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ESTOCOLMO por Stein

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Notas del fanfic:

Historia sacada de mi cabeza un día cualquiera, espero que les guste *3*

La alarma comenzó a sonar, estridente como siempre. Ya era tiempo de levantarme, no podía permitirme llegar tarde al trabajo de nuevo. Aunque ayer hayan sido solamente 30 minutos tarde, no me gustaba ser impuntual, creo que es lo peor que una persona puede llegar a ser. La alarma volvió a sonar, me levanté de mala gana y le di un manotazo para que se callara. Tarde un momento en despertarme del todo, aunque así eran todas mis mañanas, debo de admitir que siempre me cuesta levantarme. Ayer, por ejemplo, me quedé dormido por quedarme hasta tarde leyendo.

Mi madre me dijo, repetidas veces, de que debería de hacerle más caso a mis raíces francesas. Se le metió tanto en la cabeza que ahora insiste en hablarme en francés. No práctico mi lengua natal desde que tengo doce años, papá era quien insistía en que nunca debería de olvidar que soy tan ingles como francés, después de su fallecimiento perdí el interés por la cultura francesa. Mi madre ahora intenta inculcármela nuevamente a la fuerza, y para evitar discusiones comencé a leer las obras de Charles Baudelaire en su idioma original. Debido a que me quedé colgado por los primeros poemas de "El vino" en "Las flores del mal" es que llegué tarde a mi trabajo, lamentablemente hoy no sería muy diferente. Baudelaire logró hipnotizarme por completo y anoche también perdí el sentido del tiempo mientras que leía "El amor y el cráneo" Debo de ser sincero, si me entretuve tanto leyendo, fue porque no lograba descifrar lo que quería representar del todo. Mi madre era la verdadera amante y entendedora de la poesía, yo más bien era alguien que se enamoraba de las palabras y los sentimientos.

Bostece y me estiré en mi cama. Miré el reloj casi con odio, dependía de ese aparato para mantener mi trabajo, pero lo que daría por tirarlo por el balcón...Pero no puedo, porque no sería correcto y tengo una obligación que cumplir. Misma obligación que tienen miles de personas en el mundo, yo solo soy una más de ellas, no soy nadie especial como darme el lujo de faltar al trabajo. Me levanto aun un poco adormilado, y vuelvo a estirarme, escucho el "Crack" que producen los huesos de mi cuello y mi espalda, hace algún buen tiempo que no duermo bien. Vivo lleno de trabajo, me levanto muy temprano y duermo muy tarde, a veces no duermo. Odio sonar como un viejo teniendo solo 25 años, pero obviamente eso no era bueno para mis huesos.

Arreglé la cama y abrí los ventanales para iluminar un poco más las habitación, así para también dejar entrar un poco de aire fresco. Keyne estuvo aquí anoche y aun podía sentir todo ese olor a cigarro, soy malditamente sensible al humo. Comencé a toser sin darme cuenta- Maldito Keyne, ya no sé como decirle que no fume en mi habitación- Pero la culpa también es mía por no ponerme firme y prohibirle fumar aquí. Nunca puedo ponerme rígido con nadie, no puedo con mi madre, no puedo con mi amigo.

Me saqué los boxers quedando desnudo. No vivía con nadie, así que no había problema en pasearme por mi domicilio como dios me trajo al mundo. Mamá siempre decía que ella era tiempo de que siente cabeza y encuentre a una mujer para casarme, no tengo el valor para decirle que no me encuentro interesado en entablar una relación. Cada vez que pregunta solamente respondo "Pronto, pronto" pero ese pronto nunca llega. Y la verdad es que estoy bien así, no tengo personas allegadas a parte de Keyne y mi madre, no necesito otra persona en mi vida, con esos dos ya tengo más que suficiente. Fui hacia el baño, me quedé mirando mi reflejo por un rato y me replantee las palabras de mi madre, no era feo, más bien podría catalogarme como alguien "apuesto". Cabello rubio, tez blanca, ojos de un celeste claro, y mi típica barba de las mañanas, un Francés cualquiera. Inclusive pasaba desapercibido por los británicos, aquí "Rubio y ojos celestes" es lo más común que puedes ver. Común, corriente y aburrido, tal y como lo soy yo. Entonces estuve ahí, un buen rato viendo mi cuerpo desnudo, hasta que logré llegar a la respuesta del porqué no tenía novia si mi aspecto era bastante decente: No me esforzaba en conocer a la gente. Desde que vinimos a London no me interese en tener amigos a parte de Keyne, tampoco en relacionarme con demás personas, y de eso ya van a cumplirse varios años.

