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EXTRAS por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Cuarta entrega de esta OVA, Puro teatro, donde se habla de un misterioso brebaje curativo que utilizan los vulcanos cuando no pueden controlar el dolor con su disciplina kolinahr... invento mío, no hagáis caso. Ojalá Jim no lo hubiera encontrado donde lo dejé: en su camarote del Enterprise.

PURO TEATRO. PARTE IV:

El brebaje vulcano

 

                                                                  El plan que la idea de Pavel había inspirado en Jim, consistía en regresar al planeta y encontrar el modo de destruir los ordenadores, acabando así con los malditos juegos de guerra de una vez por todas. Entretanto, si les ordenaban morir, se negarían poniendo en jaque a ambos mundos hasta lograr que se sentaran a negociar. Parecía fácil, al menos su planteamiento lo era, sin embargo no fue nada sencillo de poner en práctica gracias, en parte, a la inestimable colaboración del Secretario de Estado andoriano, Garth de Izar.

 - ¡No irán a ese planeta sin mí, capitán Kirk! - Gritaba el pitufo a pleno pulmón en la sala de juntas situada bajo el puente de mando. - No me fío de esos eminiaritas. Ha resultado evidente que continúan siendo una civilización violenta, beligerante...

 - Por favor, si se matan de una forma muy civilizada... - Murmuró McCoy por lo bajini cargado de cinismo.

 - Pero se matan, doctor. - Intervino Spock. - Aunque se trate de un juego generado por ordenador, con objetivos elegidos ya sea al azar o siguiendo algún patrón estratégico, el hecho es que no deja de ser una guerra.

 - ¡Qué horror! - Exclamó Uhura. - Semejante deshumanización...

 - ¡Exacto! No tiene sentido que sigamos aquí. ¿Para qué tratar de imponer la paz entre ese planeta y Vendikar? - El andoriano vio que tenía razón y elevó aún más el tono de su discurso. - ¡Ambos mundos están demasiado atrasados para ser recibidos por nuestra Federación de Planetas Unidos!

 - Puede que no estén listos para la tecnología que permite los viajes interestelares... - Observó Scott. - Pero dejar que se eliminen mutuamente... ¡Nae, señor! No deberíamos permitirlo.

 - Olvida usted, ingeniero jefe, la primera norma de la Flota Estelar. - Le contrarió el Secretario de Estado. - ¡La no injerencia! - Remarcó levantando su afilada nariz por encima de todos los que estaban alrededor de la mesa. - Tendré que tomar medidas contra usted, contra todo aquel que la viole.

          La habitación se llenó de murmullos hasta el bajo techo, las luces led y la ausencia de ventanas le conferían un carácter agobiante, no en vano se debatían allí habitualmente asuntos de vida o muerte. De pronto Jim empezó a hablar, calmado, con tono neutro y algo cansado a decir verdad. Seguía doliéndole la cabeza.

 - En esta nave yo soy el capitán, señor Garzdéizar... - Pronunció el nombre con cierto acento vasco, de inmediato los murmullos perecieron ahogados por su aterciopelada voz. - Yo soy quien toma las decisiones y ningún miembro del cuerpo diplomático de la Federación, por muy azul que sea, va venir aquí a decirme cómo he de gobernar a mis hombres.

 - ¿Piensa saltarse la Primera Regla? - Preguntó escandalizado el Secretario de Estado.

 - Haré lo que sea necesario para preservar esos millones de vidas, es mi trabajo. - Remató levantando la mirada y dibujando en su rostro la más retorcida de sus sonrisas.

 - Así se habla, Jim. - Vitoreó Nyota mordiéndose el labio y rectificando de inmediato. - Digo, capitán.

 - Esta vez bajaremos Spock, Pavel, Johnson y yo mismo. - El rubio empezaba a levantarse de la mesa, dando la reunión por concluida. - Nyota, a las comunicaciones. Envía mensajes a los dos planetas al mismo tiempo. Scotty, quedas al mando. Apunta con los torpedos fotónicos ambos objetivos, ¿queda claro?

 - Si va Pavel yo también voy. - Añadió Sulu poniéndose en pie. - Alguien tiene que protegerle mientras sabotea los ordenadores de los eminiaritas y el sargento Johnson estará muy ocupado procurando vuestra seguridad, Jim.

 - Está bien, Hikaru. - Rió el rubio. - No seré yo el que te lo prohíba.

