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EXTRAS por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Llevaba tiempo queriendo escribir algo divertido, una de esas aventuras de la vieja tripulación del Enterprise que los abuelos de Anton y George se entretenían en narrarles sentados en el sofá chester, durante las aburridas tardes de invierno de su infancia, y así ha surgido esta OVA de cinco episodios titulada Puro Teatro.


Sirva de homenaje a uno de mis géneros favoritos: la comedia. Aunque es sabido que en el fondo me gustan todos, la verdad.

 

PURO TEATRO. PARTE I:

Una visita esperada

 

 - “Cuaderno de bitácora, fecha estelar 3154.8. Se ha recibido un mensaje de la Flota en el que se nos encomienda la misión de recoger en Gamma XII al Secretario de Estado Garth de Izar, de la raza andoriana, y escoltarlo hasta Eminiar VII con el fin de entablar relaciones diplomáticas entre sus habitantes y los de Vendikar, su planeta hermano dentro de su sistema solar. Ambos mundos arrastran una larga historia de enfrentamientos, esperemos que esa... - Aquí Jim balanceó la silla de mando a derecha e izquierda para terminar girándola ligeramente hacia su primer oficial, Spock le miraba atento. - Bueno, que esa locura que es la violencia no afecte al Enterprise. Capitán Kirk, cierro.”

 - Señor, nos acercamos a Gamma XII. - Informó Sulu desde su puesto de piloto.

 - Órbita estándar, teniente. - Le ordenó Jim. - ¿Está listo el Secretario para subir a bordo, teniente Uhura?

 - Acaba de contactar, capitán. - Respondió Nyota sujetándose el pinganillo a la oreja. - Sí, su excelencia está listo.

 - ¿Y estamos nosotros preparados para que lo haga? - Al preguntar esto se dirigió a todo el personal, especialmente a McCoy a su espalda, que le miraba nervioso y con la ceja derecha levantada.

 - Ya sabes lo que pienso de todo esto, Jim. - Comenzó a refunfuñar el médico.

 - Capitán... - Le corrigió el rubio interrumpiéndole.

 - ¡Ah, sólo espero que salga bien! - Exhaló el doctor llevándose una palmada en el hombro por parte del rubio cuando éste pasó a su lado hacia el monitor principal.

 - ¡Saldrá bien! - El capitán sonrió con su pícara boca retorcida. - Todo el mundo a sus puestos, empieza la función. Y recuerden: nada de usar los nombres de pila; eso va por ti, Bones. - Se carcajeó señalándolo con el dedo.

          El rubio observó el espacio exterior a través del panel principal en el puente, sintiendo que todo el personal a su espalda aguardaba expectante a que dijese algo. Estaba preocupado, desde bien temprano esa mañana sentía un extraño runrún en las tripas, para tranquilizarse tuvo que respirar profundamente antes de hablar. No era cuestión de transmitir su desconfianza a la tripulación, ya bastante inquietos estaban todos.

 - Señor Scott... - Habló sabiendo que Nyota haría llegar su voz hasta su prometido en ingeniería. - Adelante con el teletransporte del Secretario.

          Sus órdenes fueron cumplidas, no cabía esperar otra cosa. Scott subió a bordo al diplomático andoriano y, como había dicho Jim, la función empezó. Amy tenía dos años, hacía casi tres que sus papás se habían casado en secreto en Nuevo Vulcano, y nada de toda esa preciosa historia debía llegar a oídos de sus superiores en la Flota Estelar. ¿Cómo iban a ingeniárselas en el Enterprise para ocultarlo? Una semana antes habían tenido una reunión en la sala de conferencias de la cubierta B para acordar cuál sería el plan y las diferentes estrategias a seguir.

 - Orden... - Levantó la voz dando una palmada al aire. El murmullo generalizado se estaba convirtiendo en un auténtico barullo. - ¡Orden digo! - Terminó gritando y golpeando la tribuna desde la que se estaba dirigiendo a la tripulación. - Señoras, caballeros... si hablamos todos a la vez no habrá modo de entendernos.