Suspiré, si seguía perdiendo el tiempo llegaría tarde. Me metí en la ducha y dejé de pensar en tonterías. Al salir me vestí y desayuné en tiempo record. Mi traje de siempre lo había manchado con café, no tuve tiempo para lavarlo, así que hoy tuve que llevar uno diferente. Se trataba de un traje gris, con corbata negra. No me gustaba hacer cambios, siempre llevaba mi traje negro con la corbata negra, ese traje lo tenía de repuesto por si alguna vez sucedía algo como esto, pero hubiese preferido nunca estrenarlo. Son puras tonterías, pero cambios simples como estos me incomodan.

No llegué tarde gracias al Taxi que tome ni bien salí de mi casa. Aun así, el jefe estaba esperándome en la puerta, con su cara de malas mañanas y una mirada que decía a gritos "Le Brun, tienes un problema". Me enderecé y contuve el aire, puse mi mejor sonrisa, dispuesto a aguantar lo que venía.

-Llegas tarde

-Se equivoca señor. Casi llego tarde, aun no son las 7.- Saqué mi reloj para demostrarle que estaba en lo cierto- 6:45.

Sonreí, el Sr. Muller estaba molesto, pero al menos no podía decirme nada, había llegado a tiempo. Me mira mal, y me señala un box. Al menos hoy tendría que cobrar los cheques y entregar dinero, por suerte no tendría que hacer el conteo de la caja fuerte o el archivo. Me ubique en la pequeña cabina, y me quedé viendo el paisaje que me ofrecían los ventanales del banco, en unos pocos minutos se iban a abrir las puertas y la masa de gente junto con el trabajo no me dejaría admirar las calles de London, con toda su gente, sus sonidos y colores. Las puertas del banco se abren y me preparo para recibir a las personas.

Cheques que cobrar, plata que dar, otro día laboral cualquiera. Hasta ahora no habíamos tenido ningún inconveniente. El jefe no me había llamado, ningún compañero necesitaba mi ayuda y todas las personas tenían sus documentos en buenas condiciones como para que les entregue el dinero que les corresponde. Una mañana tranquila.

-Gracias, vuelva pronto- Le sonrió a la anciana a la que le acabo de entregar el dinero de su jubilación. Me devuelve la sonrisa, agarra sus papeles, guarda su dinero en la cartera y se toma el tiempo para desearme un buen día antes de irse-¡Siguiente!- Anuncio. Muevo mi cuello y este truena, estaba más que estresado y eso que apenas habían pasado dos horas desde que comencé mi turno.

Un hombre encapuchado y con la mirada baja estaba frente mío, no me daba buen aire, sobretodo por su aspecto sospechoso. ¿Cómo le había dejado entrar los guardias? Según tengo entendido, no pueden dejar entrar a nadie encapuchado, este banco ya había sufrido de intentos de robos anteriormente, así que habían decidido tomar meridas drásticas.Obviamente, los intentos de atracos sucedieron antes de que comience a trabajar aquí. Disimuladamente dirijo mi mirada hacia la zona de guardias y me preocupo al ver que no hay nadie. El hombre aun no dijo palabra alguna.

-¿En que puedo ayudarlo, señor?- Le sonreí, fingiendo amabilidad. A lo mejor solamente me estoy haciendo malas ideas o me estoy volviendo paranoico.

El hombre aun no levanta la mirada, apoya ambas manos en el pequeño espacio que hay para que yo entregue el dinero, pude notar que estaba temblando. Tragué saliva.

-De verdad quiero hacer esto de la forma sencilla- Llevó una de sus manos hacia su bolsillo trasero y de ahí sacó una bolsa de consorcio doblada. Tenía razón, esto no era bueno. -Pon todo lo que tengas en caja.

Miro a mi alrededor, las personas no se daban cuenta de lo que estaba sucediendo. De todos los box, tuvo que haber ido al mío. Asiento con la cabeza y agarro la bolsa,ahora eran mis manos las que temblaban, y podría jurar que se resbaló una gota de sudor por mi frente. Abrí la caja y comencé a llenar la bolsa con el dinero, por debajo del mostrador para que nadie se de cuenta.

Un manojo de billetes de 100 se me cae y cuando me agacho para recogerlos es que veo la salvación: La alarma para robos.

Me levanto nuevamente, como si no hubiese visto nada y justo cuando iba a poner el dinero en la bolsa, aprieto el botón debajo del mostrador y la alarma resuena por el lugar, avisando a todos.

