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EXTRAS por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Tal vez porque era muy jovencita cuando vi esta película en televisión, tanto que las imágenes permanecen grabadas en mi memoria junto con ese breve catálogo de “cosas que no hay que olvidar” en mi cerebro: Sección-C, Pasillo-VII, Estantería-12 a la izquierda... Tal vez porque mi manía de “yaoizarlo” *(shipearlo) todo me viene de lejos y la noche en la que «Mujeres enamoradas » se coló en mi salón me costó mucho esfuerzo conciliar el sueño. O simplemente porque la idea de dos amigos, compañeros de fatigas, luchando juntos cuerpo a cuerpo sólo por el placer de medir sus fuerzas... pues... digamos que... “me gusta”.

 


ACTURIAN FIZZ PARA LOS POSTRES


 


                                                                                      Velas, adornos florales, un camino de mesa bordado en oro y seda de Antar, ocho cubiertos diferentes, tres clases de copas, servilletas dobladas con forma de cisne sobre la lujosa vajilla... Todo estaba a punto para los comensales y una bandada de camareros voló en torno a los presentes para servir los más deliciosos manjares humanos, klingons, vulcanos y tellaritas. Khan miró al frente y arrugó la nariz, el estofado de Tellar olía demasiado a cebolla. Volviendo la vista a su derecha, al plato de Klaa, frunció los labios ante la visión de los gagh vivos retorciéndose en el cuenco de plata.


 - Bon appétit, caballeros. - Dijo clavando su tenedor en el jugoso pedazo de carne asada que le acababan de servir. - Capitán Quiroly, esta tarde durante un agradable baño de lodo en la charca, el presidente tellarita se ha comprometido a continuar tratando en exclusiva con nuestros aliados, los klingons, en todo lo que refiere al meletio.


 - Me alegra oír eso, es un gran avance en las negociaciones que nos han traído hasta aquí. - Edward procuraba sonreír, ocultando su preocupación. - Espero que eso se traduzca en que la política tellarita no virará hacia Cardassia Prime.


 - ¿De nuevo los cardassianos? ¿Qué es lo que teme la Flota Estelar, capitán? - El presidente dejó su estofado un momento para prestar toda su atención a las caras de los humanos que le rodeaban. - ¿Cuál es el verdadero motivo de su viaje, señores? Parece que el sistema Tellar, tan próximo a Cardassia, se ha convertido de repente en un foco de interés para los terrícolas.


 - Sabe perfectamente lo que hemos venido a hacer. - Klaa empezaba a perder la paciencia. - ¿A qué viene tanto rodeo? ¡Hablemos con claridad! Si se unen al Imperio cardassiano, a la Federación le costará un poco más ganar la guerra que se avecina.


 - ¡Un poco más! - Rió uno de los representantes tellaritas. - ¡Vaya, sí que son prepotentes los klingons!


 - La guerra es lo que menos nos interesa, caballeros. Como ustedes mismos propusieron en las Siete Garantías, la Federación de Planetas Unidos lo que pretende es la Paz. - Recordó Tuvok, el oficial médico jefe habló con su tono calmado y vulcano, trayendo algo de serenidad a la mesa.


 - Pero él lo ha dicho, la guerra con Cardassia es poco menos que inevitable. - El presidente tellar apuntaba a Klaa con su cuchara, el klingon que estaba tan seguro de la victoria. - Somos un pueblo pacífico, dedicado al comercio como saben. No podríamos defendernos con nuestro ejército pues, tantos años de obediencia ciega al Comando Central cardassiano, han convertido a nuestros vecinos en una especie prácticamente invencible. Si quieren invadir nuestro territorio... lo harán, no podremos detenerles. No con un Sistema Nirhstoryehat vulnerable y una Muralla Chekov con más agujeros que uno de sus famosos quesos gruyer.


 - Queso emmental, en realidad el gruyer no tiene agujeros. - Le corrigió Bean. - Disculpe, no quería interrumpir... pero ya que estoy quisiera recordar que mi tío Pavel sigue siendo el mejor ingeniero de la Federación y que, seguramente, él y mi padre, Montgomery Scott, ya estarán preparando la contraofensiva para ese arma cardassiana tan potente...


