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EXTRAS por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Ya lo hemos visto otras veces... los kazon parecen sentirse atraídos por el aroma de los humanos de un modo que les resulta irresistible. Si a esto añadimos la caprichosa voluntad de los dioses, el enrevesado entramado de los hilos de la vida acaba por tejer la red que atrapa a estos dos en una unión perfecta.

LA FLECHA DE CUPIDO

 


                                                                                            Cuando le vio por vez primera no pensó en nada, no sintió otra cosa que el deseo de compartir la eternidad junto a él... Jabin, hermano pequeño del primer Maje de la secta Relora de Oglamar, le pareció el ser más hermoso de toda la creación. Su piel morena, su pelo leonado, sus ojos fieros, su cuerpo armonioso y potente... no podía quitarle la vista de encima desde el momento en que sus moléculas se reintegraron sobre la plataforma del transportador.


          Habría jurado que en aquel momento escuchó música, unas notas al piano, una melodía que parecía sonar únicamente en sus oídos, algo que hizo bailar su corazón al caprichoso ritmo que le marcaban Eros y Afrodita. Al fin lo que habían vaticinado los dioses, lo que le dijese Apolo, lo que tanto anhelaban su hermana y su padre, había sucedido: la certera flecha de Cupido le alcanzó de lleno y David Marcus se enamoró de aquel kazon de ojos azules y mirada penetrante.


 - Teniente Marcus, acompañe a Jabin a ingeniería y muéstrele el proyecto de regeneración  vegetal en el que está usted trabajando. - Ordenó el capitán Nichols de la USS Olympia a su primer oficial científico.
 - Será un honor, capitán. - Respondió David tratando de hacer que su ritmo cardíaco regresara a la normalidad. - Y un placer... - Añadió en un murmullo.

         Jabin había sido enviado por su hermano Haron a bordo de la nave de la Flota para supervisar aquel proyecto, la Federación pretendía devolver a la superficie del mundo Ocampa su exuberancia natural perdida. Tras años de funcionamiento del Tláloc, tal cual Chekov lo dejase en órbita alrededor del planeta, los kazon vieron resurgir las aguas en su mundo pero aún quedaba mucho por hacer en cuanto a diversidad de la flora. El científico David Marcus, continuando con los trabajos de su madre, la afamada doctora Carol Marcus, se había propuesto aplicar sus conocimientos sobre el desechado “proyecto génesis” adecuándolos a las necesidades actuales de Ocampa.


 - Pronto este planeta verá renacer su Naturaleza en todo su esplendor: la frondosidad de los bosques... la inmensidad de los fecundos valles, vastos prados envolviendo todo su...
 - ¿Puedo acercarme a ti y olerte? - Le preguntó clavándole los ojos azules con una mirada insoportablemente seductora.


    David se quedó sin palabras. ¿Olerle? ¿Qué clase de pregunta era aquella? No supo qué responder y dejó asomar a sus labios la sonrisa torcida de los Kirk.


 - ¿Es necesario? - Contestó al fin el rubio algo azorado.
 - Me temo que sí. - Le respondió Jabin aproximándose ya, comiéndose el espacio interpersonal entre los dos, ganando terreno milímetro a milímetro. - Me parece que si no lo hago voy a enloquecer...
 - ¿Qué? - No podía ser lo que aquel joven kazon le decía. Sus deseos se estaban haciendo realidad pues lo único que David ansiaba desde que le había visto era tenerle cerca.
 - Es como si cada poro de tu piel desprendiese un aroma increíblemente especial que solamente mi olfato fuese capaz de apreciar en su justa medida...
 - En su justa medida... - Susurró el científico. - ¿Y qué medida es esa? - Ya le tenía pegado a su cuello. - Si es que puedes decírmelo... claro...
 - ¡El Infinito! - Exclamó Jabin antes de hundir su nariz entre la clavícula y la nuca del rubio para aspirar con todas sus fuerzas el aroma que tan poderosamente le había atraído.
 - Comprendo... - Musitó girando el rostro para poder posar sus labios en los del maravillado kazon que no podía dejar de olfatearle.

