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¿tienes tiempo en tu agenda para un secuestro? por Haku1008

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Notas del capitulo:

Hola!!!!!!

 

Paso de rapidito, no alcance a revisar mucho el cap así que una disculpa por los posibles errores que quizá encuentren, je ^////^ 

–¿Piensas quedarte aquí todo el día?– preguntó el moreno al entrar en su habitación.

 

–¿Qué otra cosa podría hacer?– Respondió el rubio luego de un bufido exasperado.

 

 –Vamos a estar juntos hasta que pueda conseguir enviarte de regreso, hasta entonces creo que lo mejor sería intentar llevarnos bien e intentar sobrellevar el tiempo que aún falta ¿no lo crees?

 

–……..– el rubio suspiró, aquello que decía el moreno era irritantemente cierto, pero –¡No quiero andar por ahí usando tu ropa! Incluso creo que me está provocando comezón.

 

Kurogane se reprimió de poner los ojos en blanco, él más que nadie se creía incapaz de llevarse bien con ese rubio presuntuoso, pero ni hablar, ya que había conseguido que se quedara ahora tenía que tenerlo tranquilo, “tener controlada a la fiera”, sí, algo así.

 

–Bueno, esa ropa llevaba años guardada sin que nadie la usara.

 

–Obviamente la razón es porque alguna vez la usaste tú– dijo mordaz, disfrutando el hecho.

 

–…….– Kurogane sabía que lo decía sólo para molestarlo y que ni siquiera tenía el dichoso salpullido –si te molesta entonces deberías quitártela– dijo a sabiendas de que el rubio estaba prefiriendo usar su ropa a usar la ropa de mujer que su madre y Tomoyo le habían comprado.

 

–¿En algún momento del día dejas de ser un pervertido?– Dijo indignado, recriminándole el hecho de ser tan… tan… vulgar.

 

–¿¡Qué!? ¡No! No me refería a que te anduvieras desnudo ¡Cielos, no!

 

–Cerdo pervertido– le acusó entrecerrando los ojos.

 

–¡Pero yo no….! ahh– ahogó un gritó de frustración ¿cómo era posible que el rubio siempre le interpretase tan mal? –¿sabes qué? Olvídalo. Mi padre quiere verte.

 

–¿eh? ¿Para qué?– preguntó con curiosidad.

 

–Quiere darte un regalo. Lo ha hecho él mismo.

 

–¿En verdad?

 

–Sí. ¿Vamos?

 

–…… de acuerdo– dijo arrastrando las palabras –adelántate, bajare en un momento.

 

–De acuerdo.

 

Kurogane salió y se dirigió hasta la sala en dónde su familia estaba reunida, abarcando la mesa de la sala por completo se encontraba el regalo para el rubio, el moreno pensaba en que su padre realmente se había lucido con semejante detalle pero cualquier pensamiento de asombro que haya tenido se quedó en blanco cuando el rubio entró en la sala. Le miró de arriba abajo sin poder contenerse, era… lucia tan… y se veía…

 

El rubio se había cambiado la ropa por aquella que habían comprado para él/ella, el buen gusto de Tomoyo resaltaba de inmediato, la ropa parecía ser lo último en moda de invierno, y el cuerpo del chico ayudaba bastante, sin contar con las delicadas facciones de su rostro que hacían el complemento perfecto, Dios, era tan atractivo, aun sabiendo que era un chico no podía dejar de pensar que se veía tan hermoso, tan lindo cuando no le estaba insultando. El moreno volvió a la realidad cuando Tomoyo disimuladamente le dio un codazo, divertida por la reacción de su hermano.

 

El rubio agradeció sinceramente por el presente que, aunque sabía que no era para él, era para Fye y bueno, en esos momentos él era Fye, así que….. ¡el regalo era suyo! Con cuidado quitó la tapa del regalo descubriendo dentro una aldea a pequeña escala, en ella era Diciembre y había pequeñas luces navideñas, arbolitos navideños, incluso una pista de patinaje en donde había pequeños aldeanos, las casas estaban hechas de madera, perfectamente talladas y elaboradas, todo era simplemente precioso.

 

–¿En verdad puedo quedarme con esto?– preguntó enterneciendo a los presentes.

 

–Por supuesto, es para ti.

 

–Es bellísimo ¡Muchas gracias!

 

 

 

***

 

El rubio se encontraba en su auto, simplemente pensando en nada y en todo a la vez, su expresión demostraba una tristeza evidente para cualquiera que le mirase. La puerta del copiloto se abrió y Kurogane tomó asiento a su lado.

 

–¿Qué sucede?– preguntó realmente preocupado. El rubio negó despacio. –No te conozco lo suficiente pero, vamos, es obvio que algo te pasa. ¿Algo te molesta?

