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Red Eyes [TaoHun/SeTao] por SariAngel

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Notas del capitulo:

Holii~ ^u^/

Esta parte del capítulo (y la siguiente) está dedicada a mi hermosa hermanita Darkparadice, por su cumpleaños >//w//< 

d84;d84;

Ojos Rojos, tres meses habían pasado desde la última vez que había visto aquellos enigmáticos ojos rojos. Ochenta y cuatro días se cumplían desde que le fue otorgada aquella maldición. Tratando de sobrevivir día tras día con él único objetivo de encontrarlo, pero sin ningún éxito.


Había abandonado su pequeño hogar, solo volvía allí cuando era de día y no había vuelto a ver a sus amigos desde aquella noche en el club. Baekhyun le había llamado millones de veces y su celular se encontraba hasta el tope con mensajes de voz. Se notaba la preocupación que tenía el chico de ojos delineados; le preguntaba todos los días cómo se encontraba y cuándo lo volvería a ver, pues realmente lo extrañaba.


Tao no podía evitar sentirse culpable, no es que no quisiera ir a verlo o demostrarle aunque sea alguna señal de vida, pero simplemente no podía, era imposible encontrarse con su mejor amigo en ese estado de descontrol que mantenía. Su sed de sangre era incontrolable y temía herir a sus seres queridos. 


Se tuvo que ausentar del trabajo por los mismos motivos, mandando la simple excusa de que un familiar había muerto y tendría que volver a china por asuntos legales que le llevarían un largo periodo de tiempo. Yixing, su jefe y amigo, le había comprendido y lo había dejado faltar al trabajo unos meses. 


El pelinegro estaba frustrado, el tiempo se le acababa, no quería quedar sin trabajo, ¿cómo se mantendría? No podía vivir en las calles y menos volver a China con sus padres. No había probado ni una sola de gota de sangre humana desde que fue convertido por la única razón de no perder "la poca humanidad" que le quedaba. No quería matar a nadie, su conciencia y corazón sensible no se lo permitían, pero cada día se empezaba a sentir más débil, así que optó por tomar la sangre de ciertos animales para saciar un poco la sed, sin embargo, este no le ayudaba en mucho, era como obligar a comer pasto a un animal carnívoro, una completa tortura. Realmente necesitaba encontrar a Oh Sehun, estaba seguro de que él tenía una explicación para todo aquello. Además de que era el único que podía ayudarlo a sobrevivir, aunque sea a la fuerza. Tenía muchas preguntas que hacerle.


Todas las noches buscaba en las afueras de los antros, clubes o discotecas, rogando por tener la suerte de encontrarlo cazando por ahí, pues, algo le decía que siempre frecuentaba ese tipo de lugares, tal vez por el simple hecho de que lo encontró en uno. Aun así, Tao no llegaba entrar a esos horribles lugares, por el único motivo de que seguía sin gustarles. Hay malos recuerdos que son muy difíciles de borrar y quedan tatuados en tu piel hasta que encuentres la manera de borrarlo.


Últimamente se encontraba más débil de lo normal y se preguntaba si era por el hecho de no beber sangre humana. No encontraba otra explicación y no ubicaba a ningún otro ser que tuviera aunque sea la amabilidad de explicarle. Solo le quedaba seguir buscando a su objetivo. 


Esa noche no era diferente a los otros, se encontraba en un antro no tan grande, cercano a una de las tantas plazas de la capital, veía a los borrachos salir por la puerta trasera, pasando por ese estrecho y tenebroso pasillo muy parecido a donde él fue atacado, y se preguntó la razón por la cual algunos salían por ahí, aunque no podía juzgar mucho, pues él hizo lo mismo en aquel entonces. 


A veces lograba ver parejas salir y pasar a momentos muy comprometedores o algún que otro que salía para descargar todo el contenido del alcohol que habían consumido. Asqueado siempre apartaba la mirada y se resistía a atacarlos de vez en cuando. 


Aquella noche, sin embargo, solo pudo ver borrachos tambaleantes irse a sus casas sin hacer ninguna parada en específico en la oscuridad del pasillo. No se extrañó mucho, tal vez hoy era su día de suerte y no tendría que presenciar nada perturbador.


Se mantuvo observando, expectante a cualquier anomalía que pudiera pasar, pero todo se encontraba extrañamente silencioso. Sólo se escuchaba el ruido que se escapaba de las puertas cuando alguien las abría.


Era aburrido estar ahí sin hacer nada y su sed de sangre lo estaba matando. Consideró irse a su casa, pero lo descarto al instante renuente de fallar a su objetivo... Aún le quedaba una pequeña esperanza.


En aquella pequeña discusión interna que mantenía en su mente, fue que lo sintió. Aquellas náuseas y ese mareo que presentó aquella vez. Su cabeza dio vueltas nuevamente y pensó que se desmayaría, pero no lo hizo. Tao fue astuto y observó a su alrededor en busca de aquél sujeto, pero no lograba ver nada.