-Desgraciado- El hombre saca una pistola de bolsillo y me dispara en el hombro. Grito de dolor mientras que me sujeto la herida sangrante,mi mano se tiñe de rojo y ver el agujero con la bala aun dentro no hace más que asquearme.

-¡ESTO ES UN ASALTO!

Uno, dos, tres disparados al aire. La gente comienza a gritar y asustarse, intentan salir por las puertas, pero al poco tiempo la entrada es rodeada por personas enmascadaras. Portaban armas mucho más grandes que las de mi "cliente", revolvers y hasta rifles de caza. Conté al menos doce hombres.

Mi cliente levanta la cabeza y finalmente puedo ver que lleva la misma máscara de las demás personas que niegan el paso y sueltan tiros por doquier. Una banda negra que tapaba los ojos y parte de la nariz. Debería tratarse de algún grupo terrorista conocido en la ciudad.

-¡ABAJO TODO EL MUNDO!

Grita uno de los enmascarados que cerró las puertas. Todos hicimos caso y nos tiramos al piso, la alarma seguía sonando. Rogaba porque la policía no tardase en venir.

De repente, el hombre que me disparó me agarró del hombro herido. Volví a gritar de dolor, sentía como si fuese a arrancarme el brazo. -¡Para! ¡Por favor, para!- Sollozaba mientras que el se divertía arrastrandome por el piso, llevandome de mi hombro maltratado. Me saca del box para dejarme tirado en medio del banco, ante la mirada de todos.

Comienza pateandome en el estómago, pierdo el aire casi de inmediato. No satisfecho, vuelve a patear en el mismo lugar, una y otra vez. -Por favor...- Estaba al punto de que empezaría a llorar de dolor. Si hoy me hubiese quedado en mi casa ahora no me encontraría aquí, en este frío suelo mientras que me golpean brutalmente. Solo por esta vez, hubiese sido bueno cambiar el rumbo.

-¡Para!- Por raro que parezca, uno de los enmascarados sale en mi defenza. Su cuerpo era más pequeño que el de los demás, incluso podría decir más frágil. Al lado de los demás, el parecia un niño. -Habíamos quedado en que nadie saldría herido.

Intenté levantarme del piso, al menos para poder recuperar un poco del aire perdido en el ataque. Recibí otra patada que me tumbó nuevamente en el piso.

-Ibamos a serlo de la forma pacífica, pero debes de agradecérselo a él- Mi agresor me señala con el dedo- El tocó la jodida alarma, es su culpa- Luego de acusarme de todo, me escupe en la cara. Solamente puedo mover un poco mi rostro con su saliva para después recibir otra patada, esta vez en la cara.

-Voy a matarte,bastardo- Me anuncia. Veo como apunta su arma hacia mi cabeza, y yo cierro los ojos, esperando que jale del gatillo.

-¡No! No lo hagas- Es el mismo muchacho enmascarado de antes, que sale a mi rescate por segunda vez. Lo miro incrédulo, al igual que el sujeto que apunta su arma hacia mí -Es un empleado de aquí,podriamos utilizarlo para ahorrar trabajo.

Le miro por un momento, agradecido con él. Si descubren que le soy útil, entonces no me mataran. Aun así, el hombro no bajaba el arma.

-Por favor, haré lo que quieran.

Era mi última suplica, no sabía que deseaba tan desesperadamente vivir. Creo que después de este capítulo traumante de mi vida voy a reconsiderar varias cosas. Pero por el momento, quiero asegurarme de salir ileso de esto.

-¿Ves? El dijo "cualquier cosa"

Y el muchacho apoya mis palabras, el hombre finalmente baja y guarda su arma. Suspiro aliviado, al menos tengo unos momentos más de vida. Entonces algo raro sucedió, aquel chico, que me estaba protegiendo de la muerte, me sonrió. Y era una sonrisa cálida. Ese mínimo gesto me hizo sentir raramente seguro, estaba tirado en el piso, con una bala en el hombro, golpeado y mi vida pendiendo de un hilo, pero la risa de ese ladrón me hacia sentir seguro, a gusto. Aparté esas ideas de mi cabeza, ellos podían matarme a la primera de cambios.

El hombre que casi termina con mi existencia vuelve a agarrarme del hombro. Me muerdo los labios para no chillar, esta vez me estaba apretando con mayor fuerza, haciendo que una cantidad considerable de sangre salpicada fuera de mi cuerpo. Me levanta con brusquedad del piso y me hace caminar, no tarde mucho para darme cuenta que me llevaba a la sala de la caja fuerte.

 


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