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EXTRAS por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Hay algo hermoso en el dolor, la pérdida, el sufrimiento. Algo muy bello, tanto como lo que podemos encontrar en la alegría y la felicidad. La belleza se halla en todas partes, a veces sólo es cuestión de mirar con otros ojos.


Siempre me he preguntado qué sintió Anton cuando, tras la muerte de Jim, George le dijo que se marchaba. Uno de esos momentos terribles de la historia, algo sobre lo que merece la pena detenerse y disfrutar de su hermosura. Espero que sea de vuestro agrado.


 

CANCIÓN DE UN ASESINATO


 


                                                                                                Cuando Anton alcanza niveles demasiado elevados de rabia, ira, miedo, furia o cualquier otra emoción negativa que pueda llegar a sentir, su telequinesia se descontrola. En tales casos se ve obligado a realizar considerables esfuerzos para evitar que su poder cause algún desastre. Es algo que le ocurre desde que cumplió los quince años y alcanzó la madurez sexual. Gracias a su octavo vulcano y a las enseñanzas de su abuelo Spock, aprendió que basta con realizar una sencilla cuenta atrás, respirar hondo y procurar evaluar la situación desde una perspectiva fría y lógica.


 - Cinco, cuatro, tres, dos, uno... - Respiró, buscando la calma en su interior. - Cinco, cuatro, tres, dos uno...


          Al verle contar hacia atrás comprendió lo que estaba pasando, le conocía demasiado bien y sabía perfectamente que ahora mismo, en ese preciso instante, Anton hacía todo lo posible por no reventarlo en mil pedazos sin llegar a tocarle siquiera. Agradecido y al mismo tiempo sintiéndose culpable por haberle llevado a esa situación, George le tendió una mano ofreciéndole así que leyera sus pensamientos.


 - Sabes que es lo mejor. Debo irme, lejos de ti... - El rubio susurraba las palabras tomando la mano de Anton entre las suyas, llevándosela a la frente para que le rozase por debajo del flequillo, como solía hacer. - No puedo seguir así, entiéndelo. Tengo que salir de aquí, marcharme de la Tierra, abandonar la Flota. He de encontrar mi propio destino, Anton.


          No dijo absolutamente nada, retiró la mano de la frente de su primo y bajó la mirada al suelo. Si seguía contando lo hacía para sus adentros. George no tenía ni idea de lo que le estaría pasando por la cabeza.


          Y así es cómo Anton vivió aquellos duros momentos. Acababan de celebrar las exequias por los abuelos Jim y Spock, cremando sus restos y esparciendo las cenizas en el océano Pacífico. Toda la familia estaba consternada por la pérdida, ya nada sería lo mismo sin el viejo Almirante Kirk y su esposo, y ahora... ahora venía George con esta maldita noticia.


          Anton se vió a sí mismo sentado en el centro de la habitación, a solas los dos, todos habían desaparecido de repente de casa de los abuelos. El sofá chester, donde sus padres, Khan y Pavel, descansaban en silencio aunque probablemente hablando entre ellos a través del vínculo, de pronto estaba vacío. Ya no podía escuchar la conversación que Klaa y Sulu estaban sosteniendo en la cocina, ni a Demora que, hasta hacía menos de un minuto, discutía con Sam y Jadzia sobre la duración que debía tener el permiso por duelo para la tripulación de la Reliant. Todo se había esfumado, sólo estaban él y George en mitad del cuarto.


          Sentado en una silla, con las manos aferradas al asiento, se vio paralizado mientras su primo permanecía en pie a su espalda. Inexplicablemente, George tenía en su mano la vieja pistola de coleccionista que el abuelo Jim solía guardar en el cajón de su escritorio, en la biblioteca. Su primo le apoyaba el arma contra la cabeza. Anton cerró los ojos y ¡bang! Estaba muerto. Eso es lo que para él había sucedido... aunque no hubiese allí ninguna silla y los dos estuvieran de pie, el uno frente al otro.


          Le estaba diciendo adiós, tal vez para siempre. Para Anton aquello era la muerte. George le estaba matando, sabía que lo hacía por piedad y se dejó morir. Cuando sintió el abrazo de su primo se abandonó a aquel contacto, quizás fuese el último. Sintió cómo el rubio le sostenía el cuerpo entre los brazos, no pretendía hacerle daño... le sostenía con fuerza, durante un buen rato, y lloró. George lloró con Anton pegado a su pecho.


 - Sé que él sabe que lo hace por piedad. Lo hace para librarme de las cosas terribles que trae la vida... y llora, él llora. - Pensaba Anton para sí mismo, sin permitir que su primo leyese su mente, sin dejar tampoco que Jadzia entrase en su cabeza, única y exclusivamente para sí mismo. - Sé que sabe que me está matando por piedad y ahí voy... Sujeta con firmeza mi cuerpo en sus brazos, no pretende hacerme daño, me sostiene fuerte. Lo hace para librarme de las cosas terribles que trae la vida... y llora, él llora. Cinco, cuatro, tres, dos, uno...


