ojos.


 - Buscaba la expiassión para mis faltas, para todas las que había cometido. - Pavel tragó saliva de nuevo y cerró los puños con fuerza. - Yo hisse daño a todos, no sólo a Christine Chapel. Le hisse daño a Spock al traissionar su confiansa, él vio mi lado más oscuro y créeme, es algo que nadie debería ver. Hisse daño a Jim, rechassando su ayuda una y otra vess, igual que aparté de mí a Scott y a Nyota... a todo el mundo. A Bones... a él le robé lo que más amaba, se lo arrebaté para siempre, ¿entiendes? Y a Sulu... Ay, moy drug! *(mi amigo) – Tuvo que pasarse la mano por la nariz, una gota colgaba incómoda reflejando el llanto contenido. - Sulu fue al que más daño hisse... todos esos años utilissándolo, fui tan egoísta aprovechándome de lo que él sentía por mí... ¡Me comporté muy mal con Sulu, moy syn! *(hijo mío)


 - Pero todos te han perdonado, papa... - No quería hacerlo, no deseaba interrumpir su historia, pero aquellas lágrimas corriendo por las mejillas de su padre eran demasiado. Anton estiró la mano y trató de secarlas con una caricia.


      El ruso sonrió al reconocer la compasión en el rostro de su hijo. Por fin levantó la barbilla y los ojos aguamarina se clavaron en sus iguales, empañados también con la emoción. Suspiró, profundamente, desde la boca del estómago.


 - En Kronos busqué pagar por mis delitos y lo hisse cada vess que tenía la oportunidad. Me dejé pisotear, golpear, morder y arañar, supliqué por la humillassión de verme sometido a un klingon. - Cerrando los párpados permaneció cara a cara frente a su hijo. - Permití que me follaran brutalmente hasta casi morir...


 - ¿Te ofrecías como esclavo sexual? - Anton recordó una conversación que había oído a sus tíos, Peter y Alex, cuando era más pequeño. En ella se metían con su padre por algo relacionado con la prostitución, o eso entendió. No pilló la broma entonces, ahora le parecía un poco macabra.


 - Estuve dos años hassiéndolo, sufriendo cada herida en silenssio, cada maldita vejassión, intentando hallar la pass en mi conssiensia. Tenía mucho que expurgar... pero Sarek, tu bisabuelo, me encontró en uno de sus viajes diplomáticos y descubrió lo que estaba pasando; acabó contándoselo todo a Assetbur y ella, para protegerme de mí mismo, me expulsó de su servissio. Terminé en aquella luna de Talax, Rinax se llamaba, trabajando como el único vigilante de la estassión de observassión sientífica... completamente solo.


 - Allí te encontraron la abuela Carol y el tío David, ella me lo contó. - Anton le lanzó una dulce sonrisa. - Dice que estabas hecho un ermitaño.


 - Da! *(sí) – Pavel le devolvió el gesto. - Tu tío me cortó el pelo y me afeitó, y tu abuela me engordó con sus asados y sus guisos. Poco a poco recuperé el aspecto de un ser humano. Luego tuvimos que huir de allí por una inundassión, la dichosa materia roja complicó las cosas... y nos encontramos por casualidad con Sulu, Peter y Alex. Yo había prometido a David traerlo a la Tierra para que conossiera a su padre, Jim, y tuve que cumplir con mi promesa. Pero antes, en la nave de Sulu, la Exsselsior, tuve una experienssia muy extraña. ¡Christine Chapel vino a visitarme... y me perdonó! Sé que te paresserá una locura pero... ¡Su fantasma se me aparessió para advertirme! Si no dejaba de sentirme culpable, de intentar castigarme por todo lo que hisse en el pasado, la cadena de mi dolor se me enrollaría al cuello y tiraría de mí hasta el mismísimo fondo. Tenía que cambiar.


       Hizo una pausa. Recapituló mentalmente si había omitido algo o si debía dar más detalles, negando con la cabeza y mordiéndose el labio inferior, llegó a la conclusión de que aquello tendría que bastar.