        Aquel fue su primer beso, un instante que duró eones. Una distancia insondable que parecía haberles separado cientos de miles de parsecs, recorrida en tan sólo unas milésimas de segundo. David Marcus supo que aquél y no otro sería el dueño de su corazón y Jabin descubrió que un kazon puede amar a un humano más que a su propia vida. Fue el último beso que darían a un extraño, de ahora en adelante ambos serían uno solo.


      “Un día te enamorarás y amarás a esa persona más que a tu hermana o a tu primo, más que a ti mismo, más que a nadie en el Universo. Te arrebatará el corazón y le querrás por toda la eternidad.” - Recordó David las palabras de Apolo. El dios estaba en lo cierto. Jabin se convirtió en su mundo, su hogar, su TODO. El kazon ocupó su cama, su cabeza, su corazón y su vida... y lo haría para siempre.



                                        Amy no se sorprendió demasiado cuando David la llamó para contarle lo increíble que era estar enamorado y lo feliz que le hacía saber que aquel maravilloso sentimiento era correspondido. La mejor piloto de la Flota Estelar visitó la USS Olympia y estuvo encantada de conocer al kazon que había sido capaz de conquistar el corazón de su hermano.


 - Jabin, entre tú y yo... - Le dijo cuando pudo estar a solas con él. - ¿Qué es lo que te hace imposible separarte de David? Sé que tu hermano Haron ha reclamado en vano tu regreso a Ocampa y que has solicitado formar parte del equipo científico de la Olympia con efecto inmediato... - Se echó a reír. - ¡Tienes al capitán Nichols de cabeza con tanto papeleo!
 - Eres un cuarto vulcana, Amanda Kirk... estoy seguro de que te riges por la lógica. - Esperó a que la morena asintiera inclinando su cabeza y alzando una de sus puntiagudas cejas. Así supo que tenía toda su atención. - ¿Qué harías tú si hubieras encontrado aquello por lo que verdaderamente merece la pena vivir?
 - Jamás me separaría de ello... - Amy, inconscientemente, echó mano al bolsillo derecho donde guardaba su amuleto, la fíbula con forma de trisquel que se trajo de la nave oscura.
 - Eso es lo que sentí cuando el olor de tu hermano me invadió por completo. - Jabin suspiró, una sonrisa se le dibujó en el sereno rostro. - David es mi destino. Ni mi hermano ni nadie podrá separarnos nunca jamás.
 - ¡Que los dioses bendigan esa unión con un fruto, hermano! - Le saludó tendiéndole la mano. Amy acababa de reconocerle como un miembro de su familia.
 - Gracias, que así sea. - Respondió el joven kazon devolviendo el gesto.



                                          Unos meses más tarde, con el proyecto de regeneración vegetal sobre Ocampa muy adelantado, la USS Olympia recibió el mensaje de socorro de la USS Valiant, la primera nave de clase Defiant de la Flota. Estas naves estaban equipadas con un mecanismo de ocultación construido por los ingenieros Scott y Chekov, inspirado en el artefacto que el Almirante James T. Kirk robase del ave de presa romulana de T'rak.


       La Valiant realizaba misiones de exploración y espionaje en los confines del cuadrante Delta, un territorio desconocido donde los cardassianos, una raza de reptiloides emparentados con los gorn, dominaban el espacio al margen de la Federación.


        La comandante Becky Sjare era la oficial a cargo de las comunicaciones de la nave. Cuando supo que su fin estaba próximo lo preparó todo para que la Olympia recibiese su envío al aproximarse.


 - Teniente Marcus, han detectado una transmisión procedente de la Valiant paralela a su comunicación. Persónese en la sala del transportador de inmediato. - Ordenó Steve Nichols con voz grave a través del intercomunicador.


       David corrió por la galería seguido de su amante kazon. Conectó los equipos y se preparó para recibir lo que parecía ser un tripulante.


 - Es imposible... - Susurró Jabin a su lado. - Según los datos de la computadora la USS Valiant fue destruida por una nave cardassiana hace dos semanas. ¿Cómo iba nadie a sobrevivir a eso?
 - Puede ser... - David se afanaba en centrar la señal de la transmisión. - Pavel estuvo desaparecido por un problema con el transporte transcurvatura y le recuperamos aquí... Claro que entonces los dioses ayudaron, pero un código genético puede guardarse y reaparecer si se sabe cómo hacerlo.
 - ¿Estás diciendo que tal vez haya un superviviente?