          Si para Anton no había nada ni nadie más allí, ensimismado como estaba en su dolor, George, en cambio, sí era consciente de que ambos se habían convertido en el objeto de todas las miradas: sus padres y los de Anton, sus tíos y primos, Jadzia y sus padres, todo el mundo les estaba observando. Puede que no les hubieran oído hablar pero bastaba con verles allí plantados, en el centro del salón, abrazados el uno al otro en completo silencio. George suspiró con fuerza y se alejó, dejando solo a Anton que se balanceó como si no fuera capaz de aguantarse sobre las temblorosas piernas.


          Ni David ni Jabin pudieron retenerlo cuando pasó por su lado en su huida, el rubio ya lo había hablado con ellos, con todos en realidad. Él ya se había despedido, no pintaba nada allí. Si acudió a la reunión familiar tras el funeral de los abuelos, fue sólo para poder decirle a Anton que se marchaba. Y ya lo había hecho, así pues, simplemente, se fue.


          Nada más cerrarse la puerta de la calle, a Anton le fallaron las rodillas y cayó al suelo con un golpe rotundo sobre la alfombra. Sam y Jadzia, que estaban justo detrás de él, trataron de ayudarle pero algo les impedía acercarse. Su telequinesia debía estar funcionando a pleno rendimiento porque un muro invisible le separaba de todo allí, como un campo de fuerza generado por su mente trastornada, impidiendo que nadie le tocase.


 - ¡Anton! - Jadzia le llamó en un grito tras comprobar que tampoco era posible penetrar en sus pensamientos con el tel. *(vínculo)


 - Es inútil... - Khan se puso en pie, sabía perfectamente que nadie podría atravesar aquel muro a menos que Anton lo permitiera. - Jadzia, déjalo.


 - Sinco, cuatro, tres, dos, uno... moy syn... *(hijo mío) – Pavel susurró las palabras, intentando acariciarle usó también su poder pero la barrera que rodeaba a su hijo resultaba impenetrable. - Ah, moy malen'kaya oshibka... *(mi bichito)


 - Será mejor que nos vayamos, dejemos que Jadzia se ocupe de esto. - Habló Sulu con la sabiduría que da la experiencia.


 - Estará bien, Sam... - Demora le tomó la mano y tiró de él hacia la calle, el médico había sacado un tricorder de a saber dónde y se disponía ya a examinar a su primo.


 - De acuerdo pero... - A regañadientes, Sam la acompañaba a la puerta. - Jadzia, si no se calma... dale un pinchazo con esto. - Le dijo entregándole un hipospray.


 - Eso si es que puede atravesar su muro. - Añadió Klaa dejando pasar a su esposa primero. - Querida...


          En unos minutos el salón estaba vacío, ahora de verdad. Los padres de Jadzia decidieron quedarse en casa de Sulu, los de George se marcharon a la suya. Jabin estaba demasiado afectado por la reciente muerte de su suegro y que su hijo estuviera haciendo las maletas para irse lejos del nido acabó por rematarle. El kazon entró en una especie de histeria llorona y no dejaba de gritar, David tuvo que pedirle un sedante a Alex... pero todo eso estaba sucediendo fuera. Para Anton, el mundo no se había movido ni un milímetro; la Tierra había dejado de girar en el instante en que George le dijo que se marchaba... lejos... que le abandonaba. Estaba muerto, su primo le había matado. ¡Bang! Y allí iba él...


 - Cinco, cuatro, tres, dos, uno... - Murmuró entre dientes. - Cinco, cuatro, tres, dos, uno...


          Sentado a su lado en la alfombra, Jadzia notó el silencio de la casa vacía y se estremeció. La noche iba a ser larga, Anton no le permitía tocarle y mucho menos acceder a su mente. Le veía contar una y otra y otra vez, tratando de controlar sus emociones con aquella letanía. Sabía que la casa podría ponerse a temblar si hacía algo que le contrariase, así pues el klingon se limitó a mirarle sin decir nada. Klasha dormía en la planta de arriba, ocupando el cuarto al fondo del pasillo, el que perteneciera a su abuela Amy. Todo estaba tranquilo.


 - Cinco, cuatro, tres, dos, uno... - Repitió Anton por enésima vez. - El arma se ha marchado, y yo también... y ahí voy...


 

Notas finales:

Como habréis podido comprobar al abrir el enlace del título, tanto si entendéis algo de inglés como si os habéis tomado la molestia de buscar en goolge la traducción de la letra, este capítulo está claramente inspirado en el tema “Murder Song (5, 4, 3, 2, 1)” de Aurora Aksnes. Esta chica es una ninfa, un hada, un ángel...


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