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"Encadenado" por Noribet

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Notas del fanfic:

¡Hola de nuevo!

 

Ya tenía la idea de este one shot con algo paranormal, y decidí subirlo al fin.

 

Es corto y algo raro, se me ocurrió en uno de mis delirios viendo el pv de Dogma, espero sea de su agrado.

 

 

 

 

Se escuchó el sonar de un teléfono en la recámara, estaba desesperando a Reita. Penso que de nuevo sería su amigo, y con algo de pesar, se giro entre las cobijas de su cama, tomó el celular del buro, y lo contesto.
 
- Si Aoi... ¿Que pasa, estas bién? - preguntó medio dormido.
 
No le extrañaba que su amigo (del cual estaba enamorado) le hablará a la una de la madrugada, ya de esa situación, todo un mes, y no era normal la razón. Tal vez su mejor amigo se estaba volviendo loco, pues no había otra explicación a sus arranques de pánico nocturno, que desde unos días se presentaba con luz del sol.
 
«¡Reita está pasando de nuevo» dijo aterrado la voz asustada de Aoi respirar agitado.
 
- Tranquilo Aoi, ya te dije que puedes venir a quedarte a mi casa - comento levantandose, no podia evitar no preocuparse.
 
«No puedo abandonar mi casa Rei ya te lo dije, recién la compré, y ningún fantasma me va a correr» comento el pelinegro con actitud sería.
 
- ¡Chss! ¡Ya, ya, entonces voy para allá! - respondió el rubio chistando y sin ánimo, ya que no creía en fantasmas, y estaba pensando seriamente en llevar a su amigo a un psiquiatra.
 
Se puso sudadera y vaqueros. Subió a su auto y condujo a casa de Aoi.
 
Llegó a la fachada de aquella residencia. A simple vista y de noche si daba una apariencia tetrica, lo admitio, más al tener las luces apagadas.
Tocó el timbre, inmediatamente escuchó gritar a Aoi, un estruendo y el romper de cosas. Se alarmo y toco sonoramente con las manos.
 
- ¡AOI! ¡Aoi abre la puerta! ¡AOI!- le gritaba.
 
De pronto, hubo silencio y las luces de la casa regresaron.
Sono la cerradura de la puerta de madera y esta se abrió, dejando ver a un Aoi fachoso de playera y pantalones flojos, mas blanco y con ojeras que nunca, totalmente desaliñado. Se notaba aterredo.
 
- Amigo me asustas ¿te encuentras bien? - le preguntó el rubio apretando uno de sus hombros. - ¿Que te paso?
 
- ¡Oh Rei, gracias a Dios, pasa! - le contesto aliviado de verlo y le dio un pequeño abrazo antes de dejarlo pasar.
 
Reita mas preocupado se adentro a la casa de estilo gótico, muy bonita a su ver, de madera lámparas incrustadas y tapices en tonos frios. Pero no se veía bien, noto desde la entrada era zona de guerra, objetos rotos, alfombra rasgada, las paredes dañadas, todo un caos. Fueron hasta las escaleras, y subieron a la habitación del pelinegro. Ahí parecía mas tranquilo, al menos no era un desorden.
 
- ¿Bien Aoi que esta pasado? - preguntó Reita serio, cruzandose de brazos, viendo los papeles con símbolos de protección contra espíritus pegados en la puerta y en las paredes, hasta en el techo habian.
 
Aoi se sento en la camá, y apoyo codos en sus rodillas, para tapar su rostro con sus manos. Luego suspiro, miro a Reita y pensó en que decir.
 
- Esto está fuera de control Reita - dijo preocupado y con miedo echando su negro y largo cabello hacia atrás. - Hay algo malo en está casa, y esta tratando de matarme - dijo con un hilo de voz - Se lo loco que se escucha, pero tienes que creerme - suplico.
 
Reita no supo que responder, para el era obvio que los fantasmas no existían, pero el pánico en la cara de su amigo, le decía que no estaba mintiendo, su terror era verdadero.
 