 - Su tío y su padre. Claro. - El tellarita siempre sentado a la derecha del presidente, debía de ser su consejero, vació su copa de vino de Alvás *(fruta similar a la uva procedente del planeta Bajor) de un solo trago, eructando sin reparos después. - Pero qué familia tan extensa... ¿Sigue el ingeniero Scott en activo?


 - Retirado, aunque siempre echa una mano a mi marido. - Respondió Khan, viendo a Bean con su típica sonrisa tensa y sin saber qué decir. - Volviendo al asunto que nos traemos entre manos, capitán Quiroly, si da su permiso...


 - Adelante. - Consintió limpiándose con la servilleta y dejándola arrugada junto al plato de pescado al horno. - Iba a esperar a los postres pero... si esto sale bien, tendremos un motivo para brindar con el dulce Arcturian Fizz. *(bebida que, según dicen, al ser consumida aumenta el deseo sexual)


       Khan se puso en pie y buscó en su maletín, colgado al respaldo de su silla, una enorme tablet que acercó al presidente tellarita.


 - ¿Qué es esto? - Leyó por encima el político. - Reconozco aquí los principios de la Carta de la Federación... “Alianza”... la palabra se repite. - Mirando al sobrehumano con sus hundidos ojillos de porcino y su nariz respingona, sonrió. - Ya veo. Renovar lazos con la Tierra, Nuevo Vulcano, Kronos y Rómulo...


 - No olvide a los andorianos. - Murmuró Bean desde el otro lado de la mesa.


 - ¿Esos payasos azules con antenas en la cabeza? - Comentó el consejero del presidente, mofándose de sus tradicionales enemigos. - Oh, no nos olvidamos de ellos, créame teniente Scott. Bien, inspector Khan, firmaremos. - Zanjó viendo a su presidente apuntar ya con el lápiz stylus a la tablet.


       Hubo un suspiro de alivio generalizado en la sala de reuniones diplomáticas, Quiroly hizo traer los postres y todos probaron la bebida con supuestas propiedades afrodisíacas. Klaa degustó un par de copas, al igual que Khan y Tuvok. Sus especiales metabolismos necesitaban más cantidad en la ingesta si querían participar de la suave cosquilla del licor. El vulcano iba a servirse un tercer trago cuando su capitán inició un brindis por la Paz.


 - Con cuidado o... - Bean advertía mentalmente a su pareja.


 - El alcohol no se me subirá a la cabeza, t'hy'la. - Le interrumpió Tuvok del mismo modo, terminando de llenarse la copa. - Sabes que mi hígado puede con esto y mucho más.


 - No es el alcohol lo que me preocupa, mi vida. - Le susurró con una risilla nerviosa.


       De repente el intercomunicador del capitán Quiroly sonó con su silbido habitual, callando unas juiciosas palabras que pronunciaba acerca del futuro de la Alianza que acababan de sellar. Edward respondió, era el puente de mando.


 - Aquí el teniente Scott, señor. - La voz de Cayden llegaba algo distorsionada, con interferencias. - Estamos teniendo algunos problemas con la radio subespacial y parece que también con las comunicaciones internas, tal vez debería usted regresar al puente. - Sugirió.


 - Afirmativo, estoy en camino. - El capitán saludó con una ligera reverencia y salió al pasillo de inmediato.


 - Teniente Scott... ¡Creía que usted era el teniente Scott! - El consejero de la delegación tellarita señalaba a Bean con una risa a punto de estallar en carcajada. - ¡No me diga más! ¿Su hermano?


 - Una gran familia. - Murmuró Khan mostrando sus preciosos hoyuelos en una franca sonrisa dirigida a su sobrino. - Señores, ha sido un placer compartir mesa con ustedes y un honor haber estado presente en esta importante Alianza que hemos firmado hoy. Todos saldremos beneficiados.


 - Sí, juntos detendremos el avance cardassiano. - Remató Klaa poniéndose también en pie.


 - Confiemos en los Chekov, Kirk y Scott de su mundo... - Añadió el presidente tellarita. - Que su ingenio y sus infalibles tácticas militares, puedan mantener a mi pueblo a salvo.