 - Y cambié. Luego descongelamos a tu padre, te tuvimos a ti... el resto ya lo sabes. - Terminó aceleradamente, con prisa por subir al dormitorio y hacerse un ovillo entre los brazos de Sulu. - Bueno, ¿tienes alguna pregunta?


 - Ahora no, estoy algo aturdido. Tengo que digerir todo eso. - Anton también sacudió la cabeza, igual que había hecho su padre. - Creo que empiezo a entender algunas cosas... Muchos de los silencios en vuestras conversaciones, como dijo el abuelo Bones, cada “no hablamos de eso” ahora tiene sentido. Pero papa...


 - Dime...


 - Jadzia me ama. No puedes comparar lo que tú te dejabas hacer por los klingons en Kronos, con lo dulce, maravilloso y cariñoso que es él conmigo.


 - Ni quiero hasserlo. Prefiero ignorar ssiertas cosas, tengo claro que es tu t'hy'la, tu novio... y eso es sufissiente.


 - ¿Drogas... alcohol...? - Anton abría los ojos de par en par. - ¿Sexo desenfrenado con desconocidos...? En serio, papa... y luego protestáis porque me vaya a un concierto sin deciros nada. Supongo que todos temen que acabe pareciéndome a ti...


 - Eres la versión mejorada del programa, Chekov punto ssero-dos... aunque no te confíes demasiado, los prinssipales fallos de diseño siguen ahí. - Intentó levantarse del sofá, quería irse a la cama de una vez pero el chico se había enganchado de su cuello.


 - Tú y papá teníais mucha oscuridad dentro, Sulu me lo dijo una vez, yo era muy pequeño. - Susurraba las palabras, su voz también era quebradiza. Acariciando la nuca de su padre lo besó en la mejilla. - Desde que estáis juntos los tres, vuestra oscuridad se ha transformado en luz.


      Pavel levantó las cejas, aquel pensamiento era hermoso pero no del todo real. Tanto él como su marido guardaban aún toneladas de oscuridad en su interior. Poniéndose en pie revolvió los rizos castaños de Anton y le regaló una tierna sonrisa.


 - Buenas noches, moy syn... *(hijo mío) – Dándole la espalda se encaminó a las escaleras. - Si tienes alguna duda, mañana me la preguntas. Me voy a dormir.


 - Está bien, ya cierro yo la casa. - Dijo levantándose del sofá para ir a la cocina y asegurarse de que la entrada trasera no quedase abierta.


         Mientras pulsaba la clave en la cerradura, Anton se quedó pensando en lo que habría supuesto para su padre, tener que aceptar que un klingon saliera con su único hijo. Luego recordó cómo Bones le había hablado de Christine Chapel, la mujer a la que amó antes de ser parte del tel *(vínculo) entre dedushka y sa'mekh'al. *(abuelo, en ruso y vulcano) Entonces McCoy le contó que la guapa enfermera, que por cierto se parecía muchísimo a Suzanne Woolcott, la bióloga marina casada con el doctor Oetker, había fallecido en un fatal accidente de tráfico... “Accidente...” Se dijo. Desde luego entendía por qué su padre había tenido que marcharse a Kronos.


 - ¡Se cargó la familia! - Exclamó en voz baja buscando algo en el congelador, ni siquiera sabía cómo lo había abierto. - Pero todos le perdonaron... todos... Le quieren mucho... muchísimo...


      No se había dado cuenta de lo que hacía pero estaba abriendo un helado de chocolate de litro y medio, a punto de atacarlo con una cuchara sopera mientras hacía un puchero y unas lágrimas rebasaron los párpados para caer, como plomos, sobre la encimera de la cocina.


 - Moy papa! *(mi padre) – Susurró llenándose la boca con una buena cucharada de helado que le congeló el cerebro por unos segundos. - Ponfo mirann! *(improperio vulcano) – Espetó abriendo los ojos como platos.