- Aoi sabes que no creo en esas cosas, pero me quedaré contigo y veremos que podemos hacer para que deje de asustarte la casa - comento con calma.
 
- No lo entiendes Reita, es peligroso quedarte...
 
- ¡Ya dije que me quedó! - lo interrumpio - Además me gustaría ver algo paranormal, y si con eso tu estas mejor y puedes dormir un poco, pues se vé lo necesitas, - le sonrio - yo te cuido mientras duermes, no dejaré que nada malo te pasé.
 
Aoi sonrio y sin avisar fué y lo abrazo.
 
- Gracias amigo, de verdad lo aprecio, si no duermo algo creo moriré - dijo separandose de el, y volviendo a la camá - Además mi habitación es segura. - comento señalando los papeles al rededor.
 
Reita solo rodo los ojos sin dejar de sonreír.
 
- Claro ya me siento mas seguro con papelitos protegiendome - río de su comentario.
 
- Vamos Rei esos papelitos me costaron un ojo de la cara, de algo deben servir - se quejo metiendose a la camá y cubriendose con las cobijas. - Mejor ven aquí, y protegeme que ya estoy a punto de dormirme - Palmeo el colchón indicando a Reita que se acostara a su lado - En ese termo hay café, puedes terminartelo - dijo adormilado.
 
El rubio se ruboriso un tanto, pero fué junto a él, y se sentó poniendo una almohada en su espalda. No lo decía, pero estaba feliz de estar junto a Aoi aunque fuera de esa manera.
 
- Descansa, yo estaré vigilando - comento acariciando su cabello.
 
Aoi cerró los ojos y se dejo llevar por el sueño.
 
Reita tomó uno de los libros del pelinegro de su buro, bebio café y comenzó a leer para entretenerse.
 
Se escuchaba el sonar de las manecillas de un reloj entre el silencio, junto con la respiración de Aoi. Para nada pasaba algo anormal ya dadas las tres de la mañana. Y Reita dejo de leer para mirar a Aoi en secreto.
Su rostro calmado y sus largas pestañas, le eran hermosas. Sus carnosos labios los cuales se moría por besar le torturaban. Sin poder contenerse se acosto y con cuidado lo ródeo de la cintura. Al menos disfrutaria de su calor por unos momentos. Ya que sabia que nunca podria tener el amor de su amigo de forma romántica, se conformaba con eso.
Se relajo al percibir el aroma del pelinegro, le encantaba esa esencia.
 
Entonces escuchó un sonido de golpe en la planta bajá, se quedó atento. No tardo en escuchar otro golpe mucho mas cerca.
Se levantó con lentitud, esos ruidos eran extraños, se quedó en espera de oír algo más. Fué hasta la puerta, y coloco su mano en la perilla.
 
Otro estruendoso golpe sobre la puerta lo hizo saltar del susto. En definitiva alguién estaba del otro lado.
 
- ¡NO ABRAS! - gritó Aoi despierto y sentado en la camá con cara de pánico.
 
Reita lo miro confundido.
 
- ¡Tengo que saber que es! - respondió.
 
Las luces parpadearon, y el sonido de madera siendo rasgada se hizo presente. Todo el lugar se comenzó a helar. Reita se altero, eso no podia estar pasando, no podia ser real. Sintió escalofrío y vio como una neblina helada entraba por las rendijas de la puerta.
 
- ¡Que rayos! - expreso asustado dando pasos hacia atras.
 
- ¡No estan funcionando los protectores! - mencionó Aoi con un hilo de voz.
 
En eso la camá se tambaleo y Aoi gritó.
Reita asombrado trato de bajararlo de la camá, pero algo lo jalo de los pies tirandolo con agresividad. Le dio vueltas la cabeza por unos instantes.
Vio como Aoi era envuelto en las sabanas que parecían tener vida propia, y pataleaba y manoteaba para que no lo taparan gritando totalmente alterado.
El rubio se intentó poner en pie, pero de repente fue arrastrado por el suelo de sus pies, la puerta se abrió de golpe y lo arrojaron a fuera.
 
- ¡REITAAA! - le gritó un Aoi en completo pánico.
 
