Insomnio
Son las 2:00 y no consigo conciliar el sueño. Tumbado en la cama boca arriba, me dejo hipnotizar por las sombras que acarician el techo en un ritmo parsimonioso, proyectadas por la claridad que se cuela por la ventana y el rotar cansado de un viejo ventilador.
Te revuelves a mi lado recordándome que estoy acompañado. No te preguntes cómo he podido olvidarlo, simplemente es un sueño demasiado bueno para ser cierto.
Me gusta observarte mientras duermes. Tu rostro se relaja, tu piel se ve más pálida, coloreada por los tonos azules de la noche. Me viene a la mente su tacto suave y el olor que me embriaga cuando estoy cerca de tí. Y es que, aunque tu no lo sepas, aún cuando tu no estás, sólo con recordarte se eriza mi piel y me parece que puedo percibir tu aroma en la lejanía.
Nunca has apreciado tu aspecto, piensas que no resultas atractivo a los demás. Yo pienso, sin embargo, cómo puedes ser tan perfecto y no darte cuenta de ello. Tus ojos color miel, ahora cerrados delicadamente. Tu nariz, segun tú más grande de la cuenta, pero perfecta a mi parecer. Tus labios suaves y cálidos, ligeramente entreabiertos, y tu cabello castaño que cae como una cascada sobre la almohada y sobre tu cuello.
Tu cuello...Uno de mis placeres más secretos. Y cómo se une con tu torso, con tu espalda. La curva que dibuja tu cintura y la une con tu pelvis, es, estoy seguro, una de las vistas má hermosas que contemplaré en mi vida, y el hueco que se forma entre tu piel y tus pantalones, es probablemente el lugar en el que más me gusta estar. La sábana que cubre tus piernas me impide proseguir con mi recorrido, pero no importa. Aunque no pueda verlo ahora, te conozco de memoria.
Una bonita y tranquila estampa, el único movimiento que reflejas es el vaivén de la sombra del ventilador que oscila en el techo. Y duermes tan tranquilo, que quisiera que el tiempo se detuviera, porque así no tendre que ver nunca más tu rostro verter una lágrima por mi culpa. Ni tus ojos cargados de tristeza cuando tratas de sonreirme. Porque es precisamente cuando sonríes, cuando puedo adivinar cómo te sientes.
Te retengo a mi lado, y no quiero dejarte marchar, mi tierno muchacho. Aún sabiendo que mi naturaleza es ser cruel. Aún sabiendo, que por mucho que te amo, acabaré haciéndote daño de verdad. Soy tan torpe, que no puedo evitar equivocarme, siempre por algun motivo egoista. Y tú...simplemente sonríes, y perdonas...cuando voy a tí a decirte: lo siento.
Pero quisiera que te enfadaras. Que me gritaras que te ha dolido, que te he hecho daño. Pero no lo haces, y sigues amándome, me abrazas y perdonas. Incluso te preocupas porque me descuidas a veces, aún sabiendo yo que no me merezco ninguna de tus atenciones. Y sin embargo, te quiero tanto...que la sola idea de perderte, me hace morir.
Y ahora, no sé lo que te ocurre. Quiero pensar que no soy yo la causa de tu tristeza, quiero ayudarte a superar cualquier obstáculo, pensar que mi vil existencia puede dejar caer algo de luz sobre tu persona. Quiero que brilles, quiero que sonrías de verdad, como sólo tú sabes. Por eso no despiertes, sigue durmiendo apaciblemente, porque así no tendré que volver a ver la tristeza en tus facciones.
Y si yo soy la causa, por favor...abandóname de una vez y búscate una vida con alguien que merezca la pena. Porque yo no tengo el valor de abandonar lo único que me hace sonreir en este mundo, y eso es tu mera existencia.
Te quiero tanto, pero tanto...