Jin Hwan.
Es un chico de muchas y sinceras amistades. Es alguien que se gana fácil el afecto. Yo comencé a quererlo de prisa… aunque ahora el sentimiento es más parecido al amor. La adicción que causa en la gente es real, penosa tal vez, pero en lo personal no me avergüenza gastar mis sentidos en él.
La confianza que existe entre nosotros se generó tan pronto nos conocimos. Aunque al principio él se mostraba tímido, y excesivamente respetuoso por nuestra diferencia (insignificante) de edad, poco tiempo le alcanzó para perder las pocas normas sociales que pone en práctica. Bueno, ello no me molestó, él es una de esas personas que atrapan por su carisma.
Desde que lo hice por primera vez me gusta mirarlo tanto como sea posible. Durante los ensayos su persona se transforma por completo, su presencia se hace aún más notable. Su baile y su voz expresan mucha confianza, es alguien que pone mucho empeño y pasión a lo que hace, a todo. Fuera del escenario también hay muchas cosas que admirarle, realmente anhelo su temperamento alegre y optimista; su estúpida risa me contagia felicidad; sus ojos, más y más pequeños al sonreír, me provocan tranquilidad y ternura.
Yo diría que en este punto mi amor es del tipo “platónico”, pero excesivamente vívido. Nunca he intentado confesarme. No soy un negado, sólo un reprimido. Me he conformado con el afecto que él me brinda. Cuando me toma de la mano, o me abraza por la espalda, me siento más feliz, me siento seguro. Además está el temor, temor a conocer su reacción, temor porque mi sentir le provoque nauseas. Temor por lo que pueda pasar sí alguien más se enterara.
Lo sé, probablemente ni debería de preocuparme, ¿por qué habría de hacerlo?
Hace no mucho el imbécil puso a prueba mi autocontrol. Cuando salimos de viaje solemos compartir habitación, en esta ocasión nos tocó una recámara de dos camas. Yo me encontraba mental y físicamente cansado, habíamos tenido una agenda apretada, después de bañarme simplemente me recosté. Comenzaba a dormitar cuando él salió de la ducha, lo escuché hacer algunos ruidos mientras se secaba y apagaba la luz. Y entonces, por razones que sigo meditando sin hallar una explicación lógica, decidió meterse a mi cama usando sólo boxer. Sentí la cercanía de su cuerpo fresco y su aliento a menta. Fingí, con la poca energía que aún me quedaba, dormir profundamente. Por qué mierda pudiendo dormir solo se atrevía a perturbar mi sueño. Pude sentirlo acortar la distancia, su aliento tibio chocando con mi piel. Sus manos acariciaron mi cintura, y aquellas partes de mi cuerpo que se hallaban desnudas lo tocaron sin intención. Un escalofrío me recorrió, por miedo a ser descubierto decidí darle la espalda con la mayor naturalidad posible.
- Mmm… ¿qué haces aquí?, aaaah… hay poco espacio, es incómodo- le hablé, incluso haciendo un intento por bostezar.
- Quiero abrazarte.
Parecía burlarse de mí, ¿acaso lo hacía?
- No. Vete.
Vamos, no juegues conmigo.
- No te pregunté, hyung.
Su abrazo cercano y firme me estremeció. Después de ello no hubo nada que pudiera decir, evité darle importancia. Intenté retomar mi sueño hasta que el cansancio me venció. Por la mañana estaba solo.
Aquello, su interés, se ha dejado ver antes de distintas maneras. A veces he descubierto en su expresión algo que me llama, algo que responde a mi necesidad de él. A veces, cuando me mira me provoca. Pienso que a veces también me ama. Me ha empujado hasta el límite dejándome ahí, al borde de la caída. Quizá no sea intencional, quizá sean su inocencia e ignorancia las que me lastiman. He llegado a ese punto del anhelo en el que uno se imagina tantos y variados escenarios, finales ridículos contrarios a la realidad, finales placenteros. He llegado a imaginar que me espera con los brazos abiertos al otro lado de la orilla.
Pero quizá nunca lo haga.