La puerta se cerró dejandolo en el oscuro pasillo, escuchando a su amigo gritando su nombre, maldiciendo, pidiendo que lo dejarán y él sin poder ayudarlo.
Todo aquello era una locura, estaba en una pesadilla.
Ahora fue el quién golpeaba la puerta intentando abrirla.
 
- ¡DÉJALO! - gritaba impotente - ¡CON UN DEMONIO DEJEN TRANQUILO A AOI! - quería tumbar aquella puerta, se estaba lastimando los brazos de tanto empujar.
Los gritos de su amigo lo dejaban aterrado.
 
- ¡Creyeron que con papel me detendrian! - comento una voz fantasmal - que ingenuos - se carcajeo.
 
- ¿¡Quien eres!? - saltó Reita con todo el valor que pudo acumular. - ¡Te exijo que dejes a mi amigo ahora! - le espeto con la furia en su voz.
 
- Ja, ja, ja, ¡No eres nadie para darme órdenes! - le contesto el fantasma.
 
- ¡Me vale un reverendo comino lo que quieres, animal! ¡Déjalo ya! - le decía a la oscuridad, ni idea de que era a lo que se enfrentaba, aun así haría lo posible por salvar a Aoi, no podía dejarse intimidar, lo necesitaba.
 
- ¡Oh tenemos un valiente! - le dijo con burla aquella voz - o un idiota...
 
- ¡Maldito seas, muestrate! - ordeno el rubio tratando de ver algo entre la fría oscuridad - O es que eres tan insignificante que ni te puedes ver, me das pena, eres nada... - lo estaba provocando - sólo simple humo blanco que.... -
Con aquello, de repente todo se silencio, dejando una falta de sonido  sepulcral. Ni la presencia de los gritos histéricos de Aoi se escuchaban.
 
Reita sintió como un frío recorrio su columna vertebral. Las luces regresaron apenas tenues, la puerta de la habitación del pelinegro se abrió dando un portazo, saliendo niebla a montones inundando el pasillo.
Reita se vio atacado por el mismo Aoi, quien se lanzó contra el con una fuerza descomunal.
Se vio azotado en la pared del otro extremo del pasillo, siendo ahorcado por las manos de su amigo con largas uñas negras. Aoi le era irreconocible. Su piel totalmente blanca como la nieve y helada, sus ojos inyectados en sangre, con una extraña mirada sin vida en ellos con su boca derramando hilos de sangre.
Reita estaba asustado, confundido y preocupado por Aoi. Todo eso era la pesadilla mas horrible de su vida.
 
- ¡AHORA REPITE QUE SOY NADA! - le gritó Aoi, pero con la voz del fantasma o lo que fuera ese ser - ¡REPITELOO! - gritó apretando su garganta.
 
- Deja, de, dañar a, mi, amigo... - Logró articular Reita entre la falta de aire.
 
Sabía que esa cosa estaba controlando de alguna forma a Aoi.
 
- Eres, nada... - volvió a repetir con más coraje que miedo - tienes, que, agh, tomar, prestado a Aoi, para hacerte, presente, me das, lástima agh... - Contestó sin inmutarse por lo dicho.
 
Eso para nada agrado al ente que poseia a Aoi, pues su rostro se deformo de furia.
 
Reita fue de nueva cuenta azotado contra la pared.
 
- ¡¿Que no me temes?! - le solto Aoi.
 
- Como temerte, no eres, nada - repitio - si muero, será, a manos, de mi amigo, no por ti... - Dijo sin dudar, no quería que aquella cosa sintiera que tenía el control.
 
En eso la carcajada de la voz fantasmal en boca de Aoi resono por toda la tetrica casa.
 
- Tal vez me temeras si mato a tú amigo - dijo presumido y con aire de superioridad.
 
Con eso tubo Reita para que el pánico invadiera su cabeza. Podrian meterse con el, torturarlo o hasta quitarle la vida, pero no podría soportar que algo malo le ocurriera a su amigo, a la persona que tanto quería, a quién amaba.
 
