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Primer día de clases…
Vegeta se despertó frustrado, estaba demasiado cansado. Extrañaba mucho su hogar, a su padre, a sus amigos… Ya había pasado una semana desde que llegaron, y hoy tenía que ir a ese tedioso colegio privado. Y peor aún: tenía que utilizar otra ropa, una que no le agradaba tanto...
^^^Flash Back^^^
Vegeta estaba tranquilo, tomando una ducha con agua fría, intentando relajarse un poco. Al terminar, se amarró una toalla en la cintura y salió, para comenzar a buscar ropa. Pudo ver a una de las sirvientas acomodando cosas en el ropero, cosa que le molestó un poco.
—¿Qué haces con mis cosas?—preguntó de mala gana. Ni siquiera le importó que estuviera semidesnudo frente a ella, dejando ver un cuerpo muy bien trabajado, con un abdomen marcado. La empleada se sonrojó ante la falta de vergüenza del muchacho.
—El señor Brief me pidió que cambiara sus cosas por unas nuevas—dijo nerviosa por la apariencia del joven. Ella tenía como 22 años, era una criada de las más jóvenes de la casa.
—¡¿Qué?!—exclamó.
Se acercó al armario y buscó sus pertenencias, mas no encontró nada de la vestimenta que había traído. Rebuscó y revolvió todo, pero no había nada.
—¿Y mi ropa?—preguntó molesto mientras la veía fijamente a los ojos con el ceño sumamente fruncido.
—E-el señor Brief me dijo que m-me deshiciera de e-ella—tartamudeó.
La mujer tenía cabello rubio y ojos azules, su vestimenta era igual que la de las demás empleadas, sólo que su cabello lo tenía recogido en dos coletas en lugar de una. Estaba algo asustada por la mirada tan penetrante del joven, sí, era apuesto, pero su semblante daba miedo.
—¿Y se puede saber por qué lo hizo?—su enojo era mucho, tanto que parecía que con la mirada podría fulminarla.
—É-él dijo que s-su ropa no era la más ade-adecuada…
—Ahora sí me oirá. ¿Dónde está?—le preguntó ya casi perdiendo la cordura.
—F-fue a una reunión con la s-señora Brief…
—Hmph…—sólo hizo ese sonido. Sin él ahí, no tendría a quién reclamarle por lo acontecido.
—Si me disculpa, tengo que retirarme—dijo ya pálida del susto.
—Vete—fue lo único que respondió.
La joven salió de la habitación rápidamente, dejando solo al de cabellera en forma de flama. Vegeta se puso a observar la ropa, y a decir verdad no estaba mal, pero le parecía algo excesiva, principalmente porque no le quitaron las etiquetas de los precios y los costos de éstas eran algo elevados.
—Que ni crea que con esto me comprará…—pensó.
^^^Fin del Flash Back^^^
Ya resignado, se vistió con unos jeans de mezclilla y una playera azul rey, sin estampados. Se colocó un par de tenis blancos y ya, y tampoco quería usar algo exagerado ni llamativo. Se acomodó su cabellera, pero esta por nada del mundo cambiaría su forma de llama. Salió algo frustrado y comenzó a caminar por el pasillo, topándose con su hermano en el camino. Éste vestía una playera negra, una especie de pantalón café que sólo llegaba un poco debajo de las rodillas, algo corrugado, y tenis de color negro.
—¿A ti también?—le preguntó el mayor.
—Sí… pero no está mal la ropa, es muy bonita—dijo con una sonrisa.
—Tarble…—susurró, el menor le prestó atención—, nunca te olvides de dónde vinimos, ¿sí? No me gustaría que cambiaras…
—Jamás pasará—dijo y lo abrazó del brazo—. Te quiero mucho, Vegeta, me alegra poder tenerte aquí, es como si también tuviera a papá. Lo extraño…
—Igual yo. Y buscaré la forma de regresar con él…
—Gracias, hermanito—le dijo sonriendo.
Ambos hermanos bajaron, en la puerta estaba un mayordomo con dos mochilas en los brazos, se las entregó a los jóvenes y les abrió la puerta, así estos salieron y entraron al auto que los esperaba afuera. El chofer condujo hasta la institución educativa en la cual tendrían que estudiar. Llegaron, y entraron; una mujer de cabello negro y ojos azules los recibió, presentándose y comentándoles qué puesto tenía.