 - ¡No! ¡Nada de eso! - El andoriano empezaba a ponerse lila, seguramente por la cólera creciente en su interior. - ¿Acaso no me han escuchado? ¡No permitiré que interfieran en el desarrollo de esas culturas! ¿Y qué es eso de Pavel e Hikaru? - Preguntó refiriéndose únicamente al tuteo.

 - Oh, eso mismo nos preguntamos todos los demás, pitufín... - Murmuró el doctor McCoy arrancando en sus compañeros una buena carcajada, salvo en Spock, claro está, quien permanecía impertérrito.

 - Comandante, apelo a su lógica vulcana. - Le habló el ya iracundo Secretario. - ¡No puede tolerar este arranque de... de...!

 - ¿Humanidad? - Spock pronunció la palabra elevando ligeramente las comisuras de sus finos labios, con sus ojos color chocolate examinaba detenidamente al diplomático. - Creo que es la palabra que estaba buscando.

          El tipo se quedó congelado, ¿cómo rebatir tan contundente respuesta? Aún así se empeñó en acompañar a la nueva expedición de desembarque; si el capitán Kirk y su tripulación pretendían quebrantar las sagradas normas de su amada Flota, alguien tendría que hacer de testigo para poder informar al Cuartel General.

 

                     Todos tenían sus órdenes. Nyota redactaba los mensajes de manera que fueran claramente comprensibles para las culturas vendikarita y eminiariana. Scotty revisaba la santabárbara de la nave cuidando que todo estuviese a punto. McCoy se refugió en la enfermería, contento por una vez de no ser miembro de la expedición; aprovecharía para darle un buen repaso a los materiales del dispensario en compañía de la enfermera Chapel.

          Y allí les descubrió Jim cuando iba a hacerse con otro analgésico, el dolor de cabeza se había vuelto insoportable. Las hábiles manos del doctor recorrían la espalda de la rubia en sentido descendente, entreteniéndose un buen rato en palpar las duras nalgas. A Jim le dio por reír y se largó sin decir una palabra, sus amigos ni siquiera le vieron. Pero necesitaba algo antes de ir a la sala del transportador y partir hacia el planeta.

          Entonces recordó que Spock, en su zona de meditación, solía guardar una botellita de cristal negro y de forma humanoide con una especie de licor curativo. Su marido no acostumbraba a tomar ese remedio, hecho a manejar el dolor con su famosa disciplina vulcana, pero le gustaba saber que siempre había un trago a mano por si era necesario. Era un regalo de su padre y el envase resultaba de lo más decorativo.

          El capitán se coló en su habitación quedándose en camiseta, aprovecharía para cambiarse el uniforme, y fue derecho a la estantería. Cogió un vasito y lo llenó con el líquido dorado, empinándose a morro el resto sin dejar una sola gota. Sabía fuerte, debía contener algo de alcohol. Jim volcó el chupito preservado de nuevo en la botella y, poniéndole la cabeza que hacía las veces de corcho, la devolvió a su lugar. Aquí no ha pasado nada, se dijo a sí mismo buscando en el armario un jersey limpio que ponerse.

          Sulu y Pavel llegaban juntos a la sala de teletransporte. El japonés le ayudaba a cargar con el complicado equipo electrónico que tendría que utilizar en su misión. Al ruso le temblaban las piernas, detestaba el trabajo de campo. No era la primera vez que estaba a punto de palmarla durante una expedición a un planeta desconocido.

 - Tranquilo... - Le susurró el japonés. - Será coser y cantar, esos ordenadores los jaqueas tú en cero punto cero uno.

 - ¿Llevas tu wakissashi? - Consultó evidentemente asustado.

 - ¿Para que se extravíe o algo peor? Ni hablar, si buscas mi espada la encontrarás en mi dormitorio... Tendrás que conformarte con esto. - Añadió refiriéndose a su fáser colgado del cinturón, levantándose el jersey por la parte de atrás.

 - ¡Teniente Sulu, alférez Chekov! - Les llamó la atención el pitufo secretario, haciendo su aparición en la sala con grandes aspavientos. Las últimas frases que había escuchado le tenían escandalizado. - Una cosa es que se tuteen ustedes, otra muy distinta es que anden coqueteando por ahí.

 - Por fin una voz sensata en toda esta historia... - Masculló Riley asomando detrás de los controles, el irlandés había observado toda la escena en silencio, con su risita maliciosa.

 - ¿Otra vez le estabas dando al whisky ahí escondido, Kevin? - Le atacó el japonés.

 - ¡Ah, Hikaru, no me toques las pelotas! - Protestó el pelirrojo. - Me estaba ocupando de que todo funcionase correctamente, ya sabes lo delicados que son estos condenados teletransportadores.