- ¡No! - pidió cansinamente dandose por vencido - dime que quieres, te daré, lo que quieras, solo, dejalo a él - habló derrotado, algo tenía que hacer.
 
- Ya veo, lo amas.... - se burlo la voz volviendo a carcajearse, pero solto a Reita, y este cayo sentado al suelo - Estaba pensando en matarlo, y de pasó a ti también - comento arrodillandose enfrente del rubio quién lo miraba atento sobandose el cuello - tu amigo es completamente manipulable, me aburria - dijo sin ganas. - Pero tú - cambió su tono a uno excitado - tú eres entretenido y algo extraño... Así que hagamos un trato - sonrio diabólico pasando una de sus afiladas uñas sobre sus labios.
 
- ¿Que, trato es? - pregunto el rubio sin querer saber, pues no sería nada bueno.
 
- Yo dejaré a tú amigo en paz - dijo a Reita, y a esté le regresó el alma - con la condicion de que me iré contigo. - comento acariciando un mechón rubio de Reita - Verás, estoy atrapado en esta asquerosa casa, solo puedo salir uniendome a una alma, pero la de esté hombre no me gusta - señalo el pecho de Aoi - lo iba a matar porque me es aburrido y no me sirve, con el no quiero union de ningun tipo. Pero si aceptas hacer una unión conmigo, podría abandonar esta casa, y dejariá a tú querido amigo, para irme contigo - explico con calma. - ¿Aceptas?
 
- ¡Acepto! - respondió enseguida, si con eso dejaba tranquilo a su Aoi, no había mas que pensar, se sacrificaria por él.
 
Por un momento la cara de Aoi pareció sorprenderse, pero luego, luego sonrio satisfecho.
 
Aoi se acercó a Reita y lo tomó del rostro para pasar sus labios sobre los suyos, apenas rozandose. Bajó por su cuello sin despegar sus labios frios de la piel calida del rubio.
 
A Reita le hubiera gustado que fuera Aoi quién hiciera aquello consciente, y no el ser que lo poseia.
 
Al llegar por arriba de su clavícula, abrió su boca y sacando unos colmillos a la dentadura del pelinegro, los incrusto en la carne de Reita.
Un gritó de dolor salió de su garganta. Su sangre se derramaba por su pecho, manchando su sudadera. Aoi bebia ese líquido carmín con sumo deleite. Las luces se perdieron, un humo luminoso en púrpura inundo la vista de Reita. Su cabeza comenzó a doler, una sensación de que se quemaba invadio su cuerpo.
 
- Ahora todo volverá a la normalidad para tú amigo - aviso la voz dentro de su cabeza - en cuanto todo terminé, él no recordara nada de esta noche, ni el miedo que le hice sentir, volvera a su aburrida normalidad - termino de decir, y el humo desapareció, la luz volvió, y la casa parecía en calma, como si nada hubiera pasado.
 
Reita dejó de sentir los colmillos en su piel, y vio a Aoi de vuelta a la normalidad durmiendo sobre su pecho.
Creyó por un momento todo lo había alucinado. Hasta que observo su sangre manchando su sudadera.
Como pudo cargo a Aoi hasta su habitación, que estaba en orden, sin rastro de lo ocurrido, o ese ambiente frío. Lo acomodo, tapo, lo miro por un momento y se alegro de que por fin dormiria en paz.
Le dio un fugaz besó en los labios para salir sin despedirse, alejandose de esa casa en su auto, ya habia tenido suficiente con traumas paranormales por esa noche. Ahora ya no podía decir que los fantasmas no existían.
 
Llegando a su apartamento, en su habitación, se desplomo sobre su camá. Estaba tan cansado, que el sueño lo vencio en cuestión de segundos sin saber más, ni le importo el sentir que alguién estaba a su lado desde que dejo la casa de Aoi.
 
Por la mañana, sono su despertador, estiro la mano y lo apago. Al momento no lo percibio, pero alguien estaba sobre su espalda. Abrió los ojos cómo platos he intento levantarse.
Una risa resono, era la misma del ser que había poseído a Aoi.
 
