Desesperación, nervios e intranquilidad era lo único que reinaba en mi cabeza y el por qué en realidad era fácil de responder. Acababa de mudarme, otra vez, ¡SI! Otra vez tendría que empezar desde cero en otro maldito lugar y sobre todo en otra maldita escuela, hasta hace unos meses aun me encontraba en estados unidos y de un día para otro ya me encontraba aquí en Japón, ¡joder! odiaba la forma de vida que llevaba hasta entonces pues eso de empezar de nuevo no era lo mío, aunque entiendo que es por el trabajo de mis progenitores, es decir, ser ambos supermodelos no era cualquier cosa.
Según las revistas, en las cuales aparecían sus fotos, Kei y Ryoumi kise eran la belleza encarnada y nadie puede negar el hecho de que lo son, pues, mamá posee una delicada piel de porcelana, su cara igual a la de un ángel es adornada por sus intensos ojos color avellana cubiertos por unas largas y tupidas pestañas y sin duda alguna lo más llamativo en ella son sus largos cabellos dorados como el oro, junto con su esbelta figura y papá no se queda atrás él es el estereotipo de hombre que cualquiera desearía: alto, musculoso, una piel acanelada, con una mirada penetrante e intensa de color ámbar, un cabello color castaño claro y con un porte de caballero, simplemente la perfección absoluta.
Y quizá se pensaría que yo Kise Ryouta siendo su único hijo heredaría tal virtud… pero no, yo no soy alguien que pueda ser considerado bello o bonito y lo confirmaba mi reflejo en ese enorme espejo que colgaba en mi habitación, pues lo único que podía observar en este era a un chico común, sin un poco de gracia o algo que resalte entre todos, así de simple yo era la definición grafica de COMUN, lo único rescatable en mi es mi habilidad para copiar cualquier actividad o deporte que viera.
Si me pidieran describirme físicamente, diría que soy bastante bajo para mi edad, medir 1.67 a los 15 me convierte automáticamente en un enano, mi cabello es de color dorado un poco más opaco que el de mamá, aunque ella dice que si le pusiera cremas y acondicionador se vería igual de lindo que el de ella, pero yo no soy una chica para cuidar de manera excesiva mi cabello ¡hmp!, el cual por cierto siempre llevo peinado hacia atrás para que no me estorbe al realizar alguna actividad, mi cuerpo es bastante delgado, pero aun así tengo una buena condición física, mi piel es blanca aunque más bien yo diría que es pálida y mi cara es cubierta por unos gigantescos lentes típicos de un nerd que ocultaban perfectamente mi cara junto con mis ojos color ámbar, en fin no podía sentirme más patético de lo que ya me sentía y aun mas con el uniforme tan horrible que llevaba; pero como sea solo espero pasar desapercibido en la dichosa preparatoria a la cual he sido inscrito.
-Ryou-kun, baja a desayunar o se te hará tarde para la escuela- la melodiosa voz de mamá me saco de mis quejas matutinas.
-y-ya voy mamicchi- respondí enseguida para echarme una última mirada y salir corriendo de mi habitación. Baje rápidamente las escaleras para dirigirme directamente al comedor, donde ya se encontraban desayunando mis padres, lo cual no era tan común pues casi nunca podíamos desayunar los tres juntos, por las agendas tan apretadas que estos poseían.
Buenos días mi cielo/ buenos días hijo- saludaron mama y papa, respectivamente
-buenos días mamicchi, papicchi- respondí para saludar con un beso en las mejilla a cada uno
-y bien mi lindo rubio estás listo para tu primer día en esta nueva escuela- dijo mamá realmente emocionada
-aaahh –suspire-supongo que algo así y por favor no me digas lindo-rezongué
-mooo pero si eres muy lindo bebé solo que te ocultas detrás de esas horribles gafas-comento mamá inflando los mofletes
-Mamicchi ya basta-dije imitando el gesto mi progenitora
-jajajaja bueno, bueno ya compórtense mis LINDOS rubios y desayunemos- pfff ¡genial! ahora también papá se unirá a las locas ocurrencias de mi madre.