 


                  Desde la partida de Khan y Klaa hacia el sistema Tellar aquella mañana, Jim no había salido de su despacho. Estaba muy preocupado por si durante su viaje sufrían un ataque cardassiano, afortunadamente los dos llegaron a su destino sanos y salvos. El rubio se alegró al ver quién capitaneaba la Farragut, nada menos que Edward Quiroly, y que los dos cachorros Scott también estaban a bordo. Hacía tiempo que no veía a los hijos de sus amigos, los saludó a todos efusivamente antes de pedir hablar con sus hombres en privado para darles las órdenes de la Flota.


 - Si habéis de ceder en algo, hacedlo, no os dejéis llevar por el orgullo. - Les aconsejó. - Perder algún trato de favor comercial no es nada comparado con tenerles como enemigos. Procurad firmar un pacto, una alianza con la Federación, asegurad las relaciones con los tellaritas para que no se les ocurra virar su política hacia Cardassia Prime. ¿Entendido?


 - Sí, señor. - Klaa asentía con expresión seria. - Haremos todo lo que esté en nuestras manos.


 - Tranquilo Jim, no habrá problemas. - Afirmó Khan.


        El almirante Kirk apagó el monitor y salió al salón. Se quedó un momento plantado delante de las, cada vez más numerosas, fotografías del recibidor; ya empezaban a ocupar toda la pared de la escalera. Concretamente contemplaba una en la que aparecían Bones y Christine, compartiendo un trozo de su tufeen hushani *(pastel de boda) en Nuevo Vulcano, con sendas amplias sonrisas de enamorados. Un escalofrío le recorrió la espalda y pensó en Pavel, no sabía bien por qué.


 - Sa-telsu... *(esposo) ¿Vienes a la cama? - Spock le llamaba desde la planta de arriba, no había utilizado el tel, *(vínculo) parecía bastante cansado.


 - Sí, mi amor. Subo enseguida, voy a cerrar el patio de atrás... - Respondió doblando hacia la cocina.


       Asomado al amplio ventanal, le pareció ver luz en la casa al otro lado de la calle. Alguien más estaba desvelado... ¿Mi niño? Se dijo a sí mismo saliendo a echar un vistazo más de cerca, no llevaba las gafas. Pero entonces descubrió que no era él, sino su nieto, Anton. Comía helado a dos carrillos con la mirada perdida en el infinito. Jim no dudó en saltar la verja y atravesar por el jardín hasta la puerta trasera de la cocina de Sulu. Golpeó con los nudillos en el cristal y, con una retorcida sonrisa, señaló la tarrina que el chico estaba vaciando.


 - ¿Me das una cucharada? - Le pidió guiñándole un ojo.


 - Dedushka... - Musitó pegando un respingo.


      En cuanto abrió la puerta se estrelló contra su abuelo como un camicace, perdiéndose entre sus brazos, hundiendo la cara en su pecho y llorando con amargura.


 - ¡Eh! - Exclamó sorprendido. - ¿Qué ocurre, tesoro mío? ¿Por qué lloras?


 - Papa... ha tenido... “la conversación” conmigo. - Hipaba, el llanto le oprimía el pecho. - Ahora lo sé todo... ahora entiendo tantas cosas...


      El rubio no supo qué decir, por una vez se había quedado sin palabras. Abrazó con todo su corazón a su nieto y le meció... igual que solía hacer con Pavel cuando era joven. Mi niño... pensó entristecido, imaginando lo duro que habría sido para él sincerarse al fin con su hijo.


 


 


                                                               Le costaba sonreír si no tenía motivos y los tellaritas no se los habían dado. Tal como esperaban, las negociaciones con aquel pueblo de humanoides porcinos estaban resultando exasperantes. Los habitantes de Tellar tienen, en efecto, el hábito de ser muy directos y habían hecho de la lucha verbal y de la argumentación su especialidad. Cada propuesta de la Federación era rebatida con feroz saña, no parecían llegar a ninguna parte, sus puntos de vista se distanciaban cada vez más. El Presidente tellarita propuso, para relajar los ánimos, cambiar de lugar la reunión. Klaa miró a Khan a su derecha y se obligó al gesto, su amigo sí que mostraba los hoyuelos a la par que asentía con la cabeza.