 - ¡Yo solo digo que esto es el fin, Jim! - La voz de McCoy sonó más estridente que de costumbre, el médico carraspeó y regresó a su tono normal de renegón empedernido cuando estuvo seguro de que todos podrían escucharle. - Se acabó, no podré mantener en secreto el proyecto de estudio sobre vida procedente del exterior de la Galaxia. ¡Ese tipo pedirá pruebas, avances... yo qué sé! ¿Qué quieres que le enseñe?

 - ¿Qué tal algo que no pueda ver, doctor? - Pavel se había puesto en pie, todo el mundo se giró para mirar al favorito del capitán ponerse colorado hasta las cejas. Detestaba tener que hablar en público.

 - ¡Muy útil, Chekov! Tus sinsentidos nos vienen de perlas, ahora mismo es lo que necesitamos.

          Ése era Riley, el irlandés que habitualmente ejercía de ayudante del jefe de ingeniería cuando no se veía obligado a intercambiar su puesto con el de Pavel, cosa que sucedía cada vez que al capitán se le antojaba dejar que su niño juguetease con los motores. Su observación provocó una fuerte carcajada en la sala, al ruso le ardían las orejas.

 - Explíquese, alférez Chekov. - Intervino Spock, su voz profunda y aterciopelada impuso el silencio entre la tripulación. - ¿Algo que el Secretario no pueda ver? ¿A qué se refiere?

 - Como proyecto de estudio de la vida en el exterior de la Galaxia... - Pavel tomó aliento antes de continuar. - Dabai, *(vamos) doctor: las bacterias también están vivas, ¿no es ssierto?

 - Sí, ya veo por donde vas... Algo que no pueda ver, ya lo entiendo. Tendré que inventarme un buen montón de análisis de laboratorio y listas infinitas de números que no digan nada, algo que el hombre no entienda y que le asombre lo bastante como para dejarme seguir con el proyecto sin llamar demasiado su atención, tampoco es cosa de que envíe a los mejores científicos de la Federación para echarme una mano con el asunto... - McCoy volvía a sentarse dándole vueltas en la cabeza a la idea de Chekov. Tenía mucho trabajo por hacer.

 - Gracias alférez. - Spock felicitó al ruso por su aportación. - Puede regresar a su asiento, a menos que quiera compartir algo más...

          Pavel seguía plantado en mitad de la sala, con la cara roja como un tomate y una tímida sonrisa dibujada en el rostro casi infantil. Sus ojos aguamarina brillaron con intensidad, parecía que fuese a añadir algo abriendo la boca y tomando aliento de nuevo. Luego negó enérgico con la cabeza, los rizos castaños se agitaron sobre su frente. Sulu le tiró de la manga del jersey color mostaza consiguiendo que se sentara por fin a su lado y no echase a correr en cualquier dirección, que era lo que en realidad estaba pensando.

 - ¡Mi niño ha tenido una idea brillante! Sólo tienes que desarrollarla un poco, Bones, y ese tipo no se enterará de lo de Amy. - Jim sonreía orgulloso de su futuro yerno, como siempre.

 - Podremos arreglárnoslas para ocultar la niña a ojos del Secretario, Jim. - Argumentó la enfermera Chapel con tono firme a la par que dulce. - La nave es enorme, si sabemos dónde se encuentra el visitante podremos evitar que se cruce con Amy. Todas mis enfermeras se han ofrecido voluntarias para ser su niñera durante los días que el andoriano esté a bordo.

 - En tal caso le colocaré un transmisor molecular cuando le teletransporte. - Intervino Scott. El escocés sonrió satisfecho al ver cómo su idea era acogida con agrado por todos los presentes, sobre todo por su novia. Uhura le miraba con verdadera devoción.

 - Un transmisor molecular... - Murmuró Nyota. - ¡Espléndido, Monty! La computadora podrá localizarlo en cualquier momento.

 - Bien, tema resuelto. - Jim suspiró aliviado. Después de todo no era el fin, como se temía McCoy. - Agradezco una vez más la colaboración del personal y su discreción a la hora de ocultar a la Flota los hechos. Que Spock sea mi marido y que hayamos tenido una hija no debe salir a la luz. Ya saben todos ustedes lo importante que resulta este punto en concreto pues, si mal no recuerdo, hay una norma que nos obligaría a separarnos y, bueno, explicar la existencia de Amy... - Jim volvió a dar una palmada, esta vez a modo de recapitulación. - Pero la niña será ocultada a la vista del Secretario. Y si éste consulta por tu proyecto de estudio, Bones, ya sabes lo que tienes que hacer: bacterias, una idea genial, Pavel. Sólo serán unos días, el tipo no se enterará de nada y las cosas seguirán como están. ¿Alguna otra pregunta, señoras y caballeros?