       Acababa de sellar un pacto de fidelidad y compromiso con el resto de miembros de la Federación, el presidente regresó a Tellar en compañía de su delegación convencido de que, tarde o temprano, comprobaría en su propia dura piel, si la protección de la Flota Estelar bastaría ante los cardassianos.


 


 


                                                                              Entró a la habitación y levantó la persiana de golpe. Sonreía eufórico con las buenas noticias: los tellaritas habían firmado el tratado. Echó un vistazo a la enorme cama tamaño "kling-size" donde los dos hombres de su vida se desperezaban, quejándose de la repentina luminosidad.


 - ¡Arriba todo el mundo! - Ordenó con su voz de mando. - Hoy es un gran día, tenemos que celebrarlo... Hace tiempo que no vamos a la playa, luce el sol y no tenemos nada mejor que hacer... tú estás de vacaciones en el hospital, Bones, y tú Spock... bueno, hasta que Pavel no avance con los circuitos cardassianos, no tienes mucho trabajo, señor director. ¿Qué tal un picnic y un baño en el Océano Pacífico?


 - ¿Y qué tal primero un baño en nuestro propio océano, t'hy'la? - Sugirió Spock con voz ronca, se había despertado contento por ahí abajo.


      Leonard arrugó el entrecejo, otra vez estaban disponiendo de su tiempo como si no le perteneciese. El vulcano lo tenía sujeto del pecho, arrimando la entrepierna a su cadera se frotaba buscando algo contundente por allí cerca. El rubio se encogió de hombros y empezó a quitarse la ropa.


 - Está bien... primero nuestro océano y luego el que baña San Francisco. - Con una pícara sonrisa se deshizo de los pantalones, tirando de ellos y arrastrando la ropa interior, hasta dejar al descubierto un pedazo de carne que empezaba a reaccionar.


 - No, no me apetece... - McCoy se levantó, dejando a sus dos amantes mirándose el uno al otro con total desconcierto. - ¡Tengo cosas que hacer, Jim! Y no me gusta que me despiertes así, ya lo sabes.


 - Siento lo de la persiana... - Se disculpó sentándose al borde de la cama y rascándose la barba. - ¿Y qué tienes que hacer, Bonssy? Anda, déjate de tonterías y ven aquí... - Le tendía los brazos con una mirada de cordero degollado que derretiría a cualquiera.


 - Jim... - Spock observaba cómo el labio inferior del médico temblaba con un creciente enfado. - No insistas, ya ha dicho que no le apetece.


 - Alex va ha hacer una operación muy complicada esta mañana. - Se había metido en el baño, dejando la puerta abierta. Los pantalones de su pijama volaron hasta el suelo del dormitorio. - Quiero estar presente, sé que es muy capaz pero tal vez necesite mi consejo.


 - Se supone que estás de vacaciones, él te sustituye... - El rubio no quería darse por vencido. - Bonssy... ven... nadaremos en nuestro vínculo hasta alcanzar la orilla juntos, luego tomaremos el sol en la playa, comeremos sándwiches de queso y pepinillos, como a ti te gustan, y nos daremos un baño refrescante... ¡Ah, pero si te encanta!


       No hubo respuesta, el grifo de la ducha fue todo lo que se escuchó al otro lado. Spock acariciaba la espalda de su marido al tiempo que negaba con la cabeza. Sabía por experiencia que si Leonard decía que no, era que no. Jim recogió del suelo sus ropas y salió desnudo al pasillo para vestirse fuera del dormitorio.


 - Sois un par de cabezotas... - Protestó dando fuertes pasos con sus pies descalzos. - ¡Los dos! - Chilló bajando ya las escaleras.


       En ese preciso momento sonó el timbre de la puerta. No lo pensó bien y giró el picaporte sin más, con los pantalones y la camisa en la mano, ni siquiera llevaba puestos los calzoncillos, solamente los calcetines negros.


 - ¿Quién coño...? - Preguntaba abriendo a una sonriente Nyota Uhura y a un sorprendido Montgomery Scott que enrojeció nada más verlo. - ¡Hola amigos! - Exclamó tapando sus vergüenzas como pudo, la manga de la camisa colgaba paralela al muslo derecho cubriendo apenas los testículos. - Perdonad un momento, id pasando... poneos cómodos en el salón. ¿Habéis desayunado ya?