- ¡Buenos días! - le dijo aquél ser con tono cantado y feliz.
 
Entonces Reita fué tomado por la cintura y volteado con cierta violencia quedando boca arriba.
 
Y lo vió...
 
Aquel ser parecía, humano, su piel era blanca perlada, tenia un rostro fino, su cabello era largo y negro con mechones blancos, sus ojos eran rojo brillante, como dos piedras preciosas, y tenía unos labios totalmente negros, singulares, parecidos al pico de un pato, sin mencionar que estaba sentado sobre su pelvis y completamente desnudo, y para nada estaba, de mal ver, tenia un buen cuerpo... "¡¿Masculino?!" se alarmo el rubio, pues aunque le gustará un hombre, no querría decir qué le era agradable cualquier chico desnudo sobre el.
 
- ¿Que tal me veo ahora? - preguntó a Reita que estaba con la boca abierta - Ya no podras decir que no soy nada.
 
Lo dijo mientras deslizaba sus manos por el pecho del rubio y se inclinaba sobre su cuerpo.
 
- Wow wow ¿Que crees que haces? - preguntó Reita alterado.
 
- Que parece, te estoy tocando, así te quedará claro que soy real - le dijo sonriendo diabólico.
 
- ¡No quiero que me toques! - le espeto Reita tratando de queitarlo de encima. - ¿Cómo es que tienes cuerpo ahora?
 
No podía quitarlo, aun con ese cuerpo, tenía fuerza sobre humana, y no lo movía ni un milímetro. El otro metió sus frías manos bajo su sudadera, y subió por su estómago a su pecho.
 
- Mi cuerpo, te lo debó a ti... - dijo feliz - Tu sangre y tu alma me permitieron ser tangible. Ahora que me perteneces, debes cumplir tu parte.
 
Al terminó de esas palabras se fué directo a besar los labios del rubio, que se quedo estático por unos segundos. Reacciono con repugnancia, y se volteo.
 
- ¡No lo hagas! - le ordeno, no quería ser besado por ese ser - ¡Quítate no quiero hacer esto contigo!
 
- ¿Y con Aoi si lo quieres? - le preguntó con voz ronca y serio - Que mal que sólo tu lo desees.
 
Reita sintió un escalofrío y dejó de moverse. Tener claro que esa cosa sabía de sus sentimientos por su amigo lo avergonzo, al grado de poner sus orejas rojas.
 
- Aun no lo has entendido - siguio el otro hablando a su oído - ¡Eres mío! Estas en mi poder, tengo todo el derecho sobre ti, y si piensas en que podras revolcarte con alguien que no sea yo, deja te aclaro y rectifico, tu cuerpo y alma son solo mias, para siempre...
 
Su voz quedó en la cabeza de Reita como un mal pensamiento, una pesadilla, una mentira, una realidad retorcida, de la que quería desaparecer.
 
- Aprendete mi nombre - continuo con una sonrisa macabra - soy "Uruha" y será mejor que no se te olvide, ya que quiero lo grites sin parar cuando te llevé al paraíso - dijo sarcástico.
 
Reita ya no pudo decir más, Uruha le estaba besando nuevamente, invadio su cavidad bucal con desespero, mordia sus labios, y apretaba sus pezones con sus uñas en lujuria.
 
El rubio reaccióno choqueado, y como loco comenzó a patalear, y tratar de que el otro supiera que aunque tuviera su alma y cuerpo le quedará claro que nunca lo aceptaría.
 
- Si te pondrás asi, yo seré rudo también - le aviso Uruha tomando las muñecas de Reita dejando las firmes sobre su cabeza.
 
- No me gustas, y si crees que mmm... - Reita le iba a reclamar cuándo volvió a tener los labios del otro devorando su boca.
De un momento a otro del pecho de Uruha comenzó a brotar una especie de ramas secas y negras que tenían vida propia, cómo en alguna película de terror. La ramada rodeo el cuerpo de Reita, sujetandolo del torso, brazos y pies.
 
- ¡Que demonios! ¿Que haces? - le gritaba el rubio en pánico.
 