Estaba frustrado y el dolor de cabeza no ayudaba en nada. Sentía la sangre pulsar en la pequeña vena que se ubicaba en una esquina de su frente y le entraron unas grandes ganas de llorar por el dolor, aun así, no lo hizo, no era el momento de ser débil, así que decidido se bajó del techo en un salto y con gracia cayó, algo le decía que debía entrar al asqueroso antro y aunque no estaba muy contento con eso, decidió seguir sus instintos y entró.


Lo primero que pudo percatar fue el terrible olor a humor y se asqueó, en verdad detestaba todo aquello, pero mentiría si dijera que todo eso no era una tentación. Su hambre estaba volviendo, pero la logró contener y seguir su camino entre la masa de gente.


Se sentía asfixiado y con ganas de salir huyendo, pero como el chico de palabra que era, no se detuvo. A lo lejos, pudo notar unos ojos de color carmesí que lo observaban, no podía ver su rostro, pero su corazón por la posibilidad de que fuera el otro ser que tanto había buscado, así que con todas sus fuerzas logró apartar a las personas, pero aquel iris se le perdía de vista... Era como caminar hacia la nada, su andar se hacía más largo y no terminaba.


Todo era confuso, el joven chino quería acabar con todo aquello de una vez y un momento de desesperación, empujó bruscamente a un tipo que bloqueaba su camino.


—Oye, ¿qué carajo te pa... —El hombre intentó reclamar, sin embargo, un detalle no lo dejo acabar—… Tao? —fue lo que dijo en lugar de terminar su insulto.


«No puede ser... Esa voz, esa maldita voz» pensó Tao abriendo lo ojos como platos. El pelinegro miró al otro sorprendido. Reconociendo el rostros al instante, sin creerse que estuviera allí.


Su corazón se paralizo en ese momento. Quería golpearlo, noquearlo y gritarle un millón de maldiciones, pero hay se encontraba, sin poder moverse y con el cuerpo totalmente quieto. Su cabeza jugaba con él, porque esa persona justo a su frente no podía ser real.


Lamentablemente, sí lo era y Tao sólo quería correr, encerrarse en su cuarto, llorar por la rabia y romper todo a su alrededor. Sus puños se cerraban perfectamente queriéndose lanzar contra ese ser que tanto detestaba y le hacía daño.


No soportándolo más, sus lágrimas salieron a flote y con odio en sus palabras, gritó:


—¿Qué haces aquí? —Escupiendo eso con rencor se atrevido a dar unos pasos al frente con la intención de intimidar lo suficiente como para no tener que llegar a la violencia, pero no funcionó—. ¿¡¡Qué demonios haces aquí, imbécil!!? —Esta vez gritó preparando sus puños, sintiendo como la sangre que corría por sus venas ardía cuan lava de volcán.


Esa persona sólo le sonrió con descaro, como si se burlara de él y no lo soportó. Salió corriendo del lugar, sus mejillas totalmente mojadas era la evidencia de que había llorado.


Se detuvo detrás de un callejón y con toda la rabia contenida, gritó. Como si descargara todo lo que había estado reteniendo, todo el dolor y enojo, tomó un bote de basura y lo lanzó a un rincón de aquel asqueroso y fétido lugar, regando toda la basura de su interior y haciéndose una imagen mental, pateo el gran pedazo de aluminio que se encontraba a su merced. No podía añadir los puños, porque aún en su estado era consciente de lo sucio que se encontraba el objeto.


—Te odio, me escuchaste... ¡¡TE ODIO!! —Soltó con en un grito abrumador como si fuera a ser escuchado. Sólo hubo una razón por la que no se le lanzó en ese momento a ese ser tan repugnante para él, pero al cual alguna vez amó y es que no quería derramar sangre, ya no quería mantenerse en el pasado el cual obviamente le seguía afectando y de la peor manera posible. Sus ojos se encontraban de un tono tan rojo como la propia sangre, mostrando su verdadero ser, ese que lo hacía ocultarse de todos. Esa maldición que le había sido impuesta cierta noche de luna llena, ese día se había propuesto buscarlo con una razón anónima que ni el mismo entendía y con ese objetivo, había logrado olvidar todo lo aquello que lo destrozaba. Preocupado por sobrevivir de vagos, pero tratando de no matarlos, algo casi imposible, pero que él había logrado.


Siempre había sido una persona pacifista y no pensaba llenarse las manos de sangre solo por su naturaleza, pero, no... El maldito aquel se había presentado ante él, despertando su sed de muerte y venganza que casi lo hacía romper su moral. Gracias a todo lo que amaba y a su gran fuerza de voluntad, logro controlarse y salir de ese detestable lugar.


Su mirada se había tornado fría y sus ojos resplandecían en aquel violeta brillante que tanto lo identificaba, acomodando su flequillo resoplo tratando de volver a su sereno estado. No pensaría en Kris, el imbécil que lo engaño con aquella mujer. Solo seguiría con su objetivo, ese que lo mantenía aún con vida... Encontrar a aquel que lo condenó…


Ese hombre del cual no pudo ver su rostro, pero la hermosa y penetrante mirada carmesí seguía tatuada en su mente con una marca permanente y aunque no supiera su necesidad de encontrarlo, no se detendría a pensarlo... Sólo actuando conseguiría la verdad...


