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Brumas (SugaV) por Kantona Park

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Notas del fanfic:

Sé que es algo amorfo. Pero la idea me surgió durante una de mis clases de la universidad y sentí la imperiosa necesidad de escribirlo. Espero que os guste. Los reviws son amor.

¿Cómo puedes enamorarte de algo que no existe? Un ente sin forma, invisible. Solo una esencia que aparece en tu mente. Un sentimiento que te  inunda.


Taehyung reflexionaba mientras miraba por la ventana. Era un día soleado y brillante que a él se le antojaba oscuro. Hacía días que sólo percibía las sombras del mundo. Se había resignado a la tristeza, cayendo ante ella.

Al inicio, sentía suaves brisas acariciar su cuello. Incluso si las ventanas estaban cerradas y no había corriente de aire posible, notaba las suaves ráfagas acariciar su nuca con premura. En aquel momento se asustó mucho, pero fue acostumbrándose con el paso del tiempo.


Después, comenzaron las caricias mientras estaba medio dormido. Notaba el cosquilleo de unas yemas inexistentes al contacto con su piel. Abría los ojos y se detenían. Al cerrarlos de nuevo, aunque no durmiera, el tacto recorría su cuerpo. No eran caricias maliciosas. Tampoco eran sexuales. Era como si la otra persona sólo deseara colmarlo de cariño.

Más tarde, sintió unos labios. Ocurrió mientras veía una película tumbado en el sofá. No había nadie  con él, pero pudo apreciar a la perfección el contacto dulce de unas carnosidades cálidas. El beso, aunque breve, le revolvió las entrañas. Una presión en el estómago que creó un revoloteo en su pecho.


Muchas noches, se sentía observado. Cómo si alguien velara su sueño con tal de que estuviera bien. A veces, también lo sentía de día. Pero estas ocasiones eran mucho menos numerosas. Nunca le había pasado en la calle. Cómo si aquello que le cuidaba sólo estuviera en casa.


En algunos momentos, había percibido un olor especial. Una esencia varonil, pero fresca y dulce. Un perfume que le aceleraba el corazón. Y se había hecho adicto a él, esperando con ganas el momento en el que podría percibirlo. Anhelando a cada momento poder apreciarlo.


Hoy, había sido la gota que colmaba el vaso. Ya lo había sentido, olido y saboreado. Pero no esperaba también escucharlo. Le había susurrado al oído su  nombre, seguido de un “Te quiero” tan hermoso que inevitablemente le hizo llorar. Ese ser desconocido había utilizado cuatro de sus cinco sentidos. ¿Por qué no podía usar el que faltaba? Deseaba verle con todas sus fuerzas. Tenía que ver quién o qué lo cuidaba con tanto cariño.

- Quiero verte….necesito verte. Por favor...por favor…- habló al vacío.

Entre sollozos, se sentó en el suelo. Hundió la cara entre sus rodillas y dio rienda suelta a su sentimiento de angustia. Sentía que había perdido la cordura. Se había enamorado de algo que no existía. De una invención insana que su mente había creado.

Una caricia en las mejillas lo hizo alzar la mirada, encontrándose con lo que tanto había deseado. Unos ojos, muy rasgados y profundos, lo miraban compungidos. Su ceño fruncido mostraba angustia por verlo llorar. Un rostro tan pálido como la nieve. Labios finos, rosados. Pelo rubio y brillante como el sol. Un ser tan hermoso que no podía ser digno del mundo.


Taehyung, llevado por la emoción, se abalanzó sobre él para abrazarlo. Más solo atrapó el aire entre sus brazos. Lo miró asustado, confuso, pidiendo silenciosamente una explicación. El rubio le dedicó una sonrisa triste, bajando la mirada.

- Sólo yo puedo tocarte.- la voz sonó grave y rasposa. Tal y como la primera vez.
- ¿Por qué? - Preguntó Taehyung temeroso.
- ¿De verdad no lo sabes?


El chico comenzó a desaparecer. El proceso era lento, como si al rubio también le costara ocultarse de su vista. Taehyung se desesperó. Intentó sujetarlo de los brazos, cuello, rostro...Pero solo sentía el aire rozar entre sus dedos.


- No te vayas. No desaparezcas por favor. ¿Quién eres? ¿Qué está pasando?
- Yoongi...me llamo Yoongi.


Y después de esa frase, la cual sonó lejana, terminó por desvanecerse. Taehyung gritó. Lloró hasta quedarse sin voz. Su desesperación era tanta que ni siquiera se levantó del suelo en toda la noche. No podía recuperarle. Y sin embargo, sintió que debía hacerlo.


Cuando alzó la cabeza dirigió la mirada hacia la ventana. En su mente, solo aparecían dos teorías sobre lo que era Yoongi. En primer lugar, podría ser una invención de su mente. Ya
lo había pensado antes. Por otro lado, el rubio podría ser un alma que no había encontrado
su camino, quedándose en casa para siempre.


Por la hora, debía estar amaneciendo. Sin embargo, durante la noche, se había formado una bruma que no permitía ver nada del exterior. De repente, la solución se mostró ante sus ojos. Fuera la opción que fuera, su remedio era válido para solventar la situación. Independientemente de lo que se tratara, descargaría la presión que estaba alojada en su pecho.


Se levantó de su lugar, apesadumbrado, dirigiéndose a la cocina. Abrió uno de los muebles y sin dudarlo, ingirió una de las sustancias que había en su interior. Casi vaciando el bote de tranquilizantes, que antaño, había utilizado para calmar el dolor de una lumbalgia. Caminó hacia su habitación, deslizándose entre las suaves sábanas de color azul claro que tenía colocadas en ese momento.


Una suave caricia lo despertó de su letargo. Pero ya no eran besos imaginarios. Eran tan reales y palpables que lo hicieron sonreír. El numeroso camino de ósculos por su rostro era placentero, temiendo abrir los ojos por si se detenía. Sin embargo, se decidió. Su cuerpo se sentía ligero. Ya no pesaba su corazón. Miró a Yoongi, dedicándole una hermosa sonrisa de alivio. Lo había conseguido, el rubio estaba frente a él de la forma más realista que jamás hubiera imaginado. Se  incorporó para tomar el rostro del contrario entre sus manos, besándolo con dulzura para probar la realidad. Sus labios eran cálidos, suaves, húmedos. Eran la perfección soñada hecha materia.


- ¿Por qué has hecho esto Taehyung? - preguntó el rubio algo triste.
- Porque era la única manera de estar siempre junto a tí.


Su respuesta estaba llena de determinación. Se levantó de la cama, abrazando al rubio para sentirlo completamente contra su cuerpo. Los brazos rodeando la anatomía ajena era como el mismo cielo. Un bulto llamó su atención por el rabillo del ojo, y al mirar, se descubrió a sí mismo tendido sobre la cama con rostro sereno. Tenía claro que era su cuerpo sin vida, pero no sintió miedo ni tristeza. Ahora estaba cerca de lo que más amaba, pudiendo sentirlo sin reparo. Ahora, tenía toda la eternidad para estar junto a Yoongi.


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