Era un día como cualquier otro en Revonnah, todos los habitantes se encontraban disfrutando de la paz de aquel bello planeta. Cerca de los campos de cultivo, un joven plomero se encontraba bastante aburrido. Hacía poco que había terminado su entrenamiento en la Academia, extrañaba la aventura y a sus compañeros.
Aunque se graduó con todos los honores, la organización decidió asignarlo a su planeta natal. Todo el mundo envidiaba la suerte del revonnahgander, era el único plomero de su escuadra que se quedaría en su lugar de nacimiento. Él sentía que todo su entrenamiento era desperdiciado al quedarse en su hogar, un lugar tan tranquilo no necesitaba tal protección. Quería tener grandes misiones, quería conocer el universo, ser un héroe, al igual que su ídolo . . .
— Blonko – se escucha una voz desde su comunicador, casi lo mata de un susto, estaba a punto de dormirse en su puesto de vigilancia.
— Aquí Blonko.
— Repórtese a la estación más cercana.
— ¿Por qué motivo, señor? – se confundió por la petición, creyó haber hecho algo malo.
— Lo sabrá cuando venga, no se demoré.
— Enseguida, señor – se cortó la comunicación.
El chico azul quedó pensativo por unos segundos, sin embargo, su sentido del deber era más grande que su curiosidad. Antes de subir a su querida nave, pasó a despedirse de su familia; la mayoría estaba consciente de las responsabilidades del joven como plomero que es pero, su padre no fue muy entusiasta con la salida de su primogénito.
Un tanto triste por la cerrada actitud de su padre, el joven revoniano fijó curso hacia una base de los plomeros que se encontraba a sólo medio sistema de distancia. Al llegar, se dirigió inmediatamente al puesto de mando, esperó un poco hasta que el magistrado en jefe pudiera atenderlo.
— Mil disculpas, plomero – un magistrado de una especie desconocida para el joven, entra a la sala donde estaba esperaba con paciencia.
— No se disculpe, magistrado – se levanta de su asiento y saluda respetuoso.
— Descanse – se sienta detrás de un centro de comunicación – Se preguntará el motivo del llamado.
— Así es, señor.
— Bien, es para mí un gusto informarle que ha sido elegido entre cientos de opciones para asociarse con el famoso Ben 10.
— ¿Cómo dice? – abre la boca sin poder creer lo que escuchaba.
— Lo que escuchó, el mismísimo Magistrado Tennyson lo ha elegido para acompañar su nieto, a manera de compañero.
— Es . . . ¡Es un honor! – pocas veces perdía la compostura, ésta noticia lo ameritaba. Casi da un salto de alegría.
— No sea modesto, hijo. Su desempeño dentro y fuera de la academia ha sido intachable. No me extraña la decisión de Tennyson – agregó con un poco de orgullo en su voz.
— ¿Cu . . cuándo debo presentarme?
— Hoy mismo – se apresuró a contestar.
— ¡¿Hoy mismo?! – sentía alegría y sorpresa por la inesperada noticia.
— Así es, el mismo Tennyson ha especificado que deberá presentarse lo más pronto posible. El sistema operativo de su nave está siendo cargado con las coordenadas de la Tierra, espero y sea un gran orgullo para toda la organización – se levanta de su asiento y lo despide con el mismo honor.
— Honraré a todo mi planeta y a la organización, señor.
— Cuídese, Blonko.
Rook corrió por los pasillos de la base hasta llegar a la zona de hangares, no cabía en emoción y alegría. Por fin serviría todo el entrenamiento que con esfuerzo superó. Y no sólo eso, al fin conocería a la leyenda, al héroe, a su ídolo.
Fijó las coordenadas que habían sido programadas, despegó sin pensarlo y se dirigió hacia su destino. El viaje sería un poco tardado, ese tiempo fue una gran tortura para el joven revoniano, quien trataba de memorizar un improvisado discurso para presentarse ante el chico humano, quería causar la mejor impresión posible.
— Es un honor para mí . . . no – hizo una mueca de molestia – Usted es una inspiración . . . no.
Entre sus intentos por presentarse, corrió más rápido el tiempo de su viaje. Sus ojos se abrieron de par en par al vislumbrar un pequeño y azul planeta, estaba a sólo segundos de su destino, la base del magistrado Tennyson.