      David no respondió. Su ex-amante Becky iba a bordo de la Valiant y deseó con todas sus fuerzas que fuese ella, no en vano le había enseñado todo lo que sabía acerca de la teletransportación. El rubio contuvo la respiración cuando unas moléculas comenzaron a reintegrarse sobre la plataforma circular, rodeadas del familiar haz de intensa luz azulada. Jabin dejó escapar un grito cuando vio un pequeño bulto moverse sobre el suelo y corrió hacia él para descubrir que se trataba de un bebé.


 - ¡Es un humano! - Exclamó. - Debe tener poco más de un año...
 - No puede ser... - David se acercó para examinarlo. - ¿Nos han enviado un bebé?
 - Y no uno cualquiera, mi amor... - Jabin descubrió su rostro, apartando suavemente la mantita de color celeste que lo envolvía. - Estos ojos azules... David, yo diría que... - No se atrevió a terminar la frase.
 - Dejad que lo examine. - Solicitó la doctora Norton pasándole ya el tricorder alrededor al pequeño. - Varón, trece meses, perfectamente sano. Su patrón de ADN... ¡Increíble! - Exclamó mirando a David. - ¡Teniente Marcus... este niño es hijo suyo!


      Jabin asintió sonriendo. Él ya lo sabía. Los ojos azules... y aquel olor tan especial, tan subyugante... no podía ser de otro modo. David se echó a llorar. Hacía casi dos años que no había vuelto a ver a la comandante Sjare... entonces debía estar embarazada del pequeño que ahora su amante kazon sostenía entre los brazos, apretándolo contra su pecho como si fuese algo suyo.


 - Becky... - Susurró sin fuerzas. - No me dijo nada, yo no sabía...
 - Hay una nota. - Comentó Claire sacando un papel garabateado a toda prisa y doblado entre las ropas del bebé.
 - Déjame ver... - David se lo arrebató y se sentó a leerlo en voz alta en los escalones de la plataforma del transportador. - “Querido David, lo lamento. A pesar de saber lo que te hizo tu madre al apartarte de tu padre y que eso marcó tu vida para siempre yo... he acabado por hacer lo mismo: te dejé estando embarazada de ti con la esperanza de que nunca supieras de la existencia de este niño que por fortuna engendraste en mi vientre. - Su voz se rompió al pronunciar aquellas palabras. El resto lo leyó en apenas un susurro. - Jamás estuviste enamorado de mí, David y no te culpo, no fui para ti otra cosa que una buena amiga, sin embargo mis sentimientos hacia ti me hicieron desear con todo mi ser tener al niño. ¡Un pequeño Kirk en mis entrañas! ¿Cómo resistirme? Sabes lo mucho que admiro a tu padre. He sido una egoísta, David y ahora los dioses me castigan por ello. Los cardassianos nos han descubierto. Nos han acusado de espionaje y nos han condenado a muerte. A la USS Valiant no le restan más que unas horas. He enviado mensajes de ayuda a la Federación que estoy segura llegarán demasiado tarde... No me importa morir. Soy una mujer de la Flota, acepto mi destino... pero tu hijo... ¡No puedo resignarme a que su preciosa vida se pierda en la nada cuando apenas ha comenzado! He programado el transportador tal y como me enseñaste, David. Espero que todo salga bien y recuperes a George en la Olympia sano y salvo. Te quise más que a nadie, David Marcus... no me olvides y sé feliz con tu hijo. Sí, le he puesto George por tu abuelo, el padre de tu padre, el héroe que salvó las vidas de ochocientas personas en la USS Kelvin, entre ellas la de mi propio padre. De no ser por George Kirk yo no habría nacido. Sé que este nuevo George Kirk-Marcus (dale ese nombre, ¿lo harás por mí?) también será un gran hombre, un héroe, y algún día hará grandes cosas, como todos vosotros los Kirk. Los dioses os han bendecido, estoy convencida. Ámalo... pero... ¡qué tontería! Sé que lo harás, es tuyo y tu gran corazón no podría hacer otra cosa que amarle. Adiós David, mi ángel de sonrisa diabólica, mi diablillo de cara angelical... hasta otra vida.