- Te so-me-to... - le contestó en tono melódico y sonriendo.
 
Reita gritaba que le quitara eso de encima, ya que esas ramas se metieron entre su ropa y se la desagarraron, dejando rasguños al pasar rozando su piel.
Se sintió impotente, vulnerable desnudo y débil, no podía hacer nada para defenderse y eso lo enojaba.
 
- Ahora sabrás lo que es tener a un demonio dentro - dijo Uruha haciendo que el ramaje se desprendiera de su piel, y colocara a Reita con los brazos sobre su cabeza y sus piernas abiertas.
 
Reita totalmente en shock de saber que estaba con un demonio, se mordió el labio inferior para reaccionar haciéndolo sangrar, entonces miro con furia a Uruha, la pena de estar desnudo y con su miembro sexual expuesto ante él, se apañaron por sus ganas de asesinarlo.
 
- Seguro te gustará. ¡Acostumbrate! - comento Uruha rasguñando su estómago y piernas.
 
Reita se quejo solo con gestos.
 
El pelinegro se carcajeo con burla, ya que Reita era un orgulloso y quería esconder su dolor. Se relamio los labios, y bajo lento para engullir el miembro del rubio sin aviso, se le estaba haciendo agua la boca de solo verlo.
 
- ¡No ah! - Reita lo sintió tragarlo, y como su pene era succionado por la boca del otro.
 
No podía no excitarse, la lengua de Uruha lo estaba enloqueciendo. Su espalda se curvo, se agito y aunque no quería, se le formo una erección con pequeños gemidos se escapaban de su garganta.
 
- ¡Aah! mmm ¡ah!
 
Estaba de lleno en una escena de sexo salvaje. Uruha le daba el mejor sexo oral de su vida, y al mismo tiempo seguía rasguñando sus piernas y abdomen hasta sangrarlo dejando caminos rojos en su piel. En las ultimas succiones desenfrenadas lo hizo tener un orgasmo gritando cual chica, eso lo avergonzó. Mas confuso y avergonzado en su vida no podía estar.
Uruha satisfecho se acomodo entre sus piernas y llevo su propio pene a la entrada del otro.
 
- ¡Eres mío! - le dijo excitado.
 
Lo penetro.
 
- ¡Aaaahgg! - Reita gritó de dolor, le metia con fuerza su enorme miembro a sus estrechas paredes que estaban siendo desgarradas.
Quería gritar, hacer que parara, el estar inmóvil, sometido por ramas secas que se incrustaban en su piel y siendo penetrado por Uruha no le era para nada algo agrable.
 
- ¡Aaaah! - gemia Uruha, - Eres tan exquisitamente delicioso ¡aah! - decía mientras salía del trasero de Reita y volvía a entrar vehemente.
 
- ¡Aah! ¡basta! ¡ah! - pedía Reita, eso le era muy doloroso, pero a la vez estaba sintiendo como algo le quemaba el interior de manera excitante y placentera y lo confundia.
No quería disfrutar aquello, y no sabía que hacer para que Uruha se molestara, que no gozara tanto ese idiota el partirlo en dos.
 
- ¡Aah! que te este quitando lo virgen me vuelve loco ¡aah! - comento Uruha con lujuria y sonriente rasguñando desde sus costados hasta las piernas.
Penetro con fuerza, llegó hasta al fondo, y comenzó las embestidas. Una tras otra, fuerte y conciso.
 
Para Reita lo dicho por ese demonio le enfermaba. Y lo peor era que no podía parar de gemir.
 
- ¡Aah! te ¡ah! ¡te odio! - artículo el rubio entre las fuertes estocadas que parecían estarlo partiendo en dos.
 
Uruha se carcajeo.
- Que me odies me hace desearte aun más - le contestó sin molestia, más bien encantado de saberlo.
 
Y entonces Reita pegó un gritó, pues fue volteado boca abajo por la ramada, aun con el miembro de Uruha dentro. Creyó su interior fue desgarrado, y lo confirmo al ver en su pose de perro en cuatro, que la sangre se deslizaba por sus muslos.
Uruha no paro, siguió arremetiendo contra su cadera.
Los sonidos sexosos de sus embestidas y gemidos eran soberbios.
 