 

–yo…– los ojos de Yuui se humedecieron de pronto –yo realmente no lo entiendo ¿qué hice mal? ¿merecía acaso lo que me hizo? ¿Por qué me engaño de esa manera?– lágrimas cristalinas cayeron ante el peso del dolor que en ellas habitaba.

 

El moreno comprendió al instante que se refería a su novio, bueno, exnovio ¿qué podía decirle? sintió un nudo en la garganta al verle sollozar y el extraño y espontaneo deseo de abrazarle le invadió, ni siquiera se detuvo a pensar las consecuencias, o en aquello que pensaría el rubio de él, simplemente le acunó entre sus brazos con cuidado y dejo que llorase. El rubio se dejó hacer, incluso se aferró a él y lloró, lloró dos años de lo que creía sincera y simple felicidad, lloró por los te amo tan faltos de ello, de amor, las caricias falsas, citas, cenas, presentes, aniversarios, y boberías que un día le habían hecho reír……

 

–Todo va a estar bien– susurró con ternura –yo voy a estar aquí– decía de nuevo casi sin meditarlo, simplemente intentando consolarle, quizá fuese de un modo tonto, pero sentía la necesidad de darle un poco de consuelo, darle la protección y las palabras que a él le hicieron falta cuando su mundo de sueños se derrumbó.

 

 

 

Para cuando el rubio se tranquilizó un poco no pudo evitar sentirse avergonzado, se apartó sin quererlo realmente y limpió su rostro –lo lamento.

 

–…….– abrió la boca para decir algo, entonces se dio cuenta de que no sabía qué decir, tan sólo tenía la certeza de que no quería que el rubio se disculpara –¿te sientes mejor?

 

–Sí….. Gracias– por primera vez en aquel tiempo Yuui le regaló una sincera y hermosa sonrisa.

 

–……………– Rayos, si cuando sonreía de aquella manera lucia tan lindo, cómo apartaría la mirada ahora, cómo llegaría a olvidar aquel simple y memorable gesto….

 

–Por cierto– la expresión del rubio cambio a una más seria –eres un cerdo.

 

–¿q-qué?

 

–¿Se supone que yo represento esto?– El rubio le mostro un poster desenrollándolo.

 

–ah, je– Por poco se olvidaba de su amada Fye, la “verdadera” –En mi defensa tengo que decir que ese calendario estaba en oferta.

 

El rubio alzó una ceja dándole poca credibilidad.

 

–Mierda, no sé cómo es que siempre terminas viéndome como a un pervertido pero yo realmente no soy así, te lo aseguro.

 

–Lo sé.

 

–Tú eres quién malinterpreta siempre todo-espera…. ¿qué dijiste?

 

–Que lo sé. Bueno, sé que no eres una mala persona.... o eso creo ahora. Tomoyo te admira mucho, habla mucho de ti y debe ser por algo ¿no? y además…. eres amable.

 

El moreno estaba mudo de asombro, no podía creer lo que escuchaba.

 

–Bueno, tampoco voy a alagarte, eres patético a decir verdad.

 

– ¬.¬ – bueno, al menos ahora el rubio estaba volviendo a la normalidad.

 

–Y ¿qué hay de interesante aquí?– dijo para intentar quitarse la tensión que sentía luego de haber llorado frente a el moreno.

 

–Puedo hacerte una vuelta turística si gustas caminar por un rato.

 

–Es preferible a estar encerrado aquí contigo– le sonrió burlón.

 

Kurogane le llevó a dar  la vuelta por todo el lugar que era pequeño a decir verdad, le mostró desde el columpio donde solía jugar de niño (y en el que Yuui insistió en subirse) hasta el escondite secreto donde iba cuando estaba molesto con sus padres o donde se ocultaba para tomar sin ser descubierto, el pequeño bosque a las afueras, un mirador viejo al que nadie visitaba y en algún punto el rubio no pudo reprimirse en lanzarle una bola de nieve por la espalda, el moreno respondió lanzándole una bola aún más grande de la que el rubio le había lanzado, el rubio indignado corrió para lanzarle otra bola e iniciaron una guerra de nieve, en  la que al final terminaron riendo y resbalando torpemente intentando evitar las bolas de nieve. El rubio era como un niño cuando quería y era más accesible de lo que el moreno llegó a imaginar.

 

Yuui se tiró sobre la nieve y comenzó a mover los brazos formando un ángel, sonrió al ver su obra y volvió a repetir el proceso justo al lado del primero, formando dos ángeles de nieve mientras el moreno le observaba atrapado por su sonrisa y la alegría que emanaba de él. “Hagamos un muñeco de nieve” propuso el rubio, el moreno se negó, el sol estaba cayendo y el frio comenzaba a sentirse más intenso, pensaba hacer que regresasen a casa pero el rubio prácticamente le ignoró y le obligó a ayudarle a formar un enorme muñeco de nieve. El rubio se quitó la bufanda y le quitó los guantes a Kurogane para vestir su muñeco, el moreno le había colocado dos piedritas por ojos y unas ramitas para las manos.