          El murmullo en la sala volvió a ser generalizado. La tripulación estaba inquieta por la inminente presencia de un extraño que venía a meter las narices en sus vidas. Sulu advirtió que a su joven amigo le temblaban las piernas, en concreto la izquierda, que no dejaba de subir y bajar con un rápido movimiento que ejercía apoyando sólo la punta del pie en el suelo. El japonés dejó caer el peso de su mano encima de aquel muslo inquieto y lo apretó con confianza. Riley se sonrió al observarlo.

 - ¿Ninguna duda? - Repitió el capitán mirando detenidamente a los presentes, paseando la vista por toda la sala y localizando una mano alzada al fondo de la misma. - ¿Sí? ¿De quién es esa mano? Póngase en pie y diga lo que tiene que decir.

 - Verá, capitán... - Un hombre que vestía jersey rojo, de unos treinta y tantos años de edad, se puso en pie atrayendo las miradas de sus compañeros. - Sabemos que su matrimonio con el comandante Spock contraviene las normas, si la Flota se entera les prohibirán trabajar en la misma nave. Lo del misterio que rodea a su hija, señor, es algo que se nos escapa a todos, pero la pequeña es tan querida... ¡Es la alegría del Enterprise! No permitiríamos que la apartasen de nosotros, nos encanta que sea miembro de la tripulación.

 - Sargento Johnson... ¿verdad? - Como capitán, Jim conocía a cada miembro de su equipo. El hombre asintió desde el final de la sala. - Gracias otra vez por todo esto, a usted, a todo el mundo. Les estoy sinceramente agradecido por su silencio y su comprensión pero... ¿a dónde quiere ir a parar?

 - Pues... - El camisa roja carraspeó incómodo. - Verá, capitán. Es que se le va a notar.

 - ¿Notar? - Preguntó con su voz más aguda y chillona, levantando la mano derecha y haciendo con ella grandes aspavientos. - ¿Notar el qué, sargento?

 - Pues... - Johnson miró a sus colegas de seguridad, los camisas rojas se reían entre ellos por lo bajo. - Me refiero a eso, señor. - Añadió señalando la mano del capitán que apuntaba con los dedos al suelo en una pose bastante amanerada.

 - Creo que el sargento Johnson, Jim, está hablando de la posibilidad de que el Secretario de Estado descubra, por tu manera de comportarte, todo el pastel. - Le aclaró Nyota llevándose la mano a la boca para frenar una risita descontrolada.

 - ¿Mi manera de comportarme? - Jim seguía chillando, al darse cuenta tosió y bajó la manita del mismo modo que el tono. - ¿Mi manera de comportarme? - Repitió con voz grave y gesto severo. - Soy el capitán de esta nave, oficial. Créame, sé muy bien cómo comportarme ante un superior.

 - ¡Nada de llamarnos por los nombres de pila, entonsses! - Intervino Pavel poniéndose de nuevo en pie. - Trato formal para todos y... ¡Y dormitorios separados!

 - ¡Por supuesto! - Exclamó Scott levantándose a su vez. El secretario no tenía por qué conocer la puerta secreta que unía los camarotes del primer oficial y el capitán.

 - ¿Para todos? - Consultó Christine Chapel mirando de reojo a su amante, el doctor McCoy.

 - Se trata de ocultar nuestra relación, de tornar el ambiente del Enterprise, últimamente demasiado cálido y hogareño, en un entorno meramente profesional donde las relaciones humanas no tienen cabida. - Spock era consciente de que, a medida que avanzaba en su discurso, un rumor de disconformidad crecía entre la multitud. - Esto causará buena impresión al andoriano, su raza valora en gran medida la eficiencia en la realización del trabajo.

 - Pero... ¿es para todos? - Scott tenía una sonrisa tensa clavada en la cara, miraba alternativamente a su prometida y al comandante vulcano. - Lo de fingir que no hay relaciones entre nosotros... Nae, *(no, escocés) Spock, ¿qué le importa al pitufo secretario lo que un escocés haga en su vida privada con su preciosa perla negra?