 - Sí Jim, hemos desayunado. - Nyota reprimía la carcajada. - Decidimos pasar por aquí primero, Monty va a echarle un vistazo a esa famosa placa de circuitos cardassianos en el sótano de Pavel.


 - No es que me importe, almirante, a estas alturas... - Scott apartaba la vista del trasero del rubio que subía de nuevo las escaleras a toda prisa. - Pero podrías abrir la puerta de tu casa vestido, creo que tu tatuaje se ha dilatado un poco. - Bromeó.


 - ¡Yo he sido madre, Scotty! - Gritó desde la planta de arriba. - No estoy gordo, es sólo un poco de grasa abdominal... ¡Ah, dejadme en paz con el tema!


 - ¡Mi esposa también ha sido madre y no tiene ese aspecto, Jim! - Le rebatió el escocés con ganas de meterse con su amigo. - Ha tenido dos bebés en su vientre... y a tiempo completo, no como tú, que sólo tuviste a Amy dentro de ti lo que duró la visita a Metafisto.


 - No le hables de eso, querido. - Nyota le puso la mano en los labios para hacerle callar. - Ya sabes lo sensible que se pone. Oh, y gracias por el cumplido, Monty. ¿De veras sigo pareciéndote delgada? Porque ya no tengo la misma talla que cuando me conociste...


 - Eres mi preciosa perla negra y eso no cambiará jamás, Nyota. - Respondió galante, encerrando la ya no tan estrecha cintura, entre sus fuertes y callosas manos.


        No tardó más de cinco minutos, Spock bajaba las escaleras en pijama detrás de su esposo, con las mejillas algo verdosas por el rubor. ¿De veras Jim había abierto desnudo?


 - Buenos días, querida. - Saludó a Nyota con un casto beso en la frente. - Limpiacristales... - Carraspeó girando hacia la cocina. - Prepararé café para Leonard, tiene que irse al hospital.


 - ¿Alguna urgencia? - Consultó la morena siguiendo los pasos de su amigo. - Pensaba que estaba de vacaciones.


 - ¡Y lo está! - Jim seguía molesto con su rechazo. - Es inútil a la hora de delegar, ya sabes. ¡Oh, por todos los dioses! ¿No os lo he dicho? ¡Khan y Klaa han conseguido que los tellaritas firmen la Alianza!


 - ¡Qué gran noticia! - Se alegró el escocés. - ¿Por eso ibas por ahí con tus cosas al aire?


 - Scotty... - Jim se enganchó a su cuello y le revolvió el escaso cabello pelirrojo. - Ahora tú y Pavel solucionareis los problemas con el Sistema Nirshtoryehat, nuestros hombres necesitan protección ahí arriba.


 - Aye, *(sí) almirante. Con sus brillantes ideas no nos llevará mucho tiempo. - Peinándose con los dedos sonrió con confianza. - Un par de semanas, a lo sumo.


 - No sé cómo estará mi niño. - Murmuró Jim casi en un susurro. - Después de la conversación que tuvo anoche con Anton... igual anda algo perdido.


 - ¿Ha hablado con el chico? - La sonrisa en la cara del escocés se volvió tensa. - ¡Vaya, ya era hora! ¿Se lo ha contado todo?


       Jim hizo una mueca dando a entender que no tenía ni idea de qué le habría contado el ruso a su nieto y arrastró a su amigo hasta la cocina, donde ya empezaba a olerse el delicioso aroma del café.


 


 


                                                                           La oficial de telecomunicaciones de la USS Farragut-B había detectado una intrusión cardassiana en la radio subespacial. El capitán Quiroly ordenó que cambiasen todas las frecuencias y reforzaran el blindaje de los códigos que utilizaban para enviar mensajes al alto mando de la Flota. Luego se reunió en su despacho con el teniente Cayden Scott, el jefe de seguridad. Tenían que prepararse para futuras intrusiones enemigas, sería una noche muy larga.