 - Desde luego, se hacen mejores negocios en la charca que delante de una taza de bahgol. *(té klingon que acostumbra a servirse durante las reuniones formales) – Dijo el superhumano cruzando los dedos a su espalda. Y ahí encontró Klaa un motivo para sonreír. - Vayan bajando ustedes al planeta, señores míos. - Añadió abandonando la sala de reuniones diplomáticas de la cubierta D. - Mi amigo y yo hemos de prepararnos antes.


      Cogiendo al klingon del brazo lo arrastró lejos de las miradas de sus anfitriones, camino de su camarote en la USS Farragut-B.


 - ¿Te has traído el bañador? - Susurró por el pasillo.


 - No pienso meterme en el barro con esos tipos, es repugnante. - Masculló el enorme klingon bastante molesto.


 - Imagina que es un jacuzzi, no hay más remedio. - Khan abrió la puerta y le dejó entrar primero.


 - Está bien. Ceder... sonreír... - Tomando al vuelo la prenda que el moreno le acababa de lanzar del interior de su maleta, renegó de nuevo. - ¡La diplomacia es un asco!


 - Sí, estoy de acuerdo. - Murmuró Khan pensando en la charca que les aguardaba. - Una verdadera porquería.


 


               Tuvok ladeó la cabeza cuarenta y cinco grados manteniendo la mirada fija en los ojos almendrados de su t'hy'la. ¿Le estaba pidiendo aquello en serio?


 - Tu tío Khan y el coronel Klaa llevan ahora las conversaciones con los tellaritas, no debemos intervenir. - Opinó levantando su ceja derecha hasta hacerla desparecer bajo el perfecto flequillo.


 - Mi vida, ya sabes cómo se las gastan los klingons. ¿No es mejor que estés presente para calmar los ánimos en caso de necesidad? - Estaba mintiendo descaradamente, lo único que quería era pillar a su tío en una piscina de barro para hacerle fotos y enviarlas a sus padres en la Tierra. - Vamos, colócate esas bermudas y sígueme.


      Le había tirado a la cara un horrible bañador largo con estampado floral que sabía quedaría ridículo en su serio y formal novio vulcano. Las fotografías serían todo un éxito entre las de la familia: las más divertidas.


 


               Entretanto Klaa ya había renunciado a obtener grandes beneficios con el comercio de meletio, mineral que los tellaritas compraban en exclusiva al gobierno de Kronos, ahora solamente deseaba mantener las relaciones comerciales sin pérdidas y afianzar la “amistad” con aquellos cerdos.


 - Sería suficiente si se comprometiesen ustedes a no hacer tratos con Cardassia Prime. - Buscaba a su espalda una toalla en la que poder limpiarse las manos, le picaba la nariz y no quería mancharse la cara de barro. - ¿Cuenta mi Emperatriz, la honorable y sabia Azetbur, con la exclusividad en sus tratos, señores?


 - Buenas tardes, esperamos no molestar. - Tuvok inclinaba la cabeza en una reverencia, su pareja, el teniente Scott, le seguía de cerca con la cámara de fotos en una mano y una toalla en la otra. Quitándose las chancletas esperó a ser admitido para compartir el lodo.


 - La charca ha sido reservada... - Respondió el presidente tellar. - Pero quédese, joven amigo vulcaniano, su opinión lógica será bien apreciada.


 - Hablando de eso... - Khan sonrió de oreja a oreja, durante un segundo, posando para uno de los clicks de la cámara de Bean. - Me gustaría que todos oyésemos lo que este inteligente vulcano opina sobre la expansión del Imperio Cardassiano. Ven, siéntate aquí, sobrino.


 - ¿Son parientes? - Preguntó curioso uno de los tellaritas.


 - Los Scott son de la familia, sí. - Afirmó el sobrehumano ayudando a Tuvok a entrar al barro sin resbalar. - Bonito traje de baño, por cierto.


 - Lesek. *(gracias) – Agradeció el médico. - Si puedo serles de alguna utilidad...


 - Hablábamos de continuar comerciando en exclusiva con Kronos, joven doctor. - Intervino el presidente tellar. - No de los cardassianos, inspector Khan.