 - ¡Hagan el favor de moderar su lenguaje, caballeros! - Siguió luchando su batalla perdida el andoriano. - ¿Dónde están el capitán y los demás?

 - Sargento Johnson reportándose en la sala del transportador. - Anunció el hombre su propia presencia con rotundidad al entrar en la estancia.

 - Oh, me alegra ver que no todos ustedes son igual de indisciplinados. Deberían ascenderle a usted a teniente, me ocuparé de ello. - Prometió el Secretario al bueno de Johnson. - En cambio sus compañeros... El uno bebiendo a escondidas, el otro hablando de favores sexuales a un pobre muchacho inocente... ¡Sé muy bien a lo que se refiere con eso de que encontrará “su espada” en el dormitorio, señor Sulu!

 - ¡Eh! No tan inocente... - Protestó de nuevo Riley. - Estoy seguro de que Pavel sabe perfectamente dónde está esa espada.

 - ¡Comandante Spock! - El pitufo secretario le llamó a su lado. - ¡Llega usted a tiempo! Sospecho que el teniente Riley se encuentra ebrio y creo que el teniente Sulu precisa urgentemente de una charla acerca del delicado asunto que es el acoso sexual en el trabajo.

 - ¿Aún no ha llegado Jim? - Fue lo único que dijo el vulcano, ignorando todo lo que salía por la boca del diplomático. - ¿Dónde se habrá metido? Voy a buscarlo.

          Y con la misma inercia de su entrada, Spock ejecutó su salida de escena. Al andoriano se le quedó cara de idiota al verlo desaparecer. Había dicho "Jim" y no "capitán", eso no le pasó inadvertido.

 

 - A'nirih... Beles draro, no me des más besos... - Se quejaba Amy del fuerte olor en el aliento de su padre, apartándole la cara con ambas manitas. El rubio no dejaba de achucharla entre sus brazos.

 - Mi bebé, mi lindooo... bee-bé... - A Jim le costaba un poquito hablar, tal vez el brebaje empezaba a hacer efecto.

 - «EL LOBO... EL LOBO...» - Repetía Pedro sin cesar, detectando la presencia del Secretario en la misma cubierta.

 - Señor, le esperan a usted en la sala del transportador. - Le dijo el tripulante Chase intentando tomar a la niña de sus brazos, cosa complicada pues el capitán no parecía querer soltarla.

 - «SE ASSERCA EL LOBO...» - Seguía insistiendo el pad.

 - ¿None tá el lobito? - A Amy toda aquella historia la tenía intrigada.

          El comunicador personal de Jim se puso a pitar, tenía que responder. Dejando que Chase sujetase a la niña cogió el aparato y, olvidando que era una vídeo llamada, se lo llevó a la sien para hablar.

 - Aquí James T. Kirk, capitán de la USS Enterprise. ¿Quién es? - Preguntó hablando por el comunicador ofreciendo un generoso primer plano de su oreja derecha y su mentón.

 - Jim, ¿dónde andas? - La voz de Spock al otro lado denotaba cierto agotamiento. - He estado utilizando el tel *(vínculo) y nada. ¿Se puede saber qué te pasa? Te esperamos en la sala de teletransporte.

 - Estoy de camino... - Masculló cortando la comunicación. - Pórtate bien, mi bee-bé. Los papás volvemos en un tris.

 

                   Entró tambaleándose, su marido tuvo que ayudarlo a subir los escalones hasta la plataforma del transportador. Para entonces todos los artefactos de Pavel estaban colocados, apilados en orden sobre uno de los círculos. El propio Chekov, Sulu y el sargento Johnson, aguardaban en sus puestos a ser desmaterializados. Riley se carcajeaba detrás de los controles y al Secretario de Estado, Garth de Izar, estaba a punto de caérsele la mandíbula al suelo.

 - ¿Borracho? - El andoriano no daba crédito. - Se dispone usted a desembarcar en Eminiar VII, un mundo en guerra, liderando una expedición con la intención de quebrantar la Primera Regla de la Flota... - Tomó aliento, el comandante vulcano se aseguraba de que su capitán mantuviera la verticalidad, sobre una de las plataformas, sosteniéndolo indecorosamente por las caderas. - ¿Y se presenta usted borracho?

 - ¿Listos para el transporte? - Consultó Riley.

 - Adelante, Kevin. - Respondió Spock. - Bájanos ya.

 

(Continuará...)

 

Notas finales:

Lesek t'hyle, dif-tor heh smusma.


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