—Buenas tardes, jovencitos. Mi nombre es Videl, y soy la directora de esta institución. El señor Brief me pidió específicamente qué trato debía tener con ustedes. Si me pueden seguir, por favor—pidió y comenzó a caminar, seguida de los dos menores.
La escuela era grande, y los pasillos muy amplios. Cada ocho metros de corredor había un bebedero pegado a la pared, y cada quince metros había un extintor de fuego colgado. Sin duda era una escuela privilegiada y costosa.
—Bien, este es el grupo 3, aquí estará el joven Tarble—dijo una vez que llegaron a dicho salón. El menor se despidió de su hermano mayor y entró al aula.
Mientras tanto, la mujer y el joven siguieron su camino, en dirección al salón que le correspondería a Vegeta. El azabache no podía evitar sentir un poco de rabia.
¿Para qué lo obligaron a ir a ese lugar, si en una escuela pública común y corriente estaría más que perfectamente? ¿Por qué su madre, sabiendo qué le desagradaba, lo obligaba a hacer aquello que le disgustaba? ¿Por qué tuvieron que separarlo de su padre y del lugar donde nació, si era muy feliz ahí? ¿Qué es lo que seguía? ¿Quitarle también a Tarble? El joven sólo podía sentir frustración en estos momentos, su ira aumentaba, pero sabía que no podía hacer nada. “No olvides de dónde eres, Vegeta, y siéntete orgulloso de ello” resonaban en su cabeza las palabras que una vez su padre le había dicho.
***
La jornada pasó tranquila, Vegeta tuvo que pasar en el día en el grupo 9, lleno de muchachos revoltosos y desordenados, uno que otro nerd, y casi todos hablaban acerca de cosas como nuevos celulares, viajes a Europa, entre otros temas. No habló con nadie, ni siquiera puso atención en clase, lo único que quería era regresar a su hogar; sí, a su hogar, no a su casa temporal. Quería regresar con su padre, con sus amigos, incluso quería ver a Bulma aunque ella lo engañó con Yamcha.
Caminó pesadamente por los pasillos, queriendo encontrar rápido a su hermano y poder irse de ese lugar lo más antes posibles. Lo divisó a lo lejos, pero lucía algo extraño; y pudo comprobarlo cuando éste llegó frente suyo. Tarble estaba completamente empapado, y tenía el labio inferior partido, como si lo hubiesen golpeado.
—¿Quién te hizo eso?—preguntó el mayor molesto al ver a su hermanito, a su bebé, en ese estado.
—Un muchacho de tercero—dijo con la voz algo apagada—. Tocaba deportes, pero cuando estuvimos en la cancha, él y sus amigos me llevaron a rastras detrás de los salones, me quisieron “dar la bienvenida”, tomaron la manguera y me mojaron, y uno me golpeó. Ellos estaban ahí porque pertenecían al equipo de beisbol, pero el maestro no se había dado cuenta que se habían ido, mucho menos que yo no estaba con el grupo.
—Quiero que me digas quién te hizo eso—le dijo seriamente.
Un muchacho de cabellos alborotados, piel un poco morena, y ceño fruncido, pasó por ahí. Mantenía una sonrisa burlona, al igual que dos de sus amigos, un pelilila y un pelirrojo.
—Ay, al nuevo no le dijeron que cuando uno toma una ducha, lo debe hacer sin ropa para no mojarse—se burló el pelilila.
—Jajaja, tampoco le dijeron que se debía secar con una toalla, no con tierra—dijo el pelirrojo.
Los tres siguieron caminando, soltando estruendosas carcajadas de vez en cuando. El de cabellera en forma de flama volteó a ver al menor y lo miró con seriedad.
—Fueron ellos, ¿verdad?—afirmó.
—S-sí…—susurró.
Si de por sí estaba enojado, ahora parecía que escupiría fuego. Comenzó a caminar, marcando muy bien sus pasos, quienes lo veían, inmediatamente se apartaban de su camino por el miedo que causaba su mirada. Vio a los tres bravucones que lastimaron a su hermano, que además estaban acompañados de un rubio y un pelinegro de cabello corto y peinado en diagonal hacia arriba-izquierda.
—¿De quién fue la “fantástica” idea de hacerle eso a Tarble?—preguntó molesto mientras se acercaba. Caminó hasta quedar frente al más alto, quien sonreía de lado.
—¿De mojar al nuevo? Pues es obvio que yo tuve esa idea. Fue muy divertido, ¿no crees?
—¡¿Cómo te atreviste a hacerle eso a mi hermano?!—gritó molestó.