 - Son ustedes uno de los cuatro pueblos fundadores de la Federación de Planetas Unidos, al igual que el mío, caballeros. - Tuvok miró a los pequeños ojos hundidos en grueso pellejo de los tellaritas, aquella especie tampoco era de su agrado. - ¿Serían capaces de abandonar los ideales de paz y mutua colaboración para el progreso, cambiándolos por una obediencia ciega al Comando Central cardassiano? Eso supondría renunciar a su libertad.


 - A cambio de seguridad, doctor. - El Presidente le observaba con una fría mirada por encima de su nariz respingona. - ¡Queremos perdurar! Como cualquier pueblo... Tal vez se haya acabado el dominio de la Federación. Tal vez sea la hora de Cardassia, caballeros.


 - ¡La Flota Estelar es muy capaz de hacer frente al ejército enemigo y proteger el sistema Tellar de los cabeza de cuchara si hace falta! - Klaa se sentía herido en su orgullo de klingon. - Si hay una guerra... Ka'pla! *(la victoria será nuestra) - Remató golpeándose el pecho con el puño.


 - Por supuesto, amigo mío... - Khan le puso la mano en la espalda haciendo que se tranquilizase. - Aunque esa no es la cuestión, me temo.


 - Tío Khan... - Bean llamaba su atención desde el otro extremo de la charca para sacarle una fotografía más. El moreno sonrió de nuevo dejando asomar dos dedos con forma de uve por detrás de la cabeza de su compañero. - ¡Ésta es buena!


 - ¿Y cuál es la cuestión, inspector Khan? - Inquirió el tellarita sentado junto al presidente.


 - Como bien ha recordado Tuvok, hace casi trescientos años, tellaritas, adorianos, humanos y vulcanos, se reunieron (gracias a los valerosos esfuerzos de Jonathan Archer por alcanzar la paz y la estabilidad de la que hemos disfrutado hasta hoy) para inscribir su firma en la Carta de la Federación por la cual nos regimos todos sus miembros. - Su voz pausada y su acento británico hicieron que sus anfitriones enmudecieran al escucharle. - La pregunta no es si consideran que ha llegado el final de la Era que ustedes mismos iniciaron... - Hizo una pausa dramática, hasta Bean había dejado el click de su cámara por un momento. - La cuestión es, señores... ¿traicionarán ustedes las “Siete Garantías” *(Constitución de la Federación) que ayudaron a propugnar?


        El silencio se tornó más espeso que el barro, Khan puede que hubiese estado congelado en su nave rumbo a ninguna parte en aquella época, pero conocía bien la historia y sabía que una cosa tan seria, tan grave como la traición a los más profundos principios, era algo que ni un tellarita pasaría por alto.


 - Puede decirle a la honorable Emperatriz Azetbur que seguiremos tratando por el meletio con el pueblo klingon en exclusividad. - Afirmó el presidente tellarita. - Aunque con el Sistema Nirshtoryehat vulnerable... he oído lo de la Olympia, tal vez no sea suficiente para su amada victoria, coronel Klaa.


 - La Muralla de Chekov nos protege de momento, señoría. - El klingon hizo por levantarse, tuvo que apoyarse en el hombro de Khan para conseguir despegarse de aquella suciedad. - Y estoy convencido de que mi consuegro ya tendrá alguna idea para remendar las defensas de nuestras naves.


 - Consuegro... ¿Su marido el ingeniero? ¡No me diga que está también emparentado con su compañero! - El tellarita sentado a la derecha de su presidente se echó a reír apuntando a Khan con sus zarpas embarradas. - ¿Hay alguien aquí, que no sea tellarita, con quien no comparta usted lazos familiares?


 - Nuestros hijos son pareja. - Sonrió el sobrehumano. - Estoy de acuerdo contigo, Klaa. Mi esposo seguramente ya tendrá más de una idea en su genial cabecita rusa.


 - Bien, caballeros. - Tuvok también se puso en pie, el estampado floral de sus bermudas y todo su cuerpo hasta los pezones, estaban cubiertos por la viscosa porquería del baño. - Nos veremos más tarde, durante la cena que mi capitán ha tenido a bien organizar en su honor.