 


                         Bean se reía a carcajadas en su camarote, su novio no sabía a qué se debía lo que le estaba ocurriendo. El vulcano se notaba extrañamente animoso, más de lo habitual, apenas podía controlar el impulso que sentía y ya había empezado a desnudar a su amante terrícola, ansioso por rozar con sus labios la brillante piel de ébano.


 - No lo entiendo. - Murmuraba a la par que besaba toda su espalda, adentrando las manos por debajo de la cinturilla del pantalón de su pareja. - Falta más de un año para mi siguiente Pon far, sin embargo mi sangre está ardiendo casi con el mismo furor del síndrome... Aunque mi mente parece algo más despierta, una vorágine de deseo se torna espesa niebla ante mis ojos... oh... Bean... ¡Bean!


 - Ya te lo advertí... - No podía dejar de reírse. Los hábiles dedos de Tuvok le habían bajado la cremallera y ahora encerraban su miembro con un movimiento ascendente, cálido y excitante. - Es el Arcturian Fizz... tiene propiedades afrodisíacas, mi vida.


 - Mmm... Comprendo... - Agachándose frente a él le bajó los pantalones, ahora el orgulloso y atezado sexo de su t'hy'la le apuntaba directo a los ojos. - El-tor abrun nash-veh... *(te libraré de tu erección)


 - Y yo a ti de la tuya... - Gimió Bean sintiendo ya los finos labios rodeándole el glande y la afilada lengua acariciando la minúscula abertura de su miembro que empezó a gotear. - Sí, Tuvok... ¡aaaah!


 


                          Estaba incómodo, inquieto. De pronto le molestaba tener que compartir el camarote con Khan. Se revolvía en su estrecha cama sin encontrar una postura para intentar conciliar el sueño. Definitivamente no podía dormir. Girándose a su derecha vio que el sobrehumano también se peleaba con las sábanas en el catre de al lado.


 - El maldito Acturian Fizz... - Se quejó. - ¡No vamos a poder pegar ojo en toda la noche! ¿Y si nos vestimos y vamos al gimnasio un rato?


 - NuqneH? *(¿qué es lo que quieres?) - Khan le miró extrañado. - ¿Pelear conmigo?


 - Un poco de lucha nos hará bien. - Retirando la manta de golpe se puso en pie ante su compañero. Su pijama de la Flota dejaba ver un sospechoso bulto en la entrepierna.


 - Maw' tok... Bet'ala nog'tor! *(vaya... mira esto) – Khan se reía entre dientes de la erección de su amigo. - ¿Te alegras de verme?


 - Pahk! *(maldición) – Exclamó cubriéndose con ambas manos. - Yo... igual con una ducha...


      Al salir de la cama, Khan comprobó que a su genéticamente modificada anatomía le estaba sucediendo exactamente lo mismo.


 - Bueno... luchemos, si es lo que quieres. - Consintió algo avergonzado. - Enséñame esa ancestral táctica klingon de la que siempre hablas.


       ¿Para qué tomarse la molestia de vestirse e ir al gimnasio? Podían pelear allí mismo, en su camarote. Les gustaba luchar cuerpo a cuerpo, medir sus fuerzas de vez en cuando, aprender nuevas llaves y movimientos que desconocían, sudar juntos hasta caer agotados por el cansancio. Sí, era una buena idea. Así podrían deshacerse de los incómodos efectos de la excitante bebida sin tener que lamentar nada ante sus cónyuges a su regreso... o eso pensaron.


 - ¡Espera... me asfixias! - Klaa no podía apenas respirar, la pierna derecha del sobrehumano le rodeaba el cuello apretándole la nuez. Extendió la palma de su mano y golpeó con ella el suelo un par de veces.


 - ¿Tienes bastante? - Preguntó deshaciendo la llave y quedándose sentado a su lado. - Llevamos más de media hora peleando... ¿Tú estás bien?


 - No... Ni tú tampoco, sigamos. - El klingon se lanzó en un contraataque con fiereza, derribando al moreno y tendiéndose sobre él.


 - ¿Otra vez? - Protestó al sentir su peso. - Oye, hermano... esa cosa caliente y dura encima de mi vientre... ¿No será tu serpiente, por casualidad?