Su nave atravesó sin dificultad la atmósfera terrestre, en un santiamén, tocó la superficie del planeta. Había muy poca luz natural, supuso que era debido al ciclo de rotación del astro. El piloto automático lo condujo hasta una extraña vía de tránsito, entrando por lo que parecía ser un pasaje secreto. Después de pocos metros de recorrido subterráneo, había llegado a su ansiado destino.
— Bienvenido – un pequeño plomero lo recibió en la zona de hangares.
— Muchas gracias.
— El Magistrado Tennyson lo está esperando.
— Me presentaré enseguida – recibió las indicaciones del encargado de esa zona, no tardó mucho en dirigirse a la oficina personal del magistrado.
Mientras tanto, Max se encontraba preparando una de sus delicias. Recibió un mensaje de uno de sus subordinados, el nuevo compañero de su nieto acababa de arribar a la base. Estaba a punto de llamar a su nieto para informarle la noticia pero, el mismo chico apareció como sí hubiera escuchado sus pensamientos.
— ¡Abuelo Max! – saludó con entusiasmo.
— ¡Ben, justo a tiempo! – no esperaba verlo tan pronto.
— ¿Cocinas algo? – preguntó un tanto ingenuo.
Apenas contestó, la comida trató de comerse al joven héroe. Max le ofreció un poco, con el pretexto de que estaba fresco pero, Ben decidió pasar, ni con toda el hambre del mundo comería eso.
— Creo que irá a patrullar . . . – se disponía a retirarse.
— Ben, antes de que te vayas, acaba de llegar tu nuevo . . . – un abrupto movimiento encendió las alarmas de la base. Los Tennyson se dirigieron al puesto de mando, había sido una potente explosión cerca de la zona comercial.
— ¡Yo me encargo! – comenzó a correr hacia la misión.
— No deberías ir sólo, puedo llamar al equipo alfa para que te acompañen.
— No necesito ayuda, soy un héroe – salió ignorando a todos.
Después de la emergencia, Max regresó a su cocina. Ahí encontró al joven revonnahgander, bastante inquieto por la alarma y por la comida que no paraba de moverse.
— Tú debes ser Rook – afirmó con una sonrisa.
— Así es, magistrado. Es un gran honor poder brindar mis servicios.
— Eres tal y como esperaba.
— ¿A qué se refiere? – preguntó con respeto y curiosidad.
— Verás, Rook. Hay una razón por la cual decidí que tu fueras el nuevo compañero de mi nieto. Tu forma de ser, pensar y actuar es lo que a él le hace falta.
— No comprendo del todo.
— Lo entenderás cuando lo veas . . . Por cierto, él acaba de salir a una misión, deberías adelantarte.
— Como usted ordene.
Rook se apresuró a llegar al lugar que el abuelo Max le había indicado. Decidió cubrirse con una túnica, en parte para no causar mucho alboroto por las calles y pasar desapercibido pero, lo que más le agradó de la idea, fue poder hacer una presentación que dejara impactado al héroe.
No tardó en llegar a la ubicación, la tienda del señor Baumann. Entró con cautela, al asegurarse de que no había amenazas a la vista, se dirigió a una colorida barra, donde se encontraba el dueño del establecimiento.
— ¿Qué te puedo servir, amigo?
— Pues . . . verá . . . – nunca había comido algo del planeta, no sabía que ordenar.
— Debes ser nuevo en la ciudad, te traeré la especialidad de la casa – el anciano se volteó para preparar los alimentos, Rook sintió un gran alivio por haberse salido de esa – Aquí tienes, buen provecho – sirvió lo que parecía ser una hamburguesa, había leído sobre ellas en sus estudios terrestres.
— Gracias – respondió cortés, mientras revisaba sus alimentos, el recordaba que las hamburguesas tenían otro aspecto, no le dio mucha importancia al asunto. Su deber era esperar por alguna señal del castaño.
Después de unos minutos comiendo, observó como el rostro del dueño del establecimiento se tornaba molesto, casi de inmediato, salió detrás del a barra hacia la entrada de la tienda. Sin voltear, escuchó una pequeña discusión entre un joven y el dueño, sus ojos casi saltan de sus órbitas al escuchar el nombre del chico.