Para Reita semejante suplicio era hiriente a su orgullo. Estar sometido en pleno coito por un demonio, y comenzar a disfrutar, ya que le daba de lleno en la zona de sumo placer, no le agradaba. Hasta odiaba su voz en sus gemidos saliendo sin control de su garganta.
Sintió las uñas de Uruha pasar sobre su piel al igual que sus labios que recorrieron su espalda. Cuándo la lengua de Uruha llegó a su cuello, sus afilados colmillos se incrustaron con fervor.
 
Otro gritó salió ahogado. De pronto junto con la ramas negras salieron desde el suelo un centenar de cadenas que subieron con vida propia por la cama envolviendo el cuerpo de Reita al de Uruha.
El cerebro del rubio pensaba con rapidez en una forma de detener aquello. Y lo único que se le ocurrió fue dejar de pelear. Tal vez si se dejaba llevar, Uruha se aburriria de el y lo soltaria, ya que las cadenas comprimian sus huesos.
 
En cuánto el pelinegro noto la falta de resistencia del rubio le susurro un - ¿Ya te has rendido? - a lo que Reita no respondió.
 
Fue ahí que Uruha volvió a voltear a Reita quedando cara a cara, en ese movimiento las ramas y cadenas lo liberaron un poco.
 
- ¡Aaah di mi nombre! - le ordenó Uruha.
Reita se negaba rotundamente aceptar aquello.
- ¡Di mi nombre Reita! - le gritó - ¡hazlo o me aseguro de partir tú trasero de verdad! - explico dandole con mas fuerza.
 
A Reita no le quedó de otra, ya se sentía morir, no podría con más.
 
- ¡Aah uru! ur... ¡Uruha! ¡Aah Uruha! ¡Uruha aah!...
 
Y antes de arrepentirse por lo que hacía. Reita ródeo con sus brazos el cuello de Uruha, aferrandose de esté.
Uruha algo confuso del cambió drástico en el animo de Reita siguió su frenetica arremetida con los gemidos del rubio en su oreja nombrandolo, que lejos de disgustarlo, le incrementaba el deseo clavandole los colmillos.
Sin más y aunque Reita no lo quisiera, terminó con el mejor orgasmo de su vida, eyaculando sobre ambos, con los colmillos de Uruha clavados en su yugular, y el miembro de este derramando su esencia en su interior.
 
Cuándo Reita se sintió caer de nuevo sobre el colchón tratando de calmar su respiración, las cadenas y ramas se desintegraron, y en su último intentó de dar repugnancia a Uruha lo tomó del rostro y le planto un besó lo más apasionado posible.
Y al cortar el besó y caer exausto a su camá, escuchó la sutil risa del pelinegro, mientras se acomodaba sobre su cuerpo, quedando sus labios cerca de su oído.
 
- Se lo que intentas - dijo Uruha en susurro - crees que como soy un demonio, las muestras de afecto y amor para mí son una tortura, pero te diré algo, todo lo que venga de tu parte, sobre todo en el ámbito sentimental y sexual, sólo me alimentara... - eso dejo a Reita en shock - Ya eres completamente mío de ahora en adelante, - dijo pasando sus uñas sobre el pecho del rubio - y no hay manera que te liberes de mí, te haré mío cada que yo quiera, Reita....
 
Esas palabras se quedaron flotando dolorosamente en la mente de Reita que perdió la conciencia con la risa de Uruha en un eco lejano.
 
Después de eso, por la tarde, rectifico que no había sido una pesadilla, pues al despertar lo primero que vio, fue a Uruha sonriente aun sobre su cuerpo que gritaba de dolor.
 
- ¡Buenas tardes! - canto ese demonio con mas que felicidad y altanería, pasando sus uñas negras sobre sus labios.
 