 - Kaf'la! *(cómo puede ser) - Exclamó echándose hacia atrás hasta caer de culo entre las piernas de su amigo. Su miembro se había abierto paso a través de la abertura delantera de los pantalones, desde luego tenía vida propia. - Lo siento, disculpa... - Se apresuró a colocar bien su pijama, durante el combate la camisa había quedado desabrochada y un sudoroso y brillante tórax parecía captar toda la atención del otro que no dejaba de mirarlo.


 - Hace tiempo que hicimos esa ceremonia en tu casa... - La voz de Khan, grave y con su característico acento británico, sonaba más sensual que de costumbre. - Soy tu r'uustai, tu hermano. Lo compartimos todo... Klaa... ¿crees que importaría demasiado que, sólo por esta vez, nos demos lo que tanto parecemos necesitar?


       La mano de Khan se deslizaba por su pecho, recorriendo el esternón camino del musculado abdomen. Los dedos rozaron algo de vello púbico y el klingon cerró los ojos sopesando las consecuencias.


 - Ge'ko. *(es verdad) – Asintió en un momento de debilidad. - Se han dado casos... Un r'uustai es alguien con quien lo compartes todo... al margen de la familia... de la esposa...


 - Del esposo... - Murmuró ya cerca de su oído, estaba hundiendo la cabeza en el cuello de Klaa. - GhoS... *(ven, acércate)


        Sentados en el suelo entre las camas, el uno frente al otro, acoplaron sus cuerpos hasta que ni un cabello hubiera podido pasar entre los dos. Jadeaban, ya no sólo por el esfuerzo de la lucha anterior, la excitación al rozarse la piel se volvía más y más intensa. A Klaa no le incomodó que el otro besara su cuello en una caricia hacia el lóbulo, ni a Khan le molestó que el klingon le rodeara el miembro con su mano, frotándolo contra su propio sexo en cada vez más y más rápidos movimientos ascendentes.


 - Hermano... esto no saldrá de aquí... - Le dijo de nuevo con aquella voz tan grave y lasciva. - Po'tajg... *(bien hecho) – Añadió alabando aquel ordeño al que se estaba viendo sometido.


 - Toh-zah! *(improperio klingon, sin traducción) – Exclamó echando atrás la cabeza hasta apoyarla en su cama. - R'uustai... dubelmoHchugh not mev... *(hermano, si te gusta no me detendré)


        Un gemido fue la respuesta de Khan. Aquella mano enorme exprimiéndole todo el jugo, el calor de su piel, sus fuertes músculos, el sabor salado y acre de su sudor... lo único que tenía que hacer era dejarse ir. Y se fue. En un silencioso bramido gutural que reprimió como pudo, aplastando la cara más aún contra el cuello del otro. Klaa no tardó en seguirle con un gruñido sordo, su semilla desbordó la mano que les contenía, derramándose entre los dedos y manchando el pijama del sobrehumano.


 - ¿Cuál es la costumbre klingon, Klaa? - Bromeó recuperando el aliento. - ¿Abrazarse, besarse?


 - Not, reH! *(nunca, jamás) – Con un empujón apartó a su hermano guerrero de encima, haciendo que se golpease la cabeza contra el armazón de la otra cama.


 - ¡Ay! - Se quejó entre risas el moreno, llevándose la mano a la nuca le guiñó un ojo. - Bueno, al menos ahora podremos conciliar el sueño.


        Se metió entre las sábanas de su propia cama y dio las buenas noches, ni siquiera se molestó en limpiarse. Se sentía muy relajado después de haber alcanzado el clímax, deseando cerrar los ojos y descansar. Klaa, en cambio, fue al aseo para retirar los restos y cambiarse de pijama. No quería dormir con el olor de su amigo pegado a la piel. Al regresar al camarote le vio roncando a pierna suelta, totalmente despreocupado.


 - Buenas noches, hermano. - Susurró. - Que el gran Kahless vele tu sueño y te proteja por siempre.