Dudó en voltear, ansiaba tanto verlo y hablarle pero, sus instintos de plomero lo desistieron de hacerlo. Mientras reprimía sus impulsos, no notó que el héroe se había acercado a la barra, transformado en un pelarota arburiano. Quedó en shock, su ídolo estaba sentado junto a él, no pudo evitar mirarlo de reojo y sonreír al momento de que cayó de los pequeños asientos de la barra.
Ben, quien se sentía bastante hambriento, se quedó mirando la hamburguesa del misterioso comensal, no dudó ni un segundo en pedirle su comida.
— ¿Te vas a comer eso? – señaló el plato, un tanto suplicante. Rook no pudo contestar con palabras, sólo alcanzó a pasarle sus alimentos con una velocidad envidiable.
El chico se disponía a comer cuando, unos delincuentes entraron al establecimiento. El revoniano estaba al tanto de la mayoría de los malhechores terrestres, supuso que eran villanos de baja categoría. Sus sospechas eran acertadas, los tipos eran simples matones que pedían dinero a cambio de protección.
Rook quedó inmutable mientras una fiera batalla iniciaba entre su héroe y los criminales, decidió no interferir para poder verlo en acción. Después de una acalorada lucha, Ben trató de desactivar una bomba que los mercenarios habían activado pero, el omnitrix había superado su tiempo de funcionamiento, dejando al chico estampado contra un poderoso campo de fuerza.
— ¿No es éste el momento en que tus amigos llegan a salvar el día? – molestó Baumann desde detrás de la barra.
“Es hora . . .” Rook saltó desde la barra y retiró su capa, esa era la entrada triunfal que había planeado. Discretamente, observó al castaño, quien tenía la boca abierta por su presencia, no esperaba tan buenos movimientos de parte suyo. Con su atesorada protoherramienta, evitó que dos de los maleantes escaparan.
— ¿Quién eres tú? – el chico parecía sorprendido.
— Mi nombre es Rook Blonko y, soy tu nuevo socio – respondió serio, aunque por dentro sintiera mucha emoción. Su héroe no estaba tan entusiasmado, más bien parecía molesto por su afirmación.
— Escucha, viejo, tienes grandes movimientos y todo pero, yo trabajo sólo – respondió un tanto altanero.
— Pero, el magistrado Tennyson . . .
Su conversación fue interrumpida por los matones, quienes intentaron atacar al plomero por la espalda, sin tener mucho éxito. Mientras, Ben se transformó en un segmentasapien (algo que lo sorprendió). Trató de destruir el escudo de la bomba pero, sus brazos no eran lo suficientemente fuertes.
— ¡Cambiemos! – ordenó héroe.
— . . . – Rook no supo que responder, no comprendía a lo que se refería.
— ¡Tú encárgate de la bomba, yo detendré a los chicos malos!
Rook obedeció, mientras analizaba el funcionamiento del artefacto, Ben encerró a los maleantes dentro de su cuerpo. No le tomó mucho tiempo darse cuenta de la gravedad de la situación, la bomba tenía una secuencia de desactivación muy complicada, sería imposible lograrlo a tiempo.
Cargó su protoherramienta con un gran misil, destruyendo uno de los muros de la tienda. El héroe cargó la bomba hasta la calle, esperando a que su socio escaneará el edificio continuo en busca de formas de vida. Estando seguros de no haber nadie ahí, se disponían a lanzar el explosivo pero, los rufianes alcanzaron a detenerlos.
Mientras el revonnahgander peleaba con los villanos, Ben transformo su maleable cuerpo a modo de catapulta, lanzó la bomba sin pensarlo y sintieron la onda de choque de la explosión. Los criminales aprovecharon la confusión del momento para escapar por un agujero que dejó el cráter de la explosión.
Los chicos se dispusieron a alcanzarlos, corrieron hacia la entrada en la tierra. Era un oscuro pasaje que los condujo a un extraño e increíble lugar, justo debajo de Bellwood.
— ¡No es cierto! – Ben paró en seco al observar toda una ciudad subterránea. Su voz expresaba su incredulidad, ¿de dónde había salido todo esto?
[Continuará.]