          La referencia al color azul del polémico visitante provocó otra sonora carcajada en la sala, luego los murmullos se fueron incrementando, adquiriendo ya la categoría de protesta.

 - Será más sencillo para mi emotivo esposo fingir una fría relación profesional si toda la tripulación realiza el mismo esfuerzo. - Añadió Spock justificando su teoría. - Con los años hemos olvidado lo que somos: miembros de la Flota Estelar. Las misiones que hemos compartido, las experiencias que hemos vivido, han relajado indiscutiblemente nuestras costumbres haciendo que nos comportemos más como una familia que como militares. El trato formal será imprescindible, las relaciones amorosas sí son algo que podríamos considerar...

 - ¡Alto ahí, duende! - Le interrumpió McCoy plantándole la mano abierta delante de la cara, cosa que desconcertó al vulcano. - Baja esa ceja. ¡No pienso dejar de dormir con mi novia solamente porque tu maridito sea incapaz de parecer un machote!

 - ¡Bones! - Gritó Jim ofendido. - ¿Quieres pasar la visita del anodoriano en los calabozos?

 - ¿Me amenazas, nenaza? - Las carcajadas en la sala se incrementaron con la rima involuntaria de McCoy.

 - ¡Basta! - Chilló Nyota harta ya de tanta testosterona suelta. - Hemos de controlarnos, Spock tiene razón. Trato formal y prescindir de relaciones amorosas o “excesivamente amistosas” durante la visita del Secretario. Así será más sencillo evitar escenas como esta. - Añadió mostrando, con un gesto de su mano abierta, al alborotado personal a su alrededor. Todos estaban prácticamente desarmados en sus asientos por las carcajadas, esperando que el oficial jefe médico y el capitán terminaran enzarzándose a puñetazos.

 - La señora afirma que el duende está en lo cierto, como siempre. - Farfulló McCoy. - ¡Está bien! De todos modos ese entrometido no tiene por qué enterarse de nuestros líos de cama.

 - Ya no podrás colarte en el camarote de Sulu, Chekov... - Susurró Riley dándole un codazo al ruso en las costillas. - Sé que le robas los calcetines.

 - ¡Ah, cállate, Kevin! - Protestó el japonés que le había escuchado a la perfección. - Tú tampoco podrás escabullirte para echar un trago en mitad del turno. Ya lo has oído: somos miembros de la Flota Estelar, no estás en tu casa.

 - ¿Insinúas que mi relación más seria la tengo con la botella? - Preguntó Riley algo ofuscado.

 - Eres irlandés, ¿no? - Fue la ofensiva respuesta de Hikaru.

 - Epa yepa yep! - Exclamó el ruso interponiéndose entre sus camaradas, los dos se habían encarado y no se miraban con buenos ojos precisamente. - Esta clase de relassión “ekssesivamente amistosa” también queda prohibida. Somos militares, caballeros. Teniente Sulu, teniente Riley... - Dijo poniendo su cara más seria. - Nada de confianssas y trátense de usted.

          Ni qué decir tiene que la reunión de personal se disolvió por sí misma. Después de lo acordado acerca de guardar las apariencias delante del andoriano, al que todos empezaban a llamar “pitufo secretario”, los murmullos fueron seguidos por innumerables discusiones que surgían espontáneamente aquí y allá. Spock seguía con su ceja levantada, le era complicado entender a los humanos por muchos años que llevase conviviendo con ellos.

 - Jim, ¿crees que seremos capaces de comportarnos como soldados de la Flota? - Le preguntó usando el tel. *(vínculo)

 - Más nos vale por la cuenta que nos trae. - Fue la respuesta que el capitán le dio, del mismo modo, antes de hablar en voz alta. - Voy a darle la cena a la niña, te espero arriba, amor.

          Antes de irse fue a besar a su marido en la mejilla, justo por encima de la perilla, como solía hacer cada vez que se separaban aunque sólo fuese por un rato. Sin embargo se detuvo a tiempo y, con una retorcida sonrisa, se giró sobre sus talones y desapareció por el corredor sin más. Tenía que practicar si quería hacer un buen papel delante del diplomático.

 

(Continuará...)

 

 

Notas finales:

Lesek t'hyle, dif-tor heh smusma.


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