Desde ese día Reita tuvo que darse a la idea de no volverse loco, y lidiar con la conducta lujuriosa y algo infantil que demostraba aquel demonio. Cumpliendo sus tontos caprichos, ya que sus amenazas no eran nada lindas, sobre todo cuando incluian hacer daño a Aoi.
 
En una mañana de miércoles, pasado un mes, tocaron el timbre, Reita fue abrir.
 
Aoi estaba sonriendo, en cuanto el rubio lo vio igual le sonrio dejando que pasará a su apartamento.
 
- Espero que acepten la oferta Reita - comentaba Aoi pasando con su maletín en mano y vestido de traje café oscuro.
 
- Con tu linda sonrisa y mi facultad de convencimiento, seguro tendremos el negocio asegurado - le comento Reita de camisa blanca y pantalón negro, sin duda y sonriente fue a tomar un sorbo de café de una taza roja sobre la mesa de cristal al centro de la sala.
Aoi tomo asiento en uno de los sillones. Tenían que revisar algo de papeleo antes de cerrar el trato de negocio.
 
- ¿Cafe? - ofreció Reita.
 
-  ¡No gracias amigo!
 
Una tercera persona se hizo presente.
 
- Aoi debería aprender hacer su trabajo sin tanto apoyo tuyo Rei - espetó Uruha sin educación irrumpiendo en la sala.
 
Ya lucia como todo un humano normal, con playera y un pantalón entubado, ocultando su verdadera forma a los ojos de Aoi. Este ya lo había conocido apenas una semana atrás. Reita lo había presentado como su pareja, no porqué lo quisiera, mas bien por ser obligado por el mismo Uruha, que amenazo con hacer daño a Aoi si no lo obedecia. Su única amenaza libre de falló contra Reita. 
 
- ¡No molestes pato! - comenzó Reita con fastidio - Sabes que somos amigos y es trabajo lo que hacemos.
 
- Lo se, aun asi yo quiero estar junto a ti mas que él - respondió Uruha con un puchero y voz melosa sentadose al lado de Reita y abrazandolo de la espalda mientras le mostraba la lengua a Aoi, quien solo se rio.
 
- Reita es todo tuyo Uruha - dijo Aoi riendo por la escena de miel por parte del demonio, siempre se mostraba posesivo con Reita cuando los visitaba - Yo solo soy su amigo, relájate - comento sonriente revisando papeles.
 
- Mas te vale... - susurro Uruha con tono malévolo sin borrar su sonrisa.
 
Reita bien que lo escuchó, y sonrio por lo bajo.
Para Reita el tener a Uruha siempre junto a el, no le molestaba, hasta podría decir que se había acostumbrado a su presencia. Tener a alguién que esperará su regreso a casa le era agradable. Lo que aun no podía tolerar del todo era el sexo que Uruha deseaba, parecía un ninfomano, siempre con ganas de estamparlo dónde fuera. Por lo consiguiente, su cuerpo sufria las consecuencias.
 
Al menos podía calmar un poco a Uruha en sus arranques de celos, ya que fuera o no su imaginación, al pelinegro le gustaba que lo tratara como si en verdad lo amara, algo extraño siendo este un demonio.
Pero solo así parecía tener algo de control sobre él, y hasta pudo ponerle un apodo. "Pato" le decía de cariño, y con eso Uruha se tranquilizaba.
 
- ¡Hey no coman pan frente a los pobres! - les reclamo Aoi ya que Uruha comenzó a besuquear a Reita frente a el.
 
Tal vez Reita podría acostumbrarse por completo a Uruha algún día, y hasta poder llegar a amarlo de verdad.
 
La idea de quererlo ya estaba presente en sus pensamientos. Y por el momento seguiría con él, pues condenado a su lado ya estaba.
 
Ya no podría volver a decir que no creía en fantasmas, o... Demonios. Pues su alma y corazón estaban a merced completamente de uno, completamente suyo y encadenado para siempre.  
 
 
 
 
Notas finales:

 

 

Bueno muchas gracias por leer y espero fuera un poco de su agrado.

 

Luego escribire algo kaita ya que los amo. <3

 

¡Besitos con amor!


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