—Vaya, el gatito acaba de mostrar las garras- Una voz interrumpió el silencio que se formó después de haberse calmado y alerta, Tao se volteó con rapidez, ganando que su dolor de cabeza aumentara al ver aquellos ojos rojos.


El pelinegro tomó su cara intentando disipar el dolor, mientras que lo veía con un ojo abierto y sorprendido. No podía creerlo… ¡era él!


—¡¡Tú!! —Lo señalo acusador—. Maldito, tú eres Oh Sehun, ¿no es así? —Declaró sin dudas, aun sin haber visto su rostro anteriormente, sabía que se trataba de él, no podía ser nadie más. 


—¿Aún me recuerdas, precioso? —El rubio preguntó con su cara inexpresiva, pero que aun así, mostraban una pequeña e irónica sonrisa.


Tao se paró firme, molesto por aquella pregunta.


—¿Cómo no acordarme de ti? —interrogó—. ¡Fuiste tú quién me colocó esta maldición! —Añadió acusador y con notable enfado en sus palabras.


—Era eso o matarte, muñeco —susurró en el oído del pelinegro, que saltó de respingón por la sorpresa de tenerlo tan repentinamente al lado... Había olvidado lo rápido que era—. Te dije que me buscaras y veo que obedeciste, que buen chico eres — Continuó murmurando burlón. Tao sentía como Sehun apoyaba su brazo alrededor de su cuello, se encontraba muy cerca y eso, extrañamente, colocaba muy nervioso al chico. 


El rubio era muy guapo, pero eso no quitaba el hecho de que lo convirtiera en una bestia chupa-sangre y se llevara con él, su vida tranquila y normal. 


—¡Suéltame —Intentó quitárselo de encima, pero su cuerpo estaba débil y no podía lidiar con una fuerza tan sobrehumana como la del rubio vampiro. Tanto sobreesfuerzo no le estaba haciendo bien, su cuerpo ardía como si tuviera fiebre y sentía su cabeza como si fuera a explotar. Además, estaba hambriento.


Sehun negó con la cabeza viendo el vano esfuerzo del moreno intentado alejarse de él —Mírate, estás tan débil —Hizo la observación—. Seguramente no has tomado ni una sola gota de sangre humana —Afirmó. Tao lo miró sorprendido, dándole la razón al otro que hizo una mueca de desaprobación—. Si querías morir, solo debí matarte desde el principio —Soltó nuevamente con ese tono burlón que no combinaba para nada con su pálida cara.


—No sé nada sobre esto, solo me dejaste en... e-en el suelo tirado cual… animal —El chino logró excusarse con facilidad, sus fuerzas se estaban yendo y desde que el otro se había acercado, su hambre se alborotó, pero se rehusaba a atacarlo. 


Tao mantenía sus ojos —ahora rojos— fijos en algún lado del callejón, sus colmillos se dejaron ver cuando habló y su cuerpo temblaba ante la impotencia de no poder hacer todas las preguntas que quería.


—Debiste dejar que tus instintos te dominaran —Explicó sencillo Sehun—. Sin embargo, admiro tu fuerza, no cualquier vampiro tiene la voluntad para suprimir su naturaleza —Halagó observando como poco a poco el pelinegro se debilitaba. «Sin embargo tres meses es demasiado aguante» pensó con comprensión.


Tao se sorprendió de la naturalidad con la que hablaba el otro, con la facilidad con la que lo encontró. Él se había tardado tres meses. 


Su cabeza, su hambre, su cuerpo débil, todo se le estaba acumulando tan repentinamente, su mente daba vueltas y no lo soportaría, pero no quería desmayarse, había encontrado a Oh Sehun, su objetivo, su vampiro... Tenía tanto que preguntar, tanto que decir, tanto que reprocharle. Sin embargo, sentía como se desplomaba. Su vista se volvía borrosa y todo pasaba como si fuera en cámara lenta, hasta que no lo soportó más y su visión se tornó oscura...


Por otro lado, el rubio observaba como el chino se desmayaba en sus brazos, ya lo veía venir. Con toda la fuerza que poseía cargó al recién convertido, debía remediar ciertas cosas con él.


—Te dije que me buscaras si lograbas sobrevivir, pero jamás regresaste al bar —Le habló ahora más tranquilo a un Tao inconsciente. 


Con un suspiro, dio un salto hasta llegar al techo con el moreno en brazos... Había llegado la hora.

Notas finales:

Bueno, ya ha pasado mucho tiempo desde que publique esta historia, pero decidí continuarla para darsela de regalo a mi hermanita, espero mucho que les guste esta parte, ya se acerca lo bueno 7u7r o eso digo yo x//D 

 

Nos leemos~~ *-*/

 

bye~ bye~ d84;d84;


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