 - Acudiremos a esa recepción en su nave ya que no osa poner un pie en nuestro planeta. - El presidente, con un ademán de su mano derecha, consentía para que sus invitados abandonasen la charca.


 - Sus alergias... - Murmuró Tuvok con el rostro algo verdoso, dejando que Bean le enrollase la toalla a la cintura.


 - Lo comprendemos, hay hombres débiles en todas partes. Salvo tal vez en su extensa familia, inspector Khan. - Bromeó el tellarita a la derecha de su presidente.


 - Es probable. Todos estamos emparentados con el almirante Kirk. - El sobrehumano dejó caer el nombre observando la reacción de temor y sorpresa entre los tellaritas, la fama de su jefe trascendía fronteras por toda la Galaxia.


 - Tío Jim les envía saludos, por cierto. - Bean les apuntaba con su cámara de fotos. - ¿Una sonrisa para la posteridad, caballeros?


 


 


                                                             Se había acoplado a su cuerpo como una lapa, echando el culo hacia atrás, arqueando la espalda, doblando las rodillas y sujetando el brazo que rodeaba su pecho con ambas manos. Suspiró mirando a la ranita verde sobre la cómoda. Khan no estaba en casa, podía ver los ojos saltones brillando entre la penumbra desde la almohada.


 - Moy drug... *(amigo mío) – Musitó en un suspiro.


 - Estoy aquí. - Respondió él como solía hacer. - ¿Ha sido demasiado duro, Pasha? ¿Estás bien? ¿Quieres que hablemos?


 - Niet! *(no) – Protestó. - Ya he hablado bastante...


 - ¿Cómo se lo ha tomado? - Quiso saber, su pequeña rosa blanca también le preocupaba.


 - Me quiere mucho. Ha comprendido lo que me llevó a Kronos, por primera vess... - Se giró de golpe, provocando que al japonés le diese un tirón en el hombro y recibiendo un rodillazo en las costillas. Estaban en paz. - Ay! Hikaru, si Anton no me pierde el respeto con todo lo que le he contado creo que ya no lo hará nunca.


 - Vamos, rosa mía... - Rió entre dientes. - ¿Perderte el respeto? Siempre has sido el único capaz de imponerse con él. Sólo te hacía caso a ti cuando se emperraba en algo y teníamos que regañarle, ni a mí, ni a Khan. ¿Crees que va a cambiar lo que siente hacia ti por algo que...? Por algo que pasó hace tanto tiempo...


      Pavel estaba llorando. No podía controlarse, las lágrimas empezaban a empapar la funda de la almohada. Sulu lo besó en los labios, en la frente, en los párpados. Secó con su propia mejilla las de su amante y, mirándolo a los ojos aguamarina empañados y algo turbios, se aseguró de que pudiese escucharle bien.


 - Te quiere. Te quiere mucho. - Repitió. - Tú mismo lo has dicho. Lo sabes. Tu hijo te quiere con locura. Además, es igual que tú...


 - Ah... ah... Sulu. - Negó con la cabeza sorbiéndose la nariz. - Anton es mejor que yo, es la versión punto dos. ¿Y sabes? - Acercándose de nuevo a los labios del japonés, lo besó. - Eso voy a hasser. ¡Una versión mejorada del Sistema Nirshtoryehat!


 - Me alegro... - Sulu reía entre los brazos de Pavel, ahora el ruso le atenazaba además con sus piernas. - Ten cuidado ahí o acabarás clavándome algo... - Se refería a las rodillas pero un repentino apretón, del cuerpo del otro hacia el suyo, le hizo gemir. - Mmm... bueno... clávame lo que tú quieras, Pasha...


 

Notas finales:

Lesek t'hyle, dif-tor heh smusma.


Hoy, dos de noviembre, he cometido un error garrafal a la hora de actualizar el fic. El resultado es que fue eliminado. La memoria caché del navegador me ha permitido rescatar los comentarios a este capítulo. Imaginad cómo me he sentido al ver que todo desaparecía ... citando a Khan: ¿Cómo he podido ser tan estúpida? *(golpea su frente una y otra vez)


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