-está bien querido, Alexandra-llamo mamá- por favor sirve le el desayuno a Ryouta
- enseguida, Ryoumi-sama-dijo la susodicha saliendo de la cocina
Alexandra Asakura es la chica que ayuda en casa, ha estado con nosotros desde que tengo memoria, le tengo bastante cariño, pues la considero como la hermana mayor que nunca tuve, además también es una de las pocas personas en la que mis padres confían.
-gracias Alexacchi-dije una vez que ella me había servido un plato con ensalada de frutas y un jugo de naranja
-de nada mi LINDO jovencito- y dicho esto Alex sonrió
-moooo hoy todos se empeñan en decir lo imposible- dije bastante irritado
- no bebé solo decimos lo obvio
- enserio, quien en su sano juicio creería que soy lindo-pensé- como digas mamicchi… y cambiando de tema ¿no se supone que ustedes ya deberían estar en el trabajo?
-no precisamente hijo, pero si ya se nos está haciendo algo tarde, así que querida es mejor darnos prisa-dijo papá ya habiendo terminado su desayuno y parándose de su lugar
-¡hmp! y yo quería llevar a mi ángel a su primer día de escuela, pero en fin disfruta mucho tu día Ryou-kun y has muchos amigos- dijo mamá para después acercarse a mí, darme un beso en la mejilla y estrujarme hasta dejarme sin aire
-ten un lindo día ryouta y sigue los consejos de tu adorada madre-siguió papá para revolver mi cabello y despeinar mi perfecto peinado hacia atrás.
-lo intentare- fue la escueta respuesta que di, antes de que mis progenitores desaparecieran de mi vista, de antemano sabía que difícilmente lograría cumplir con lo de hacer amigos, ya que nunca fui muy bueno con eso. Después de terminar de desayunar pasaron a penas unos 20 minutos cuando el autobús que me llevaría a mi nueva prisión personal llego.
*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨**¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨
Me encontraba ahora frente a ese imponente edificio que era perteneciente a una de las mejores preparatorias de Japón, la Academia Tōō, era más grande de lo que me imagine ¡fantástico! Eso me facilitara el poder pasar desapercibido y eso ya era un punto a mi favor.
Me deje arrastrar por el rio de adolescentes que entraba en el establecimiento, una vez dentro pude observar mejor el lugar y vaya que era bastante impresionante, sus amplios jardines llenos de árboles de cerezo hacían un camino y justo en medio de este una gran fuente de agua sobresalía, dejando como fondo al edificio principal donde se encontraban las aulas.
Todo era increíble pero dentro de eso algo mas llamo mi atención y eso eran las variadas canchas de los diferentes deportes que había en el lugar, así que guiado por mi curiosidad me acerque para ver con mayor claridad.
Una cancha de tenis, otra de futbol, un campo de beisbol, waaaa mientras más observaba más me sorprendía quizá estar en esta escuela no sea realmente tan malo, y por ultimo pude fijarme en la cancha de basquetbol que se encontraba hasta el final, donde se hallaban dos grandulones jugando y realizando increíbles jugadas, sin darme cuenta mis pies empezaron a caminar hasta el lugar, hipnotizándome cada movimiento que ambos muchachos realizaban pero sobre todo ese moreno que justo en ese instante hizo una clavada de lo mas increíble en el aro.
Toda mi piel se erizo, quizá intente entrar en el club de baloncesto y le diga a ese chico que me enseñe esas juga… pero ¿Qué? Claro que no, no, no y no en que rayos pienso, Ryouta apégate al plan de ser invisible, me regañe a mí mismo.
RING, RING- aquel sonido me saco de mis cavilaciones, mierda el timbre de entrada, llegare tarde y todo por distraerme ¡genial! enserio solo a mí se me ocurre llegar tarde en mi primer día, así que sin pensarlo me di la media vuelta dispuesto a correr hacia el edificio pero un dolor agudo en mi nuca detuvo todo movimiento en mí, cubrí la zona afectada con mis manos y lo único que pude observar después fue un balón naranja que yacía a tan solo unos metros de mí.
Continuara…