       La doctora Claire dejó la sala del transportador abrumada por las emociones que pudo ver en los rostros de sus dos amigos: Jabin, el extraño kazon empeñado en ser un miembro útil para la Flota y el teniente David Marcus, primer oficial científico e hijo del ya casi legendario almirante Kirk. Secándose las lágrimas se dirigió al puente de mando para hablarle a su capitán, Steve Nichols, de la llegada a bordo de un nuevo miembro de la tripulación.


 - Es hijo tuyo, amor mío... - Le susurraba Jabin sentándose a su lado en el escalón y acercándole al pequeño que sonreía plácidamente entre sus brazos. - Mira esos ojos... ¿no son igual de azules que los tuyos? Como los de tu hermana...
 - Como los de mi primo Peter... - Asintió David tomando al niño en su regazo. - Como los de mi padre...
 - Tengo ganas de conocerles, ¿cuándo iremos a la Tierra? Ahora sería un buen momento, Dave... - Le acariciaba la nuca mientras le hablaba, con la suavidad con la que solía hacerlo siempre. - Una nave estelar no es lugar para criar a un bebé.
 - Del azul de Apolo... - Musitó con una sonrisa que se volvió pícara y retorcida. - ¡Pues no sé por qué no! Mi hermana vivió en el Enterprise hasta los tres años.
 - Amy rogó por que nuestro amor fuese bendecido con un fruto. - Jabin contuvo el aliento al ver cómo el bebé abría su manita para envolver el dedo que le había acercado a la cara, encerrándolo en su pequeño puño.
 - ¡Te tiene! - Rió David. - Este pequeñajo ya te tiene, Jabin... y es un Kirk así que...
 - Ya, lo sé... - Sonrió dejando escapar una lágrima que rodó silenciosa por su mejilla atezada. - No me soltará jamás.
 - Ni yo... - Dejando caer la cabeza sobre el hombro de su amante le miró con dulzura.



                                      El Doctor Marcus, teniente de la Flota Estelar y oficial científico jefe de la USS Olympia, estaba a punto de cumplir treinta y dos años. De repente se había convertido en padre y pronto sería el esposo de aquel kazon que no podía apartarse de su lado; su vida acababa de dar un giro de ciento ochenta grados. Como los trabajos en Ocampa estaban ya muy avanzados, David decidió criar al pequeño George lejos de los peligros del espacio y regresar a la Tierra, junto a su gran familia que le recibió con los brazos abiertos.


 - Así que un kazon, ¿eh hijo mío? - Jim murmuraba con su pícara y torcida sonrisa apretando los hombros de su muchacho. - He oído historias... ¿es verdad que tienen un sentido del olfato especial?
 - Bueno, ya tenemos vulcanos, romulanos y kazons en la familia... - Bromeó McCoy echando una mirada a Spock, Jabin y la pequeña Freya, la niña de Rómulo que Alex y Peter habían adoptado. - ¡Ya sólo nos falta un klingon!
 - ¡Eso no lo digas ni en broma, Bones! - Protestó Pavel enérgicamente. - ¡Un klingon! ¿Te has vuelto loco? Menuda idea... Yebát! *(joder)


       Anton no dejaba de tirar de la manga de su nuevo tío, el kazon le miró sonriente y se agachó para mostrarle al pequeño George.


 - Hola primo... tú y yo nos vamos a llevar muy bien.


       Ante aquellas palabras de su sobrino, David no pudo evitar sentir un escalofrío recorriéndole la espalda. ¡Oh, no...! Pensó para sí. Por favor, dioses... no lo permitáis. Ya hemos tenido suficiente de “eso” en la familia...

 

Notas finales:

Lesek t'hyle, dif-tor heh smusma.


Hoy, dos de noviembre, he cometido un error garrafal a la hora de actualizar el fic, el resultado es que todo fue eliminado. La memoria caché del navegador no me ha permitido rescatar los comentarios a este capítulo. Lo lamento.


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