Vegeta, ya explotando de la ira, le tiró un puñetazo, pero él lo esquivó, sin embargo, al haberse quitado el impacto llegó directo a otra persona: el rubio, quien fue golpeado en la nariz. El moreno empezó a retroceder, pero el azabache lo siguió. Le propinó otro golpe, el cual fue rápido y no tuvo tiempo de reaccionar, así que cayó inconsciente al suelo al recibir el puñetazo en la quijada.
Las personas veían la escena, pero no dijeron nada, miraban al pelinegro con asombro ante su fuerza: derribó a uno de los muchachos más fuertes de toda la escuela de un solo golpe.
Regresó, y pudo ver que al rubio le sangraba la nariz, se acercó y observó cómo se presionaba el tabique para que la sangre dejara de fluir.
—¿Estás bien?—le preguntó acercándose más.
—S-sí…. ¿Y mi primo Turles?—preguntó, su voz se escuchaba un tanto graciosa por el hecho de que presionara su nariz.
—Tirado en el suelo… Oye, lamento esto. A quien quería hacerle daño era a aquel idiota con cabeza de palmera…
—¡Oye!—se quejó—. Mi padre también tiene un peinado parecido al de él.
—Pero a tu primo se le ve mal…
—Bueno…—susurró. Se dejó de presionar el tabique creyendo que el sangrado había cesado, pero tan sólo dejó de hacerlo la sangre volvió a fluir.
—Vamos al baño—sugirió. El otro asintió débilmente.
Una vez ahí, el rubio pudo lavarse las manos, las cuales tenían ese líquido color carmín. Tenía la cabeza inclinada, y esa sustancia de color carmesí goteaba de su nariz y caía en el lavabo. Sus ojos esmeraldas derramaban unas cuantas lágrimas, las cuales le eran imposibles retener.
—¿Te duele mucho?—preguntó el pelinegro posando una de sus manos sobre la espalda del más alto.
—No, es sólo que… me hizo recordar algo malo, eso es todo—dijo con una sonrisa.
Se limpió las lágrimas y se mantuvo en la misma posición esperando que el sangrado dejara de fluir. Pero no paraba, incluso ya le era algo preocupante.
Vegeta, al verlo en ese estado, se le ocurrió algo que siempre hacía cuando a él le sangraba la nariz por estar tanto tiempo bajo el sol. Se quitó la playera azul, quedando sólo con una interior blanca, que por cierto le quedaba muy ajustada y remarcaba sus fuertes pectorales y su abdomen, y ni hablar de que ahora sus musculosos brazos estaban completamente a la vista. El rubio tenía la mirada fija en el lavabo, observando aquel líquido que salía de sí; luego de unos segundos ya no caía ni una sola gota, eso ya era buena señal. Levantó la mirada y volteó a ver al pelinegro, pero al observarlo y que varias cosas pasaran por su imaginación el sangrado volvió, haciendo que volviera a la misma posición de antes.
—Voltea—le dijo.
El de ojos verdes lo hizo, así el de menor estatura pudo limpiarle con su propia playera, para después sostenerla en su rostro, para que ésta absorbiera aquella sustancia.
—Dime, ¿te sientes mareado?—le preguntó.
—A-algo… aunque no tenías que hacer esto…—dijo apenado.
—Sí tenía qué hacerlo, para empezar yo lo ocasioné… Dime, ¿cómo te llamas?—dijo y le sonrió un poco.
—Son Kakarotto Goku…—dijo en voz baja.
—Bien, Kakarotto, quiero que, cuando te quite esto de la cara, te eches agua en todo el rostro—le pidió.
—P-pero el agua aquí siempre está fría…—dijo con un puchero, lo cual le sorprendió mucho al más bajo, ¿tan grandote y con gestos de niño chiquito?
—Perfecto, esto ayudará. Por favor, hazlo, es por tu bien…
—De acuerdo…—dijo en voz bajita.
Cuando le quitó la prenda azul, abrió el grifo del agua y se mojó con ella, causando que un poco de su flequillo se pegara en su frente. Levantó el rostro y ya el sangrado había cesado.
—Estaba muy helada—se quejó.
—Pero por lo menos no tienes ya esa hemorragia nasal—dijo y empezó a reír—. Discúlpame… reo que debería aprender a controlar mis movimientos.
—Sí, también Turles debería dejar de ser tan malo con los nuevos… A propósito, ¿tú también lo eres, verdad?
—Sí, el pequeño es mi hermano menor.