 

–Hacía años que no hacia un muñeco de nieve– mencionó sentado mientras observaba su obra de frente.

 

–Igual yo.

 

–Mis padres solían hacerlos siempre conmigo.

 

–Solía ayudar siempre a Tomoyo cuando era niña…. luego creció y bueno…

 

–Mis padres deben seguir haciendo los muñecos aún. Cuando era niño hacíamos varios muñecos en el jardín trasero de la casa, una familia entera de muñecos de muñecos de nieve, desde los pequeños hijitos hasta tíos gruñones– el rubio rio levemente –Todos los años era lo mismo.

 

–¿qué pasó? ¿Por qué dejaste de hacer los muñecos con ellos?

 

–Mamá es muy inocente y papá es todo un despistado– dijo en un suspiró –Papá tiene una empresa que ha logrado crecer con esfuerzo y se ha aliado incluso con otras empresas expandiéndose favorablemente, siempre pasaba mucho tiempo con nosotros y descuidaba la empresa, varias personas en las que mis padres confiaron se han aprovechado de ellos gracias a la poca atención que mi padre a puesto a la empresa. Les han robado sin consideración, pero papá nunca presto atención hasta que hace cinco años la empresa estuvo a punto de quebrar, todo era una estrategia para quitarle el poder de la empresa a papá por el resto de los socios. Fue entonces que tuve que hacerme presente para tomar el control de las empresas de mi padre y rescatarlas de la ruina. Eso me ha dejado poco tiempo, aunque no es como si fuese un obsesivo del trabajo.

 

–Todo un pequeño empresario– se burló el moreno.

 

–No me gusta tanto como crees. Mis padres no me obligan a nada, para ellos lo importante es que están juntos, y que yo sea feliz con lo que decida hacer, incluso si eso es no hacerme cargo de la empresa… brr, a veces me siento como si yo fuese su padre teniendo que ser el responsable de los tres… pero es lo que quiero hacer, quiero que ellos puedan ser felices y para ello debo cuidarles primero.

 

 –Tú también eres una buena persona.

 

–¿¡Lo dudabas acaso!?– preguntó indignado.

 

–Honestamente sí.

 

El rubio abrió la boca con indignación para luego comenzar a reír –supongo que es mi culpa y la tuya también, no nos conocimos de la mejor manera posible.

 

–En eso estoy de acuerdo.

 

–Bueno, intentémoslo ahora ¿qué dices?. Soy Yuui mucho gusto– le ofreció la mano amistosamente.

 

–Kurogane, el pobre que muere de frio porque un muñeco de nieve robo mis guantes– dijo estrechando las manos enguantadas.

 

–Quizá yo pueda ayudar un poco– se quitó uno de los guantes y se lo puso al moreno, quien sintió de inmediato la calidez ajena, no precisamente por el guante en su mano…

 

De pronto dejo de importarles lo tarde que era, o el frio, hablaron de ellos, de sus gustos, de sus canciones favoritas, las películas que habían visto y las que querían ver, de los libros que les hicieron volar, reír y llorar, de sus familias y sin darse cuenta de pronto parecían estar más cerca de lo que creyeron podrían estar.

 

 

Al llegar a casa todos estaban durmiendo, por lo que silenciosamente ingresaron hasta la habitación, el moreno se preparó para dormir en su cama improvisada en el suelo.

 

–¿Qué haces? Ven aquí– invitó el rubio a la cama dando golpecitos a su lado.

 

–¿Estás seguro?

 

–¿por qué no lo estaría? Ven aquí, hace mucho frio.

 

Ambos se acostaron en un lado de la cama, sorpresivamente para el moreno el rubio se acurrucó muy cerca suyo y en dado momento lo abrazó, tenía mucho frio, eso argumentó el rubio y por su parte no se quejó y… de forma insegura uno de sus brazos rodeó la pequeña figura del rubio para darle más calor.

 

Fue la cercanía de ambos, o quizá los eventos vividos en aquella tarde, o quizá la magia momentánea, sea cual fuese la razón, ambos terminaron besando los labios ajenos, al separarse un pequeño nerviosismo los invadió y en la oscuridad ambos sonrieron, Yuui enredó sus piernas en las ajenas robándole calor y el moreno le sostuvo de la cintura con firmeza para volver a besarlo de manera más apasionada, el rubio correspondió.

 

No hubo la necesidad de palabras en aquellos actos, no por aquella noche, en la que ambos durmieron con una sonrisa y un nuevo sentimiento pequeñito y cálido alojándose en sus pechos.

 

Notas finales:

Se hace ligera mención de los padres de Yuui/Fye, en este fic quise poner a Hideki y a Chii como sus padres, no aparecerán pero bueno, quise hacerles mención, oww los amo ♥ ♥ ♥


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