        Era su mejor amigo. Un hombre extraordinario, un superhumano, el único de su tipo. Desde que se conocían habían pasado juntos por más de un aprieto, luchando contra el Tal'Shiar *(servicio secreto romulano, ya extinto) y trabajando para Jim en Inteligencia. Arriesgadas misiones en las que tuvieron que salvarse la vida el uno al otro en más de una ocasión, sabía que él nunca le fallaría.


        Por eso, cuando se instaló con su familia definitivamente en la Tierra, hacía ya tres años, le habló de la ceremonia klingon y de lo que significaría para él que Khan le aceptase. Éste accedió, así que le llevó a su casa una noche en la que Bazthum y los niños habían ido a un aburrido concierto de música clásica. Nadie debe ser testigo de cómo un guerrero toma a otro por R'uustai. Khan realizó el ritual con escrupulosa exactitud, repitiendo con respeto las misteriosas palabras y los enrevesados movimientos de lucha en aquella especie de danza, los dos a solas en su salón. Desde aquel momento eran hermanos. Ahora que sus hijos salían juntos, eso les convertía también en familia y, tras lo sucedido en aquel pequeño camarote de la USS Farragut-B... ¿qué eran? ¿Tenía nombre aquello?


 - Klaa... métete en la cama y no te calientes más la cabeza. - El sobrehumano parecía que hubiera estado oyendo sus pensamientos. - Sólo ha sido una paja compartida, no es para tanto.


 - ¿No sientes como que has sido infiel a tu esposo? Bueno, a Chekov y a Sulu, vuestro amante. - Al klingon le costaba entender lo del amor a tres bandas. Sentado en su cama dejaba el pijama sucio a los pies, hecho una pelota.


 - Ni hablar... nada de eso. Mi corazón les pertenece a los dos. - Se giró en el estrecho catre para mirarle a la cara, sonreía divertido, sabía que Klaa no comprendía cómo podía amar a dos personas a la vez. - Nuestros matrimonios no se van a tambalear por esto, hermano. Si cada vez que Pavel prueba algo por ahí... quiero decir...


 - ¿No os guardáis fidelidad? - Le extrañó por un segundo. - Tienes razón, lo que ha pasado no tiene importancia. Y Bazthum nunca lo sabrá. - Lo dijo más para asegurarse de que el otro no se iría de la lengua que por otra cosa. - Queda entre nosotros, r'uustai... *(hermano)


 - Duérmete de una vez, Klaa. Ha sido un día muy largo. - Dándose la media vuelta se tapó hasta las orejas. - Para nosotros tres la fidelidad es otra cosa, algo mucho más grande que el sexo... aunque claro que me molesta saber que Pavel... ¡Ah, no importa!


 - ¿Sigue siendo un bala perdida? - Bromeó entre risas tendiéndose bajo su manta.


 - Genio y figura hasta la sepultura. - Rió con su amigo. - Buenas noches. Oye... - Se volvió un momento a mirarle entre la penumbra de la habitación. - Sé que no volveremos a hablar de esto, por supuesto con nadie más pero tampoco entre tú y yo y...


 - ¿Quieres decirme algo? - Preguntó levantando la cabeza de la almohada para verle mejor.


 - Me ha gustado. - Afirmó rotundo, con un gesto de asentimiento de su cabeza.


        Klaa asintió también y gruñó con suavidad, mostrando su acuerdo en aquella conclusión. Probablemente Khan tenía razón, la fidelidad a la pareja es algo más que el sexo... tiene que serlo. Nunca había tomado a otra mujer que no fuera su esposa, Khan era su hermano... su amigo... un hombre. Y aquello sólo había sido una paja compartida, un alivio para el guerrero... nada más.


 - Maldito Acturian Fizz... - Masculló antes de quedarse dormido.


 

Notas finales:

Lesek t'hyle, dif-tor heh smusma.

(Ni qué decir tiene que espero algún comentario a este capítulo)

Hoy, dos de noviembre, he cometido un error garrafal a la hora de actualizar el fic. El resultado es que fue eliminado. La memoria caché del navegador me ha permitido rescatar los comentarios a este capítulo. Imaginad cómo me he sentido al ver que todo desaparecía ... citando a Khan: ¿Cómo he podido ser tan estúpida? *(golpea su frente una y otra vez)

 


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