—Ahh, él… pues es lindo y adorable—sonrió.
—Oye, escúchame bien. No dejaré que ningún depravado se le acerque. Si quieres algo con él tienes que pasar por mí antes, debo conocer bien de ti ya que veo que eres más fuerte y mayor y…
—Espera, yo no me refería a eso. Me refería a que parece un niño pequeño y por eso es adorable, no me malinterpretes—dijo moviendo sus manos de un lado a otro frente a sí. Luego se puso serio y dio un paso hacia adelante, inclinándose hasta que su rostro quedara frente al del bajito con una distancia de treinta centímetros—. Si acaso, con quien me gustaría tener algo sería contigo…
—Oye, tampoco creas que la tendrás tan fácil conmigo—dijo con altanería.
—Dime, ¿acaso sales con alguien?—preguntó distanciándose y recargándose en la barra del lavabo. Vegeta lo miró extrañado, ¿cómo de un momento a otro pasó de tener una actitud de niño pequeño a ser un muchacho seductor en busca de pareja? Sólo llegaba a su mente una palabra: bipolaridad.
—No… mi novia me engañaba con otro—dijo y giró su rostro hacia otro lado con un poco de rabia.
—Ah, no sabía que sólo te interesaban las mujeres, lo siento, es que creí que…
—No es que me interesen sólo las mujeres, de hecho, me da lo mismo. Lo importante es la actitud y todo eso, ¿no crees?—dijo y volteó a verlo.
—Sí… bueno, yo la verdad no tengo mucho interés en las chicas. Son muy gritonas y nunca saben qué ponerse, son desesperantes…
—Eso no te lo niego…—dijo con una media sonrisa. Por lo menos ya se estaban llevando bien.
—¿Y tú cómo te llamas, eh?
—Vegeta Saiyan.
—Y dime, ¿te gustaría salir conmigo a cenar? ¿O prefieres que vayamos al cine? ¿O también podemos…?
—Sigue soñando. Por el momento no estoy interesado en tener una relación—lo interrumpió. Se dio media vuelta, dispuesto a irse, pero el rubio le llamó, causando que se volteara con él de nuevo.
—Oye, ¡por lo menos dame una oportunidad!—dijo con un puchero algo indignado, ¿acaso él no veía lo guapo que era?
—¿Por qué debería hacerlo?—dijo arrogante.
—Oye, el hecho de que seas lindo no te da derecho a ser grosero—dijo y se cruzó de brazos, suspiró hondo y se relajó—. Anda, dame una oportunidad. Tal vez algún día podamos ser algo más que amigos, ¿eh, qué dices?
—Ya te dije que no estoy interesado en tener una relación, gracias…
—Primero me golpeas y luego te vas. Vaya hombrecito…—dijo girando su rostro al lado opuesto, pero lentamente sus ojos se dirigían a ver de reojo al otro, sin mover ningún músculo de su cuerpo; observó la indignación y el enojo en su expresión, había atacado su orgullo y eso le favorecería en caso de que quisiera responder como se debe; o podría terminar en el hospital por un desangramiento si decide golpearlo por ofenderlo.
—Aghh, ¿qué es lo que quieres?—dijo molesto de cómo le había llamado.
—Un beso—dijo volteando a verlo y “parando el piquito”.
—¡Estás loco!—dijo dándose media vuelta, dándole la espalda. Goku se paró detrás de él, colocó sus manos sobre sus hombros y sonrió.
—Entonces déjame tener una cita contigo, por favor, Vegeta…—le dijo.
El pelinegro sabía que tenía que enmendar el pequeño daño que le había causado, y no era de hombres huir de sus problemas. Además, sólo sería una cita, nada más, ¿verdad? Tampoco le estaba pidiendo que se acostara con él.
Pero, ¿por qué el interés en él? ¿Acaso era de esos tipitos enamoradizos que, cuando ven a un muchacho apuesto, ya le andan dando cartitas en forma de corazón con muchos “Te amo” escritos? ¿O acaso no tenía vergüenza y se lo pedía a todos? ¿Y si sólo ha hecho eso con él…? No, eso era imposible, si lo veía bien el muchachito no estaba nada mal; tenía un cuerpo fuerte y atlético, era alto y tenía un bello rostro, y ni hablar de esa mirada inocente que, cuando frunce el ceño y sonríe de lado, se vuelve tan seductora e irresistible.
Ya con resignación, Vegeta tuvo que responder.
—Está bien, tendré una cita contigo, Kakarotto…